martes, 25 de marzo de 2014

La Feria, el libro, la lectura

Graziella Pogolotti
La Feria del 2014 ha quedado atrás. Me gusta el jolgorio de esos días, con las familias arremolinadas en busca de lo nuevo y los muchachos que se agrupan para una excursión insólita y previsible. No me desagrada observar en La Cabaña el ambiente de campismo, las vendutas de comidas ligeras y de pacotilla variada. El bullicio conspira contra el espacio propicio de debate y presentaciones de libros. Año tras año, se repite el mismo ciclo. A las jornadas febriles suceden el silencio y la calma. Es el momento de pasar balance. Ha llegado la hora de los indispensables informes estadísticos. Pero resulta cada vez más apremiante convocar a una reflexión que trascienda lo anecdótico y lo puramente numérico. Corresponde analizar los eslabones que faltan para lograr una cadena productiva entre autores y el lector, verdadero destinatario de la obra, artífices todos de una auténtica vida literaria.
Para enmarcar el problema en su verdadera complejidad, precisa erradicar una terminología perversa, que se ha introducido entre nosotros hasta permear el análisis de muchos investigadores y especialistas. La cultura y, naturalmente, la literatura, no se consumen como un helado en una tarde calurosa. Leer constituye un acto de creación. Forma parte, en cierto modo, de una experiencia de vida. Para acceder a un libro en cualquier soporte, no basta con estar alfabetizado. Se requiere una práctica para escuchar la música y la resonancia de las palabras, para detectar claves esenciales, para descubrir el entramado oculto en la historia contada y percibir las zonas más intimas del verso. Este aprendizaje comienza por la escuela donde queda mucho por andar, se apuntala en el consejo del bibliotecario o en el intercambio con el amigo. La mirada del lector refracta y multiplica el texto.
La compleja escala de instalaciones que separa al autor de su público potencial requiere un análisis integral. Ninguno de los involucrados en el proceso puede considerar que el libro es una mercancía intercambiable con cualquier otra de su propia especie. La responsabilidad de cada uno trasciende el cumplimiento mecánico de una meta. Repensar el problema en su conjunto es un primer paso necesario que habrá de traducirse en acciones concretas. Mientras se va desenredando la madeja, el tiempo transcurre, implacable. El inmovilismo, la pasividad indolente en la espera de soluciones definitivas –nunca las habrá, porque el mundo se mueve y las circunstancias cambian- no puede entorpecer la búsqueda de fórmulas parciales, destinadas a echar a andar la carreta.
Me concentraré, por el momento, en dos personajes de primordial importancia: el editor y el promotor. Corresponde al primero la transformación del manuscrito en libro. Su función es la de un crítico altamente especializado, no reducible a la de un corrector. En diálogo con el escritor puede señalar aspectos concernientes a la dramaturgia general, reiteraciones innecesarias o relacionados con las pulsaciones del ritmo.
La tarea del editor no concluye con la revisión del texto. A su manera, desarrolla también una obra creadora. Con plena conciencia del sector del público al que se dirige, decide la colección a la que habrá de integrarse, orienta el diseño gráfico y establece los lineamientos básicos para un proyecto de difusión, incluido el monto de la tirada inicial.
Indispensable para la conquista del lector, el reiterado reclamo a favor del reconocimiento de las jerarquías en una vida cultural acrecentada día a día en lo cuantitativo, se reformula en términos abstractos sin traducirse en procedimientos concretos, siempre modificables en una realidad cambiante. Apresados en la inmediatez, no concedemos el tiempo necesario a la reflexión, al análisis y a la revisión de las experiencias aleccionadoras del pasado.
Mucho se ha hablado entre nosotros acerca de los errores cometidos en los setenta del pasado siglo. Poco se han estudiado las prácticas implementadas por el Ministerio de Cultura, bajo la dirección de Armando Hart, para modificar sustancialmente las perspectivas y las reglas del juego. En lo conceptual, favorecer la expansión de un clima creador se definió como función esencial en la instancia gubernamental. Muy inclusiva, la visión integradora abarcaba a escritores, artistas y a aun público muy diverso. Los primeros debían adquirir visibilidad social. Surgió entonces el Premio Nacional de Literatura, se impulsaron festivales de teatro y música, se estableció un sistema de condecoraciones y se enfatizó en la importancia de las instituciones básicas de la comunidad. Al decir de Julio García Espinosa, cada hecho cultural debía convertirse en verdadero acontecimiento.
En ese contexto, apareció la figura del promotor. Algunos especialistas de la UNESCO comentaron entonces que el término “animador” les parecía más apropiado por su vínculo etimológico con “alma”. Tenían razón, porque las palabras son portadoras de sentido. Con la rutinización impuesta por la vida, el concepto define un cargo en la plantilla de los organismos y la función aligerada por la tecnología, se limita a enviar correos a partir del directorio disponible. Se impone, por tanto, volver a los orígenes. En efecto, animar significa dotar de vida a un cuerpo inerte. Ocurre que el hambre de lectura no se satisface mientras numerosos libros amarillean en almacenes y librerías. Muchos visitantes de la feria contemplan confusos una avalancha de propuestas de autores desconocidos para ellos. Indecisos e insatisfechos abandonan el lugar sin haber encontrado respuesta para sus inquietudes. Corresponde al animador identificar los distintos públicos para formular el diseño específico para seducir al lector, empeño que no puede soslayar las circunstancias actuales con el desequilibrio existente entre precios y salarios.
Pero, sobre esta temática volveré en otra ocasión. La nostalgia alimenta el espíritu y contribuye con ello al sabor de la vida. Podemos solazarnos en los recuerdos cuando nos reunimos con viejos amigos. Hoy como ayer, el presente y el futuro son nuestros desafíos fundamentales. Desde esta perspectiva, mirar hacia el pasado es un modo de validar experiencias útiles para seguir construyendo un país, línea de continuidad entre el entonces y el ahora. Este irrenunciable propósito exige seguir ampliando el territorio de una cultura socialista, inclusiva, poder espiritual que revitaliza, alienta y transforma. El análisis inminente de las instituciones culturales tendrá que partir de definiciones conceptuales nunca subordinadas a nociones burocráticas y economicistas. Solo así podremos librarnos de lastres inútiles y alcanzar eficiencia, satisfacer necesidades para transformar el gasto en inversión.

Valores, según Quino


lunes, 24 de marzo de 2014

La dignidad del pueblo español y la fuerza bruta

Octavio Fraga Guerra
Cinereverso
Me sentía con el deber y el derecho de estar esta tarde noche de este 22 de marzo en Madrid que ya es historia. La palabra dignidad ha sido la clave de esta convocatoria.
La cita fue para todo un pueblo anulado por una élite inculta y servil. Por unos “políticos” corruptos y mafiosos que velan por sus intereses mezquinos, donde el dinero y la burda competencia es la esencia de un discurso plagado de embustes y promesas incumplidas.
Por unos “gobernantes” que han traicionado los más elementales preceptos de la ética y los valores de la verdadera política, la de servir al pueblo.
Los hombres y mujeres de esta tierra, donde nacieron ilustres intelectuales como Lorca o Miguel Hernández, resisten hoy los embates de una casta empeñada en anular y desgranar los más elementales derechos reconocidos por la humanidad. Afinan sus punzantes cuchillas contra todo lo que les parezca posible cortar. No les importa las consecuencias que estas tengan para los designios de una sociedad, que solo es convocada para las elecciones en las que no caben las opiniones de los de abajo.
En esta noche de historia, se defendió el derecho a una vivienda económicamente asequible para el desarrollo y el bienestar de la familia. El empleo estable y digno, acorde con los principios y las conquistas de los trabajadores y las trabajadoras, que hoy son brutalmente anulados con medidas intimidatorias concebidas para fragmentar a las voces críticas que les asiste el valor del decoro.
En medio de este denigrante escenario, la patronal desata su voluntad sin obstáculos para ganar más dividendo a cualquier precio. Sobre esta medular verdad también clamaron voces justas y altivas.
No faltó la impostergable reivindicación de una educación y una salud pública, universal y gratuita, ajena a la voluntad divina del mercado. O al derecho de la mujer a decidir sobre la gestación o no de un niño o una niña. A respetar al inmigrante que viene a estas tierras del gran Don Quijote de la Mancha, para “buscarse la vida” porque en la suya recibe el horror de la miseria y la muerte.
Para muchos españoles, su “futuro” está fuera de estas tierras agrietadas. La historia de la España inmigrante se repite como esa ola que vuelve a tocar las faldas de los acantilados, como un verbo recurrente y brutal. No faltó el legítimo reclamo a los medios de comunicación que mienten de manera grosera, con la insultante pretensión de acallar la voz de los que hoy estábamos en esta marcha.
Las políticas intervencionistas e injerencista de la OTAN, formaron parte de los reclamos y denuncias de los convocados a esta gesta de hombres y mujeres que creen en el valor de la humanidad y la dignidad con la que ha de vestirse en tiempos brutales, donde se que quiere subvertir la historia.
El espíritu y la imagen del Che estaban en cada parte de esta plaza. Su voz estuvo presente no solo en los carteles, en las banderas o en las camisetas. Su mirada incisiva y crítica se hizo ver entre todos como una luz en una noche sin estrellas.
El estado español está plagado de políticos, empresarios y banqueros imputados por actos de corrupción. Son parte de esta élite carroñera que no cesa en asfixiar a millones de hombres y mujeres. Lo hacen a golpe de decretazos que cercenan el futuro de una España que fue Republicana y hoy persiste bajo la sombra de un franquismo que aniquiló y sepultó en cunetas y fosas comunes, a cientos de miles de hombres y mujeres que dieron su vida por esa misma dignidad que hoy se ha defendido.
El acto fue hermoso y gigante. Hombres y mujeres de toda la geografía española vinieron a Madrid a ser parte de una voz, de una única voz llena de música, cantos y acentos. De una España cohesionada y feliz ante los rostros de gentes venidas de todas partes, sin saber su nombre, su profesión o sus sueños.
Las voces y curtidas opiniones de cada rincón de esta hermosa tierra fueron escuchadas en medio de la algarabía y el justo reclamo de demandas urgentes expresadas entre todos.
El frio reinante en la Plaza de Colón no amilano la voluntad de estar en cuadro apretado entre todos. La bandera republicana se multiplicó esta tarde noche en medio de tantas otras. Los carteles con trazos de voces anónimas que expresaban justas reivindicaciones, colmaron un escenario llano e interminable de nobles exigencias en las que no faltó, ese humor que vislumbra y define la identidad de un pueblo entregado y herido de muerte.
El acto tuvo un primer cierre con un descollante coro y una orquesta popular que soportó los embates de un aire que hizo de las suyas, pero no logró detener la esencia de esta puesta impregnada de sabiduría popular.
Pero el final del acto no lo puso la música y el genuino arte como lo habían concebido los organizadores de esta entregada noche. Una vez más la brutalidad de las “fuerzas del orden” que estaban apertrechadas en la Calle Génova arremetieron contra el pueblo que disfrutaba del canto de todos.
Avanzaron contra la multitud haciendo uso de las porras y las escopetas para dispersar a un pueblo pacífico y desarmado. De nada sirvió la voz de los que estaban en la tribuna, para recordarles a estos descerebrados, que este acto contaba con la absoluta legitimidad y legalidad.
La señal es clara, la respuesta de este gobierno servil, mezquino, elitista y corrupto es la fuerza bruta y la mano dura. La palabra está ausente. Toman de sus secuaces para aniquilar, la voz, la verdad y los sueños de los que tenemos como bandera la dignidad del ser humano.
Madrid, 23 de marzo de 2014

viernes, 21 de marzo de 2014

Otras fotos del proyecto de Hotel Manzana, en el Parque Central de La Habana

Hace algún tiempo tomé fotos del estado (re)constructivo actual de la Manzana de Gómez, y de las pancartas que se exhiben en las cercas perimetrales donde aparece reluciente, tal como se supone que quedará. He encontrado estas otras del proyecto de Hotel, que incluye una primera planta de tiendas.

jueves, 20 de marzo de 2014

La maraña del “golpe suave”

Omar Rafael García Lazo
La historia tiene siempre algunas claves que ayudan a entender el presente y, de vez en cuando, a avizorar lo que viene. Bombardeados como estamos por los medios de comunicación y agitados por el ritmo de la vida moderna, a veces no nos detenemos a mirar atrás y en ocasiones ni nos preguntamos qué envuelven los nuevos términos que endulzan nuestros oídos con altos decibeles teóricos.
Hoy el ritmo lo pone el concepto “golpe suave” que se alza como un “novedoso” instrumento imperial para cambiar regímenes o derrocar gobiernos, según el prisma ideológico con que se miren; sobre todo cuando las soluciones más ortodoxas como los golpes de estados manus militari o las intervenciones armadas de los Marine Corps y su cohorte de la OTAN se hacen inviables o no son convenientes.
En Washington siempre hay suficiente dinero para pagar toda buena idea que ayude a la hegemonía del Tio Sam. Con esta premisa a cuestas, me encuentro con un tal Gene Sharp, inocuo investigador y politólogo estadounidense fundador del afamado Albert Einstein Institution (AEI), cuyos estudios llamaron la atención de la CIA, al punto de que “la Compañía” quiso poner al activo centro bajo su maternal amparo.
Desde ese entonces, y sabe Dios si también desde antes, se comenzaron a tejer los hilos financieros entre el AEI y la CIA, el Instituto Internacional Republicano (IRI) y la National Endowment for Democracy (NED). Y para ponerle más mostaza al sándwich, la CIA decidió poner al Coronel ¿retirado?, Robert Helvey, dentro del AEI. Antes de la promoción, el Coronel Bob se desempeñaba como Decano de la Escuela de Formación de Agregados Militares de Embajadas de EE.UU. Una simple y desdeñable casualidad.
Numerosas pistas ponen a Gene y su tropa detrás de los sucesos de Tiananmen, China (1989), Birmania (1989), las repúblicas bálticas de la URSS (1990), Serbia (1998), Georgia (2003) y Ucrania (2004). En 1993, Gene publicó a su nombre un manual titulado “De la dictadura a la democracia. Un sistema conceptual para la liberación” en el que expone un inventario de recomendaciones para detectar y evaluar las vulnerabilidades de los gobiernos por derrotar y actuar en función de ellas.
Si fue Gene o no el que estuvo detrás de estas acciones o el autor del libro, es intrascendente, salvo para la página anecdótica y mediática o para los servicios de espionaje. Lo importante es subrayar la peculiar e histórica capacidad de adaptación que tiene EE.UU. para combatir en diversos campos y condiciones  a sus enemigos.
Más allá de la participación o no del AEI u otras instituciones fachadas, debemos incluir en la lista de golpes estadounidenses destinados a derrocar gobiernos incómodos, los intentos fallidos en Irán (2003 y 2009)  Siria (2011), Venezuela (2002, 2003, 2013, 2014), Ecuador (2010) y Bolivia (2008); y también los exitosos en Honduras (2009), Libia (2011) y Paraguay (2012). Cabe preguntarse qué hubiera sucedido en España o Grecia si Gene y su tropa de élite hubieran ayudado a los indignados de ambos países con la misma vehemencia que ayudó a los serbios, los ucranianos y a los “manitas blancas” de Venezuela. Reconozco que es una pregunta ingenua.
Si queremos ir más atrás en el tiempo, nos encontraremos con tres ejemplos que se alzan como antecedentes paradigmáticos que tal vez Gene estudió y que los servicios especiales de EE.UU. dominan a la perfección.
En Irán, en 1953, el primer ministro Mohamad Mossadegh fue derrocado por atreverse a nacionalizar el petróleo, un pecado de lesa imperio. Ante la incapacidad política del Reino Unido para contrarrestar tamaña alevosía, EE.UU. actuó a través de un golpe trasvestido de la CIA que provocó las divisiones entre las fuerzas nacionalistas y comunistas que respaldaban a Mossadegh. Esa vez, EE.UU. se aprovechó de la inoperancia estratégica de la URSS frente al problema iraní, de la pusilánime postura del Premier burgués; del dogmatismo del Partido Tudeh (comunista), y de la división y desinformación que existía en la población y en las fuerzas armadas, para alimentar una espiral de violencia entre los seguidores del Premier y los del Sha pro-estadounidense, que culminó con el regreso del monarca a Teherán y el inicio de la luna de miel entre Irán y EE.UU. Pero, ¿por qué EE.UU. no intervino militarmente? Porque el país persa colindaba en su frontera norte con el mar Caspio y la URSS, así de sencillo.
El mismo año, en Guatemala, el presidente Jacobo Arbenz fue sacado del poder después que decidiera realizar tímidas transformaciones, entre ellas una Reforma Agraria que afectó a la United Fruit Company, otro pecado de lesa monopolio, justamente en el traspatio del Impero. Se fabricó una oposición con un ejército mercenario y desde el exterior se pusieron los condimentos económicos, políticos y diplomáticos necesarios para avivar las llamas de la división y el enfrentamiento internos, aderezados por una intensa campaña mediática de desinformación a través de la radio, medio de extraordinario impacto en aquella época. Y aquí cabe la misma pregunta: ¿Por qué los Marines no pusieron sus líbertadoras botas en Guatemala? La situación regional no estimulaba un acto de fuerza de ese tipo, así que no era conveniente.
Las experiencias adquiridas en estos escenarios y otros, cristalizaron en los planes estadounidenses para enfrentar a la Revolución cubana, contra la cual se pusieron en práctica todos los métodos existentes hasta el momento y que aún hoy forman parte de las herramientas subversivas de Washington.
Desde sus primeros años, la Revolución se enfrentó a la guerra económica (bloqueo), a la guerra mediática (agresión radio-electrónica, campaña de descrédito y desinformación), a las acciones político-subversivas (financiación y apoyo a los grupos opositores internos, invasión de ejército mercenario, penetración de grupos armados, acciones terroristas, agresión biológica, asesinatos selectivos contra dirigentes de la Revolución, diplomáticos, deportistas, etcétera), a las acciones político-diplomáticas (aislar al país, ruptura de relaciones por la mayoría de los países de la región, expulsión de la OEA), la amenaza nuclear (crisis de los misiles), y la amenaza de ataque militar convencional directo (bloqueo naval, maniobras agresivas, vuelos espías).
Sin embargo, a pesar de las amenazas, EE.UU. nunca se ha involucrado en una aventura bélica directa contra la Cuba revolucionaria. Y la respuesta a la consecuente pregunta radica en dos razones fundamentales: Cuba jamás ha permitido la emergencia de un caldo de cultivo que facilite los planes estadounidenses. Al mismo tiempo, ha mantenido un sólido consenso interno y una política exterior consecuente.
Ante tales antecedentes, y sin negarme a la sorpresa de lo novedoso, soy de los que cree que ya no hay mucho que aportar a la viña del señor y lo ocurrido recientemente en Ucrania y en Venezuela son simples actualizaciones de los planes subversivos estadounidenses que se adaptan a las condiciones específicas de estos países y explotan sus vulnerabilidades, sin descuidar importantes variables domésticas, regionales y globales.
No existe un loco con poder de decisión en EE.UU. que le haya pasado por la cabeza invadir o atacar militarmente a Ucrania, justo en las narices del Oso ruso. Y las invasiones directas de EE.UU. en América Latina y el Caribe no están de moda por estos tiempos de cambio de época.
Ante esta realidad, al Tío Sam no le queda más solución que utilizar viejas cartas remozadas para imponer su juego. Quizás una de las novedades más alarmantes es que si antes la CIA provocaba los golpes de forma subrepticia, hoy el papel de organizaciones como el AEI y otras es lograr los mismos objetivos sin operar en las sombras.
Las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones están siendo utilizadas por los centros de poder y sus seguidores de segunda línea, como una herramienta para la manipulación, la desinformación, la coordinación de acciones y la movilización de sectores proclives o favorables a sus planes desestabilizadores contra gobiernos contrarios a sus intereses; lo que, unido al control sobre los principales medios de producción e información y la red de organizaciones no gubernamentales coordinadas por los servicios especiales de EE.UU., imponen un desafío político, ideológico, económico, tecnológico y cultural a los pueblos y gobiernos que desean mantener su independencia de Washington.

Crimea: regalo a Rusia de “Occidente”

Ángel Guerra Cabrera
¿Qué creían los mediocres políticos que gobiernan Estados Unidos  y la Unión Europea? ¿Que nada menos que Vladimir Vladimírovich Putin iba a aceptarles con los brazos cruzados el establecimiento por la fuerza de un gobierno enemigo en Kiev y, poco después, de los tanques de la OTAN en la frontera rusa?
Con su delirio de cercar a Rusia, Estados Unidos acaba de cosechar la irreversible reintegración a Moscú de la singularmente estratégica península de Crimea, en cuyo puerto de Sevastopol, está fondeada la poderosa flota rusa del Mar Negro, unica salida  de sus buques al Mediterraneo.
Crimea fue parte del imperio zarista desde 1783 y permaneció en la Unión Soviética, su sucesora, hasta su disolución en 1991 pero cuenta con una población mayoritariamente rusohablante o rusa. Por alguna razón que desconozco, NIkita Krushev, siendo líder de la extinta URSS decidió que Crimea fuera trasferida a la República Socialista Soviética de Ucrania en 1954, lo que en fin de cuentas la mantenía dentro de la soberanía del gran estado multinacional con capital en Moscú.
Además, no es fortuito que al disolverse la URSS y Crimea declararse independiente en un plebiscito, Kiev, para que esta siguiera formando parte de Ucrania, tuvo que aceptarla como República Autónoma. Y el proceso político posterior a la disolución de la URSS en la península ha dejado muy claro que formar parte de Rusia constituye un caro anhelo de la mayoría de su población, confirmado de forma aplastante por los resultados del referendo del 16 de marzo en que con una concurrencia a las urnas de más de 83 por ciento, el 96.67 se manifestó a favor de formar parte de Rusia.  Ello significa que fue también la opción de no pocas personas de origen ucraniano o tártaro. Sevastopol, que en la era soviética siempre estuvo directamente subordinada a Moscú votó en proporción semejante por recuperar su condición anterior de ciudad federal, como lo son Moscú o la antigua Leningrado.
Washinton y Bruselas, con su ya larga y grosera intervención en Ucrania desde la “revolución naranja”(2004), los ríos de dinero enviados a sus agentes en ese país y ahora la “revolución” de la plaza Maidán no le dejaron otra opción a Rusia que enviar tropas a Crimea si quería seguir siendo una potencia mundial.
El Euromaidán implicaba la virtual ocupación de Ucrania por “Occidente” mediante la directa intervención de sus servicios especiales y de un pequeño pero muy bien entrenado ejército de neonazis ucranianos declaradamente seguidores de colaboracionista Stepan Bandera. Estos ejercieron extrema violencia contra las fuerzas de seguridad y los bienes públicos y fueron apoyados por francotiradores que mataron por igual a policías y manifestantes, de lo que luego culparon al presidente Victor Yanukovich.
 A todo ello se añadieron los llamados en plena plaza para derrocar al gobierno legítimo por aventureros políticos como la subsecretaria de Estado Victoria Nuland, el senador John MacCain, líder del Injerencista Instituto Nacional Republicano y de una infinidad de irresponsables y prepotentes cancilleres, ministros y legisladores de Alemania y otros países. El Euromaidán es otro de los golpes “débiles” gringos tan de moda contra los países que defienden altivamente su soberanía y su democracia –como la Venezuela bolivariana- o donde, como en Ucrania, por su vecindad e importancia estratégica para Rusia Washington quiere hace tiempo un gobierno títere pese a que el timorato Yanukovich estaba lejos de ser su enemigo.
Rusia ha soportado que violando la promesa de George H. W. Bush a Mihail Gorvahov, Washington y Bruselas extiendan la OTAN hacia las fronteras rusas, organización a la que han ingresado 12 de los países de la antigua esfera de influencia de la Unión Soviética, incluyendo Polonia, Estonia, Lituania y Letonia. Ha visto cómo se despliegan bases aéreas y el escudo antimisiles de Estados Unidos en sus fronteras y la descarada captura por camarillas proyanquis mediante “revoluciones” de colores de los gobiernos de varios de los estados de anterior espacio soviético. Pero en 2007 y luego en 2008 a raíz de la paliza con que los rusos respondieron a una provocación del ejército georgiano (http://www.jornada.unam.mx/2008/08/28/index.php?section=opinion&article=034a1mun), Putin advirtió que la línea roja a esa expansión pasaba por Georgia y Ucrania.
A raíz del plebiscito en Ucrania el jefe del Kemlin dijo una frase lapidaria: Nos dicen que estamos violando el derecho internacional. Qué bien que Occidente recuerda la ley internacional, más vale tarde que nunca (http://actualidad.rt.com/actualidad/view/122836-putin-citas-rusia-ucrania-crimea.)

miércoles, 19 de marzo de 2014

Los trucajes de la prensa de oposición, parte de la campaña golpista en Venezuela

Vea las imágenes de supuesta brutalidad policial en Venezuela, que en realidad son fotos viejas en otros países
Alba Ciudad / Luigino Bracci
Tuitero opositor divulga foto de supuesto estudiante venezolano golpeado por “fascistas asesinos” del PSUV. Derecha: La foto corresponde a Unai Romano, joven retenido, golpeado y torturado en 2005 por la policía española.
Decenas de imágenes circulan en estos momentos en redes sociales y medios de comunicación de diferentes países, como forma de alegar que existe una “cruel represión” por parte de los cuerpos de seguridad venezolanos contra los manifestantes opositores. Alba Ciudad recopila algunas de estas imágenes como forma de ayudar a desmontar esta campaña de mentiras contra Venezuela. Todas las imágenes pueden ampliarse y descargarse haciéndoles click.
•    Arriba a la izquierda: Tuitera opositora Daniela Frías divulga una foto de una supuesta estudiante venezolana a punto de llorar, tratando de abrazar a un policía. ”Tú y yo somos venezolanos, mi pana”, dice el texto del tuit.
•    Derecha: La imagen en realidad corresponde a hechos ocurridos en Bulgaria en el año 2013.

•    Arriba a izquierda: Tuiteros opositores presentan imagen de supuesta estudiante venezolana tomada por el cuello y siendo arrastrada por guardias nacionales. “Que esta foto dé la vuelta al mundo”.
•    Derecha: La imagen corresponde a estudiantes reprimidos en Chile en octubre de 2011.
•    Arriba a la izquierda: Tuitero asegura que realizaron ”una inmensa rolo de cadena que hicieron en Táchira” contra Maduro, con personas tomadas de la mano con franelas color amarillo, símbolo del partido derechista Primero Justicia.
•    Derecha: La imagen corresponde a una cadena humana realizada en Cataluña, España, en septiembre de 2013 en pro de la independencia de dicha región de España.


Las siguientes fotos no me entraron por mail, solo los textos:
Este domingo en la tarde, la actriz Amanda Gutiérrez tuiteó la foto de un hombre supuestamente siendo obligado a practicar sexo oral con dos policías, dando a entender que era un estudiante apresado, torturado y violado por oficiales venezolanos. La imagen corresponde a una página para adultos radicada en los Estados Unidos. La foto tuiteada por Gutiérrez estaba recortada, pues los “policías” (en realidad actores porno disfrazados) tenían un uniforme con la palabra “POLICE”. La actriz se disculpó y borró el tuit, aduciendo que “me fuí de bruces ante la indignación de lo que se ‘presume’ que han vivido los estudiantes presos”.
La portada del diario impreso argentino Clarín del 13 de febrero de 2014 colocó la imagen de una persona con un fusil y dio a entender que era uno de los “chavistas armados ayer, en Caracas (…) donde actuaron grupos parapoliciales que, según testigos, dispararon a la multitud”. Dieron a entender que estas personas son responsables de dos muertes ocurridos el día anterior. La realidad es que la persona mostrada era un efectivo del CICPC (policía científica venezolana), protegiéndose de la quema de 5 vehículos de dicho cuerpo policial realizada por opositores violentos, a pocos metros de la entrada de su sede en Parque Carabobo (Caracas). Otros diarios y páginas web, como Infobae y El Mundo de España, hicieron actos similares omitiendo la leyenda original de esta foto de la agencia EFE: “Miembros de la CICPC caminan frente a un vehículo incendiado durante una marcha convocada por la oposición, en Caracas (Venezuela).”
El tuitero opositor Esteban Gerbasi tuiteó la imagen de un estudiante siendo baleado con perdigones a una distancia inaceptablemente corta. “¡Dictadura! Para muestra un botón”, escribió. La imagen corresponde a manifestaciones en Río de Janeiro en junio de 2013 (ver aquí, foto 10), y la hizo pasar por imágenes de la “dictadura” en Venezuela.
Numerosos tuiteros publicaron la foto de efectivos de seguridad pateando a un perro, escribiendo: “La Guardia Nacional no perdona ni a los perros. ¿Será que el perro es un fascista nazi?” Miembros de la Misión Nevado alertaron que la foto corresponde al perro griego Loukanikos, que acompañó las protestas anticapitalistas en dicho país europeo.
Tuitero asegura que un niño fue herido en la localidad de Táchira por “huestes bolivarianas”. La cruda imagen de un niño herido llorando mientras es atendido, en realidad corresponde a Siria, país que pasa por una profunda guerra civil.
La periodista Ludmila Vinogradoff, en la página web del diario español ABC, tuiteó fotos de una mujer con el torso semidesnudo, siendo arrastrada por oficiales de policía, aduciendo que eso ocurría en Venezuela. Los hechos, en realidad, ocurrieron en Egipto en 2011. La Sra. Vinogradoff borró el artículo, pero en otro reconoce el error. Esto ocurrió en abril de 2013, pero se sigue tuiteando con insistencia.

Certificado de buena Conducta

Rafael Cruz
Turquinauta
Decía Alfredo Guevara que “cuando un espectador penetra en la sala cinematográfica  deja su argumento defensivo en el vestíbulo” Si fue a ver “Conducta” (Ernesto Daranas 2014) al salir de la sala oscura descubrió que lo que había dejado fuera se volvió ajeno e impersonal. La seducción de este film  consigue que salgamos con el zurrón de las emociones repleto y que de algún modo, nos sintamos identificados como  parte de ese drama extraordinario que vive la sociedad cubana actual y que se describe en la película.
Con los aplausos del público bastaría para considerar ya un éxito a la última producción de Ernesto Daranas (también director de “Los dioses rotos” 2008). Pero aun así, “Conducta” es más que la aceptación y la emoción de la gente. No genera una reacción  visceral sino que contiene los marcajes y las particularidades que le dan valor polisémico a las verdaderas obras de arte: esa capacidad de generar múltiples interpretaciones a los conflictos, los personajes y los símbolos que articulan con la historia contada en la película.
En los comentaros académicos o empíricos que he leído el centro de la atención ha estado en la excelente actuación del niño Armando Valdés (Chala) y en el argumento con  la revelación de sus tesis, más allá de lo puramente cinematográfico o expresivo como la edición o la iluminación y la fotografía (estas últimas por cierto muy bien logradas). En los comentarios que he leído no hay casi referencias a estos elementos del film, todos se sumergen en el contenido y pasan del continente.
La película promueve eso, al enmarcarse  en esa línea del cine contemporáneo en la isla que da preponderancia al relato. Cine donde los sucesos transcurren de forma direccional, sin experimentación ni saltos. El director está interesado en mostrarnos el conflicto de modo directo, claro, para que nos aseguremos de seguirlo y comprenderlo. Los elementos simbólicos que usa están bien visibles o son muy evidentes como la imagen de Martí escolar en el aula, la escena de las niñas ensayando danza española en una casilla de ferrocarril, los textos escritos en la pizarra cuando la maestra está hablando a los alumnos de la decisión sobre la estampita en el mural, donde también  hay una frase martiana con la palabra espíritu, o la canción del coro con un estribillo que se repite una y otra vez.
El guion usa estereotipos probados en los personajes y en las interacciones dramáticas: las palomas, la representación de la funcionaria o la relación de amor infantil entre Chala y la amiga. El chico que, obligado por las circunstancias se comporta como un hombre, el padre desconocido pero que de algún modo es uno de los que son parte de la trama, la persona que se queda sola debido al éxodo de sus familiares. Son recursos conocidos y probados en el melodrama, aunque en el film no hay un uso simple o morboso de ellos.
Es cierto, como afirmaba un comentarista, que no se deben ver las obras siempre bajo la luz y las sombras de la connotación política o ideológica del argumento. Pero es igual de absurdo desconocer que toda obra de arte es en sí mismo una tesis ideológica y contiene ejes destinados a asignarle determinado valor dentro de la política de la sociedad en que nace. En tal sentido “Conducta” es una interpretación de  las complejas dinámicas que vivimos, más allá de la “marginalidad” porque los temas de la película están presentes en todos los estratos sociales y de ningún modo son privativos de los barrios más humildes.
Como un cuadro que ilumina profusamente el centro de atención y apenas esboza las líneas de los elementos del fondo, la película nos da abundantes detalles del drama escolar o familiar de Chala y Carmela y deja apenas como líneas difuminadas otros asuntos, por ejemplo la historia de Pablo, el emigrante oriental (Héctor Noas). ¿Por qué un hombre insiste en vivir con su hija en esas condiciones en La Habana y dejar su tierra natal? Aunque es un dilema actual y complejo, no es el centro de la película y en mi opinión le sobra el comentario sobre la supuesta corrupción policial. Ese bocadillo ubicó al tozudo oriental en una zona activa del argumento y lo deja allí molestando como piedra en el zapato.
Por cierto mi opinión no tiene nada que ver con la mojigatería o la tendencia a barrer la basura bajo la alfombra. Estos males existen y ocultarlos no va a resolverlos, pero me afilio a la opinión que de nada sirve la denuncia vacía, estéril, solo por folclor.
La estampita católica en el mural es uno de los nudos principales de la trama al tiempo que sin dudas contiene un simbolismo evidente. Creo con firmeza que el personaje de Carmela (Alina Rodríguez), la añosa, experimentada y enérgica maestra, quien “casualmente” lleva cincuenta años en el magisterio, es una representación de esa generación que llamamos histórica. La que en ocasiones ha sido acusada, igual que ella, de decadente, cuando ha sido siempre y aun es, rebelde y transformadora. La respuesta firme ante la insinuación de sus años es la clave para entender este axioma.
Carmela, la generación, consiguió transformar niños desobedientes en hombres y mujeres aportadores a la sociedad, pero igual perdió la batalla con otros (la madre de Chala o su propia familia que no dudó en irse de Cuba y dejarla atrás).En cambio, sus alumnos la prefieren, incluso los díscolos. El eje Carmela-Chala lo veo como: la relación entre la generación fundacional de la Revolución cubana y los jóvenes. Coincido además con los que afirman que es un homenaje al magisterio cubano. Por cierto, está película debería ser debatida en todos los consejos de dirección y en todos los claustros de profesores del sistema educacional cubano.
Ahora, en medio del relevo generacional, la maestra entra en conflicto con regulaciones administrativas que una vez, ella misma formó o ayudó a instalar, por corresponderse en su momento con un contexto histórico concreto. Y que ahora carecen de actualidad, porque funcionan como frenos al desarrollo social y político. Ante la pregunta de los niños sobre el inconveniente de la estampita religiosa, la maestra responde con evasivas y sentimientos, sin dar a los pequeños argumentos comprensibles para ellos y que, de paso, hubieran servido al público para entender por qué esa imagen allí es una transgresión. Le pregunté a varias personas si conocían la respuesta a esa pregunta y no hubo una sola respuesta coherente. En un post más adelante daré mi propia opinión sobre este tema, mientras sería bueno que cada cual busque la suya.
Tampoco la funcionaria expone sus razones, como una letanía dice que es una violación, pero no aporta un solo argumento. Ella representa la incapacidad humana del cambio, de comprender que la esencia de lo que dice defender no es estático sino dialéctico. Le asignaron un papel de persona rígida, inflexible, fallida.Parece estar más interesada en quedar bien ante sus superiores, que en comprender las interioridades del conflicto; pero la visita, “el lobo, que viene el lobo” tan anunciada que casi es un personaje más en la trama, nunca aparece. Habría que preguntarse si la persona que llegará al aula como organismo superior al conocer de la historia entenderá o no.
Para algunos críticos de oficio y de conducta, la estampita es rechazada por los burócratas y los conservadores de la educación, la política oficial de modo visceral y por la naturaleza antihumana que contienen en sus decisiones sin giros ni flexibilidades. Alrededor de ello se mueven los puntos de apoyo argumentales de “Conducta”. Es lamentable porque hubiera bastado un bocadillo que diera luz sobre el tema para que el filme nos aliviara de ese sinsabor.
Pero eso no le quita méritos a la obra, quienes tengan la duda que se esclarezcan, generar curiosidad da valor agregado al discurso. “Conducta” es de lo mejor que he visto de la producción propia. Al cine cubano actual le van haciendo falta hacer películas con valores que restablezcan la confianza y la fidelidad que siempre le tuvo el pueblo a los cineastas criollos, porque la verdad estamos cansados de tanta película sórdida e infeliz

Exposición "Caminando, ese Caribe que nos une" (FOTOS)

Dieciocho artistas cubanos de la plástica exponen desde ayer en el Memorial José Martí su identidad caribeña. La curaduría fue de Roberto Chile.
José Fuster, frente a su obra
En el centro de la sala, la inconfundible presencia de Kcho
Idelsis Argüelles
Kamyl Bullaudy
Alejandro Greenidge
José Miguel Pérez
Eduardo Roca (Choco), al fondo, su obra

lunes, 17 de marzo de 2014

Causa furor camiseta con imagen del Che

“Fundado el 8 de agosto de 1914 en el barrio del mismo nombre”, explica el diario argentino Clarín, Madureira FC “decidió estampar esa figura del revolucionario argentino en sus camisetas: en una color granate y en otro modelo con la bandera cubana de fondo. Y esas casacas, presentadas oficialmente en octubre pasado en un evento bautizado ‘Hasta la Victoria Siempre’, pronto alcanzó récords de ventas en las casas deportivas brasileñas y en la tienda oficial del club”.
Es tan grande la demanda por las camisetas de un club que antes prácticamente no vendía ninguna, que la fábrica no se da abasta para producirlas.
Según Clarín, “la idea para diseñar esta revolucionaria indumentaria nació como homenaje por los 50 años de una gira que realizó Madureira, que actualmente milita en la Serie C (Tercera División) de Brasil, por diversas naciones americanas en 1963. Ese periplo incluyó cinco partidos en Cuba -todos triunfos de los brasileños-, y además el plantel de Madureira tuvo contacto directo con el “Che” Guevara, entonces Ministro de Industria de Cuba”.
Clarín cita a Farah, una de las figuras de aquel Madureira: “El Che Guevara tenía uniforme verde oliva, vino a saludarnos al campo de juego después de uno de los partidos. También vino a hablar al hotel, nos dio escudos de Cuba, parecía un hombre íntegro”.

La UNAM eliminará las carreras profesionales que "no aportan" valor (¿de cambio?) al individuo

(La Jornada) México.- La Universidad Nacional Autónoma de México anunció su plan de renovación académica, que incluye una iniciativa para eliminar de la oferta educativa los estudios profesionales que carecen de aplicación práctica en el mundo real. La desaparición de la Facultad de Filosofía y Letras es considerada como uno de los pilares para el logro de los nuevos objetivos de la máxima casa de estudios, al calificar sus carreras y cursos como parásitos, ya que “gastan el presupuesto educativo en formar individuos incapaces de
aportar acciones concretas en pro de su bienestar y el de sus familias”.
“La idea es dejar de desperdiciar los recursos de la universidad en opciones educativas que no garantizan un sustento digno para los estudiantes. Hasta la fecha, la única aportación de la Facultad de Filosofía y Letras ha sido engrosar las filas del desempleo y el subempleo”, declaró el rector José Narro. En la presentación, la UNAM dejó claro su propósito de detener la promoción de carreras a las que calificaron como un elemento decorativo para los currículos y que no aportan una opción real de vida a los estudiantes.
“Hemos traído exalumnos de Filosofía a platicar con los alumnos para que, al verlos, se desalienten a seguir adelante con la idea de desperdiciar 5 años de su vida en ejercicios intelectuales completamente inútiles, pero no ha funcionado ya que sigue habiendo matrícula”, fue la explicación de Narro a la abrupta cancelación de esta facultad.
La universidad destacó la necesidad de elevar la competitividad del país mediante la aportación de profesionistas capaces de desempeñar labores tangibles que se traduzcan en mejorar su calidad de vida, visión que, aseguran, es incompatible con los planes de estudio de carreras que giran alrededor de la literatura y la filosofía.
“¿De qué les sirve interpretar la realidad a través de la epistemología al entender la fuente y los límites del conocimiento y creer que el objeto del conocimiento está preformado o construido por la actividad cognoscitiva, si no saben cambiar una llanta?”, se preguntaron durante el informe. Se espera que miles de filósofos se pongan a pensar al respecto de esto pero que no tomen ninguna acción.

Encuentro de Blogueros (Región Occidental - Pinar del Río 2014)

Delegación de Matanzas
Ponentes de Mayabeque
Blog Revolución, de Arnaldo Mirabal

jueves, 13 de marzo de 2014

Venezuela: de nuevo el garrote yanqui

Ángel Guerra Cabrera
El fallido intento de derribar por la fuerza al gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro ha evidenciado su enorme aislamiento internacional salvo por el apoyo de Estados Unidos y Canadá.  Como se puso de manifiesto hace unos días en la reunión de la OEA, únicamente el gobierno gansteril de Panamá se sumó a las dos potencias norteñas en contra de la declaración de solidaridad con Venezuela propuesta por Bolivia y acordada por 29 gobiernos latinocaribeños (http://www.oas.org/es/centro_noticias/comunicado_prensa.asp?sCodigo=C-084/14). Señal de los tiempos, ya la OEA no le sirve al imperialismo para legitimar sus agresiones contra los pueblos de Nuestra América.
Cabe recordar la intervención militar de Washington en Panamá(1989) y el desmantelamiento de sus fuerzas populares desatada por la CIA pues solo así se explica la existencia de un gobierno impresentable como el de Martinelli en un país que fue referente de las luchas antimperialistas, cuna de recios líderes estudiantiles y conductores populares de la talla de los generales Victoriano Lorenzo(1864-1903) y Omar Torrijos(1929-1981).  
Washington ha gastado una millonada para gestar el golpe, contra Chávez y luego contra Maduro. Encima, la arrogante y amenazadora declaración del secretario de Estado Kerry el 12 de marzo anunciando que invocará la llamada cláusula democrática de la OEA contra Venezuela, indica que Estados Unidos ha decidido  desafiar la declaración latinocaribeña en ese organismo y continuar apoyando a sus hordas de violentos y enajenados en las guarimbas de clase media sin más proyecto que el plan golpista llamado “La salida”. Fuera de los tres gobiernos mencionados únicamente apoyan a la oposición fascista  las fuerzas más reaccionarias del planeta. No existe una sola formación popular en el mundo que respalde a los enemigos del gobierno de Venezuela, mucho menos alguna organización estudiantil legítima. Es conocido el repudio de que fue objeto el llamado movimiento estudiantil venezolano por los combativos estudiantes chilenos.
La creciente y orgánica participación de los llamados “medios” en la preparación previa y el desarrollo de las guerras y planes desestabilizadores de Estados Unidos, como se está comprobando en Venezuela, demuestra que se han convertido en verdaderas unidades militares; y sus empleados, consciente o inconscientemente, en soldados al servicio de la política exterior fascista de Washington.
Hay que tomar en cuenta que pese a su condición de corporaciones transnacionales  todavía engañan a muchos incautos que no reparan en que tras sus pantallas o páginas se encuentran grandes pulpos estrechamente ligados al complejo militar, como es el caso de Time-Warner y su filial CNN o del Grupo Prisa en relación con El País, guarida de conversos y trásfugas como Mario Vargas Llosa y Joaquín Villalobos. Este, presunto asesino del poeta guerrillero salvadoreño Roque Dalton.
En cuanto a Venezuela, Vargas Llosa va más lejos que Villalobos. Se opone a su criterio de que la oposición carece de fuerza para sacar a Maduro por vía insurreccional y a su recomendación de esperar a las elecciones para lograrlo. Para Don Álvaro, tan preocupado por la soledad de “los valientes venezolanos”, es ahora o nunca.
El fascismo surge, en esencia, cuando los burgueses  deciden usar la violencia basada en el racismo y el odio a los pobres para derrocar al régimen constitucional, disolver sus instituciones y cazar luego a sus partidarios porque ya la democracia burguesa no les permite seguir controlando a las mayorías. ¿O no fue eso lo que intentaron hacer con el golpe del 12 abril de 2002 los mismos líderes actuales de la oposición?
Contra el chavismo, a menos que cometa errores graves, no pueden por vía electoral y tampoco por la fuerza. Pueblo y Fuerza Armada Nacional Bolivariana son una sola cosa y pese a la desaforada violencia mostrada por los opositores más descocados ha sido su actitud de respeto a la ley y de uso mínimo de la fuerza (http://albaciudad.org/wp/index.php/2014/03/conozca-los-26-fallecidos-a-un-mes-del-inicio-de-las-protestas-opositoras-la-gran-mayoria-son-victimas-de-las-barricadas/ ) lo que ha impedido un baño de sangre.
El gobierno de Maduro ha mostrado firmeza, capacidad para no caer en provocaciones y para encausar un proceso de paz incluyente y generoso abierto a la participación de Unasur. La declaración de Kerry se encuadra en el clásico matonismo unilateral del imperialismo yanqui.

miércoles, 12 de marzo de 2014

La guerra cultural contra el socialismo en Cuba

Con Elier Ramírez Cañedo y Raúl Antonio Capote
Enrique Ubieta Gómez
Transcripción de mi intervención en el espacio Dialogar, dialogar de la AHS, diciembre 2013
Yo he recorrido el país y he conversado con muchos estudiantes sobre estos temas y aprecio este espacio, no solo porque lo convoca la AHS, sino porque ofrece la posibilidad de que asista un público heterogéneo que es desconocido por mí, que podría ser de cualquier sector de la sociedad.
Siempre que se me ha pedido hablar de la subversión, rectifico el concepto en función de lo que obviamente trabajo, que es la lucha de ideas o la lucha en el entorno ideológico, que yo suelo enmarcar, sobre todo, en un ámbito cultural. Me parece más preciso hablar de la guerra cultural que se establece en torno a la construcción de una sociedad alternativa, y de la ofensiva general que se ha producido en los últimos años con el objetivo de aprovechar el fin biológico de la generación histórica que hizo la Revolución y el advenimiento al poder de las nuevas generaciones.
Hablo de guerra cultural –quiero enfatizar eso– porque entiendo que ese concepto incluye lo ideológico y lo político y algunas cosas más que me parecen esenciales. No se trata de la simple lucha por el poder: no es una guerra entre personas que están a favor o en contra de un gobierno. Se trata de una guerra entre personas que están a favor o en contra de un sistema, que implica también una percepción cultural del mundo, una manera de entender el concepto de felicidad, tanto en la vida personal como colectiva. Entonces, lo que nos quieren cambiar es la mente. Quieren que la sociedad cubana cambie su manera de pensar, sus ideales, sus expectativas; quieren construir un proceso de cambios paulatinos en la mente de los cubanos que nos conduzca, sin necesidad de que se produzca la caída del gobierno, al capitalismo.
Hablo de que existen dos maneras de entender las relaciones entre las personas y los objetos, que se expresan en lo que llamamos, de una parte, la cultura del ser y de la otra, la cultura del tener. Entiendo por cultura del tener una forma de vida que se rige por las leyes del consumismo –no las del consumo–, que nos convierte en esclavos de las cosas, porque son las cosas las que establecen el valor de las personas, lo que valen, lo que significan, el nivel del éxito alcanzado en la sociedad. A la cultura del tener no le importa el origen del dinero. Usted puede tener mucho porque ganó la lotería, porque lo heredó o porque lo robó y no lo han cogido preso, o porque siendo actor hizo una película mala pero taquillera: si tiene mucho es una persona importante. Es decir, el ser pasa a segundo plano frente al tener. Y el tener conlleva a su vez la exhibición de lo que se tiene. Usted no es nadie si tiene y no lo exhibe, si la gente no puede apreciar que usted tiene, que es lo que marca su valor en la sociedad. Cuando en Cuba hablamos de especulación, un término que nada tiene que ver con el término exhibicionismo (pero que popularmente se usa como sinónimo), nos referimos al predominio de la cultura del tener en algunas personas. Hay un príncipe árabe que la revista Forbes ubica entre los diez hombres más ricos del mundo y que enchapó su avión personal en oro –supongo que hizo los cálculos correctos para que no se caiga–; ¿qué diferencia hay entre ese personaje que no está loco, que no es un obsesivo, sino simplemente un personaje del sistema, que necesita demostrarle al mundo cuánto tiene, porque eso establece cuánto vale, y ese otro que está sentado en mi cuadra en el barrio de Colón de Centro Habana, y que lleva tres cadenas de oro al cuello? La diferencia obviamente es de cantidad de dinero, pero no hay ninguna diferencia en las intenciones, porque estamos hablando del mismo acto dentro del sistema de valores de la cultura del tener. Es decir, yo valgo porque tengo tres cadenas de oro o yo valgo porque tengo el avión enchapado en oro.
Por supuesto, el socialismo no significa que la gente no tenga. Eso sería un absurdo, no puede sostenerse una sociedad que no tenga un consumo razonable que lleve a un mejor nivel de vida, que signifique de algún modo un progreso personal. Todo eso es correcto y el socialismo no lo puede negar bajo ningún concepto. Pero sí de que nos propongamos cumplir –y sabemos que no se cumple en la sociedad cubana actual–, la máxima de que a cada cual se le exija según su capacidad y se le de según su trabajo. En este caso, se ubica en primer lugar lo que cada quien es (lo que entrega a la sociedad) y por tanto, lo que merece recibir a cambio de su trabajo.
En la sociedad cubana de hoy tenemos la pirámide invertida. Precisamente, los Lineamientos se proponen resituar la pirámide en su lugar y que las personas puedan ganar por lo que aportan y que esa ganancia esté sustentada en lo que la gentes es concretamente. Esto que parece muy general, quizás parezca muy teórico, yo creo que es la base de lo que podemos entender por una confrontación entre la cultura del capitalismo y la cultura del socialismo, como alternativas opuestas de vida. Insisto en ello, porque hay personas que de alguna manera desechan esa contradicción, y al final terminan entrampados en ella. Lo que somos hoy en Cuba, lo que tratamos de construir hoy en Cuba, parte de una tradición nacional, de un pensamiento nacional, pero también de un concepto de vida alternativo al capitalista. Cuando se nos dice: ustedes tienen que acabar de ser “normales”, llevan 50 años de Revolución, sean normales, yo siempre pregunto: ¿qué nos piden?; cuando dicen que seamos normales ¿qué quieren decir con eso? Lo normal en el mundo es el consumismo, lo normal en el mundo son las leyes bravas del mercado y yo no quiero ser normal. Yo no quisiera que este país retrocediera. Creo que la gran victoria de Cuba es no ser normal en un mundo donde la injusticia social y la indiferencia ante ella son normales. Entonces, Cuba marcha por un camino diferente, por un camino alternativo que intenta conservar en un mundo extraordinariamente hostil, porque es un mundo diseñado por la clase hegemónica capitalista.
Cuando me preguntan ¿qué es lo que predomina hoy en Cuba, la cultura del capitalismo o la del socialismo?, yo tengo que empezar por decir que la cultura del capitalismo es la cultura predominante en el mundo, es la cultura que se sustenta sobre la base material del capitalismo. La socialista es un proyecto en construcción y eso implica obviamente que nosotros seamos consumidores de la cultura capitalista y que además la reproduzcamos. Nosotros caemos en la trampa de reproducir los valores del capitalismo, con programas de televisión que hacemos nosotros, y también en el cine o en la literatura. Porque el socialismo no es un lugar de llegada. El socialismo es un camino en el que tratamos de optar por la negación y la superación del capitalismo. Es una contradicción entre dos sistemas que no disminuye, que se intensifica durante el largo camino de superación. Pongo un ejemplo muy actual: el tema de la corrupción, algo que los enemigos nos señalan continuamente y que nosotros mismos señalamos en Cuba, porque es totalmente contradictorio con el sistema. La corrupción nos duele, nos sorprende y nos hace creer que es un grave problema “nuestro” y lo es, porque es un cáncer para el socialismo; la corrupción no se nota en el capitalismo porque es inherente a él; no destruye al capitalismo, a nosotros sí. La corrupción no es el resultado del socialismo; es la evidencia de que el capitalismo todavía se reproduce en nuestra sociedad. El socialismo presupone una ética social e individual superior, e implica un nivel muy superior de exigencia individual.
Otro ámbito cultural que me parece esencial es el de la memoria histórica. Vivimos en un país donde la inmensa mayoría de la población nació después de la Revolución. Significa que estamos construyendo una sociedad alternativa a una sociedad que no vivimos, de la cual no tenemos vivencias personales. Y los jóvenes que mañana asumirán las posiciones fundamentales del país, tendrán que conducir la revolución sin ni siquiera contar a su lado con la última generación que vivió el capitalismo, en medio de una guerra cultural de altísima intensidad. Porque no existe ningún proyecto de futuro que no se sustente en una tradición, que no tenga la vista puesta en un pasado, o mejor dicho, en una interpretación del pasado. Respeto mucho los instrumentos científicos de los estudios históricos, creo que son importantísimos, pero al mismo tiempo, no dejo de recordar que toda interpretación –y la historia no es más que una continua reinterpretación del pasado–, conduce a un futuro específico, que cada nueva época reinterpreta el pasado en función de un proyecto de futuro. En Miami, ustedes sabrán, hay un monumento a los héroes de Playa Girón, es decir, a los mercenarios que desembarcaron por Bahía de Cochinos como dicen ellos, aquí hay uno para los milicianos que defendieron el país de esa invasión. Aquellos son los héroes de aquel proyecto, estos son los héroes de este proyecto. Lo que quiero decir es que no existe un proyecto de sociedad en la que todos, aquellos mercenarios y estos milicianos, sean al mismo tiempo héroes: cada sociedad tiene los suyos. Estos están en función del proyecto de futuro.
Siempre recuerdo esta anécdota: en una ocasión estaba ayudando a mi tío a conseguir un cambio de vivienda y me tropecé con una señora que se imaginaba viviendo el capitalismo en Cuba y le ofrecía a mi tío un apartamento “con garaje”, pero yo, que conocía el apartamento que ella ofertaba, le aclaraba que no lo tenía, porque aquel garaje había sido declarado monumento nacional, ya que en él se habían escondido José Antonio Echeverría y los asaltantes al Palacio Presidencial y a Radio Reloj en 1957. Aquella señora se echó para atrás con una sonrisa en los labios y me respondió: pero señor, José Antonio Echeverría solo es importante para este gobierno, en un futuro nadie se va a acordar de él. Y a mí me resultó la afirmación tan ofensiva que empecé a discutir, pero también comprendí que ella sabía lo que estaba diciendo. Porque los héroes de una Cuba capitalista no serán ni Julio Antonio Mella, ni Villena, ni José Antonio Echeverría, ni Jesús Menéndez, Frank País, Ernesto Che Guevara. O sea, que el panteón de héroes sería otro. Por eso cuando nos piden a los revolucionarios –que somos obsesivos con la verdad porque la necesitamos y toda revolución comienza alfabetizando a su población, empieza exigiéndole a su población que estudie–, que rescatemos y situemos a todos los personajes de la historia en el mismo lugar, están siendo hipócritas. Es cierto que en ocasiones hemos explicado los hechos históricos de forma maniquea, y que la victoria de nuestros héroes es grandiosa precisamente porque nuestros villanos no eran estúpidos o cobardes como a veces parece en la descripción de los hechos. Pero no existen panteones ecuménicos. Cuando uno llega hoy a los países de Europa del Este y observa que todos los héroes del socialismo, los propios y los ajenos, fueron arrancados de sus pedestales, comprende cuan hipócritas eran sus reclamos. ¿Cuáles serían los héroes de esa Cuba capitalista anhelada por ellos? Héroes de pacotilla. Ya se reescribe la historia: Batista “el benefactor”; Che Guevara, “el asesino”.
Pero hay otra manera de reconstruir la historia, y es por la vía emocional: nos quieren vender una imagen falsa de los años 50 como si aquella hubiese sido una época de fiesta, de diversión, nos venden una Habana llena de luces de neón, de bares y cabarets, de alegría, y después, por supuesto, sobrevino lo peor; como decía en su canción Carlos Puebla (interpretándolo en un sentido literal): “llegó el Comandante y mandó a parar, se acabó la diversión”. Nos quieren hacer creer que los años 60 fueron años de tristeza, de oscuridad. Es una contraposición que no funciona racionalmente sino a nivel emocional, se apoya en elementos extra políticos, porque en el mundo entero hay cierta moda, cierta tendencia a recuperar la arquitectura, las imágenes de los años 50, porque fueron años en los que el capitalismo norteamericano tuvo cierta estabilidad económica. Aquella década se convirtió en un mito que se retoma hoy, en medio de violentas crisis económicas. Pero a Cuba llega viciada por la confrontación entre sistemas, por la clara división de épocas que marca el año 1959. Y se nos siembra la idea de que tenemos que recuperar los ídolos de antes del 59, cada pedacito de La Habana tal como era antes del 59, como si aquella fuese nuestra verdadera tradición y quiero advertir que Cuba ha vivido ya más años en Revolución, que los que vivió durante la neocolonia. Algunos pretenden sustituir los nombres de las calles o de las tiendas –los que ya el pueblo identifica con los nombres actuales, no me refiero a los nombres que nunca fueron aceptados– por el que tuvo en la primera mitad del siglo XX.
Quiero que se entienda que hoy necesitamos del debate, de la discusión, como nunca antes. Quiero insistir también en esto. Porque esta guerra cultural solo es posible ganarla desde el debate. Solo es posible ganarla desde la construcción de miradas críticas. De la capacidad que tenga la gente – sobre todo los jóvenes– de discernir lo que es bueno y lo que es malo. Hay una gran exposición en estos momentos de materiales, hay un trasiego de información que no tiene nada que ver con lo que el estado produce y distribuye. Las nuevas tecnologías introducen esa posibilidad. Hay videos clip, por ejemplo, como el de Yakarta y el Chacal, “Ellas son locas”, excelentes para dar clases de esto que estamos planteando. En ese video los cantantes traen en las manos fajos de billetes y lo lanzan al aire, se rodean de bellas mujeres desnudas, disfrutan del poder que otorga el dinero. Ese video no se exhibió en la televisión, pero corrió por todo el país y muchos jóvenes lo vieron. No se puede prohibir, pero hay que establecer jerarquías. La televisión es un lugar que tiene que establecer jerarquías y responsabilidades en lo que se ofrece a la gente. Usted puede pintar cualquier barbaridad en su casa y nadie se lo prohíbe, pero no puede pedir una galería.
Tenemos que educar la capacidad crítica en los jóvenes. Una capacidad crítica que permita que lo vean todo –y yo creo que los jóvenes deben verlo todo y saber discernir– y eso tiene que interiorizarse en los comités de base, en las brigadas de la FEU y en los colectivos de profesores. Yo creo que un maestro de secundaria tiene que ver las series juveniles que pasan en TV antes de la comida. Series norteamericanas de televisión con muy buena factura, que reproducen los valores de la cultura del tener, y debe conversar con los muchachos después sobre esas series, no para impugnarlas, sino para aportarles otra mirada, otros argumentos que amplíen la capacidad de recepción de sus alumnos. Los maestros pueden hacer mucho en ese sentido.

Intervención durante el debate.
Me encanta este tipo de debate. Permite repensar muchas cosas, ajustarlas y afirmarlas. Es un debate que siempre resulta útil para todos. No estoy del todo de acuerdo con la frase de que no hemos cambiado nada (sobre la prensa), yo creo que hay un proceso de evolución. El mundo de la llamada libre información, de las grandes transnacionales, es el que construye los esquemas de pensamiento, el que construye las miradas. No está interesado en la verdad, está interesado en esa construcción que se sustenta en lo verosímil, trabaja con lo verosímil y construye estados generales de opinión. El socialismo en el mundo surgió en países atrasados, en condiciones de guerra total. Y durante mucho tiempo la idea que prevaleció en esos países que estaban tratando de crear una cultura alternativa era establecer una especie de coraza que los protegiera de la desinformación de la llamada prensa libre. Eso lo heredamos nosotros también. En el punto en que estamos lo peor que nos puede pasar es que pensemos que andamos con una coraza, cuando en realidad no tenemos ninguna coraza. Hoy las nuevas tecnologías hacen que todo ese sistema de construcción de mentalidades antisocialistas, que introduce los valores del capitalismo, esté en la calle, reproduciéndose y dialogando con la gente. Tenemos que enfrentar ese hecho desde la cultura, desde el debate crítico. Lo único que nos puede salvar es la conformación de un pensamiento crítico que sea capaz de discernir, que no es la simple suma de conocimientos, pues hay personas que conocen mucho y son contaminadas con facilidad, con cualquier estupidez. Esa capacidad crítica no surge de un conocimiento especial, sino de un entrenamiento especial que emana del debate. Ese debate tiene que estar en los comités de base, en los grupos de la FEU, etc.
¿Qué es una crítica? Yo insisto en eso, porque hay una tendencia a desideologizar. Yo creo que hay que distinguir entre la crítica revolucionaria y la crítica contrarrevolucionaria. Me niego a homogeneizar, a quitar apellidos al hablar de la crítica. Si hay algo que es cierto seguirá siéndolo tanto si lo dice un revolucionario como si lo dice un contrarrevolucionario. Pero una crítica no es un enunciado. Un contrarrevolucionario y yo podemos coincidir diciendo que en Cuba hay corrupción y prostitución y los dos estamos partiendo de un hecho concreto, pero una crítica es más que un enunciado. Y la verdad se construye con dos cosas fundamentales: su historia –es decir, toda verdad tiene una historia que marca su lógica interna– y su solución, su proyecto implícito de solución. En este punto específicamente es donde nos bifurcamos. Es decir, si Yoani Sánchez dice que en Cuba hay corrupción o cita un caso concreto de corrupción y después dice que la corrupción es inherente al socialismo y que hay que transitar hacia el capitalismo para salvar al país de la corrupción, está diciendo una mentira colosal. Porque la corrupción es inherente al capitalismo. Y si me dice que hay prostitución y después me dice que la prostitución es el resultado del socialismo, de la construcción de esta sociedad alternativa… no, si hay capitalismo la prostitución se institucionaliza. Se transforma en una mafia, totalmente respaldada por el sistema. Ahí es donde la crítica adquiere un contenido revolucionario o un contenido contrarrevolucionario. Yo creo que la verdad siempre es revolucionaria y solo la crítica revolucionaria es verdadera, la crítica contrarrevolucionaria termina siendo una mentira, que manipula el concepto de verdad.
¿Cómo conformar la conciencia crítica? Yo a veces trato de separarme de las estadísticas que se manejan con ínfulas cientificistas en el país. Desconfío de las estadísticas. Creo que existen verdades, mentiras y estadísticas. Me gusta repetir la famosa frase de Martí cuando hablaba en Tampa del espíritu de la Revolución existente en Cuba, y alguien que acababa de llegar del país dice que no se respiraba ese espíritu en la atmósfera de la Isla. Y Martí responde: pero yo no estoy hablando de la atmósfera, yo hablo del subsuelo. O sea, yo no quiero descripciones de atmósferas, yo creo que toda realidad es lo que se ve y lo que potencialmente puede ser, desde nuestras convicciones y cosmovisiones. Cuando hablo de estos temas, no lo hago situándome frente a las instituciones, yo quisiera que la televisión cubana fuera mejor –aunque es mejor que la común que existe en el mundo– y trato de hacer algo aunque es poco lo que puedo hacer pues no trabajo en la televisión, pero sí puedo ir de universidad en universidad discutiendo mis ideas y puedo actuar socialmente. Yo hago una diferenciación entre la acción de las instituciones –a las que sin dudas hay que presionar– de la responsabilidad individual que cada uno de nosotros tiene. Estoy plenamente consciente de la necesidad de construir un consumidor, un lector culto. El principal daño que nos hizo el período especial y los planes enemigos es que los revolucionarios de ese momento no supimos construirnos generacionalmente. Pero eso no me va a detener a mí, para nada.
Pienso que el lenguaje de la violencia es un lenguaje contrarrevolucionario. La violencia es contrarrevolucionaria. El enemigo quiere hacernos creer que la violencia es el resultado de la acción revolucionaria. Es decir, ellos hablan de la izquierda revolucionaria “violenta” y de la izquierda “democrática”, que supuestamente es una izquierda pacífica, conciliadora. En verdad, la izquierda revolucionaria, a la que yo me adscribo plenamente, es violenta en tanto la derecha trata de justificar la violencia que implica la injusticia y hace inoperante otra forma de lucha que no sea violenta. Pero yo no apoyo la violencia, esa no es mi perspectiva de vida. La violencia me obliga a acciones que no son las que me motivan en la vida. La violencia revolucionaria es una respuesta a la violencia contrarrevolucionaria. Hay una especie de recuperación de la idea de la reconciliación, yo estoy de acuerdo siempre que sea en el socialismo. Lo que pasa es que a veces la reconciliación se entiende como capitulación. A veces sucede que un artista cubano va a Miami en son de paz, de buena voluntad, y va a la televisión, y se esfuerza tanto en ser pacífico, apolítico, que termina siendo apabullado, porque no es una televisión hecha para ningún tipo de paz. Está hecha para la guerra cultural, de valores, que es la verdadera guerra entre el socialismo y el capitalismo. Por eso es bueno recordar también que estamos en guerra. Cuando un revolucionario dice que no es un político, está entendiendo mal el concepto: el revolucionario no hace política si ocupa o aspira a ocupar cargos, la hace si apuesta su vida a la transformación del mundo a favor de la verdad, la belleza y la justicia. Eso es ser un político revolucionario, aunque nunca se ocupe una responsabilidad estatal o partidista.