domingo, 31 de enero de 2010

MIAMI: Termina plazo de pago anticipado por estudios.

MICHAEL VASQUEZ
(Cortesía del Dr. Néstor García Iturbe)
Los padres inscritos en el plan de gastos universitarios prepagados de la Florida este año deben prepararse para una sorpresa.
Por una parte, está el aumento rápido y estratosférico de la educación prepagada, en que una de las categorías cuesta cuatro veces más que el año pasado. Esto es suficiente para que algunos padres sencillamente se retiren del popular programa.
Por otra parte está el costo proyectado de la educación en instituciones estatales, cuando el alumno llegue a los 18 años: $225,307. Esa cifra astronómica ha hecho que muchos padres, aunque descontentos con el costo, opten por asegurar el plan a los precios de hoy antes que sigan aumentando.
El pago anticipado de la matrícula universitaria durante el período de inscripción de 14 semanas, que termina el domingo a medianoche, costara a los padres $16,647. El pago anticipado del
diferencial de matrícula -un nuevo cargo creado por los presidentes de universidades y la Legislatura en el 2007- costara $19,775 adicionales.
Los padres que compraron el plan antes del 31 de enero del 2007 estan exentos del diferencial. Los padres pueden fijar los precios actuales con un pago inicial de solo $50, y hay planes de pagos mensuales. Pero con plan de pago o sin él, los $19,775 que cuesta el plan de diferencial de matrícula es un aumento enorme en comparación con los $4,600 que costaba hace un año.
''Ahora hay que pagar este cargo extra, que no se sabe de donde salió'', dijo Jordana Macdonald, de Coral Gables, que hace poco compró un plan para su hija Mika, de dos meses de nacida. Macdonald adquirió el plan de matrícula básica y el diferencial. ''Asi que ahora tengo que
pagar mas de $200 al mes''.
Los estudiantes universitarios pagan en este momento un máximo de $13.74 por crédito/hora en matrícula diferencial, pero prepagar ese cargo a futuro se ha convertido en algo exorbitantemente elevado debido a lo rápido que este nuevo tipo de matricula se espera que aumente, potencialmente hasta 15 por ciento anual.
Macdonald tendrá que hacer esos pagos mensuales durante los próximos 18 años, pero dice que es un sacrificio que vale la pena. Uno de los mayores atractivos del plan es el que el costo proyectado de la educación en la Florida dentro de 18 años sea $225,307.
''Es asombroso'', dijo Macdonald. ''Mi casa cuesta menos que la matrícula universitaria''.
El año pasado los legisladores estatales hicieron mucho menos estrictas las restricciones sobre la rapidez con que la matrícula puede aumentar anualmente. Usando la matrícula base o el nuevo cargo por diferencial de matrícula (o una combinación) los colegios universitarios estatales están en libertad de aumentar los precios 15 por ciento al año. No esta claro cuanto ahorrarán los padres comprando un plan prepagado este año, en comparación con el próximo.

Berlín, museo del anticomunismo.

Enrique Ubieta Gómez
Fotos de Conde.
En otros textos he narrado mi fortuito descubrimiento del KGB Bar de Estocolmo: un lugar donde se desarticula la memoria en fragmentos inconexos, de manera que el visitante pueda consumir la nostalgia –entre sorbos de alcohol--, sin racionalizarla. Sin una lógica expositiva, la superposición de objetos y sonidos (marchas, canciones, y voces de antiguos programas soviéticos de radio, que nunca terminan de explicar nada), actúan sobre la memoria afectiva, y la paralizan dulzonamente.
Ciertas calles de Berlín han articulado, por el contrario, una lógica anticomunista: el desorden expositivo es solo aparente. Vitrina del triunfo capitalista sobre el socialismo “real” –Berlín es el escenario de uno de los sucesos más efectistas del derrumbe del Este, y también la capital de una de las economías más fuertes del Primer Mundo--, el mercado, supuestamente ciego, hace política. Quizás el lugar más emblemático es el otrora Checkpoint Charlie, famoso paso fronterizo. En el 2000 fue reconstruida una de sus casetas. Retratos gigantes a color de un guardia ruso mirando al Este y de uno norteamericano mirando al Oeste, flanquean el lugar en ambas direcciones. Los turistas se fotografían frente a la caseta. Pero a lo largo de la calle –un poco antes y un poco después--, más en contacto con el transeúnte, los turistas verán fotos de la represión en el Este, comprarán objetos de “los vencidos” (banderas, sellos, medallas, bustos, insignias) y visitarán museos privados que explican la historia desde la perspectiva de “los vencedores”.
Algunos objetos se exhiben en plena calle, a la intemperie, como trofeos de guerra: la supuesta última bandera soviética que ondeó en el Kremlin, ya ajada y descolorida –no pude dejar de asociar ese acto de escarnio público al mayor símbolo de un Estado y de una militancia, con la conocida imagen en la que soldados soviéticos colocaban la bandera roja de la hoz y el martillo sobre el Reichstag, ¿venganza histórica?--, y la placa de bronce con la imagen a relieve de Leonid Ilich Brezhnev, que alguna vez estuvo en la casa donde viviera hasta su muerte. Dos trofeos que cumplen el sueño dorado del nazismo. En Berlín yacen –repitiendo los antiguos rituales de guerra--, la bandera del enemigo y en lugar de la cabeza del jefe vencido, la placa arrancada de su hogar.Pero todavía hay más: un enorme cartel cubre la pared lateral de un edificio que hace esquina, con la foto de una muchacha del Este que frente a la cámara de control en el muro, muestra irreverente sus senos. Es una foto famosa, pero esta vez sirve de anuncio a una marca de ropa, Diesel, cuyo slogan es casi programático: be stupid. “Ser estúpido”, en este caso, es una reivindicación irónica de la irreverencia juvenil, que el mercado y la política anticomunista entienden como frivolidad e individualismo. Un cartel gigante en otro edificio esquinero anuncia en cuatro idiomas (inglés, alemán, francés, ruso) que usted ha entrado a un sector que no persigue ganancias, aunque las obtiene.
El sello de los vencedores todo lo marca: los alemanes del Este temen que aparezca algún vínculo con la Stasi –nadie recuerda que los servicios secretos de la Alemania occidental fueron creados en 1956 y dirigidos por el general nazi Reinhard Gehlen, rescatado y protegido por Estados Unidos debido a sus conocimientos de la Unión Soviética (extraídos a los prisioneros en los campos de concentración) y los archivos de esa organización están bien protegidos--; los ciudadanos de los pueblos pequeños de la zona oriental han emigrado hacia los de la zona occidental, porque sus industrias no fueron modernizadas sino vendidas y cerradas, y hoy son pueblos fantasmas; muchos hombres y mujeres genuinamente de izquierda prefieren que no los asocien con el comunismo, por temor a represalias o al desprestigio mediático. En la zona oriental de Berlín se han construido grandes y lujosas tiendas, y el otrora Palacio del Pueblo fue derribado: en su lugar se restaura con minuciosidad de orfebre el viejo Palacio Imperial, destruido durante los bombardeos de los aliados. La nueva canciller federal Ángela Merkel, militante de la Juventud Libre Alemana (Jóvenes Comunistas) de la República socialista, y condecorada con altas distinciones, es hoy la presidenta de la derechista Unión Demócrata Cristiana (CDU).
Pero Berlín, pese a todo, no es la vitrina del capitalismo. En todo caso, es la exhibición del poder del Norte –el Norte del Norte--, que se erige sobre la dependencia y la exclusión del Sur. Un poder imperial, nunca plenamente realizado: en sus museos estatales pueden verse las más inusitadas ruinas griegas, egipcias, árabes. Las piezas robadas a pedazos por exploradores decimonónicos han sido reconstruidas y completadas, de manera que puedan ser visitadas como en sus lugares de origen. Si hablamos de vitrinas del capitalismo, hay que pensar en Haití. En Berlín supe del terremoto que devastó a ese país. Dos mundos, como dos planetas, pero un mismo capitalismo. La poderosa Alemania regatea –y promociona-- cada centavo que ofrece a los haitianos, mientras que la pobre y bloqueada Cuba incrementa la presencia incondicional de sus médicos. No hablo, por supuesto, del pueblo alemán, que conserva con ahínco la memoria de Marx y Engels, de Bertold Bretch, de Rosa Luxemburgo y de Clara Zetkin, entre otros, el pueblo que ha producido a tantos pensadores y líderes revolucionarios. Visitar Berlín hoy es un aprendizaje, una lección. De los errores del socialismo, de sus desvíos, ya sabemos. Pero no se ha dicho todo. Falta por hablar del camino cerrado que es el capitalismo, y de las consecuencias de su adopción, aún en el Primer Mundo. Faltan páginas de la historia por escribir.

CUBA, PARA LA REFLEXIÓN.

Santiago Alba Rico,
Carlos Fernández Liria,
Belén Gopegui
y Pascual Serrano
Estos son tiempos para la reflexión en economía. Tras algunas décadas de predominio neoliberal patrocinado por la escuela de Chicago, la economía mundial se encuentra frente a una crisis de consecuencias imprevisibles, pero en cualquier caso gravísimas. Lo mínimo que se podría pedir al espíritu científico es cambiar los paradigmas, invertir las evidencias, reaccionar, en suma, ante esta bancarrota intelectual que impidió diagnosticar y prever la catástrofe que se avecinaba. ¿Es eso lo que se está haciendo?
Hemos conocido distintas versiones más o menos destructivas del capitalismo, lo mismo que del socialismo. Pero, respecto a la lógica interna que distingue a uno del otro, hay algo que debería hoy interesarnos vivamente. El socialismo puede dejar de crecer, el capitalismo no. El socialismo puede ralentizar la marcha, el capitalismo no.
Pensemos en el ejemplo de Cuba. Al hundirse la URSS, Cuba perdió repentinamente el 85% de su comercio exterior. Su producto interior bruto decreció nada menos que un 33% en términos absolutos. Uno puede hacerse una idea de la catástrofe si se piensa que en Europa nos echamos a temblar ante la perspectiva de perder un punto en el crecimiento previsto. Y a ello se unió un endurecimiento del bloqueo estadounidense. Sin embargo, la gente no murió de hambre en Cuba, no perdió sus zapatos, ni su educación, ni su seguridad social, ni tampoco su dignidad. Lo pasaron muy mal, pero no se enfrentaron al fin del mundo como habría ocurrido con semejantes indicadores en los países capitalistas.
En medio de la actual sacudida, cuando el capitalismo destruye cuerpos en África y puestos de trabajo en España, cuando erosiona sin remedio las condiciones de habitabilidad del hogar humano, cuando para ello tiene al mismo tiempo que recurrir al lubricante de las mafias, al estímulo de los integrismos religiosos, a la restricción de los derechos laborales y al recorte de las libertades, en ese momento, todas las miradas se dirigen, en efecto, hacia Cuba… pero para condenarla y hostigarla. ¿Por qué? ¿Qué pasa allí? ¿El récord de muertos en un solo día? En México. ¿El de sindicalistas y periodistas asesinados? En Colombia. ¿El de pogromos racistas contra inmigrantes? En Italia. ¿Homofobia? En Polonia. ¿Xenofobia institucionalizada y leyes raciales? En Israel. ¿Fanatismo religioso y machismo criminal? En Arabia Saudí. ¿Control de las comunicaciones, suspensión del habeas corpus, tortura, secuestros, asesinatos de civiles? En EEUU. ¿Malos tratos a detenidos, periodistas e intelectuales procesados, periódicos cerrados, corrupción galopante, inmigrantes en centros de internamiento? En España.
Bien, aceptemos que, en este cuadro dantesco, Cuba es apenas un “mal menor”. El que desde Europa y desde España se preste tanta atención negativa al país con menos problemas del planeta –como ha hecho el diputado Luis Yáñez (Público,9-1-10)– demuestra de sobra, en todo caso, que no es lo malo de Cuba lo que se censura, sino lo que en Cuba se opone a esta lógica dantesca y a sus efectos; es decir, lo que tiene precisamente de bueno.
Los economistas Jacques Bidet y Gérard Duménil recuerdan que lo que salvó al capitalismo en las primeras décadas del siglo pasado fue la organización; es decir, la misma planificación que los liberales identifican horrorizados con el socialismo. Gobiernos e instituciones planificaron sin parar, como siguen planificando ahora, aunque lo hicieron para conservar y aumentar los beneficios y no para conservar la vida y aumentar el bienestar humano. Pero la planificación es ya, como quería Marx, un hecho. Basta sólo cambiarla de signo. En los últimos 60 años, la minoría organizada que gestiona el capitalismo global se ha visto apoyada, a una escala sin precedentes, por toda una serie de instituciones internacionales (el FMI, el Banco Mundial, la OMC, el G-8, el G-20 etc.) que han concebido en libertad, y aplicado contra todos los obstáculos, políticas de liberalización y privatización de la economía mundial. El resultado salta a la vista.
¿Y si planificásemos al revés? ¿Y si prestásemos un poco de atención positiva a Cuba? Esto no lo hemos probado aún, pero lo que intuimos en la actualidad es más bien esperanzador: a partir de una historia semejante de colonialismo y subdesarrollo, el socialismo ha hecho mucho más por Cuba que el capitalismo por Haití o el Congo. ¿Qué pasaría si la ONU decidiese aplicar su carta de DDHH y de Derechos Sociales? ¿Si la FAO la dirigiese un socialista cubano? ¿Si el modelo de intercambio comercial fuera el ALBA y no la OMC? ¿Si el Banco del Sur fuese tan potente como el FMI? ¿Si todas las instituciones internacionales impusiesen a los díscolos capitalistas programas de ajuste estructural orientados a aumentar el gasto público, nacionalizar los recursos básicos y proteger los derechos sociales y laborales? ¿Si seis bancos centrales de Estados poderosos interviniesen masivamente para garantizar las ventajas del socialismo, amenazadas por un huracán?
Podemos decir que la minoría organizada que gestiona el capitalismo no lo permitirá, pero no podemos decir que no funcionaría. Según una reciente encuesta de GlobeSpan, la mayoría que lo padece (hasta un 74%) apuesta ya por otra cosa.En su artículo, el diputado Yáñez decía amar a Cuba. Por eso, le deseaba lo mejor: incorporarse al capitalismo, justo cuando este ha demostrado su fracaso y su incompatibilidad, al mismo tiempo, con el bienestar humano y con la democracia, con la dignidad material y con el derecho. Nosotros no amamos a Cuba: respetamos a sus hombres y mujeres por lo que han hecho y por lo que siguen haciendo. Quizás a Yáñez le tranquilice pensar en Colombia o en Arabia Saudí. A nosotros nos tranquiliza pensar en Cuba, esa isla donde incluso los límites, los problemas, los errores de la revolución señalan inflexiblemente, desde hace 51 años, la posibilidad histórica de una superación del capitalismo y de una alternativa a la barbarie.
Santiago Alba Rico es escritor
Carlos Fernández Liria es profesor de Filosofía (UCM)
Belén Gopegui es escritora
Pascual Serrano es periodista
Ilustración de Mikel Casal
(Tomado de Dominio público, un blog de Público.es)

Vindicación del combatiente.


Foto de Felo Peña, combatiente de Playa Girón,con su nieta (tomada de Trabajadores)

Amilcar Pérez Riverol

La Calle del Medio 21

A mi tío Pedrito.
Soy de los que piensan que la Historia de una nación debe ser narrada y transferida tal y como fue (es). Con luces y sombras. Sin héroes o villanos de blanco y negro. Sin retoques ni omisiones. Por esa razón disfruto y aplaudo la sinceridad con la que el cine cubano ha narrado los últimos 20 años de la nuestra. Me gusta que no haya intentado higienizarla.
Sin embargo, falla esa sinceridad cuando se muestra a alguno de sus protagonistas con sólo una parte de la verdad. Voy al punto. Más que un buen rato de humor agridulce, El Cuerno de la Abundancia (2008), de Juan Carlos Tabío, dejó en mí la certeza de que yo ya conocía a Bernardo Castiñeiras, el «Combatiente». Me lo habían presentado antes los filmes Dos Hermanos (Carlos Alberto), Páginas del Diario de Mauricio (Mauricio y Guillermo), Hacerse el Sueco (Amancio Venegas) y Video de Familia (Cristóbal Méndez Capote). La sistematicidad con la que el arquetipo se ha establecido en el cine cubano ha llegado a tal punto, que en la mayoría de estos filmes el «Combatiente» ha sido interpretado por el mismo actor, Enrique Molina.
No dispongo del espacio que me permita realizar una descripción detallada de cada uno los personajes mencionados. Apelo al ejercicio de la memoria en el lector, y me atrevo a invitarlo a revisitar los filmes.
Tengo claro (me son cercanos los ejemplos) que en Cuba subsisten miles de «Combatientes» como los que intentan representar con mayor o menor suerte estas películas. Lo que no comparto es esa repetida receta de involución como irremediable final a la que se les condena siempre. Lo que no comparto es esa empecinada negación a la rectificación y al éxito que les ha impuesto nuestro cine. Se trata de una fórmula abusiva, por invariable, que esclaviza al personaje bajo los mismos cánones de conducta. Seres intransigentes, incapaces de padecer ante las penurias económicas de la familia, preocupados únicamente por el destino del país, homofóbicos, machistas, condenados a padecer el exilio de al menos uno de sus hijos, habitando en condiciones lamentables –lo que trasmite una atmósfera de fracaso–, nostálgicos de un pasado que fue glorioso y enfermos de un presente que no vieron venir. Infartados o paralíticos.
Bien. Quiero señalar que disfruto la excelencia con que Enrique Molina ha defendido cada uno de estos personajes. Y sobre todo, su capacidad para respetar y tributar a la intención de cada filme.
No voy a analizar cada una de las variables –tal vez deba decir constantes– que componen la fórmula con que se define al «Combatiente». Dejaré en manos del lector tan sólo algunos elementos. Lo primero es que mostrar una o dos veces este enfoque del personaje es símbolo de representatividad. Sin embargo, al establecerlo como único, el punto de vista se vuelve absolutista y excluyente. Dentro del cóctel de razones que han tenido los jóvenes de mi generación para escoger el camino de la emigración, podría mencionarse, en casos particulares, la intolerancia de algún que otro padre «Combatiente». Eso es cierto. Sin embargo, pareciera que ninguno escapa al hecho. De esta manera el hijo exiliado se convierte en una especie de asignación otorgada en todos los casos al «Combatiente». Su merecido. No es cierto por demás que todos hayan condenado de por vida a sus hijos por tomar la decisión de hacer su historia lejos de la nuestra. Mucho menos que hayan dejado de quererlos. Llamo la atención sobre la delicadeza del tema y el daño que esta visión unidimensional podría causar en el espectador, sobre todo en quien se ve representado, no en el arquetipo, aunque sí en la situación.
Cometimos el error de hacer de la homofobia prácticamente una tarea de Plan Trimestral. Pero el país ha rectificado y sin embargo no queremos asignarle esa opción al «Combatiente», no sé si por viejos, si por malformados o por irreversiblemente intolerantes. No dudo que a muchos les sea en extremo difícil aceptar el giro, incluso que habrá quien no llegue a experimentarlo nunca. Pero esa negación a rajatabla de la que sólo se salvan algunos de estos personajes vuelve a ser demasiado sesgada. Eso, si verdaderamente se intenta reflejar alguna realidad. Lo digo porque si todo va de emplear la caricatura y punto, pues quizás en algo sea válida la fórmula. A mí como espectador, no me llena, y no me sirve. Quiero hacer la salvedad con Video de Familia, en la que Cristóbal experimenta un apreciable proceso de rectificación respecto al tema.
Por otra parte, pareciera que el «Combatiente» está «condenado» a un futuro de custodio de museo –lo que por demás establece un criterio subvalorativo de la importancia del oficio. El personaje se nos revela como un ser sin más proyecto que rememorar el pasado entre agendas empolvadas y esperar a que el techo se le venga encima. Más injusto resulta aún el presentarlos como seres de un machismo nuclear, incapaces de respetar y escuchar las ideas de sus esposas, siempre centradas en la subsistencia del hogar como si ellas no fueran capaces también de interesarse por el futuro del país. La representación de este machismo llega a tal punto que usted puede escuchar en varios de los filmes frases como: «en esta casa se hace lo que yo digo»; «Concha, cuando yo estoy hablando no me corrijas», o «aquí lo importante es que se haga lo que yo digo». De esta manera el espectador termina asociando al arquetipo con una especie de rector autoritario que no acepta más ideas o conceptos que los propios, en su mayoría paradójica o intencionalmente errados. Vuelvo por necesaria sobre la idea de que no dudo que estas frases se repitan en cientos de nuestros hogares, pero esa es la mitad de la verdad. Y no es bueno narrar la Historia a mitades. ¡Si lo sabremos nosotros!
Llegamos a lo que parece ser el destino inevitable de todo «Combatiente». Como elemento de nuestra sociedad que ya no encaja, que es incapaz de tolerar lo nuevo, lo diferente, abatido por el fracaso propio y de sus ideales, termina siempre irritado, incómodo, profiriendo ofensas. Aparece entonces la consecuencia inevitable de esas exaltaciones y sufrimientos: el deterioro hasta puntos dramáticos de su salud. Aquí introduzco la idea de una doble intencionalidad. El «Combatiente» se constituye en representación de un proyecto cuyo irremediable final es el fracaso. Una vez más la negación a la rectificación y adaptación al cambio lo condenan, junto a todo lo que representa, al colapso. Progresa entonces del «subión» de presión al infarto, para llegar finalmente a la parálisis fulminante. No hay escape.
Ser plural es otro de los atributos que me gusta de la Historia. La de este tipo de cubano se está narrando con una unilateralidad abusiva. Unilateralidad que hace monocromático al personaje y lo esclaviza en un arquetipo. No es cierto que todos hayan terminado vencidos por los nuevos tiempos; es más, hay cientos que no han terminado aún. Me gustaría ver el otro hemisferio de esta verdad. Quiero ver también a los que se han renovado, a los que se reeducaron en la tolerancia, no a lo mal hecho, sino a la diferencia. Si malo es intentar blanquear la Historia, igual lo es narrar sólo lo negro.
Una última idea. Me resulta chocante que la crítica, en su abrumadora mayoría, se haga sobre el «Combatiente» a pesar de que, como su situación siempre lo refleja, no fingió sus creencias como estrategia para el enriquecimiento y bien propio. De los que sí lo hicieron, paradójicamente, no abundan las caricaturas.

viernes, 29 de enero de 2010

23 y G: fiesta de la juventud universitaria.

¿Jóvenes? Cientos de jóvenes universitarios. ¿Alegres? Con sus artistas aficionados y profesionales, con su música grabada y en vivo, para bailar y para pensar. Algunos llevaban bajo el brazo el último número de La Calle del Medio. ¿Quién quiere conocer a la juventud cubana de hoy? ¿Por qué no viene a G y 23? ¿o a 23 y C? ¿o a G y 25? ¿o a 23 y J? ¿o a H y 21? ¿o al Pabellón Cuba? Si no pudo hoy, puede venir mañana.





































jueves, 28 de enero de 2010

Palabras de inicio a la marcha de las antorchas.

Nunca he publicado un discurso, pero esta vez lo hago porque su autora es una joven amiga, la presidenta nacional de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), y porque expresa con pasión la posición de los jóvenes universitarios cubanos ante las provocaciones de la contrarrevolución.

Gladys Gutiérrez, presidenta FEU


Queridos estudiantes y pueblo aquí presente:
El 27 de enero de 1953 cientos de estudiantes universitarios, jóvenes y pueblo, alumbraban con sus antorchas la misma Alma Mater que iluminamos hoy. Por iniciativa de la FEU y del Frente Cívico de Mujeres Martianas, se gestó la marcha con antorchas desde esta escalinata y hasta la Fragua, en homenaje real a José Martí, rechazando la caricatura que el dictador Batista pretendía hacer de esta fecha. La generación del Centenario engrosó la marcha: era la antesala sincera del despertar del Maestro.
Seis años después, con el Triunfo de 1959, las ideas martianas tomaron cuerpo en la Revolución que nacía y cada voluntad del Maestro edificó generaciones. Por eso es un absurdo que nos intenten presentar a Martí como el símbolo de su antítesis. Nuestro Héroe Nacional vive en la cotidianidad de esta patria. El verdadero Martí está presente en la espontánea movilización y solidaridad de los estudiantes, jóvenes y pueblo cubano con el hermano y sufrido pueblo haitiano; está presente en la indignación que sentimos con cada soldado yanki que desembarca en Haití en nombre de la libertad y la democracia.
El antiimperialismo y el latinoamericanismo martianos figuran en el ejemplo de todo un pueblo que ha mantenido por 51 años una Revolución que tiene como ley primera la dignidad plena del hombre, y no distingue entre patria y humanidad. La estampa de esta Revolución es la de un David que desnuda con su onda, las entrañas de un gran monstruo.
Las antorchas que encendemos hoy alumbran ya no solo las ideas del Maestro, sino también las de su más grande discípulo Fidel Castro Ruz, así como su práctica y su obra. Estas antorchas alumbran nuestra Revolución y sus frutos: nosotros, los jóvenes que estamos dispuestos a defenderla, proseguirla, perfeccionarla e inmortalizarla.
En abril celebraremos el IX Congreso de la Juventud Comunista, donde discutiremos nuestros logros, dificultades, retos y compromisos. La más grande aspiración de este Congreso es que todos los jóvenes cubanos seamos capaces de practicar las verdades y esencias martianas como única forma de existir soberanamente.
Con la claridad de las enseñanzas del Maestro y ante las maniobras del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, Raúl nos alertó en la última sesión del Parlamento:
“… Crece el aliento a la subversión abierta y encubierta contra Cuba. El enemigo está tan activo como siempre. En los últimos meses se ha desplegado una concertada campaña anticubana orquestada por el establishment norteamericano con el concurso de los grandes medios de comunicación, con el objetivo de hacer ver que crece la represión en el país. Para ello organizan e incitan a sus antipatrióticos asalariados a que incrementen la actividad provocadora en nuestras calles y hasta los hacen acompañarse por la prensa internacional y funcionarios diplomáticos en abierto desafío a las convenciones internacionales en la materia” (Fin de la cita)
A enemigos, traidores y vendepatrias, les ratificamos nuestro mensaje: estas calles, como las de toda Cuba, tienen dueños. Son nuestras, porque fueron de Mella, Guiteras, José Antonio, Fructuoso, Camilo, el Che; son nuestras, porque en ellas caminaron 5 cubanos que están presos en Norteamérica por defenderlas; son nuestras, porque nosotros no nos vendemos; son nuestras, porque el ejemplo de Fidel y la luz de sus ideas no se apagan. Estas calles, como las de toda Cuba, son de los que estamos dispuestos a morir por ella.
Dame el yugo, oh mi madre, de manera que puesto en él de pie, luzca en mi frente mejor, la estrella que ilumina y mata.
Gloria eterna a Nuestro Héroe Nacional
Viva la Revolución
Vivan Fidel y Raúl
Patria o Muerte
Venceremos.

miércoles, 27 de enero de 2010

Esperando el 28 de enero en la Casa Natal de José Martí.

Esperar el 28 en el patio de la casa natal de José Martí es ya una tradición de poetas y trovadores. Espacio para el amor, la poesía y la canción comprometida.
En la descarga de este miércoles 27 estuvieron los trovadores Ariel Díaz y Liliana Balance, Diego Cano, Ihosvany Bernal, Inti Santana, Fidelito Díaz, Mauricio Figueiral, Aire y madera, y el Cuatro de Trovas de Argentina, entre otros.




Edmundo García: "La derecha cubanoamericana es un tigre sin dientes".

"Los cubanos que están aquí son representantes, en una u otra medida, de distintos sectores (y) con sus diferencias entendemos que hay cosas que no tienen marcha atrás: la soberanía nacional, la autodeterminacion del pueblo de Cuba a decidir su destino, el derecho del pueblo cubano a no recibir sanciones por un gobierno extranjero y la libertad de Cinco hombres", le aseguró, en exclusivaa Cambios en Cuba, Edmundo García, el reconocido comentarista radial de La tarde se mueve, un escuchado programa de la radio de Miami. VEA LA ENTREVISTA EN VIDEO

martes, 26 de enero de 2010

LA CALLE DEL MEDIO 21

Haga click sobre la imagen de la publicación en la columna de la derecha para ver cualquiera de los 21 números aparecidos hasta el momento.

La victoria de la luz... artificial.

Enrique Ubieta Gómez.
Nunca antes había visitado Alemania. Mi hermano estuvo becado en Heidelberg --en la zona occidental--, por espacio de un año, en 1989. Como bioquímico, su centro recién inaugurado lo enviaba a prepararse en un laboratorio de esa ciudad. Muchos colegas suyos realizaron (y realizan) prácticas de postgrado en laboratorios del Primer Mundo. Vio caer la otrora República Democrática Alemana. Hoy trabaja como investigador y especialista en patentes del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana. Han pasado veinte años de la llamada reunificación de las Alemanias, es decir, de la absorción de una por la otra. En mis recorridos de trabajo por Berlín preguntaba contínuamente si me hallaba de un lado o del otro del antiguo muro: quería apreciar con mis ojos la diferencia, ese "algo" especial que atraía a los alemanes del este como mariposas a la luz eléctrica. En realidad, el Berlín monumental --el que pudo salvarse o reconstruirse después de la guerra--, se hallaba en la zona este: la Universidad de Humboldt, la llamada isla de los museos, la catedral lutherana, la iglesia más antigua de la ciudad... ¿Qué podía encontrar en la zona oeste? Mi guía, un cubano casado con una alemana y radicado desde hace diez años en la urbe, no sabía decirme. Dos autores muy diferentes me dieron una pista. Santiago Alba Rico, filósofo y escritor español, afirmaba --provocador como siempre--, en su texto "Apología del apagón": "Somos adictos al sexo, a la velocidad, a los espectáculos, al plástico; pero somos adictos, sobre todo, a la luz eléctrica. No hay nada de extraño en nuestra dependencia energética; sin ella ni la producción ni la curación ni la cultura serían ya posibles. Lo extraño es nuestra dependencia estética; el hecho, es decir, de que esa luz que el novelista inglés Robert Louis Stevenson consideraba, por contraste con la del fuego, «un horror para realzar otros horrores», nos parezca tan hermosa hasta el punto de que su prestigio se utiliza para reforzar todas las otras adicciones". El texto es por supuesto una metáfora sobre los mecanismos de hipnotización e idiotización del capitalismo. Los ideólogos de ese sistema solo se ocupan de enceder las luces de las vidrieras; mientras menos se explique, mientras menos se sepa, mejor. Los del socialismo necesitan explicarlo todo, todo el tiempo. Por eso las revoluciones empiezan alfabetizando y promoviendo el estudio de todos los ciudadanos. Durante mis encuentros berlineses, una amiga alemana que habla y lee con soltura el español, me obsequió una edición cubana de la novela La confianza, de Anna Seghers. No había leído esa obra, y me llegó en el momento oportuno. Ninguna otra explicación mejor --por demás temprana, previsora--, de los errores del socialismo, del absurdo de la ciudad dividida. Pero también de la necesidad del socialismo. La novela describe así el diálogo en el que un personaje trata de convencer al protagonista de que cruce la frontera:
"--Mira, si sales de noche de la estación y te sumerges en las luces de la ciudad, verás que no tienen comparación con las estrellas. Las estrellas no son más que puntitos, todos del mismo color y muy lejanos, además. Pero en esa ciudad uno ve letreros lumínicos de todos colores. Se encienden y se apagan, clic, clac. Y detrás de las vidrieras, noche y día, hay cosas increíbles.
Thomas se echó a reir, pero Pumi se mantuvo seria:
--Solo entre tanta luz uno se siente verdaderamente feliz. Y después de haber mirado bien, piensas: 'Aquí hay de todo'" (pag. 209).
Del lado occidental estaban las tiendas, las luces, el artificio, la ilusión que provocaba el mayor de los ilusionistas: el capitalismo. El Europa Center --una tienda por entonces mucho más lujosa--, desde la que se trasmitían programas de televisión especialmente diseñados para la zona oriental, resulta hoy pequeña, prescindible, ante los nuevos e iluminados edificios de tiendas construidos en el este.

APOLOGÍA DEL APAGÓN.

SANTIAGO ALBA RICO
Especial para LA CALLE DEL MEDIO 21
Los aeropuertos se han convertido en el símbolo y el motor de la civilización capitalista: lugares de paso –hacia otros lugares de paso– donde está siempre a punto de estancarse un tiempo muerto, o un tiempo-basura, cuya superfluidad total sólo puede dirigirse hacia el consumo. En el «Leonardo da Vinci», en Roma, hace dos años, tuve una experiencia angustiosa. En tránsito hacia Túnez, me dirigía hacia mi puerta de embarque por un pasillo de maravillas, flanqueado por una sucesión de cafés, comercios y boutiques –todas las marcas, todos los prestigios– que saturaban de luz cegadora hasta el último rincón del campo visual. De pronto, a mi derecha, un enorme cartel apremiante, alarmante, me alertó de las consecuencias de seguir avanzando. Se me encogió el corazón. «ATENCIÓN. Todavía está usted a tiempo de volver atrás. A partir de este punto ya no hay tiendas». Lo malo no es que a partir de ese punto no hubiera tiendas; es que no había nada. Las puertas de embarque habían sido confinadas en un espacio intencionadamente desnudo y sombrío, sucio y vacío, abandonado a su suerte. Como en los cuentos, si se hacía caso omiso de la advertencia, se pasaba abruptamente de un mundo brillante y colorido a otro sórdido y amenazador: de la felicidad a la pesadumbre, de la libertad a la prisión, de la luz a la oscuridad. El efecto era tan traumático que resultaba imposible no volver sobre los propios pasos para buscar con ansiedad, no alimentos, bebidas o chucherías, no, sino un poco de luz eléctrica.
Somos adictos al sexo, a la velocidad, a los espectáculos, al plástico; pero somos adictos, sobre todo, a la luz eléctrica. No hay nada de extraño en nuestra dependencia energética; sin ella ni la producción ni la curación ni la cultura serían ya posibles. Lo extraño es nuestra dependencia estética; el hecho, es decir, de que esa luz que el novelista inglés Robert Louis Stevenson consideraba, por contraste con la del fuego, «un horror para realzar otros horrores», nos parezca tan hermosa hasta el punto de que su prestigio se utiliza para reforzar todas las otras adicciones. La Razón, que los franceses llamaban les lumières –las luces– sólo necesitaba una lamparita para activarse; las luces que persiguen y destierran hoy todas las sombras han acabado por ofuscar y cegar a la Razón misma. ¿Necesitamos tanta luz? ¿Es realmente bonita la luz eléctrica? ¿Es de verdad interesante una luz que no produce sombras?
Nunca me atrevería a hacer en Cuba una «apología del apagón»; pero todos los niños saben cuántos mundos más excitantes se ocultan detrás de ese muro de claridad plana; cuando cae, se levantan tras él profundidades inauditas. En las casas tradicionales japonesas, nos cuenta el escritor Tanizaki, el centro del hogar no era la televisión, sino un «hueco» –el toko no ma– destinado a delimitar una sombra como punto de arraigo y exploración de la mirada. La sombra, que es la ropa del tiempo, ha sido arrancada de todas las superficies en un frenesí de vatios, trapos y cosméticos. No sólo hemos acabado por identificar la seguridad, la higiene y la belleza con la luz eléctrica, sino que también la asociamos a la emoción del espectáculo. Al contrario de lo que le ocurre a la razón, nada inmóvil y oscuro puede atraer la mirada del consumidor.
Y sin embargo, el primer espectáculo, aquel que define al ser humano como precisamente humano, aquel del que ha surgido todo lo que hemos hecho y todo lo que somos, tiene que ver con la oscuridad y la quietud. El exceso de luz del capitalismo, lo sabemos, tiene un coste ecológico insostenible: el mediodía perpetuo de las grandes ciudades –mientras 2 000 millones de personas permanecen a oscuras– consume 1,5 Gtep de energía eléctrica, del que el 81 % procede de centrales termoeléctricas. Dubai, el país con la mayor huella ecológica del planeta, acaba de construir la torre más alta del mundo (860 metros), cuyo consumo diario de electricidad –mientras un keniata disfruta de tan sólo 140 kw/h al año– equivale a 500 000 bombillos de 100 w encendidos al mismo tiempo y sin interrupción. Pero la llamada «contaminación lumínica» no tiene sólo un coste ecológico de dimensiones catastróficas; se acompaña también de una catástrofe cultural, estética, antropológica. En el campo, en una noche sin luna, pueden verse a ojo desnudo hasta 2 500 estrellas. En las ciudades, donde vive ya la mayor parte de la humanidad, si levantamos la cabeza (¿y quién va a levantar la cabeza habiendo vitrinas iluminadas a un lado y otro de la calle?) apenas si alcanzamos a distinguir entre 200 y 10 estrellas, según se viva más o menos cerca del centro urbano. Un estudio de Global at nigt indica que el 99 % de la población estadounidense y europea y los dos tercios de la población mundial viven bajo un cielo fotocontaminado. Más inquietante aún: el 93 % de los habitantes de Estados Unidos, el 90 % de los europeos y el 40 % de la población mundial, viven en un permanente y artificial claro de luna. Pero más inquietante aún: el 80 % de los estadounidenses, el 70 % de los europeos y más de un cuarto de la población mundial, viven en un falso plenilunio ininterrumpido. Para ellos –para nosotros– nunca llega a hacerse realmente de noche, de manera que hemos perdido la posibilidad de ver la Vía Láctea; es decir, la galaxia en la que habitamos y que nos permite orientarnos en el cosmos. Nuestros cielos son tapas o valvas que ocultan el firmamento. Como moluscos, estamos encerrados dentro.
¿Es muy grave esta pérdida? En uno de sus más famosos poemas de amor, Neruda escribió: «La noche está estrellada y tiritan, azules, los astros a lo lejos.» Al final de una de sus más famosas obras, el filósofo Kant escribió: «Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia y aplicación se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí.» Y en uno de los pasajes de una de sus más famosas novelas, Joseph Conrad escribió: «Era una de esas noches claras, estrelladas, cubiertas de rocío, que oprimen el espíritu y aplastan nuestro orgullo con la brillante prueba de la terrible soledad, de la oscura insignificancia desesperada de nuestro planeta.»
¿Y qué? ¿Es tan grave no poder escribir ya frases como esta? ¿Habrá que conservar las estrellas por cursi elitismo literario? No. Fueron necesarios millones de años de evolución para que una criatura viva se irguiese sobre sus pies, rellenase su casco craneal y levantase sus ojos hacia las estrellas. Desde allí se vio, desde allí se conoció, desde allí interiorizó sus límites: mediante ese gesto de alzar la cabeza hacia el cielo para compararse con él, un animal –y sólo ese– se hizo humano. El amor, la moral, la razón, la conciencia de la mortalidad –que es de lo que hablan Neruda, Kant y Conrad cuando evocan las estrellas– son inseparables de esa transformación. Y la contaminación lumínica, por tanto, tiene el efecto de un retroceso catastrófico en la evolución filogenética de la Humanidad. En un tiempo estuvimos encerrados en valvas, escamas, plumas, pieles, sin ninguna salida a la luz; hoy estamos encerrados precisamente en nuestra luz, de la que no podemos salir hacia las estrellas.
Es imperativo desintoxicarse de la luz eléctrica, reacostumbrarse a la belleza de las sombras, recuperar el misterio y profundidad de la razón. Sí, me voy a atrever a hacer una apología del apagón: del apagón controlado, relativo, igualitario, liberador, humanizador. De ese apagón que embridará los vatios y desnudará los astros, velados por un puritano exceso de luz. De ese apagón que apagará Dubai y Nueva York y encenderá la Osa Mayor. De ese apagón, en fin, del que depende, en materia y en espíritu, la posibilidad misma de formar parte de la Humanidad.
¿Es apagón? ¿O es revolución?

jueves, 21 de enero de 2010

El original y la copia.

En otros textos he hablado de la indeferenciacion de las propuestas de gobierno de los candidatos presidenciales de la izquierda y de la derecha en Chile, a partir de comentarios hechos por observadores de derecha: Vargas Llosa y Montaner. En esta ocasion, presento un analisis desde la izquierda que coincide en la apreciacion.
Atilio A. Boron
Para la Concertación el triunfo de la derecha (en realidad, de su variante más virulenta: la pinochetista) en las elecciones presidenciales chilenas podría considerarse como un ejemplo más de una “crónica de una muerte anunciada.” La progresiva asimilación del legado ideológico de la dictadura militar por los principales cuadros de la alianza democristiana-socialista hizo que la diferenciación entre la Concertación y los herederos políticos del régimen militar: Renovación Nacional (su ala “moderada”, si es que un “pinochetismo moderado” puede ser otra cosa que un oxímoron) y la Unión Demócrata Independiente, sus batallones más cavernícolas, fuera desvaneciéndose hasta tornarse imperceptibles para el electorado. Fernando Henrique Cardoso -mejor sociólogo que presidente- gustaba repetir a sus alumnos que “a la larga, los pueblos siempre van a preferir el original a la copia.” Y tenía razón. En este caso, el original era el pinochetismo y su heredero: Sebastián Piñera; la Concertación y su inverosímil candidato, la copia.
¿Constituye esto una injusta exageración? Para nada. Oigamos lo que decía Alejandro Foxley, quien entre 1990 y 1994 se desempeñó como Ministro de Hacienda del gobierno de Patricio Aylwin, ni bien inaugurada la “transición democrática”. En ese cargo Foxley se esmeró en preservar y profundizar el rumbo económico impreso por la dictadura. Senador por la Democracia Cristiana entre 1998 y 2006 y Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Michelle Bachelet entre el 2006 y el 2009, toda su actuación pública estuvo marcada por una incondicional sumisión a las orientaciones establecidas por Washington y sus representantes locales en Chile.
Este altísimo personero de la Concertación declaraba en Mayo de 2000 que “Pinochet realizó una transformación, sobre todo en la economía chilena, la más importante que ha habido en este siglo. Tuvo el mérito de anticiparse al proceso de globalización... Hay que reconocer su capacidad visionaria (para) abrir la economía al mundo, descentralizar, desregular, etc. Es una contribución histórica que va perdurar por muchas décadas en Chile... Además, ha pasado el test de lo que significa hacer historia, pues terminó cambiando el modo de vida de todos los chilenos para bien, no para mal. Eso es lo que yo creo, y eso sitúa a Pinochet en la historia de Chile en un alto lugar” [1]. ¡Pinochet visionario, Pinochet creador del Chile moderno, Pinochet cambiando a Chile, para bien! Los horrores del pinochetismo con su secuela de miles de muertos, desaparecidos, torturados, asesinados, las libertades conculcadas, el terrorismo de Estado y la violación sistemática de los derechos humanos: todo es mañosamente invisibilizado en la sofistería del tecnócrata “progresista”.
Con dirigencias que sostenían un discurso como éste (que muchos compartían si bien pocos se atrevían a manifestar con tanto descaro) y con políticos que, en muchos casos, fueron abiertamente golpistas y facilitadores del zarpazo que perpetraría Pinochet en 1973 (cosa que algunos parecen haber olvidado), ¿podía la Concertación ser creíble como una alternativa superadora del pinochetismo? En realidad, lo que habría que encontrar es la razón por la cual la ciudadanía chilena no se decidió mucho antes a sustituir la copia por el original.
Pero la continuidad entre el pinochetismo y sus sucesores “democráticos” no se verifica sólo en la admiración, abierta o vergonzante, por la obra y el legado histórico de Pinochet. También se demuestra en las políticas económicas “pro mercado” y “pro inversión” (y, por lo tanto, “antijusticia y antiequidad”) implementadas por la Concertación a lo largo de dos décadas y en el supersticioso respeto por la Constitución de 1980, una obra maestra del autoritarismo y formidable barrera contra cualquier pretensión seria de democratizar la vida política chilena. En sus treinta años de vida ese cuerpo constitucional sólo experimentó reformas marginales, la más importante de las cuales fue la reducción del mandato presidencial a cuatro años y la imposibilidad de una inmediata reelección. Pero la camisa de fuerza que esclerotizó un sistema partidario que en las elecciones del pasado domingo terminó de morir, el régimen binominal, permaneció incólume al igual que las escandalosas prerrogativas de unas fuerzas armadas que, aún hoy, distan mucho de estar supeditadas al poder civil [2]. Esa Constitución hace que Chile incurra en un exorbitante gasto militar, varias veces superior, por ejemplo, al de Venezuela, cuya cuantía desvela los sueños de la Secretaria de Estado Hillary Clinton.
Con el triunfo de Piñera el sistema partidario urdido por el régimen pinochetista fue herido de muerte. La implosión de la Concertación parece ser su destino inexorable, y con ello el fin de su espurio bipartidismo. Una parte importante de la democracia cristiana se acercará al nuevo gobierno mientras que otro sector procurará encontrar un difícil y poco promisorio camino propio. No muy diferentes son las perspectivas que enfrenta el socialismo chileno, escindido entre un sector mayoritario que se adhirió sin reservas al neoliberalismo y otro, muy minoritario, que aún conserva una cierta fidelidad al noble legado de Salvador Allende, que debe de estar revolcándose en su tumba al ver lo que hicieron sus supuestos herederos políticos. El futuro del PS no parece muy distinto del que tuvo en su momento el Partido Radical chileno, poderoso en los años treinta y cuarenta para luego languidecer hasta su completa irrelevancia. Veinte años de gobiernos “progresistas” no fueron suficientes para consolidar un bloque histórico alternativo, pero lograron unificar a una derecha que ahora se enseñorea de la vida política del país, completando exitosamente un tránsito desde el predominio económico-financiero -fomentado por las políticas económicas de sus predecesores en La Moneda- hacia la preeminencia política.
La supremacía derechista se verá facilitada por la descomposición del polo del “centro izquierda” y su atomización en varios partidos, ninguno de los cuales, al menos hoy, tendría condiciones de desafiar la hegemonía de la derecha. Queda por ver de qué forma reaccionará el heterogéneo espacio político que se encolumnó tras la candidatura de Marco Enríquez Ominami, cuyo desempeño en la primera vuelta electoral barrió con todos los pronósticos alcanzando un notable 21 por ciento de los votos, principalmente de los jóvenes. Un dato nada menor que habla con elocuencia de la frustración ciudadana es el desinterés por la política de los jóvenes: se calcula que unos tres millones y medio de ellos no se registraron para votar, desalentados por la despolitización que la Concertación promovía en la gestión de los asuntos públicos. De haberlo hecho, los resultados del pasado domingo bien podrían haber sido diferentes, pero esto ya es un ejercicio contrafactual que no viene al caso proseguir aquí. A guisa de ejemplo: en el rico distrito de Las Condes se registró para votar algo más del cincuenta por ciento de los jóvenes entre 18 y 19 años. En cambio, en la comuna obrera de La Pintana sólo 300 de los más de 8.000 jóvenes que allí viven hicieron lo propio, es decir, poco más del 3 por ciento. En resumen: Chile tiene un electorado envejecido, cada vez más conservador, con pocos jóvenes que, además, sobrerepresentan a los sectores más acomodados de la sociedad chilena [3].
La derrota de la Concertación pone de manifiesto los límites del llamado “progresismo”, una suerte de tercera vía que habiendo fracasado estruendosamente en Europa –sobre todo en el Reino Unido y Alemania- procuró, sin éxito, tener mejor suerte en América Latina. Lo que caracteriza a los gobiernos de ese signo político es su incondicional sometimiento a las fuerzas del mercado y la debilidad de su vocación reformista, carente de la osadía necesaria para traspasar las fronteras trazadas por el capitalismo neoliberal. Una de las claves para entender las desventuras electorales del centro izquierda en esta parte del mundo la ofrece la dispar fortuna que la separa de los gobiernos que emprendieron con decisión el camino de las reformas -sociales, económicas e institucionales- como Venezuela, Bolivia y Ecuador. Mientras que éstos parecen ser máquinas imparables de ganar elecciones por cifras abrumadoras, en Chile el progresismo ha sido derrotado al paso que en la Argentina y Brasil se enfrenta a la eventualidad de ser desalojado del poder en los próximos recambios presidenciales. Conclusión: si un gobierno quiere ser ratificado en las urnas el camino más seguro es avanzar sin dilaciones ni titubeos por el camino de las reformas y, de ese modo, cristalizar una base social de apoyo popular que le permita triunfar en las contiendas electorales. Quienes no estén dispuestos a seguir este curso de acción pavimentan con su claudicación el camino para la restauración de la derecha.
Una última consideración: la derrota de la Concertación gravitará y mucho en el escenario sudamericano. Las cosas se pondrán más difíciles para los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba; la ampliación del MERCOSUR con la plena incorporación de Venezuela sufrirá renovados tropiezos, si bien no de manera directa puesto que Chile no es miembro pleno de ese acuerdo; y con el triunfo de Piñera el bloque derechista controla, con la honrosa excepción del Ecuador, todo el flanco del Pacífico latinoamericano. Además, el “efecto demostración” del desenlace electoral chileno podría llegar a ejercer un cierto (y negativo) influjo sobre las elecciones presidenciales de octubre de 2010 en Brasil y las que tendrán lugar el año siguiente en Argentina, en ambos casos dando pábulos a los candidatos de la derecha.
Por otra parte, la belicista contraofensiva imperial de Estados Unidos (Cuarta Flota, bases militares en Colombia, golpe en Honduras, reconocimiento de las fraudulentas elecciones de ese país, etcétera) contará a partir de marzo con un nuevo aliado, liberado de cualquier compromiso, aunque sea retórico, con el proyecto emancipatorio latinoamericano. Hay que recordar que aún bajo los gobiernos “progres” de la Concertación el papel que éstos desempeñaron fue siempre el de un operador privilegiado de Washington en América del Sur . En la Cumbre de Mar del Plata que culminó con el naufragio del ALCA las voces cantantes a favor de ese acuerdo fueron las de Ricardo Lagos y Vicente Fox, bajo la complacida mirada de George W. Bush. Ahora esa tendencia “aislacionista” -y, en el fondo, antilatinoamericana- se acentuará aún más, revirtiendo una profunda vocación latinoamericana que Chile supo tener y que bajo la presidencia de Salvador Allende llegó a su apogeo. Pero ese país ha cambiado, “para bien” como lo recordaba el ex Canciller de la Concertación y hoy es el verdadero campeón del neoliberalismo, título ganado entre otras cosas mediante la firma de tratados bilaterales de libre comercio que regulan sus relaciones económicas con más de 70 países.
Desde la época de la dictadura militar el desdén de La Moneda por América Latina ha sido proverbial y continúa hasta el día de hoy. Una muestra rotunda de este desinterés la brinda el hecho de que Chile prefiere importar petróleo desde Nigeria antes que hacerlo desde Venezuela o llegar a un acuerdo con Bolivia. Hace apenas un par de días Sebastián Edwards, uno de los publicistas del neoliberalismo latinoamericano y seguramente futuro consultor del nuevo gobierno, ratificaba la vigencia de la doctrina pinochetista diciendo que “económicamente nuestro futuro está en el mundo y no en América Latina. Debemos dejar de compararnos con nuestros vecinos. América Latina es nuestra geografía; nuestras aspiraciones deben ser llegar a ser como los países de la OCDE” [4]. Por eso los necesarios procesos de integración supranacional actualmente en marcha en América Latina -desde el MERCOSUR hasta la UNASUR, pasando por el Banco del Sur y otras iniciativas semejantes que el imperio invariablemente se ha esmerado en postergar o desbaratar- no habrán de cobrar nuevos bríos con Piñera instalado en La Moneda.
Con Frei las cosas no hubieran sido muy diferentes, pero al menos éste tenía un vago compromiso con el electorado que en el caso de su contendiente no existe. Lo que hay detrás de Piñera, en cambio, es la rabiosa gritería de sus partidarios celebrando la victoria de su candidato con imágenes y bustos de Pinochet y cánticos exhortando a acabar de una buena vez con los “comunistas” infiltrados en el gobierno de la Concertación. Nada nuevo bajo el sol. La década no podía haber comenzado peor. Más que nunca en tiempos como estos adquiere vigencia, para quienes quieren cambiar un mundo que se ha vuelto insoportable y no solo insostenible, aquel sabio consejo de Gramsci: “pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”.
[1] Cf. Cosas, 5 de Mayo del 2000. Reproducido en Marcos Roitman Rosenmann, Pensar América Latina. El Desarrollo de la sociología latinoamericana (Buenos Aires : CLACSO, 2008)
[2] Sobre el carácter eternamente inconcluso de las transiciones democráticas en América Latina remitimos al lector a nuestro Aristóteles en Macondo. Notas sobre el fetichismo democrático en América Latina (Córdoba: Ediciones Espartaco, 2009)
[3] Ver “ El espejismo del voto voluntario”, que Qué pasa?, http://www.quepasa.cl/articulo/19_1944_9_2.html
En ese mismo reporte se consigna que “los investigadores chilenos Alejandro Corvalán y Paulo Cox concluyen que la proporción de jóvenes chilenos del quintil más pobre, entre 18 y 19 años, que se inscribe en los registros electorales, es la mitad de la que lo hace en el quintil más rico.”
[4] Cf. El Mercurio, Martes 19 de Enero de 2010, p. B-14.

domingo, 17 de enero de 2010

Fidel: Haití pone a prueba el espíritu de cooperación.

Nuestro personal está en disposición de cooperar y unir sus fuerzas con todos los especialistas de la salud que han sido enviados para salvar vidas en ese pueblo hermano. Haití podría convertirse en un ejemplo de lo que la humanidad puede hacer por sí misma. La posibilidad y los medios existen, pero la voluntad falta.(...)
En Haití se pondrá a prueba cuánto puede durar el espíritu de cooperación, antes de que el egoísmo, el chovinismo, los intereses mezquinos y el desprecio por otras naciones prevalezcan. (...)
Un cambio climático amenaza a toda la humanidad. El terremoto de Puerto Príncipe, apenas tres semanas después, nos está recordando a todos cuán egoístas y autosuficientes nos comportamos en Copenhague.
VER TEXTO COMPLETO.

Televisión estatal española asume posición racista e imperialista ante crisis haitiana.

E. U. G.
Ayer vi y escuché con indignación un reportaje de TVE --emisora oficialista, del Estado español--, relacionado con los más recientes sucesos naturales que se han producido en Haití. El recuento manipulador de la historia haitiana, arrancaba con la afirmación de que el terremoto había sido la "puntilla final" a la existencia de un "estado fallido". "Un país que fue la colonia más rica de América", decía con cinismo el locutor, y el primer país independiente de la región, "que tiene en el vodú su religión oficial", ha fracasado. El reportaje se refiere a la inestabilidad política de Haití, a la corrupción de sus dirigentes, a los veinte años de dictadura de los Duvalier --"el oficiante del vodú (Francois) Duvalier", dice sin recordar el apoyo que recibió del Vaticano (¿por qué no suele decirse, por ejemplo, "el oficiante del catolicismo Augusto Pinochet"?)--, a la victoria electoral de Aristide, nuevamente derrocado por un golpe de estado y repuesto "por un contingente de la ONU liderado por Estados Unidos". El reportaje no menciona el apoyo material y político que los dictadores y los golpes de estado recibieron del gobierno estadounidense. Habla con descaro de una contribución de Occidente a lo largo de toda la historia del estado haitiano, entregada a "organizaciones privadas". Menciona como hecho destacable --y no vergonzoso--, que los Clinton pasaran su luna de miel en Haití, no en las condiciones en que viven los haitianos por supuesto. Todo el discurso racista e imperialista de la televisión estatal española tenía un objetivo explícito: dado que Haití es un país que "no tiene gobierno", "el papel de Estados Unidos es fundamental"; dado que Estados Unidos ha realizado varias intervenciones militares en ese país --afirma siguiendo una lógica absurda--, "tiene cierta autoridad moral" para reestablecer el orden con sus fuerzas militares y para coordinar la distribución de la ayuda internacional. En el reportaje no aparecen los cientos de médicos cubanos, los que ya estaban en Haití antes del terremoto, y los que llegaron después. El sentimiento racista y vengativo hacia un pueblo que expulsó a los conquistadores hace más de doscientos años, se revela en un reportaje y en una posición política cínica y soberbia.

jueves, 14 de enero de 2010

Telegrama histórico.

El amigo Raúl Taladrid me envió un histórico telegrama remitido por la Embajada de Estados Unidos en La Habana al Departamento de Estado el 2 de diciembre de 1958 .
En este documento se pone de manifiesto el apoyo de Estados Unidos a Batista y a sus seguidores, excluyendo siempre de ese apoyo a los revolucionarios (Dr. Nestor García Iturbe).
Cuba-L Analysis (Albuquerque) - History Document: Telegram from
the US Embassy in Cuba, Dec 2, 1958

[Dear reader, for the sake of historical memory, Cuba-L is initiating aseries providing significant documents that might be useful to consider. Theintent is to provide information that offer historical tools to furthercomprehend Cuban hsitory since 1959, something that is often missing.
Telegram From the Embassy in Cuba to the Department of State [1]
Havana, December 2,1958-6 p.m.
Today at meeting members of my consultative group from
local American community (see despatch 880, April 282) question of
US policy toward Cuba came up for discussion.
Consensus of views expressed by American business
men follows:

1. Cuban situation deteriorating very rapidly. Unless strongly supported by
US, Batista cannot last until February 24, and maybe not beyond January 1.
Even with such support, it doubtful he could hold out to end of his term.

2. Castro movement is Communist-inspired and dominated.
(Unanimous agreement but no new evidence produced; Potts said arecent 26 July Movement statement extraordinarily similar to statementissued by Arbenz government in Guatemala, where Potts was ESSO manager at the time.)

3. Triumph of Castro movement will be followed by bloodshedthat will dwarf bloody aftermath of Machado's overthrow. US, in owninterests and those of Cubans in general, who look to US for help,should not stand by silently and let this occur.

4. Since inconceivable that US assist Castro and since probablytoo late to help Batista, US should promote and give full and actualsupport including arms toa military civilian junta. Group generally feltjunta would be more likely to enlist wide popular support and wouldweaken Castro, if it ineuded some of best elements of present GOC, ofpolitical opposition, and of civic groups now supporting Castro. Batistashould have no role in government.1 Source: Department of State, Central FIles, 737.00/12-258. Secret;Priority.

miércoles, 13 de enero de 2010

Por Haití, tierra de libertadores.

En esa franja de tierra castigada, viven los primeros libertadores de América. Los que rechazaron la libertad de los esclavos en su territorio como "concesión" de Napoleón, porque exigían la aceptación del principio de que todo hombre --fuese del color que fuese--, es libre. Los que partieron con Bolivar hacia tierras venezolanas cuando el Libertador se quedó solo. Los que nunca fueron reconocidos por los poderosos, que no perdonaban la fundación de una (la primera) República de negros. Los que fueron reales y maravillosos antes que Carpentier lo narrara. Los hermanos del vodu, tan parecido a la santería. Ahora que la furia de la naturaleza vuelve a castigarlos, como si no bastara, no olvidemos que la independencia latinoamericana empezó allí. Que estamos en deuda con ellos.
PRESIDENTE DE HAITI: PUEDEN SER CIENTOS DE MILES DE MUERTOS.

Marcha en Berlín en recordación de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht.



¿Es posible recorrer varios kilómetros a pie en Berlín, con un frío intenso de cinco grados bajo cero, y una pertinaz nevada, sin poder sacar las manos del bolsillo, sin poder mirar alrededor, y sentir, no obstante, la respiración compartida, el alma compartida, de miles de alemanes y de cientos de invitados extranjeros?, ¿sentir que el canto que se inicia como un susurro inesperado y creciente de la Internacional, pasa de boca en boca como una bocanada de esperanza?, ¿es posible descubrir en este Berlín invernal que otros llevan la bandera cubana como abrigo, como amuleto revolucionario y tropezar con la voz de Carlos Puebla diciendo Che comandante, amigo? El 15 de enero de 1919 fueron asesinados Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Hoy fuimos hasta sus tumbas en el llamado cementerio de los socialistas, para depositar gladiolos rojos. Un hombre que paseaba a sus perros y una señora que venía de hacer sus compras domésticas, se detuvieron a mirar la marcha. Y de repente descubrí por el movimiento de sus labios, que cantaban para sí, con nosotros, pero al margen de nosotros, la Internacional.
NOTA: Más adelante pondré otras fotos.

sábado, 9 de enero de 2010

La izquierda alemana debate sobre América Latina.

Interesante explicación sobre los acontecimientos que determinaron el golpe de estado y sobre la situación actual de su país por la diputada hondureña Silvia Ayala. Me habían pedido que hablara del ALBA como nuevo sistema regional de integración no sustentado en el comercio y la libre inversión, sino en el combate a la pobreza y a la exclusión social. Un sistema alternativo al que propone, zanahoria en mano, Estados Unidos. Quise hablar primero sobre el origen moderno (capitalista) de América Latina y de la necesaria imbricación histórica que tuvo entre nosotros la búsqueda de la independencia con la búsqueda de un modelo alternativo de Modernidad. No dejé de pedir la solidaridad de todos por los cinco compatriotas presos en Estados Unidos por defender la vida. Por la tarde, conversación telefónica en directo --amplificada la voz por el audio--, con Mumia Abu-Jamal. Mañana desfile masivo de la izquierda alemana --de todas las tendencias--, y de los numerosos invitados extranjeros, hasta la tumba de Rosa Luxemburgo. Pondré fotos.

viernes, 8 de enero de 2010

En Berlín: Conferencia Internacional Rosa Luxemburgo.

Mañana sábado, con un frío de cinco grados bajo cero, dará inicio en la Sala de Eventos Urania de Berlín, la XV Conferencia Internacional Rosa Luxemburgo. En la mesa inaugural estarán:
-- Silvia Ayala, diputada de Honduras,
-- Pierre Levy, profesor de la Universidad de Ottawa, Canadá. Especialista en el campo de la "cibercultura";
-- Erika Baum, luchadora antifascista, Alemania;
-- Enrique Ubieta Gómez, director de La Calle del Medio, Cuba;
-- Robert R. Bryan, abogado defensor de Mumia Abu-Jamal, Estados Unidos;
-- Michel Chossudovsky, economista, profesor de la Universidad de Ottawa, Canadá.

miércoles, 6 de enero de 2010

A terrorism designation Cuba doesn't deserve.

Eugene Robinson The Washington Post
Versión en español del artículo publicado este martes 5 de enero de 2010 por The Washington Post
Bajo las nuevas reglas provocadas por el fallido ataque terrorista del Día de Navidad, pasajeros de líneas aéreas que llegan a los Estados Unidos procedentes de 14 países serán sometidos a un examen adicional: Afganistán, Argelia, Cuba, Irán, Iraq, Líbano, Libia, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudita, Somalia, Sudán, Siria y Yemen. Para esta primera prueba de la nueva década, ¿cuál país no encaja con los demás?La respuesta obvia es Cuba, que representa una amenaza de terrorismo igual a cero. Cuba no es un Estado fracasado, donde se encuentran franjas de territorio fuera del control del gobierno, sino que es una de las sociedades más duramente bloqueadas del mundo, un lugar donde la idea de que un ciudadano pueda conseguir y llevar en sus manos explosivos plásticos, armas o aditamentos terroristas de cualquier tipo, es simplemente ridícula.No hay historia de un Islam radical en Cuba. De hecho, apenas hay historia del Islam en absoluto… La isla está entre los últimos lugares en la Tierra donde Al Qaida trataría de establecer una célula, y mucho menos planificar y lanzar un ataque terrorista. Sin embargo, Cuba está en la lista porque el Departamento de Estado aún considera que es -junto con Irán, Siria y Sudán- un estado patrocinador del terrorismo.¿Es esto serio? ¿No pesa que la Sección de Intereses de EEUU en La Habana es uno de los pocos puestos diplomáticos norteamericanos en el mundo abierto a la actividad normal, sin el aumento aparente de medidas de seguridad desde los días de los ataques terroristas del 11 de septiembre 2001?La administración de Obama ha protagonizado movidas admirables para alinear la política exterior de EEUU hacia una mejor correspondencia con la realidad objetiva. Pero el movimiento hacia Cuba ha sido provisional y vacilante, en el mejor de los casos.El mes pasado, el corresponsal del New York Times Tim Golden asistió a una conversación a la hora del almuerzo - y a un miniconcierto- en Washington, con Carlos Varela, un cantautor que a menudo se le ha llamado el Bob Dylan de Cuba. El evento, patrocinado por la New America Foundation’s U.S.-Cuba Policy Initiative y el Center for Democracy in the Americas, fue notable por un hecho que podría ser el preámbulo para muchos cubanos: el viaje anterior de Varela a Estados Unidos fue en 1998. Quería venir de nuevo en el 2004, pero el gobierno de EE.UU. le negó la visa.La administración de George W. Bush adoptó una política de línea dura que negaba visados a la mayoría de los artistas cubanos, entre ellos algunos que estaban tratando de venir porque habían sido nominados para los Premios Grammy. El hecho de que Varela obtuvo una visa ahora parecía indicar un deshielo parcial, pero aún no ha sido un retorno completo al estatus quo pre-Bush, cuando la cuestión que preocupaba era si los músicos cubanos podían venir con permiso del gobierno de Fidel Castro, no si el gobierno de los EE.UU. los dejaba entrarEn mayo, la administración de Obama le negó la visa al mundialmente famoso cantautor cubano Silvio Rodríguez, quien había sido invitado a un concierto en Nueva York para el 90 cumpleaños del legendario Pete Seeger. Supongo que es posible establecer una distinción: Rodríguez es conocido como un verdadero creyente en el sistema comunista que Fidel Castro ha instalado, mientras que Varela, sin criticar explícitamente el gobierno, utiliza matices y metáforas para expresar la impaciencia de la juventud cubana . ¿Pero desde cuándo Estados Unidos tiene miedo a la exposición de la ideología de la competencia?La administración de Obama ha avanzado lentamente en la dirección correcta. En abril pasado, el Presidente levantó las restricciones sobre la frecuencia con que los cubanos estadounidenses pueden visitar a sus familiares en la isla y la cantidad de dinero que pueden enviar a los miembros de su familia. Básicamente inalteradas, sin embargo, están los principales pilares de una lastre de medio siglo de la política hacia Cuba: la prohibición que mantiene para casi todos los demás estadounidenses, que no pueden viajar a Cuba, y el embargo comercial que prohíbe a las compañías de EE.UU. realizar negocios allí.Por supuesto, el Presidente ya tiene bastante en su plato. Él puede estar reacio a introducir otra variable. No es difícil imaginar que un senador o un grupo de miembros de la Cámara celebrarán, por ejemplo, mantener como rehén la reforma de Salud si se produce un cambio de la política hacia Cuba.Pero es difícil para mí creer que Obama no ve cuán loca es en realidad nuestra política actual. Tiene que cambiar y puede empezar por dejar de pretender que busca terroristas de Al Qaeda en vuelos procedentes de Cuba, lo cual no es otra cosa que una gran pérdida de tiempo.

¿Quién cabe en el mundo?

Carlos Fernández Liria.
Si nuestros sistemas políticos fueran lo que dicen ser, en todos los parlamentos se estaría discutiendo ahora una gráfica elaborada por Mathis Wackernagel, investigador del Global Footprint Network (California). Pero no parece que el asunto haya llamado demasiado la atención. Y sin embargo, la gráfica resulta demoledora para las más firmes certezas de nuestra clase política y, por supuesto, para los criterios más evidentes de los votantes. Sobre todo, en un mundo político en el que izquierda y derecha se llenan la boca con los objetivos del “desarrollo sostenible”.
La cosa es bien sencilla. El eje vertical representa el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por Naciones Unidas para medir las condiciones de vida de los ciudadanos tomando como indicadores la esperanza de vida al nacer, el nivel educativo y el PIB per cápita. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera el IDH “alto” cuando es igual o superior a 0’8, estableciendo que, en caso contrario, los países no están “suficientemente desarrollados”. En el eje horizontal se mide la cantidad de planetas Tierra que sería preciso utilizar en el caso de que se generalizara a todo el mundo el nivel de consumo de un país dado. Wackernagel y su equipo hicieron los cálculos para 93 países entre 1975 y 2003. Los resultados son estremecedores y sorprendentes. Si, por ejemplo, se llegara a generalizar el estilo de vida de Burundi, nos sobraría aún más de la mitad del planeta. Pero Burundi está muy por debajo del nivel satisfactorio de desarrollo (0’3 de IDH). En cambio, Reino Unido, por ejemplo, tiene un excelente IDH. El problema es que, para conseguirlo, necesita consumir tantos recursos que, si su estilo de vida se generalizase, nos harían falta tres planetas Tierra. EEUU tiene también buena nota en desarrollo humano; pero su “huella ecológica” es tal que harían falta más de cinco planetas para generalizar su estilo de vida.
Repasando el resto de los 93 países, se comprende que hay motivos para que el trabajo de Wackernagel se titule El mundo suspende en desarrollo sostenible. Como no hay más que un planeta Tierra, es obvio que sólo los países que se sitúen en el área coloreada de la gráfica (por encima de un 0’8 en IDH, sin sobrepasar el número 1 de planetas disponibles) tienen un desarrollo sostenible. Sólo los países comprendidos en esa área serían un modelo político a imitar, al menos para aquellos políticos que quieran conservar el mundo a medio plazo o que no estén dispuestos a defender su derecho (¿quizás racial, divino o histórico?) a vivir indefinidamente muy por encima del resto del mundo.
Ahora bien, ocurre que el área en cuestión está prácticamente vacía. Hay un solo país en el mundo que –por ahora al menos– tiene un desarrollo aceptable y sostenible a la vez: Cuba.
La cosa, por supuesto, da mucho que pensar. Para empezar porque es fácil advertir que la mayor parte de los balseros cubanos huyeron y huyen del país buscando ese otro nivel de consumo que no puede ser generalizado sin destruir el planeta, es decir, reivindicando su derecho a ser tan globalmente irresponsables, criminales y suicidas como lo somos los consumidores estadounidenses o europeos. Tendríamos muy poca vergüenza, desde luego, si condenásemos la pretensión de los demás de imitar el modo como devoramos impunemente el planeta. Pero se reconocerá que la imagen mediática del asunto cambia de forma radical: de lo que realmente huyen es del consumo responsable en busca del Paraíso del consumo suicida y, por intereses estratégicos de acoso a Cuba, se les recibe como héroes de la Libertad en vez de cerrarles las puertas como se hace con quienes huyen de la miseria, por ejemplo, de Burundi (a quienes se trata como una plaga de la que hay que protegerse).
A nivel general, la cosa es mucho más interesante. Es muy significativo que el único país sostenible del mundo sea un país socialista. Suele ser un lugar común entre los economistas que el socialismo resultó ruinoso e ineficaz desde un punto de vista económico. Sorprende que, en un mundo como éste, la falta de competitividad pueda aún considerarse una acusación de peso. En términos de desarrollo sostenible, la economía socialista cubana parece ser máximamente competitiva. En términos de desarrollo suicida, no cabe duda, el capitalismo lo es mucho más.
El mayor reproche que se puede hacer al sistema capitalista es, precisamente, que es incapaz de detenerse e incapaz incluso de ralentizar la marcha. El capitalismo es un sistema preso de su propio impulso. El economista J. K. Galbraith decía que “entre los muchos modelos de lo que debería ser una buena sociedad, nadie ha propuesto jamás la rueda de la ardilla”. Sin embargo, nos encontramos con que, aunque nadie lo haya propuesto, este absurdo parece haberse impuesto de hecho: en el capitalismo cada uno trata de imponerse a la competencia aumentando su productividad para no perder mercado pero, al encontrarse todos en la misma carrera, no llega nunca el momento en que pueda detenerse este aumento ininterrumpidamente creciente del ritmo y la consiguiente dilapidación de recursos.
Ante esta dinámica absurda, debemos exigir el derecho a pararnos. No podemos permitir que nuestros ministros de Economía nos sigan convenciendo de que “crecer” por debajo del 2 ó 3% es catastrófico, y no podemos permitir que nuestros políticos sigan proponiendo como solución a los países pobres que imiten a los ricos. Es materialmente imposible. El planeta no da para tanto. Cuando proponen ese modelo saben que, en realidad, están defendiendo algo muy distinto: que nos encerremos en fortalezas, protegidos por vallas cada vez más altas, donde poder literalmente devorar el planeta sin que nadie nos moleste ni nos imite. Es nuestra solución final, un nuevo Auschwitz invertido en el que en lugar de encerrar a las víctimas, nos encerramos nosotros a salvo del arma de destrucción masiva más potente de la historia: el sistema económico internacional.
Carlos Fernández Liria es profesor titular de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid