viernes, 28 de febrero de 2014

Fernando: el gigante

Gerardo 
A cada uno de Los Cinco nos toca ser -obviamente- el más o el menos ‘algo’ entre nosotros. De la misma manera en que Ramón es el más alto, seguido muy de cerca por René, a Fernando le toco ser el de menos estatura física, mientras que el segundo lugar en esa categoría se lo quité a Tony por un pelo. (Aunque eso del pelo sea un decir). Ese “título” de Fernando le valió que, en parte por cariño, y también por la arraigada costumbre profesional de evitar los nombres, a veces, entre nosotros, le llamáramos “el pequeño”.
Lo anterior podría parecer inmaterial, y hasta algo frívolo, pero en estos días de alegría y ansiedad, cuando lo separan apenas unas horas de su libertad, (y ojalá también de su regreso) mientras recuerdo tantas muestras de grandeza que ha dado nuestro hermano, he reparado en la ironía que encierra el llamar “pequeño” a ese gigante.
Cuando nos arrestaron, Fernando tenía razones extra para sentir angustia, dolor, frustración… En términos del beisbol que tanto le gusta: el lanzaba también juegos completos, pero su misión en Miami aquella vez, era de relevo corto. Debía regresar a Cuba pronto. Su boda estaba casi lista. La novia, esa Rosa guerrera que por él sacrificó todo en la vida, quedo casi vestida. Aun así, del gigante jamás escuchamos un lamento.
Presencié cuando su abogado del juicio, Joaquín Méndez, le advirtió con toda razón profesional que, dada la menor gravedad de los cargos que a él se le imputaban, cualquier defensor de respeto optaría por separarlo de los demás como estrategia. La respuesta de Fernando, como la de René ante similar sugerencia, fue tajante e inequívoca.
Quince años y medio después, Fernando, como René, saldrá de la prisión con la frente en alto. Tampoco a él le regalaron nada. Su sentencia fue la máxima posible, y el tiempo descontado por buena conducta se lo gano, y por ley tenían que dárselo.
Quienes lo queremos y admiramos, hoy celebramos. Convencidos de que nuestra lucha se refuerza con otro abanderado, le hacemos llegar un fuerte abrazo, y le decimos:
¡Felicidades gigante!
¡Gracias por tu ejemplo!

Gerardo Hernández Nordelo
Prisión Federal de Victorville
California, Febrero 25, 2014

Fernando González, el segundo de los héroes que regresa a la Patria

Enrique Ubieta Gómez
Ha llegado Fernando a suelo cubano. Siempre estuvo en la Patria, pero ahora por fin llega a su suelo. Cuba está expectante. Hay que traerlos a todos, porque ningún cubano es libre sin ellos. Una madre, una esposa, una Patria que esperaban por el hijo, por el hombre que partió para defenderlas. Bienvenido, comandante invicto de las nuevas generaciones. Te necesitábamos junto a tu hermano René, como necesitamos a Ramón, a Tony y a Gerardo. Ustedes son la Brigada de Refuerzo Moral que la Revolución socialista necesita, los herederos de los héroes de la Sierra y del Llano, de aquellos que pelearon contra los bandidos en el Escambray o alfabetizaron, de los fundadores: ustedes, los que crecieron en las aulas universitarias del socialismo cubano y fueron a pelear por la justicia en Angola –e hicieron posible el fin del Apartheid en Sudáfrica y el regreso de Mandela–, y después, porque nunca basta, fueron a impedir que los terroristas que se cobijan en territorio estadounidense obstruyeran la paz con justicia que habíamos conquistado. Llegan invictos, soldados de la paz, para poner sus hombros junto a los nuestros en la reconstrucción del socialismo cubano.

El central Amancio Rodríguez, en Las Tunas (FOTOS)

Fotos y texto: Enrique Ubieta Gómez
Un pueblo que surge en torno a una industria, hijos y nietos de azucareros que entregaron al Central diez, veinte, treinta años de sus vidas, y lo quieren. Aunque siempre hay otros que llegan y se van, que buscan el provecho inmediato y no se comprometen. Son más los primeros. En Amancio la vida tiene los olores, los ruidos y los sabores del Central, aunque la industria no pasa por sus mejores momentos. Hay gente dispuesta a entregarlo todo para recuperar la gloria de su plena capacidad productiva.

viernes, 21 de febrero de 2014

Ciencias sociales cubanas: ¿el reino de todavía?

Fernando Martínez Heredia
Dialogar, dialogar
Títulé así mis palabras no solo para rendir homenaje a Silvio Rodríguez, que es uno de los principales pensadores sociales de Cuba y un genial popularizador de las ideas más avanzadas y los mejores sentimientos; también lo hice porque la canción suya con ese título contiene un buen acercamiento a una de nuestras insuficiencias principales, la que sintetiza la palabra "todavía". Pero ante la realidad del poco tiempo disponible me atrevo a rogarle, a quien quiera tener más idea de mis criterios sobre este tema, que lea "Ciencias sociales y construcción de alternativas", mis palabras al inicio de un Taller Internacional del Centro de Investigaciones Psicológicas y  Sociológicas celebrado en 2006, que recogí en el libro El ejercicio de pensar.
No repetiré aquí lo que he escrito y dicho acerca del subdesarrollo inducido que sufrieron el pensamiento y las ciencias sociales cubanas a inicios de los años setenta, ni acerca de los rasgos de aquella desgracia. Pero en los análisis que hagamos hoy es imprescindible tener en cuenta que se volvieron crónicos, y que en cierta medida se mantienen todavía. Y se le han sumado otros males, como cuando a inicios de los años noventa no solo naufragó en Cuba el mal llamado marxismo-leninismo, sino que se produjo un alejamiento bastante generalizado de todo el marxismo. A menudo los cambios impulsados se han reducido a puestas al día que no brindan mucho más que buena imagen, pero suelen reforzar el colonialismo mental, y también a permisividades conquistadas. Pero hoy tenemos avances muy grandes. Contamos con mayor cantidad que nunca de especialistas calificados, cientos de monografías muy valiosas, centros de investigación y docentes muy experimentados, y un gran número de profesionales con voluntad de actuar como científicos sociales conscientes y enfrentar los desafíos tremendos que están ante nosotros.
Prefiero, al menos, citar problemas y dar algunas opiniones. Las minorías sumamente valiosas y esforzadas, que frente a dificultades y obstáculos a veces muy grandes han estudiado, investigado, hecho docencia, expuesto, utilizado el marxismo y los conocimientos sociales, y publicado, están lejos de ser emuladas por la mayor parte del sistema de enseñanza, ni por la divulgación que hacen numerosos medios. En contra de todo avance están el conservatismo, la rutina y la inercia; esta última se ha convertido en un mal nacional que ya es comparable al burocratismo por su alcance nefasto. Además, a pesar de tener entre sí diferencias notables, factores con poder han coincidido en no fomentar el hábito de pensar ni el debate a escala del pueblo. En el capitalismo es normal la división entre elites y masas en este como en multitud de terrenos culturales y de la vida, pero en nuestra sociedad eso debe ser inadmisible.
La coyuntura política nos es favorable. El compañero Raúl lanzó una ofensiva política el 1º de enero -secundado por el Vicepresidente Díaz Canel-para la cual convocó también a las ciencias sociales expresamente, y reclamó que se les atienda como tales, por la importancia de sus trabajos. Sería muy doloroso dejar pasar esta oportunidad, a pesar de las dificultades tan serias que tenemos para cumplir con el reclamo.
La tarea es grande. Por ejemplo, desde hace mucho tiempo no existe un pensamiento estructurado que opere como fundamentación del socialismo en Cuba. El predominio del economicismo ha asumido el complejo de cambios sociales, económicos y del mundo ideal que están en curso con un pragmatismo muy descarnado. No se debate sobre economía política, porque no se invoca ninguna. Mientras, lo que se juega es cómo será en el futuro el socialismo en Cuba, o incluso si continuará o no, pero esa actitud es una incitación a no pensar ni investigar, a esperar resultados positivos desde la ideología de que la economía es la locomotora y la guía, o a consumir los pares burgueses de ricos y pobres y de éxito o fracaso individuales y familiares.
Se trata de una ausencia muy grave en sí misma, porque el socialismo solo puede vivir a partir de una intencionalidad que violente la reproducción esperable de la vida social, que en las sociedades que llamamos modernas siempre termina por ser la reproducción del capitalismo. El socialismo solo puede vivir a partir del pensamiento que se ejerce como actitud y actuación superiores, del ser humano que se está desarrollando y creciendo de un modo nuevo y de una sociedad que tiene que ser creadora en innumerables aspectos. El pensamiento y el debate son para la sociedad en transición socialista como el aire que respira para el individuo.
Es necesario y urgente un pensamiento social que sea idóneo para analizar en toda su complejidad la situación actual y las tendencias que pugnan en ella, los instrumentos, las estrategias y tácticas, el rumbo a seguir y el proyecto. Y que contribuya al único modo en que en última instancia es posible el socialismo: el despliegue de sus fuerzas propias y sus potencialidades, y la capacidad dialéctica de revolucionarse a sí mismo una y otra vez. Sería suicida suponer que un pragmatismo afortunado nos salvará: la sociedad socialista está obligada a ser a partir de su praxis, su opción y su conciencia, a ser organizada y, si es posible, planeada. Es necesario elaborar una economía política al servicio del socialismo para la Cuba actual y la previsible, y desarrollar en todos sus aspectos un pensamiento social crítico y aportador, capaz de participar con eficacia en la decisiva batalla cultural que están librando abiertamente el socialismo y el capitalismo.
El socialismo de tipo soviético forzó primero y legitimó después una posición viciada de falsedad acerca de las relaciones entre el deber ser que se proclamaba sin descanso y el comportamiento sometido a todo trance, la simulación, la indiferencia, el oportunismo y los intereses de grupo. Su reino ha sido siempre el de todavía, y su horizonte la supuesta correspondencia  de la actuación con lo que se supone que es posible hacer. Hace cincuenta años, el Che denunció esa falsedad con una pregunta: "¿Por qué pensar que lo que 'es' en el período de transición necesariamente 'debe ser'?". Y nos dejó un consejo que es fundamental: "no desconfiar demasiado de nuestras fuerzas y capacidades".
El marxismo ha recibido muy escasa atención, y hemos llegado a que le parezca de mal gusto mencionarlo a los que no se arriesgan a nada que no haya sido orientado o aprobado previamente, y a las víctimas o los seguidores de la avalancha de productos culturales norteamericanos que padecemos, propagadores del modo de vida, los sentimientos, los valores y los pensamientos, de la cultura, en suma, del capitalismo. Ahora que cada vez lo necesitaremos más, no podemos cometer el error de asumir cualquier cosa que se presente como marxismo. Tendrá que ser un marxismo revolucionario, que rescate las ideas de Marx y Lenin y la historia toda de esa teoría, pero dentro de un desarrollo crítico regido por las realidades y las ciencias de hoy, por la primacía de la elaboración teórica, y por la asunción expresa de su función social.
Hoy se vuelve necesario repetir los logros del pensamiento y las ciencias sociales cubanos de los años sesenta, y nada menos que eso nos servirá. Como sucede siempre, habrá que ser muy creativos y muy abiertos y receptivos a las opiniones diversas, pero será de otro modo, enfrentará otros problemas, utilizará otros instrumentos, elaborará nuevas tesis y desempeñará papeles mayores que los que tuvo entonces, en la elaboración cultural de un socialismo complejo, que debe enfrentar un enorme número de aspectos diferentes y desarrollar de maneras nuevas a las personas y la sociedad, y que tiene un enemigo que sigue siendo perverso, pero muestra mucho más desarrollo en su guerra cultural.
A lo largo de todo el país hay buenos estudiosos de las materias sociales. En junio pasado lo comprobamos una vez más, en el Instituto Juan Marinello, en el I Simposio Nacional de Investigaciones Culturales, con más de ochenta ponentes de toda Cuba. He compartido con jóvenes profesores en Santiago de Cuba, Santa Clara, en la mayoría de las provincias del país, y admiro sus ideas, su ansia de conocimientos, su espíritu crítico y su conciencia política, que me llenan de esperanza. Hace tres semanas tuve una hermosa sesión con el Consejo Nacional de la FEU, de discusión profunda y muy honesta sobre los problemas nacionales, de la educación superior y de la organización estudiantil.
Cuba se pone una vez más en movimiento, y los científicos sociales tenemos deberes grandes ante nosotros. Es hora de compartir nuestra formación con los más jóvenes, de enseñar a pensar y a ser culturalmente adultos, de conducirlos en cuanto sea necesario y alegrarnos de que aprendan a conducirse ellos mismos, porque tendrán que llegar a conducir el país. Hay que lograr que el pensamiento y las ciencias sociales se pongan a la altura de lo que la sociedad espera de ellos.

Intervención en el Panel "Ciencias sociales, academia y transformaciones sociales", del Coloquio de Ciencias Sociales de la 23º Feria Internacional del Libro, Teatro Manuel Sanguily, Universidad de La Habana, 15 de febrero de 2014.

jueves, 20 de febrero de 2014

Maduro y su pesado jab de izquierda

Ángel Guerra Cabrera
La intentona golpista en curso desde hace días en Venezuela es parte de un plan orquestado con mucha antelación dentro y fuera del país bajo la dirección de la CIA con el concurso de facinerosos de origen cubano de Miami.
Aunque trajines semejantes también se lanzan con frecuencia contra Argentina, Bolivia y Ecuador, el golpe principal siempre ha estado dirigido a la patria de Bolívar por ser el puntal estratégico de la unidad latino-caribeña expresada en la Alba, Unasur, el nuevo Mercosur, Petrocaribe y la Celac. Sin contar que posee las mayores reservas de hidrocarburos del planeta.
Precisamente la exitosa cumbre de la Celac en La Habana, que reveló la fuerza de una nueva cultura política latinoamericana y caribeña desembarazada de la tutela de Washington y subrayó el prestigio internacional de Cuba, da la medida de la desesperación y el odio que genera en Estados Unidos la vigorosa construcción nuestroamericana.
Nunca se insistirá suficientemente en la peligrosísima función de enajenación, inducción a los más repudiables estereotipos y estímulo a los peores instintos asignada a la monopólica jauría mediática internacional en  las nuevas guerras gringas. Ejemplos: la ex Yugoslavia, pasando por Afganistán, Irak, Libia y Siria hasta Ucrania y los intentos de derrocamiento de los gobiernos latino-caribeños independientes.
Pero en esta arremetida contra Venezuela han llegado a extremos que rayan entre el descaro inaudito y el mayor de los ridículos.  Tanto, que CNN, NTN24, los principales diarios madrileños con El País al la cabeza, todos sus congéneres iberoamericanos, audiovisuales e impresos y, por supuesto, los “censurados” medios venezolanos han logrado la prodigiosa hazaña de romper sus olímpicas marcas anteriores de manipulación informativa y descarada mentira. Una muestra, entre muchas otras: la gran mayoría de las imágenes de “represión chavista” que utilizan son  tomadas inescrupulosamente de situaciones en otros países(http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180977).  Esta epidemia se ha extendido a las llamadas redes sociales, donde el catálogo de la mendacidad es sostenido por enajenados pero también por mercenarios. Como igualmente son mercenarios a 3000 bolívares por jornada muchos de los “estudiantes” lanzadores de cocteles Molotov, destructores de edificios y mobiliario público, y francotiradores que en esta escalada fascista han arrebatado la vida a media docena de venezolanos y ocasionado heridas a muchos otros.
Todo ello evidencia la desnudez de argumentos de la derecha y sus medios y a la vez su irrefrenable obsesión por eternizar la dominación yanqui sobre América Latina y el Caribe con su cauda de políticas de “libre” comercio y culto al mercado, que, al estilo de los países de la Alianza del Pacífico,  han hundido en la miseria y la  más hiriente desigualdad a cientos de millones de personas en nuestra región y en el mundo.
Su odio contra Venezuela se debe también a las medidas de la Revolución Bolivariana contra esas políticas y el éxito que ha tenido en entronizar la nacionalización de los recursos naturales, el derecho a la educación, la salud, la alimentación,  la vivienda, a pensiones dignas y a la democracia participativa con la que el pueblo decide su propio destino.  No hay desabastecimiento orquestado por los burgueses ni injerencia yanqui que pueda contra esto.
Washington y la derecha venezolana se empeñan en la vía del golpe de Estado como único recurso para derribar al gobierno del presidente Nicolás Maduro por que  el pueblo de Bolívar y Chávez ha ratificado este proyecto político y social en 18 consultas electorales durante 16 años. La última, en las elecciones de gobernadores y alcaldes del 8 de diciembre cuando el chavismo se impuso de nuevo en clara victoria.
Maduro y la dirección político-militar de la Revolución Bolivariana han actuado frente a esta situación con la firmeza revolucionaria que exige y su proverbial respeto por la democracia y los derechos humanos. El pueblo movilizado en la calle de manera ordenada y pacífica, sin dejarse provocar por la violencia fascista ha frenado otra vez el intento de golpe. Un típico jab de izquierda. Hasta Capriles lo reconoce(http://www.aporrea.org/oposicion/n245419.html) . Por su parte el acaudalado golpista profesional Leopoldo López le debe la vida al gobierno que tanto odia. Este lo salvó del atentado planeado por sus amigos de Miami para incendiar Venezuela (http://www.jornada.unam.mx/2014/02/19/politica/002n1pol) .

miércoles, 19 de febrero de 2014

La amenaza fascista en Venezuela

Atilio A. Boron
La escalada desestabilizadora que actualmente sufre la Venezuela bolivariana tiene un objetivo no negociable: el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro. No hay un ápice de interpretación de quien esto escribe en esta afirmación. Fue expresada en reiteradas ocasiones no sólo por los manifestantes de la derecha en las calles sino por sus principales líderes e instigadores locales: Leopoldo López (ex alcalde del municipio de Chacao, en Caracas, y jefe del partido Voluntad Popular) y María Corina Machado, diputada por Súmate a la Asamblea Nacional de Venezuela. En más de una ocasión se refirieron a las intenciones que perseguían con sus protestas utilizando una expresión a la que regularmente apela el  Departamento de Estado: "cambio de régimen", forma amable y eufemística que reemplaza a la desprestigiada "golpe de estado". Lo que se busca es precisamente eso: un golpe de estado que ponga punto final a la experiencia chavista. La invasión a Libia, y el derrocamiento y linchamiento de Muammar El Gadafi son un ejemplo de "cambio de régimen"; hace medio siglo que Estados Unidos está proponiendo sin éxito algo similar para Cuba. Ahora lo están intentando, con todas sus fuerzas, en Venezuela.
Esta feroz campaña en contra del gobierno bolivariano –en realidad, un proceso de fascistización de larga data– tiene raíces internas y externas, íntimamente imbricadas y solidarias en un objetivo común: acabar con la pesadilla instaurada por el Comandante Hugo Chávez desde que asumiera la presidencia en 1999. Para Estados Unidos la autodeterminación venezolana afirmada sobre las mayores reservas comprobadas de petróleo del mundo, la derrota del ALCA y los avances de los procesos de integración y unidad en América Latina y el Caribe –la UNASUR, el Mercosur ampliado, la CELAC, Petrocaribe, entre otros– impulsados como nunca antes jamás por el  líder bolivariano son desafíos intolerables e inadmisibles, merecedores de un ejemplar escarmiento. Para la oposición interna el chavismo significó el fin de las prebendas y negociados que obtenía por su colaboración con el gobierno de Estados Unidos y las empresas norteamericanas en el saqueo y el pillaje de la renta petrolera, y que encontró en los líderes y organizaciones políticas de la Cuarta República sus socios menores e imprescindibles operadores locales. Tanto Washington como sus peones estaban seguros de que el chavismo no sobreviviría a la desaparición física de su fundador. Pero con las presidenciales del 14 de Abril del 2013 sus esperanzas se esfumaron: Nicolás Maduro prevaleció sobre Henrique Capriles por un porcentaje muy pequeño, pero suficiente e indiscutible, de votos. La respuesta de estos oligarcas travestidos en señeras figuras de la república fue primero desconocer el veredicto de las urnas y luego desatar violentas protestas que cobraron la vida de más de una decena de jóvenes bolivarianos, dejando heridos a unos cien, amén de la destrucción de numerosos edificios y propiedades públicas. Cabe consignar que al día de hoy, diez meses después de las elecciones presidenciales, Washington no ha reconocido formalmente el triunfo de Nicolás Maduro. En cambio, el inverosímil Premio Nobel de la Paz demoró horas en reconocer como triunfador de los comicios presidenciales hondureños del 24 de Noviembre pasado –viciados hasta lo indecible y fraudulentos como muy pocos– al candidato (de la embajada), Juan O. Hernández. El imperialismo no se equivoca al elegir a sus enemigos: los Castro, Chávez, ahora Maduro, Correa, Morales; y contrariamente a lo que algunos ingenuamente postulan, no existe una derecha que sea "oposición leal" a un gobierno genuinamente de izquierda. Menos aun cuando se trata de una derecha manejada por telecomando desde la Casa Blanca. Si se comporta con lealtad es porque ese gobierno ya fue colonizado por el capital. Pese a la violencia de los militantes de la Mesa de Unidad Democrática que sostenía la candidatura de Capriles el gobierno logró restablecer el orden en las calles. Contribuyeron a ello la clara y enérgica respuesta gubernamental y, además, la certeza que tenía la dirigencia del MUD que las próximas elecciones municipales del 8 de Diciembre –que la derecha caracterizó como un plebiscito– les permitirían derrotar al chavismo para luego exigir la inmediata renuncia de Maduro o, en el peor de los casos, convocar a un referendo revocatorio anticipado sin tener que esperar hasta mediados del 2016 tal como lo establece la Constitución. Pero la jugarreta les salió mal, porque fueron ampliamente derrotados por casi un millón de votos y nueve puntos porcentuales de diferencia.
Atónitos ante lo inesperado del resultado, que por primera vez le ofrecía al gobierno bolivariano la posibilidad de gestionar durante dos años los asuntos públicos y administrar la economía sin tener que involucrarse en virulentas y distractoras campañas electorales, los antichavistas peregrinaron a Washington para redefinir su estrategia en función de las necesidades geopolíticas del imperio y recibir órdenes, dineros y ayudas de todo tipo para sostener su proyecto desestabilizador. Derrotados en las urnas ahora la prioridad inmediata era, como lo exigiera Richard Nixon para el Chile de Salvador Allende en 1970, "hacer chirriar la economía". De ahí los sabotajes, las campañas de desabastecimientos programados y el desenfreno de la especulación cambiaria (según recomienda en su manual de operaciones el experto de la CIA Eugene Sharp); los ataques en la prensa en donde las mentiras y el terrorismo mediático no conocen límite o escrúpulo moral alguno y, luego, como remate, "calentar la calle" buscando crear una situación similar a la de la ciudad de Bengasi en Libia, capaz de desbaratar  por completo la economía y desatar una gravísima crisis de gobernabilidad que tornase inevitable la intervención de alguna potencia amiga, que ya sabemos quién es, para que acudiese en auxilio de los venezolanos para restaurar el orden quebrantado.
Una tras otra todas estas iniciativas terminaron en el fracaso, pero no por ello la derecha abandonará sus propósitos sediciosos. Leopoldo López se acaba de entregar a la justicia y es de esperar que esta le haga caer, a él y a su compinche, María Corina Machado, todo el peso de la ley. Llevan varias muertes sobre sus mochilas y lo peor que le podría pasar a Venezuela sería que el gobierno o la justicia no advirtieran lo que se oculta dentro del huevo de la serpiente. En situaciones como éstas, y ante enemigos como éstos, cualquier intento de "reconciliación nacional" o de "línea blanda" es la segura ruta hacia la propia destrucción. Los fascistas y el imperialismo sólo entienden el lenguaje de la fuerza. López y Machado deberán recibir un castigo ejemplar, siempre dentro del marco de la legalidad vigente, y no deberían descartarse violentas manifestaciones para exigir su inmediata liberación. Tampoco habría que desechar la hipótesis de que, en su desesperación, la derecha pudiese apelar a cualquier recurso, por aberrante que sea. Pero el procesamiento y castigo de los instigadores de tanto derramamiento de sangre no será suficiente para aventar el riesgo de un brutal derrocamiento del gobierno bolivariano; la única garantía estriba en la activa movilización y organización de las masas chavistas para sostener a su revolución, con sus muchos aciertos y también sus errores. Eso es lo único que permitirá aventar el peligro de un asalto fascista al poder que pondría sangriento fin a la gesta bolivariana, desencadenando una oleada reaccionaria que reverberaría por todo el continente. De ahí que lo que esté en juego en estas horas no es sólo el futuro de Venezuela sino el de toda Nuestra América.

jueves, 13 de febrero de 2014

Eso yo lo vi

Nicolás Pérez Delgado
Radio Miami
En Miami no para la cantaleta sobre la jacarandosa y desarrollada Cuba de antes de la revolución. En la televisión muestran clubs nocturnos, bares con elegantes barman, escuelas privadas, casinos y mujeres y hombres bien trajeados por la calle Galeano, cruzandofrente a Radiocentro. Es cierto: llamativos eran los lumínicos de El Encanto, La Época, Flogar. y también el convertible que paseaba a unas muchachas por el Malecón.
Ya una vez escribimos sobre la falsedad de querer hacer de partes de La Habana la imagen de todo el país. Cuba no era ni por asomo La Habana nocturna de los Tres Tristes Tigres de Cabrera Infante, la de Tongolele bailando rumba, la de Hemingway tomando daiquiris en el Floridita ni la de Nat King Cole en Tropicana. Cuba no era siquiera similar a La Habana proletaria, la de cuarterías con sábanas que se secaban en el pasillo.
Es cierto que en 1958 circulaban por las calles de la Isla 25 autos por cada mil habitantes. Sólo Venezuela superaba esa cifra. Había mansiones con cinco y seis automóviles. Tropicana tenía la fama del mejor cabaret del mundo. Poseíamos más televisores por cada mil habitantes que el resto de América Latina. Solo Argentina y Uruguay nos superaban en teléfonos. Mérito a nuestro ingenio fue el primer control remoto en televisión, cuando en 1954 se transmitió en vivo un juego de las Grandes Ligas desde un avión que daba vueltas sobre el estrecho de La Florida.
En muchos aspectos estábamos en los primeros lugares de América Latina, así que podremos imaginar la dramática situación de aquella América luego que veamos datos del Censo de Población y Viviendas de 1953, realizado durante la dictadura de Fulgencio Batista. No son cuentos del periódico Granma, del negro comunista Lázaro Peña ni de La Historia me Absolverá.
Según el censo, en Cuba sólo el 44% de las casas en las zonas urbanas eran de mampostería y azotea, y en las rurales el 1%. E, incluso, en las zonas urbanas, los bajareques o bohíos construidos con yagua o madera de palma real, techo de guano y piso de tierra constituían el 6% del lugar donde la gente vivía. El agua de acueducto, por tuberías, llegaba solamente al 35 por ciento de las casas. Es decir, casi las dos terceras parte de la población cubana carecía de agua corriente.
El 43% de las casas de aquella Cuba tan ideal para algunos carecían de inodoros interiores. En el campo sólo lo tenían el 3%. Imaginen qué dicha, qué higiene: casi la mitad de las viviendas de los pueblos y ciudades sin inodoros. ¡Luz eléctrica! Incluso en las zonas urbanas el 12% de las casas se iluminaban con velas, farolas y chismosas. En el campo la cifra ascendía al 88%.
¿Y la educación?  Según el censo, hecho, repito, en época del dictador Fulgencio Batista, el 44% de los niños en edad escolar, de 6 a 14 años, no asistían a la escuela. Y el 23.6% de la población era analfabeta. Es decir, casi la cuarta parte de los cubanos no sabían leer ni escribir. Son sólo algunos datos. Pero muy elocuentes. Y hay muchos más.
Por ejemplo, la población rural entonces constituía casi la mitad de los cubanos: el 43%  de los 5 millones 820 mil 29 habitantes que tenía la Isla. Sobre la feliz y bucólica vida campesina, entre susurrantes palmeras, amorosas guajiras y cantarines riachuelos, la Agrupación Católica Universitaria hizo una investigación publicada incluso por el reaccionario Diario de la Marina en 1956. Veamos algunos datos: La talla promedio del trabajador agrícola era de 5 pies 4 pulgadas, y a causa de la desnutrición tenían 16 libras menos del peso promedio que debían tener.
Sólo un 4% del campesinado comía carne una vez a la semana. Sólo tomaba leche el 11.22%. El 14% había padecido o padecía tuberculosis. El 43% tenía parásitos. El 31% sufría de paludismo. Sólo un 8% recibía atención médica del Estado. Únicamente el 6% de sus viviendas tenían agua por cañería. El 86% trabajaba manualmente y, con aparatos mecánicos, el 4%. El 6% recibía el salario en vales y un 2.5%  recibía parte de éste en comida.
Esa era la Cuba real, la que Miami oculta. Esa Habana cosmopolita y elegante de los hoteles de lujo, costosos yates, salas para jugar bingo y aristocráticas mansiones en el Vedado, era sólo una pequeña parte de Cuba. Cuba no era eso, como en Miami quieren hacer creer. Ahí está el censo, hecho en época de Batista en esa Cuba donde pululaban los niños limpiabotas, los guajiritos sin atención médica y con barrigas hinchadas por las lombrices, las viviendas de guano, yaguas y piso de tierra, las muchachas que no habían visto un cine ni una peluquería y parecían ancianas, desdentadas y con los ojos y el cabello sin una gota de brillo. Eso yo lo vi. A mí, la ultra de Miami no pude hacerme cuentos color rosa de la Cuba de antes. Les habló, para Radio Miami, Nicolás Pérez Delgado.

miércoles, 12 de febrero de 2014

La muerte nos espera detrás de la esquina (requiem por Santiago Feliú)

Enrique Ubieta Gómez
La muerte nos espera detrás de la próxima esquina. Siempre es injusta, arbitraria. Nos pisa los talones, nos chantajea, y fingimos no escucharla. La novela que no hemos escrito, el asombro que está por llegar, el viaje que quizás nunca haremos, la montaña que quisiéramos escalar, otorgan sentido a los días por vivir: no sabemos cuando es la partida, así que dilapidamos el tiempo o no, si nos damos a otras cosas nimias y grandes, no previstas pero igualmente intensas. Cuando una persona cercana –en el más amplio sentido de la palabra, no tiene que ser un familiar o un amigo, basta con que sea alguien que nos acompañó con sus canciones– se nos va de repente, sentimos que el juego de dados del destino ha marcado un número que pudo haber sido el nuestro. La muerte es traicionera, desdeña al que la necesita, y se lleva al que la desprecia. Hoy se llevó a Santiago Feliú, el trovador, el incansable compositor de canciones para el amor y la guerra. Tenía apenas 51 años, y ya no conocerá al hijo que está por nacer. Pero su hijo sí podrá conocerlo dentro de algunos años, por las canciones que dejó, por los viajes interiores y las montañas que escaló. Diez, veinte años más, ¿qué son en la infinitud? Que no nos sorprenda la muerte; que un puñado de canciones, de libros, de actos honestos y valientes, nos defiendan del olvido. Podrá llevarnos al doblar la próxima esquina, pero no se llevará el tiempo de alegrías que compartimos y sembramos.

viernes, 7 de febrero de 2014

La Serie del Caribe y Cuba: crónica de una muerte deseada


Enrique Ubieta Gómez
Sé que mis palabras se mueven a contracorriente. Que el consenso que existe y se pavonea en los medios conduce hacia otras riberas. Pero los consensos no son verdades, sino construcciones. A veces, expresan realidades; a veces, las producen. Un lento y arduo proceso de construcción ha convencido a muchos de la superioridad del béisbol profesional. Y ese convencimiento –sobre el que pesan mitos, argumentos y deserciones bien remuneradas: toda una estrategia de imposición persuasiva–, nos ha llevado a la debacle de Isla Margarita. La derrota se exhibe ahora como la muy ansiada “prueba” que certifica la inferioridad, algo que los defensores del profesionalismo no consiguieron de manera clara en ninguno de los tres Clásicos. Como se ha dicho, supongo que sin alegría, “al fin podemos apreciar el nivel real del béisbol cubano”.
No estoy de acuerdo con esa frase. Mi posición no pretende que se ignoren deficiencias y carencias actuales  que sin duda afectan a nuestro deporte nacional, desde sus bases hasta el nivel superior. Concuerdo en que el exceso de equipos en la Serie Nacional es incongruente con la cantidad de habitantes del país, e incide en la calidad del espectáculo, en la preparación y la autoexigencia de los mejores. Sobre estos y muchos otros problemas, ya se ha escrito. Quiero por eso referirme a aquellos tópicos que sobrepasan lo estrictamente deportivo, y que sin embargo lo condicionan. Porque la derrota momentánea del amauterismo –que no es la victoria de la profesionalidad, sino del profesionalismo–, es una de las consecuencias naturales de la derrota momentánea del socialismo.
Es poco serio discutir sobre la real o supuesta merma de calidad en los equipos cubanos, si no mencionamos el continuado desangramiento que producen las deserciones (el robo) de peloteros consagrados y de talentos en desarrollo. ¿Alguien ignora las razones por las que el equipo de Cienfuegos, por solo citar un ejemplo, cayó bruscamente en el campeonato nacional de las primeras posiciones al sótano? Con los peloteros que abandonaron el país y que hoy brillan en diferentes organizaciones del béisbol profesional –en su mayoría formados por la escuela cubana de béisbol y algunos de ellos, ex miembros de nuestro equipo nacional, por mucho que quiera atribuírsele a los compradores el haber limado posibles deficiencias– podrían confeccionarse varios equipos de nivel internacional. Nadie dice  que el bloqueo estadounidense obliga a los peloteros cubanos que se insertan en Grandes Ligas a vivir fuera de la Isla. Pero el tema tiene una contraparte: ¿cómo es posible que Yasiel Puig, un prospecto del equipo de Cienfuegos, cause sensación en Grandes Ligas y casi se lleve el título de Novato del Año?, la comparación con el talentoso lanzador de origen cubano que alcanzó esa distinción es intencionada, ya que aquel no se formó como este en Cuba, y mi propósito no es hablar del “talento natural” de los cubanos para la pelota, sino de la escuela nacional que los forma, ¿cómo es que Yoenis Céspedes, ex miembro del equipo Cuba, pudo conquistar el Derby de jonrones en su primer juego de las estrellas en la Gran Carpa?, ¿por qué José Dariel Abreu, el toletero y primera base de los equipos Cuba y Cienfuegos, fue contratado de inicio por la astronómica suma de más de 60 millones de dólares? Mi punto es este: esos desertores demuestran también la calidad de la pelota cubana. Calidad que se extiende a los cubanos que ahora integran equipos mexicanos, boricuas o venezolanos, ex jugadores de series nacionales que nunca clasificaron o sí, para el equipo del país. Entonces, ¿cómo es que, a pesar de esa continua sangría, el equipo Cuba logra recomponerse año tras año?
Las acciones y campañas mediáticas contra el deporte cubano –que son contra el sistema deportivo cubano, lo que significa decir, contra el socialismo cubano– cuando no pueden evitar el avance o el triunfo de los jugadores del patio en eventos profesionales, donde cualquier equipo grande gana o pierde sin complejos, promueve la deserción como recurso desestabilizador. Decía al inicio de esta reflexión que ninguno de los tres Clásicos logró demostrar la inferioridad del béisbol cubano. Recuerdo que en días previos al I Clásico, los medios contrarrevolucionarios auguraban la más rotunda derrota de Cuba y la politizaban. Cubaencuentro, en Internet, afirmaba:
El Clásico Mundial de Béisbol (CMB) dará la posibilidad, de una vez y por todas, de comprobar cuál es el nivel real del béisbol cubano. […] Alejada del mejor béisbol del mundo por casi cinco décadas, Cuba competirá con una presión adicional. El equipo de la Isla no puede darse el lujo de una derrota aparatosa, pues se derrumbaría toda la propaganda montada durante tantos años. El béisbol ha sido el principal baluarte de una política propagandística dirigida a demostrar la superioridad del sistema deportivo cubano. […] 
Algún comentarista llegó a afirmar que si Cuba no llegaba a la discusión de la medalla de oro, se evidenciaría el fracaso del sistema deportivo revolucionario. Era tal el deseo de que el equipo cubano naufragara, que ese mismo sitio web, en un editorial de la redacción, estalló de alegría cuando caímos en el primer juego frente a Puerto Rico, y se apresuró en la organización del entierro:
El marcador, 12 x 2, refleja la derrota más abultada del equipo cubano desde que el régimen de Fidel Castro decidiera darle la espalda al mundo profesional del béisbol. Ha habido que esperar casi cincuenta años, y ha llegado en el primer encuentro contra un rival de envergadura. Un batazo de Bernie Williams en la segunda entrada bastó para dejar atrás los “gloriosos años” en los que la selección nacional barría a conjuntos amateurs de todo el mundo. La realidad es mucho más cruda. Fuera de la burbuja propagandística del castrismo, el equipo nacional se vio desamparado y sin respuesta ante una novena que le arrolló en todos los ámbitos del juego. Tras más de cuatro décadas de politización de la vida cubana en general, y en especial del deporte y del béisbol, se hace muy difícil para los aficionados obviar tras el partido un enfoque desde esta perspectiva. Y lo que acaba de pasar, impensable en un año como 1959, dice mucho de la situación actual del país.
¿Quién politiza qué? El mercado politiza todo lo que toca, a favor del capitalismo por supuesto. La verdadera despolitización del deporte es su no mercantilización. Y bien, cuando se obtuvo el subcampeonato frente a Japón, ningún medio, ni siquiera los nuestros –regañamos a nuestros peloteros por ese segundo lugar– invirtió los términos de la apuesta y exclamó: Cuba ha demostrado tener un sistema deportivo superior. Durante el II Clásico, los vaticinios de la contra fueron más cautelosos. Entonces empezó el largo recuento de las glorias deportivas que tuvo Cuba antes de 1959, para fijar la idea de que los triunfos en la pelota nada debían a la Revolución.
En aquel evento Cuba derrotó de forma convincente a un equipo de México superior a este que ahora acudió a la Serie del Caribe, el mismo que después venció al equipo estadounidense. Pero la apuesta manifiesta en blogs y medios contrarrevolucionarios durante el II Clásico, fue a favor de la deserción de los peloteros. Por otra parte, tanto en el II como en el III Clásico, los organizadores siguieron la táctica de hacer que los campeones y los subcampeones se eliminaran entre sí. Nos alejaban del camino, y nosotros, haciéndoles el juego, aceptábamos la falsa premisa de que el grupo donde competíamos era el más débil. Perdimos el juego decisivo. ¿Cuántas veces Brasil ha sido eliminado en campeonatos mundiales de fútbol? Ninguno de los tres Clásicos, por cierto, ha reivindicado la real calidad del equipo estadounidense,  ¿la prensa de aquel país habló de crisis en el béisbol o sugirió acaso que debían imitarse los métodos cubanos o japoneses? Cuba tuvo en el III Clásico uno de los mejores promedios de carreras limpias permitidas y uno de los mejores promedios ofensivos. Aquel equipo no era este que nos representó en la Serie del Caribe, pero se asemejaba. Los contrarios en esta Serie son inferiores a los del Clásico, ¿qué ha cambiado tanto para concluir que el (en ocasiones) desastroso juego de los cubanos, refleja el verdadero nivel de la pelota en Cuba?
Porque ciertamente, jugamos muy mal. No se trata de perder, que eso es parte del juego. Que algunos peloteros no se tiraran de cabeza en pos de la pelota, aunque no la atraparan, que Borrero no se deslizara en home, cuando de eso dependía el empate –después supimos de una contracción muscular durante la carrera, aunque siempre deseamos ver en los nuestros el extra que los caracteriza–, que se cometieran errores casi infantiles o se pasara mansamente la pelota en juego, para permitir claro que involuntariamente carreras evitables, en fin, que cada jit conectado o boleto concedido por el (o al) adversario, se transformara en carrera, es la consecuencia de jugar mal. Pero, ¿ese es nuestro nivel? Esos mismos peloteros ¿cometen esos errores o se comportan con ese desgano en la Serie Nacional? Los otros podrán ser superiores o no, pero los nuestros no lucieron mal frente a los contrarios, sino frente a sí mismos. No se consiguió el team work que existe en los equipos ganadores, no hubo una preparación adecuada. ¿Se subestimó el evento caribeño? La demostración de la novena que nos representó en la Serie del Caribe –integrado por jugadores claves del equipo nacional–, fue decepcionante, pero no refleja el nivel actual del béisbol cubano como quiere hacerse ver. Los titulares que la prensa trasnacional planificó para el I Clásico Mundial de béisbol, y no pudo publicar, reaparecen triunfales ahora. AFP se recrea en ello: “la decepcionante participación de Cuba en su primera Serie del Caribe en más de medio siglo encendió pasiones este jueves en la prensa, redes sociales y los centros laborales, donde muchos coinciden en que el béisbol cubano vive su peor crisis”.
Una última acotación sobre la Serie del Caribe. Soy aficionado a la pelota y disfruto cualquier evento de calidad. Ya que el mundo ha cambiado y no existen otras opciones fuera del entorno nacional, me alegra el regreso de Cuba a la Serie del Caribe.  Pero el retorno de Cuba a escenarios profesionales no es una victoria, es una momentánea derrota. Es una derrota la conversión de las Olimpiadas en bazares inescrupulosos, en los que todo se vende, se promociona y se compra. Es una derrota –que la Humanidad subsanará algún día– la desaparición del espíritu amateur en el mundo. Escuché a un comentarista alabar el regreso a la Serie del Caribe y apostillar, “de la que nunca debimos haber salido”. ¿Qué significa semejante afirmación?, ¿alguien cree que no hicimos lo correcto al apostar por el amateurismo? Nuestros peloteros, claro que son profesionales, eso lo he dicho en otras ocasiones, y deben ser remunerados en correspondencia con su rendimiento, pero siempre han jugado con espíritu amateur, y eso nos hace superiores. Conservar ese espíritu, en las aguas turbulentas del profesionalismo (término que no equivale a profesionalidad ni a oficio), es un reto que debe afrontar el deporte cubano. Los contrarios cometen errores, algunos igualmente imperdonables para sus aficiones, porque son humanos. Sepamos aprender de los otros sin disminuirnos, sin que la descripción de un juego se convierta en el catálogo de los aciertos del contrario –que suele acompañarse del comentario escueto frente a sus errores–, y el azote y la desconfianza evidente en la fuerza de los propios. Revisemos y reparemos las deficiencias, con la convicción de que el béisbol cubano no es inferior al de nuestros vecinos.

jueves, 6 de febrero de 2014

El Salvador y Costa Rica: elecciones y contraofensiva imperial

Ángel Guerra Cabrera
Los gobiernos y fuerzas que en América Latina y el Caribe se oponen en algún grado al neoliberalismo son objeto de una tenaz contraofensiva por parte de Estados Unidos, del capital financiero y de las oligarquías locales. Aunque tiene componentes económicos, conspirativos y militares, parte importante de ella se desarrolla a través del ejército mediático.
Un ejemplo lo tenemos en la percepción estereotipada sobre las economías de Argentina y Venezuela. Aunque sometidas sus monedas a un ataque especulativo por grandes corporaciones y fondos de inversión, en ambos casos la mafia mediática ofrece una imagen caótica distante de la realidad(http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180372)
Cabe subrayar que  la contraofensiva no solo intenta derrocar a los gobiernos que rechazan el neoliberalismo o se resisten a mantener su peor versión y buscan relaciones fraternas con la Alba. También procura impedir que continúen gobernando, o lleguen al gobierno, las fuerzas que enarbolan esas políticas.
En ese contexto se realizaron el 2 de febrero elecciones generales en El Salvador y presidenciales en Costa Rica, países muy dependientes de Estados Unidos, agravado por la firma del Tratado de Libre Comercio con este de Centroamérica y  República Dominicana. Tanto en El Salvador, donde desde 2009 gobierna el ex guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), como en Costa Rica, regida hasta esta elección por el bipartidismo del Partido de La Liberación (PL) y el Partido Unido Social Cristiano (PUSC) –ambos neoliberales– habrá segunda vuelta por no alcanzar ningún contendiente la cantidad de votos necesaria para ganar en el primer turno.
Sin embargo, el candidato del FMLN, actual vicepresidente y ex comandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén, quedó a solo un punto del 50 por ciento exigido, 10 por encima del segundo en votación Norman Quijano, anticomunista furioso y abanderado de Arena, partido fundado por el mayor Roberto d´Abuisson, autor intelectual del asesinato de Monseñor Arnulfo Romero (1980) y de numerosos crímenes de los escuadrones de la muerte (http://es.wikipedia.org/wiki/Roberto_d'Aubuisson). De nada valió la campaña de lodo de J.J. Rendón, asesor de Quijano, de Henrique Capriles y de otros políticos neoliberales.
Ello confirma el apoyo popular a la gestión de gobierno del FMLN y su capacidad de movilización pero a la vez muestra la influencia política que conserva Arena pese al terrible costo social de sus corruptos gobiernos y su sangriento pasado. Por otra parte, la abstención de la mitad del electorado evidencia un sector poblacional insatisfecho con las insuficientes aunque justas políticas sociales del FMLN y la obsequiosidad ante Washington de Mauricio Funes, actual presidente llevado al cargo por la ex guerrilla.
El FMLN, para asegurar la victoria en segunda vuelta  frente a una derecha que cerrará filas en torno a Quijano, tiene un potencial de votos entre los que se abstuvieron, en parte debido a que su campaña se desarrolló principalmente en televisión, abandonando el trabajo casa por casa que lo caracterizó en anteriores comicios. Retomarlo en el segundo turno parece más importante que su no descartable objetivo de ganar a los seguidores del derechista ex presidente Antonio Saca (11.41% de sufragios).
En cuanto a las elecciones ticas es evidente la quiebra del bipartidismo tradicional en la Suiza de Centroamérica, donde el PL fundado por José Figueres obtiene el peor resultado de su historia y el PUSC logra una votación insignificante, ambos marcados por la corrupción y la entrega del país a las transnacionales (http://nicaraguaymasespanol.blogspot.mx/2013/10/reportaje-monocultivos-transgenicos.html).
Mientras tanto, contra las encuestas quedó en primer lugar el ex liberacionista candidato presidencial Luis Guillermo Solís del ascendente Partido Acción Ciudadana, quien cuestionó el TLC con Estados Unidos. Pero el dato más trascendente es el ascenso del joven abogado José María Villalta, que muchas encuestas daban como puntero pero cuya candidatura fue demolida a última hora acusándolo de chavista y comunista ante un electorado muy conservador. No obstante, consiguió 17.7 de los votos y su partido Frente Amplio, el que más ha crecido en votación, subió de uno a diez diputados. Surgidos de la admirable resistencia popular y juvenil contra el TLC, Villalta y su partido expresan la nueva política de masas por la verdadera independencia y la unidad latino-caribeña.

domingo, 2 de febrero de 2014

Venezuela celebra 15 años de Revolución Bolivariana

Tomado de Resumen Latinoamericano
"15 años de Lealtad y Amor del pueblo al Comandante Chávez, construyendo la Patria Grande, por eso hoy más que nunca ¡Somos Alegría, Somos Mayoría!", escribió el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro en su cuenta de Twitter.
Con una mega jornada de atención social que involucra distintos organismos del Estado venezolano y diversas actividades culturales el pueblo venezolano conmemora los 15 años de la llegada a la Presidencia del líder de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez.
El 2 de febrero de 1999 Hugo Chávez tomó posesión de su primer mandato presidencial, con el que dio inicio a la Revolución Bolivariana en Venezuela.
Chávez juramentó frente al pueblo que comenzaría cambios y transformaciones en lo social, político, cultural, en el que sus ciudadanos pasarían a ser protagonistas en el desarrollo del país.
El Revolucionario Bolivariano, quién canceló la deuda social, impulsó la teoría del socialismo con la aplicación de políticas donde le daba el poder a los pobres, que fueron excluidos los presidentes de la IV República.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ratificó este domingo la lealtad del pueblo al legado del Comandante Hugo Chávez en la construcción de la patria socialista, a través de su cuenta en la red social Twitter (@NicolasMaduro).
Hace 15 años nuestro Comandante llegó al Poder con la fuerza del pueblo,cuanta historia de luchas,sacrificios,Victorias¡Chávez Vive y Vive!!

Mi Camagüey

Enrique Ubieta Gómez
En La Habana nací y me formé. Pero hay dos ciudades que contribuyeron de manera decisiva a mi formación. En Kíev, entonces capital de la desaparecida Ucrania soviética, viví mis años universitarios y tuve a mi primer hijo. No pretendo hablar hoy de ella. A Kíev regresé, apenas por una semana, en 1985, y nunca más he vuelto, aunque deseos me sobran. En estos días arde, con la complacencia de Occidente y el dinero de los magnates que han invertido su capital en otros países de Europa. A Camagüey, en cambio, que es una de las más hermosas ciudades de mi Cuba, regreso una y otra vez. Precisamente en esa urbe, que hoy cumple sus primeros cinco siglos, inicié mi vida laboral. Fui ubicado como profesor de filosofía en el Instituto Superior Pedagógico José Martí –nombre del prócer hacia el que todos los caminos de las ciencias sociales, la literatura o la política conducen–, y durante los dos años de mi servicio social viví en sus albergues estudiantiles, donde los profesores contaban con la mínima exclusividad de un piso.
Agradezco esa ubicación, porque la ciudad agramontina –bello gentilicio que sus habitantes adoptan del apellido de uno de los iniciadores de la gesta independentista, precisamente el más romántico y cautivador–, siempre ha sido un centro cultural, y todo lo que La Habana dispersa y diluye en las trabajosas distancias y la multiplicidad de ofertas, aquella ciudad nos la entregaba de forma concentrada, dosificada. Todo lo que Camagüey ofrecía, que era mucho, estaba al alcance de la mano: fui, poco a poco, descubriendo a las mismas personas en las funciones de su exquisito Ballet, en los conciertos de la Orquesta Sinfónica, en las tertulias literarias, en los debates y estrenos cinematográficos, en las exposiciones de artes plásticas, en los estrenos del Teatro Dramático. De inmediato, me integré a la Brigada Hermanos Saínz de Jóvenes Escritores y Artistas, porque ya me consideraba escritor. Mi tesis de graduación era de Estética y allí, durante tres cursos, dos de ellos posteriores a mi partida, impartí un programa de postgrado sobre esa asignatura. La ciudad me cobijó, y permitió que hiciera lo que mi impulso juvenil me permitiese: publiqué creo que dos artículos en el periódico Adelante, fui jurado –por única vez en mi vida–, del Carnaval, y también de concursos literarios, leí y comenté versos de poetas cubanos y extranjeros en el espacio que Luciano Castillo conducía en la Biblioteca Provincial, participé en la creación de una efímera revista universitaria lezamiana (eran años de fervor lezamiano) nombrada Resonancias por Marrero, su principal impulsor. En ella participaron también el profesor Varona, de la Universidad y quien fuera mi más cercano amigo de esos años, el poeta y ensayista Roberto Méndez.  Hasta intenté escribir un guión de ballet para un conocido coreógrafo de la compañía. Tuve por supuesto una novia, de quien guardo un hermoso recuerdo.
Si me preguntan cuáles son las ciudades imprescindibles de Cuba, además de su capital, nombro a dos que se me antojan antagónicas: Camagüey y Santiago de Cuba. La primera, introvertida, de espíritu aristocrático, íntima como sus calles, gentil y precavida ante el intruso o el desconocido, para el que no se ofrece una amistad fácil, aunque una vez ganada sea trascendente; la segunda, popular, extrovertida y recta como sus calles, con sus azarosas subidas y bajadas, capaz de cobijar por una vez al desconocido en alguna de sus casas, y nunca más saber de él. Solo en mi segundo año de vida en Camagüey empecé a ser invitado a los hogares de mis compañeros, pero ellos todavía son mis amigos.
Vuelvo a Camagüey, a mi Pedagógico, siempre emocionado, porque de alguna manera en sus calles y en sus aulas comenzaron a concretarse mis sueños de estudiante. Allí aprendí que toda generación es una trabajosa construcción que solo tangencialmente tiene que ver con la comunión de las edades. Hace pocos meses me reencontré con dos de aquellos amigos, profesores del Departamento de Marxismo, Marcelo y Lopeteguis; allá vive el profesor Fidel Martínez, compañero de mis dos ciudades –Kiev y Camaguey–, y el doctor Veranes; el fino y hospitalario pintor Joel Jover, y los nuevos amigos del Partido Provincial. Hoy festejarán el aniversario 500 de la ciudad que cada mañana de sus días defienden. Dicen que se ha remozado y que luce aún más bella. Iré en algún momento, a felicitarla, cuando las luces de la conmemoración se hayan apagado; mi Camagüey y yo, en la intimidad de sus calles, y de mis recuerdos.