Atilio A. Boron
En escasas tres semanas el sistemático e incesante atropello del oficialismo a las normas, procedimientos y valores propios de una democracia precipitó la vertiginosa transición desde la república hacia una forma estatal diferente, que en la ciencia política se conoce bajo el nombre de régimen. Este se caracteriza por su desprecio por la legalidad, el autoritarismo en el ejercicio de las atribuciones presidenciales y la violación de las reglas del juego y de la cultura dialógica propias de la democracia. También por la supeditación de los otros poderes del estado a los designios del poder central y la esterilización de la voluntad popular resultante de la parálisis producida en el funcionamiento del Congreso. Todo esto motivado por un afán incontenible de cancelar algunos de los más importantes logros del kirchnerismo, para lo cual no existen escrúpulos de ningún tipo y se apela a un torrente de decretos de necesidad y urgencia, cuando no existen ni la una ni la otra. O a “aprietes” para destituir a funcionarios que gozan de una designación vitalicia, como la Procuradora General Alejandra Gils Carbó; o cuyo mandato legalmente estipulado todavía no había expirado, como Alejandro Vanoli al frente del Banco Central. O recurrir a monstruosidades jurídicas e institucionales, como la disolución de una agencia del estado como la AFSCA, establecida por una ley del Congreso que, además, había sido declarada constitucional por la Corte Suprema. Una profunda restauración conservadora está en marcha, y cuando finalmente comience el período ordinario de sesiones del Congreso el próximo 1° de marzo el paisaje institucional y jurídico de la Argentina será casi por completo irreconocible. Si se trata de un régimen por sus formas, por su contenido clasista es una plutocracia que instaura un país “atendido por sus dueños”, una “CEOcracia” en donde los gerentes de las más grandes compañías en diversas ramas de la economía toman por asalto las estructuras del estado y ejercen -claro que por ahora, ya se verá por cuanto tiempo- un poder omnímodo y en beneficio de la riqueza. CEOcracia, además, que registra un número sin precedentes de individuos procesados o imputados en diferentes estrados judiciales. Un poder desnudo y carente de las mediaciones resultantes de las luchas democráticas, y completamente irresponsable ante el Congreso (por lo menos durante los próximos dos meses) y ante la ciudadanía, atónita por un frenético despliegue de prepotencia institucional nunca visto desde la recuperación de la democracia. No hace falta ser demasiado perspicaz para comprobar que este tránsito decadente constituye además una impostura que contrasta escandalosamente con los mensajes de “paz y amor” que el hoy presidente propalaba con estudiada beatitud durante su campaña así como su promesa de reconstruir la unión de la familia argentina mediante el diálogo y el acuerdo político, intención enfáticamente anunciada en su mensaje inaugural al Congreso y groseramente desmentida en la práctica pocas horas después. Impostura, también, de aquellos supuestos vestales de la república y la democracia que ayer vociferaban sin pausa desde todos los megáfonos de la oligarquía mediática y que hoy, para su irremediable deshonra, guardan un cómplice e incalificable silencio ante la prepotencia del régimen.
La Isla Desconocida navega en pos de sí misma, la utopía en pos de la utopía, buscándose y hallándose siempre a medias, en mares cercanos a los dominios reales.
miércoles, 30 de diciembre de 2015
martes, 29 de diciembre de 2015
¿Baby Lores protesta?
Enrique Ubieta Gómez
Tomado de La Calle del Medio No. 91
Dice Baby Lores que tiene “el arte de aprovechar la oportunidad”, y quiero entender sus palabras en el buen sentido. Aprovechó el seguimiento morboso que sus fanes hacían de una aparente o real desavenencia con El Insurrecto, su ex socio –como se hace en el negocio internacional de la música–, para vender a cien fulas la real o supuesta reconciliación de ambos en el Salón Rojo del Capri. El talento para vender no siempre coincide con el de componer canciones, aunque a veces sí. Pero eso es agua pasada. La Calle del Medio lo entrevistó en junio de 2008 y en julio de ese año comentó su insólita afirmación de que se había propuesto reunir a “la gente VIP” de La Habana. Como si ser importante en Cuba tuviese algo que ver con la capacidad adquisitiva de una persona.
Pasó el tiempo, y Baby Lores empezó a compartir escenario con autores e intérpretes de mayor calidad. A diferencia de otros reguetoneros, él se había formado en un emblemático proyecto musical educativo de Cienfuegos: Ismaelillo. En ese proceso de redefinición, dio un paso inusual, diría que sorpresivo: se tatuó el rostro de Fidel en un hombro. Muchos dudaron de su sinceridad, pero La Calle del Medio lo defendió. Si era un acto oportunista, la propia vida lo juzgaría. Ahora, una publicación digital denominada On Cuba –cuyo perfil editorial se construye desde el cinismo– lo entrevista. Es cierto que las preguntas mantienen cierto tono irónico, pero el contexto editorial no propicia una lectura crítica (crítica del capitalismo, del “todo vale” y de sus manifestaciones individuales en Cuba) a partir de sus desenfadadas respuestas.
Baby Lores siente que tiene que regresar al más puro reguetón: “Tú puedes estar cantando con Pablo Milanés, que si no estás sonando en las discotecas, la gente en la calle te dice que estás ‘apagado’. ¡Fíjate qué cosa! ¿Por qué? Porque no les estás dando lo que ellos quieren”. Y en otra de sus respuestas canónicas, afirma categórico: “Para mí la fama lo es todo”. Expone con naturalidad su “drama”: “Por desgracia no tuve primos o tíos en Miami que me mandaran zapatos. Yo veía que a todos mis amiguitos les mandaban algo. Y yo decía: ¿Por qué no aparece un primo aunque sea lejano?”.
Como en el 2008, vuelve a confundir el éxito con las ganancias, porque cree que tener y ostentar (especular, en el argot cubano) define lo que se es. Dice: "Una vez un periódico me criticó diciendo que cómo yo iba a hablar de Revolución, si andaba en un Mercedes Benz, con los últimos Nike del mercado y una cadena de más de 15 mil dólares en el cuello. Esa es mi forma de protestar. Marcar la diferencia en una sociedad es ya una protesta, aunque sea solo desde lo visual. En Puerto Rico es normal que te pase por al lado un Ferrari, un tipo con una prenda, con un traje caro o con un celular moderno. En Cuba no lo es. El poder salir de la pobreza con nuestro reguetón, y darle a la gente la esperanza de que nosotros, a base de talento, pudimos hacerlo, demuestra que sí se puede.
Bueno, bueno. Creo recordar que Sotomayor, el imbatible recordista mundial de salto de altura, en cierta ocasión obtuvo como premio un Mercedes Benz del año. El problema es que Sotomayor es Sotomayor con o sin carro –no es VIP porque tenga una marca de carro, ni siquiera porque tenga carro–, y cuando saltaba, no estaba pensando en el Mercedes. Baby Lores revela una faceta importante de su personalidad, es un prisionero de las marcas, de las cosas. Los zapatos que deseaba, los que no pudo tener, no son unos cómodos y bonitos –no importa si caros o baratos–; son “los últimos Nike del mercado”. Si tiene 15 mil dólares, necesita colgárselos al cuello aunque camine de medio lado. Está instalado, probablemente sin saberlo, en la cultura del tener: las personas valen por lo que tienen y por lo que muestran. Seguir de manera mimética las exigencias de la cultura del tener –que es la oficial, la dominante en el mundo–, en una sociedad alternativa que no repudia el dinero que se gana con honestidad y talento, pero que se sustenta en la cultura del ser, ¿es su manera de protestar? Tengo el derecho de creerme que soy lo que tengo, lo que me pongo, diría él. Por cada Ferrari que circula en las calles de cualquier ciudad del mundo, diría Calle 13, hay mucho más que “un niño en la calle”. Y los de Puerto Rico, en bancarrota por cierto, sobran. Precisamente, ser como ese Puerto Rico colonial, es lo que no queremos.
Tomado de La Calle del Medio No. 91
Dice Baby Lores que tiene “el arte de aprovechar la oportunidad”, y quiero entender sus palabras en el buen sentido. Aprovechó el seguimiento morboso que sus fanes hacían de una aparente o real desavenencia con El Insurrecto, su ex socio –como se hace en el negocio internacional de la música–, para vender a cien fulas la real o supuesta reconciliación de ambos en el Salón Rojo del Capri. El talento para vender no siempre coincide con el de componer canciones, aunque a veces sí. Pero eso es agua pasada. La Calle del Medio lo entrevistó en junio de 2008 y en julio de ese año comentó su insólita afirmación de que se había propuesto reunir a “la gente VIP” de La Habana. Como si ser importante en Cuba tuviese algo que ver con la capacidad adquisitiva de una persona.
Pasó el tiempo, y Baby Lores empezó a compartir escenario con autores e intérpretes de mayor calidad. A diferencia de otros reguetoneros, él se había formado en un emblemático proyecto musical educativo de Cienfuegos: Ismaelillo. En ese proceso de redefinición, dio un paso inusual, diría que sorpresivo: se tatuó el rostro de Fidel en un hombro. Muchos dudaron de su sinceridad, pero La Calle del Medio lo defendió. Si era un acto oportunista, la propia vida lo juzgaría. Ahora, una publicación digital denominada On Cuba –cuyo perfil editorial se construye desde el cinismo– lo entrevista. Es cierto que las preguntas mantienen cierto tono irónico, pero el contexto editorial no propicia una lectura crítica (crítica del capitalismo, del “todo vale” y de sus manifestaciones individuales en Cuba) a partir de sus desenfadadas respuestas.
Baby Lores siente que tiene que regresar al más puro reguetón: “Tú puedes estar cantando con Pablo Milanés, que si no estás sonando en las discotecas, la gente en la calle te dice que estás ‘apagado’. ¡Fíjate qué cosa! ¿Por qué? Porque no les estás dando lo que ellos quieren”. Y en otra de sus respuestas canónicas, afirma categórico: “Para mí la fama lo es todo”. Expone con naturalidad su “drama”: “Por desgracia no tuve primos o tíos en Miami que me mandaran zapatos. Yo veía que a todos mis amiguitos les mandaban algo. Y yo decía: ¿Por qué no aparece un primo aunque sea lejano?”.
Como en el 2008, vuelve a confundir el éxito con las ganancias, porque cree que tener y ostentar (especular, en el argot cubano) define lo que se es. Dice: "Una vez un periódico me criticó diciendo que cómo yo iba a hablar de Revolución, si andaba en un Mercedes Benz, con los últimos Nike del mercado y una cadena de más de 15 mil dólares en el cuello. Esa es mi forma de protestar. Marcar la diferencia en una sociedad es ya una protesta, aunque sea solo desde lo visual. En Puerto Rico es normal que te pase por al lado un Ferrari, un tipo con una prenda, con un traje caro o con un celular moderno. En Cuba no lo es. El poder salir de la pobreza con nuestro reguetón, y darle a la gente la esperanza de que nosotros, a base de talento, pudimos hacerlo, demuestra que sí se puede.
Bueno, bueno. Creo recordar que Sotomayor, el imbatible recordista mundial de salto de altura, en cierta ocasión obtuvo como premio un Mercedes Benz del año. El problema es que Sotomayor es Sotomayor con o sin carro –no es VIP porque tenga una marca de carro, ni siquiera porque tenga carro–, y cuando saltaba, no estaba pensando en el Mercedes. Baby Lores revela una faceta importante de su personalidad, es un prisionero de las marcas, de las cosas. Los zapatos que deseaba, los que no pudo tener, no son unos cómodos y bonitos –no importa si caros o baratos–; son “los últimos Nike del mercado”. Si tiene 15 mil dólares, necesita colgárselos al cuello aunque camine de medio lado. Está instalado, probablemente sin saberlo, en la cultura del tener: las personas valen por lo que tienen y por lo que muestran. Seguir de manera mimética las exigencias de la cultura del tener –que es la oficial, la dominante en el mundo–, en una sociedad alternativa que no repudia el dinero que se gana con honestidad y talento, pero que se sustenta en la cultura del ser, ¿es su manera de protestar? Tengo el derecho de creerme que soy lo que tengo, lo que me pongo, diría él. Por cada Ferrari que circula en las calles de cualquier ciudad del mundo, diría Calle 13, hay mucho más que “un niño en la calle”. Y los de Puerto Rico, en bancarrota por cierto, sobran. Precisamente, ser como ese Puerto Rico colonial, es lo que no queremos.
lunes, 21 de diciembre de 2015
Elecciones en España: la agonía del bipartidismo
Atilio A. Boron
Con las elecciones de ayer el orden político posfranquista parece haber llegado a su fin. Este reposaba sobre un bipartidismo en el cual el Partido Popular, el heredero directo del franquismo, y el PSOE, convergían en un consenso eminentemente conservador que muchos analistas y publicistas edulcoraron calificándolo de “centrista” y que, perversamente, erigieron como el modelo a imitar por las nacientes democracias latinoamericanas en la década de los ochentas. En realidad esa convergencia hacia el centro no era tal: la preservación de la monarquía y los privilegios de la Iglesia Católica, la invisibilización de la historia de la república, la impunidad de los crímenes de la dictadura franquista, la adhesión a la OTAN, la indigna sumisión a la hegemonía estadounidense, y la capitulación ante el gran capital y, más recientemente, ante la Troika que realmente gobierna en Europa definen una agenda que sólo como producto de una malintencionada confusión podría ser caracterizada como de centro. Al igual que ocurre en la Argentina y el resto de América Latina, la noción de “centro” es un eufemismo para evitar decir “derecha”. Este proyecto no sólo se desmoronó en España a causa del impacto de la crisis capitalista y su inusual virulencia sino también debido al descubrimiento de una trama mafiosa de corrupción que mientras empobrecía a la ciudadanía y condenaba a uno de cada cinco españoles al desempleo enriquecía escandalosamente a la oligarquía financiera e industrial.
A partir de los resultados conocidos anoche no hay sino una chance de formar un gobierno: una gran coalición entre el PP y el PSOE, pero esto sería la institucionalización del proceso de putrefacción del segundo –antaño referencia obligada de la clase obrera española- y su conversión en un partido neoliberal más; y de confesión de impotencia política del primero, que para gobernar tendría que asociarse a su otrora rival histórico. Es la vieja España, aquella que según el hermoso verso de Antonio Machado podía helarte el corazón, la que parece a punto de morir. Pero hay momentos históricos en los que, recordaba Gramsci, “lo nuevo no acaba de nacer, y lo viejo no termina de morir”. Y esta es la situación que hoy presenta España. Hay síntomas que preanuncian la llegada de lo nuevo, pero por ahora este carece de la fuerza suficiente para derrotar definitivamente el viejo orden. Tal vez el PP y el PSOE sellen esa alianza. Sus homólogos lo hicieron en Alemania y hoy, en Nuestra América, lo están haciendo en Venezuela, donde los socialdemócratas y socialcristianos, adecos y copeyanos, se sientan en torno a la MUD para acabar con la revolución bolivariana. Pero si tal cosa ocurriera en España los días del PSOE estarían contados. PODEMOS y sus aliados han logrado 69 escaños en el Congreso de Diputados, pero con una estrategia electoral más inteligente y unitaria -incorporando a Izquierda Unida en la coalición de izquierdas y abandonando el absurdo macartismo del que PODEMOS hizo gala durante la campaña- esta coalición podría haber desplazado al PSOE del segundo lugar y convertirse en el eje de cualquier alternativa de gobierno. Esto no tiene nada de ilusorio pues esta coalición logró plasmarse en Cataluña y obtuvo la primera mayoría; y entró en segundo lugar en Madrid, Valencia, Navarra y Galicia e hizo una estupenda elección en el País Vasco. Para resumir: la unidad de las izquierdas no ocurrió esta vez, pero la lección parece que ha sido aprendida: la unidad paga. En ese sentido, el discurso del líder de PODEMOS, Pablo Iglesias, al darse a conocer los resultados reflejó un viraje hacia la izquierda de sus titubeantes definiciones anteriores, cuando eludía definirse como tal. Y lo hizo incorporando dos innovaciones originarias en la experiencia de la izquierda latinoamericana. La noción de una España Plurinacional, como Bolivia; y el voto de confianza ciudadano a mitad de mandato, lo que la Constitución Bolivariana designa como “referendo revocatorio”. Estas son propuestas que conmueven hasta sus cimientos el consenso conservador dominante durante cuarenta años en España, con un gobierno como el del PP que cosechó la repulsa de dos de cada tres españoles y que, por lo tanto, no puede desconocer el rotundo mensaje que le enviara la ciudadanía española. La inestabilidad y la incertidumbre serán los signos de los tiempos que se vienen. Los observadores no dejan de apelar al adjetivo “histórico” para definir al momento actual. Sectores políticos que carecían por completo de representación parlamentaria en el estado español ahora cuentan con un bloque de 69 diputados. No es suficiente para decir que se abre un nuevo período histórico, o se produce un cambio de época; pero, sin duda, es un alentador punto de partida. Habrá que ver qué es lo que hacen y cómo actúan esos representantes de la voluntad popular y si demuestran su capacidad para sortear las trampas que las democracias burguesas le tienen reservadas a quienes pretenden cambiar al mundo para hacerlo mejor.
Con las elecciones de ayer el orden político posfranquista parece haber llegado a su fin. Este reposaba sobre un bipartidismo en el cual el Partido Popular, el heredero directo del franquismo, y el PSOE, convergían en un consenso eminentemente conservador que muchos analistas y publicistas edulcoraron calificándolo de “centrista” y que, perversamente, erigieron como el modelo a imitar por las nacientes democracias latinoamericanas en la década de los ochentas. En realidad esa convergencia hacia el centro no era tal: la preservación de la monarquía y los privilegios de la Iglesia Católica, la invisibilización de la historia de la república, la impunidad de los crímenes de la dictadura franquista, la adhesión a la OTAN, la indigna sumisión a la hegemonía estadounidense, y la capitulación ante el gran capital y, más recientemente, ante la Troika que realmente gobierna en Europa definen una agenda que sólo como producto de una malintencionada confusión podría ser caracterizada como de centro. Al igual que ocurre en la Argentina y el resto de América Latina, la noción de “centro” es un eufemismo para evitar decir “derecha”. Este proyecto no sólo se desmoronó en España a causa del impacto de la crisis capitalista y su inusual virulencia sino también debido al descubrimiento de una trama mafiosa de corrupción que mientras empobrecía a la ciudadanía y condenaba a uno de cada cinco españoles al desempleo enriquecía escandalosamente a la oligarquía financiera e industrial.
A partir de los resultados conocidos anoche no hay sino una chance de formar un gobierno: una gran coalición entre el PP y el PSOE, pero esto sería la institucionalización del proceso de putrefacción del segundo –antaño referencia obligada de la clase obrera española- y su conversión en un partido neoliberal más; y de confesión de impotencia política del primero, que para gobernar tendría que asociarse a su otrora rival histórico. Es la vieja España, aquella que según el hermoso verso de Antonio Machado podía helarte el corazón, la que parece a punto de morir. Pero hay momentos históricos en los que, recordaba Gramsci, “lo nuevo no acaba de nacer, y lo viejo no termina de morir”. Y esta es la situación que hoy presenta España. Hay síntomas que preanuncian la llegada de lo nuevo, pero por ahora este carece de la fuerza suficiente para derrotar definitivamente el viejo orden. Tal vez el PP y el PSOE sellen esa alianza. Sus homólogos lo hicieron en Alemania y hoy, en Nuestra América, lo están haciendo en Venezuela, donde los socialdemócratas y socialcristianos, adecos y copeyanos, se sientan en torno a la MUD para acabar con la revolución bolivariana. Pero si tal cosa ocurriera en España los días del PSOE estarían contados. PODEMOS y sus aliados han logrado 69 escaños en el Congreso de Diputados, pero con una estrategia electoral más inteligente y unitaria -incorporando a Izquierda Unida en la coalición de izquierdas y abandonando el absurdo macartismo del que PODEMOS hizo gala durante la campaña- esta coalición podría haber desplazado al PSOE del segundo lugar y convertirse en el eje de cualquier alternativa de gobierno. Esto no tiene nada de ilusorio pues esta coalición logró plasmarse en Cataluña y obtuvo la primera mayoría; y entró en segundo lugar en Madrid, Valencia, Navarra y Galicia e hizo una estupenda elección en el País Vasco. Para resumir: la unidad de las izquierdas no ocurrió esta vez, pero la lección parece que ha sido aprendida: la unidad paga. En ese sentido, el discurso del líder de PODEMOS, Pablo Iglesias, al darse a conocer los resultados reflejó un viraje hacia la izquierda de sus titubeantes definiciones anteriores, cuando eludía definirse como tal. Y lo hizo incorporando dos innovaciones originarias en la experiencia de la izquierda latinoamericana. La noción de una España Plurinacional, como Bolivia; y el voto de confianza ciudadano a mitad de mandato, lo que la Constitución Bolivariana designa como “referendo revocatorio”. Estas son propuestas que conmueven hasta sus cimientos el consenso conservador dominante durante cuarenta años en España, con un gobierno como el del PP que cosechó la repulsa de dos de cada tres españoles y que, por lo tanto, no puede desconocer el rotundo mensaje que le enviara la ciudadanía española. La inestabilidad y la incertidumbre serán los signos de los tiempos que se vienen. Los observadores no dejan de apelar al adjetivo “histórico” para definir al momento actual. Sectores políticos que carecían por completo de representación parlamentaria en el estado español ahora cuentan con un bloque de 69 diputados. No es suficiente para decir que se abre un nuevo período histórico, o se produce un cambio de época; pero, sin duda, es un alentador punto de partida. Habrá que ver qué es lo que hacen y cómo actúan esos representantes de la voluntad popular y si demuestran su capacidad para sortear las trampas que las democracias burguesas le tienen reservadas a quienes pretenden cambiar al mundo para hacerlo mejor.
POR SIQUEIROS
Alberto Híjar Serrano
La etiqueta contra el culto a la personalidad, inhibe la crónica del homenaje por mi cumpleaños 80. Pero aprendí de Siqueiros, nacido un 28 de diciembre quizá de 1896 porque cambió año y lugar al incorporarse al ejército del General Manuel M. Diéguez, la aceptación de reconocimientos para destacar los trabajos colectivos irreductibles a nadie en particular por más que cuente cierta capacidad individualizada. En fin, resultaron tres libros, un bello panfleto, un disco y un festín irrepetible. Acompañaron una mesa redonda en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía de la UNAM, otra sesión a cargo del homenajeado y sus comentaristas, una sesión en un salón insuficiente para el libro de Miguel Ángel Esquivel Alberto Híjar: lucha de clases en la imaginación. Estética y marxismo en América Latina, un coloquio de jóvenes en el Museo Estudio Diego Rivera y el festín en local de la UPREZ de por sí ornamentado con mantas zapatistas y de los 43 (Omar García, el vocero, permaneció asomado en un pasillo con su habitual discreción). Barricada Sur en la música con todo y Fernando Morán llegado exprofeso de Los Ángeles para entregar el disco de León Chávez Teixeiro, Salario Mínimo, Barricada Sur y la voz de Híjar diciendo Checa al Che. Ahí se repartió el libro Praxis estética del XX al XXI y el disco. "Praxis estética" es un titulo-consigna inspirado en Marx que en 1844 propuso el comunismo como “vivir conforme a las leyes de la belleza”. Un tríptico de 21 Filosofemas del XX al XXI propone líneas de practica teórica como dice Althusser para escándalo de los antidialécticos aferrados a que la práctica es la práctica y la teoría la teoría. Estamos con el Che contra la ley del valor desde ya y asumimos la consigna cubana de “convertir el revés en victoria”. Recordamos una pancarta del español Podemos: “no somos antisistema, ellos son antinosotros”. Intentamos ir más allá de la resistencia porque sabemos que la mejor defensa es el ataque y procuramos desbordar los cauces populares organizados y combativos, o sea, estamos por el desmadre en tanto significa sacar de madre el torrente. De aquí el sarcasmo y la ironía a lo Roque Dalton, Omar Cabezas y Ali Gómez García “El Ñángara” porque respondemos a la pregunta de Benedetti “¿de que se ríe señor ministro?” porque sabemos que la crisis de muerte es propiciada por nuestros enemigos. Débiles aún, la de nosotros es crisis de vida. Queda bien terminar esta arenga con el fragmento de "La Magnífica" aprendida por Lucia Vidales de las Comunidades Eclesiales de Base de Santo Domingo-Pedregales en lucha contra la Ciudad del Futuro, futuro de muerte empresarial, sobre el nacido y celebrado en la Nochebuena: “disipó el orgullo de los soberbios, trastornando sus designios, desposeyó a los poderosos y elevó a los humildes, a los necesitados los lleno de bienes y a los ricos los dejo sin cosa alguna”. Magnífica ruta, la única justa. Amen.
La etiqueta contra el culto a la personalidad, inhibe la crónica del homenaje por mi cumpleaños 80. Pero aprendí de Siqueiros, nacido un 28 de diciembre quizá de 1896 porque cambió año y lugar al incorporarse al ejército del General Manuel M. Diéguez, la aceptación de reconocimientos para destacar los trabajos colectivos irreductibles a nadie en particular por más que cuente cierta capacidad individualizada. En fin, resultaron tres libros, un bello panfleto, un disco y un festín irrepetible. Acompañaron una mesa redonda en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía de la UNAM, otra sesión a cargo del homenajeado y sus comentaristas, una sesión en un salón insuficiente para el libro de Miguel Ángel Esquivel Alberto Híjar: lucha de clases en la imaginación. Estética y marxismo en América Latina, un coloquio de jóvenes en el Museo Estudio Diego Rivera y el festín en local de la UPREZ de por sí ornamentado con mantas zapatistas y de los 43 (Omar García, el vocero, permaneció asomado en un pasillo con su habitual discreción). Barricada Sur en la música con todo y Fernando Morán llegado exprofeso de Los Ángeles para entregar el disco de León Chávez Teixeiro, Salario Mínimo, Barricada Sur y la voz de Híjar diciendo Checa al Che. Ahí se repartió el libro Praxis estética del XX al XXI y el disco. "Praxis estética" es un titulo-consigna inspirado en Marx que en 1844 propuso el comunismo como “vivir conforme a las leyes de la belleza”. Un tríptico de 21 Filosofemas del XX al XXI propone líneas de practica teórica como dice Althusser para escándalo de los antidialécticos aferrados a que la práctica es la práctica y la teoría la teoría. Estamos con el Che contra la ley del valor desde ya y asumimos la consigna cubana de “convertir el revés en victoria”. Recordamos una pancarta del español Podemos: “no somos antisistema, ellos son antinosotros”. Intentamos ir más allá de la resistencia porque sabemos que la mejor defensa es el ataque y procuramos desbordar los cauces populares organizados y combativos, o sea, estamos por el desmadre en tanto significa sacar de madre el torrente. De aquí el sarcasmo y la ironía a lo Roque Dalton, Omar Cabezas y Ali Gómez García “El Ñángara” porque respondemos a la pregunta de Benedetti “¿de que se ríe señor ministro?” porque sabemos que la crisis de muerte es propiciada por nuestros enemigos. Débiles aún, la de nosotros es crisis de vida. Queda bien terminar esta arenga con el fragmento de "La Magnífica" aprendida por Lucia Vidales de las Comunidades Eclesiales de Base de Santo Domingo-Pedregales en lucha contra la Ciudad del Futuro, futuro de muerte empresarial, sobre el nacido y celebrado en la Nochebuena: “disipó el orgullo de los soberbios, trastornando sus designios, desposeyó a los poderosos y elevó a los humildes, a los necesitados los lleno de bienes y a los ricos los dejo sin cosa alguna”. Magnífica ruta, la única justa. Amen.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
Posponen formación de la comisión que debatirá si se abre un proceso a Rousseff
Eric Nepomuceno
Río de Janeiro.
La Jornada
Si había dudas sobre las dimensiones del movimiento golpista que se desarrolla en Brasil, este lunes ha sido pródigo en dirimirlas. Primero: luego de un día de alta tensión y fuerte expectativa, Brasilia fue sacudida por otra maniobra del inagotable repertorio de artimañas del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha. Faltando poco más de media hora para que se agotara el plazo para que los partidos con representación en la cámara baja indicaran, a las seis de la tarde, los nombres de los integrantes de la Comisión Especial encargada de pronunciarse sobre la aprobación del pedido de apertura de un juicio político para destituir a la presidenta Dilma Rousseff, Cunha postergó la sesión para las dos de la tarde de este martes. Y luego, por la noche, se conocieron los términos de una carta personal que el vicepresidente Michel Temer, del mismo partido de Cunha, envió a Dilma Rousseff y que filtró a la prensa. Todo, o casi todo, lo que dice Temer en su carta es justificable. Lo que no se justifica es que, primero, haya tardado tanto en decirlo, y, segundo, haber filtrado la carta personal para que funcionara como claro anuncio de ruptura en un momento crítico. Seguramente, y con su vasta experiencia tras bastidores, Temer sintió que su partido está dividido entre respaldar a la presidenta, de cuyo gobierno no sólo es aliado, sino que ocupa siete ministerios, o contribuir a su destitución, con lo que tendría todos los ministerios (31) para distribuir entre los suyos y los demás conspiradores. No hay que desvincular la decisión de Cunha, investigado por la Corte Suprema y enjuiciado por sus pares, de la iniciativa de Michel Temer, que además preside su partido, el PMDB. El vicepresidente es suave al punto de limitarse, sin declarar ruptura, en la carta que mandó a la presidenta, al enumerar quejas y reiterar que ella y el gobierno jamás confiaron en él, y lo limitaron a un mero papel decorativo. Si no es ruptura, ¿qué será? Ahora se da el alargue para que tanto la oposición como los disidentes y rebeldes de los partidos que integran la base parlamentaria de apoyo al gobierno tengan espacio de maniobra. Por si fuera poco, Cunha rompió el acuerdo que había establecido con los líderes de las bancadas, que nombrarían a los miembros de la Comisión Especial. Al notar que la composición favorecía a Dilma, convino que habrá una votación abierta en el pleno para decidir quiénes integrarán el grupo. Con el respaldo de la carta personal de Temer, el PMDB, ducho en chantajes y traiciones, tendrá terreno fértil para negociar y traicionar. La carta agrega fuerza a la maniobra. Hay un detalle importante: no por casualidad, el Consejo de Ética de la Cámara de Diputados, que deberá determinar la apertura de un proceso a Cunha que seguramente resultará en la pérdida de su mandato, a raíz de una larga y variada serie de delitos que comprobadamente cometió, como recibir 5 millones de dólares en sobornos de Petrobras y sus cuentas de banco en Suiza, se reuniría exactamente a las dos de la tarde de este martes. Como el reglamento interno de la Cámara determina que cuando haya sesión plenaria comisiones y consejos no pueden reunirse, el juicio a Cunha será aplazado por cuarta vez en cuatro semanas. Se diseñan así los pasos de lo que se vivirá en las próximas jornadas. Durante el fin de semana tanto los que pugnan por la destitución de Rousseff como los que defienden su mandato, conquistado por el voto popular y asegurado por la Constitución, prepararon sus respectivas estrategias de acción. La izquierda y la centroizquierda se alinearon en defensa del mandato conquistado por el voto popular. Ya para el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, lo único que importa es alcanzar, por la vía de un golpe en el Congreso, lo que las urnas electorales le negaron en cuatro ocasiones consecutivas. Para tanto, cuentan con el respaldo de los partidos de derecha. Y en este punto había la gran incógnita: ¿cómo se situaría el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, el PMDB, al cual pertenecen tanto el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, como el del Senado y del Congreso, Renan Calheiros, además del vicepresidente de la República, Michel Temer? Pese a estar muy fraccionado, es el mayor partido en el Congreso y el principal aliado –pese a su imparable deslealtad– del gobierno. Había otra duda: ¿cómo se portaría Michel Temer, quien, en caso de destitución de la mandataria, asumiría la presidencia? Temer pasó el fin de semana y todo el lunes en reuniones con líderes empresariales y altos dirigentes de la oposición, buscando estructurar la base de apoyo de lo que podrá ser su gobierno. Al mismo tiempo, decía auscultar su partido. Ahora, ya se sabe. Cunha, considerado un amoral desequilibrado, juega para postergar su fin. Y Michel Temer juega para acercarse al futuro, es decir, a sus ambiciones. Uno y otro actúan en plena sintonía. La tensión irá en aumento. Serán días duros para el país que tiene la mayor población y la mayor economía de América Latina, y cuyo destino tendrá inevitable influencia sobre toda la región.
Río de Janeiro.
La Jornada
Si había dudas sobre las dimensiones del movimiento golpista que se desarrolla en Brasil, este lunes ha sido pródigo en dirimirlas. Primero: luego de un día de alta tensión y fuerte expectativa, Brasilia fue sacudida por otra maniobra del inagotable repertorio de artimañas del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha. Faltando poco más de media hora para que se agotara el plazo para que los partidos con representación en la cámara baja indicaran, a las seis de la tarde, los nombres de los integrantes de la Comisión Especial encargada de pronunciarse sobre la aprobación del pedido de apertura de un juicio político para destituir a la presidenta Dilma Rousseff, Cunha postergó la sesión para las dos de la tarde de este martes. Y luego, por la noche, se conocieron los términos de una carta personal que el vicepresidente Michel Temer, del mismo partido de Cunha, envió a Dilma Rousseff y que filtró a la prensa. Todo, o casi todo, lo que dice Temer en su carta es justificable. Lo que no se justifica es que, primero, haya tardado tanto en decirlo, y, segundo, haber filtrado la carta personal para que funcionara como claro anuncio de ruptura en un momento crítico. Seguramente, y con su vasta experiencia tras bastidores, Temer sintió que su partido está dividido entre respaldar a la presidenta, de cuyo gobierno no sólo es aliado, sino que ocupa siete ministerios, o contribuir a su destitución, con lo que tendría todos los ministerios (31) para distribuir entre los suyos y los demás conspiradores. No hay que desvincular la decisión de Cunha, investigado por la Corte Suprema y enjuiciado por sus pares, de la iniciativa de Michel Temer, que además preside su partido, el PMDB. El vicepresidente es suave al punto de limitarse, sin declarar ruptura, en la carta que mandó a la presidenta, al enumerar quejas y reiterar que ella y el gobierno jamás confiaron en él, y lo limitaron a un mero papel decorativo. Si no es ruptura, ¿qué será? Ahora se da el alargue para que tanto la oposición como los disidentes y rebeldes de los partidos que integran la base parlamentaria de apoyo al gobierno tengan espacio de maniobra. Por si fuera poco, Cunha rompió el acuerdo que había establecido con los líderes de las bancadas, que nombrarían a los miembros de la Comisión Especial. Al notar que la composición favorecía a Dilma, convino que habrá una votación abierta en el pleno para decidir quiénes integrarán el grupo. Con el respaldo de la carta personal de Temer, el PMDB, ducho en chantajes y traiciones, tendrá terreno fértil para negociar y traicionar. La carta agrega fuerza a la maniobra. Hay un detalle importante: no por casualidad, el Consejo de Ética de la Cámara de Diputados, que deberá determinar la apertura de un proceso a Cunha que seguramente resultará en la pérdida de su mandato, a raíz de una larga y variada serie de delitos que comprobadamente cometió, como recibir 5 millones de dólares en sobornos de Petrobras y sus cuentas de banco en Suiza, se reuniría exactamente a las dos de la tarde de este martes. Como el reglamento interno de la Cámara determina que cuando haya sesión plenaria comisiones y consejos no pueden reunirse, el juicio a Cunha será aplazado por cuarta vez en cuatro semanas. Se diseñan así los pasos de lo que se vivirá en las próximas jornadas. Durante el fin de semana tanto los que pugnan por la destitución de Rousseff como los que defienden su mandato, conquistado por el voto popular y asegurado por la Constitución, prepararon sus respectivas estrategias de acción. La izquierda y la centroizquierda se alinearon en defensa del mandato conquistado por el voto popular. Ya para el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, lo único que importa es alcanzar, por la vía de un golpe en el Congreso, lo que las urnas electorales le negaron en cuatro ocasiones consecutivas. Para tanto, cuentan con el respaldo de los partidos de derecha. Y en este punto había la gran incógnita: ¿cómo se situaría el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, el PMDB, al cual pertenecen tanto el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, como el del Senado y del Congreso, Renan Calheiros, además del vicepresidente de la República, Michel Temer? Pese a estar muy fraccionado, es el mayor partido en el Congreso y el principal aliado –pese a su imparable deslealtad– del gobierno. Había otra duda: ¿cómo se portaría Michel Temer, quien, en caso de destitución de la mandataria, asumiría la presidencia? Temer pasó el fin de semana y todo el lunes en reuniones con líderes empresariales y altos dirigentes de la oposición, buscando estructurar la base de apoyo de lo que podrá ser su gobierno. Al mismo tiempo, decía auscultar su partido. Ahora, ya se sabe. Cunha, considerado un amoral desequilibrado, juega para postergar su fin. Y Michel Temer juega para acercarse al futuro, es decir, a sus ambiciones. Uno y otro actúan en plena sintonía. La tensión irá en aumento. Serán días duros para el país que tiene la mayor población y la mayor economía de América Latina, y cuyo destino tendrá inevitable influencia sobre toda la región.
¿Sabes quién soy?
Farruco Sesto
¿Sabes quién soy?
Soy la fuerza que no se doblega
Con una idea en el corazón
me hice persona
humana.
Ese es el orgulloso título que llevo
tatuado en la frente.
Me sostengo en pie sobre la dignidad
que en multitud me ha sido
conferida.
En libertad respiro.
La lucha es larga.
Es imposible que me compren.
Es imposible que me acobarden.
Es imposible que me derroten.
Me llamo pueblo
de Chávez.
¿Sabes quién soy?
Soy la fuerza que no se doblega
Con una idea en el corazón
me hice persona
humana.
Ese es el orgulloso título que llevo
tatuado en la frente.
Me sostengo en pie sobre la dignidad
que en multitud me ha sido
conferida.
En libertad respiro.
La lucha es larga.
Es imposible que me compren.
Es imposible que me acobarden.
Es imposible que me derroten.
Me llamo pueblo
de Chávez.
lunes, 7 de diciembre de 2015
La trampa
Atilio A. Boron
Las elecciones parlamentarias en Venezuela arrojan varias enseñanzas que creo necesario subrayar. En primer lugar que, contrariamente a todas las predicciones de los lenguaraces de la derecha, el comicio se realizó, al igual que todos los anteriores, de una manera impecable. No hubo denuncias de ningún tipo, salvo el exabrupto de tres ex presidentes latinoamericanos, que a las cuatro de la tarde (dos horas antes de la conclusión del acto electoral) ya anunciaban al ganador de la contienda. Fuera de esto, la “dictadura chavista” volvió a demostrar una transparencia y honestidad del acto electoral que más quisieran tener muchos países dentro y fuera de América Latina, comenzando por Estados Unidos. El reconocimiento hecho por el presidente Nicolás Maduro ni bien se dieron a conocer los resultados oficiales contrasta favorablemente con la actitud de la oposición, que en el pasado se empecinó en desconocer el veredicto de las urnas. Lo mismo cabe decir de Washington, que al día de hoy no reconoce el triunfo de Maduro en las presidenciales del 2013. Unos son demócratas de verdad, los otros grandes simuladores.
Segundo, resaltar lo importante de que luego de casi 17 años de gobiernos chavistas y en medio de las durísimas condiciones prevalecientes en Venezuela, el oficialismo siga contando con la adhesión del cuarenta por ciento del electorado en una elección parlamentaria. Tercero, el resultado desplaza a la oposición de su postura facilista y de su frenético denuncialismo porque ahora, al contar con una holgada mayoría parlamentaria, tendrá corresponsabilidades en la gestión de la cosa pública. Ya no será sólo el gobierno el responsable de las dificultades que agobian a la ciudadanía. Esa responsabilidad será de ahora en más compartida.
Cuarto y último, una reflexión más de fondo. ¿Hasta qué punto se pueden organizar “elecciones libres” en las condiciones existentes en Venezuela? En el Reino Unido debían celebrarse elecciones generales en 1940. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial obligó a postergarlas hasta 1945. El argumento utilizado fue que el desquicio ocasionado por la guerra impedía que el electorado pudiera ejercer su libertad de manera consciente y responsable. Los continuos ataques de los alemanes y las enormes dificultades de la vida cotidiana, entre ellos el de la obtención de los elementos indispensables para la misma, afectaban de tal manera a la ciudadanía que impedían que esta ejerciera sus derechos en pleno goce de la libertad. ¿Fueron muy distintas las condiciones bajo las cuales se llevaron a cabo las elecciones en Venezuela? No del todo. Hubo importantes similitudes. La Casa Blanca había declarado en Marzo que Venezuela era “una inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos”, lo que equivalía a una declaración de guerra contra esa nación sudamericana. Por otra parte, desde hacía muchos años Washington había destinado ingentes recursos financieros para “empoderar la sociedad civil” en Venezuela y ayudar a la formación de nuevos liderazgos políticos, eufemismos que pretendían ocultar los planes injerencistas de la potencia hegemónica y sus afanes por derrocar al gobierno del presidente Maduro. La pertinaz guerra económica lanzada por el imperio así como su incesante campaña diplomática y mediática acabaron por erosionar la lealtad de las bases sociales del chavismo, agotada y también enfurecida por años de desabastecimiento planificado, alza incontenible de los precios y auge de la inseguridad ciudadana. Bajo estas condiciones, a las cuales sin duda hay que agregar los gruesos errores en la gestión macroeconómica del oficialismo y los estragos producidos por la corrupción, nunca combatida seriamente por el gobierno, era obvio que la elección del domingo pasado tenía que terminar como terminó. Desgraciadamente, el “orden mundial” heredado de la Segunda Guerra Mundial, que un documento reciente de Washington reconoce que “ha servido muy bien” a los intereses de Estados Unidos, no ha sido igualmente útil para proteger a los países de la periferia de la prepotencia imperial, de su descarado intervencionismo y de sus siniestros proyectos autoritarios. Venezuela ha sido la última víctima de esa escandalosa inmoralidad del “orden mundial” actual que asiste impertérrito a una agresión no convencional sobre un tercer país con el propósito de derrocar a un gobierno satanizado como enemigo. Si esto sigue siendo aceptado por la comunidad internacional y sus órganos de gobernanza global, ¿qué país podrá garantizar para sus ciudadanos “elecciones libres”? Por algo en los años setenta del siglo pasado los países del capitalismo avanzado bloquearon una iniciativa planteada en el seno de la ONU que pretendía definir la “agresión internacional” como algo que fuese más allá de la intervención armada. Leyendo la reciente experiencia del Chile de Allende algunos países intentaron promover una definición que incluyese también la guerra económica y mediática como la que se descargó sobre la Venezuela bolivariana, y fueron derrotados. Es hora de revisar ese asunto, si queremos que la maltrecha democracia, arrasada hace unas semanas en Grecia y este domingo pasado en Venezuela, sobreviva a la contraofensiva del imperio. Si esa práctica no puede ser removida del sistema internacional, si se sigue consintiendo que un país poderoso intervenga desvergonzada e impunemente sobre otro, las elecciones serán una trampa que sólo servirán para legitimar los proyectos reaccionarios de Estados Unidos y sus lugartenientes regionales. Y pudiera ocurrir que mucha gente comience a pensar que tal vez otras vías de acceso al -y mantenimiento del- poder puedan ser más efectivas y confiables que las elecciones.
Las elecciones parlamentarias en Venezuela arrojan varias enseñanzas que creo necesario subrayar. En primer lugar que, contrariamente a todas las predicciones de los lenguaraces de la derecha, el comicio se realizó, al igual que todos los anteriores, de una manera impecable. No hubo denuncias de ningún tipo, salvo el exabrupto de tres ex presidentes latinoamericanos, que a las cuatro de la tarde (dos horas antes de la conclusión del acto electoral) ya anunciaban al ganador de la contienda. Fuera de esto, la “dictadura chavista” volvió a demostrar una transparencia y honestidad del acto electoral que más quisieran tener muchos países dentro y fuera de América Latina, comenzando por Estados Unidos. El reconocimiento hecho por el presidente Nicolás Maduro ni bien se dieron a conocer los resultados oficiales contrasta favorablemente con la actitud de la oposición, que en el pasado se empecinó en desconocer el veredicto de las urnas. Lo mismo cabe decir de Washington, que al día de hoy no reconoce el triunfo de Maduro en las presidenciales del 2013. Unos son demócratas de verdad, los otros grandes simuladores.
Segundo, resaltar lo importante de que luego de casi 17 años de gobiernos chavistas y en medio de las durísimas condiciones prevalecientes en Venezuela, el oficialismo siga contando con la adhesión del cuarenta por ciento del electorado en una elección parlamentaria. Tercero, el resultado desplaza a la oposición de su postura facilista y de su frenético denuncialismo porque ahora, al contar con una holgada mayoría parlamentaria, tendrá corresponsabilidades en la gestión de la cosa pública. Ya no será sólo el gobierno el responsable de las dificultades que agobian a la ciudadanía. Esa responsabilidad será de ahora en más compartida.
Cuarto y último, una reflexión más de fondo. ¿Hasta qué punto se pueden organizar “elecciones libres” en las condiciones existentes en Venezuela? En el Reino Unido debían celebrarse elecciones generales en 1940. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial obligó a postergarlas hasta 1945. El argumento utilizado fue que el desquicio ocasionado por la guerra impedía que el electorado pudiera ejercer su libertad de manera consciente y responsable. Los continuos ataques de los alemanes y las enormes dificultades de la vida cotidiana, entre ellos el de la obtención de los elementos indispensables para la misma, afectaban de tal manera a la ciudadanía que impedían que esta ejerciera sus derechos en pleno goce de la libertad. ¿Fueron muy distintas las condiciones bajo las cuales se llevaron a cabo las elecciones en Venezuela? No del todo. Hubo importantes similitudes. La Casa Blanca había declarado en Marzo que Venezuela era “una inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos”, lo que equivalía a una declaración de guerra contra esa nación sudamericana. Por otra parte, desde hacía muchos años Washington había destinado ingentes recursos financieros para “empoderar la sociedad civil” en Venezuela y ayudar a la formación de nuevos liderazgos políticos, eufemismos que pretendían ocultar los planes injerencistas de la potencia hegemónica y sus afanes por derrocar al gobierno del presidente Maduro. La pertinaz guerra económica lanzada por el imperio así como su incesante campaña diplomática y mediática acabaron por erosionar la lealtad de las bases sociales del chavismo, agotada y también enfurecida por años de desabastecimiento planificado, alza incontenible de los precios y auge de la inseguridad ciudadana. Bajo estas condiciones, a las cuales sin duda hay que agregar los gruesos errores en la gestión macroeconómica del oficialismo y los estragos producidos por la corrupción, nunca combatida seriamente por el gobierno, era obvio que la elección del domingo pasado tenía que terminar como terminó. Desgraciadamente, el “orden mundial” heredado de la Segunda Guerra Mundial, que un documento reciente de Washington reconoce que “ha servido muy bien” a los intereses de Estados Unidos, no ha sido igualmente útil para proteger a los países de la periferia de la prepotencia imperial, de su descarado intervencionismo y de sus siniestros proyectos autoritarios. Venezuela ha sido la última víctima de esa escandalosa inmoralidad del “orden mundial” actual que asiste impertérrito a una agresión no convencional sobre un tercer país con el propósito de derrocar a un gobierno satanizado como enemigo. Si esto sigue siendo aceptado por la comunidad internacional y sus órganos de gobernanza global, ¿qué país podrá garantizar para sus ciudadanos “elecciones libres”? Por algo en los años setenta del siglo pasado los países del capitalismo avanzado bloquearon una iniciativa planteada en el seno de la ONU que pretendía definir la “agresión internacional” como algo que fuese más allá de la intervención armada. Leyendo la reciente experiencia del Chile de Allende algunos países intentaron promover una definición que incluyese también la guerra económica y mediática como la que se descargó sobre la Venezuela bolivariana, y fueron derrotados. Es hora de revisar ese asunto, si queremos que la maltrecha democracia, arrasada hace unas semanas en Grecia y este domingo pasado en Venezuela, sobreviva a la contraofensiva del imperio. Si esa práctica no puede ser removida del sistema internacional, si se sigue consintiendo que un país poderoso intervenga desvergonzada e impunemente sobre otro, las elecciones serán una trampa que sólo servirán para legitimar los proyectos reaccionarios de Estados Unidos y sus lugartenientes regionales. Y pudiera ocurrir que mucha gente comience a pensar que tal vez otras vías de acceso al -y mantenimiento del- poder puedan ser más efectivas y confiables que las elecciones.
domingo, 6 de diciembre de 2015
La batalla electoral en Venezuela. La flatulenta oposición clamará su fraude
Alexis Triana
Especial desde Caracas
Aquí todo se sabe: ya me había enterado en la fila del FarmaTodo de una zona de clase media alta en la bulliciosa Caracas. Un exaltado hombre había empezado a protestar, porque había cuatro personas delante de nosotros para pagar. Comenzó por la cola, y terminó vociferando que esta vez sería distinto, porque habían montado un servidor en el extranjero para contar voto a voto, y tenían hasta la última tecnología para que no pudieran cortar la luz a la hora del conteo. Y concluyó, sentenciando a una anciana sexagenaria que asentía en silencio: ¨Esto no hay quien lo aguante¨. Y es que la mal llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha instalado en la Florida, de Caracas, una súper equipada sala de monitoreo, que tiene ingenieros de computación y de sistemas, analistas nacionales y observadores extranjeros, y toda una parafernalia de líneas telefónicas para que a las seis de la tarde de este domingo, desde el mismísima sede de Acción Democrática, se lance un aluvión de mensajes de texto a los celulares de la república, anunciando su triunfo para confundir al electorado, y poder cantar el anhelado fraude.
Especial desde Caracas
Aquí todo se sabe: ya me había enterado en la fila del FarmaTodo de una zona de clase media alta en la bulliciosa Caracas. Un exaltado hombre había empezado a protestar, porque había cuatro personas delante de nosotros para pagar. Comenzó por la cola, y terminó vociferando que esta vez sería distinto, porque habían montado un servidor en el extranjero para contar voto a voto, y tenían hasta la última tecnología para que no pudieran cortar la luz a la hora del conteo. Y concluyó, sentenciando a una anciana sexagenaria que asentía en silencio: ¨Esto no hay quien lo aguante¨. Y es que la mal llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha instalado en la Florida, de Caracas, una súper equipada sala de monitoreo, que tiene ingenieros de computación y de sistemas, analistas nacionales y observadores extranjeros, y toda una parafernalia de líneas telefónicas para que a las seis de la tarde de este domingo, desde el mismísima sede de Acción Democrática, se lance un aluvión de mensajes de texto a los celulares de la república, anunciando su triunfo para confundir al electorado, y poder cantar el anhelado fraude.
Las
cuñas pagadas en las emisoras de radio y televisión han secundado la matriz de
que esto es un plebiscito contra el gobierno, casi un adelanto del revocatorio
contra el presidente constitucional. Bastaba mover el dial para oir el burdo
llamado en medio de anuncios comerciales: No tengas miedo. Sí quieres tener
plata, si estás obstinado de la cola, no te dejes engañar, vota este domingo
abajo y a la izquierda, en la manito. -y conste que transcribo textual de los
anuncios pagos por la derecha apátrida: !Esto no lo aguanta nadie! Es ahora o
nunca… La frase de aquel ciudadano es por tanto, reflejo y no pura
coincidencia.
Hasta
el titular de El País, desde Madrid el pasado viernes, era de las peores
perlas: ¨Inquietud en Venezuela por la reacción de Maduro ante una derrota¨, y firmaban
los dos corresponsales, cuando todavía era la mañana en Caracas, comenzaba el
cierre de las campañas, y otra vez un mar de rojo pueblo acompañaría al
presidente constitucional en la Avenida Bolívar, mientras los líderes de la
mesa unida por la fuerza no se acababan de ver juntos ni en un mitin desde el
pasado enero.
Para
no gastar palabras en el mísero ABC, que intenta sembrar cizaña dentro de la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y anuncia que hay un plan militar para
presionar al chavismo a reconocer un resultado adverso. ¨No será algo "de
inmediato", sino que será en "escalada" de acuerdo al aumento de
la presión popular e internacional” –desvergüenza el diario monárquico sin
citar a otra fuente que no sea el informe de una consultora internacional. Y
hasta publica el supuesto mensaje: ¨Cuando te avisemos de que hoy es la fiesta,
tú estate pendiente.¨
Como
buen discípulo de Poncio Pilatos, Capriles Randowski ya se ha cuidado de portar
una imagen violenta. "Si aquí alguien (de la oposición), un loco o una
loca pretende salir, quiere convertir el domingo en algo distinto a lo que han
dicho los venezolanos con su voto, ten la plena seguridad que este servidor
(...) va a salir inmediatamente a decir que esa gente no me representa¨ –advirtió
ayer a la agencia francesa de noticias. Nada dice de la operación Defensa del
Voto, y los grupos de choque que dirigentes de la MUD han contratado para que,
a partir de las siete de la noche, generen desestabilización, como denunció un
patriota a Diosdado Cabello, presidente del parlamento, en el programa
televisivo “Con el Mazo Dando”. Por si las moscas, la esposa del apetecido
preso Leopoldo López, dejó sus dos hijos a buen resguardo en Miami, alerta el
portal digital Aporrea.
Es
una oposición camaleónica, que cambia de discurso en dependencia de los aciertos
o errores del gobierno. Capaz de lanzar como tema de campaña una versión de la
canción que llevó a los chavistas a la anterior victoria. Ha mal aprendido los
métodos de hacer el casa a casa, y hablar con la gente de sus problemas
cotidianos. Saben que el ciudadano común está afectado con el desabastecimiento
de los productos de primera necesidad. De ahí que alternan con el reparto de
bolsas de comida en los sectores de extrema pobreza, y pagan hasta veinticinco
mil bolívares por el posible voto, algo equivalente a los veinte dólares por
marchar con las damas sin blanco.
Todo
vale para esta gentuza, decidida a presentar el asesinato de un dirigente de
Acción Democrática en Guárico, como un crimen del gobierno. Y no un ajuste
entre pandilleros. O el paro del transporte que intentaron presionar, y que
sucedería tras la difusión de un falso aumento del pasaje entre el 40 y 50%,
para las rutas cortas y largas. O los supuestos mercados populares programados
para el sábado 28 de noviembre, los cuales fueron convocados por cuentas de
Twitter con fachadas chavistas, cuando no es el proceder del Gobierno, para
irritar aún más a los pobladores. Lo que no dice ni siquiera Patricia Janiot,
recién llegada en exclusiva desde CNN, es que el voto en el sistema electoral
venezolano es tan secreto, que dura apenas un minuto, y está totalmente
blindado. Lo ratifica Leonel Fernández, el ex presidente dominicano, quien
viene al frente de la delegación de UNASUR que tendrá observadores en once
estados: “Es un sistema sólido e inexpugnable”. Mas mucho antes lo había
reconocido nada menos que Jimmy Carter, al calificarlo como "El mejor
proceso electoral del mundo."
A
tal punto que la tal MUD lo solicitó para elegir más de cuarenta candidatos de
sus elecciones primarias, en treinta y tres circuitos electorales con la misma
plataforma a utilizar este domingo. Que sus expertos ingenieros han participado
de diecinueve auditorías, ratificando la triple protección: primero el cotejo
de la cédula de identidad, con huella digital y foto frente al padrón
electoral; segundo cuando estampa su dedo en la máquina registradora, y tercero
cuando el recibo de papel se deposita en una urna, que se contará al cierre del
colegio delante de los testigos de todos los partidos políticos.
Mucho
menos quisieran recordar que utilizaron este sistema automatizado del voto para
seleccionar a Leopoldo López en el 2011 como dirigente de la supuesta Voluntad
Popular, tres años antes del plan golpista que provocó la muerte de cuarenta y
tres ciudadanos; o que fueron las mismas máquinas con las que lograron elegir a
Capriles Randowski en las primarias del 2012 para enfrentarlo a Hugo Chávez
Frías, antes de salir derrotados. Porque esta vez, tampoco han estado
dispuestos a firmar que reconocerían el resultado de esta jornada electoral.
Mas
hay un hecho fundamental que los voceros de los poderes imperiales pretenden
ignorar a toda costa. En la Venezuela del 2016 lo que está enfrentándose no son
solo dos proyectos de país, como está ocurriendo en el resto del continente:
aquí hay una revolución organizada en las bases sociales, que ha luchado por
cambiar la distribución de la riqueza social. Y es lo que no perdonan, que la
renta petrolera haya sido la siembra del país y la mayor reducción de la
pobreza, y no para el bolsillo de los que huyeron a Miami. ¡Nosotros vamos a
ganar! –me lo dijo con pasión La Trujillana, una mujer de pueblo, cuya bodega
es el cuarto y la ventana de su apartamento en primera planta, en la
urbanización de Tabacare, de Barinas, donde viven treinta y cinco mil personas
en confortables apartamentos. La única factura que han pagado en cuatro años es
la que hace poco les llegó del servicio de gas, por unos 400 bolívares, más o
menos cincuenta centavos de dólar en el mercado negro.
Lo
muestra el joven vocero, en una larga lista que saca de su mochila con todos
los nombres y teléfonos de los correligionarios que llevará a votar. Lo veo en
los ojos que se le aguan a Dorca, la comunera que llegó casi hasta el lado del
presidente en el acto como no se había visto en Barinas después de Chávez. Lo
escribió Juan en el Diario de Los Llanos,
que a sus veinte años pone siempre su venta de libros en la plaza del
estudiante para poder vivir, y multiplica el estudio en las tardes y noches
porque para su pequeña hija no tiene más certeza. Se artículo se titula: “Un
aire de Victoria”. Pero “si se diera la pesadilla de que perdiéramos, la
revolución adquiriría nuevos caminos y un nuevo carácter –proclamó Maduro a
principios de semana el sentir de muchos–: Si perdemos las elecciones, la
revolución continúa y seguiremos luchando desde la calle”. A buen entendedor….
viernes, 4 de diciembre de 2015
Declaración de la Presidencia del ICAIC
La actual agenda de discusiones del ICAIC y la vanguardia de nuestros cineastas ha sido diseñada a partir de las preocupaciones que compartimos sobre el cine cubano la institución y los creadores, incluida la base jurídica que propicie su desarrollo. El punto de vista del debate que hemos defendido ha sido, es y será inequívocamente revolucionario. No puede haber lugar en nuestros foros para los enemigos de la Revolución. Trabajamos, junto a otros organismos e instituciones del Estado, para encontrarle solución a los problemas de la creación audiovisual, desde una perspectiva anticolonial, antiimperialista y socialista.
El pasado sábado 28 de noviembre rechazamos la presencia de varios mercenarios en el Centro Cultural Fresa y Chocolate del ICAIC, donde se realizaba un encuentro de cineastas junto a su institución. Ninguno de los organizadores los había invitado y su sola presencia constituía una provocación y un acto premeditado para utilizar ese tipo de espacio como plataforma de proselitismo y legitimación.
Ante cualquier intento de distorsionar los resultados del trabajo mancomunado entre los cineastas y el ICAIC, nos sentimos en el deber moral de ratificar nuestro compromiso con la Patria, con la cultura cubana y con la Revolución, sin la cual no hubiera sido posible la existencia del propio ICAIC y de una obra educacional y cultural de emancipación, que es orgullo de nuestro pueblo.
Fiel a los principios trazados en Palabras a los intelectuales, el ICAIC rechazará toda provocación, mantendrá la discusión franca, comprometida y responsable con la vanguardia de los creadores y seguirá siendo consecuente con la política cultural de la Revolución.
Presidencia del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos
3 de diciembre de 2015
El pasado sábado 28 de noviembre rechazamos la presencia de varios mercenarios en el Centro Cultural Fresa y Chocolate del ICAIC, donde se realizaba un encuentro de cineastas junto a su institución. Ninguno de los organizadores los había invitado y su sola presencia constituía una provocación y un acto premeditado para utilizar ese tipo de espacio como plataforma de proselitismo y legitimación.
Ante cualquier intento de distorsionar los resultados del trabajo mancomunado entre los cineastas y el ICAIC, nos sentimos en el deber moral de ratificar nuestro compromiso con la Patria, con la cultura cubana y con la Revolución, sin la cual no hubiera sido posible la existencia del propio ICAIC y de una obra educacional y cultural de emancipación, que es orgullo de nuestro pueblo.
Fiel a los principios trazados en Palabras a los intelectuales, el ICAIC rechazará toda provocación, mantendrá la discusión franca, comprometida y responsable con la vanguardia de los creadores y seguirá siendo consecuente con la política cultural de la Revolución.
Presidencia del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos
3 de diciembre de 2015
miércoles, 2 de diciembre de 2015
Causa N. 7271/15: Por amor a Palestina
Carlos Aznárez
Así titulábamos en la portada de uno de las últimas ediciones del periódico Resumen Latinoamericano. Sí, por amor a Palestina y a su pueblo abnegado, sufrido, perseguido, pero jamás vencido, es que innumerables voces en el mundo, a lo largo de estas últimas seis décadas, nos hemos alzado solidariamente para defender esa causa. O dispuestos a informar sobre ella, como es nuestro caso, empeñados en tratar de romper la severa censura que dicho tema padece.
Querer a Palestina es desear desde lo más hondo de nuestro corazón, que algún día sus mujeres, sus hombres, sus niños y niñas, los ancianos y ancianas de esa tierra indoblegable puedan vivir en paz. Que quienes habitan ese suelo mancillado por los invasores, pudieran cultivar sus olivos o pescar de sus aguas -hoy bloqueadas por buques de guerra- sin que les cueste la vida o sin que el desprecio de los colonizadores les incendie sus sembradíos. Querer a Palestina es precisamente destacar el ejemplo dado por millones de sus mejores hijos e hijas que han tenido que salir al destierro portando sólo una llave de lo que fueron, hasta 1948, sus viviendas, luego arrasadas por el conquistador. A pesar de ello ningún palestino del “exterior" hablan de venganza, sino que con una melancolía que cala muy adentro de cualquier persona sensible, sólo piensan en el retorno a lo que fuera su tierra de origen. Volver a un sitio distinto al actual, sin checkpoints ni alambres de púas, sin muros que separen a familias enteras, ni tanques, ni bulldozers, ni viviendas demolidas, ni tanta e injusta muerte, ora en Gaza ora en Cisjordania.
Precisamente por amor a Palestina y a dedicar gran parte de mi vida como luchador por los derechos humanos y como periodista, es que ahora la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA),que se arroga la representación de la comunidad judía (aunque miles de sus integrantes se hayan desvinculado de la misma), quiere sentarme en el banquillo de los acusados. Sin embargo, estoy convencido que lo que realmente se quiere juzgar no es sólo a mi persona, sino a un comportamiento solidario, pacífico pero firme, de clara raigambre internacionalista, con un pueblo que nos necesita, y que no tiene todos los días y en todas partes tantas voces para defenderlo. Y esto último ocurre, precisamente por la presión que se imprime desde estas instituciones, por la censura y la autocensura que se genera sobre una lucha tan sencilla de entender y tan complicada a la hora de darle soluciones concretas.
A lo largo de cinco décadas como comunicador y militante por la justicia y la libertad para los pueblos, he puesto empeño para que el discurso de los opresores no nos dobleguen, y es en ese mismo sentido que partiendo de la necesidad imperiosa que tiene el pueblo palestino y todas las naciones árabes sojuzgadas de que se escuchen sus exigencias de libertad y justicia, es que he escrito, he hablado y me he pronunciado en todos los medios de comunicación con los que he colaborado, contra las aberrantes violaciones a sus derechos fundamentales. Sé que esto mismo han hecho y seguirán haciendo muchas personas de la colectividad judía, aquí y en el propio Estado de Israel, por no coincidir con el dolor que se causa a un pueblo hermano con el que antes de sobrevenir la catástrofe compartían el sol, el pan y el agua.
Por otro lado, frente a la causa penal que se ha abierto por parte de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentina (DAIA) contra mi persona, y por ende contra la plataforma comunicacional que dirijo desde hace más de 22 años, y en la que me han citado para una audiencia indagatoria el próximo 9 de diciembre a las 9,30 hs en la Fiscalía 25, deseo reconocer las numerosas muestras de solidaridad y apoyo que estoy recibiendo por parte de compañeros/as y amigos/as de Argentina y de todo el mundo, que entienden perfectamente que con este juicio se está tratando de “disciplinar" el pensamiento, amordazar la libertad de expresión, de opinión y la privacidad que cualquier periodista debe estar decidido a defender para que no lo sometan. En especial, va un agradecimiento profundo a todos mis colegas de todo el continente que me han hecho llegar su afecto y muestras de repudio contra quienes intentan acallar los comportamientos solidarios. También, vaya un saludo fraterno a los organismos de derechos humanos y gremios de prensa y de otras actividades que se han plantado firmes en defensa de mi posición ante esta política persecutoria.
Por último, reitero la convicción de que frente a estas actitudes de intolerancia y de abierta discriminación contra quienes nos solidarizamos con el pueblo palestino y acompañamos sus ansias de paz con justicia e independencia, es imprescindible reivindicar nuestro derecho a expresarnos y opinar sin mordazas ni miedos. Nos acompañan en esta decisión personas de todo el mundo que se fortalecen en el amor a un pueblo que todos los días da lecciones de dignidad al mundo.
Así titulábamos en la portada de uno de las últimas ediciones del periódico Resumen Latinoamericano. Sí, por amor a Palestina y a su pueblo abnegado, sufrido, perseguido, pero jamás vencido, es que innumerables voces en el mundo, a lo largo de estas últimas seis décadas, nos hemos alzado solidariamente para defender esa causa. O dispuestos a informar sobre ella, como es nuestro caso, empeñados en tratar de romper la severa censura que dicho tema padece.
Querer a Palestina es desear desde lo más hondo de nuestro corazón, que algún día sus mujeres, sus hombres, sus niños y niñas, los ancianos y ancianas de esa tierra indoblegable puedan vivir en paz. Que quienes habitan ese suelo mancillado por los invasores, pudieran cultivar sus olivos o pescar de sus aguas -hoy bloqueadas por buques de guerra- sin que les cueste la vida o sin que el desprecio de los colonizadores les incendie sus sembradíos. Querer a Palestina es precisamente destacar el ejemplo dado por millones de sus mejores hijos e hijas que han tenido que salir al destierro portando sólo una llave de lo que fueron, hasta 1948, sus viviendas, luego arrasadas por el conquistador. A pesar de ello ningún palestino del “exterior" hablan de venganza, sino que con una melancolía que cala muy adentro de cualquier persona sensible, sólo piensan en el retorno a lo que fuera su tierra de origen. Volver a un sitio distinto al actual, sin checkpoints ni alambres de púas, sin muros que separen a familias enteras, ni tanques, ni bulldozers, ni viviendas demolidas, ni tanta e injusta muerte, ora en Gaza ora en Cisjordania.
Precisamente por amor a Palestina y a dedicar gran parte de mi vida como luchador por los derechos humanos y como periodista, es que ahora la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA),que se arroga la representación de la comunidad judía (aunque miles de sus integrantes se hayan desvinculado de la misma), quiere sentarme en el banquillo de los acusados. Sin embargo, estoy convencido que lo que realmente se quiere juzgar no es sólo a mi persona, sino a un comportamiento solidario, pacífico pero firme, de clara raigambre internacionalista, con un pueblo que nos necesita, y que no tiene todos los días y en todas partes tantas voces para defenderlo. Y esto último ocurre, precisamente por la presión que se imprime desde estas instituciones, por la censura y la autocensura que se genera sobre una lucha tan sencilla de entender y tan complicada a la hora de darle soluciones concretas.
A lo largo de cinco décadas como comunicador y militante por la justicia y la libertad para los pueblos, he puesto empeño para que el discurso de los opresores no nos dobleguen, y es en ese mismo sentido que partiendo de la necesidad imperiosa que tiene el pueblo palestino y todas las naciones árabes sojuzgadas de que se escuchen sus exigencias de libertad y justicia, es que he escrito, he hablado y me he pronunciado en todos los medios de comunicación con los que he colaborado, contra las aberrantes violaciones a sus derechos fundamentales. Sé que esto mismo han hecho y seguirán haciendo muchas personas de la colectividad judía, aquí y en el propio Estado de Israel, por no coincidir con el dolor que se causa a un pueblo hermano con el que antes de sobrevenir la catástrofe compartían el sol, el pan y el agua.
Por otro lado, frente a la causa penal que se ha abierto por parte de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentina (DAIA) contra mi persona, y por ende contra la plataforma comunicacional que dirijo desde hace más de 22 años, y en la que me han citado para una audiencia indagatoria el próximo 9 de diciembre a las 9,30 hs en la Fiscalía 25, deseo reconocer las numerosas muestras de solidaridad y apoyo que estoy recibiendo por parte de compañeros/as y amigos/as de Argentina y de todo el mundo, que entienden perfectamente que con este juicio se está tratando de “disciplinar" el pensamiento, amordazar la libertad de expresión, de opinión y la privacidad que cualquier periodista debe estar decidido a defender para que no lo sometan. En especial, va un agradecimiento profundo a todos mis colegas de todo el continente que me han hecho llegar su afecto y muestras de repudio contra quienes intentan acallar los comportamientos solidarios. También, vaya un saludo fraterno a los organismos de derechos humanos y gremios de prensa y de otras actividades que se han plantado firmes en defensa de mi posición ante esta política persecutoria.
Por último, reitero la convicción de que frente a estas actitudes de intolerancia y de abierta discriminación contra quienes nos solidarizamos con el pueblo palestino y acompañamos sus ansias de paz con justicia e independencia, es imprescindible reivindicar nuestro derecho a expresarnos y opinar sin mordazas ni miedos. Nos acompañan en esta decisión personas de todo el mundo que se fortalecen en el amor a un pueblo que todos los días da lecciones de dignidad al mundo.
martes, 24 de noviembre de 2015
Yes, Sir!
Atilio A. Boron
Tal como se preveía, no habían transcurrido doce horas desde su victoria electoral cuando en su conferencia de prensa de ayer Mauricio Macri ratificó su vocación de convertirse en un proxy de Washington en la región. En línea con los deseos de la Casa Blanca arremetió contra la República Bolivariana de Venezuela y confirmó que solicitaría la suspensión de ese país como miembro del Mercosur porque, según él, habría infringido la cláusula democrática al “perseguir a los opositores y no respetar la libertad de expresión”.
Derrocar al gobierno bolivariano es una vieja obsesión del gobierno de Estados Unidos, para cuyo efecto no ha reparado en límite o escrúpulo alguno. Hasta ahora su ofensiva sólo había encontrado un socio dispuesto a avanzar por ese escabroso sendero: el narcopolítico colombiano Álvaro Uribe. Juan M. Santos, que lo sucedió en el Palacio Nariño, no se prestó a tan peligroso juego. Es más, el conservador presidente colombiano no se ha cansado de agradecerle a Venezuela su colaboración en el proceso de paz en curso en La Habana. Macri parece ignorar estas sutilezas de la política internacional y ser un hombre temerario y de frágil memoria, combinación peligrosa si las hay. Habría que recordarle que la sumisión incondicional al imperio ya se practicó en la Argentina durante el menemato, con el nombre de “relaciones carnales”, y que este país pagó con sangre tamaña insensatez. No se entiende por qué habría de repetir ese desatino, salvo para dar cumplimiento a un acuerdo secreto con la Casa Blanca cuya contrapartida seguramente no tardaremos en conocer.
Macri parece no haber sido tampoco informado que el pasado 28 de Octubre la República Bolivariana fue reelegida para integrar el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La Asamblea General de la organización aprobó esa resolución con 131 votos, sobre un total de 192 miembros. Formular las acusaciones que hizo Macri pasando por alto un dato tan significativo como este, que ratifica la presencia de Venezuela en un organismo en el cual participan países como Francia, Estados Unidos, Alemania y Japón, es por lo menos un acto de llamativa irresponsabilidad o una muestra de peligroso amauterismo en el manejo de las relaciones internacionales. ¿Cree acaso que los países del Mercosur van a acompañar su arrebato antibolivariano? ¿Ignora que las decisiones del Mercosur requieren el consenso de todos sus miembros? Para empezar, el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa se apresuró a declarar que su país “no ve razón para aplicar la cláusula democrática a Venezuela en el Mercosur.” Y lo más probable es que el gobierno brasileño siga el mismo curso de acción, en cuyo caso las amenazas de Macri caerían producto de su inviabilidad política.
Volviendo al caso de los opositores políticos en Venezuela, ¿qué diría Macri si en los próximos días, siguiendo el ejemplo de Leopoldo López, Daniel Scioli hiciese público su desconocimiento del resultado electoral y poco después del 10 de Diciembre intensificase esa campaña movilizando contactos internacionales e impulsando, cada vez con mayor fuerza acciones violentas exigiendo “la salida” extraconstitucional de un “gobierno ilegítimo” apelando a procedimientos vetados por la constitución y las leyes de la república? ¿Llamaría en tal hipotético caso a Scioli un “opositor político” o lo calificaría, en función de la normativa vigente, como un político incurso en el delito de sedición, que en este país tiene una pena que oscila entre los cinco y veinticinco años de prisión. La legislación venezolana es similar a la argentina y ambas a la de Estados Unidos, donde el delito tiene una penalidad que, en ciertos casos, llega hasta la prisión perpetua o la pena de muerte. En realidad López, cuya mujer estuvo la noche del domingo en los festejos del bunker de Cambiemos, no es un “disidente político” injustamente perseguido por el gobierno bolivariano. Es el cabecilla de un intento de alterar por la fuerza el orden constitucional vigente en su país y derrocar al gobierno surgido de elecciones en un sistema que el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter dijo que era “más confiable y transparente que el nuestro.” Para ello contó con la colaboración de Uribe, para reclutar un numeroso grupo de mercenarios que camuflados como heroicos “jóvenes universitarios” luchaban valientemente para restaurar las libertades conculcadas en su país. Lanzados a las calles para impulsar “la salida” de Maduro y el derrumbe del orden institucional vigente hicieron uso de cuanta forma imaginable de violencia pueda existir, desde incendios de escuelas y guarderías infantiles hasta la destrucción de medios de transporte públicos y privados, combinado con ataques violentos a universidades y centros de salud, erección de “guarimbas” (barricadas desde las cuales se controlaban los movimientos de la población y se apaleaba o asesinaba impunemente a quienes osaran desafiar su prepotencia) y asesinatos varios. Como producto de estos desmanes murieron 43 personas, la mayoría de ellas simpatizantes chavistas o personal de las fuerzas de seguridad del estado. Tiempo después se descubrió que buena parte de los “guarimberos” eran paramilitares colombianos y que casi no había universitarios venezolanos involucrados en esos luctuosos acontecimientos. La justicia de la “dictadura chavista” lo condenó a una pena de 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de reclusión. Disconforme con la transición posfranquista en España, el 23 de Febrero de 1981 el teniente coronel Antonio Tejero Molina quiso también él alterar el orden constitucional tomando por asalto el Congreso de Diputados. En su cruzada restauradora el “tejerazo” no produjo ni una sola muerte ni hubo que lamentar pérdidas materiales de ningún tipo. Sin embargo, la justicia española lo sancionó con 30 años de prisión, expulsión del Ejército, pérdida de su grado militar e inhabilitación durante el tiempo de su condena. Nadie lo consideró un opositor político sino un militar sedicioso. Peor es el caso de López, por la mucha sangre derramada por su culpa y por la destrucción de bienes provocada por su apología de la violencia, pese a lo cual la sentencia de la justicia venezolana fue insólitamente benigna. Pero Macri no lo ve así y sigue considerándolo un opositor maltratado por un poder despótico. Mal comienzo en materia de política exterior. Y un paso preocupante en el intento de avanzar en el “reformateo” neoliberal del Mercosur, otra vieja ambición de Estados Unidos, para hacerlo confluir con la Alianza del Pacífico y la Unión Europea dominada por la Troika.
* Una versión abreviada de este artículo aparecerá en la edición del Martes 24 de Noviembre del matutino argentino Página/12.
Tal como se preveía, no habían transcurrido doce horas desde su victoria electoral cuando en su conferencia de prensa de ayer Mauricio Macri ratificó su vocación de convertirse en un proxy de Washington en la región. En línea con los deseos de la Casa Blanca arremetió contra la República Bolivariana de Venezuela y confirmó que solicitaría la suspensión de ese país como miembro del Mercosur porque, según él, habría infringido la cláusula democrática al “perseguir a los opositores y no respetar la libertad de expresión”.
Derrocar al gobierno bolivariano es una vieja obsesión del gobierno de Estados Unidos, para cuyo efecto no ha reparado en límite o escrúpulo alguno. Hasta ahora su ofensiva sólo había encontrado un socio dispuesto a avanzar por ese escabroso sendero: el narcopolítico colombiano Álvaro Uribe. Juan M. Santos, que lo sucedió en el Palacio Nariño, no se prestó a tan peligroso juego. Es más, el conservador presidente colombiano no se ha cansado de agradecerle a Venezuela su colaboración en el proceso de paz en curso en La Habana. Macri parece ignorar estas sutilezas de la política internacional y ser un hombre temerario y de frágil memoria, combinación peligrosa si las hay. Habría que recordarle que la sumisión incondicional al imperio ya se practicó en la Argentina durante el menemato, con el nombre de “relaciones carnales”, y que este país pagó con sangre tamaña insensatez. No se entiende por qué habría de repetir ese desatino, salvo para dar cumplimiento a un acuerdo secreto con la Casa Blanca cuya contrapartida seguramente no tardaremos en conocer.
Macri parece no haber sido tampoco informado que el pasado 28 de Octubre la República Bolivariana fue reelegida para integrar el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La Asamblea General de la organización aprobó esa resolución con 131 votos, sobre un total de 192 miembros. Formular las acusaciones que hizo Macri pasando por alto un dato tan significativo como este, que ratifica la presencia de Venezuela en un organismo en el cual participan países como Francia, Estados Unidos, Alemania y Japón, es por lo menos un acto de llamativa irresponsabilidad o una muestra de peligroso amauterismo en el manejo de las relaciones internacionales. ¿Cree acaso que los países del Mercosur van a acompañar su arrebato antibolivariano? ¿Ignora que las decisiones del Mercosur requieren el consenso de todos sus miembros? Para empezar, el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa se apresuró a declarar que su país “no ve razón para aplicar la cláusula democrática a Venezuela en el Mercosur.” Y lo más probable es que el gobierno brasileño siga el mismo curso de acción, en cuyo caso las amenazas de Macri caerían producto de su inviabilidad política.
Volviendo al caso de los opositores políticos en Venezuela, ¿qué diría Macri si en los próximos días, siguiendo el ejemplo de Leopoldo López, Daniel Scioli hiciese público su desconocimiento del resultado electoral y poco después del 10 de Diciembre intensificase esa campaña movilizando contactos internacionales e impulsando, cada vez con mayor fuerza acciones violentas exigiendo “la salida” extraconstitucional de un “gobierno ilegítimo” apelando a procedimientos vetados por la constitución y las leyes de la república? ¿Llamaría en tal hipotético caso a Scioli un “opositor político” o lo calificaría, en función de la normativa vigente, como un político incurso en el delito de sedición, que en este país tiene una pena que oscila entre los cinco y veinticinco años de prisión. La legislación venezolana es similar a la argentina y ambas a la de Estados Unidos, donde el delito tiene una penalidad que, en ciertos casos, llega hasta la prisión perpetua o la pena de muerte. En realidad López, cuya mujer estuvo la noche del domingo en los festejos del bunker de Cambiemos, no es un “disidente político” injustamente perseguido por el gobierno bolivariano. Es el cabecilla de un intento de alterar por la fuerza el orden constitucional vigente en su país y derrocar al gobierno surgido de elecciones en un sistema que el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter dijo que era “más confiable y transparente que el nuestro.” Para ello contó con la colaboración de Uribe, para reclutar un numeroso grupo de mercenarios que camuflados como heroicos “jóvenes universitarios” luchaban valientemente para restaurar las libertades conculcadas en su país. Lanzados a las calles para impulsar “la salida” de Maduro y el derrumbe del orden institucional vigente hicieron uso de cuanta forma imaginable de violencia pueda existir, desde incendios de escuelas y guarderías infantiles hasta la destrucción de medios de transporte públicos y privados, combinado con ataques violentos a universidades y centros de salud, erección de “guarimbas” (barricadas desde las cuales se controlaban los movimientos de la población y se apaleaba o asesinaba impunemente a quienes osaran desafiar su prepotencia) y asesinatos varios. Como producto de estos desmanes murieron 43 personas, la mayoría de ellas simpatizantes chavistas o personal de las fuerzas de seguridad del estado. Tiempo después se descubrió que buena parte de los “guarimberos” eran paramilitares colombianos y que casi no había universitarios venezolanos involucrados en esos luctuosos acontecimientos. La justicia de la “dictadura chavista” lo condenó a una pena de 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de reclusión. Disconforme con la transición posfranquista en España, el 23 de Febrero de 1981 el teniente coronel Antonio Tejero Molina quiso también él alterar el orden constitucional tomando por asalto el Congreso de Diputados. En su cruzada restauradora el “tejerazo” no produjo ni una sola muerte ni hubo que lamentar pérdidas materiales de ningún tipo. Sin embargo, la justicia española lo sancionó con 30 años de prisión, expulsión del Ejército, pérdida de su grado militar e inhabilitación durante el tiempo de su condena. Nadie lo consideró un opositor político sino un militar sedicioso. Peor es el caso de López, por la mucha sangre derramada por su culpa y por la destrucción de bienes provocada por su apología de la violencia, pese a lo cual la sentencia de la justicia venezolana fue insólitamente benigna. Pero Macri no lo ve así y sigue considerándolo un opositor maltratado por un poder despótico. Mal comienzo en materia de política exterior. Y un paso preocupante en el intento de avanzar en el “reformateo” neoliberal del Mercosur, otra vieja ambición de Estados Unidos, para hacerlo confluir con la Alianza del Pacífico y la Unión Europea dominada por la Troika.
* Una versión abreviada de este artículo aparecerá en la edición del Martes 24 de Noviembre del matutino argentino Página/12.
viernes, 13 de noviembre de 2015
Pasajes de la Revolución en África. Conversación con Víctor Dreke
En la foto, Víctor Dreke y Amílcar Cabral
Enrique Ubieta GómezLa Calle del Medio
En Guinea Conakry comprendí que si quería escribir sobre la hazaña internacionalista de los médicos cubanos en el combate contra el ébola, tendría que hurgar, al menos como antecedente, en el medio siglo de acciones solidarias de Cuba en África. En cada una de nuestras conversaciones con médicos, funcionarios o ministros guineanos, aparecía de fondo la larga relación entre los países del continente y la pequeña isla caribeña; quizás porque los directivos guineanos del Centro de Tratamiento al ébola en Coyah se habían graduado en universidades cubanas, o porque los directivos de la Coordinación Nacional de Lucha contra el ébola, también lo habían hecho en la Isla, todos de generaciones diferentes.
En la Conakry de Sékou Touré se reunían los grandes dirigentes anticoloniales. Pero como me dijo Mohamed Touré, su hijo, «si vamos a hablar de los grandes líderes históricos de África, tenemos entonces que empezar por Fidel Castro Ruz, quien es para nosotros un africano, un cubano, un hombre del mundo, un héroe de la lucha de liberación del África». Cuba apoyó de manera activa la liberación del continente. Alhoussein Makanova Kaké, Ministro de la Comunicación de Guinea abrió el diálogo con el equipo cubano de prensa con una afirmación: «los guineanos conocen bien a los cubanos», pero añadió: «particularmente en mi caso que soy de Boké». Si no fuese porque a fines de los sesenta e inicios de los setenta del siglo pasado, en el poblado de Boké ―muy cerca de la frontera con la pequeña Guinea Bissau―, residían algunos de los militares y los médicos cubanos que fungían como instructores o como sanadores de heridas de combate en las filas del Partido Africano por la Independencia de Guinea Bissau y Cabo Verde (PAIGC), que lideraba el gran Amílcar Cabral, la coletilla no tendría sentido. Por eso, de regreso, aproveché mis días de obligada cuarentena ―como todo viajero que llegaba de esa región, en tiempos de epidemia―, para leer a Piero Gleijeses y su amena y muy documentada historia de las relaciones de Cuba con África. Los vínculos entre los dos países adquirieron espesor precisamente cuando ―después de una definitoria entrevista entre Amílcar Cabral y el Che en Conakry―, este visitara Cuba y conversara con Fidel. La decisión de Cuba de apoyar al movimiento de liberación de Guinea Bissau y Cabo Verde, cuya base de operaciones se encontraba en Conakry, acercó a los dos gobiernos.
De la historia escrita, pasé con suerte a la historia vivida. Conocí a Víctor Dreke en un congreso de historiadores en La Habana. No participaba como historiador, sino como protagonista de la historia. Accedió a que lo entrevistara. Ya es un hombre de 78 años, vital y lúcido, pero su historia revolucionaria empezó a los 15.
Trato de imaginar la Conakry de aquellos años de auge revolucionario. Escucho fascinado las anécdotas y reflexiones de Víctor Dreke, compañero del Che durante la toma de Santa Clara, y después en el Congo, y de Amílcar Cabral en Guinea. En aquella Conakry vivieron o transitaron grandes paladines de la epopeya anticolonialista: Sekou Touré, Amílcar, Nkrumah, Nyerere, Kenneth Kaunda, Jibbo Bakary, entre otros. Y muchos jóvenes cubanos, héroes cuyos nombres apenas recoge la historia. «¿Qué los motivaba? ―pregunta Gleijeses en su libro, y Ulises Estrada, uno de los combatientes cubanos, responde―: «Soñábamos con la revolución. Deseábamos ser parte de ella»». Y agrega Gleijeses: «Los voluntarios no recibían elogios públicos en Cuba. (…) No ganaron medallas ni recompensas materiales».
La doctora Ana Morales Valera participa en el diálogo. Conoció a Dreke en 1985 en Guinea Bissau ―desde entonces es su fiel compañera en la vida―, después de la independencia, cuando se desempeñaba como jefa de la misión médica. En esos años recibió y cumplió la encomienda de crear la primera Facultad de Medicina del África Subsahariana, que lleva el nombre de Raúl Díaz Argüelles. Me dice que están recogiendo los datos biográficos de los 130 hombres de la guerrilla del Che. Jóvenes ―la edad promedio era de 24 años― humildes, revolucionarios, que siguieron después siendo humildes y revolucionarios. Durante veinte años guardaron el secreto, y no son conocidos. Algunos ni siquiera recuerdan ya el sobrenombre de guerra que llevaron.
1966
– Llegamos a Conakry en el año 1966 al frente de la misión militar cubana de Guinea Conakry y de Guinea Bissau, que como tú sabes son fronterizas. Nadie sabe dónde empieza una y dónde termina la otra, aunque dicen que los divide el río Boké. La situación económica de la población era pésima, los franceses se habían ido de Guinea Conakry después del NO de Sékou Touré ―que no debe ser olvidado por la historia― y se llevaron todo, hasta los clavos, como decimos nosotros. Rompieron los semáforos y se los llevaron. El Hospital Dunka, que era el único en aquel momento, estaba cerrado. Pero también existía una situación tensa entre Sékou Touré y sectores del ejército, el jefe del estado mayor general había estudiado en Francia, respondía a los franceses y quería derrocar a Sékou Touré, y eso trajo como resultado que se tuvieran que formar milicias para defenderlo, a petición del propio Presidente.
Por otra parte, en aquellos años se desarrollaba la lucha por la independencia de Guinea Bissau y el Estado Mayor completo del movimiento independentista de Guinea Bissau radicaba en Conakry. El único Hospital que tenía el Movimiento de Liberación de Guinea Bissau estaba en Boké, aunque pertenecía físicamente a Guinea Conakry. Todo eso lo puso Sékou Touré a disposición del PAIGC. Era importante saber que la primera ayuda internacionalista médica a Guinea Bissau la dieron los médicos militares cubanos, que eran parte de la guerrilla, que además de atender a los combatientes nuestros y a los de Guinea Bissau, atendían a toda la población, y que además, los primeros enfermeros que se formaron en Guinea Bissau, lo hicieron en el Hospital de Boké, por el doctor Noroña, ya fallecido, muy famoso por aquellos lares y por el doctor Castillo, y varios compañeros más, y Castell, laboratorista, que formaron al primer grupo de sanitarios, como les decían. Eran de Bissau y se formaban allí, pero también fueron algunos de Conakry a formarse allí.
Cuando Amílcar Cabral pide la ayuda, la pide en artilleros y en médicos, porque el nivel de los de Bissau era bajo, no sabían tirar con cañones, eran analfabetos, muy valientes, muy heroicos, pero tenían esa dificultad y la tropa nuestra va a prepararlos, y los médicos para atender a la población, que era una de las grandes preocupaciones de Amílcar Cabral, la de Guinea Bissau. Por eso, años después, cuando se crea la primera Escuela de Medicina de Guinea Bissau, se le pone el nombre de Raúl Díaz Argüelles, que era otro jefe militar nuestro, que participó en la toma y liberación de Guinea Bissau.
– ¿Cómo recuerda a Amílcar Cabral?
– Como uno de los hombres que más conocía la vida de los africanos en general, y que más conocía a la gente de Bissau, e incluso de Conakry. Un gran dirigente, un hombre formado por los portugueses ―el primer ingeniero agrónomo de África― con la intención de que fuese su capataz esclavista, el mayoral de su propia gente, por eso lo asesinan, porque piensan que los ha traicionado, que en lugar de pasarse a ellos se convierte en un revolucionario y organiza la lucha de liberación. Muy amigo de Fidel y de la Revolución cubana, muy inteligente, tenía un gran prestigio en África. Eran cinco las colonias portuguesas, pero en las actividades que se daban de conjunto ―y estaban los principales líderes vivos todavía―, el designado para hablar a nombre de todas ellas era Amílcar Cabral. Por eso se decía que cuando Guinea Bissau se liberara, se liberaban todas las restantes colonias portuguesas, por la firmeza de Amílcar. Allí existía una organización fuerte, porque nosotros veníamos con la experiencia del Congo, muy diferente, y cuando llegamos a Guinea encontramos otra realidad: los dirigentes de Amílcar estaban junto a sus soldados, junto a nosotros. Amílcar entraba y salía, porque en aquel momento, para que le dieran ayuda al movimiento de liberación de Guinea Bissau tenía que ir Amílcar. Ningún gobierno, ninguno, se metía en eso si no estaba la palabra de Amílcar, porque algunas veces las armas y la ayuda se podían ir a otro lugar. Había una confianza absoluta en Amílcar. La táctica nuestra de quitarle las armas al enemigo fue correcta, pero los portugueses no salían de los cuarteles, llevaban los suministros de forma sorpresiva, bombardeaban, iban los tanques, entraban con las mercancías y salían. No era como en Cuba, que las tropas salían y podían ser emboscadas. Aquellos soldados vivían allí, y se rodeaban de la población fula, metían a las familias fulas en las áreas de defensa de los cuarteles, a hombres, mujeres y niños. Era difícil atacar un cuartel de aquellos, cuando estaba la población por delante.
lunes, 9 de noviembre de 2015
Argentina: el voto en blanco es un voto por el imperialismo
Atilio A. Boron
Quisiera decir algunas pocas palabras en torno al debate suscitado acerca de la conducta que la izquierda debe seguir ante el balotaje del 22-N. Los sectores identificados con las distintas variantes del trotskismo y algunos independientes se han manifestado de forma rotunda a favor del voto en blanco. Otros, que militamos en el amplio y heterogéneo campo de la izquierda, pensamos que en esta coyuntura concreta -alejada del terreno más confortable e indoloro de los discursos y los papers académicos- el voto por Scioli es, desafortunadamente, el único instrumento con que contamos para impedir un resultado que sería catastrófico para nuestro país, para las perspectivas de la izquierda en la Argentina y para la continuidad de las luchas antiimperialistas en América Latina. Sería bueno que hubiese otro instrumento político para detener a Macri, pero no lo hay. El voto en blanco ciertamente no lo es.
Quienes postulan el “votoblanquismo” señalan que en el balotaje del 22-N se enfrentan dos candidatos de la burguesía que se mueven en la cancha de la derecha, como correctamente señala Eduardo Grüner en su respuesta a la intervención de Mabel Thwaites Rey que disparara este debate. Es cierto, pero eso no quita que aún así esa caracterización general sea de nula utilidad a la hora de hacer política. Porque, ¿no eran acaso políticos burgueses Raúl Alfonsín, Ítalo Luder y Herminio Iglesias? ¿Cómo ignorar las diferencias que existían entre ellos? Tomemos un ejemplo. En un caso, juicio y castigo a las Juntas Militares, con todas sus idas y venidas, y con las contradicciones propias de la política pequeño burguesa del partido Radical; en el otro, autoamnistía de los militares genocidas ratificada por ley del Congreso y desenfreno macarthista a cargo de Herminio y sus patotas, continuando con la siniestra obra de la Triple A.
Obvio, ni Alfonsín ni Luder aspiraban a construir una sociedad socialista, o siquiera a iniciar una transición hacia el socialismo, como recordaba Salvador Allende. Pero, ¿no eran significativas esas diferencias para la izquierda, pese a que todos eran políticos burgueses? Me parece que sí. Ejemplos de este tipo abundan a lo largo de la historia, y sería un ejercicio ocioso traerlos ahora para ilustrar esta discusión. Perón también era un político burgués, al igual que José P. Tamborini, su contendor en la crucial elección presidencial de 1946. Ambos también se movían en el campo de la derecha, pero a pesar de ello había algunas diferencias, nada menores por cierto, que la historia posterior se encargó de demostrar de modo irrefutable.
En la coyuntura actual el indiscriminado repudio al binomio Macri-Scioli adolece de la misma falta de perspectiva histórica y de rigor analítico. Son, sin duda, dos políticos que juegan en la cancha del capitalismo. Uno, Macri, es un conservador duro y radical; el otro, Scioli, se inscribe en una tradición de conservadorismo popular de viejo arraigo en la Argentina. Macri llega a los umbrales de la Casa Rosada apoyado por una impresionante colección de fuerzas sociales y políticas del establishment capitalista local, sin ninguna organización popular que se haya manifestado en su apoyo. En otras palabras, como indica Gramsci, al identificar la naturaleza de una coalición política es preciso conocer, con la mayor precisión posible, la naturaleza de clase y la organicidad de sus apoyos. A Macri lo respaldan todas las cúpulas empresariales de la Argentina, comenzando por la AEA (Asociación Empresaria Argentina) y siguiendo con casi todas las demás; lo apoyan las capas medias ganadas por un odio visceral hacia todo lo que huela a kirchnerismo, la oligarquía mediática, la Embajada de Estados Unidos y es él quien completa, desde esta parte del continente, el tridente reaccionario cuyas otras dos puntas son nada menos que Álvaro Uribe y José María Aznar. No es casual que su candidatura cuenta con el respaldo de las principales plumas de la derecha latinoamericana: Mario Vargas Llosa, Carlos A. Montaner, Andrés Oppenheimer, Enrique Krauze y todo el mandarinato imperial. ¿Y Scioli? Su candidatura ha sido respaldada por los sectores empresariales menos concentrados, las pymes, sectores medios vagamente identificados con el “progresismo”, una multiplicidad de organizaciones y movimientos sociales –inconexos y heterogénos pero aún así arraigadas en el suelo popular- y estos apoyos hacen que suscite una cierta desconfianza de los poderes mediáticos y el bloque capitalista dominante porque es obvio que no podrá gobernar sin atender a los reclamos de su base social. Un dato que puede parecer una pequeña nota de color pero que no lo es: poco después de las PASO Scioli viaja a Cuba y se reúne durante cuatro horas y media con Raúl Castro; Macri, en cambio, llama por teléfono al Embajador de Estados Unidos, en línea con lo que Wikileaks demostrara que tantas veces hiciera en el pasado. Dirán los “votoblanquistas” que estas son meras anécdotas, pero se equivocan. Remiten a algo más de fondo. Sólo que hay que saber mirar.
Quisiera decir algunas pocas palabras en torno al debate suscitado acerca de la conducta que la izquierda debe seguir ante el balotaje del 22-N. Los sectores identificados con las distintas variantes del trotskismo y algunos independientes se han manifestado de forma rotunda a favor del voto en blanco. Otros, que militamos en el amplio y heterogéneo campo de la izquierda, pensamos que en esta coyuntura concreta -alejada del terreno más confortable e indoloro de los discursos y los papers académicos- el voto por Scioli es, desafortunadamente, el único instrumento con que contamos para impedir un resultado que sería catastrófico para nuestro país, para las perspectivas de la izquierda en la Argentina y para la continuidad de las luchas antiimperialistas en América Latina. Sería bueno que hubiese otro instrumento político para detener a Macri, pero no lo hay. El voto en blanco ciertamente no lo es.
Quienes postulan el “votoblanquismo” señalan que en el balotaje del 22-N se enfrentan dos candidatos de la burguesía que se mueven en la cancha de la derecha, como correctamente señala Eduardo Grüner en su respuesta a la intervención de Mabel Thwaites Rey que disparara este debate. Es cierto, pero eso no quita que aún así esa caracterización general sea de nula utilidad a la hora de hacer política. Porque, ¿no eran acaso políticos burgueses Raúl Alfonsín, Ítalo Luder y Herminio Iglesias? ¿Cómo ignorar las diferencias que existían entre ellos? Tomemos un ejemplo. En un caso, juicio y castigo a las Juntas Militares, con todas sus idas y venidas, y con las contradicciones propias de la política pequeño burguesa del partido Radical; en el otro, autoamnistía de los militares genocidas ratificada por ley del Congreso y desenfreno macarthista a cargo de Herminio y sus patotas, continuando con la siniestra obra de la Triple A.
Obvio, ni Alfonsín ni Luder aspiraban a construir una sociedad socialista, o siquiera a iniciar una transición hacia el socialismo, como recordaba Salvador Allende. Pero, ¿no eran significativas esas diferencias para la izquierda, pese a que todos eran políticos burgueses? Me parece que sí. Ejemplos de este tipo abundan a lo largo de la historia, y sería un ejercicio ocioso traerlos ahora para ilustrar esta discusión. Perón también era un político burgués, al igual que José P. Tamborini, su contendor en la crucial elección presidencial de 1946. Ambos también se movían en el campo de la derecha, pero a pesar de ello había algunas diferencias, nada menores por cierto, que la historia posterior se encargó de demostrar de modo irrefutable.
En la coyuntura actual el indiscriminado repudio al binomio Macri-Scioli adolece de la misma falta de perspectiva histórica y de rigor analítico. Son, sin duda, dos políticos que juegan en la cancha del capitalismo. Uno, Macri, es un conservador duro y radical; el otro, Scioli, se inscribe en una tradición de conservadorismo popular de viejo arraigo en la Argentina. Macri llega a los umbrales de la Casa Rosada apoyado por una impresionante colección de fuerzas sociales y políticas del establishment capitalista local, sin ninguna organización popular que se haya manifestado en su apoyo. En otras palabras, como indica Gramsci, al identificar la naturaleza de una coalición política es preciso conocer, con la mayor precisión posible, la naturaleza de clase y la organicidad de sus apoyos. A Macri lo respaldan todas las cúpulas empresariales de la Argentina, comenzando por la AEA (Asociación Empresaria Argentina) y siguiendo con casi todas las demás; lo apoyan las capas medias ganadas por un odio visceral hacia todo lo que huela a kirchnerismo, la oligarquía mediática, la Embajada de Estados Unidos y es él quien completa, desde esta parte del continente, el tridente reaccionario cuyas otras dos puntas son nada menos que Álvaro Uribe y José María Aznar. No es casual que su candidatura cuenta con el respaldo de las principales plumas de la derecha latinoamericana: Mario Vargas Llosa, Carlos A. Montaner, Andrés Oppenheimer, Enrique Krauze y todo el mandarinato imperial. ¿Y Scioli? Su candidatura ha sido respaldada por los sectores empresariales menos concentrados, las pymes, sectores medios vagamente identificados con el “progresismo”, una multiplicidad de organizaciones y movimientos sociales –inconexos y heterogénos pero aún así arraigadas en el suelo popular- y estos apoyos hacen que suscite una cierta desconfianza de los poderes mediáticos y el bloque capitalista dominante porque es obvio que no podrá gobernar sin atender a los reclamos de su base social. Un dato que puede parecer una pequeña nota de color pero que no lo es: poco después de las PASO Scioli viaja a Cuba y se reúne durante cuatro horas y media con Raúl Castro; Macri, en cambio, llama por teléfono al Embajador de Estados Unidos, en línea con lo que Wikileaks demostrara que tantas veces hiciera en el pasado. Dirán los “votoblanquistas” que estas son meras anécdotas, pero se equivocan. Remiten a algo más de fondo. Sólo que hay que saber mirar.
jueves, 5 de noviembre de 2015
La visita de Raúl Castro a México
Ángel Guerra Cabrera
La visita oficial a México que inicia hoy el presidente de Cuba Raúl Castro, trae a la mente inevitables evocaciones de los estrechos y entrañables lazos que unen a los dos países y culturas a lo largo de siglos. Mérida, capital de Yucatán, a donde llega Raúl, rememora los históricos vínculos que se han tejido entre ese estado mexicano y la isla caribeña a lo largo del tiempo.
Aquí encontraron refugio y amistad grandes cubanos: el eminente poeta y patriota José María Heredia; el héroe nacional José Martí, cuyo “hermano queridísimo” y confidente lo fue el michoacano Manuel Mercado; el ejemplar líder comunista Julio Antonio Mella, y el dirigente histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro, junto a varios sobrevivientes del ataque al Cuartel Mocada y otros futuros integrantes del Ejército Rebelde, entre ellos Che Guevara.
Los mexicanos han bailado y siguen bailando al compás de los ritmos cubanos. El cine mexicano en su edad de oro sentó una impronta indeleble en la cultura de la isla. México es el único país de América Latina que mantuvo relaciones diplomáticas con Cuba cuando Washington intentó aislarla del mundo.
Esto no significa que no haya diferencias entre ambos gobiernos. México enarbola el credo neoliberal, que ha profundizado como pocos países. Cuba mantiene en alto la bandera del socialismo y descarta permitir la hegemonía del mercado.
Sin embargo, México siempre ha rechazado el genocida bloqueo a Cuba y ha sido un partícipe activo en los memorables esfuerzos por la unidad e integración de América Latina y el Caribe encarnados en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños(CELAC) y unió su voz a la de los gobiernos de nuestra región para exigir a Estados Unidos que pusiera fin a su política de exclusión de la isla de los foros regionales.
Al referirse a las potencialidades de la CELAC Raúl ha dicho: Juntos somos la tercera economía a nivel mundial, la zona con la segunda mayor reserva petrolera, la mayor biodiversidad del planeta y con una alta concentración de los recursos minerales globales.
La presencia del mandatario cubano en México en este momento, es no solo un un paso trascendental en el relanzamiento de las relaciones diplomáticas, culturales, económicas y comerciales entre los dos países, iniciado por el presidente Enrique Peña Nieto luego del deterioro que sufrieran posteriormente al infortunado “comes y te vas”(2003).
Es también un reconocimiento de México al papel de Cuba como referente de la unidad latino-caribeña, al eficaz desempeño de Raúl al frente de la isla y a su brillante papel en actividades internacionales, entre ellas la Cumbre de las Américas(Panamá), la Asamblea General de la ONU y su visita a Nueva York, solo este año. México ha expresado su satisfacción por la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, hecho que abona como pocos a la declaración de América Latina y el Caribe como zona de paz, donde toda diferencia ha de solucionarse mediante el diálogo, acordado en la Cumbre de la CELAC presidida por Raúl en La Habana. La negociación por la paz en Colombia que avanza en la capital cubana es un modelo de este paradigma.
Entre Cuba y México hay un futuro promisorio en las relaciones económicas, culturales, políticas y científicas. El comercio bilateral rondará este año 500 millones de dólares, empresas mexicanas tienen 30 proyectos de inversión en la isla, entre ellos 9 en torno al estratégico puerto de El Mariel, atraídas por la nueva ley de inversión extranjera. Con la firma de 24 convenios se reimpulsan los nexos entre las universidades de ambos países.
Fue gracias a la solidaridad de muchos mexicanos y, en especial, al empeño personal del inolvidable general Lázaro Cárdenas, que la promesa hecha por Fidel al pueblo de Cuba pudo cumplirse puntualmente. En el 56 seremos libres o seremos mártires, había sentenciado, ante la urgencia de liquidar a la sangrienta y rapaz dictadura proimperialista de Fulgencio Batista.
El visitante cubano está inscrito en la larga tradición que une las luchas independentistas y por la justicia social de ambos pueblos. De Tuxpan, también en el Caribe mexicano, partieron el 25 de noviembre de 1956 el yate Granma y sus intrépidos expedicionarios hacia la conquista, pospuesta por tanto tiempo, de la independencia y la libertad de Cuba. Raúl era, con 27 años, el jefe del pelotón de retaguardia, después de haber cumplido a cabalidad la misión que le fue encomendada en el ataque al Moncada tres años antes.
La visita oficial a México que inicia hoy el presidente de Cuba Raúl Castro, trae a la mente inevitables evocaciones de los estrechos y entrañables lazos que unen a los dos países y culturas a lo largo de siglos. Mérida, capital de Yucatán, a donde llega Raúl, rememora los históricos vínculos que se han tejido entre ese estado mexicano y la isla caribeña a lo largo del tiempo.
Aquí encontraron refugio y amistad grandes cubanos: el eminente poeta y patriota José María Heredia; el héroe nacional José Martí, cuyo “hermano queridísimo” y confidente lo fue el michoacano Manuel Mercado; el ejemplar líder comunista Julio Antonio Mella, y el dirigente histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro, junto a varios sobrevivientes del ataque al Cuartel Mocada y otros futuros integrantes del Ejército Rebelde, entre ellos Che Guevara.
Los mexicanos han bailado y siguen bailando al compás de los ritmos cubanos. El cine mexicano en su edad de oro sentó una impronta indeleble en la cultura de la isla. México es el único país de América Latina que mantuvo relaciones diplomáticas con Cuba cuando Washington intentó aislarla del mundo.
Esto no significa que no haya diferencias entre ambos gobiernos. México enarbola el credo neoliberal, que ha profundizado como pocos países. Cuba mantiene en alto la bandera del socialismo y descarta permitir la hegemonía del mercado.
Sin embargo, México siempre ha rechazado el genocida bloqueo a Cuba y ha sido un partícipe activo en los memorables esfuerzos por la unidad e integración de América Latina y el Caribe encarnados en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños(CELAC) y unió su voz a la de los gobiernos de nuestra región para exigir a Estados Unidos que pusiera fin a su política de exclusión de la isla de los foros regionales.
Al referirse a las potencialidades de la CELAC Raúl ha dicho: Juntos somos la tercera economía a nivel mundial, la zona con la segunda mayor reserva petrolera, la mayor biodiversidad del planeta y con una alta concentración de los recursos minerales globales.
La presencia del mandatario cubano en México en este momento, es no solo un un paso trascendental en el relanzamiento de las relaciones diplomáticas, culturales, económicas y comerciales entre los dos países, iniciado por el presidente Enrique Peña Nieto luego del deterioro que sufrieran posteriormente al infortunado “comes y te vas”(2003).
Es también un reconocimiento de México al papel de Cuba como referente de la unidad latino-caribeña, al eficaz desempeño de Raúl al frente de la isla y a su brillante papel en actividades internacionales, entre ellas la Cumbre de las Américas(Panamá), la Asamblea General de la ONU y su visita a Nueva York, solo este año. México ha expresado su satisfacción por la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, hecho que abona como pocos a la declaración de América Latina y el Caribe como zona de paz, donde toda diferencia ha de solucionarse mediante el diálogo, acordado en la Cumbre de la CELAC presidida por Raúl en La Habana. La negociación por la paz en Colombia que avanza en la capital cubana es un modelo de este paradigma.
Entre Cuba y México hay un futuro promisorio en las relaciones económicas, culturales, políticas y científicas. El comercio bilateral rondará este año 500 millones de dólares, empresas mexicanas tienen 30 proyectos de inversión en la isla, entre ellos 9 en torno al estratégico puerto de El Mariel, atraídas por la nueva ley de inversión extranjera. Con la firma de 24 convenios se reimpulsan los nexos entre las universidades de ambos países.
Fue gracias a la solidaridad de muchos mexicanos y, en especial, al empeño personal del inolvidable general Lázaro Cárdenas, que la promesa hecha por Fidel al pueblo de Cuba pudo cumplirse puntualmente. En el 56 seremos libres o seremos mártires, había sentenciado, ante la urgencia de liquidar a la sangrienta y rapaz dictadura proimperialista de Fulgencio Batista.
El visitante cubano está inscrito en la larga tradición que une las luchas independentistas y por la justicia social de ambos pueblos. De Tuxpan, también en el Caribe mexicano, partieron el 25 de noviembre de 1956 el yate Granma y sus intrépidos expedicionarios hacia la conquista, pospuesta por tanto tiempo, de la independencia y la libertad de Cuba. Raúl era, con 27 años, el jefe del pelotón de retaguardia, después de haber cumplido a cabalidad la misión que le fue encomendada en el ataque al Moncada tres años antes.
jueves, 29 de octubre de 2015
Argentina: un balotaje crucial para América Latina
Atilio A. Boron
El resultado de las
elecciones del pasado domingo no fue un rayo en un día sereno. Un difuso pero
penetrante malestar social se había ido instalando en la sociedad al compás de
la crisis general del capitalismo, las restricciones económicas que impone a la
Argentina el agotamiento del boom de
las commodities y la tenaz ofensiva
mediática encaminada a desestabilizar al gobierno. Era, por lo tanto, apenas
cuestión de tiempo que esta situación se expresara en el terreno electoral. Ya
las PASO (elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) celebradas
el 9 de Agosto habían sido una voz de alarma, pero no fue escuchada y analizada
por el oficialismo con la rigurosidad requerida por las circunstancias.
Prevaleció una actitud que para utilizar un término benévolo podríamos
calificar como “negacionista”, gracias a la cual la autocrítica y la
posibilidad de introducir correctivos
estuvieron ausentes, con las consecuencias que hoy estamos lamentando.
Me ceñiré, en este breve análisis, a
algunos aspectos más relacionados con la estrategia y la táctica de la lucha
política adoptadas por el Frente para la Victoria en los últimos meses. Dejo
para otro momento la realización de un balance de la experiencia kirchnerista
en su integralidad y con sus múltiples contradicciones: asignación universal por hijo
y concentración empresarial; extensión del régimen jubilatorio y regresividad
tributaria; desarrollo científico y tecnológico (ARSAT I y II, etcétera) y
sojización de la agricultura; orientación latinoamericanista de la política
exterior y extranjerización de la economía. Algo he dicho al respecto en el
pasado y no viene al caso reiterarlo en esta ocasión. Volveré sobre este tema
en un escrito futuro, sin el apremio del momento actual. Tampoco me referiré,
por ejemplo, a cuestiones que remiten a un arco temporal que trasciende la
actual coyuntura electoral, como por ejemplo la llamativa ineptitud para
construir un sujeto político y hacer de “Unidos y Organizados” una verdadera
fuerza plural y frentista y no un cascarón vacío cuya única misión fue apoyar,
sin ninguna eficacia práctica, las medidas del gobierno. O a la asombrosa incapacidad para preparar, al cabo de doce
años de gobierno, un liderazgo de recambio que no fuera Daniel Scioli, un político
nacido del riñón del menemismo. O a la suicida actitud, seguida hasta hace unos
pocos meses, de descalificar y hasta ridiculizar a quien, al final del camino,
era el único candidato con el que contaba el kirchnerismo a la hora de
enfrentar la riesgosa sucesión presidencial. Es decir, se vapuleó a una figura,
contra la cual no se ahorraron ninguna clase de ofensas y humillaciones, sin
percibir, en la alegre ofuscación de los cortesanos del poder, que era la única
carta con la que contaban y que poco después deberían vergonzosamente aferrarse
a ella, cual clavo ardiente, en una desesperada tentativa por salvar “el
proyecto”. Dejo a la imaginación de los lectores la calificación de esta
actitud.
Más cercano en el tiempo se cometieron
varios errores de estrategia política de incalculables proyecciones: para
comenzar, la decisión de no apoyar a Martín Lousteau en el balotaje por la
jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires en contra de Horacio Rodríguez
Larreta, el delfín de quien hoy aparece como el probable verdugo del
kirchnerismo. De haberse actuado de esa manera, dejando de lado un absurdo fundamentalismo,
el macrismo habría perdido la ciudad de Buenos Aires y se le habría propinado
un golpe -si no mortal, al menos demoledor- a la candidatura presidencial de
Mauricio Macri. Esta ofuscación del FPV, de la cual participaron desde la Casa
Rosada hasta el último militante, fue una bendición para la derecha ya que le
permitió nada menos que conservar en su poder a la ciudad de Buenos Aires y
salvar el futuro de su principal espada política. Pocos casos de miopía
política pueden igualarse a este.
Pero la carrera de errores no se detuvo
allí. Con la intención de salvaguardar la pureza ideológica de la fórmula
kirchnerista, y ante la desconfianza suscitada por Daniel Scioli y su sinuosa
trayectoria política no se tuvo mejor idea que proponer como candidato a vicepresidente
a Carlos Zannini. Al optar por el Secretario Legal y Técnico de la Presidencia
se configuró una fórmula “kirchnerista pura”, buena para aplacar la ansiedad de
los propios pero absolutamente incapaz
de captar un solo voto por fuera del universo político del kirchnerismo. Esta
decisión pasó olímpicamente por alto todo lo que enseñan los manuales de la
sociología electoral, que dicen que para obtener una mayoría hay que presentar
una oferta política capaz de atraer la voluntad no sólo de los ya convencidos
-el núcleo duro de una fuerza partidaria- sino también de quienes podrían ser
atraídos por otras razones: rechazo a las fuerzas anti-kirchneristas, cálculo
oportunista o tendencia a “votar a ganador”, entre muchas otras. Pero la
fórmula Scioli-Zannini cerraba todas estas puertas, como se comprobó el pasado
domingo y se quedaba enclaustrada en el voto kirchnerista, importante para
insuficiente para obtener la diferencia que hubiera evitado el temido balotaje.
A lo anterior se agregó otro yerro
inexplicable: el empecinamiento en proponer como candidato a la gobernación de
la crucial provincia de Buenos Aires, que con casi el 38 % del padrón nacional
es la madre de todas las batallas políticas en la Argentina, al Jefe de
Gabinete de Ministros de la Presidenta Cristina Fernández, Aníbal Fernández.
Este fue víctima de una tenaz e inmoral campaña de desprestigio que lo
convirtió en el personaje con mayor imagen negativa de la provincia. Pese a ello
se insistió tercamente en una candidatura que solo representaba a los propios y
que perdía por completo de vista el complejo panorama electoral de la provincia.
El resultado fue una derrota inapelable a manos de una candidata opositora,
María Eugenia Vidal, que carecía por completo de experiencia en ese distrito ya
que se había desempeñado en los últimos ocho años como Vice Jefa de Gobierno de
la ciudad de Buenos Aires, acompañando a Mauricio Macri. Justo es reconocer que
en esta derrota existen responsabilidades concurrentes: la mala imagen de
Fernández se articuló con la pobre gestión de Scioli en la provincia. Si esta
hubiera sido algo mejor Vidal no podría haberse alzado con la gobernación. Por
ejemplo, si en lugar de dotar a la provincia con los tan publicitados 85.000
nuevos policías el gobernador saliente hubiera designado una cifra igual de
nuevos maestros seguramente otro habría sido el resultado. En todo caso, cuesta
entender las razones del tan pernicioso como costoso empecinamiento en sostener
una candidatura como la de Fernández en esas circunstancias.
Por último, en este breve racconto, otro error fue la decisión de
hacer que Scioli desplegase una campaña en la cual fuera lo más parecido
posible a Cristina y cuyo eje central fuese la cerrada defensa de la gestión presidencial,
sin ninguna proyección a futuro. Contra quienes proponían como slogan el cambio
-de ahí el nombre de la alianza derechista: “Cambiemos”- o quien como Macri demagógicamente exaltaba la
“revolución de la alegría”, Scioli aparecía como un político triste y titubeante, a la defensiva, e históricamente
maltratado por la presidenta y su entorno, debilitado por las críticas
recibidas desde la Casa Rosada, la Cámpora, Carta Abierta y con un libreto que
lo condenaba a posicionarse como un acérrimo defensor del “proyecto”, sin la
menor posibilidad de aludir a todo lo que faltaba hacer en el mismo, como una
reforma tributaria integral, la estatización del comercio exterior y la
implementación de una heterodoxa política antiinflacionaria que evitase la
licuación de una parte nada desdeñable de la cuantiosa inversión social del
gobierno de Cristina Fernández. Los resultados están a la vista.
Habría otras cuestiones por señalar, como
el faltazo ante el debate con los otros candidatos presidenciales, que lo disminuyó
aún más antes los ojos de la opinión pública y el oportunista anuncio, hecho
sobre la hora, de duplicar el piso salarial para el impuesto a las ganancias,
algo que el gobierno nacional tendría que haber hecho hace mucho. En todo caso,
parecería que ciertos cambios habidos en la estructura social argentina y en el
clima cultural imperante en el país, fuertemente semantizados por el terrorismo
mediático lanzado por la derecha; cambios producidos precisamente por las
políticas de inclusión social del gobierno de CF, no operaron en la dirección
de otorgarle mayor sustentabilidad al proyecto sino todo lo contrario, en línea
con tendencias ya observadas en países como Brasil, Bolivia, Ecuador y
Venezuela y que es incomprensible que hubieran sido pasadas por alto en la
Argentina. No necesariamente los sectores populares que mejoran su situación
socioeconómica y cultural gracias a la acción de los gobiernos progresistas y
de izquierda luego lo recompensan con su voto, y en la Argentina del pasado
domingo esto fue muy elocuente. Hace tiempo que hemos venido advirtiendo que,
ante la ausencia de una sistemática labor concientizadora y de formación
ideológica –la célebre “batalla de ideas” de Fidel- el boom de consumo no crea hegemonía política sino que termina
engrosando las filas de los partidos de la derecha.
Dado lo anterior, revertir lo ocurrido en
la primera vuelta electoral aparece como una empresa muy difícil aunque no
imposible. Habrá que intentarlo, para evitar que la Argentina sea la punta de
lanza de un proceso que, ahora sí, podría ser el inicio del “fin de ciclo” progresista
en la región, algo que hasta hace unos pocos días parecía poco probable. De
hecho, si el candidato del kirchnerismo es derrotado en el balotaje sería la
primera vez que un gobierno progresista o de izquierda es vencido en las urnas
desde el triunfo inaugural de Hugo Chávez en diciembre de 1998. Hasta ahora,
todos esos gobiernos fueron ratificados en las urnas y sería lamentable que la
Argentina rompiera con esa positiva tendencia. Tenemos una responsabilidad
regional de la cual no podemos sustraernos: una victoria de Macri sería un
golpe mortal para la UNASUR, la CELAC y el mismo Mercosur. Además, la Argentina
se realinearía incondicionalmente con el imperio y este redoblaría su ofensiva
en contra de los gobiernos bolivarianos, cada vez más privados de apoyos
externos. Como latinoamericano y marxista no puedo ser indiferente ante la
amenaza que representa un eventual gobierno de Macri que se uniría de inmediato
a Álvaro Uribe, José M. Aznar y sus mentores norteamericanos en su pertinaz
cruzada para erradicar de la faz de la tierra al chavismo, a los gobiernos de
Evo y Correa y para propiciar el “cambio de régimen” en Cuba. Es decir, para
liquidar definitivamente todo rastro de antiimperialismo en América Latina.
Nadie situado genuinamente en la izquierda política podría contemplar
distraídamente esta posibilidad ni dejar de hacerse cargo de enfrentarla con
todas sus fuerzas. Desgraciadamente, llegados a este punto, no tenemos mejores
opciones que la de apoyar al FPV para aventar el riesgo de un mal mayor,
sabiendo empero que si lográsemos triunfar en este empeño tendríamos que darnos
de inmediato a la tarea de construir una verdadera alternativa política de
izquierda porque el kirchnerismo, con sus aciertos, sus errores y sus
limitaciones ideológicas, no lo es y no puede serlo.
¿Podrá Scioli doblegar a su contrincante en
el balotaje? Dependerá de cómo diseñe su estrategia de campaña para estas
semanas. Los dos debates con Macri pueden ser la llave del triunfo, si es capaz
de pasar a la ofensiva y demostrar que tras la vaguedad discursiva de su
oponente se esconde un brutal programa de ajuste. Pero no le bastará con eso.
Tendrá también que dejar de circunscribir su discurso a la defensa de la obra
del kirchnerismo (algo para lo cual la presidenta Cristina Fernández no
necesita ayuda porque lo hace infinitamente mejor que él), definir nuevas
prioridades y salir con propuestas concretas en materia económica, social,
cultural e internacional que le permitan persuadir a la opinión pública que
podrá ser el presidente que comience a hacer todo aquello que el kirchnerismo,
en otros momentos, reconocía que aún restaba por hacer y no hizo. Y que lo diga
con convicción, sin pedirle permiso a nadie ni esperar la palmadita afectuosa
de la Casa Rosada. Es una tarea difícil pero no imposible. Enfrente suyo no
tiene a un De Gaulle o un Churchill sino a un insulso producto de un astuto
marketing político, apoyado por el aparato publicitario de la derecha imperial.
Difícil, repito, pero lejos de ser imposible. Ojalá que le vaya bien porque,
aunque algunos se empeñen en negarlo, en este balotaje también se juega el
futuro de los procesos emancipatorios y de las luchas antiimperialistas en
América Latina.
domingo, 25 de octubre de 2015
Que nuestro Norte sea el Sur
Entrevista a Elier Ramírez Cañedo, Doctor en Ciencias Históricas, Máster
en Relaciones Internacionales, investigador y ensayista, sobre los
procesos de integración en América Latina y el Caribe
Daina Caballero y Yosbel Bullaín Viltres
Tomado de Granma
“Seguramente, la unión es lo que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración”, anunciaba Simón Bolívar en La Carta de Jamaica. Doscientos años más tarde, esta idea sigue siendo la estrategia necesaria para la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe.
De esta manera, cada país, cada pueblo viene recorriendo su propio camino, haciendo su propia experiencia, con sus propias formas y contenidos en medio de no pocas contradicciones y luchas para defender sus conquistas.
Para el Doctor en Ciencias Históricas Elier Ramírez Cañedo, los procesos integracionistas en nuestra región, han constituido siempre un obstáculo para la política exterior norteamericana.
“Siempre ha torpedeado todos los intentos integracionistas, desde la época de Simón Bolívar hasta el presente. Por ejemplo, las ideas de Bolívar de llevar la independencia a Cuba y Puerto Rico, provocaron la cólera de Estados Unidos pues llegaron a convertirse en un desafío para los deseos expansionistas y las ínfulas imperiales que ya existían desde esa época”.
—Centrándonos en los años 80 y 90 del pasado siglo, ¿cuáles fueron los mecanismos de integración creados en América Latina y el Caribe? ¿Cuál fue la respuesta de Estados Unidos?
—A los años 80 y 90 se les llama las dos “décadas perdidas” o “la gran noche neoliberal”. A pesar de que la implementación del neoliberalismo ocurre un poco antes, en la década del 70, no fue hasta los años 80 y 90 cuando se hizo más presente en América Latina y realmente no existieron grandes avances en materia integracionista.
“En la década de los años 90 había surgido el Mercado Común del Sur (Mercosur), el Sistema de Integración Centroamericano (SICA), la Asociación de Estados del Caribe (AEC), y otras organizaciones pero sin gran trascendencia, lo que predominó en aquellos años fue el Consenso de Washington. El punto de giro, en mi opinión, fue en el año 2005, cuando se logra enterrar el ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas), en la Cumbre de los pueblos de Mar del Plata, Argentina.
“En el libro Un grano de maíz, del comandante de la Revolución Sandinista Tomás Borges, Fidel anuncia un cambio, ya había algunos destellos —sobre todo en los movimientos sociales, los sectores populares— de una resistencia a esos modelos de gobiernos neoliberales que existían en América Latina”.
—Durante la administración de George W. Bush (hijo) su política hemisférica se convierte en un fracaso, y esto es aprovechado por las fuerzas progresistas y de izquierda en la región. ¿En ese periodo, qué acciones concretas realizan los países latinoamericanos y caribeños en busca de la integración regional?
—A partir de los sucesos en la Cumbre de Mar del Plata, cuando fracasa el plan que tenían diseñado para materializar el ALCA, empieza a haber un avance mucho más acelerado de los procesos integracionistas. Surge la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el ALBA, (Alternativa Bolivariana para las Américas) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en mi opinión el paso fundamental en estos procesos de integración.
“Fue un momento que aprovecharon los sectores progresistas y de izquierda para avanzar en cuanto a sus propuestas. En estos años la mayoría de los avances en materia de integración en la región fueron impulsados por Chávez y la Revolución Bolivariana que contribuyó a articular esos procesos.
“Yo siempre digo que Cuba es como la llama encendida, el ejemplo inspirador, pero la Revolución Bolivariana fue la que permitió impulsar y llevar a la práctica esas ideas integracionistas.
“Y el gobierno norteamericano inmediatamente se moviliza en función de frustrar esos procesos de integración, es por eso que realiza tantos intentos desestabilizadores hacia esos gobiernos progresistas que habían llegado al poder, sobre todo enfocados hacia Venezuela. Luego se produce el triunfo electoral de Evo Morales, de Rafael Correa con la Revolución Ciudadana, Lula en Brasil y Kirchner en Argentina. Fue un proceso que el propio fracaso de estos modelos neoliberales estimuló la cohesión de los movimientos de izquierda”.
—En una entrevista realizada a Valter Pomar, secretario ejecutivo del Foro de Sao Paulo, hablando precisamente sobre estos temas, él explicaba la necesidad de crear una cultura de la integración. ¿Cuál es su opinión al respecto?
—La cultura de la integración es un concepto que tiene que enraizarse mucho en las conciencias de nuestros pueblos. El eslogan que “nuestro Norte sea el Sur”, realmente debe formar parte de nuestro sentido común. Sabemos que falta mucho, todavía hay quienes siguen viendo el Sur en el Norte, tanto algunos gobiernos de América Latina como sectores de nuestros pueblos; ha sido así durante muchos años y cambiar esa cultura hegemónica y dominante que se ha impuesto, no es cuestión de un día, un mes, son procesos de maduración y experiencia. La sistematicidad y los logros palpables que vayan mostrando estos procesos de integración serán los que pueden ir creando esa cultura.
—El Segundo Encuentro Latinoamericano y Progresista (ELAP) que el pasado mes de septiembre concluyó en Ecuador, abogó por fortalecer y consolidar ese espacio como escenario de debate, reflexión y articulación de las izquierdas de la región y el mundo. ¿Qué retos aún le quedan por delante a los países progresistas de América Latina y el Caribe para lograr una mayor integración?
—Son muchísimos los retos que todavía quedan, yo diría que superar los conflictos existentes entre los países de nuestro hemisferio: entre Bolivia y Chile, por la salida al mar o entre Venezuela y Colombia por cuestiones fronterizas. Históricamente se ha demostrado que el imperio se aprovecha cuando existen divisiones, fracturas, en beneficio de sus propios intereses.
“El tema de la institucionalidad es esencial porque contribuye a mantener y reforzar muchos de los aspectos que se discuten en las cumbres, Unasur es uno de los espacios integracionistas que más ha avanzado en este sentido. Se ha hablado, incluso, de la idea del Banco del Sur, así como de una serie de instituciones que van a permitir un avance más acelerado en cuanto a los planes, los proyectos.
“La complementariedad económica es un tema que afecta mucho a la integración. Recuerdo una vez a Chávez hablando sobre la necesidad de hacer un mapa de las mercancías, porque todavía hay mucho desconocimiento entre los países acerca de cuáles son sus producciones fundamentales. Nuestra América todavía tiene, en gran medida, una economía basada en la exportación de materias primas. Ese modelo hay que superarlo”.
—En la clausura del IV encuentro del Foro de Sao Paulo, en 1993, Fidel decía: “…qué menos podemos hacer nosotros y qué menos puede hacer la izquierda latinoamericana para crear una conciencia a favor de la unidad, eso debería estar inscrito en la banderas de la izquierda. Con socialismo o sin socialismo. Aquellos que piensen que el socialismo es una posibilidad y quieran luchar por el socialismo… pero aún aquellos que no conciban el socialismo, aún como países capitalistas, ningún porvenir tendríamos sin la unidad y sin la integración. ¿Qué piensa sobre este planteamiento de Fidel Castro?
—Uno de los desafíos principales en este momento es tratar de consolidar la unidad dentro de la diversidad. La única manera de sobrevivir a esos intentos de dividirnos, de dominarnos, es unirnos, independientemente del sistema político que tenga cada país.
“Este pensamiento fue expresado por Fidel en los años 90 y en estos momentos tiene aún más vigencia. El mundo se está configurando a nivel de bloques y desde el siglo XIX Bolívar lo vio muy claro pues supo que la única manera de sobrevivir era unirse contra las ansias expansionistas y hegemónicas de las potencias de esos momentos; sin embargo todavía estamos, 200 años después, defendiendo y tratando de hacer avanzar esas ideas”.
—Se dice que este 2015 marcó una nueva etapa en las relaciones entre las dos Américas. Cuba participa en la Cumbre de las Américas, inicia el proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, y Estados Unidos crea un nuevo vínculo con América Latina y el Caribe. ¿Considera que todo esto forma parte de la concepción estratégica del llamado “poder inteligente” del gobierno de EE.UU.?
—No hay incoherencias entre la política que está siguiendo Estados Unidos con Cuba, y la que tiene con otros países de la región; todo forma parte del mismo diseño.
“Cuba se coloca como una pieza funcional, como lo fue también en el siglo XIX, para conquistar ese ‘premio mayor’ que buscaban para reconfigurar su hegemonía hacia América Latina, sobre todo, en un momento en que Estados Unidos está en un relativo declive de su hegemonía, donde hay otros poderes desafiando cada vez más esa hegemonía, como Rusia y China, que tienen una fuerte presencia en nuestra región, incluso en el mar Caribe.
“La imagen de Estados Unidos en América Latina está muy deteriorada y la política hacia Cuba, consiste también en una estrategia de limpieza de su imagen pública, tanto en el país como también hacia el resto del continente.
“Estados Unidos ha tenido que buscar métodos mucho más sutiles, como el ‘poder inteligente’, la diplomacia, pero no hay cambios en cuanto a los objetivos estratégicos de recomponer y mantener su hegemonía.
“También, sin dudas, Estados Unidos se ha visto forzado a actuar con mayor suavidad debido al avance de las fuerzas progresistas, de izquierda y de los procesos integracionistas”.
Daina Caballero y Yosbel Bullaín Viltres
Tomado de Granma
“Seguramente, la unión es lo que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración”, anunciaba Simón Bolívar en La Carta de Jamaica. Doscientos años más tarde, esta idea sigue siendo la estrategia necesaria para la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe.
De esta manera, cada país, cada pueblo viene recorriendo su propio camino, haciendo su propia experiencia, con sus propias formas y contenidos en medio de no pocas contradicciones y luchas para defender sus conquistas.
Para el Doctor en Ciencias Históricas Elier Ramírez Cañedo, los procesos integracionistas en nuestra región, han constituido siempre un obstáculo para la política exterior norteamericana.
“Siempre ha torpedeado todos los intentos integracionistas, desde la época de Simón Bolívar hasta el presente. Por ejemplo, las ideas de Bolívar de llevar la independencia a Cuba y Puerto Rico, provocaron la cólera de Estados Unidos pues llegaron a convertirse en un desafío para los deseos expansionistas y las ínfulas imperiales que ya existían desde esa época”.
—Centrándonos en los años 80 y 90 del pasado siglo, ¿cuáles fueron los mecanismos de integración creados en América Latina y el Caribe? ¿Cuál fue la respuesta de Estados Unidos?
—A los años 80 y 90 se les llama las dos “décadas perdidas” o “la gran noche neoliberal”. A pesar de que la implementación del neoliberalismo ocurre un poco antes, en la década del 70, no fue hasta los años 80 y 90 cuando se hizo más presente en América Latina y realmente no existieron grandes avances en materia integracionista.
“En la década de los años 90 había surgido el Mercado Común del Sur (Mercosur), el Sistema de Integración Centroamericano (SICA), la Asociación de Estados del Caribe (AEC), y otras organizaciones pero sin gran trascendencia, lo que predominó en aquellos años fue el Consenso de Washington. El punto de giro, en mi opinión, fue en el año 2005, cuando se logra enterrar el ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas), en la Cumbre de los pueblos de Mar del Plata, Argentina.
“En el libro Un grano de maíz, del comandante de la Revolución Sandinista Tomás Borges, Fidel anuncia un cambio, ya había algunos destellos —sobre todo en los movimientos sociales, los sectores populares— de una resistencia a esos modelos de gobiernos neoliberales que existían en América Latina”.
—Durante la administración de George W. Bush (hijo) su política hemisférica se convierte en un fracaso, y esto es aprovechado por las fuerzas progresistas y de izquierda en la región. ¿En ese periodo, qué acciones concretas realizan los países latinoamericanos y caribeños en busca de la integración regional?
—A partir de los sucesos en la Cumbre de Mar del Plata, cuando fracasa el plan que tenían diseñado para materializar el ALCA, empieza a haber un avance mucho más acelerado de los procesos integracionistas. Surge la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el ALBA, (Alternativa Bolivariana para las Américas) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en mi opinión el paso fundamental en estos procesos de integración.
“Fue un momento que aprovecharon los sectores progresistas y de izquierda para avanzar en cuanto a sus propuestas. En estos años la mayoría de los avances en materia de integración en la región fueron impulsados por Chávez y la Revolución Bolivariana que contribuyó a articular esos procesos.
“Yo siempre digo que Cuba es como la llama encendida, el ejemplo inspirador, pero la Revolución Bolivariana fue la que permitió impulsar y llevar a la práctica esas ideas integracionistas.
“Y el gobierno norteamericano inmediatamente se moviliza en función de frustrar esos procesos de integración, es por eso que realiza tantos intentos desestabilizadores hacia esos gobiernos progresistas que habían llegado al poder, sobre todo enfocados hacia Venezuela. Luego se produce el triunfo electoral de Evo Morales, de Rafael Correa con la Revolución Ciudadana, Lula en Brasil y Kirchner en Argentina. Fue un proceso que el propio fracaso de estos modelos neoliberales estimuló la cohesión de los movimientos de izquierda”.
—En una entrevista realizada a Valter Pomar, secretario ejecutivo del Foro de Sao Paulo, hablando precisamente sobre estos temas, él explicaba la necesidad de crear una cultura de la integración. ¿Cuál es su opinión al respecto?
—La cultura de la integración es un concepto que tiene que enraizarse mucho en las conciencias de nuestros pueblos. El eslogan que “nuestro Norte sea el Sur”, realmente debe formar parte de nuestro sentido común. Sabemos que falta mucho, todavía hay quienes siguen viendo el Sur en el Norte, tanto algunos gobiernos de América Latina como sectores de nuestros pueblos; ha sido así durante muchos años y cambiar esa cultura hegemónica y dominante que se ha impuesto, no es cuestión de un día, un mes, son procesos de maduración y experiencia. La sistematicidad y los logros palpables que vayan mostrando estos procesos de integración serán los que pueden ir creando esa cultura.
—El Segundo Encuentro Latinoamericano y Progresista (ELAP) que el pasado mes de septiembre concluyó en Ecuador, abogó por fortalecer y consolidar ese espacio como escenario de debate, reflexión y articulación de las izquierdas de la región y el mundo. ¿Qué retos aún le quedan por delante a los países progresistas de América Latina y el Caribe para lograr una mayor integración?
—Son muchísimos los retos que todavía quedan, yo diría que superar los conflictos existentes entre los países de nuestro hemisferio: entre Bolivia y Chile, por la salida al mar o entre Venezuela y Colombia por cuestiones fronterizas. Históricamente se ha demostrado que el imperio se aprovecha cuando existen divisiones, fracturas, en beneficio de sus propios intereses.
“El tema de la institucionalidad es esencial porque contribuye a mantener y reforzar muchos de los aspectos que se discuten en las cumbres, Unasur es uno de los espacios integracionistas que más ha avanzado en este sentido. Se ha hablado, incluso, de la idea del Banco del Sur, así como de una serie de instituciones que van a permitir un avance más acelerado en cuanto a los planes, los proyectos.
“La complementariedad económica es un tema que afecta mucho a la integración. Recuerdo una vez a Chávez hablando sobre la necesidad de hacer un mapa de las mercancías, porque todavía hay mucho desconocimiento entre los países acerca de cuáles son sus producciones fundamentales. Nuestra América todavía tiene, en gran medida, una economía basada en la exportación de materias primas. Ese modelo hay que superarlo”.
—En la clausura del IV encuentro del Foro de Sao Paulo, en 1993, Fidel decía: “…qué menos podemos hacer nosotros y qué menos puede hacer la izquierda latinoamericana para crear una conciencia a favor de la unidad, eso debería estar inscrito en la banderas de la izquierda. Con socialismo o sin socialismo. Aquellos que piensen que el socialismo es una posibilidad y quieran luchar por el socialismo… pero aún aquellos que no conciban el socialismo, aún como países capitalistas, ningún porvenir tendríamos sin la unidad y sin la integración. ¿Qué piensa sobre este planteamiento de Fidel Castro?
—Uno de los desafíos principales en este momento es tratar de consolidar la unidad dentro de la diversidad. La única manera de sobrevivir a esos intentos de dividirnos, de dominarnos, es unirnos, independientemente del sistema político que tenga cada país.
“Este pensamiento fue expresado por Fidel en los años 90 y en estos momentos tiene aún más vigencia. El mundo se está configurando a nivel de bloques y desde el siglo XIX Bolívar lo vio muy claro pues supo que la única manera de sobrevivir era unirse contra las ansias expansionistas y hegemónicas de las potencias de esos momentos; sin embargo todavía estamos, 200 años después, defendiendo y tratando de hacer avanzar esas ideas”.
—Se dice que este 2015 marcó una nueva etapa en las relaciones entre las dos Américas. Cuba participa en la Cumbre de las Américas, inicia el proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, y Estados Unidos crea un nuevo vínculo con América Latina y el Caribe. ¿Considera que todo esto forma parte de la concepción estratégica del llamado “poder inteligente” del gobierno de EE.UU.?
—No hay incoherencias entre la política que está siguiendo Estados Unidos con Cuba, y la que tiene con otros países de la región; todo forma parte del mismo diseño.
“Cuba se coloca como una pieza funcional, como lo fue también en el siglo XIX, para conquistar ese ‘premio mayor’ que buscaban para reconfigurar su hegemonía hacia América Latina, sobre todo, en un momento en que Estados Unidos está en un relativo declive de su hegemonía, donde hay otros poderes desafiando cada vez más esa hegemonía, como Rusia y China, que tienen una fuerte presencia en nuestra región, incluso en el mar Caribe.
“La imagen de Estados Unidos en América Latina está muy deteriorada y la política hacia Cuba, consiste también en una estrategia de limpieza de su imagen pública, tanto en el país como también hacia el resto del continente.
“Estados Unidos ha tenido que buscar métodos mucho más sutiles, como el ‘poder inteligente’, la diplomacia, pero no hay cambios en cuanto a los objetivos estratégicos de recomponer y mantener su hegemonía.
“También, sin dudas, Estados Unidos se ha visto forzado a actuar con mayor suavidad debido al avance de las fuerzas progresistas, de izquierda y de los procesos integracionistas”.