Enrique Ubieta Gómez
Publicado en Granma
23 de marzo de 2016
El Presidente Obama es un buen comunicador. Significa
que sabe colocar las palabras, los gestos, la mirada. Parece como si
improvisara, pero tiene frente a sí un “teleprompter” que el público no
percibe. Su lógica discursiva va dejando espacios de aire que eluden,
minimizan o manipulan los hechos. El pueblo cubano no alberga
sentimientos de odio hacia el pueblo estadounidense, y escucha al
Presidente que propició el reinicio de relaciones diplomáticas con
disposición amistosa. Ello no significa que no perciba los saltos.
Quizá, en una de esas frases dichas sin demasiado énfasis, radica la
primera confusión: si bien es cierto que el gobierno estadounidense y
el cubano fueron adversarios y no sus pueblos, este último y su pueblo
compartieron durante estas décadas de confrontación similares ideales y
propósitos. No podría entenderse la sostenibilidad de esa Revolución y
la ineficacia de un bloqueo que ocasiona enormes dificultades en la vida
cotidiana de sus ciudadanos, si no se parte de esa premisa. No podría
entenderse la legitimidad de cada conquista revolucionaria, si no se
conoce además la historia de las relaciones entre los dos países.
El Presidente Obama introduce esa historia con una alusión simbólica a
las aguas del Estrecho de la Florida, a los que van y vienen de un
lado al otro. Habla de los sufrimientos del “exiliado” cubano —término
que obvia el hecho de que este suele pasar sus vacaciones, sin peligro
alguno, en Cuba, o incluso, como se ha puesto de moda, sus años finales
de vida al amparo del sistema estatal cubano de salud—, que según el
discurso oficial de su gobierno, va en busca de “libertad y
oportunidades”, pero no aclara si se refiere a los torturadores,
asesinos y ladrones del ejército batistiano que huyeron a los Estados
Unidos en los primeros meses de la Revolución, a los niños que fueron
separados de sus padres en virtud de una propaganda mentirosa y un
criminal Programa denominado Peter Pan, a los médicos o deportistas
incitados a desertar de sus misiones de solidaridad o de eventos
internacionales, con la promesa de una vida material más holgada o
jugosos contratos, o a los que, cansados del bloqueo, o de vivir en un
país digno pero pobre, saltan en balsas hacia el llamado Primer Mundo,
al amparo de la política de pies secos-pies mojados y de la Ley de
Ajuste Cubano, que politiza la decisión de todo inmigrante.
Cuando expresaba sus sentidas condolencias y su solidaridad hacia el
pueblo belga por los atentados terroristas que acaban de producirse en
Bruselas, con el lamentable saldo de más de 30 muertos, los cubanos
sentimos esa herida como propia: en estas décadas de acoso, el
terrorismo con base en territorio norteamericano ocasionó 3 478 muertos y
2 099 incapacitados. Algunos de esos “exiliados”, cuyos sufrimientos
dice comprender, han ejercido o ejercen el terrorismo, en Cuba y en los
Estados Unidos. Posada Carriles, coautor intelectual de la voladura de
un avión civil cubano en pleno vuelo y responsable de la muerte de
todos sus pasajeros y tripulantes, vive tranquilamente en Miami. Por
eso nos pareció un acto de justicia imprescindible que liberara a los
tres cubanos que aún permanecían presos en aquel país por combatir el
terrorismo, el mismo día que ambos presidentes anunciaban la intención
de reanudar relaciones.
Sin embargo, reconozco que avanza un poco más cuando reconoce que
“antes de 1959 algunos estadounidenses consideraban que Cuba era algo a
ser explotado, no prestaban atención a la pobreza, permitían la
corrupción”, y agrega, “yo sé la historia, pero no voy a estar atrapado
por la misma”. Entonces, recita el verso de José Martí, “cultivo una
rosa blanca” y declara: “como Presidente de los Estados Unidos de
América, yo le ofrezco al pueblo cubano el saludo de paz”.
Eso, lo apreciamos. No citaré a José Martí, aunque podría traer a
colación sus muchas observaciones críticas y advertencias sobre la
“democracia” estadounidense. Solo diré que el camino que quería para
Cuba no era ese.
¿Por qué ahora?”, pregunta Obama, y se responde con naturalidad: “Lo
que estaba haciendo Estados Unidos no funcionaba”. Pero, ¿no
funcionaba?, ¿no sería mejor decir que era inmoral?, ¿que causaba
sufrimientos, e incluso muertes? “El embargo hería a los cubanos en vez
de ayudarlos”. Nos hería en nuestros sentimientos de pueblo digno, sí,
pero también afectaba nuestras vidas. El bloqueo es criminal. ¿No debía
acaso pedir perdón, en nombre del Estado que representa, a todos los
cubanos? La expresión “no funcionaba”, alude, aunque no lo exprese de
manera directa, a la heroica resistencia del pueblo cubano, a su
decisión de preservar su independencia y su soberanía, y también a la
perversa razón del cambio: si no funcionaba, hay que hacer algo que
funcione (algo que los obligue o los conduzca a hacer lo que queremos
que hagan). Me parece que el sentido del cambio se esconde en esa
expresión.
Hay un problema adicional con ese efectista ofrecimiento del saludo
de paz: la Ley de Ajuste Cubano, la política de pies secos-pies mojados,
la política de estímulo a la deserción de médicos y deportistas, y el
bloqueo económico, comercial y financiero, siguen vigentes. Del
territorio ocupado en Guantánamo durante una centuria contra nuestra
voluntad, ni una sola palabra. Entonces, ¿cuál es la rama de olivo?,
¿dónde está la rosa blanca? Obama ha abierto un camino que se inicia con
el restablecimiento de relaciones, y que pasa por muchas disposiciones
ejecutivas antes de que el Congreso se disponga a cancelar las leyes
del bloqueo. En ese camino, todavía puede hacer mucho más.
“Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría en las Américas”, declara de manera solemne.
Entonces, ¿acepta la convivencia civilizada que Cuba propone, con un
Estado socialista a 90 millas de sus costas?, ¿dejará que Venezuela,
Ecuador, Bolivia, Brasil, y todos los pueblos latinoamericanos decidan
sin injerencia alguna sus destinos? “Hemos desempeñado diferentes
papeles en el mundo”, dice con honestidad, aunque no creo que comprenda o
acepte el papel asumido por el imperialismo, que pese a todo
representa. “Hemos estado en diferentes lados en diferentes conflictos
en el hemisferio”, agrega. Es un tema delicado, porque los sucesivos
gobiernos estadounidenses apoyaron a Batista, a los Somoza, a Trujillo,
a Pérez Jiménez, a Stroessner, a Hugo Bánzer, a Pinochet, a Videla,
etc. Y combatieron a Cárdenas, a Arbenz, a Torrijos, a Velazco
Alvarado, a Salvador Allende, a Chávez, a Evo… “Tomamos diferentes
caminos para apoyar al pueblo de Sudáfrica para que erradicara el
apartheid, pero el presidente Castro y yo, ambos, estuvimos en
Johannesburgo pagándole un tributo al legado de Nelson Mandela”, afirma
y no sé a qué apoyo se refiere, porque el gobierno que encarceló a
Mandela fue un aliado estratégico de Washington, aunque él era apenas
un niño en aquellos años. Cuba pagó su tributo a Mandela con la sangre
derramada por sus hombres y mujeres en la selva africana, mientras
rechazaba junto a los combatientes angolanos la invasión de la Sudáfrica
racista.
El Presidente Obama sabe que el pueblo cubano aprecia y defiende la
independencia conquistada, por eso reitera que “Estados Unidos no tiene
ni la capacidad ni la intención de imponer cambios en Cuba, los cambios
dependen del pueblo cubano (…) conocemos que cada país, cada pueblo
debe forjar su propio destino, su propio modelo”. Sin embargo, la “nueva
era” presupone “sus” cambios… en Cuba. Primero enumera los “valores”
que todo país debe compartir, y algunas medidas que Cuba en particular
debe aplicar. Luego, no tan veladamente, establece condiciones: “aunque
levantemos el embargo mañana —dice— los cubanos no van a alcanzar su
potencial sin hacer cambios aquí en Cuba”. Cree que puede ganarse la
voluntad de los jóvenes: “estoy apelando a los jóvenes de Cuba que
tienen que construir algo nuevo, elevarse.
¡El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano!”,
como si no lo estuviera desde 1959. Y afirma: “yo sé que el pueblo
cubano va a tomar las decisiones correctas”. También yo lo sé. La
diferencia estará sin dudas en el criterio de corrección o de
conveniencia que establezcamos. El modelo de sociedad al que aspiramos,
no es la corrupta Miami, como propone Obama con insólita candidez.
“El pueblo no tiene que ser definido como opositor a los Estados
Unidos, o viceversa”, dice, y utiliza un vocabulario ajeno a nuestra
educación política. No somos opositores a los Estados Unidos, somos
hermanos de su gente de bien, sencilla y creadora, y le tendemos la mano
a su gobierno, siempre que esté dispuesto a respetar el camino elegido
por Cuba, que tanta sangre y sacrificios costara. “Amamos a la patria de
Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting”, sentenciaba José
Martí. Ese es el enigma: ¿quién de los dos nos tiende la mano?
La Isla Desconocida navega en pos de sí misma, la utopía en pos de la utopía, buscándose y hallándose siempre a medias, en mares cercanos a los dominios reales.
jueves, 2 de junio de 2016
viernes, 13 de mayo de 2016
La Patria posible
Enrique Ubieta Gómez
Todos los
accesos al campo de batalla han sido minados. El campo es un círculo cerrado, y
en él, un grupo de “ofendidos” apedrea al “ofensor”. Si te unes a los que
lanzan piedras, “defiendes” la libertad de expresión, la diversidad; si tratas
de defender el derecho a opinar, y reconoces algún atisbo de verdad en la
opinión del que se pretende estigmatizar, eres un censor. Las advertencias son
claras: el articulista que ha desatado la ira –y propiciado el contraataque que,
esperan ellos, constituya una lección definitiva para todos los que piensan
como él–, es “vil”, “mezquino”, “un ser de las sombras”.
Algunos
transeúntes de las redes, ajenos al verdadero contenido de la discusión, asumen
como ciertos los epítetos. Otros que saben que el supuesto ofensor lleva
razón, callan, porque no quieren ser estigmatizados. El apedreado es un
intruso, alguien que fue declarado con desprecio, en una
contienda de “elevados” intelectuales, como un no intelectual, un
político: “Por
más que el inspirador de este texto (…) tiene nombre, blog y pupila, no lo leo
como una polémica entre dos intelectuales, porque no lo es: falta uno”, escribe
una comentarista. Si un intelectual expresa su
acuerdo o su coincidencia de criterios con el Partido, es un político
“oficialista”, y no entra en la “zona de prestigio trasnacional”.
Pero la
sentencia discriminatoria no es exacta. El articulista atacado no está
indefenso, esgrime argumentos profundos que quedan sin respuesta. A cambio,
recibe insultos o manipuladoras evasivas. Es un revolucionario intelectual. Su texto incluye una larga cita de uno de los más prestigiosos
intelectuales cubanos, que no va en la dirección deseada por los aludidos, y es
ignorada.
En la
contienda participan los que surfean en la ola de los consensos de prestigio:
viene la siguiente, y son expertos en montarse, en avanzar sin caer al agua, en
hacerse visibles, aplaudibles. Jamás cambiarían un consenso por una verdad, es
muy costoso. Aunque saben, no me cabe dudas, diferenciarlos. Los medios
(re)productores de consensos en el capitalismo nos hacen comprar cualquier
cosa, incluso la idea de que el suicidio –el capitalismo depredador– es bueno,
pero sabemos (todavía sabemos) que no lo es. Suelen citarse estas palabras de Allan
Dulles, el fundador de la CIA: “Sólo unos
pocos acertarán a sospechar e incluso a comprender lo que realmente sucede.
Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión,
ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarlos, desacreditarlos y
señalarlos como desechos de la sociedad”.
La verdad,
en términos sociales, no puede ser ajena a la ética, a la justicia. Y un
revolucionario no puede defender la corriente de moda, aún si fuese acatada por la mayoría de la población, o de los jóvenes, solo porque coyunturalmente la mayoría lo piense; pero
es costoso para el prestigio individual ir a contracorriente, y es sin embargo
imprescindible, si somos o aspiramos a ser revolucionarios. En construir
mayorías estúpidas –desde la ignorancia pura, pero también desde la tecnofilia
o la falsa erudición, como la llamaba Martí–, de cualquier edad, se especializa
el capitalismo. A veces es inevitable administrar consensos, pero un
revolucionario debe, ante todo, construirlos.
Pudiera
entrar a discutir un argumento o una frase del articulista “villano”, decir que
estoy en desacuerdo con tal razonamiento suyo para que me perdonen el
desacuerdo con sus adversarios, en fin, tomar distancia de los implicados, situarme
en el medio, hacer política bastarda; pero eso me repugna. Prefiero atenerme a
las esencias: estoy de acuerdo con Iroel Sánchez, que escribe como ciudadano, y lo hace con la legítima pasión de los
revolucionarios. Entremos pues en el tema de los centrismos.
II
La llamada
desideologización, o dicho de otra manera, el desgaste social de la ideología
revolucionaria, que para existir tiene que hacerse consciente y reproducirse de
manera continua –a diferencia del proceso de reideologización conservadora, que
puede transcurrir sin que el sujeto lo perciba–, transforma la duda en
escepticismo, en abandono. El individuo se acomoda en el centro, equidistante
de los puntos emisores de contenidos: es el lugar aparentemente más cómodo, más
seguro. La tesis es que todos tienen parte de razón (la razón libresca, de
espaldas a la vida), y esa sola sentencia derriba el interés por la Revolución.
El “desideologizado” delega en los demás la actividad política, mientras
recarga su nueva cosmovisión.
Cuba Posible se mueve con sigilo y atrae a este
sector, mostrándose de la misma manera; usufructúa el cinismo, pero no lo
cultiva: necesita construir las nuevas creencias para la reconversión ideológica,
y coloca, sin prisa, sus rieles. Por el momento, disecciona como forense –manipula e hiperboliza, ofrece sus propias conclusiones como inobjetables puntos de partida– los males de nuestra sociedad, desde una aparente pluralidad
de intenciones y doctrinas, de opiniones y consejos, que provienen los más diversos
orígenes; es su manera de eludir cualquier definición ideológica expresa: en
ocasiones se acerca al lenguaje revolucionario, en otras, parece articularse en
el reformismo socialdemócrata, a veces, en el más tradicional liberalismo.
Si el
capitalismo funciona de forma inconsciente a nivel de individuo, y el socialismo
lo hace de forma consciente, entonces la “desideologización” únicamente afecta
a este último, lo desarma. Ideologizar en el socialismo es lo opuesto a una
“falsa conciencia”; implica tomar conciencia de sí, hacerse cargo de que
existimos en un mundo, en una época, donde pasado y futuro están interrelacionados.
La presencia de todas las doctrinas en el mercado, dispersa y anula la
revolucionaria. Donde no hay ideología visible, hay ideología capitalista. Los
fundadores de Cuba Posible han dicho
que se oponen al
"empeño por imponer un
proyecto de país único, sin tomar en cuenta las otras propuestas que
existieran. Estábamos y continuamos estando convencidos de que el gran cambio
que demanda actualmente la nación implica todo lo contrario; o sea, la capacidad
para que todos los proyectos puedan compartir el país y construirlo juntos".
Sin
embargo, en lo que verdaderamente importa y tiene sentido histórico, solo hay
dos proyectos de país. El de la justicia social y la independencia, y el del
capitalismo neocolonial. Lo demás son caminos que conducen a uno u otro,
acertados o fallidos. ¿Quién dijo que el pluripartidismo implica en alguna
parte la existencia de muchos y diferentes proyectos de país? ¿Alguien cree que
en los Estados Unidos, en sus zonas de poder, cohabita más de un proyecto esencial
de país? Claro que no es lo mismo Obama que Trump o que Sanders, o que la
Clinton, pero por favor, ¿alguien cree que alguno de ellos pretende o podría
construir otro país? Que nadie pretenda traernos de contrabando, como opción
posible, al capitalismo neocolonial.
El cinismo
se siente, a pesar de todo, representado en Cuba
Posible, porque este grupo construye espacios teóricos descontextualizados,
para “denunciar” las grietas que el contexto ha generado entre la realidad y el
discurso.
Dos formas diferentes de encarar la realidad y su conceptualización
tienden puentes: Cuba Posible (la
teoría) se hace acompañar de OnCuba
(la descripción minimalista). Ambos procuran golpear los espacios de prestigio
de la Revolución: la igualdad, la solidaridad, el heroísmo. Ambos son
funcionales a la dominación imperialista, pero semejan ser radicales, rebeldes.
No son críticos de lo mal hecho, de los desvíos y errores de nuestra Revolución
–ese es el mito de presentación–, porque se sitúan más allá de ella, en el
período “Post”: no puede repararse lo que ya “no existe”.
El proceso
“descripción-teoría” avanza a rastras, en la oscuridad, se detiene en cada descorchado de la pared, de manera que el lector llegue a creer
que ese minúsculo espacio es la imagen de un país. La extrañeza que el discurso
de ellos provoca en nosotros y, probablemente, el de nosotros en ellos, se debe
a que estamos situados en orillas diferentes: nosotros en la orilla de la
convicción, y ¿por qué no?, de la fe (fe en el pueblo, en su capacidad de
sostener y desarrollar la Revolución), ellos en la del descreimiento o dicho de
modo más literario y autojustificativo, en la del desencanto. En este caso, la
fe ve más; el descreimiento es ciego.
Cuando,
airado, Veiga –uno de sus fundadores– le responde a Iroel, parte de una creencia propia que enuncia como si fuese una verdad admitida por todos (en
esto se parece a Obama): Cuba, su sistema, se encuentra en crisis y es preciso
construir entre todos una transición. La palabra en sí porta significados
dudosos, comprometidos con la historia: bajo ese término, por ejemplo, España y
Chile dieron por finalizado el período de salvajismo capitalista militar y
abrieron el del salvajismo capitalista “democrático”, mientras que los países
de Europa de Este saltaron de un socialismo trunco a un capitalismo "bananero
con nieve" (el único posible para recomenzar). Y no creo que aluda al “período
de tránsito al socialismo”, como alegaban los manuales.
Quizás por eso
apostilla que no sería “una transición al modo oligárquico o mafioso de la
Europa del Este”, y entonces cabría preguntarse, ¿pero nos conduciría al mismo
lugar? Dice que Iroel representa “el pasado y el fracaso”. ¿La Revolución, para
estos hijos de la Revolución, ha fracasado? Son
precisiones que quedan en la sombra y que nada tienen que ver con las
prevenciones de Fidel y de Raúl –cuyas palabras manipula Veiga una y otra vez,
con gestos literarios de cuadro político, para vender gato por liebre–, ni con
la actualización o la reforma (no tengo reparos con el término, porque hacer
una reforma no implica ser reformista, contra lo quesí tengo reparos, por
cierto), que se ha propuesto hacer más eficiente y justo nuestro socialismo.
Cambiar todo lo que deba ser cambiado jamás ha significado en Fidel o en Raúl,
o en los revolucionarios cubanos, cambiar el socialismo por el capitalismo. Cuba Posible apuesta por, e intenta
construir, la República posrevolucionaria y sus fundadores se
perciben como consejeros o asesores de un nuevo estamento político, que ya se
declara “lealmente” opositor. Una lealtad dudosa.
Es usual
en discusiones como esta que los aludidos se refugien en teorías, en citas
eruditas, que mezclen lenguajes y conceptos pescados en este o en aquel libro; pero
tras cada palabra, sépanlo ellos o no, sean o no partícipes o usufructuarios,
cobren o no, palpita un interés de clase. Como decía el filósofo argentino
Arturo Andrés Roig, hay que aprender a diferenciar entre discurso y
direccionalidad discursiva, entre significado y sentido.
Si la
derecha venezolana utiliza el lenguaje de los revolucionarios –con alusiones al
pueblo, a sus derechos o necesidades, a la justicia social– para derrotar a los
revolucionarios, ello no implica que se ha reubicado en “el centro”, que aspira
a dialogar con la “otra parte”; solo procura cambiar el color de la piel, para
igualarse al contexto por el que debe inevitablemente transitar, y defender los
intereses de una oligarquía que es antipopular y neocolonial. Una vez en el
poder, arrasará con todo vestigio de dignidad adquirida por los Sin Nada. Ya
hemos visto un adelanto en el Parlamento de aquel país. El conflicto (el de
siempre) entre los Estados Unidos y Cuba más que teórico es práctico, no surge
de diferentes interpretaciones sobre los derechos humanos, es un conflicto de
intereses, económicos y geopolíticos, y aquellas diferencias conceptuales
justifican o defienden estos intereses opuestos, están a su servicio. A ningún
congresista estadounidense se le ocurre debatir la peculiar interpretación de
los derechos humanos en Arabia Saudita o en Israel.
Tampoco es
suficiente el nacionalismo a secas (porque, en primer lugar, no existe). La
Patria, la de Martí, no es la “tierra que pisan nuestras plantas”. Es un
proyecto y una experiencia colectiva de vida. Cuando, hallándose en Guatemala
después del Pacto del Zanjón, le piden a Martí que regrese a Cuba, responde: mi
Patria no está allá en la isla colonizada, va conmigo. El nacionalismo burgués
convive de manera armónica con el anexionismo; el imperialismo jamás permitiría su existencia independiente.
La Patria
que construimos es inclusiva. Pero los que atentan contra la justicia social y
la dignidad de los otros, los que aspiran a una riqueza que se sustenta en la
pobreza de las mayorías, los que intrigan y conspiran para ser colonizados –así sean fervorosos voluntarios o viles mercenarios–, se
autoexcluyen de la Patria. Es cierto que quienes desconfían de las capacidades
de su pueblo y mitifican las del vecino, no dejan de ser cubanos. Son los
reformistas de siempre, los autonomistas y anexionistas del siglo XIX, los
neocolonizados del XX. Recordemos la sutil diferencia que establece Fernando
Ortiz entre cubanidad y cubanía: los anexados son cubanos porque no pueden
eludir las formas propias (costumbres, tradiciones, etc.) de la cubanidad, pero
carecen de cubanía, que es la forma conciente en que se asume esa pertenencia.
III
¿Qué
significa ser extremista?, ¿cuáles son los extremos del debate nacional? Para
los revolucionarios cubanos, el extremista es quien adopta de manera
irreflexiva consignas y frases hechas, cuyo fondo conceptual ignora o no
comprende, y es incapaz por tanto de discernir qué es esencial y qué no lo es.
El extremismo conduce al dogmatismo y a la doble moral. Lenin lo sentencia de
manera inequívoca en una frase que el pueblo ha hecho suya: detrás de cada
extremista hay un oportunista. Pero nada tiene que ver con la visión radical
–que va a las raíces–, y a la postura revolucionaria frente a la realidad. No
me atrevo a definir el extremismo reaccionario, porque el capitalismo no
estimula ni propicia –a diferencia de la Revolución– la participación ciudadana
en la política real. De cualquier manera, ni el socialismo revolucionario ni el
capitalismo, son los extremos en una supuesta “gama de ofertas” políticas. El
centrismo político descalifica toda visión radical como extrema y no necesita
buscar un equivalente en la visión conservadora. Lo que no es radical, ya no es
revolucionario. El centro queda a la derecha del mapa.
¿Por qué
Veiga y algunos de sus colaboradores respondieron con ira los señalamientos de
Iroel? Con su lenguaje ambiguo y su teoricismo supuestamente centrista, Cuba Posible pretende pescar en el río
revuelto de la guerra cultural. El Rey está desnudo, ha dicho Iroel, y la
ilusión ha desaparecido. Mi interés no es acusarlo de complicidades espurias: no
porque sean bienvenidos en Washington y en Miami, o porque sus artículos sean
reproducidos y elogiados por la derecha, la más inteligente, vamos a sospechar
de sus gestores o a descartar el análisis de sus propuestas. Pero yo quiero
felicitar a Iroel Sánchez, porque nos hizo pensar, raro oficio. La Cuba real
contiene, al menos, dos Cubas posibles: la neocolonial e injusta del
capitalismo dependiente y la de un socialismo revolucionario, más eficiente y
democrático, pero real, por el que no dejaremos de pelear.
lunes, 25 de abril de 2016
Carta del Embajador cubano al diario-empresa `El País´
Estimado director de El País:
He guardado silencio ante las reiteradas manipulaciones en días pasados sobre mi país que acumula su "diario-empresa". Uno podría preguntarse, con ironía o sin ella, si hemos perdido la oportunidad de resolver los complejos problemas que enfrentamos en Cuba al no disponer de los consejos de El País para solucionarlos.
"Retórica y realidad" fue el título escogido para el editorial de su diario sobre Cuba del pasado 18 de abril, cuando la retórica y la realidad de ese medio no lo hacen uno de comunicación y sí una empresa que se preocupa más por pagar sus deudas y mantenerse a flote, que por informar a sus lectores. ¿En qué oscuro lugar de la redacción de su "fábrica" ustedes determinan lo que desean los cubanos y "un marco económico realista" para Cuba? ¿Será que "realista" significa despedir a empleados públicos, disminuir renta básica, privatizarlo todo; dejar que el 1% que controla la mayoría de los ingresos mundiales y el crimen organizado, también controle los destinos de mi país como los fondos buitres controlan las empresas Prisa y El País?
Realidad es que Cuba a pesar de que se mantienen las sanciones de los EEUU que constituyen un auténtico bloqueo económico, comercial y financiero, es uno de los 44 países con alto índice de desarrollo humano, el primero que eliminó la desnutrición infantil en América Latina; el 28 país más saludable del mundo según el Foro de Davos; el segundo mejor país de su continente para ser madre y el quinto en la región como buen gobierno, de acuerdo a Transparency International; es el mío, el país que dedica mayor porcentaje de su PIB a la educación y el segundo con la menor tasa de homicidios per cápita de su continente.
Entiendo ahora la libertad creativa de su editorialista: su empresa es pura retórica.
Saludos,
Eugenio Martínez Enríquez
Embajador de Cuba ante el Reino de España
He guardado silencio ante las reiteradas manipulaciones en días pasados sobre mi país que acumula su "diario-empresa". Uno podría preguntarse, con ironía o sin ella, si hemos perdido la oportunidad de resolver los complejos problemas que enfrentamos en Cuba al no disponer de los consejos de El País para solucionarlos.
"Retórica y realidad" fue el título escogido para el editorial de su diario sobre Cuba del pasado 18 de abril, cuando la retórica y la realidad de ese medio no lo hacen uno de comunicación y sí una empresa que se preocupa más por pagar sus deudas y mantenerse a flote, que por informar a sus lectores. ¿En qué oscuro lugar de la redacción de su "fábrica" ustedes determinan lo que desean los cubanos y "un marco económico realista" para Cuba? ¿Será que "realista" significa despedir a empleados públicos, disminuir renta básica, privatizarlo todo; dejar que el 1% que controla la mayoría de los ingresos mundiales y el crimen organizado, también controle los destinos de mi país como los fondos buitres controlan las empresas Prisa y El País?
Realidad es que Cuba a pesar de que se mantienen las sanciones de los EEUU que constituyen un auténtico bloqueo económico, comercial y financiero, es uno de los 44 países con alto índice de desarrollo humano, el primero que eliminó la desnutrición infantil en América Latina; el 28 país más saludable del mundo según el Foro de Davos; el segundo mejor país de su continente para ser madre y el quinto en la región como buen gobierno, de acuerdo a Transparency International; es el mío, el país que dedica mayor porcentaje de su PIB a la educación y el segundo con la menor tasa de homicidios per cápita de su continente.
Entiendo ahora la libertad creativa de su editorialista: su empresa es pura retórica.
Saludos,
Eugenio Martínez Enríquez
Embajador de Cuba ante el Reino de España
domingo, 24 de abril de 2016
Crisis moral
Alberto Híjar Serrano
Un memorioso Compañero del Alma como llamara Miguel Hernández a Ramón Sijé, remite una crónica de Playa Girón, la primera derrota militar del imperialismo yanqui en América. Poco más de setenta horas fueron suficientes para derrotar la invasión montada en cinco buques cargueros y precedida por el bombardeo de aeropuertos para garantizar el dominio del aire. Más de cinco mil mercenarios, cubanos de origen algunos de ellos, fueron derrotados y más de mil fueron capturados y canjeados por alimentos y medicinas, de modo que el 17 de abril de 1961, los combatientes civiles y profesionales de Cuba se dispusieron a seguir el juicio de los prisioneros. La foto de Fidel saltando desde la torreta de un tanque es aún emblemática por lo que tiene de ejemplo comunista en disposición de combate reiterada ahora en el discurso de clausura del VII Congreso del Partido Comunista Cubano. Reivindicar la militancia comunista, vence la maledicencia y comprueba su actualidad en situación de alerta roja mundial ante los excesos del capitalismo depredador.
El filosofo argentino León Rozitchner dedicó sus últimos años a desarrollar la psicología como recurso reflexivo de las conductas, trabajo que inició con Moral burguesa y Revolución editado en Buenos Aires en 1963 y en 1969. En la Introducción plantea la necesidad de “enfrentar las concepciones morales de la burguesía con la ética de la Revolución” y precisa el sustento a partir de las declaraciones de los mercenarios en el dialogo con periodistas y miembros del gobierno revolucionario para “mostrar que la reflexión filosófica, sobretodo si es reflexión ética, debe ponerse a prueba en el análisis de situaciones vividas en las cuales los hombres asumen la mayor de sus responsabilidades históricas”. El lugar que los idealismos otorgan a sustancias como El Hombre y Los Valores, es así sustituido como revelación ideológica. Predomina la urgencia de exculpación que va desde la declaración del cura que sólo pretendía asistencia espiritual, al hombre de negocios que no sabe de política, a la del joven rico y fiestero desconocedor de Cuba pero creyente en la Libertad. Todos procuran reconocer su equivocación mercenaria con tal de salvarse. Se asumen como “totalidad abstracta” de “cristianos católicos en su totalidad” por encima de los intereses concretos que darían lugar a la crisis del gobierno de Kennedy comprometido con la ineficiente CIA con la que siguió planeando la falsa liberación de Cuba con la inclusión de más de 300 atentados contra Fidel: envenenamientos, accidentes, atentados, todo fallido.
La composición profesional de la Brigada de Asalto sintetiza “la estructura del poder de la burguesía: el religioso, el hombre de la libre empresa, el militar, el torturador, el diletante, el filósofo racionalista, el político y los hijos de buenas familias”, todos en una división del trabajo de modo que “la verdad del asesino está en el grupo” para disminuir la culpa individual con todo y proclamas de “formalismo democrático” al encuentro con “la moral burguesa internacional” con todo y la OEA. Un Apéndice con declaraciones de los gobiernos de Estados Unidos, Guatemala, Nicaragua, Venezuela, Argentina, Uruguay, Colombia y Chile, reiteran su creencia ciega en la verdad del gobierno de Estados Unidos y por supuesto, de la mentira del gobierno cubano cuyo triunfo histórico les resulta insoportable. El libro de 187 páginas es de plena actualidad a raíz de la puesta en escena de las disculpas por la tortura de una victima de militares y policías castigados por “desobedecer órdenes” y ya, lo cual debiera abrir la discusión sobre la cadena de mando y las responsabilidades regidas por el principio militar de que las órdenes no se discuten, se acatan y se cumplen. Los pasos del montaje dramático, empezaron con la filtración del acto de tortura filmado, siguió su difusión televisual acompañada de comentarios indignados de los conductores de noticieros desinformativos con un orden del discurso para exaltar las glorias del gobierno de Peña a la par de reproducir las declaraciones indignadas como prueba de libertad de expresión para culminar con la declaración del Secretario de la Defensa Nacional ante uniformados con traje de combate a lo que siguió la disculpa del responsable de derechos humanos de la Secretaría de Gobernación hasta llegar a las declaraciones sesgadas del Presidente de la República proclamando el castigo a los culpables. Así, todo resulta incidente pasajero, individualizado y sujeto a leyes.
Pero las organizaciones defensoras de los derechos humanos, los críticos del Estado y hasta la candidata en campaña Hillary Clinton, denuncian la práctica sistemática de la tortura y la violación de los derechos humanos en México. Todo se complica con los dictámenes sobre los 43 y la declaración oficial de que se cumplió el plazo de las investigaciones fuera del control del Gobierno que exige la salida de los peritos internacionales sometidos a campaña de desprestigio al igual que algunos padres y el abogado de los familiares de los desaparecidos. Asombra que los efectos de estas campañas no afecten las solidaridades por la justicia y la aparición vivos de los 43 disminuidos por el único cadáver identificado en el basurero de Cocula.
Carlos Fazio, puntual crítico de todo esto, responde con un libro dedicado al Estado de excepción vigente y las leyes sobre la suspensión de garantías ante situaciones graves y de prohibición de manifestaciones contestatarias, las dos en proceso de aprobación por diputados, senadores y la Suprema Corte de Justicia. Una vez más queda claro el afán legalista del Estado opuesto a la justicia. Las masacres constantes, las fosas clandestinas, los asesinatos, los secuestros y persecuciones de dirigentes sociales, la implacable injusticia contra los presos políticos y el fuero militar a toda costa para impedir la inspección del 27 Batallón de Iguala y el interrogatorio directo de los militares participantes en el operativo del 26 al 27 de septiembre de 2014, son pruebas materiales. El encuentro de familiares de presos y desaparecidos políticos en Olinalá, la reunión de la Organización Nacional del Poder Popular, el mantenimiento del Antimonumento a los 43 entre los días 22 y 24 de abril, organizan y preparan no sólo las actividades del próximo día 26, sino consolidan la organización para el largo plazo con claridad ética de crítica práctica de las ideologías burguesas contra los derechos históricos de los mexicanos.
Un memorioso Compañero del Alma como llamara Miguel Hernández a Ramón Sijé, remite una crónica de Playa Girón, la primera derrota militar del imperialismo yanqui en América. Poco más de setenta horas fueron suficientes para derrotar la invasión montada en cinco buques cargueros y precedida por el bombardeo de aeropuertos para garantizar el dominio del aire. Más de cinco mil mercenarios, cubanos de origen algunos de ellos, fueron derrotados y más de mil fueron capturados y canjeados por alimentos y medicinas, de modo que el 17 de abril de 1961, los combatientes civiles y profesionales de Cuba se dispusieron a seguir el juicio de los prisioneros. La foto de Fidel saltando desde la torreta de un tanque es aún emblemática por lo que tiene de ejemplo comunista en disposición de combate reiterada ahora en el discurso de clausura del VII Congreso del Partido Comunista Cubano. Reivindicar la militancia comunista, vence la maledicencia y comprueba su actualidad en situación de alerta roja mundial ante los excesos del capitalismo depredador.
El filosofo argentino León Rozitchner dedicó sus últimos años a desarrollar la psicología como recurso reflexivo de las conductas, trabajo que inició con Moral burguesa y Revolución editado en Buenos Aires en 1963 y en 1969. En la Introducción plantea la necesidad de “enfrentar las concepciones morales de la burguesía con la ética de la Revolución” y precisa el sustento a partir de las declaraciones de los mercenarios en el dialogo con periodistas y miembros del gobierno revolucionario para “mostrar que la reflexión filosófica, sobretodo si es reflexión ética, debe ponerse a prueba en el análisis de situaciones vividas en las cuales los hombres asumen la mayor de sus responsabilidades históricas”. El lugar que los idealismos otorgan a sustancias como El Hombre y Los Valores, es así sustituido como revelación ideológica. Predomina la urgencia de exculpación que va desde la declaración del cura que sólo pretendía asistencia espiritual, al hombre de negocios que no sabe de política, a la del joven rico y fiestero desconocedor de Cuba pero creyente en la Libertad. Todos procuran reconocer su equivocación mercenaria con tal de salvarse. Se asumen como “totalidad abstracta” de “cristianos católicos en su totalidad” por encima de los intereses concretos que darían lugar a la crisis del gobierno de Kennedy comprometido con la ineficiente CIA con la que siguió planeando la falsa liberación de Cuba con la inclusión de más de 300 atentados contra Fidel: envenenamientos, accidentes, atentados, todo fallido.
La composición profesional de la Brigada de Asalto sintetiza “la estructura del poder de la burguesía: el religioso, el hombre de la libre empresa, el militar, el torturador, el diletante, el filósofo racionalista, el político y los hijos de buenas familias”, todos en una división del trabajo de modo que “la verdad del asesino está en el grupo” para disminuir la culpa individual con todo y proclamas de “formalismo democrático” al encuentro con “la moral burguesa internacional” con todo y la OEA. Un Apéndice con declaraciones de los gobiernos de Estados Unidos, Guatemala, Nicaragua, Venezuela, Argentina, Uruguay, Colombia y Chile, reiteran su creencia ciega en la verdad del gobierno de Estados Unidos y por supuesto, de la mentira del gobierno cubano cuyo triunfo histórico les resulta insoportable. El libro de 187 páginas es de plena actualidad a raíz de la puesta en escena de las disculpas por la tortura de una victima de militares y policías castigados por “desobedecer órdenes” y ya, lo cual debiera abrir la discusión sobre la cadena de mando y las responsabilidades regidas por el principio militar de que las órdenes no se discuten, se acatan y se cumplen. Los pasos del montaje dramático, empezaron con la filtración del acto de tortura filmado, siguió su difusión televisual acompañada de comentarios indignados de los conductores de noticieros desinformativos con un orden del discurso para exaltar las glorias del gobierno de Peña a la par de reproducir las declaraciones indignadas como prueba de libertad de expresión para culminar con la declaración del Secretario de la Defensa Nacional ante uniformados con traje de combate a lo que siguió la disculpa del responsable de derechos humanos de la Secretaría de Gobernación hasta llegar a las declaraciones sesgadas del Presidente de la República proclamando el castigo a los culpables. Así, todo resulta incidente pasajero, individualizado y sujeto a leyes.
Pero las organizaciones defensoras de los derechos humanos, los críticos del Estado y hasta la candidata en campaña Hillary Clinton, denuncian la práctica sistemática de la tortura y la violación de los derechos humanos en México. Todo se complica con los dictámenes sobre los 43 y la declaración oficial de que se cumplió el plazo de las investigaciones fuera del control del Gobierno que exige la salida de los peritos internacionales sometidos a campaña de desprestigio al igual que algunos padres y el abogado de los familiares de los desaparecidos. Asombra que los efectos de estas campañas no afecten las solidaridades por la justicia y la aparición vivos de los 43 disminuidos por el único cadáver identificado en el basurero de Cocula.
Carlos Fazio, puntual crítico de todo esto, responde con un libro dedicado al Estado de excepción vigente y las leyes sobre la suspensión de garantías ante situaciones graves y de prohibición de manifestaciones contestatarias, las dos en proceso de aprobación por diputados, senadores y la Suprema Corte de Justicia. Una vez más queda claro el afán legalista del Estado opuesto a la justicia. Las masacres constantes, las fosas clandestinas, los asesinatos, los secuestros y persecuciones de dirigentes sociales, la implacable injusticia contra los presos políticos y el fuero militar a toda costa para impedir la inspección del 27 Batallón de Iguala y el interrogatorio directo de los militares participantes en el operativo del 26 al 27 de septiembre de 2014, son pruebas materiales. El encuentro de familiares de presos y desaparecidos políticos en Olinalá, la reunión de la Organización Nacional del Poder Popular, el mantenimiento del Antimonumento a los 43 entre los días 22 y 24 de abril, organizan y preparan no sólo las actividades del próximo día 26, sino consolidan la organización para el largo plazo con claridad ética de crítica práctica de las ideologías burguesas contra los derechos históricos de los mexicanos.
martes, 19 de abril de 2016
Fidel le habla a los comunistas cubanos
Discurso del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en la clausura del 7mo Congreso.
Constituye un esfuerzo sobrehumano dirigir cualquier pueblo en tiempos de crisis. Sin ellos, los cambios serían imposibles. En una reunión como esta, en la que se congregan más de mil representantes escogidos por el propio pueblo revolucionario, que en ellos delegó su autoridad, significa para todos el honor más grande que han recibido en la vida, a este se suma el privilegio de ser revolucionario que es fruto de nuestra propia conciencia.
¿Por qué me hice socialista, más claramente, por qué me convertí en comunista? Esa palabra que expresa el concepto más distorsionado y calumniado de la historia por parte de aquellos que tuvieron el privilegio de explotar a los pobres, despojados desde que fueron privados de todos los bienes materiales que proveen el trabajo, el talento y la energía humana. Desde cuándo el hombre vive en ese dilema, a lo largo del tiempo sin límite. Sé que ustedes no necesitan esta explicación pero sí tal vez algunos oyentes.
Simplemente hablo para que se comprenda mejor que no soy ignorante, extremista, ni ciego, ni adquirí mi ideología por mi propia cuenta estudiando economía.
No tuve preceptor cuando era un estudiante de leyes y ciencias políticas, en las que aquella tiene un gran peso. Desde luego que entonces tenía alrededor de 20 años y era aficionado al deporte y a escalar montañas. Sin preceptor que me ayudara en el estudio del marxismo-leninismo; no era más que un teórico y, desde luego, tenía una confianza total en la Unión Soviética. La obra de Lenin ultrajada tras 70 años de Revolución. ¡Que lección histórica! Se puede afirmar que no deberán transcurrir otros 70 años para que ocurra otro acontecimiento como la Revolución Rusa, para que la humanidad tenga otro ejemplo de una grandiosa Revolución Social que significó un enorme paso en la lucha contra el colonialismo y su inseparable compañero, el imperialismo.
Quizás, sin embargo, el peligro mayor que hoy se cierne sobre la tierra deriva del poder destructivo del armamento moderno que podría socavar la paz del planeta y hacer imposible la vida humana sobre la superficie terrestre.
Desaparecería la especie como desaparecieron los dinosaurios, tal vez habría tiempo para nuevas formas de vida inteligente o tal vez el calor del sol crezca hasta fundir todos los planetas del sistema solar y sus satélites, como gran número de científicos reconocen. De ser ciertas las teorías de varios de ellos, las cuales los legos no ignoramos, el hombre práctico debe conocer más y adaptarse a la realidad. Si la especie sobrevive un espacio de tiempo mucho mayor las futuras generaciones conocerán mucho más que nosotros, aunque primero tendrán que resolver un gran problema. ¿Cómo alimentar los miles de millones de seres humanos cuyas realidades chocarían irremisiblemente con los límites de agua potable y recursos naturales que necesitan?
Algunos o tal vez muchos de ustedes se pregunten dónde está la política en este discurso. Créanme que me apena decirlo, pero la política está aquí en estas moderadas palabras. Ojalá muchos seres humanos nos preocupemos por estas realidades y no sigamos como en los tiempos de Adán y Eva comiendo manzanas prohibidas. ¿Quién va a alimentar a los pueblos sedientos de África sin tecnologías a su alcance, ni lluvias, ni embalses, ni más depósitos subterráneos que los cubiertos por arenas? Veremos que dicen los gobiernos que casi en su totalidad suscribieron los compromisos climáticos.
Hay que martillar constantemente sobre estos temas y no quiero extenderme más allá de lo imprescindible.
Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo, fue capricho del azar. Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos. A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos trasmitirles que el pueblo cubano vencerá.
Tal vez sea de las últimas veces que hable en esta sala. He votado por todos los candidatos sometidos a consulta por el Congreso y agradezco la invitación y el honor de escucharme. Los felicito a todos, y en primer lugar, al compañero Raúl Castro por su magnífico esfuerzo.
Emprenderemos la marcha y perfeccionaremos lo que debamos perfeccionar, con lealtad meridiana y la fuerza unida, como Martí, Maceo y Gómez, en marcha indetenible.
Fidel Castro Ruz
Abril 19 de 2016
Al cierre del Séptimo
Congreso del Partido
Constituye un esfuerzo sobrehumano dirigir cualquier pueblo en tiempos de crisis. Sin ellos, los cambios serían imposibles. En una reunión como esta, en la que se congregan más de mil representantes escogidos por el propio pueblo revolucionario, que en ellos delegó su autoridad, significa para todos el honor más grande que han recibido en la vida, a este se suma el privilegio de ser revolucionario que es fruto de nuestra propia conciencia.
¿Por qué me hice socialista, más claramente, por qué me convertí en comunista? Esa palabra que expresa el concepto más distorsionado y calumniado de la historia por parte de aquellos que tuvieron el privilegio de explotar a los pobres, despojados desde que fueron privados de todos los bienes materiales que proveen el trabajo, el talento y la energía humana. Desde cuándo el hombre vive en ese dilema, a lo largo del tiempo sin límite. Sé que ustedes no necesitan esta explicación pero sí tal vez algunos oyentes.
Simplemente hablo para que se comprenda mejor que no soy ignorante, extremista, ni ciego, ni adquirí mi ideología por mi propia cuenta estudiando economía.
No tuve preceptor cuando era un estudiante de leyes y ciencias políticas, en las que aquella tiene un gran peso. Desde luego que entonces tenía alrededor de 20 años y era aficionado al deporte y a escalar montañas. Sin preceptor que me ayudara en el estudio del marxismo-leninismo; no era más que un teórico y, desde luego, tenía una confianza total en la Unión Soviética. La obra de Lenin ultrajada tras 70 años de Revolución. ¡Que lección histórica! Se puede afirmar que no deberán transcurrir otros 70 años para que ocurra otro acontecimiento como la Revolución Rusa, para que la humanidad tenga otro ejemplo de una grandiosa Revolución Social que significó un enorme paso en la lucha contra el colonialismo y su inseparable compañero, el imperialismo.
Quizás, sin embargo, el peligro mayor que hoy se cierne sobre la tierra deriva del poder destructivo del armamento moderno que podría socavar la paz del planeta y hacer imposible la vida humana sobre la superficie terrestre.
Desaparecería la especie como desaparecieron los dinosaurios, tal vez habría tiempo para nuevas formas de vida inteligente o tal vez el calor del sol crezca hasta fundir todos los planetas del sistema solar y sus satélites, como gran número de científicos reconocen. De ser ciertas las teorías de varios de ellos, las cuales los legos no ignoramos, el hombre práctico debe conocer más y adaptarse a la realidad. Si la especie sobrevive un espacio de tiempo mucho mayor las futuras generaciones conocerán mucho más que nosotros, aunque primero tendrán que resolver un gran problema. ¿Cómo alimentar los miles de millones de seres humanos cuyas realidades chocarían irremisiblemente con los límites de agua potable y recursos naturales que necesitan?
Algunos o tal vez muchos de ustedes se pregunten dónde está la política en este discurso. Créanme que me apena decirlo, pero la política está aquí en estas moderadas palabras. Ojalá muchos seres humanos nos preocupemos por estas realidades y no sigamos como en los tiempos de Adán y Eva comiendo manzanas prohibidas. ¿Quién va a alimentar a los pueblos sedientos de África sin tecnologías a su alcance, ni lluvias, ni embalses, ni más depósitos subterráneos que los cubiertos por arenas? Veremos que dicen los gobiernos que casi en su totalidad suscribieron los compromisos climáticos.
Hay que martillar constantemente sobre estos temas y no quiero extenderme más allá de lo imprescindible.
Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo, fue capricho del azar. Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos. A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos trasmitirles que el pueblo cubano vencerá.
Tal vez sea de las últimas veces que hable en esta sala. He votado por todos los candidatos sometidos a consulta por el Congreso y agradezco la invitación y el honor de escucharme. Los felicito a todos, y en primer lugar, al compañero Raúl Castro por su magnífico esfuerzo.
Emprenderemos la marcha y perfeccionaremos lo que debamos perfeccionar, con lealtad meridiana y la fuerza unida, como Martí, Maceo y Gómez, en marcha indetenible.
Fidel Castro Ruz
Abril 19 de 2016
Al cierre del Séptimo
Congreso del Partido
miércoles, 23 de marzo de 2016
Dudas y certezas de una visita
Enrique Ubieta Gómez
Publicado en Granma
22 de marzo de 2016
Que alguien nos lo recuerde, por favor. Han pasado 57 años y yo acababa de nacer. El Presidente Obama no había nacido. ¿Cuál fue el punto de ruptura de Cuba y los Estados Unidos?, ¿por qué, apenas un año después de iniciada la Revolución, en diciembre de 1960, el Gobierno estadounidense suprimía la cuota azucarera que cada año reservaba al principal producto cubano de exportación?, ¿acaso porque se violaban los derechos humanos? No lo creo. La Revolución había derribado una dictadura que los violaba impunemente, que asesinaba a los jóvenes en las calles. Aquel ejército asesino y corrupto combatía a los insurgentes en las montañas orientales, con armas estadounidenses. ¿Por qué, si no habían roto con Batista, rompían con el recién estrenado gobierno revolucionario? Ah, la doctrina imperial de seguridad nacional: el país no termina donde termina, se extiende hasta las torres de petróleo del Medio Oriente o de Venezuela, hasta cualquier lugar donde operen o pretendan operar las trasnacionales. Se le impuso el bloqueo económico, comercial y financiero a una semicolonia que se insubordinaba; algo que, ciertamente, afectaba sus intereses económicos trasnacionales.
Nuestro Presidente ha propuesto al Gobierno de los Estados Unidos una convivencia civilizada que acepte y respete las diferencias. Pero cuando el Presidente Obama habla de que el bloqueo no produjo los resultados esperados y que ha decidido por ello cambiar de estrategia (no de fin), dudo. ¿Será posible?, ¿querrán, de verdad, ellos? ¿No será que el multipartidismo que exigen y el desarrollo de la propiedad privada que desean se asocia no a la Carta de los Derechos Humanos, sino al Decálogo de una soñada Reconquista económica y política?
Creo que la visita de Obama es un paso positivo. Es un hombre carismático. Con su sonrisa y su inteligencia natural, conquista corazones. Nosotros, quiero decir, los cubanos de las últimas décadas, conocimos a otro tipo de líder. El candidato a un cargo político en aquella sociedad debe ser un producto apetecible para el potencial consumidor: debe saber reír con los humoristas de turno, y si es posible, hasta bailar. Los electores-consumidores lo tendrán en cuenta —se supone—, si es simpático, y parece seguro de sí. Su programa de gobierno recogerá dos o tres tópicos de gran demanda para el sector que representa y mantendrá el orden establecido. Yo agradezco que venga, y que intente capturar mis sentimientos. Pero los cubanos hemos estudiado, y eso sirve de algo: las medidas que ha tomado para desestructurar el bloqueo, en lo posible, eluden la colaboración con el Estado, que es por cierto quien asegura la salud y la educación gratuita de todos los cubanos, y la seguridad social de niños, ancianos y desvalidos. Su propósito, insiste en ello, es estimular el éxito de los llamados “emprendedores”, los pequeños y medianos propietarios. Cree que ellos abrirán el camino hacia el capitalismo cubano. El capitalismo cubano, desde luego, no sería muy cubano. Y aquí está la bola escondida; porque si las trasnacionales regresan y se apoderan del país como antes, los pequeños y medianos propietarios serían barridos. Resulta que, paradójicamente, los cuentapropistas cubanos serán exitosos mientras vivan en una sociedad socialista.
A pesar de estas cavilaciones incómodas, me sentí satisfecho cuando dijo: “el destino de Cuba no va a ser decidido ni por Estados Unidos ni por otra nación, el futuro de Cuba —es soberana y tiene todo el derecho de tener el orgullo que tiene— será decidido por los cubanos y por nadie más.”
¿Entenderá lo que para nosotros significa, en términos de soberanía nacional, que ocupen ilegalmente por más de cien años parte de nuestro territorio en Guantánamo?
Si la idea es que nuestros pueblos se encuentren y compartan con libertad sus criterios, aceptamos el reto. Nosotros también tenemos cosas que aportar y criterios que defender; no es gratuito el interés mutuo por desarrollar investigaciones médicas conjuntas, y por colaborar en el control de epidemias que afectan por igual a todos los pueblos del mundo, como las del cólera en Haití, el ébola en África o el zika, más recientemente. Entonces, no entiendo por qué Obama, si elogia la actitud de Cuba en África, mantiene el programa que estimula la deserción de los médicos y enfermeros que colaboran en otras naciones.
La lógica de la convivencia civilizada conduce a la eliminación incondicional del bloqueo. Y descarta frases como esta: “hay mayor interés en el Congreso para eliminar el embargo. Como dije anteriormente, la rapidez con que ello suceda, en parte va a depender de que podamos solventar ciertas diferencias sobre asuntos relacionados con derechos humanos.” La no aceptación del sistema político cubano, digámoslo de una vez, nada tiene que ver con principios o convicciones humanistas, sino con intereses económicos imperialistas. Fidel y Raúl —tanto como Camilo y el Che, entre otros— conquistaron el corazón de los cubanos en 1959, no por un estudiado carisma eleccionario, sino porque primero pusieron en juego el suyo propio, porque más que con palabras —y no se puede decir que hablaran poco— hablaron con hechos. Es el tipo de líder al que se acostumbraron los cubanos. Obama no pudo resistir la tentación de fotografiarse con la silueta del Che a sus espaldas; él nada tuvo que ver con su muerte, desde luego, pero es el Presidente del imperio que la decretó. ¿Intentaba apoderarse del símbolo o solo se llevaba a casa un souvenir? La apropiación y la manipulación de los símbolos podría ser tema de otro artículo.
Que acepten nuestro socialismo pacífico no es un grave problema, Cuba no es una amenaza para los Estados Unidos. Pero si el imperialismo no se contiene, por naturaleza, en sus fronteras, ¿qué hacemos? Esta visita ya es histórica. Hacía 88 años que no venía un Presidente de ese país; antes del 59, la colonia se administraba desde la Embajada. El puente de la confianza debe construirse desde las dos orillas.
Publicado en Granma
22 de marzo de 2016
Que alguien nos lo recuerde, por favor. Han pasado 57 años y yo acababa de nacer. El Presidente Obama no había nacido. ¿Cuál fue el punto de ruptura de Cuba y los Estados Unidos?, ¿por qué, apenas un año después de iniciada la Revolución, en diciembre de 1960, el Gobierno estadounidense suprimía la cuota azucarera que cada año reservaba al principal producto cubano de exportación?, ¿acaso porque se violaban los derechos humanos? No lo creo. La Revolución había derribado una dictadura que los violaba impunemente, que asesinaba a los jóvenes en las calles. Aquel ejército asesino y corrupto combatía a los insurgentes en las montañas orientales, con armas estadounidenses. ¿Por qué, si no habían roto con Batista, rompían con el recién estrenado gobierno revolucionario? Ah, la doctrina imperial de seguridad nacional: el país no termina donde termina, se extiende hasta las torres de petróleo del Medio Oriente o de Venezuela, hasta cualquier lugar donde operen o pretendan operar las trasnacionales. Se le impuso el bloqueo económico, comercial y financiero a una semicolonia que se insubordinaba; algo que, ciertamente, afectaba sus intereses económicos trasnacionales.
Nuestro Presidente ha propuesto al Gobierno de los Estados Unidos una convivencia civilizada que acepte y respete las diferencias. Pero cuando el Presidente Obama habla de que el bloqueo no produjo los resultados esperados y que ha decidido por ello cambiar de estrategia (no de fin), dudo. ¿Será posible?, ¿querrán, de verdad, ellos? ¿No será que el multipartidismo que exigen y el desarrollo de la propiedad privada que desean se asocia no a la Carta de los Derechos Humanos, sino al Decálogo de una soñada Reconquista económica y política?
Creo que la visita de Obama es un paso positivo. Es un hombre carismático. Con su sonrisa y su inteligencia natural, conquista corazones. Nosotros, quiero decir, los cubanos de las últimas décadas, conocimos a otro tipo de líder. El candidato a un cargo político en aquella sociedad debe ser un producto apetecible para el potencial consumidor: debe saber reír con los humoristas de turno, y si es posible, hasta bailar. Los electores-consumidores lo tendrán en cuenta —se supone—, si es simpático, y parece seguro de sí. Su programa de gobierno recogerá dos o tres tópicos de gran demanda para el sector que representa y mantendrá el orden establecido. Yo agradezco que venga, y que intente capturar mis sentimientos. Pero los cubanos hemos estudiado, y eso sirve de algo: las medidas que ha tomado para desestructurar el bloqueo, en lo posible, eluden la colaboración con el Estado, que es por cierto quien asegura la salud y la educación gratuita de todos los cubanos, y la seguridad social de niños, ancianos y desvalidos. Su propósito, insiste en ello, es estimular el éxito de los llamados “emprendedores”, los pequeños y medianos propietarios. Cree que ellos abrirán el camino hacia el capitalismo cubano. El capitalismo cubano, desde luego, no sería muy cubano. Y aquí está la bola escondida; porque si las trasnacionales regresan y se apoderan del país como antes, los pequeños y medianos propietarios serían barridos. Resulta que, paradójicamente, los cuentapropistas cubanos serán exitosos mientras vivan en una sociedad socialista.
A pesar de estas cavilaciones incómodas, me sentí satisfecho cuando dijo: “el destino de Cuba no va a ser decidido ni por Estados Unidos ni por otra nación, el futuro de Cuba —es soberana y tiene todo el derecho de tener el orgullo que tiene— será decidido por los cubanos y por nadie más.”
¿Entenderá lo que para nosotros significa, en términos de soberanía nacional, que ocupen ilegalmente por más de cien años parte de nuestro territorio en Guantánamo?
Si la idea es que nuestros pueblos se encuentren y compartan con libertad sus criterios, aceptamos el reto. Nosotros también tenemos cosas que aportar y criterios que defender; no es gratuito el interés mutuo por desarrollar investigaciones médicas conjuntas, y por colaborar en el control de epidemias que afectan por igual a todos los pueblos del mundo, como las del cólera en Haití, el ébola en África o el zika, más recientemente. Entonces, no entiendo por qué Obama, si elogia la actitud de Cuba en África, mantiene el programa que estimula la deserción de los médicos y enfermeros que colaboran en otras naciones.
La lógica de la convivencia civilizada conduce a la eliminación incondicional del bloqueo. Y descarta frases como esta: “hay mayor interés en el Congreso para eliminar el embargo. Como dije anteriormente, la rapidez con que ello suceda, en parte va a depender de que podamos solventar ciertas diferencias sobre asuntos relacionados con derechos humanos.” La no aceptación del sistema político cubano, digámoslo de una vez, nada tiene que ver con principios o convicciones humanistas, sino con intereses económicos imperialistas. Fidel y Raúl —tanto como Camilo y el Che, entre otros— conquistaron el corazón de los cubanos en 1959, no por un estudiado carisma eleccionario, sino porque primero pusieron en juego el suyo propio, porque más que con palabras —y no se puede decir que hablaran poco— hablaron con hechos. Es el tipo de líder al que se acostumbraron los cubanos. Obama no pudo resistir la tentación de fotografiarse con la silueta del Che a sus espaldas; él nada tuvo que ver con su muerte, desde luego, pero es el Presidente del imperio que la decretó. ¿Intentaba apoderarse del símbolo o solo se llevaba a casa un souvenir? La apropiación y la manipulación de los símbolos podría ser tema de otro artículo.
Que acepten nuestro socialismo pacífico no es un grave problema, Cuba no es una amenaza para los Estados Unidos. Pero si el imperialismo no se contiene, por naturaleza, en sus fronteras, ¿qué hacemos? Esta visita ya es histórica. Hacía 88 años que no venía un Presidente de ese país; antes del 59, la colonia se administraba desde la Embajada. El puente de la confianza debe construirse desde las dos orillas.
jueves, 10 de marzo de 2016
La visita a Cuba del Presidente Barack Obama
EDITORIAL DEL PERIÓDICO GRANMA
El presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, realizará una visita oficial a Cuba entre el 20 y el 22 de marzo próximos.
Será la segunda ocasión que un mandatario estadounidense llega a nuestro archipiélago. Antes solo lo hizo Calvin Coolidge, quien desembarcó en La Habana en enero de 1928. Arribó a bordo de un buque de guerra para asistir a la VI Conferencia Panamericana, que se efectuaba por aquellos días bajo los auspicios de un personaje local de infausta memoria, Gerardo Machado. Esta será la primera vez que un Presidente de los Estados Unidos viene a una Cuba dueña de su soberanía y con una Revolución en el poder, encabezada por su liderazgo histórico.
Este hecho se inserta en el proceso iniciado el 17 de diciembre de 2014, cuando el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz y el presidente Barack Obama, anunciaron simultáneamente la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas, rotas por los Estados Unidos casi 54 años antes. Forma parte del complejo proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales, que apenas se inicia y que ha avanzado sobre el único terreno posible y justo: el respeto, la igualdad, la reciprocidad y el reconocimiento de la legitimidad de nuestro gobierno.
Se ha llegado a este momento como resultado de la heroica resistencia del pueblo cubano y su lealtad a los principios, la defensa de la independencia y la soberanía nacionales, en primerísimo lugar. Tales valores, no negociados en más de 50 años, condujeron al actual gobierno de los Estados Unidos a admitir los daños severos que el bloqueo ha causado a nuestra población y al reconocimiento del fracaso de la política de abierta hostilidad hacia la Revolución. Ni la fuerza, ni la coerción económica, ni el aislamiento lograron imponer a Cuba una condición contraria a sus aspiraciones forjadas en casi siglo y medio de heroicas luchas.
El actual proceso con los Estados Unidos ha sido posible también gracias a la inquebrantable solidaridad internacional, en particular, de los gobiernos y pueblos latinoamericanos y caribeños, que colocaron a los Estados Unidos en una situación de aislamiento insostenible. “Como la plata en las raíces de Los Andes” —tal como expresara nuestro Héroe Nacional José Martí en su ensayo “Nuestra América”—, América Latina y el Caribe, fuertemente unidos, reclamaron el cambio de la política hacia Cuba. Esta demanda regional se patentizó de manera inequívoca en las Cumbres de las Américas de Puerto España, Trinidad y Tobago, en 2009, y de Cartagena, Colombia, en 2012, cuando todos los países de la región exigieron unánime y categóricamente el levantamiento del bloqueo y la participación de nuestro país en la VII cita hemisférica de Panamá, en 2015, a la que por primera vez asistió una delegación cubana, encabezada por Raúl.
Desde los anuncios de diciembre de 2014, Cuba y los Estados Unidos han dado pasos hacia la mejoría del contexto bilateral.
El 20 de julio de 2015, quedaron oficialmente restablecidas las relaciones diplomáticas, con el compromiso de desarrollarlas sobre la base del respeto, la cooperación y la observancia de los principios del Derecho Internacional.
Han tenido lugar dos encuentros entre los Presidentes de ambos países, además de intercambios de visitas de ministros y otros contactos de funcionarios de alto nivel. La cooperación en disímiles áreas de beneficio mutuo avanza y se abren espacios de discusión, que permiten un diálogo sobre temas de interés bilateral y multilateral, incluyendo aquellos en los que tenemos diferentes concepciones.
El mandatario estadounidense será bienvenido por el Gobierno de Cuba y su pueblo con la hospitalidad que los distingue y será tratado con toda consideración y respeto, como Jefe de Estado.
Esta será una oportunidad para que el Presidente de los Estados Unidos aprecie directamente una nación enfrascada en su desarrollo económico y social, y en el mejoramiento del bienestar de sus ciudadanos. Este pueblo disfruta derechos y puede exhibir logros que constituyen una quimera para muchos países del mundo, a pesar de las limitaciones que se derivan de su condición de país bloqueado y subdesarrollado, lo cual le ha merecido el reconocimiento y el respeto internacionales.
Personalidades de talla mundial como el Papa Francisco y el Patriarca Kirill describieron a esta isla, en su declaración conjunta emitida en La Habana en febrero, como “un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo”. El presidente francés, François Hollande afirmó recientemente que “Cuba es respetada y escuchada en toda América Latina” y elogió su capacidad de resistencia ante las más difíciles pruebas. El líder sudafricano Nelson Mandela tuvo siempre para Cuba palabras de profundo agradecimiento: “Nosotros en África —dijo en Matanzas, el 26 de julio de 1991— estamos acostumbrados a ser víctimas de otros países que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía. En la historia de África no existe otro caso de un pueblo (como el cubano) que se haya alzado en defensa de uno de nosotros”.
Obama se encontrará con un país que contribuye activamente a la paz y la estabilidad regional y mundial, y que comparte con otros pueblos no lo que le sobra, sino los modestos recursos con que cuenta, haciendo de la solidaridad un elemento esencial de su razón de ser y del bienestar de la humanidad, como nos legara Martí, uno de los objetivos fundamentales de su política internacional.
También tendrá la ocasión de conocer a un pueblo noble, amistoso y digno, con un alto sentido del patriotismo y la unidad nacional, que siempre ha luchado por un futuro mejor a pesar de las adversidades que ha tenido que enfrentar. El presidente de los Estados Unidos será recibido por un pueblo revolucionario, con una profunda cultura política, que es resultado de una larga tradición de lucha por su verdadera y definitiva independencia, primero contra el colonialismo español y después contra la dominación imperialista de los Estados Unidos; una lucha en la que sus mejores hijos han derramado su sangre y han asumido todos los riesgos. Un pueblo que nunca claudicará en la defensa de sus principios y de la vasta obra de su Revolución, que sigue sin vacilación el ejemplo de Carlos Manuel de Céspedes, José Martí, Antonio Maceo, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Antonio Guiteras y Ernesto Che Guevara, entre muchos otros.
Este también es un pueblo al que lo unen lazos históricos, culturales y afectivos con el estadounidense, cuya figura paradigmática, el escritor Ernest Hemingway, recibió el Nobel de Literatura por una novela ambientada en Cuba. Un pueblo que muestra gratitud hacia aquellos hijos de los Estados Unidos que, como Thomas Jordan[1], Henry Reeve, Winchester Osgood[2] y Frederick Funston[3], combatieron junto al Ejército Libertador en nuestras guerras por la independencia de España; y a los que en época más reciente se opusieron a las agresiones contra Cuba, desafiaron el bloqueo, como el Reverendo Lucius Walker, para traer su ayuda solidaria a nuestro pueblo, y apoyaron el regreso a la Patria del niño Elián González y de nuestros Cinco Héroes. De Martí aprendimos a admirar a la patria de Lincoln y a repudiar a Cutting[4].
Vale recordar las palabras del Líder histórico de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 11 de septiembre de 2001, cuando afirmó: “Hoy es un día de tragedia para Estados Unidos. Ustedes saben bien que aquí jamás se ha sembrado odio contra el pueblo norteamericano. Quizás, precisamente por su cultura y por su falta de complejos, al sentirse plenamente libre, con patria y sin amo, Cuba sea el país donde se trate con más respeto a los ciudadanos norteamericanos. Nunca hemos predicado ningún género de odios nacionales, ni cosas parecidas al fanatismo, por eso somos tan fuertes, porque basamos nuestra conducta en principios y en ideas, y tratamos con gran respeto —y ellos se percatan de eso— a cada ciudadano norteamericano que visita a nuestro país”.
Este es el pueblo que recibirá al presidente Barack Obama, orgulloso de su historia, sus raíces, su cultura nacional y confiado en que un futuro mejor es posible. Una nación que asume con serenidad y determinación la etapa actual en las relaciones con los Estados Unidos, que reconoce las oportunidades y también los problemas no resueltos entre ambos países.
La visita del Presidente de los Estados Unidos será un paso importante en el proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales. Hay que recordar que Obama, como lo hizo antes James Carter, se ha propuesto, desde el ejercicio de sus facultades presidenciales, trabajar para normalizar los vínculos con Cuba y, en consecuencia, ha realizado acciones concretas en esta dirección.
Sin embargo, para llegar a la normalización queda un largo y complejo camino por recorrer, que requerirá de la solución de asuntos claves que se han acumulado por más de cinco décadas y que profundizaron el carácter confrontacional de los vínculos entre los dos países. Tales problemas no se resolverán de la noche a la mañana, ni con una visita presidencial.
Para normalizar las relaciones con los Estados Unidos será determinante que se levante el bloqueo económico, comercial y financiero, que provoca privaciones al pueblo cubano y es el principal obstáculo para el desarrollo de la economía de nuestro país.
Debe reconocerse la posición reiterada del presidente Barack Obama de que el bloqueo tiene que ser eliminado y sus llamados al Congreso para que lo levante. Este es también un reclamo mayoritario y creciente de la opinión pública estadounidense, y casi unánime de la comunidad internacional, que en 24 ocasiones consecutivas ha aprobado en la Asamblea General de las Naciones Unidas la resolución cubana “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
El mandatario estadounidense ha adoptado medidas para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo, que son positivas. Altos funcionarios de su gobierno han dicho que están en estudio otras. Sin embargo, no ha sido posible implementar una buena parte de las medidas, por su alcance limitado, por la persistencia de otras regulaciones y por los efectos intimidatorios del bloqueo en su conjunto, que ha sido aplicado duramente por más de cincuenta años.
Resulta paradójico que, por una parte, el gobierno tome medidas y que, por otra, arrecie las sanciones contra Cuba, que afectan la vida cotidiana de nuestro pueblo.
La realidad sigue mostrando que el bloqueo se mantiene y se aplica con rigor y con un marcado alcance extraterritorial, lo cual tiene efectos disuasivos para las empresas y los bancos de los Estados Unidos y de otros países. Ejemplo de ello son las multas multimillonarias que se continúan imponiendo a compañías y entidades bancarias estadounidenses y de otras nacionalidades por relacionarse con Cuba; la denegación de servicios y el cierre de operaciones financieras de bancos internacionales con nuestro país; y la congelación de transferencias legítimas de fondos hacia y desde Cuba, incluso en monedas distintas al dólar estadounidense.
El pueblo de Cuba espera que la visita del mandatario estadounidense consolide su voluntad de involucrarse activamente en un debate a fondo con el Congreso para el levantamiento del bloqueo y que entretanto, continúe haciendo uso de sus prerrogativas ejecutivas para modificar tanto como sea posible su aplicación, sin necesidad de una acción legislativa.
Otros asuntos que son lesivos a la soberanía cubana también tendrán que ser resueltos para poder alcanzar relaciones normales entre los dos países. El territorio ocupado por la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo, en contra de la voluntad de nuestro gobierno y pueblo, tiene que ser devuelto a Cuba, cumpliendo el deseo unánime de los cubanos desde hace más de cien años. Deben ser eliminados los programas injerencistas dirigidos a provocar situaciones de desestabilización y cambios en el orden político, económico y social de nuestro país. La política de “cambio de régimen” tiene que ser definitivamente sepultada.
Asimismo, debe abandonarse la pretensión de fabricar una oposición política interna, sufragada con dinero de los contribuyentes estadounidenses. Tendrá que ponérsele término a las agresiones radiales y televisivas contra Cuba en franca violación del Derecho Internacional y al uso ilegítimo de las telecomunicaciones con objetivos políticos, reconociendo que el fin no es ejercer una determinada influencia sobre la sociedad cubana, sino poner las tecnologías en función del desarrollo y el conocimiento.
El trato migratorio preferencial que reciben nuestros ciudadanos, en virtud de la Ley de Ajuste Cubano y de la política de pies secos-pies mojados, causa pérdidas de vidas humanas y alienta la emigración ilegal y el tráfico de personas, además de generar problemas a terceros países. Esta situación debe ser modificada, como habría que cancelar el programa de “parole” para profesionales médicos cubanos, que priva al país de recursos humanos vitales para atender la salud de nuestro pueblo y afecta a los beneficiarios de la cooperación de Cuba con naciones que la necesitan. Asimismo, debe cambiarse la política que pone como condición a los atletas cubanos romper con su país para poder jugar en las Ligas de los Estados Unidos.
Estas políticas del pasado son incongruentes con la nueva etapa que el gobierno de los Estados Unidos ha iniciado con nuestro país. Todas son anteriores al presidente Obama, pero él podría modificar algunas de ellas por decisión ejecutiva y otras eliminarlas totalmente.
Cuba se ha involucrado en la construcción de una nueva relación con los Estados Unidos en pleno ejercicio de su soberanía y comprometida con sus ideales de justicia social y solidaridad. Nadie puede pretender que para ello, tengamos que renunciar a uno solo de sus principios, ceder un ápice en su defensa, ni abandonar lo proclamado en la Constitución: “Las relaciones económicas, diplomáticas con cualquier otro Estado no podrán jamás ser negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera”.
No se puede albergar tampoco la menor duda respecto al apego irrestricto de Cuba a sus ideales revolucionarios y antimperialistas, y a su política exterior comprometida con las causas justas del mundo, la defensa de la autodeterminación de los pueblos y el tradicional apoyo a nuestros países hermanos.
Como expresó la última Declaración del Gobierno Revolucionario, es y será inamovible nuestra solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela, el gobierno encabezado por el presidente Nicolás Maduro y el pueblo bolivariano y chavista, que lucha por seguir su propio camino y enfrenta sistemáticos intentos de desestabilización y sanciones unilaterales establecidas por la Orden Ejecutiva infundada e injusta de marzo de 2015 que fue condenada por América Latina y el Caribe. La notificación emitida el pasado 3 de marzo prorrogando la llamada “Emergencia Nacional” y las sanciones, es una intromisión directa e inaceptable en los asuntos internos de Venezuela y en su soberanía. Aquella Orden debe ser abolida y esto será un reclamo permanente y firme de Cuba.
Como señalara el General de Ejército Raúl Castro, “no renunciaremos a nuestros ideales de independencia y justicia social, ni claudicaremos en uno solo de nuestros principios, ni cederemos un milímetro en la defensa de la soberanía nacional. No nos dejaremos presionar en nuestros asuntos internos. Nos hemos ganado este derecho soberano con grandes sacrificios y al precio de los mayores riesgos”.
Llegamos hasta aquí, reiteramos una vez más, por la defensa de nuestras convicciones y porque nos asiste la razón y la justicia.
Cuba ratifica su voluntad de avanzar en las relaciones con los Estados Unidos, sobre la base de la observancia de los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y de los principios de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno de la región, que incluyen el respeto absoluto a su independencia y soberanía, el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político, económico, social y cultural sin injerencias de ninguna forma; la igualdad y la reciprocidad.
Cuba reitera a su vez, plena disposición a mantener un diálogo respetuoso con el Gobierno de los Estados Unidos y a desarrollar relaciones de convivencia civilizada. Convivir no significa tener que renunciar a las ideas en las cuales creemos y que nos han traído hasta aquí, a nuestro socialismo, a nuestra historia, a nuestra cultura.
Las profundas diferencias de concepciones entre Cuba y los Estados Unidos sobre los modelos políticos, la democracia, el ejercicio de los derechos humanos, la justicia social, las relaciones internacionales, la paz y la estabilidad mundial, entre otros, persistirán.
Cuba defiende la indivisibilidad, interdependencia y universalidad de los derechos humanos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Estamos convencidos que es obligación de los gobiernos defender y garantizar el derecho a la salud, la educación, la seguridad social, el salario igual por trabajo igual, el derecho de los niños, así como el derecho a la alimentación y al desarrollo. Rechazamos la manipulación política y el doble rasero sobre los derechos humanos, que deben cesar. Cuba, que se ha adherido a 44 instrumentos internacionales en esta materia, mientras que los Estados Unidos solo han suscrito 18, tiene mucho que opinar, que defender y que mostrar.
De lo que se trata en nuestros vínculos con los Estados Unidos, es que ambos países respeten sus diferencias y creen una relación basada en el beneficio de ambos pueblos.
Independientemente de los avances que se puedan alcanzar en los vínculos con los Estados Unidos, el pueblo cubano seguirá adelante. Con nuestros propios esfuerzos y probada capacidad y creatividad, continuaremos trabajando por el desarrollo del país y el bienestar de los cubanos. No cejaremos en la demanda por el levantamiento del bloqueo que tanto daño nos ha hecho y hace. Persistiremos en llevar adelante el proceso de actualización del modelo económico y social que hemos elegido, y de construcción de un socialismo próspero y sostenible para consolidar los logros de la Revolución.
Un camino soberanamente escogido y que seguramente será ratificado en el VII Congreso del Partido Comunista, con Fidel y Raúl en la victoria.
Esta es la Cuba que dará respetuosa bienvenida al presidente Obama.
[1] Mayor General, Jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador (1869).
[2] Comandante. Cayó en combate en el sitio a Guáimaro, el 28 de octubre de 1896.
[3] Coronel artillero, a las órdenes de Calixto García.
[4] Personaje que en 1886 atizó el odio y la agresión contra México.
El presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, realizará una visita oficial a Cuba entre el 20 y el 22 de marzo próximos.
Será la segunda ocasión que un mandatario estadounidense llega a nuestro archipiélago. Antes solo lo hizo Calvin Coolidge, quien desembarcó en La Habana en enero de 1928. Arribó a bordo de un buque de guerra para asistir a la VI Conferencia Panamericana, que se efectuaba por aquellos días bajo los auspicios de un personaje local de infausta memoria, Gerardo Machado. Esta será la primera vez que un Presidente de los Estados Unidos viene a una Cuba dueña de su soberanía y con una Revolución en el poder, encabezada por su liderazgo histórico.
Este hecho se inserta en el proceso iniciado el 17 de diciembre de 2014, cuando el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz y el presidente Barack Obama, anunciaron simultáneamente la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas, rotas por los Estados Unidos casi 54 años antes. Forma parte del complejo proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales, que apenas se inicia y que ha avanzado sobre el único terreno posible y justo: el respeto, la igualdad, la reciprocidad y el reconocimiento de la legitimidad de nuestro gobierno.
Se ha llegado a este momento como resultado de la heroica resistencia del pueblo cubano y su lealtad a los principios, la defensa de la independencia y la soberanía nacionales, en primerísimo lugar. Tales valores, no negociados en más de 50 años, condujeron al actual gobierno de los Estados Unidos a admitir los daños severos que el bloqueo ha causado a nuestra población y al reconocimiento del fracaso de la política de abierta hostilidad hacia la Revolución. Ni la fuerza, ni la coerción económica, ni el aislamiento lograron imponer a Cuba una condición contraria a sus aspiraciones forjadas en casi siglo y medio de heroicas luchas.
El actual proceso con los Estados Unidos ha sido posible también gracias a la inquebrantable solidaridad internacional, en particular, de los gobiernos y pueblos latinoamericanos y caribeños, que colocaron a los Estados Unidos en una situación de aislamiento insostenible. “Como la plata en las raíces de Los Andes” —tal como expresara nuestro Héroe Nacional José Martí en su ensayo “Nuestra América”—, América Latina y el Caribe, fuertemente unidos, reclamaron el cambio de la política hacia Cuba. Esta demanda regional se patentizó de manera inequívoca en las Cumbres de las Américas de Puerto España, Trinidad y Tobago, en 2009, y de Cartagena, Colombia, en 2012, cuando todos los países de la región exigieron unánime y categóricamente el levantamiento del bloqueo y la participación de nuestro país en la VII cita hemisférica de Panamá, en 2015, a la que por primera vez asistió una delegación cubana, encabezada por Raúl.
Desde los anuncios de diciembre de 2014, Cuba y los Estados Unidos han dado pasos hacia la mejoría del contexto bilateral.
El 20 de julio de 2015, quedaron oficialmente restablecidas las relaciones diplomáticas, con el compromiso de desarrollarlas sobre la base del respeto, la cooperación y la observancia de los principios del Derecho Internacional.
Han tenido lugar dos encuentros entre los Presidentes de ambos países, además de intercambios de visitas de ministros y otros contactos de funcionarios de alto nivel. La cooperación en disímiles áreas de beneficio mutuo avanza y se abren espacios de discusión, que permiten un diálogo sobre temas de interés bilateral y multilateral, incluyendo aquellos en los que tenemos diferentes concepciones.
El mandatario estadounidense será bienvenido por el Gobierno de Cuba y su pueblo con la hospitalidad que los distingue y será tratado con toda consideración y respeto, como Jefe de Estado.
Esta será una oportunidad para que el Presidente de los Estados Unidos aprecie directamente una nación enfrascada en su desarrollo económico y social, y en el mejoramiento del bienestar de sus ciudadanos. Este pueblo disfruta derechos y puede exhibir logros que constituyen una quimera para muchos países del mundo, a pesar de las limitaciones que se derivan de su condición de país bloqueado y subdesarrollado, lo cual le ha merecido el reconocimiento y el respeto internacionales.
Personalidades de talla mundial como el Papa Francisco y el Patriarca Kirill describieron a esta isla, en su declaración conjunta emitida en La Habana en febrero, como “un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo”. El presidente francés, François Hollande afirmó recientemente que “Cuba es respetada y escuchada en toda América Latina” y elogió su capacidad de resistencia ante las más difíciles pruebas. El líder sudafricano Nelson Mandela tuvo siempre para Cuba palabras de profundo agradecimiento: “Nosotros en África —dijo en Matanzas, el 26 de julio de 1991— estamos acostumbrados a ser víctimas de otros países que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía. En la historia de África no existe otro caso de un pueblo (como el cubano) que se haya alzado en defensa de uno de nosotros”.
Obama se encontrará con un país que contribuye activamente a la paz y la estabilidad regional y mundial, y que comparte con otros pueblos no lo que le sobra, sino los modestos recursos con que cuenta, haciendo de la solidaridad un elemento esencial de su razón de ser y del bienestar de la humanidad, como nos legara Martí, uno de los objetivos fundamentales de su política internacional.
También tendrá la ocasión de conocer a un pueblo noble, amistoso y digno, con un alto sentido del patriotismo y la unidad nacional, que siempre ha luchado por un futuro mejor a pesar de las adversidades que ha tenido que enfrentar. El presidente de los Estados Unidos será recibido por un pueblo revolucionario, con una profunda cultura política, que es resultado de una larga tradición de lucha por su verdadera y definitiva independencia, primero contra el colonialismo español y después contra la dominación imperialista de los Estados Unidos; una lucha en la que sus mejores hijos han derramado su sangre y han asumido todos los riesgos. Un pueblo que nunca claudicará en la defensa de sus principios y de la vasta obra de su Revolución, que sigue sin vacilación el ejemplo de Carlos Manuel de Céspedes, José Martí, Antonio Maceo, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Antonio Guiteras y Ernesto Che Guevara, entre muchos otros.
Este también es un pueblo al que lo unen lazos históricos, culturales y afectivos con el estadounidense, cuya figura paradigmática, el escritor Ernest Hemingway, recibió el Nobel de Literatura por una novela ambientada en Cuba. Un pueblo que muestra gratitud hacia aquellos hijos de los Estados Unidos que, como Thomas Jordan[1], Henry Reeve, Winchester Osgood[2] y Frederick Funston[3], combatieron junto al Ejército Libertador en nuestras guerras por la independencia de España; y a los que en época más reciente se opusieron a las agresiones contra Cuba, desafiaron el bloqueo, como el Reverendo Lucius Walker, para traer su ayuda solidaria a nuestro pueblo, y apoyaron el regreso a la Patria del niño Elián González y de nuestros Cinco Héroes. De Martí aprendimos a admirar a la patria de Lincoln y a repudiar a Cutting[4].
Vale recordar las palabras del Líder histórico de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 11 de septiembre de 2001, cuando afirmó: “Hoy es un día de tragedia para Estados Unidos. Ustedes saben bien que aquí jamás se ha sembrado odio contra el pueblo norteamericano. Quizás, precisamente por su cultura y por su falta de complejos, al sentirse plenamente libre, con patria y sin amo, Cuba sea el país donde se trate con más respeto a los ciudadanos norteamericanos. Nunca hemos predicado ningún género de odios nacionales, ni cosas parecidas al fanatismo, por eso somos tan fuertes, porque basamos nuestra conducta en principios y en ideas, y tratamos con gran respeto —y ellos se percatan de eso— a cada ciudadano norteamericano que visita a nuestro país”.
Este es el pueblo que recibirá al presidente Barack Obama, orgulloso de su historia, sus raíces, su cultura nacional y confiado en que un futuro mejor es posible. Una nación que asume con serenidad y determinación la etapa actual en las relaciones con los Estados Unidos, que reconoce las oportunidades y también los problemas no resueltos entre ambos países.
La visita del Presidente de los Estados Unidos será un paso importante en el proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales. Hay que recordar que Obama, como lo hizo antes James Carter, se ha propuesto, desde el ejercicio de sus facultades presidenciales, trabajar para normalizar los vínculos con Cuba y, en consecuencia, ha realizado acciones concretas en esta dirección.
Sin embargo, para llegar a la normalización queda un largo y complejo camino por recorrer, que requerirá de la solución de asuntos claves que se han acumulado por más de cinco décadas y que profundizaron el carácter confrontacional de los vínculos entre los dos países. Tales problemas no se resolverán de la noche a la mañana, ni con una visita presidencial.
Para normalizar las relaciones con los Estados Unidos será determinante que se levante el bloqueo económico, comercial y financiero, que provoca privaciones al pueblo cubano y es el principal obstáculo para el desarrollo de la economía de nuestro país.
Debe reconocerse la posición reiterada del presidente Barack Obama de que el bloqueo tiene que ser eliminado y sus llamados al Congreso para que lo levante. Este es también un reclamo mayoritario y creciente de la opinión pública estadounidense, y casi unánime de la comunidad internacional, que en 24 ocasiones consecutivas ha aprobado en la Asamblea General de las Naciones Unidas la resolución cubana “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
El mandatario estadounidense ha adoptado medidas para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo, que son positivas. Altos funcionarios de su gobierno han dicho que están en estudio otras. Sin embargo, no ha sido posible implementar una buena parte de las medidas, por su alcance limitado, por la persistencia de otras regulaciones y por los efectos intimidatorios del bloqueo en su conjunto, que ha sido aplicado duramente por más de cincuenta años.
Resulta paradójico que, por una parte, el gobierno tome medidas y que, por otra, arrecie las sanciones contra Cuba, que afectan la vida cotidiana de nuestro pueblo.
La realidad sigue mostrando que el bloqueo se mantiene y se aplica con rigor y con un marcado alcance extraterritorial, lo cual tiene efectos disuasivos para las empresas y los bancos de los Estados Unidos y de otros países. Ejemplo de ello son las multas multimillonarias que se continúan imponiendo a compañías y entidades bancarias estadounidenses y de otras nacionalidades por relacionarse con Cuba; la denegación de servicios y el cierre de operaciones financieras de bancos internacionales con nuestro país; y la congelación de transferencias legítimas de fondos hacia y desde Cuba, incluso en monedas distintas al dólar estadounidense.
El pueblo de Cuba espera que la visita del mandatario estadounidense consolide su voluntad de involucrarse activamente en un debate a fondo con el Congreso para el levantamiento del bloqueo y que entretanto, continúe haciendo uso de sus prerrogativas ejecutivas para modificar tanto como sea posible su aplicación, sin necesidad de una acción legislativa.
Otros asuntos que son lesivos a la soberanía cubana también tendrán que ser resueltos para poder alcanzar relaciones normales entre los dos países. El territorio ocupado por la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo, en contra de la voluntad de nuestro gobierno y pueblo, tiene que ser devuelto a Cuba, cumpliendo el deseo unánime de los cubanos desde hace más de cien años. Deben ser eliminados los programas injerencistas dirigidos a provocar situaciones de desestabilización y cambios en el orden político, económico y social de nuestro país. La política de “cambio de régimen” tiene que ser definitivamente sepultada.
Asimismo, debe abandonarse la pretensión de fabricar una oposición política interna, sufragada con dinero de los contribuyentes estadounidenses. Tendrá que ponérsele término a las agresiones radiales y televisivas contra Cuba en franca violación del Derecho Internacional y al uso ilegítimo de las telecomunicaciones con objetivos políticos, reconociendo que el fin no es ejercer una determinada influencia sobre la sociedad cubana, sino poner las tecnologías en función del desarrollo y el conocimiento.
El trato migratorio preferencial que reciben nuestros ciudadanos, en virtud de la Ley de Ajuste Cubano y de la política de pies secos-pies mojados, causa pérdidas de vidas humanas y alienta la emigración ilegal y el tráfico de personas, además de generar problemas a terceros países. Esta situación debe ser modificada, como habría que cancelar el programa de “parole” para profesionales médicos cubanos, que priva al país de recursos humanos vitales para atender la salud de nuestro pueblo y afecta a los beneficiarios de la cooperación de Cuba con naciones que la necesitan. Asimismo, debe cambiarse la política que pone como condición a los atletas cubanos romper con su país para poder jugar en las Ligas de los Estados Unidos.
Estas políticas del pasado son incongruentes con la nueva etapa que el gobierno de los Estados Unidos ha iniciado con nuestro país. Todas son anteriores al presidente Obama, pero él podría modificar algunas de ellas por decisión ejecutiva y otras eliminarlas totalmente.
Cuba se ha involucrado en la construcción de una nueva relación con los Estados Unidos en pleno ejercicio de su soberanía y comprometida con sus ideales de justicia social y solidaridad. Nadie puede pretender que para ello, tengamos que renunciar a uno solo de sus principios, ceder un ápice en su defensa, ni abandonar lo proclamado en la Constitución: “Las relaciones económicas, diplomáticas con cualquier otro Estado no podrán jamás ser negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera”.
No se puede albergar tampoco la menor duda respecto al apego irrestricto de Cuba a sus ideales revolucionarios y antimperialistas, y a su política exterior comprometida con las causas justas del mundo, la defensa de la autodeterminación de los pueblos y el tradicional apoyo a nuestros países hermanos.
Como expresó la última Declaración del Gobierno Revolucionario, es y será inamovible nuestra solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela, el gobierno encabezado por el presidente Nicolás Maduro y el pueblo bolivariano y chavista, que lucha por seguir su propio camino y enfrenta sistemáticos intentos de desestabilización y sanciones unilaterales establecidas por la Orden Ejecutiva infundada e injusta de marzo de 2015 que fue condenada por América Latina y el Caribe. La notificación emitida el pasado 3 de marzo prorrogando la llamada “Emergencia Nacional” y las sanciones, es una intromisión directa e inaceptable en los asuntos internos de Venezuela y en su soberanía. Aquella Orden debe ser abolida y esto será un reclamo permanente y firme de Cuba.
Como señalara el General de Ejército Raúl Castro, “no renunciaremos a nuestros ideales de independencia y justicia social, ni claudicaremos en uno solo de nuestros principios, ni cederemos un milímetro en la defensa de la soberanía nacional. No nos dejaremos presionar en nuestros asuntos internos. Nos hemos ganado este derecho soberano con grandes sacrificios y al precio de los mayores riesgos”.
Llegamos hasta aquí, reiteramos una vez más, por la defensa de nuestras convicciones y porque nos asiste la razón y la justicia.
Cuba ratifica su voluntad de avanzar en las relaciones con los Estados Unidos, sobre la base de la observancia de los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y de los principios de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno de la región, que incluyen el respeto absoluto a su independencia y soberanía, el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político, económico, social y cultural sin injerencias de ninguna forma; la igualdad y la reciprocidad.
Cuba reitera a su vez, plena disposición a mantener un diálogo respetuoso con el Gobierno de los Estados Unidos y a desarrollar relaciones de convivencia civilizada. Convivir no significa tener que renunciar a las ideas en las cuales creemos y que nos han traído hasta aquí, a nuestro socialismo, a nuestra historia, a nuestra cultura.
Las profundas diferencias de concepciones entre Cuba y los Estados Unidos sobre los modelos políticos, la democracia, el ejercicio de los derechos humanos, la justicia social, las relaciones internacionales, la paz y la estabilidad mundial, entre otros, persistirán.
Cuba defiende la indivisibilidad, interdependencia y universalidad de los derechos humanos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Estamos convencidos que es obligación de los gobiernos defender y garantizar el derecho a la salud, la educación, la seguridad social, el salario igual por trabajo igual, el derecho de los niños, así como el derecho a la alimentación y al desarrollo. Rechazamos la manipulación política y el doble rasero sobre los derechos humanos, que deben cesar. Cuba, que se ha adherido a 44 instrumentos internacionales en esta materia, mientras que los Estados Unidos solo han suscrito 18, tiene mucho que opinar, que defender y que mostrar.
De lo que se trata en nuestros vínculos con los Estados Unidos, es que ambos países respeten sus diferencias y creen una relación basada en el beneficio de ambos pueblos.
Independientemente de los avances que se puedan alcanzar en los vínculos con los Estados Unidos, el pueblo cubano seguirá adelante. Con nuestros propios esfuerzos y probada capacidad y creatividad, continuaremos trabajando por el desarrollo del país y el bienestar de los cubanos. No cejaremos en la demanda por el levantamiento del bloqueo que tanto daño nos ha hecho y hace. Persistiremos en llevar adelante el proceso de actualización del modelo económico y social que hemos elegido, y de construcción de un socialismo próspero y sostenible para consolidar los logros de la Revolución.
Un camino soberanamente escogido y que seguramente será ratificado en el VII Congreso del Partido Comunista, con Fidel y Raúl en la victoria.
Esta es la Cuba que dará respetuosa bienvenida al presidente Obama.
[1] Mayor General, Jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador (1869).
[2] Comandante. Cayó en combate en el sitio a Guáimaro, el 28 de octubre de 1896.
[3] Coronel artillero, a las órdenes de Calixto García.
[4] Personaje que en 1886 atizó el odio y la agresión contra México.
miércoles, 9 de marzo de 2016
Problemas de la paz y la guerra en el capitalismo actual
Atilio A. Boron
Se me ha pedido que comparta con ustedes algunas observaciones sobre el tema de la paz y la guerra en el capitalismo actual. Es, sin duda, un asunto de la mayor importancia porque el capitalismo estuvo desde su nacimiento asociado a la guerra y al arte militar. Diversos escritos de Marx y Engels así lo confirman, tanto como sus cuidadosos seguimientos de las guerras en curso dentro y fuera del continente europeo. En su Introducción General a la Crítica de la Economía Política, de 1857, Karl Marx nos dice que “la guerra se ha desarrollado antes que la paz: mostrar la manera en que ciertas relaciones económicas tales como el trabajo asalariado, el maquinismo, etcétera, han sido desarrollados por la guerra y en los ejércitos antes que en el interior de la sociedad burguesa.”1 De los dos jóvenes amigos fue Friedrich Engels quien se especializó en el estudio sistemático de la problemática militar. Este, a quien por su pasión por las cuestiones de la guerra Marx lo había apodado como “el general”, dejó innumerables escritos dispersos a lo largo de su obra que son una fuente fundamental de reflexión sobre el tema que nos ocupa.2
Va de suyo que no será el objetivo de esta presentación indagar en las reflexiones de Marx y Engels sobre la materia. Tampoco haré un examen del corpus de teorizaciones en torno a la guerra surgido al calor de la Primera Guerra Mundial, en donde Lenin, Trotksy, Rosa Luxemburg, Kautsky y, más tarde, Gramsci, se refieren extensamente al tema. El propósito de esta intervención está fuertemente signado por las exigencias que impone la coyuntura y, por consiguiente, me limitaré a invitar a los lectores y a quienes están aquí presentes a incursionar en esos escritos militares de los padres fundadores y de las principales figuras del marxismo clásico. En todo caso será suficiente señalar aquí que en la medida en que la tradición marxista coloca en el centro de la dinámica histórica el enfrentamiento social era tan sólo lógico que sus análisis sociológicos y económicos terminaran refiriéndose, de una u otra manera, a la guerra social, desarrollada abierta o encubierta. Por eso en el célebre Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels hablan de “la guerra civil más o menos encubierta” que se desarrolla en las sociedades burguesas y de ahí también la permanente referencia a los escritos sobre la guerra de Carl von Clausewitz, el más importante teórico de la guerra en aquellos tiempos.3
Dicho lo anterior vayamos al grano.
I. Caracterización de la fase actual del capitalismo: la tercera ola de la expansión imperial.
La expansión/mundialización del modo de producción capitalista es un rasgo estructural de este sistema económico. Adquiere un impulso especial luego de la Segunda Revolución Industrial que, a mediados del siglo diecinueve, modificó radicalmente el panorama de los transportes y los medios de comunicación. La revolución en la navegación y el ferrocarril, y la telegrafía sin hilos dieron un nuevo impulso al comercio mundial y a la expansión territorial del capitalismo. Poco más de un siglo después, en la época actual, las telecomunicaciones, la Internet y los avances en los transportes aéreo, marítimo y terrestre producirían idénticos resultados pero en una escala incomparablemente mayor.
Se me ha pedido que comparta con ustedes algunas observaciones sobre el tema de la paz y la guerra en el capitalismo actual. Es, sin duda, un asunto de la mayor importancia porque el capitalismo estuvo desde su nacimiento asociado a la guerra y al arte militar. Diversos escritos de Marx y Engels así lo confirman, tanto como sus cuidadosos seguimientos de las guerras en curso dentro y fuera del continente europeo. En su Introducción General a la Crítica de la Economía Política, de 1857, Karl Marx nos dice que “la guerra se ha desarrollado antes que la paz: mostrar la manera en que ciertas relaciones económicas tales como el trabajo asalariado, el maquinismo, etcétera, han sido desarrollados por la guerra y en los ejércitos antes que en el interior de la sociedad burguesa.”1 De los dos jóvenes amigos fue Friedrich Engels quien se especializó en el estudio sistemático de la problemática militar. Este, a quien por su pasión por las cuestiones de la guerra Marx lo había apodado como “el general”, dejó innumerables escritos dispersos a lo largo de su obra que son una fuente fundamental de reflexión sobre el tema que nos ocupa.2
Va de suyo que no será el objetivo de esta presentación indagar en las reflexiones de Marx y Engels sobre la materia. Tampoco haré un examen del corpus de teorizaciones en torno a la guerra surgido al calor de la Primera Guerra Mundial, en donde Lenin, Trotksy, Rosa Luxemburg, Kautsky y, más tarde, Gramsci, se refieren extensamente al tema. El propósito de esta intervención está fuertemente signado por las exigencias que impone la coyuntura y, por consiguiente, me limitaré a invitar a los lectores y a quienes están aquí presentes a incursionar en esos escritos militares de los padres fundadores y de las principales figuras del marxismo clásico. En todo caso será suficiente señalar aquí que en la medida en que la tradición marxista coloca en el centro de la dinámica histórica el enfrentamiento social era tan sólo lógico que sus análisis sociológicos y económicos terminaran refiriéndose, de una u otra manera, a la guerra social, desarrollada abierta o encubierta. Por eso en el célebre Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels hablan de “la guerra civil más o menos encubierta” que se desarrolla en las sociedades burguesas y de ahí también la permanente referencia a los escritos sobre la guerra de Carl von Clausewitz, el más importante teórico de la guerra en aquellos tiempos.3
Dicho lo anterior vayamos al grano.
I. Caracterización de la fase actual del capitalismo: la tercera ola de la expansión imperial.
La expansión/mundialización del modo de producción capitalista es un rasgo estructural de este sistema económico. Adquiere un impulso especial luego de la Segunda Revolución Industrial que, a mediados del siglo diecinueve, modificó radicalmente el panorama de los transportes y los medios de comunicación. La revolución en la navegación y el ferrocarril, y la telegrafía sin hilos dieron un nuevo impulso al comercio mundial y a la expansión territorial del capitalismo. Poco más de un siglo después, en la época actual, las telecomunicaciones, la Internet y los avances en los transportes aéreo, marítimo y terrestre producirían idénticos resultados pero en una escala incomparablemente mayor.
martes, 8 de marzo de 2016
Mujeres
La Embajadora Maité Rivero durante una visita al Centro de Tratamiento al ébola de Coyah
Enrique Ubieta Gómez Este es mi homenaje a las mujeres cubanas en su Día
Fragmento de mi libro Zona roja. La experiencia cubana del ébola (La Habana, Casa Editora Abril, 2016)
Las autoridades cubanas determinaron que
solo irían hombres —se desconocía el nivel de riesgo real que correrían los
especialistas que se enviaban y los análisis estadísticos parecían confirmar la
hipótesis, posteriormente descartada, de que las mujeres eran más proclives
biológicamente a contraer el virus—, y la medida causó disgusto entre cientos
de mujeres médicos y enfermeras que deseaban participar. El doctor Manuel Seijas,
coordinador del equipo médico cubano que se desempeñó en la Unidad de
Tratamiento al ébola de Maforki-Port Loko, en Sierra Leona, me explicaba:
Nosotros
hicimos un balance del trabajo a los dos meses, con un estudio del
comportamiento de la enfermedad y nos percatamos de que el virus no tenía
predilección ni por edad ni por sexo. Pero los hábitos y costumbres del país
hacían más vulnerable a la mujer, por el desempeño que tiene en la vida diaria,
porque es la que más relaciones tiene, la que más se mueve dentro de la
población en busca de la alimentación, los quehaceres hogareños y por ende, era
la que más se infectaba. También predominaba en los niveles de letalidad, no
con mucha diferencia, pero predominaba el sexo femenino. Porque físicamente la
mujer estaba también más deteriorada. Eso lo pudimos apreciar.
Lo mismo sucedía con niños y ancianos,
según el doctor Seijas: “se habla de una expectativa de vida de 47 años. Era
extraño entre los pacientes ver ancianos. Los hay pero también en las edades
extremas de la vida, en las personas mayores de 60 años y en el menor de 5 años
la tasa de letalidad fue mucho mayor”.
Pero entre las razones que se argüían,
aparecía una que revelaba el carácter de la misión: si los que partían podían
no regresar, era preferible que fuesen hombres y no mujeres, pues estas
constituyen la espina dorsal de la sociedad. No hubo limitación discriminatoria
que indicase preferencia por motivos específicos de género, de orientación
sexual o de fe: en la guerra contra el ébola participaron todos.
Por eso quiero dedicar algunas palabras a
dos mujeres que vivieron momentos intensos de la epidemia sin amilanarse: a la
embajadora de Cuba en Guinea, Maité Rivero Torres, que fue la única que
permaneció en su frente todo el tiempo, desde antes de la llegada de los
cooperantes cubanos especializados en el tratamiento al filovirus y de los
recursos de la solidaridad internacional, hasta después de la partida de estos,
junto a su esposo, Daffne, y a la doctora Eneida Álvarez Horta, quien se
desempeñó como jefa de la brigada del Programa Integral de Salud (PIS) en
Sierra Leona, hasta la llegada del contingente Henry Reeve.
La doctora Geldys Rodríguez Palacio estuvo
menos tiempo al frente de la brigada cubana del PIS en Guinea Conakry —sustituyó
al doctor Graciliano, que terminaba su misión, y había sido enrolado como
segundo jefe por el contingente Henry Reeve, que combatiría el ébola—, pero también
pidió quedarse y afrontar el peligro de la epidemia.
De Maité, me diría el doctor Graciliano, que
era el jefe del PIS en Guinea cuando empezó la epidemia: “Siempre me mantuve al
tanto de la situación de la enfermedad con la embajadora Maité, que fue una
escuela realmente como persona, como cubana, como amiga. Siempre estuvo al tanto
de lo que ocurría con el ébola, que empezó en marzo de 2014”.
Maité gozaba de un gran prestigio entre los funcionarios del gobierno guineano,
y eso nos abrió todas las puertas ante ministros e intelectuales, y el acceso
al Presidente de la República. La habían visto acompañar a sus médicos y
enfermeros, y comportarse como una guineana más. Su peculiar carisma y su
sencillez —nos sirvió de traductora en los encuentros oficiales, a pesar de su
rango diplomático y ha sido una colaboradora entusiasta de este libro en la
distancia— la involucraron en todas las actividades de la brigada, que visitaba
en Coyah asiduamente. Pero Maité era una cubana en todas las derivaciones del
gentilicio. Una anécdota revela su carácter: durante una recepción en honor a
la orquesta Aragón de visita en el país (que por supuesto terminó en un pequeño
concierto), el Presidente, una persona muy circunspecta, la invitó a bailar —ella
es una casinera consumada—, y las
imágenes de ese baile fueron trasmitidas una y otra vez por la televisión
nacional. El presidente Alpha Condé nos contaba risueño: “La esposa del presidente de Mali me llamó, ¿cómo es que
la Aragón viene a Guinea, bailas con la embajadora de Cuba y no me invitas a
venir a bailar también? Aquí en Guinea me llamaron para decirme, ¿por qué bailas
con la Embajadora de Cuba y con nosotras no? Ella es mi compañera de baile. Los
guineanos hemos crecido con la música cubana”. Y le
dijo un día a ella, invitada de manera inusual a una reunión de embajadores
africanos: “Cuba es África”. Era una mujer querida y respetada por todos. Al
finalizar su misión en noviembre de 2015, recibió la Orden Nacional del Mérito
de la República de Guinea, en el grado de Comendador, por su contribución a la
amistad entre los pueblos cubano y guineano. En sus palabras de agradecimiento,
dijo: “Sentimos que esta condecoración pertenece también a todos los
colaboradores cubanos que han cumplido misión en este país, especialmente los
del sector de la salud y, entre ellos, de manera particular, a los 38 médicos y
enfermeros que, bajo los auspicios de la Organización Mundial de la Salud, vinieron
a combatir la epidemia de ébola, aún a riesgo de sus propias vidas”.
De la doctora Eneida Álvarez Horta y sus
compañeras de misión en Sierra Leona, también hay mucho que decir. Cuando la
brigada regresó de sus vacaciones patrias, en mayo de 2014, la prensa solo
hablaba de la existencia de una epidemia de ébola en los países limítrofes,
Guinea y Liberia. Los funcionarios del gobierno sierraleonés al parecer, ocultaban
la presencia de la enfermedad. Ella me cuenta:
A
finales del mes de mayo, el ambiente en la oficina del doctor Maya Conteh, coordinador
del proyecto en el Ministerio de Salud, se tornaba tenso, pero no hablaban
delante de mí. Yo estaba preocupada, sabía que sucedía algo y que tenía
relación con el ébola; todos los días despachaba con él los problemas de la
brigada, cuando se resolvían unos, aparecían otros y antes de ir a mi consulta
o después que terminaba, nos reuníamos.
Mi
chofer ya sabía que se estaban muriendo personas en Kailahun, distrito que se
encontraba a una distancia de 75 millas del distrito de Kenema, donde yo
tenía tres colaboradores y de Kailahun a Liberia 105 millas, además de que
entre Kenema y Liberia existía comunicación por carretera, una distancia
de 175 millas; todos estos datos para mí eran muy importantes, pues en Liberia
la epidemia estaba fuera de control y las personas huían hacia Kailahun. Como
le explicaba anteriormente, los enfermos morían y no se sabía de qué, pues
muchos no asistían al hospital por miedo, huían a la selva y ahí morían, además
los síntomas eran parecidos a los del paludismo, enfermedad endémica en África
y en Sierra Leona.
En
los primeros días de junio me entrevisté con el coordinador y el primer punto
del despacho fue sobre el ébola, le dije, desde que llegamos he oído
comentarios de que existen casos de ébola en el distrito de Kailahun, quiero
que me diga la verdad y si me está ocultando información, por temor a que Cuba
retire la brigada no tenga preocupación, que yo estoy convencida que nosotros
no nos vamos a ir de aquí, la posición de Cuba ha sido siempre la de enviar
refuerzos y no la de retirar al personal cubano, y le hice la historia del
cólera en Haití y del terremoto en Haití. Entonces ya me dice que es verdad,
que hay muchos muertos en ese distrito, pero que no se sabía con certeza porque
no tenían para hacer el test y se enviaban las muestras al distrito de Kenema,
donde estaba el único laboratorio de Fiebre de Lassa y trabajaba el único y
mejor virólogo del país y estaban dando positivos algunos casos, ahí yo tenía
trabajando en ese hospital a tres colaboradores, dos mujeres y un hombre.
A partir de ese momento el ébola empezó su
conquista de territorios, y la doctora Eneida, multiplicándose, paró en seco a
quienes se sentían proclives a abandonar la misión; visitaba a sus
colaboradores, informaba y recibía orientaciones de Cuba, distribuía los trajes
especiales, las indicaciones de bioseguridad aprendidas en La Habana. Hubo
situaciones difíciles, como la de aquella licenciada en anestesia que trabajaba
en el salón de operaciones del hospital materno y recibió a una enferma en muy
malas condiciones, sangrando, y tuvo que administrarle por vía
endovenosa la metoclopramida y tomarle la tensión arterial. La mujer falleció
al día siguiente y el test confirmó que era ébola. Fue puesta de inmediato en
cuarentena y se informó a La Habana. Pero la mujer había usado de forma
correcta el traje y seguido el procedimiento indicado.
Las anécdotas de los hospitales son
dramáticas: “En las salas de medicina general morían pacientes y varios días
después se comentaba que habían tenido ébola y no malaria, pero los
colaboradores eran muy disciplinados en el cumplimiento de las medidas de
seguridad; y no se procedió a la evacuación porque entonces, ¿quién iba a
atender a los niños y a las embarazadas?”. En la capital no fue más organizada
la recepción del filovirus:
Cuando la epidemia
llega a la capital, enferma y fallece en el hospital Connaught un médico
sierraleonés, solo de sujetar a una mujer que se desmayó porque tenía ébola. En
ese salón esperaban para ser atendidos todos los enfermos y había confusión, no
se clasificaban, y por ahí mismo entrábamos nosotros cuatro, los colaboradores
de las especialidades de maxilofacial, otorrino, electromedicina y
dermatología. Después de la muerte de ese médico, el hospital se declara en
huelga y cierran casi todos los servicios; el personal nacional se niega a
trabajar por el riesgo al contagio, pero nosotros continuamos prestando
asistencia médica, ya no entrábamos por ese lugar, sino por otro, pero los
pacientes pedían el alta, apenas quedaban pacientes ingresados. Murieron muchas
enfermeras que trabajaban en la clasificación en el cuerpo de guardia.
La situación cada
día se hacía más difícil y a la consulta del otorrino llegaban pacientes
sangrando y con síntomas que no tenían que ver con su especialidad, al máxilo
también le llegaban pacientes en malas condiciones y con fiebre, y a mí que era
la dermatóloga, con problemas ginecológicos y con otros síntomas. Sabíamos que
las enfermeras no los estaban clasificando y solo había dos médicos en el
cuerpo de guardia, de una ONG. En el pasillo donde estaban la consulta del
otorrino y la mía, los pacientes se caían y cuando los llevaban para el cuerpo
de guardia, morían de ébola.
Los hombres de esa brigada se sintieron
compulsados por el ejemplo de las mujeres. El doctor Jacinto del Llano
Rodríguez, con misiones anteriores en Gambia y en Venezuela, reconoce el valor
de sus compañeras: “En algún momento sentimos miedo. Es una enfermedad muy
difícil, desconocida, no había un tratamiento específico, pero somos cubanos y
hemos vivido otras crisis. Las mujeres fueron un pilar muy importante. Ellas no
querían irse, querían completar la misión que se cumplía en abril. Todos los
hombres y las mujeres dimos nuestra disposición de si era necesario pasarnos a
la brigada del ébola”.
Opinión que comparte y amplía el
electromédico de la brigada, Pedro Luis Ferreira Betancourt, de 60 años, con
misiones previas en Mozambique y en Honduras:
Nuestra
jefa de brigada siempre estuvo muy preocupada porque todos cumplieran con las
medidas de seguridad, yo estuve en dos recorridos con ella por las provincias
asegurando eso, pero las mujeres demostraron su grandeza. Estuve en Kenema en
agosto, cuando surgía el primer foco, el foco rojo, allí estaban dos compañeras
y su respuesta fue que se quedaban allí, que no las trasladaran. Siempre hay
alguien que se asusta más, pero nadie abandonó su puesto de trabajo. Ninguna
mujer flaqueó, fue muy inesperada la noticia de que debían abandonar la misión.
Por eso fue tan dura la decisión —tomada en
el mes de octubre, cuando la epidemia empezaba a declinar— de que las mujeres
debían regresar a Cuba. La impetuosa Eneida envió una sentida carta a Cuba, que
reproduzco porque expresa el sentir de esas mujeres ejemplares, y de las
mujeres cubanas:
Estimados
compañeros:
En reunión
extraordinaria del Consejo de Dirección al cual pertenezco por mi condición de
jefa de la BMC permanente en Sierra Leona, convocada por la dirección de la
Misión estatal, recibí con asombro y desconcierto la triste noticia del retiro
inmediato de las mujeres que integran nuestra brigada, que en su mayoría hace
más de dos años prestan servicios en este país y se han ganado la admiración y
el respeto de nuestros compañeros, del pueblo sierraleonés, sus autoridades
sanitarias y políticas.
Desde el comienzo de
la epidemia de ébola, las mujeres nos hemos mantenido firmes y fieles a las
ideas de Fidel, Raúl, nuestros padres y la Revolución, convencidos de que nunca
abandonaríamos a este pueblo en los duros momentos que atraviesa.
En los meses de
julio, agosto y septiembre, cuando la situación de la epidemia se hizo más
difícil y nos encontramos prácticamente solos en este país, nos comunicábamos
diariamente con los colaboradores y las mujeres siempre respondieron valiente y
positivamente, ninguna abandonó su puesto de trabajo y algunas asumieron los
servicios del personal médico extranjero y nacional que se marchó por temor a
la epidemia. Visitamos Kenema, segundo foco rojo por aquellos días, para
valorar la permanencia de nuestros compatriotas ubicados en ese distrito y la
respuesta de la doctora Vanesa, la Licenciada Teresa y el doctor Larramendi
fueron muy precisas y estimulantes, continuarían extremando las medidas de
protección para permanecer allí donde eran tan necesarios.
Nunca recibí ninguna
queja de alguna de nuestras compañeras, ni en los momentos de mayor peligro,
cuando inclusive algunos de nuestros hombres dudaron en permanecer en sus
puestos de trabajo, por temor al contagio. Acataremos disciplinadamente las
decisiones de nuestros superiores, pero pienso que precisamente ahora, cuando
la epidemia está decreciendo notablemente como registran los reportes
oficiales, están garantizados los medios de protección adecuados y contamos con
la presencia alentadora de la Brigada Médica del Contingente Henry Reeve y un
representante permanente del MINREX, nos merecemos un voto de confianza para al
igual que los hombres, cumplir enteramente con nuestro compromiso.
Todavía no he sido
autorizada para comunicar esta nueva decisión a las demás compañeras, pero
estoy convencida de que todas compartirán mi sentir.
El mejor
reconocimiento a nuestro sacrificio y entrega sería regresar en abril a la
Patria, todos juntos, hombres y mujeres, con el inmenso orgullo del deber
cumplido como dignas herederas de Mariana, Celia, Vilma y tantas otras heroínas
que a lo largo de los gloriosos años de Revolución han entregado lo mejor de
sí, para poner en alto el nombre de la mujer cubana.
Revolucionariamente
Dra. Eneida Álvarez
Horta
Coordinadora de la
Brigada Médica Cubana Permanente en Sierra Leona.
A pesar de esta sentida carta, todas las
mujeres que estaban en Guinea y Sierra Leona fueron llamadas de regreso a Cuba,
fueron condecoradas con la Orden 23 de agosto, que otorga la Federación de
Mujeres Cubanas. Todas las mujeres y los hombres del PIS que estaban en los
países del ébola recibieron además la Medalla Hazaña Laboral. Las mujeres, casi
todas, partieron hacia otros países, a cumplir nuevas misiones
internacionalistas. La doctora Eneida se encuentra, en el momento en que
redacto estas líneas, en Mozambique.
Es imprescindible también que dedique unas
palabras a las esposas y a las madres de los brigadistas cubanos. Algunas
estaban embarazadas cuando sus esposos partieron —y sus hijos nacieron mientras
estos se exponían en África Occidental—, otras tenían niños pequeños, de uno o
dos meses; todas recibieron el impacto de la selección de sus compañeros o
hijos para una misión que se vislumbraba desde el mundo como suicida, y sin
embargo, en su mayoría los apoyaron. Todas sufrieron la muerte por paludismo de
los dos colaboradores, Jorge Juan y Coqui y la enfermedad de Félix, como si
hubiese sido la de sus hombres o hijos. Las hay de todas las esferas laborales,
porque hay más mujeres profesionales en Cuba que hombres, y sin embargo,
tuvieron que cargar con todas las responsabilidades, sociales y familiares, que
antes compartían. Como recodaba el presidente Raúl Castro en la “Conferencia de
líderes globales sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres: un
compromiso de acción”, el 17 de septiembre de 2015, en Nueva York:
La esperanza de vida al nacer de las cubanas es de 80,4
años; la tasa de mortalidad materna directa es solo de 21,4 por cada 100 000
nacidos vivos, una de las más bajas del mundo; representan el 48 % del total de
las personas ocupadas en el sector estatal civil y el 46 % de los altos cargos
de dirección; el 78,5 % del personal de salud, el 48 % de los investigadores
científicos y el 66,8 % de la fuerza de mayor calificación técnica y
profesional. Cursan, como promedio, 10,2 grados y son el 65,2 % de los graduados
en la Educación Superior.