Andaba buscando un testimonio personal de las sesiones del Coloquio Internacional por la Liberación de los Cinco, que tuvo lugar en Holguín la semana pasada. Sabía que mi amiga Chely lo pondría en blanco y negro, cuando las emociones se asentaran. Por fín, aquí está.
Aracelys Avilés Suárez
Foto: Fidel Alejandro Rodríguez
Blog Holguineros
Sentía a veces que éramos hormiguitas gritando a la oreja de Obama, y que por muy alto que chilláramos, Barack solo sentiría una pequeña cosquilla en la piel. Así de impotente se siente un reclamo que se ignora, que no se escucha. En este Coloquio por la Liberación de los Cinco, por cuatro días, Comités de Solidaridad de todo el mundo hablaron de sus actividades, manifestaciones, cartas a la Casa Blanca, reuniones, e-mails, y nada parece suficiente.
La sala a veces era una Torre de babel. Los libaneses tomaban café juntos, el austriaco solo hablaba con su traductor, los norteamericanos, canadienses, eran mayoría, pero igual debían aferrarse a sus audífonos en las plenarias y depender de la velocidad de los traductores en la cabina de interpretación. Al término, todos hablaban por señas, y en lo básico se entendían, aunque algunos no pudieron más que esbozar una sonrisa y asentir a lo que creían que estaban descifrando cuando les hablabas.
Mi inglés no ayudó mucho, parecía una afásica nominal (enfermedad que te hace olvidar los sustantivos) cada vez que intentaba comunicarme con un estadounidense, o un árabe que solo hablaba inglés.
Cada delegado tenía una historia peculiar, no conocí la de todos, pero algunos me dejaron con un nudo en la garganta, o con muchas ganas de correr o de gritar. Anwar Yassin, estuvo preso en cárceles israelitas por 17 años sin recibir nunca la visita de un familiar. No hay en la piel o el rostro de este libanés alguna muestra de los años en prisión. Solía conversar bajo unas sombrillas con Ogarite y su camarógrafo, ambos de la televisora libanesa Mayadin. Se les unía casi siempre Wafika, o Wafy, como le dicen sus amigos, coordinadora del Comité por la liberación de los Cinco en el Líbano.
No sé si era sugestión mía, pero a todos les sentía una tristeza en la mirada, difícil de definir, Anwar era el más alegre, quizás porque la risa era su única vía de comunicación (solo habla árabe) o porque adoptó ese ánimo tras abandonar la celda sionista, como para compensar.
Los días se iban muy rápido entre la Sala de prensa y las plenarias. De todas las reuniones, la más esperada era la de Norteamérica, en los encuentros por áreas geográficas. Es allí donde suele discutirse con más fuerza las acciones que podrían conducir a la liberación de los Cinco. Nancy B. Khon, pastora por la paz y miembro del Comité por los Cinco en Estados Unidos, dijo que en meses anteriores habían hecho los primeros tanteos en el Congreso y siempre le ripostaban que debían esperar a las elecciones, “pues ya pasaron, llegó el momento”, afirmó.
Todos están conscientes de que los próximos cuatro años serán invaluables en la lucha de esta casi década y media, porque como dijera Dolores Huerta, Medalla de la Libertad de Estados Unidos y delegada al Coloquio, el presidente no tiene que preocuparse por una reelección, por eso está más libre, pero no va a sacar de la cárcel a los antiterroristas cubanos si no se siente presionado por la opinión pública.
Alicia Jrapko, coordinadora del comité pro-liberación en Estados Unidos, dijo en una entrevista que debía llegar el momento en que cada vez que Obama o alguien de su administración visitara cualquier país, hubiese una persona con un mensaje sobre los Cinco, si era un parlamentario mejor.
No sé cuán lejos o cerca estamos de eso. René, Ramón, Fernando, Tony y Gerardo siguen siendo unos desconocidos en Estados Unidos, y es un panorama difícil de cambiar. “Es un país muy grande” me dicen, y es hasta difícil para el Comité reunirse con regularidad. Los escasos recursos económicos tampoco permiten una gran campaña con anuncios de 50 mil ó 60 mil dólares, pero de alguna manera hay que abrirse camino.
“El pueblo de Estados Unidos tiene un buen corazón, solo hay que llegar a él”, dijo Dolores Huerta un día en la plenaria. Alicia cree que con su ayuda, la red se ampliará mucho más.
Aquí la gente habla con optimismo, se da palmaditas en el hombro con la esperanza de que este sea el último Coloquio, o que en el próximo estén los Cinco, no en pancartas, inmóviles, escuchándonos hablar, sino entre nosotros, es difícil de imaginar sobre todo cuando los visualizas en una cárcel, tras un juicio que ya tenía sentencias preconcebidas.
El sentimiento de impotencia, de hormiga, de escarabajo vuelve a menudo, me siento muy enana para cambiar una realidad que me supera, pero creo que con muchos enanos algo grande podemos hacer.
Nothing’s gonna change my world, estoy segura de que sí.
Breve aclaración: Quizás alguien esté leyendo este blog y no tenga idea de quienes son los Cinco. Sus nombres: Gerardo, René, Antonio, Ramón y Fernando. Se trata de cinco cubanos, cuya misión era monitorear las actividades de grupos terroristas que operan en Miami y reportar las amenazas planeadas contra el gobierno y el pueblo cubano. Como es lógico, es una actividad encubierta, pero en ninguno de los cargos que les imputaron pudieron probar el acceso a documentos secretos o material clasificado. Tampoco pudieron probar el cargo a Gerardo (a quien impusieron dos cadenas perpetuas más 15 años) de conspiración para cometer asesinato. A esto se suma, y eso solo una raya del tigre, el pago a periodistas para lograr en la prensa local un ambiente hostil y desfavorable para el caso. Como dijera Garbus (citado por Ravsberg) “cada dólar por cada artículo, imagen o programa de radio o televisión que se gastó en este programa secreto, violó la integridad del juicio”.
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