Ángel Guerra Cabrera
La violencia fascista y el intento del golpe de Estado asoman de nuevo su cara en Venezuela. Estaban en el ambiente, se veían venir en el guión seguido durante semanas por el gigantesco ejército mediático del Pentágono y la CIA, que le hace gran parte del trabajo a la contrarrevolución. Como habíamos denunciado anticipadamente, Henrique Capriles Radonsky, candidato de la contrarrevolución disfrazada de oposición política, llamó el domingo 14 de abril a sus simpatizantes a desconocer el resultado ofrecido por el Consejo Nacional Electoral(CNE).
El llamado violaba flagrantemente la Constitución. Hecho más grave dada la fiabilidad reconocida al sistema electoral venezolano y la circunstancia de que los testigos y técnicos de la oposición no formularon queja alguna durante ninguna de las auditorias del proceso, incluyendo la final, que abarca 54 por ciento de las casillas. Más aún, el rector del CNE Vicente Díaz, ligado a la oposición, en todo momento ha validado los resultados. Para continuar el guión golpista, Capriles convocó acto seguido a sus partidarios a lanzarse a la calle. Por eso él y el también golpista Leopoldo López son responsables del asesinato de siete militantes del chavismo y heridas a decenas, el asalto o quema de numerosos centros hospitalarios, viviendas populares, tiendas Mercal y locales del Partido Socialista Unido de Venezuela.
En paralelo, el mismo aparato de prensa internacional y doméstico que hace años orquesta el terror mediático contra la Venezuela bolivariana apenas mencionaba estos hechos y mucho peor, todo el tiempo le parecía poco para entregarlo a Capriles y comparsa o amplificar su cinismo y mentiras. ¿Qué tal su pose de ovejita pacifista? El caso de CNN en español merece renglón aparte pues sus conductores han actuado como virtuales voceros del cabecilla golpista, devenido a su vez estrella rutilante de su programación.
Capriles exige en los medios el recuento de votos pero su campaña no ha presentado la solicitud y las pruebas ante el CNE como establece la norma. Su objetivo es conseguir con la violencia fascista y el show mediático lo que no pudo lograr con los sufragios. No debe extrañarnos, Capriles fue activo participante en el golpe de Estado de 2002, cuando pretendió allanar la embajada de Cuba y promovió su asalto por una turba pese a que por su cargo de alcalde estaba obligado a protegerla en cumplimiento de las leyes venezolanas y del derecho internacional.
Nicolás Maduro ha sido reconocido presidente electo por todos los gobiernos latinoamericanos así como Rusia y China. Las misiones de acompañamiento de Unasur, el Parlamento Centroamericano y la Unión Interamericana de Autoridades Electorales han elogiado el civismo de la masiva jornada comicial y ratificado su confianza en el sistema electoral de Venezuela. Únicamente Washington, que haría mejor en arreglar sus corruptas elecciones, mantiene una actitud arrogante e injerencista contra Caracas seguido por sus falderos.
La democracia es sólida en el país caribeño, que ha construido una conciencia de participación envidiable y respetables instituciones. Muy pocos países pueden presumir de una asistencia a las urnas de alrededor de 80 por ciento en las dos últimas justas presidenciales(7 de octubre y 14 de abril).
Maduro hizo un esfuerzo heroico en la campaña electoral, que asumió con la mayor seriedad y entrega. Es muy difícil de un día para otro construir un espacio adecuado al tamaño y las características propias en la percepción del elector en el lugar que durante 14 años llenó el enorme e irrepetible líder popular que fue Hugo Chávez. En su momento el chavismo tiene que analizar los factores que lo hicieron perder de octubre a la fecha gran parte de su ventaja electoral. Queda por llevar a cabo el Plan de la Patria, brújula dejada por Chávez para la construcción del socialismo en Venezuela, la consolidación de la unidad e integración de América Latina y el Caribe y del mundo pluripolar.
Pero ahora lo urgente es desmantelar y derrotar el golpe de Estado de factura gringa con el incuestionable apoyo de masas de que goza el chavismo y la serenidad y firmeza que están mostrando sus dirigentes. Y junto a ellos los latinoamericanos, caribeños, y demócratas y patriotas de todo el planeta. ¡A impedir esta ignominia que quiere romper la avanzada construcción de unidad latino-caribeña y devolver a nuestra América a la época en que Washington quitaba y ponía gobiernos a su antojo!
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