Enrique Ubieta Gómez
Pues sí, Ismael Serrano está en La Habana. No sé cómo se planificó su viaje, casi secreto hasta su inminente llegada, ni si fue su elección que el recital se produjese en una sala tan pequeña –aunque de excelente acústica–, como la del Museo de Bellas Artes. Para mayor paradoja, en los jardines del Museo se efectuaba esa noche la cena final o inaugural de alguna convención de negocios, y el merodeo de jóvenes desaliñados en torno a las mesas y a los suntuosos platos en preparación, inquietaba a los organizadores de la comelata. Pero todo funcionó bien. Se vendieron todas las butacas de la sala, y los espacios posibles, de manera que quién no encontró asiento se sentó en los pasillos o permaneció de pie. Lleno absoluto. Ismael trajo sus dos guitarras, y se hizo acompañar de Jacob Sureda, un mago-tecladista, y de ocasionales fondos orquestales. Diálogo abierto con el público, mayoritariamente joven y conocedor. Diálogo desde la música y desde la palabra, porque Ismael también domina el arte de la comunicación. Graves y lúcidas declaraciones sobre la situación en España: "el fin del mundo solo llega –dijo–, cuando toca a la puerta de tu casa". Porque el Gobierno español y sus bancos promovieron en otras naciones las políticas que hoy sacuden a la economía española. Le cantó a los indignados, a los que nunca se rindieron, a los desahuciados de sus hogares, a los jóvenes en paro (desempleados), a la esperanza que reverdece en la actitud rebelde de la juventud española y europea, y también, como hacen y harán los cantores desde siempre y para siempre, al amor. "La primevera está en esta sala", dijo y los presentes aplaudieron emocionados. Pero también bromeó, porque la inteligencia necesita de las agudezas del humor, y se refirió a la ministra de salud, que como la Infanta, "nada sabía" de los desmanes de corrupción de su marido –¡y mi mujer que todo lo sabe de mí!, contaba que decía un amigo–, y que según declarara, su instante diario de mayor ternura, era... "cuando vestían a sus hijas". Es decir, ironizaba Ismael, "en las mañanas se sentaba en una butaca y veía cómo las criadas vestían a sus hijas y se emocionaba mucho". Y se burlaba de sí mismo, de Internet que permite que tengamos miles de amigos virtuales y distantes, mientras eludimos cualquier relación con el vecino de enfrente. O nos contaba el secreto de una frase misteriosa que Neil Armstrong pronunciara en la Luna: "En horabuena Mr. Gorki". Pero escúchenle el cuento a él, así que no diré nada, pues los villaclareños podrán disfrutar también de su concierto el 6 de junio en el teatro La Caridad. Ah, qué velada para compartir con los amigos, en la sala de la casa. Les dejo la letra de su canción "Papá cuéntame otra vez" y el video de su interpretación en La Habana.
Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.
Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas.
Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.
Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.
Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.
Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más.
Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Papá cuéntame otra vez, Papá cuéntame otra vez
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