Manuel E. Yepe
"El perfil del inmigrante cubano educado de los 60 y 70, que se exilió en EE.UU. por razones políticas, ha dejado paso en las últimas décadas al del extranjero empobrecido, con necesidades parecidas a las de inmigrantes de otros países, que quiere hacer dinero para ayudar a la familia que quedó en Cuba".
El "descubrimiento" lo ha hecho la periodista Claudia Solís, de la agencia española EFE, citando al profesor de origen cubano Alejandro Portes, de la universidad estadounidense de Princeton, en artículo publicado el 26 de mayo en El Nuevo Herald, vocero de la extrema derecha de la inmigración cubana en la Florida.
Según el entrevistado, las primeras oleadas de cubanos que llegaron a Miami tras el triunfo de la revolución contra la dictadura de Fulgencio Batista crearon una comunidad exitosa, con gran poder económico y político, pero esa situación cambió en los posteriores éxodos que venían "con un nivel de educación más bajo y orientación política distinta, más alejada de la crítica al régimen y más preocupada por ayudar a su familia en Cuba".
Se trata, por supuesto, de un eufemismo que describe el éxodo de criminales, políticos corruptos enriquecidos durante la tiranía y acaudalados capitalistas afectados por las leyes revolucionarias de justicia social que sucesivamente llegaron en los años 1959 y 1960 a Estados Unidos, donde ya poseían cuentas bancarias cebadas por la corrupción o la explotación.
En su "huida" o su exilio voluntario contaron, respectivamente, con el activo sustento de las agencias de inteligencia y subversión estadounidenses- urgidas de personal nativo para sus planes contra Cuba- o con el bienestar que pudieran depararles sus fortunas habidas según las reglas explotadoras del capitalismo, o de espurio origen en cualquier ley.
Según el profesor entrevistado, "a partir de 1980, la creciente presencia en el sur de Florida de inmigrantes cubanos se ha visto acompañada de una caída de sus ingresos, para quedar al mismo nivel que el de los mexicanos y demás grupos de inmigrantes de la clase obrera". Culpa de ello a "las clases medias y altas cubanas que llegaron antes del Mariel, que crearon grupos económicos de poder y cortaron los lazos con los inmigrantes que llegaron después (quienes) básicamente han tenido que defenderse obteniendo empleos en un mercado laboral relativamente pobre como es el de Miami".
"Lo que ha ocurrido es que la convivencia de estos dos grupos ha provocado un fenómeno de bifurcación. Por un lado está el viejo exilio y sus hijos, que han crecido y escalado posiciones de éxito, y por otro la inmigración nueva, con ingresos no diferentes de otros grupos de inmigrantes de clase trabajadora de toda Latinoamérica", dice la entrevistadora española.
Estos inmigrantes cubanos hacen lo que otros inmigrantes económicos: trabajar duro en un sistema que no permite el ahorro, para enviar remesas a su país lo que "unido a que los cubanos ya establecidos no les ayudan, ha dado lugar a una generación de cubanos empobrecidos", sostuvo Portes.
Quizás lo más hipócrita de la política hostil de Estados Unidos contra Cuba sea la promoción mediática de la idea de que la mayor parte de los inmigrantes cubanos están allí por motivos políticos.
Hace mucho que las ciencias sociales de Cuba y EE.UU., así como los científicos cubanos radicados el EE.UU., estudian las diferencias entre los emigrantes cubanos que salieron durante los sesenta y setenta, y los que han llegado recientemente.
La mayoría de los emigrantes jóvenes de Cuba llegados luego de 1990 a la Florida tienen comportamientos formados en la Cuba revolucionaria.
Durante su infancia, adolescencia y parte de su adultez, vivieron tiempos de cambios radicales que abrieron las vías para que se produjera en toda la población una movilidad social ascendente que se detuvo abruptamente en los años noventa por la crisis que provocó el derrumbe de la Unión Soviética.
Una de las razones que les motivaron a emigrar fue que percibieron que, debido a la crisis motivada por el bloqueo de Estados Unidos y la desaparición de aliados que ayudaran a limitar sus efectos genocidas, en Cuba se les detenían sus posibilidades de continuar con la movilidad social ascendente experimentada por sus progenitores en el transcurso de una generación y también por ellos hasta entonces.
Aprovechando las ventajas para la inmigración que EE.UU. proporciona a los cubanos (y a ninguna otra nacionalidad), decidieron emprender sus proyectos de vida fuera de Cuba para continuar escalando socialmente, equiparándose con emigrantes de los demás países del Tercer Mundo, sin que ello signifique que repudian el proyecto revolucionario que los formó.
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