Iroel Sánchez
Vivo en un país libre
cual solamente puede ser libre
en esta tierra, en este instante
y soy feliz porque soy gigante.
Silvio Rodríguez, “Pequeña serenata diurna” (Interpretada en Santiago de las Vegas el 20 de septiembre de 2013, en concierto al que invitó al pianista Robertico Carcassés)
cual solamente puede ser libre
en esta tierra, en este instante
y soy feliz porque soy gigante.
Silvio Rodríguez, “Pequeña serenata diurna” (Interpretada en Santiago de las Vegas el 20 de septiembre de 2013, en concierto al que invitó al pianista Robertico Carcassés)
“Romper el autobloqueo” titulaba el diario Granma -órgano oficial del Partido Comunista de Cuba- el 29 de marzo de este año una fuerte denuncia de un ciudadano que, -luego de exponer cuatro puntos que afectan cotidianamente al pueblo, hablaba de “esa hidra de 7 000 cabezas, que todo lo complica, prolonga y siempre que se hace algo para ayudar a la población, establece controles que parecen fáciles, pero que luego, en la práctica, vemos lo contrario”. El lector J.A. del Toro González afirmaba: “nada de lo que aquí planteo, es culpa directa del bloqueo yanqui. Simplemente abriendo nuestras mentes romperemos el autobloqueo que tanto daño hace y haremos más fácil la vida de nuestro heroico pueblo. Fidel y Raúl nos han convocado a cambiar lo que deba ser cambiado y si queremos, lo podemos hacer.”
A pesar de su crudeza, he estado buscando y comprobé que ningún medio de prensa extranjero se hizo eco de las palabras de del Toro. No les servían para tender una cortina de humo sobre una causa sagrada para los cubanos como la de nuestros Cinco compatriotas, condenados injustamente en Miami por defender a su país del terrorismo, como sucedió recientemente con la expresión del músico cubano Robertico Carcassés durante un concierto en la Tribuna Antimperialista José Martí por la libertad de quienes muchos en el mundo consideramos héroes, que ya comenté en mi blog. Las audiencias del planeta que gozan de la “libertad de información” que falta en Cuba no han conocido que antes de Carcassés, un ciudadano casi anónimo dijo en parte lo mismo que él, con más profundidad, en el periódico de mayor circulación nacional, haciendo uso de uno de los lugares -todos perfectibles y que incluyen desde asambleas estudiantiles, de trabajadores y comunitarias, organizaciones gremiales, espacios academicos, hasta cientos de sitios personales y públicos en la red y una prensa que busca transformarse para estar a la altura de la sociedad. En todos ellos los cubanos se han pronunciado, y se pronuncian, sobre los cambios que desean en su país; en una participación que muchos juzgamos aún insuficiente porque dista de revertirse siempre en soluciones en manos del pueblo contra los problemas que enunciaba el lector de Granma.
Nuestra Constitución proclama la igualdad de derechos para todos los cubanos, algo que incluye la libertad de información pero hoy están más cerca de disfrutarla a plenitud los “disidentes” a quienes EE.UU. les suministra veinte millones de dólares anuales y pueden pagar el acceso a Internet al equivalente de 4.50 dólares la hora que los militantes del Partido Comunista de Cuba, cuya única ventaja por serlo es estar dispuestos a mayores sacrificios por ser miembros de una organización que deben contribuir a financiar con sus ingresos personales. Lo disfrutan tal vez más aquellos que en vez de ir frente a la Tribuna antiimperialista a apoyar la causa de Los Cinco, visitan a unos metros de allí la Sección de Intereses norteamericana para recibir dinero e instrucciones del gobierno que bloquea a su país, algo que en cualquier otro lugar del planeta significaría con toda seguridad largas penas de cárcel. A esas personas, sin embargo, nadie les impide participar en procesos como la discusión de los Lineamientos Económicos y Sociales, la nominación de candidatos a las Asambleas Municipales o el actual análisis para el nuevo Código del trabajo, oportunidad inexistente para las mayorías en “democracias” que se proclaman como ejemplos para el mundo. Si bien es cierto que no pueden utilizar los medios de comunicación cubanos para sus fines -definidos por la política de “cambio de régimen” de EE.UU. hacia Cuba-, ellos tienen a su disposición un entramado mediático y un presupuesto que supera con creces el de toda la prensa cubana junta para realizar lo que en cualquier nación del mundo constuiría delito: la difusión de información falsa dirigida a provocar una crisis que justifique una intervención militar extranjera.
La irrupción de la emisora TeleSUR en vivo ha ampliado de manera sustancial para los cubanos el acceso a la información en tiempo real y ya no sorprende a nadie ver los discursos de Barack Obama o John Kerry íntegramente y al mismo tiempo que se están produciendo, no por lo cual los líderes estadounidenses son más populares hoy en Cuba que el pasado año, sino todo lo contrario. Pena que en EE.UU. o Europa no puedan ver en uno de los canales principales y en señal abierta a los muchos cubanos que discrepamos de la política de sus países hacia el nuestro y que el 99.99% de la información sobre Cuba en esos espacios coincida con lo que dicen sobre esta Isla Obama y Kerry.
Como sucedió con la opinión de del Toro, ninguna prensa se enteró cuando Silvio Rodríguez escribió en su blog un convincente testimonio sobre el bloqueo estadounidense que concluye irónicamente:
“Somos un país que se dedicó a alfabetizar, a construir universidades de médicos y artistas. Y ahora pretenden hacer ver que nos gusta tener pianos sin cuerdas y vientos sin zapatillas.
“Vaya imaginación.”
Tampoco se hizo eco de ninguna de las dos cosas un atento seguidor de la blogosfera cubana y único “bloguero profesional” que hay en Cuba que no paga EE.UU., cuyo salario no viene de Washington sino del emporio mediático de la Gran Bretaña, BBC.
En España, un país donde no hay presidente, si no jefe de gobierno electo por el parlamento y el jefe del estado es un Rey por el que nadie ha votado jamás, el ABC -un diario defensor de la Monarquía- ha descrito a Carcassés como “ el músico que la semana pasada osó reclamar elecciones libres”, atribuyéndole palabras que él no dijo. Elección directa del presidente -que no es necesariamente sinónimo de libertad ni tampoco de democracia-, existe en Irán pero no en EE.UU. ni en Alemania y no por ello la nación persa es considerada por el sistema de medios al que pertenece ABC un país democrático, en un mundo donde ya no se habla de medios progubernamentales sino de gobiernos promediáticos, y donde como se corea en las calles españolas ni medios ni gobiernos representan a las mayorías. Recordemos que fue la demonización de la prensa ibérica, encabezada por el ABC, como nos ha contado Willy Toledo, la que con su sanción por defender a Cuba -no removida hasta hoy- dejó prácticamente sin trabajo al célebre actor español y lo obligó a salir de su país para continuar su carrera profesional.
“La equidistancia es sin duda un refugio ideal para las buenas conciencias y tiene la ventaja de la ambigüedad que permite posicionarse en un lado o en otro según discurran los acontecimientos. Se trata de una falsa simetría que coloca en el mismo plano al agresor y al agredido”, ha dicho en este mismo espacio la Doctora en Ciencias de la Universidad Complutense de Madrid, Ángeles Diez.
Admiro a Silvio Rodríguez, además de por su inmensa obra, por ser lo suficientemente libre como para pedir justicia para Los Cinco sin tener que convoyar su reclamo. Lo ha hecho desde la vecindad de Obama hasta el Carnegie Hall, aunque la prensa que se dice libre haya violado olímpicamente el derecho de sus audiencias a informarse sobre sus palabras dedicadas a René González, Fernando González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Gerardo Hernández en cada concierto. Él ha preferido la necedad de asumir al enemigo a la fácil equidistancia entre bloqueo y autobloqueo que exigen los medios para hablar de Cuba, sin que por ello haya dejado de denunciar desde que cogió una guitarra cada cosa que le parece mal en nuestra sociedad. Con su gran autoridad ética y artística, calificó de “torpeza” tanto el comportamiento que dio origen a esta zaga como la sanción institucional -ya derogada- que provocó inicialmente, sin dejar de señalar que “el elenco que pasó por allí era tan dispar y asombroso como para que se cantara o dijera cualquier cosa”.
A propósito del reciente Congreso de los periodistas cubanos, escribí: “nuestra torpeza -que tiende a tratar con métodos administrativos procesos que son en primer lugar ideológicos- puede alimentar heroísmos fatuos” y citaba a una joven periodista que argumentaba: “hoy cualquiera hace una catarsis, escribe par de líneas agresivas y se convierte en héroe o heroína. La censura se ha vuelto una distinción. Ser marginado, contrariado, excluido, incomprendido. Cualquiera puede hacerse de un nombre a golpe, o a mimos, de la censura”. Pero, con la serenidad recuperada, ya es hora de que volvamos al objetivo del concierto del 12 de septiembre, escribamos “nuestro propio guión” y enfrentemos inteligentemente a quienes lucraron con nuestras torpezas, individuales o institucionales; casualmente son los mismos que desean que nuestros Cinco hermanos cumplan hasta el último minuto su injusta condena, lo que en el caso de uno de ellos significaría morir en prisión. Son los medios de comunicación que crearon -pagados por el gobierno estadounidense- el ambiente para que se impusiera contra ellos la mentira y el odio y hoy buscan silenciar por cualquier vía la lucha de nuestro pueblo por su liberación.
“Bajo y cobarde es no mencionar en el cubil de los que pagan atentados contra Cuba la inmoralidad del juicio amañado a nuestros Cinco Héroes” escribió en su blog hace algún tiempo Silvio, y Juan Formell, en una reunión en la UNEAC, propuso que todo artista cubano que visite Miami aproveche el espacio que le den los medios de comunicación en esa ciudad para pedir la libertad de Los Cinco. Es de esperar que luego de superar este “infeliz incidente” -como lo calificó en La pupila insomne, la integrante de Interactivo Tanmy López-, en buena parte gracias a la intervención del autor de Ojalá, los músicos cubanos -el talentoso Robertico Carcassés incluido- sigan participando en el reclamo por la libertad de Los Cinco y, de tener la oportunidad, hagan honor en Miami al reclamo de dos de sus gigantes: Silvio Rodríguez y Juan Formell. (Publicado en CubAhora)
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