He leído con mucho interés el libro de Hans Modrow La perestroika: impresiones y confesiones, presentado en su primera traducción al español durante la pasada Feria del Libro de La Habana. Modrow fue el último presidente del Consejo de Ministros de la RDA. Tuvo una destacada actuación en la formación del Partido La Izquierda en la RFA unificada, y fue diputado al Parlamento federal y al de la Unión Europea por esa agrupación. Transcribiré algunos fragmentos del libro que me parecen interesantes, sin comentarios, porque mi deseo es escribir un texto con mis opiniones sobre el libro:
“Sin embargo, se lograron algunas cosas que también consideré importantes y dignas de defender. Hicimos que las personas miraran sin temor al futuro. Todos tenían trabajo y lo suficiente para vivir. Los niños tenían un futuro seguro, y para los mayores la edad no era un problema. Nadie estaba desamparado. Todos tenían techo y derecho a la atención médica, la educación y la superación estaban garantizadas. Es cierto que algunas viviendas estaban en mal estado, las pensiones mínimas eran muy bajas, había que esperar quince años para poder comprar un automóvil y solo se podía ir de vacaciones a una parte del mundo. Resumiendo: lo que estaba en la columna del haber no era ficción sino una realidad. Una realidad por la que nos envidiaba todo el mundo. ¿Por qué entonces, en lugar de exhibir de forma consciente y clara esos humildes pero a su vez significantes logros, y contraponerlos a la mucho más rica República Federal de Alemania, nos propusimos aventajar a los vecinos occidentales sin haberlos alcanzado nunca, incluso aparentando ser un competidor de igual alcurnia? (…) En 1977 Werner Lamberz reconoció este problema en un artículo publicado en la revista teórica Unidad, criticó el consumismo que amenazaba con desplazar progresivamente los valores morales de la sociedad socialista” (Hans Modrow, p. 28)
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