Desde que se inició en Irán el penúltimo intento derrotado de contrarrevolución sacado del libro de colorear de los chicos literarios de la CIA, varios denodados bloggers del exilio ilustrado cubano se empeñaron en ofrecernos su versión personal y solariega de las “Cartas Persas” de Montesquieu. Estos "patriotas" verticales, dedicados a tiempo completo a la causa cubana, como siguiendo una súbita inspiración internacionalista de derecha, más o menos del mismo tipo que la promovida por los neoconservadores yanquis, se olvidaron por unos días de La Habana, lo arrojaron todo al fuego iraní, se rasgaron las vestiduras libertarias, en pose de matronas romanas ante la historia, y atiborraron sus páginas con noticias ciertas y trucadas, con chismes y rumores, con hechos y deseos que terminaron --como era de esperar--, no solo por enseñar demasiado las ligas bajo el vestido, sino también en el más completo de los ridículos.
Lo que debió ser el arrasador tsunami que nos anunciaban, capaz de barrer con una revolución popular a base de mensajes de Twitter, culminó en un charquito gelatinoso donde hoy es posible observar, retorciéndose, a los entusiastas apocalípticos de las vísperas. Quien desee seguir minuto a minuto esta telenovela por encargo, que se remita al blog “Penúltimos días”, donde un crepuscular Ernesto Hernández Busto ha pasado en sus posts sobre Irán de la euforia al abatimiento, tras endosarle al lector más entradas dedicadas al tema que las 161 cartas persas escritas por Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu, y claro, sin haber logrado que triunfase la opción pro-yanqui y guarimbera en aquel país, ni tampoco para sí la entrada a academia alguna, como no sea la del inspector Closeau, como sí se recompensó al enciclopedista de marras por su novela satírica.
Pero la capacidad de ridículo de la contra ilustrada cubana es insospechada y he aquí que se acaba de sacar una carta ganadora de la manga: de la extrema locuacidad persa ha transitado, sin pudor alguno, al casi absoluto silencio hondureño.
Las elevadas consignas libertarias, en el caso iraní, y el fanatismo democrático que hizo que Hernández Busto se soñase como una desmelenada Juana de Arco conduciendo al pueblo cubano a derrocar a la Revolución, por todo 23, han sido apresuradamente guardadas bajo siete llaves, pues en Honduras lo que ha ocurrido, nos dice, es la “detención del presidente Zelaya”, y si bien es cierto que fue mediante un golpe de estado, lo importante no es condenarlo, como ha hecho la comunidad internacional en pleno, sino matizarlo diciendo que ciertos rasgos de él lo “alejan del perfil clásico”.
Lo que Hernández Busto toma de la realidad hondureña, con pinza y guantes de seda, contrastando con sus viriles bravatas y su intransigencia de las vísperas, eso que llama con lenguaje políticamente correcto como un “golpe alejado del perfil clásico”, ¿debe entenderse como un lamento de que aún estos gorilas de utilería no hayan empezado las desapariciones de prisioneros, las masacres, las torturas, el uso de los estadios para concentrar detenidos, o no se hayan atrevido a bombardear la casa de gobierno, limitándose, oh decadencia de los tiempos, a patear las puertas?
De esta manera, con su amelcochada cobertura iraní y su anémica cobertura hondureña Hernández Busto vence gallardamente nuevas etapas en su carrera para coronarse “El Mingo del Año”. Dudo que otros ya lo puedan alcanzar en el monopolio de la trompetilla nacional, que tradicionalmente ha herido en este suelo el delicado oído de ciertos señoritos metidos a políticos.
Cuando las calles de Tegucigalpa están siendo holladas por tanques y la constitución manchada por los mismos milicos golpistas que aprendieron a torturar con los yanquis en la “Escuela de las Américas” y a conspirar contra la voluntad popular y la verdadera democracia con los embajadores y agregados militares de esa nación, Hernández Busto, atrapado entre su retórica y la realidad, se refugia en su blog publicando una foto, de marzo de 1956, cuando Marlon Brando llegó a La Habana para comprarse una buena tumbadora.
Cuando un golpe militar de derecha en América Latina, como este de Honduras, resulta tan evidentemente anacrónico, nadie se atreve a apoyarlo, y mucho menos a reconocer la paternidad que se adivina, y que es la misma de siempre; cuando se le sabe condenado a un inminente fracaso y a seguir la misma ruta hacia el basurero de la historia que el efímero gobierno de “Carmona, el Breve”, en Venezuela, entonces hay pruebas renovadas de que asistimos a una nueva época en el continente y el mundo, y que la otrora creatividad triunfante de los chicos literarios de la CIA y sus cotorras, merece un replanteo, pues en los últimos tiempos no ponen una.
Y como vienen tiempos de crisis, de ajustes de plantillas y de despidos, quizás consuele saber a los autores de estos remakes de las “Cartas Persas”, derrotados ya en las calles de Teheràn, y que son los mismos del silencio cómplice alrededor del golpe en Honduras, que el problema es más general.
Montesquieu no solo publicó en 1721 esas “Cartas Persas”, también lo hizo, en 1734, con otra obra cuyo título puede que reconforte en algo a los hoy silenciosos y sutiles vocingleros de las vísperas, haciéndoles entender las causas profundas de sus derrotas consecutivas: “Consideraciones sobre las causas de la grandeza de los Romanos y de su decadencia.”
Decadencia imperial, es la explicación más exacta.
La Isla Desconocida navega en pos de sí misma, la utopía en pos de la utopía, buscándose y hallándose siempre a medias, en mares cercanos a los dominios reales.
lunes, 29 de junio de 2009
Honduras, ¿no merece una carta persa?
Eliades Acosta Matos
vamos a ver que dice ahora Hernandez Busto , esa babosa histerica que libera a los pueblos de las dictaduras desde Barcelona. Tanto que habla y como aqui se dice, tanto que calla. Y el que calla otorga.
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