Enrique Ubieta Gómez.
A veces no pienso en la calidad moral de los escribas. De los que viven de componer palabras para confundir, dividir, o entorpecer (y manipular) la comprensión de hechos simples. Pienso a veces en los lectores. ¿Qué lector puede creer lo que escribe Zoé Valdés, por ejemplo? ¿Existe algún lector capaz de creer en ella? Porque hace falta mucha ignorancia, mucha ingenuidad, mucha indefensión intelectual para aceptar por buenas sus insólitas “explicaciones”. Podría pensar que se trata solo de un juego literario, de un chiste “intelectual” para molestar a los lectores objetivos. Sí, molestar debe ser su propósito, porque una cosa es mentir y otra ficcionar. Para lo primero se toma de punto de partida alguna media verdad y se la tuerce hasta hacerla irreconocible; para lo segundo, está el rico mundo de los cuentos de hadas. Zoé no soporta el éxito del megaconcierto habanero de Juanes y otros catorce intérpretes cubanos y extranjeros. Por eso escribe: “los militantes comunistas cubanos escasean tanto en la isla, que tuvieron que llenar los primeros kilómetros de militantes chavistas venezolanos”. Cuando no puede objetarse una verdad tan contundente, la mejor manera de responder –reflexiona Zoé--, es poner a volar sobre la escoba a la bruja de los cuentos. Está bien. Es una broma. Pero vuelvo a preguntar: en la culta Europa, ¿cuántos analfabetos funcionales que saben leer, pero no pensar, estarían en disposición de aceptar cualquier explicación sobre Cuba? Zoé en París y Hernández en Barcelona, en la culta Europa, se retuercen de odio: no saben cómo denigrar una fiesta cultural que el mundo presenció en vivo. La pobre Zoé dice, con espuma en la comisura de los labios: “El concierto fue espantosamente mediocre; pero a los ojos del mundo o de la gran mayoría, aparecerá como bueno, bondadoso, etc”. Y arremete con saña contra cada uno de los intérpretes. Ninguno de ellos se tomará el trabajo de analizar los méritos y deméritos de su “obra literaria”. El conspicuo Hernández colecciona en su blog todos los links posibles que conducen al excusado de la prensa –de los autores-- más reaccionarios. Un hombre que sube al estrado con una bandera cubana –hecho feliz--, es bajado con amabilidad del escenario como en cualquiera de los conciertos que vemos a diario en televisión. Para Hernández es un acto de represión. En fin, que la mejor propaganda que puede hacerse a favor de la Revolución es presentar la rabia ridícula de estos escribas. Pero pienso en los lectores, los pobres lectores de la culta Europa, que –según dijera ayer en entrevista exclusiva para La Calle del Medio, el poeta, pintor, cineasta y compositor Luis Eduardo Aute, a quién Zoé califica alegremente de “un cero a la izquierda”--, es un museo bonito, donde la creación ha sido sustituida por la conservación, donde las personas no suelen mirar más allá de su horizonte de vida. Pobres escribas, pobres lectores.
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