Ahora que el maestro Cintio Vitier no está entre nosotros, sus enemigos de siempre aceptarán con “indulgencia” sus “errores” políticos –léase, su apoyo al proyecto revolucionario--, para reinterpretar su obra, inevitable en la cultura nacional. Me pareció un síntoma temprano de esa tendencia, el obituario del boricua Arcadio Díaz Quiñones en --¿dónde mejor?--, el blog personal de Rafael Rojas. Para Rojas, naturalmente, el libro de Díaz Quiñones, Cinto Vitier, la memoria integradora (1987), es “un ensayo muy pertinente”. En su obituario el crítico puertorriqueño reconoce, por supuesto, la altura moral e intelectual de Cintio, pero se refiere en un tono condescendiente, como algo ya sabido y probado, a su “versión mística y esotérica de la historia”, que lo hacía ser un creyente en Dios, y un creyente (la palabra desaloja el compromiso racional) en la Revolución. Como quiera que el propio Cintio refutó algunas de las tesis centrales del ensayo de Díaz Quiñones y polemizó con él, me parece oportuna la reproducción de aquella polémica aparecida con su autorización en el número 2 (1995) de la revista cubana Contracorriente, que yo fundé y dirigí entre 1995 y 2004. La introducción y las notas son de Jorge Luis Arcos, un autor políticamente inobjetable (supongo) para Rafael Rojas. Pinche las imágenes para leer el texto.
Al contemplar esa belleza de revista, Contracorriente, recuerdo una vieja frustración mía. Tengo el injusto privilegio de poseer en mi casa ediciones facsímiles de Orígenes, de Espuela de Plata, de Verbum y de Nadie Parecía. Me contraría extraordinariamente que Cuba no airee sus dones ante el mundo entero. Por esa razón no puedo comprender tanto énfasis en irrumpir en internet y tan poco en digitalizar esas maravillas para que cualquier cubano y no cubano pueda leerlas. Gracias a esos facsímiles comprendí que la obra de la Revolución no empezó en el 59, sino algún siglo atrás y que el mismo Cintio, aunque no lo conozco, por desgracia, demasiado, es un ejemplo de hacer revolución desde que se nace. ¿Por qué no se puede acceder en línea a esta revista Contracorrientes? ¿Por qué no se puede acceder en línea a tantísima obra cubana de interés universal, que aclararía, entre otras cosas, la continuidad del mejor, del indispensable, espíritu cubano de la revolución, y también de antes de la revolución?
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