La Isla Desconocida navega en pos de sí misma, la utopía en pos de la utopía, buscándose y hallándose siempre a medias, en mares cercanos a los dominios reales.
domingo, 20 de diciembre de 2009
La Habana, domigo 20 de diciembre.
Un frío leve, extrañamente espiritual, llena de nostalgias el domingo. El frío salitroso que invade esta porción costera de La Habana, me devuelve mis años de adolescencia. Y mientras en el Palacio de Convenciones se reúne el plenario de la Asamblea Nacional, varias decenas de estudiantes universitarios acuden a un trabajo voluntario, por el aniversario 87 de la FEU. En contra de mis deseos --dormir una mañana fría de domingo es uno de los mayores placeres humanos--, participo en el desyerbe matinal de cebollinos y lechugas. Pero disfruto la compañía de una juventud que sigue soñando y peleando por el futuro de Cuba. Almuerzo, adolorido y cansado, con mi mamá, que aún me ve como aquel joven universitario que fui. Ya no tengo fuerzas para asistir al concierto de Kool and The Gang en la Tribuna Antimperialista, ni a la última jornada de la Feria Internacional de Artesanías, como quería mi hermano. Paso rápidamente por la casa de 10kbzas, el diseñador de La Calle, y me informa que Industriales gana el juego frente a Santiago, con lo que salvaría la honrilla de esta subserie. Le traigo una foto de Pedro Medina, estelar receptor del equipo azul en años de gloria, de quien publicaremos una entrevista en la edición 20. Estoy finalmente en casa. La Habana discute, baila, juega a la pelota, trabaja, de cara al nuevo año. Aunque sea domingo, aunque este frío tropical nos llene de emociones imprecisas, y nos obligue a refugiarnos en un abrazo íntimo.
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