E.U.G.
Los contrarrevolucionarios --aún cuando "hacen más ruido mediático", gracias al apoyo incondicional y desproporcionado de la gran prensa--, siguen siendo minoría entre los cubanos, incluso entre aquellos que por diferentes razones han emigrado. Ese es un punto flaco que la propaganda contrarrevolucionaria "resuelve" con cinismo: todo aquel que se expresa a favor de la Revolución, o es un "oficialista" que obtiene a cambio prebendas, o es un chantajeado sin alternativas. Los que hablan contra la Revolución son "libres" y tienen nombre y apellidos; los que hablan a favor, son tratados como "voceros". La fórmula de Emilio Ichikawa funciona como resguardo: "si una masa dice sí, y dos personas no, gana el no, dos contra uno". Como si las Revoluciones no transformaran a las masas-rebaños del capitalismo en colectividades de individuos. Les duele, especialmente, que la mayoría de los emigrados --si no residen en Miami, y pueden escapar al chantaje real que ejerce esa ciudad sobre sus habitantes--, reconozca el valor de la Revolución que los educó, aunque discrepen, como cualquier cubano que viva en su país, en aspectos concretos. La reciente declaración de condena a la campaña difamatoria de la prensa española contra la Revolución cubana, firmada por asociaciones de cubanos residentes en España --nada menos que en España--, deja mal parados a los españoles que organizan esas campañas. Pero la contrarrevolución lo "resuelve" a su manera: los millones de cubanos que marchan cada primero de mayo en toda Cuba o son robots, o son víctimas del chantaje; los cubanos que firman en España declaraciones favorables a la Revolución o son espías infiltrados o son víctimas también del chantaje de los consulados. En fin, los únicos que tienen opinión propia son los voceros de la Corporación PRISA.
#...todo aquel que se expresa a favor de la Revolución, o es un "oficialista" que obtiene a cambio prebendas, o es un chantajeado sin alternativas.
ResponderEliminarJeje. También estamos los que nos tiene sorbido el seso la propaganda castrista. Y aunque hagamos menos ruido, también somos más numerosos que los "libres e independientes".