Elier Ramírez Cañedo
“Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro”, con esta frase electrizante, Fidel le hizo saber a los jueces que le juzgaban por haber dirigido las acciones del 26 de julio de 1953, que José Martí era el verdadero autor intelectual de aquellos hechos, y que su generación, no permitiría que el Apóstol muriera en el año de su centenario, y que de ser preciso, ofrendarían sus vidas él y todos sus compañeros de lucha en magnífico desagravio junto a la tumba de Martí.
Fidel se impregnó desde joven de las ideas marxistas, pero antes de eso, ya era un profundo martiano. “Yo, antes de ser comunista utópico o marxista, soy martiano; lo voy siendo desde el bachillerato: no debo olvidar la atracción enorme del pensamiento de Martí sobre todos nosotros, la admiración por Martí”, expresó el líder de la Revolución Cubana en 1985 a Frei Betto. De esa amalgama de ideas revolucionarias –martianas y marxistas- floreció en Fidel uno de los pensamientos más genuinos, progresistas y antidogmáticos, que ha conocido la historia de la humanidad en el siglo XX y lo que va del XXI.
El profundo conocimiento de las ideas y el proyecto revolucionario de José Martí, permitieron a Fidel comprender con agudeza la realidad cubana y latinoamericana, y elaborar su propio programa de lucha, afín con el contexto que le tocó vivir. Las ideas martianas lo hicieron más antiimperialista, más latinoamericanista, más humano, más justo y más revolucionario. Pero lo hicieron también entender, que hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, pues de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin.
Pero la influencia de José Martí en el ideario de Fidel, no solo ha sido ostensible en su pensamiento, sino en su praxis revolucionaria. Esto se hace notorio cuando vemos su rechazo a cuanto signifique evadir el cumplimiento del deber, su entrega total a la causa revolucionaria de Cuba y de los pueblos del mundo, su completo desprendimiento de cualquier ambición personal, excepto la de conquistar toda la justicia para su pueblo y la humanidad toda, la conjugación en su persona de la más grandes cualidades de un ser humano con una natural sencillez.
Fidel se nos asemeja a Martí cuando percibimos su inmensa capacidad como estadista político, su destreza en hacer en cada momento y en cada lugar lo más oportuno, sin adelantarse ni quedarse por detrás de lo que permite la conciencia política de las masas, su total comprensión de que en la unidad está la fuerza, su convicción profunda de que trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras, su capacidad de convertir los reveses en victorias, su habilidad como educador político, su colosal cultura, su optimismo en la victoria, su visión universal, su humanismo, su compañerismo, su ética, su sensibilidad, su visión aguda de los males del capitalismo y su profunda vocación social.
Fidel, al igual que Martí, se levanta por sobre los hombros de sus semejantes, observa el horizonte, nos dice hacia donde vamos, que escollos y peligros nos acechan, y cual es el camino más idóneo que debemos seguir.
Imprescindibles seres , tanto Fidel como Martí , que nos marcan el rumbo y están pendientes de las acechanzas que perturban a la humanidad.
ResponderEliminarEsa profunda vocación social los hace inmortales.
Estimado Enrique,
ResponderEliminarFidel de Martí aprendió muy poco, y eso usted lo sabe muy bien, por el mero hecho de que Martí era un hombre intrínsicamente bueno y Fidel ha sido toda su vida un astuto oportunista, desde ese lloriqueo llamado "La historia me absolverá" donde se queja de violaciones irrusorias comparadas con las que han tenido que sufrir los presos en la Cuba gobernada por él a la superfamosa foto en que se tira del tanque en Girón --Martí se montó en el caballo y fue alante, para dar su vida; Fidel ha llegado a los 84, viviendo la dulce vida. Fidel de Martí cogió lo mismo que cogió de Hitler o de Maquiavelo, todo aquello que lo ayudara para asentarse en el poder y modelarse su figura histórica, porque por ser, ni siquiera marxista es... Lea, si quiere, el discurso que ofreció el 1 de enero de 1959 en el que prometía la erradicación de la cuota sindical y ¿qué pasó? ¿Son los trabajadores los verdaderos dueños de los medios de producción en Cuba? Fidel, como todos los otros comunistas que llegaron al poder, impusieron un capitalismo de Estado, conclusión a la que han llegado la mayoría de analistas serios de estos sistemas, incluido Noam Chomsky, al que menciono por ser uno de los favoritos disidentes norteamericanos allá en Cuba. El socialismo implica libertad y el socialismo cubano ha desarrollado todo lo contrario. Para Lenin "La libertad e igualdad genuina se aglutinan en un sistema en el que... no haya impedimentos para que cualquier trabajador (o grupo de trabajadores, en cualquier número) disfruten y practiquen los mismos derechos en la utilización de las imprentas públicas..." Ahora dígame usted que cualquier trabajador o grupo de trabajadores en Cuba tiene derecho a reclamar o a protestar en el Diario Granma contra el hecho, por ejemplo, que los dirigentes del Partido Comunista se den muy buena vida capitalista en los grandes barrios de la burguesía batistiana mientras ellos se tienen que "jamar tremendo cable", trabajando en esencia para nada. Si Fidel aprendió de alguien fue de Fouche, y lo hizo muy bien.
Saludos.