jueves, 30 de septiembre de 2010

El pueblo unido, jamás será vencido.

E. U. G.
Más que un golpe de estado --sorpresivamente devenido tal, al aparecer el temerario Presidente y convertirse en rehén--, la probable intención de quienes (desde la sombra), movían los hilos de la insubordinación, era crear inestabilidad política y social. El golpe de estado, especulo yo, no debía ser el propósito inmediato, porque los índices de popularidad de Correa son hoy los más altos de la historia de Ecuador. No es que se descartara, es que los gestores calculaban con razón que sería inviable. Pero, ¿quiénes movían los hilos? Un informe del ministro de defensa ecuatoriano difundido en 2008, destacaba cómo los agentes de la CIA que operan desde la embajada de Estados Unidos en ese país se dedican a corromper a la policía y a oficiales de las Fuerzas Armadas. Aquellas denuncias bien documentadas tienen hoy una comprobación práctica. Se ha conocido también que junto a los policías rebeldes se encontraban algunos civiles de partidos opositores, fuertemente armados y que los insubordinados vitoreaban a Lucio Gutiérrez, el gobernante que el pueblo había expulsado.
Si el propósito de estos (o de sus líderes, al menos) era crear el caos, y provocar la inestabilidad política, entonces el chantaje era una opción, pero el derrocamiento del gobierno democráticamente elegido por el pueblo era el objetivo real. Por eso caben otras preguntas: si el secuestro y la intentona golpista, premeditada o no, tuviesen alguna probabilidad de éxito, ¿cual hubiese sido la postura del gobierno Obama-Clinton? ¿Por qué los presidentes washingtonianos de América Latina declararon con relativa rapidez, en fila india, su desacuerdo con el golpe de estado? Calderón, Santos, Piñera, etc., se mostraron sospechosamente respetuosos de la democracia. ¿Alguien creería que de consumarse el golpe, lo desaprobarían? Si Aznar y Bush, entre otros, felicitaron antes de tiempo a Pedro el Breve en Venezuela, ahora son más cautelosos. Por supuesto, una cosa son las declaraciones oficiales y otra, las acciones encubiertas. El caso de Honduras lo demuestra.
Pero Ecuador presenta otra situación: la movilización popular seguramente convenció a ciertos sectores del ejército y del gobierno promotor --el de los diplomáticos corruptores--, expectantes del resultado, que sería muy alto el precio a pagar en un juego de fuerza. De cualquier manera, algo está claro: si el líder no se amedrenta, y el pueblo está dispuesto a dar la batalla, la reacción fracasa. El presidente Correa ha regresado a su puesto y se ha revertido el resultado, con la intervención final del ejército --en un enfrentamiento a tiros, que aún se prolonga--, no por la acción de los militares, bienvenida y esperada, sino por la respuesta del pueblo ecuatoriano. El pueblo ha vencido, una vez más, a sus enemigos internos y externos, entre los que están algunos gobernantes que ahora hablan de paz y legalidad. Y en estos minutos repite a coro frente a su Presidente una consigna reafirmada en los hechos: el pueblo unido, jamás será vencido.

Sobre Ecuador: Noticias inverosímiles.

Cuando concluía unas Reflexiones sobre la destitución de la senadora colombiana Piedad Córdoba, comenzaron a llegar inverosímiles noticias de Ecuador. He pasado horas escuchándolas. A medida que los minutos pasan, la efervescencia crece.
A las 5:12 PM hora de Cuba, las condenas al Golpe se multiplican. Los líderes latinoamericanos con más prestigio, como Chávez y Evo, hacen oír sus enérgicas denuncias. La OEA reunida está sin alternativas. Los miembros se indignan y hasta la Chinchilla protesta; incluso, el nuevo Presidente de Colombia ha dicho que apoya a Correa.
El Presidente Rafael Correa se muestra firme e indoblegable. El pueblo está mucho más organizado. El Golpe a mi juicio está ya perdido.
Hasta Obama y la Clinton no tendrán más alternativa que condenar.
Fidel Castro
Septiembre 30 de 2010
5:38 pm

Cuba: enérgico rechazo al Golpe de Estado en Ecuador.

El Gobierno de Cuba expresó este jueves su "más enérgico rechazo" al "golpe de Estado que se está desarrollando en Ecuador" y emplazó a Estados Unidos a condenarlo para no ser "cómplice", según una declaración leída por el canciller Bruno Rodríguez.
"Cuba condena y manifiesta su más enérgico rechazo al golpe de Estado que se está desarrollando en Ecuador", dijo Rodríguez, y añadió que La Habana "emplaza" al gobierno de Estados Unidos a condenarlo, "sino sería cómplice".
El canciller dijo a la prensa internacional que emitía esta declaración por "instrucciones" directas del presidente Raúl Castro.

DECLARACIÓN DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CUBA SOBRE EL INTENTO DE GOLPE DE ESTADO EN ECUADOR.
LA HABANA, 30 DE SEPTIEMBRE DEL 2010, 3:00PM.
Por instrucciones del Presidente del Consejo de Estado y de Ministros haré la declaración siguiente:
· El gobierno de la República de Cuba condena y manifiesta su más enérgico rechazo al golpe de Estado que se desarrolla en Ecuador. El presidente Correa ha denunciado que está en curso un golpe de estado, que ha sido agredido y que se le retiene por la fuerza en el Hospital Metropolitano de la Policía de Quito.
· Cuba espera que la jefatura de las Fuerzas Armadas ecuatorianas cumpla su obligación de respetar y hacer cumplir la Constitución y de garantizar la inviolabilidad del Presidente de la República legítimamente electo y asegurar el Estado de derecho.
· Responsabilizamos al jefe de las Fuerzas Armadas de Ecuador con la integridad física y la vida del Presidente Correa. Debe asegurarse su plena libertad de movimiento y el ejercicio de sus funciones.
· Rechazamos enérgicamente las declaraciones que se atribuyen a la llamada Sociedad Patriótica, de Lucio Gutiérrez que proclama intenciones abiertamente golpistas.
· Cuba ofrece su más absoluto y completo respaldo al gobierno legítimo y constitucional del Presidente Rafael Correa y apoya al pueblo ecuatoriano que se moviliza para rescatar a su Presidente.
· Cuba se une a las declaraciones de Presidentes latinoamericanos y organizaciones internacionales que exigen se detenga la intentona golpista.
· Emplazo al gobierno de los EE.UU. a que se pronuncie contra el golpe de estado. Su vocero sólo ha dicho que “sigue de cerca la situación”. Una omisión en este sentido lo haría cómplice del intento de golpe.
· Hechos como este solo sirven a intereses externos a nuestra región que pretenden impedir el avance de procesos independientes y transformadores.
· Es un intento además por silenciar la voz del Ecuador y de su Presidente en su enfrentamiento a la política intervencionista de los Estados Unidos en la región.
· Intentos desestabilizadores como estos solo buscan retrotraer a nuestra región a la época de golpes de estado, ahora bajo otras fórmulas, para restaurar la dominación del imperialismo y las oligarquías.
· Cuba advirtió, en ocasión del golpe de estado organizado en Honduras, con la participación de sectores de poder de los Estados Unidos, y después con la situación de impunidad en que han quedado los golpistas, que con esos graves hechos se había reabierto una nueva era de golpes de estado y dictaduras militares en América Latina.

¡Unámonos en defensa del legítimo Gobierno de Ecuador!

No sabemos las honduras de lo que acontece en Ecuador en estos instantes. Escribo al vuelo mientras escucho las noticias que a veces se contradicen: el presidente Correa, herido por efecto del impacto de bombas lacrimógenas, asediado en un hospital de la policía por miembros amotinados de ese cuerpo, ha denunciado que todo obedece a un plan desestabilizador de la oposición. El pueblo espontáneamente ha acudido al Palacio Presidencial para declarar su apoyo a la Revolución. Y el Canciller de la República ha pedido a la población acudir al hospital para rescatar a Correa. La cúpula militar sin embargo declara su apoyo a la Constitución y al Presidente. Se ha decretado estado de excepción. ¡América Latina, despierta! ¡No permitamos otro Golpe como el de Honduras! ¡Somos fuertes, si nos unimos!

Las imágenes de TV muestran como los policías acorralan a Correa, quien de forma temeraria había acudido al encuentro de los amotinados para explicar las medidas tomadas. Correa queda sin escolta, y es golpeado impunemente. Herido por sus agresores, es internado en un hospital de la propia policía, donde se encuentra en condiciones de secuestro. Algunos de los amotinados han intentado acceder a su habitación con fines oscuros. La policía, alrededor del lugar donde se encuantra Correa impide el paso del pueblo con gases lacrimógenos. La situación es confusa y el peligro de Golpe de estado sigue en pie.

OCTAVO MANDAMIENTO DE WASHINGTON: MENTIR.

Nicanor León Cotayo
A la poderosa maquinaria propagandística que sirve a los gobiernos y grandes empresarios de Estados Unidos hay que reconocerle su larga experiencia en fabricar verdades paralelas a la realidad.
Una de sus más recientes maquinaciones gira en torno a disfrazar la crisis económica y financiera que los estruja con la imagen del fin de ésta y con el inicio de una recuperación, “lenta” pero sostenida.
En sus discursos oficiales y el mensaje de los ideólogos, académicos y periodistas a su servicio insinúan –o reafirman- el hablar de la recesión como algo en pasado o en retirada.
Sin embargo, la habilidad para diseñar e inflar imágenes no llega a borrar la dura corteza de la realidad.
Una encuesta de la Opinión Research Corporation, para la cadena televisiva CNN, indicó que el 74 por ciento de más de mil norteamericanos entrevistados opina que la recesión se mantiene.
Según la agencia noticiosa EFE, uno de cada tres de ellos opinó que están sufriendo una situación grave y el 29 por ciento la valoró moderada
La Casa Blanca ha informado aumentos del Producto Interno Bruto (PIB) desde el tercer trimestre de 2009, pero luego ha reconocido su declive y un desempleo que ronda el 10 por ciento.
Sondeos de opinión pública señalan que la mayor preocupación de muchos votantes de cara a las elecciones parciales de noviembre es la situación económica del país.
Tal inquietud fue reforzada en días pasados cuando el principal asesor económico del presidente Barack Obama advirtió que no es de esperar una mejoría del desempleo a corto plazo.
Como un reflejo de tal escenario, al que se suman enormes gastos militares, en Estados Unidos han caído las cifras de matrimonios, los nacimientos y el número de inmigrantes indocumentados.
Pero los hacedores de imágenes repiten la mentira de que allí cesó la recesión económica, bajo la esperanza de que, si la repiten mil veces, devendrá una verdad.

Willy Toledo agredido en El Aaiún por su condición internacionalista.

Willy Toledo ha sido agredido por la policía marroquí en el aeropuerto de El Aaiún, donde esperaba a un grupo de activistas saharauis que regresaban de una conferencia sobre derechos humanos celebrada en Argel. Los activistas también fueron objeto de la brutalidad policial.
VER TEXTO COMPLETO AQUÍ

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Fidel: ¡Que esa bandera se mantenga en alto, que la idea siga adelante!, ¡que la patria viva!

Imágenes de los congregados frente al Museo de la Revolución, ayer 28 de septiembre de 2010, para escuchar a Fidel.
FOTOS DE 10KBZAS.





martes, 28 de septiembre de 2010

Todo no está contado de la era de Trujillo.

Santo Domingo, sep 28 (PL) Una investigación histórica sobre los nexos entre el dictador Rafael Leónidas Trujillo y sus sicarios en Cuba, mereció aquí una plana completa en la sección cultural del diario Hoy. El escritor cubano Eliades Acosta, investigador del Instituto de Historia de Cuba, encontró indicios de cómo operaba una inmensa red de agentes en Cuba a la orden del dictador dominicano hasta 1958.
Localizó cartas de un antiguo colaborador del dictador con funciones diplomáticas en La Habana, quien sirvió de intermediario para el asesinato del antitrujillista "Pipí" Hernández, realizado por el cubano Rafael Soler Puig (El muerto).
Ese criminal, que ya había matado al líder portuario cubano Aracelio Iglesias, por encargo, trabajó para Trujillo en la muerte de Hernández y quizás en la desaparición del dirigente azucarero dominicano Mauricio Báez.
Acosta, quien fuera director de la Biblioteca Nacional de Cuba, contó al diario, entusiasmado sobre sus hallazgos en lo que considera un "yacimiento de información" con vínculos en su país que no sospechaba pudieran existir.
Invitado el año pasado por la Academia Dominicana de la Historia, a ofrecer un curso sobre "Imperialismo del Siglo XXI: Las guerras culturales", el escritor cubano quedó impresionado con los documentos que vio en el Archivo General de la Nación."Vi la enorme riqueza documental para la historia de ambos países y fue como si hubiera encontrado una mina", declaró al diario. Asimismo, en Cuba, la búsqueda lo llevó al Instituto de Historia, a los documentos del ejército del dictador Fulgencio Batista (1952-1958) y otros organismos represores como la policía secreta, el Servicio de Inteligencia Militar, el Buró Represivo de Actividades Comunistas, en los cuales hizo descubrimientos reveladores.
Acosta localizó cartas de un infiltrado entre los expedicionarios dominicanos que llegaron a su país en junio de 1959, en las cuales informaba a Trujillo por dónde y cuándo entrarían, cuántos hombres participaban, con cuáles pertrechos y qué elementos del ejército actuaban en connivencia con los patriotas.
El investigador dijo que dejará constancia de cuanto encuentre en los archivos de "La telaraña cubana de Trujillo", que es como titulará la obra que acomete con pasión.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Caracas: el este y el oeste.

Fragmento de mi libro Venezuela rebelde. Solidaridad versus dinero, publicado en 2006 por la habanera Casa Editora Abril. Quiero con este texto ratificar mi solidaridad y mi compromiso con la Revolución latinoamericana, a propósito de las elecciones legislativas de mañana en Venezuela.
Enrique Ubieta Gómez
Caracas es una larga autopista que se extiende, zigzagueante, entre los cerros. Al subir la cuesta muere, pero entre la vida y la muerte hay cientos de miles de casitas que desafían todos los poderes, incluso el de la gravedad. Los cerros, enfundados de ladrillos rojos, definitivamente amarrados por el interminable hilo de la ciudad, son laberintos donde se refugia el hambre y la desesperanza. Abajo, los autos se mueven con lentitud y osadía, entre edificios de concreto, por autopistas sin aceras. Todo está cerca y todo está lejos. Desde la ventana del cuarto en el hotel Anauco Hilton, puede casi tocarse el cerro, ver sus villas miserables, el hormigueo de sus habitantes. En Caracas, no hay que mirar con el rabillo del ojo, como pedía Jean Paul Sartre en La Habana de 1959, sino de frente; pero hay que saber ver. El visitante despistado puede creer que vive la pesadilla cotidiana de otras capitales latinoamericanas, que aquí no pasa nada: allá los pobres, acá los ricos, aunque los primeros son muchos y los Mc Donalds, los Kentucky, las casitas del barrio alto, están demasiado cerca de los ranchos. En esta ciudad flaca y alta como una modelo, viven 3 254 758 habitantes. De ellos, 2 136 851 eran los llamados excluidos. Los que no contaban en las estadísticas del reparto. Cuando el nuevo gobierno preguntó qué necesitaban, no dijeron médicos. Respondieron: alimentos para no enfermarnos, transporte para poder llevar a nuestros enfermos a los hospitales distantes. Ambos requerimientos mostraban la carencia crónica de servicios de salud.
Pero si el visitante se fija bien, hallará algunas señas extrañas. Los canales privados, que en cualquier rincón del planeta donde los ricos gobiernan defienden con discreción a su gobierno, aquí lo atacan y lo injurian con saña, las 24 horas del día. ¿Por qué tanto odio? Vale la sospecha. Durante mi primera visita a la ciudad en el año 2004, pude ver en la televisión un spot “didáctico”. Claro que no se filmó con fines docentes; pero los maestros de las escuelas podrían usarlo, digo yo. Un apartamento de clase media, un matrimonio joven, elegante, bien parecido. Ella se recuesta en el sofá frente al televisor. Suena el timbre de la puerta. Él dice: debe ser la pizza que ordenamos, yo voy mi amor. Abre. Del otro lado un trabajador de overol, bajito, regordete, sin afeitar. La pizza en la mano. Vaya, la representación clásica del obrero. El hombre entrega el encargo, empuja al señor y aprovecha su desconcierto para entrar en el hogar –para violar la paz del hogar–, y se sienta, qué horror, junto a la bella, a la frágil dama. Le arrebata el mando del televisor, y comienza a cambiar de canales según su antojo: no, esto no deben verlo, esto tampoco, esto sí. Entonces aparece la leyenda: esta es la ley mordaza que quiere aprobar el gobierno, dice, ahora el gobierno dirá lo que usted debe y no debe ver. ¿El obrero es el gobierno? Claro que no se llama así esa ley, y que su propósito no es limitar la libre información. ¿Alguien afirmó en las academias que ya no existe lucha de clases? Un amigo me contó otra anécdota: durante la campaña del plebiscito revocatorio, en un semáforo, un niño de la calle vendía banderines de adhesión: en una mano los que defendían el No (es decir, el sí a Chávez), en la otra, los que decían Sí. Cuando un carro lujoso se acercaba, el instinto lo hacía enarbolar y ofrecer el sí. Cuando aparecía un auto viejo y destartalado, mostraba el banderín del no. Recordé un filme chileno reciente, Machuca, en el que aparece una imagen similar: los niños pobres en el Chile de la Unidad Popular vendían banderas enemigas a los ricos. Sabían identificar instintivamente qué bandera compraría la persona que se acercaba. Nadie les dijo qué era la lucha de clases.
El domingo 22 de enero de 2006 la oposición contrarrevolucionaria marchó por las calles de Caracas para reivindicar como fecha propia el aniversario de la victoria sobre la dictadura de Pérez Jiménez, una batalla que ni libró ni ganó la burguesía, sino el pueblo venezolano. Como siempre, partió de los elegantes municipios del Este, hasta el límite que impone el difuso centro de la ciudad. Para tener una idea exacta de la manifestación, caminé a contracorriente: no era tan nutrida como una marcha chavista, pero había gente. ¿Qué gente? La gente, dicen los diarios opositores cuando se refieren a la oposición, como si ese engañoso término fuera la expresión de la verdadera Venezuela. Pues la gente era en su mayoría blanca, e iba bien vestida; alguna de fino sport, con sus botellitas de agua mineral, sudorosa y colorada por el inusual sol en la piel; algunos, perfumados, recorrían el trayecto en bicicletas montañesas. También encontré a mujeres mestizas de uniforme con sus hijos, ¿fieles criadas? En un enternecedor reportaje que el suplemento Dominical, de El Universal, titulaba “Al servicio de las estrellas”, se recogían testimonios de mujeres “marginales” rescatadas del submundo de la pobreza como sirvientes de gente rica y famosa: en las casas lujosas que a diario limpiaban y cuidaban como propias, habían recibido el cariño de los dueños, y se sentían parte de la familia. Un ejemplo de la convivencia civilizada que debe existir entre pobres y ricos. Quizás algunas de ellas desfilaban ese día en la marcha antichavista junto a sus patrones.
Es cierto que en muchas naciones latinoamericanas el grado de blancura en la piel lo aporta el dinero y la posición social, pero también es cierto que ese desmarcaje étnico o racial, es un acto que encuentra su justificación en la histórica división de poderes que impuso el colonialismo. Un breve paseo por los pasillos y las áreas de esparcimiento de la moderna y privada Universidad Católica Andrés Bello, situada en un espacio de cerro sin talar, limpio de contaminación y de contaminadores, es suficiente para comprobar que la inmensa mayoría de sus alumnos son jóvenes blancos, aunque también se encuentren mulatos, y a pesar de que no vi ninguno, probablemente negros e indígenas. La exclusividad de su composición racial no se debe únicamente a los precios de su matrícula, que son altos, también concurre lo que pudiera llamarse, falseando los términos, “la selección natural”, es decir, la tradición familiar, el acceso a los mejores liceos privados, y la mirada prejuiciada de los seleccionadores, entre otros factores. También en Venezuela, a pesar de su alto mestizaje, y de los frecuentes “asaltos al cielo político” de personajes de origen humilde, la estructura de clases se blanquea en la cima. Para comprobarlo, basta con que usted cruce la avenida que separa el cerro bonito ocupado por la Universidad Católica de Caracas, y suba las escaleras o los pasillos del cerro de enfrente, donde viven los más pobres en sus ranchos.
Pero el editorial de El Nacional, aparecido el 24 de enero resumía las demandas de la marcha antichavista así: "La gente marchó […] contra un estilo de gobierno antidemocrático, anti venezolano, que gasta y regala afuera, en misiones proselitistas, inmensos recursos públicos, mientras los venezolanos se quedan incomunicados en un país cada día más deteriorado. Todos los meses traen más extranjeros (iraníes, cubanos, etcétera) a ocupar los cargos de los profesionales y técnicos nacionales, sin atender aquí el creciente desempleo. Pero el concepto opositor de gente no es nada abstracto. Cuando todavía los opositores no sabían que la estrategia que se gestaba en pequeños conciliábulos era la no participación en los comicios parlamentarios (de 2005), un autor conminaba a la gente: "El 4 de diciembre del 2005 el venezolano: no debe ir para Margarita a relajarse, no se debería ir para Miami a comprar, no debería ir al gimnasio a ejercitarse, no debe de quedarse en casa viendo Globovisión o HBO, sino que debe trabajar por su país. Si el gobierno gana todo lo que desea el 4 de diciembre, qué será del destino de los venezolanos". Es evidente que los venezolanos a quienes hablaba el comentarista no viven en los cerros de Caracas. Los venezolanos, la gente que cuenta, son lo opuesto a los Juan Bimba, los pata-en-el-suelo, los tierrúos, los marginales, los monos, apelativos que según el lingüista venezolano Alberto Rodríguez Carucci han sido sucesivamente usados por adecos y copeyanos para designar a los pobres. Cuando Zapata, el caricaturista de El Nacional, trata de ridiculizar al presidente Chávez presentándolo como un simio, juega con una doble analogía: la de los gorilas de las dictaduras militares del Cono Sur del continente (por su origen militar, en tanto es un insulto que puede además confundir), y la de los monos, apelativo despectivo que en Venezuela alude al sector más humilde. Los llamados marginales saben que quienes así los nombran son sus enemigos, aunque por supuesto –cometamos la perogrullada–, hay pobres antichavistas y ricos revolucionarios. En los cerros de Caracas existe también una clase media de origen humilde –y por eso más reaccionaria todavía, temerosa siempre de perder lo logrado--, que se mantiene expectante ante los beneficios que pueda obtener de uno u otro bando.
Pero durante mi recorrido en retroceso por la marcha antichavista aquel 22 de enero, vi a dos indigentes impertinentes adueñarse de pequeños tramos de calle; uno, sentado en el contén de la acera, vociferaba a todo pulmón: ¡abajo el imperialismo!; el otro apareció de repente en el gentío con su grito de guerra: ¡Leopoldo López es una rata! Era para reírse, pero los ánimos no lo permitían. Nadie replicó sin embargo, quizás porque todos se consideraron muy por encima de aquellos infelices. Entonces recordé y entendí a aquel otro articulista que escribía impotente: “A mí lo que me enferma es que los borrachitos que se paran a beber frente al apartamento en que vivo, después que lo trasnochan a uno con sus discusiones, hienden el filo de la madrugada, al retirarse, con su grito de guerra: ¡Chávez no se vaaaaaaaa!” O la sabrosa anécdota del propio Chávez recién llegado de La Habana en 1994, donde había sido recibido por Fidel: "Acuérdate que a nuestro pueblo lo habían estado bombardeando con Fidel y Chávez, el abrazo y no sé cuántas cosas más. Me bajo del carro y viene un borracho por el centro de la calle con una botella en la mano, zigzagueando, pero borracho, borracho de pea, como decimos aquí, me topo con él, así cerca, yo iba a dar la vuelta a la calle, a pasar, pero venía derecho con su botella, bueno, no venía nada derecho, entonces me dice, 'tú te pareces a Chávez', el tipo era un hombre joven, y le digo, 'yo soy Chávez, qué tal' y le doy la mano, balbucea dos o tres frases y sigue, yo sigo también, pero en sentido contrario, de repente siento que me hablan a mi espalda, 'Chávez', yo me volteo, nunca olvidaré la expresión de su rostro, '¡Chávez, viva Fidel!'

viernes, 24 de septiembre de 2010

La joven vanguardia artística cubana por la paz y la libertad de los Cinco.

Hace unos días estuve con 10kbzas en el monumento a las víctimas del Maine en La Habana, para tomar algunas fotos. En el entorno del monumento un grupo de destacadísimos pintores jóvenes --¿quién habla de una juventud descomprometida?--, creó un mural contra la guerra y por la libertad de los Cinco cubanos antiterroristas que están presos en Estados Unidos desde 1998. Los artistas, entre los que se destacan Ernesto Rancaño, Sandor González, Juan Carlos Balseiro y Alexis Leiva Machado (Kcho) --todos integrantes de la Brigada Martha Machado--, dibujaron a su manera sobre los retratos fotográficos de los Cinco, convirtiendo las instantáneas gigantes en obras de arte. En el mural o Muro por la Paz participaron también los maestros Roberto Fabelo, Flora Fong, Eduardo Roca Salazar (Choco), Nelson Domínguez, Alicia Leal y Juan Moreira. Quiero compartir con ustedes estas imágenes. Fotos de 10kbzas.









martes, 21 de septiembre de 2010

Prólogo al libro Señora mentira.

Prólogo al libro Señora mentira del periodista cubano Nicanor León Cotayo, de próxima aparición. Se publica con la debida autorización del prologado, como una primera presentación a sus lectores.
Enrique Ubieta Gómez

Desde que los medios de prensa adquirieron el peso de un llamado “cuarto poder” –al Poder le fascina enumerar las instancias en que divide su ejercicio omnímodo--, en el mundo se libran dos tipos de guerras: la de las armas, cada vez más mortíferas, más frías y ciegas, y la de la cultura, preámbulo y definición de la victoria. Las guerras militares no pueden emprenderse sin una preparación “cultural” –el objetivo tiene que demonizarse, tal como se hizo durante décadas, a través de la literatura, el cine y la prensa, con el socialismo soviético y este europeo, o con el islamismo y la cultura árabe, para situar dos ejemplos--, y son inútiles si no consiguen, además de la derrota del ejército enemigo, la victoria cultural. Los vietnamitas ganaron la guerra cultural dentro y fuera de su país, y todo el poderío militar norteamericano resultó insuficiente. Pero el socialismo soviético perdió la guerra cultural, y de poco o nada sirvió su temido armamento. El islamismo es un campo espiritualmente minado para los invasores en Iraq o Afganistán, porque a pesar de que aquellos han impuesto en el mundo una visión acusadora de la cultura musulmana, no logran acceder a la mente y a los sentimientos de sus pobladores. El mayor escudo militar de la Revolución cubana es su prestigio internacional, y el respaldo mayoritario de su pueblo. Para destruir ese prestigio y ese respaldo fue concebida una feroz campaña mediática que, como demuestra este libro, inició su accionar incluso antes del triunfo revolucionario. Desestimular, amedrentar, confundir, decepcionar, son algunos de sus propósitos, en acciones de mayor o de menor intensidad. En un grado más alto, hasta ahora nunca conseguido, se ha pretendido liquidar el apoyo internacional de que goza la Revolución y sus más importantes iconos: el Che y Fidel. Cabe decir que en más de cincuenta años de acoso mediático, hasta hoy, Cuba ha ganado su guerra cultural.
Es este un libro útil. Su prosa amena logra vincular escaramuzas distantes y seguir la línea matriz de la guerra silenciosa, de ideas muy pocas veces, y más a menudo de mentiras y verdades manipuladas, en las que lo importante no es la verdad, sino la construcción mediática, por repetición, de esquemas de pensamiento. Que cada locutor o periodista televisivo, que cada articulista incorpore las palabras que el sistema necesita inculcar en la mente del telespectador o lector –dictadura, régimen, etc.--, al “informar” sobre cualquier hecho vinculado a la Revolución. León Cotayo demuestra que no son campañas aisladas e inconexas, sino capítulos de una larga contienda no declarada pero real. El lector recordará o conocerá –según la edad que tenga--, los hechos relatados, y revalorará los más recientes desde la perspectiva histórica. Ese es el indudable valor de este libro. Porque solo una mirada retrospectiva que sitúe en un mismo plano evaluativo cada mentira histórica –la campaña que arrancó de sus hogares a miles de niños cubanos en los años sesenta y los envió sin sus padres a territorio estadounidense, con el pretexto de que el Gobierno revolucionario aboliría la patria potestad; la presentación de un supuesto poeta inválido como mártir encarcelado, que en la soledad de la celda abandonaba la silla para ejercitar sus fuertes piernas; o más recientemente la lamentable utilización de la huelga de hambre como recurso de chantaje político, en un mundo de huelguistas de hambre y de hambrientos ignorados por los medios--, puede establecer la unidad de intenciones, y demostrar que no existen muchas y diferentes campañas diseminadas en el tiempo, que todas son episodios de una misma guerra. Cuando en 1956 se anunciaba la muerte de Fidel de forma sensacionalista, se iniciaba el juego macabro de los medios para vencer por desinformación la voluntad de todo un pueblo.
No hay en esta afirmación ningún exceso. La guerra cultural lo atraviesa todo: el valor de los héroes consagrados, la veracidad de las explicaciones históricas, la nostalgia inducida por un pasado no vivido que puede colorearse convenientemente, la promesa del enriquecimiento para deportistas, científicos y otros profesionales, la duda sembrada, el conflicto avivado, la inversión sistemática de cualquier información que provenga de la isla rebelde, la mentita y los personajes fabricados en laboratorios, el calificativo despectivo de oficialista para cualquier persona que defienda a la Revolución, el de independiente a los que se oponen, etc. Ser cubano en la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI entraña una responsabilidad que se lleva como el "pecado original" en el cristianismo, de nacimiento. Hay que estar a favor o en contra, porque ello define el sistema de simpatías y odios internacionales que recae en cada individuo. Es una responsabilidad que nace del lugar que ocupa esta nación en el mapa geopolítico de entre siglos: la isla de utopía, como la prefiguró Tomás Moro, ha sido y es Cuba, cuya sola existencia en Revolución nos advierte que un mundo diferente, mejor, es posible.
Nicanor León Cotayo ha incursionado con acierto en los temas más inmediatos, con un profundo sentido histórico. Es autor de varios libros de impacto. De ellos recuerdo con particular emoción Crimen en Barbados (1976), aparecido pocos días después del suceso, cuando aún la indignación y el dolor recorrían la piel de los cubanos; en él reconstruye los acontecimientos previos y posteriores a la voladura de un avión civil cubano utilizando, entre otras fuentes, los contradictorios cables de prensa que informaban del suceso. Especialista en las conflictivas relaciones entre Cuba y Estados Unidos, su periodismo investigativo –ágil, oportuno, y siempre revelador de nuevas aristas--, informa y denuncia. No se finge neutral, porque es un humanista apasionado. No puede serlo, además, porque es cubano. Presentar su libro, un acto más ritual que necesario, es sobre todo, en este caso, una declaración de admiración y de respeto: Nicanor León Cotayo es un maestro del periodismo revolucionario.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Cuba: el país del mundo con mayor tasa de matrícula universitaria, según la UNESCO.

Según cifras del Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Cuba es el país del mundo con mayor tasa bruta de matrícula universitaria con el 109%. Los países que siguen a la nación caribeña son la República de Corea (95%), Finlandia (94%), Grecia (91%) y Venezuela (83%).
Los países latinoamericanos se ubican en este ránking encabezados por Cuba y Venezuela, de la siguiente manera: Argentina con el 67%, Uruguay con 64% y Chile con el 52%. Luego están Panamá (45%), Perú (35%), Colombia (32%), Brasil (30%), México (27)%, El Salvador (22%) y Guatemala (18%).

Con los estudiantes de periodismo de la Universidad de Matanzas.

Foto: Sheyla Valladares
El viernes pasado regresé --acompañado esta vez de la periodista Sheyla Valladares, colaboradora de La Calle--, a la Universidad de Matanzas. Allí sostuvimos un rico intercambio de ideas con los estudiantes de segundo y tercer año de la carrera de periodismo. Nuestros colegas de la prensa plana, de la radio y de la televisión provinciales nos habían comentado previamente del afán participativo que los caracterizaba, y ciertamente, hablamos de todo: del sentido de la profesión, de los retos actuales que enfrentaban, de sus esperanzas, satisfacciones e inconformidades, del futuro. Hablar con jóvenes rejuvenece un poco. Nos llena el tanque de oxígeno. Así que salimos agradecidos, y dispuestos para un cercano reencuentro.

La Sexta ni menciona a Cuba en noticia sobre alfabetización en Sevilla.

Foto: Graduación en Sevilla
En el mes de abril de este año visité Sevilla como parte de un recorrido de contrainformación sobre Cuba, y fui recibido por el coordinador del programa de alfabetización Yo sí puedo, por algunos de sus impulsores sevillanos y los asesores cubanos. También estuvieron en el encuentro dos alfabetizados que me narraron sus experiencias. Fue un encuentro inolvidable. En todos esos años, "la prensa libre" se ha negado a informar sobre la colaboración cubana.
José Manzaneda, coordinador de Cubainformación

El periodista estadounidense Charles Dana decía que ”no es noticia que un perro muerda a una persona, sino que una persona muerda a un perro".
Este principio periodístico -la búsqueda de lo excepcional en la información- es lo que pareció aplicar el canal televisivo La Sexta cuando, el pasado 8 se septiembre, incluyó en su informativo una noticia sobre el elevado analfabetismo aún existente en España, es decir, en un estado del llamado Primer Mundo (1).
Para elaborar esta pieza televisiva, la cadena se puso en contacto con la Fundación DeSevilla, que impulsa en la capital andaluza el programa de alfabetización creado en Cuba “Yo sí puedo” (2).
Allí, entrevistó a cuatro personas participantes en el programa, a dos facilitadores del mismo y a su coordinador, quienes explicaron al periodista aspectos fundamentales del programa, como su visión transformadora del contexto social que rodea el analfabetismo en Sevilla y, ante todo, el papel esencial de la asesoría pedagógica de Cuba en su implementación. El periodista incluso entrevistó a Carlos Miguel Molina, uno de los pedagogos cubanos que, gracias a un acuerdo con el Ayuntamiento de Sevilla, dan apoyo metodológico al programa (3).
Pero, para sorpresa del equipo alfabetizador, de las 8 personas entrevistadas, la noticia solo recogió la historia personal de una de las participantes, a quien ni siquiera ubicó geográficamente, y una frase sin contenido alguno de Ismael Sánchez, el coordinador sevillano del programa.
El periodista ni mencionó el nombre del método de alfabetización, a pesar de describir su funcionamiento: “Aquí utilizan un método sencillo: cada letra es un número, que luego recordarán”.
Y, como por arte de magia, eliminó lo verdaderamente excepcional desde el punto de vista periodístico: que el método aplicado en un país de la rica Europa ha sido creado e impulsado por una nación del llamado Tercer Mundo como Cuba, que ya ha conseguido alfabetizar a casi 4 millones de personas en 29 estados del mundo (4).
La emisión de la noticia de La Sexta en su informativo del mediodía provocó una lógica decepción en el equipo del programa “Yo sí puedo” de Sevilla. Esa misma tarde otro canal, Televisión Española les llamó para realizar otro reportaje para su informativo de la noche. Desde el equipo sevillano se le puso como condición que el reportaje no olvidara ni el nombre del programa ni el importante papel de Cuba en el mismo. Televisión Española no aceptó estos términos y, finalmente, no realizó grabación alguna.
Es evidente que a los medios no interesa informar de que Cuba ayuda a Sevilla en la alfabetización, en un ejemplo inédito de cooperación Sur-Norte. Y es que, la información puede contradecir determinados principios fundamentales ligados a los intereses o posicionamiento político de las empresas informativas, éstas olvidan pronto el principio de excepcionalidad de la información. Aunque –como dijera el periodista Charles Dana- la persona sea la que muerda al perro.
(1) http://yosipuedosevilla.wordpress.com/2010/09/08/la-sexta-noticias-olvida-mencionar-como-los-alfabetizados-aprenden-a-leer-y-escribir-quien-ensena-y-de-donde-viene-el-programa-yo-si-puedo/
(2)
http://yosipuedosevilla.wordpress.com/
(3) http://www.cubainformacion.tv/index.php?option=com_content&view=article&id=5260%3Aasesoria-cubana-para-la-alfabetizacion-en-sevilla-parte-1&catid=19&Itemid=86
(4) http://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A9todo_de_alfabetizaci%C3%B3n_%22Yo,_s%C3%AD_puedo%22

domingo, 19 de septiembre de 2010

Fidel, Malcolm X y "la revolución negra".

Enrique Ubieta Gómez
Tomado de Juventud Rebelde
Hoy 19 de septiembre se cumple medio siglo del encuentro de Fidel y Malcolm X en el hotel Theresa de Harlem, Nueva York. Para entender el contexto de esa entrevista, hay que conocer los hechos que lo circundan: la Revolución cubana triunfante, presidida por su joven líder, asistía a una sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas. El Gobierno norteamericano, prepotente, se negaba a darle tratamiento oficial. Los más importantes y suntuosos hoteles de Manhattan cerraron sus puertas o exigieron condiciones inaceptables a la delegación de Cuba. El barrio negro de la gran ciudad, y su hotel Theresa, las abrió sin reparos. Malcolm X facilitó el traslado de los cubanos y organizó una guardia de defensa en los alrededores de la instalación.
El Theresa se transformó en el centro alternativo de una nueva época que se iniciaba: miles de residentes de Harlem se congregaron durante el día y la noche frente al hotel, para aclamar y respaldar la presencia de Fidel. Eran años de abierta segregación racial en Estados Unidos —barrios, escuelas, restaurantes e incluso asientos en los ómnibus urbanos se reservaban de forma exclusiva para los blancos—, y muchos líderes negros luchaban por los derechos civiles de su comunidad. Todavía Malcolm X era un líder negro que enfrentaba de forma prioritaria la discriminación racial.Por eso es importante señalar el instinto de clase que condujo a esos luchadores por sus derechos a entender que la Revolución cubana también los representaba. Según el reportaje que acerca del hecho publicó la revista Bohemia en octubre de 1960, «cuando millares de ciudadanos negros gritaban anoche ¡queremos a Castro!, lo que decían en realidad era: ¡queremos un Castro!». Malcolm X diría durante el encuentro que mientras el Tío Sam hablara mal de Fidel, significaba que estaba haciendo las cosas bien.
Eran tiempos de cambio y esa semana coincidieron en Nueva York Jawaharlal Nerhu de la India, el egipcio Gamal Abdel Nasser, los africanos Sekou Touré de Guinea y Kwame Nkrumah de Ghana, Nikita Jruschov de la Unión Soviética y Josip Broz Tito de Yugoslavia, entre otros. La Asamblea formalizaba la entrada de 14 nuevos estados soberanos, 13 de ellos africanos. Las calles de Harlem no solo se llenaban de residentes, también de miles de latinoamericanos que expresaban su solidaridad con Fidel y la Revolución cubana. Jruschov y Nasser acudían al hotel para entrevistarse con el revolucionario cubano. «La presencia del líder de la República Árabe Unida hizo más complejo el panorama racial de aquel distrito —anotaba Bohemia en su reportaje—, añadiendo contingentes árabes a la movilización general».
En el edificio de Naciones Unidas transcurrían otras batallas: el desinterés estadounidense por el desarme que proponían los soviéticos; la complicidad del organismo internacional con el imperialismo en la guerra desestabilizadora del Congo, que intentaba derrocar al primer ministro Lumumba (finalmente asesinado); la deuda moral y material de los países occidentales, nunca saldada, con los pueblos africanos; el ejemplo de la Revolución cubana y la palabra afilada de su líder. Fidel rompía el protocolo desenfadadamente, y abría una nueva era de irreverencias sociales y políticas. Su discurso fue interrumpido 30 veces —de forma absolutamente inusual—- por los aplausos. Los árabes, los asiáticos, los revolucionarios cubanos, se encontraban por primera vez, se aplaudían, se apoyaban mutuamente.
La admiración de Malcolm X por la Revolución cubana y la rápida radicalización de su pensamiento tienen de trasfondo ese contexto internacional de luchas populares. De ser líder de los negros, el afroamericano se transformaría en líder de todos los oprimidos, en un luchador anticapitalista. Ese cambio radical le costaría la vida. Su concepto de «revolución negra» adquiriría un sentido clasista: «Ahora la revolución negra se ha estado desarrollando en África, y Asia y América Latina; cuando digo “revolución negra” —son sus palabras de 1964—, me refiero a todos los que no son blancos: los negros, los morenos, los rojos o los amarillos», es decir, a los explotados del Sur (que incluye a los del Norte). Y en 1965 es todavía más claro: «Es incorrecto clasificar la revuelta del negro como un simple conflicto racial de los negros contra los blancos o como un problema puramente norteamericano. Más bien, lo que contemplamos es una rebelión global de los oprimidos contra los opresores, de los explotados contra los explotadores».En 1964, el Che acudió en representación de Cuba a una sesión de la Asamblea de Naciones Unidas y Malcolm X lo invitó a participar en un acto de la Organización de la Unidad Afro Americana —en el que estuvo también Babu, un alto dirigente de Tanzania, cuyo gobierno presidía entonces Julius Nyerere. El Comandante guerrillero no pudo asistir, pero envió un mensaje solidario que leyó el líder afroamericano. En él recordaba la visita de Fidel a Harlem y terminaba con esta frase: «Unidos venceremos». Tanto la Revolución cubana como Malcolm X estaban preocupados por los acontecimientos del Congo, pues los revolucionarios congoleses, después del asesinato de Lumumba, peleaban en condiciones desiguales contra el gobierno pro-imperialista que había sido impuesto. Pero Malcolm X fue asesinado también, el 21 de febrero de 1965. «Todos los hombres libres del mundo deben aprestarse a vengar el crimen del Congo», había dicho el Che Guevara en Naciones Unidas. Y el propio Che Guevara y un puñado de cubanos estuvieron, entre abril y diciembre de 1965, en las selvas congolesas, peleando codo a codo con sus hermanos africanos.
No pudo ver Malcolm X hasta dónde llegaría el espíritu internacionalista de la Revolución cubana, que una década después se involucraría en el proceso definitivo de liberación de África en tierras angolanas. «Para el pueblo cubano, el internacionalismo no es simplemente una palabra, sino algo que hemos visto poner en práctica en beneficio de grandes sectores de la humanidad», afirmó Nelson Mandela el 26 de julio de 1999 en Matanzas. Un internacionalista norteamericano, negro como Malcolm X, dedicaría también su vida a combatir el injusto bloqueo económico de su país contra el nuestro. Me refiero al reverendo Lucius Walker, recientemente fallecido en Nueva York. Son momentos de la otra historia de las relaciones entre los pueblos de Cuba y Estados Unidos, de la historia de "la revolución negra", que alguna vez tendremos que escribir.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los cambios que no funcionan.

Enrique Ubieta Gómez
Es una lógica enrevesada, pero funcional. Los que quieren el capitalismo en Cuba, están “alarmados” ante el supuesto advenimiento del capitalismo en Cuba. Es interesante comprobar cómo los partidarios del capitalismo mueven en bloque sus piezas “de izquierda” y de derecha, para denunciar la “vocación” capitalista del gobierno revolucionario. El equipo trabaja cohesionado: “El Clan Castro está retomando su proyecto de restauración capitalista”, dice alarmado Haroldo Dilla en Cubaencuentro, un proyecto editorial que se propone la desarticulación del socialismo; la bloguera de la trasnacional PRISA, que aboga abiertamente por soluciones capitalistas en Cuba, denuncia, de manera simultánea, la existencia de un “capitalismo de estado”, centralizador, y la posible apertura descentralizadora. Claman por cambios, pero ante el menor movimiento alzan el índice acusador. Es funcional esa lógica, digo, pero enrevesada y cínica: las críticas suponen un disgusto por los probables efectos sociales negativos (siempre atenuados, gracias al socialismo cubano) de las medidas anunciadas, pero expresan el deseo de que se implementen con un contenido radical, capitalista, lo que significaría que esos efectos serían verdaderamente devastadores. Dicen que vamos hacia el capitalismo, porque quieren que vayamos hacia el capitalismo. La intención es concatenar tres momentos de un discurso ambivalente, pero solo aparentemente contradictorio:
1. El modelo no funciona. ¿Qué significa decir que el modelo no funciona? Para los revolucionarios cubanos, que el socialismo, para el que ya no existen modelos, debe perfeccionarse y adecuarse a circunstancias de época y de contextos nacionales; para los propagandistas del imperialismo, que el socialismo no es viable. Las trasnacionales de la prensa trafican con el significado de los términos “modelo” y “sistema”, porque la intención es cancelar toda posible esperanza en la factibilidad de un camino alternativo al capitalista. “La reducción de empleos públicos en Cuba y otras medidas para promover la iniciativa privada –anuncia eufórico El Nuevo Herald--, demuestran un reconocimiento por parte del gobierno cubano del "fracaso del sistema'' en ese país, dijo este martes el subsecretario de Estado para América Latina, Arturo Valenzuela”. Con esos fines fue manipulada la frase de Fidel, quien dejó al instante de ser presentado como “inmovilista”, para adjudicársele el reconocimiento imposible de que el socialismo no sirve. Pero Fidel los ataja: “Mi idea, como todo el mundo conoce, es que el sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos ni para el mundo, al que conduce de crisis en crisis, que son cada vez más graves, globales y repetidas, de las cuales no puede escapar. Cómo podría servir semejante sistema para un país socialista como Cuba”.
2. Es necesario el cambio. Para los revolucionarios cubanos significa que el socialismo –es decir, que la justicia social y la independencia nacional--, propicien un desarrollo más eficiente, en el contexto de un bloqueo económico no menguado en más de medio siglo, y de relaciones internacionales capitalistas; para el imperialismo y sus voceros, significa que Cuba retorne al redil, al capitalismo dependiente, al neocoloniaje.
3. Pobres cubanos, van hacia el capitalismo, ¡arriba cubanos hacia el capitalismo! La estrategia mediática de las trasnacionales es alentar el malestar social ante cualquier medida de cambio –aún de aquellas que previamente fueron reconocidas como imprescindibles--, fingir estupor ante situaciones que son mucho más graves en sus propios países de origen, y convencer a los millones de hombres y mujeres que ejercen una solidaridad inquebrantable de que no hay nada que defender, que los propios cubanos están desmontando el sistema (la supuesta coincidencia final del discurso entre gobernantes y falsos opositores de izquierda). Nuestra estrategia es hacer comprender que el proceso que se avecina es peligroso y doloroso, porque nos obliga a caminar sobre el filo de la navaja, pero no implica una adopción vergonzante del capitalismo, al que no regresaremos. Nuestra estrategia es decir siempre la verdad.
Con total despiste, uno de los comentaristas habituales del blog del contrarrevolucionario Hernández Busto –admirador confeso de W. Bush y protegido suyo--, escribe sobre los reajustes de plantillas en Cuba: “Si esta noticia fuera de Grecia, Chile o Nicaragua, ya estuvieran volando las guaguas envueltas en llamas por el aire y el pueblo quemando gomas en todas las esquinas…, tarea homework para los pensadores”. Es una tarea sencilla, y puede resolverla cualquiera que sea capaz de enlazar dos ideas, cualquiera, menos aquellos que tengan respuestas programadas: esas medidas en Grecia, Chile, Nicaragua o España, se aplicarían para incrementar las ganancias de las trasnacionales y la riqueza de un puñado de propietarios, no para proteger los intereses de la sociedad en su conjunto, como sucede en Cuba. Los cubanos lo saben; ellos confían en el socialismo, aunque lo critiquen para mejorarlo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Por la liberación de los Cinco.

Hoy asistí a un trabajo voluntario en la agricultura, junto a mis compañeros de cada día, en homenaje a los Cinco cubanos antiterroristas que cumplen doce años de injusto encarcelamiento en Estados Unidos. Llegué cansado a casa, pero no quiero que pase el día sin patentizar mi indignación de cubano y de revolucionario, ante la prolongación de esa venganza política de carácter imperial. Les debo un texto más reposado.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Dios salve a América.


El 11 de septiembre de 2001 yo me encontraba en Washington D.C. Viajaba en el metro cuando se produjo el impacto (o la explosión) en el Pentágono, y me dirigía como cada día a la Biblioteca del Congreso. Salí a la calle, y empecé a encontrar señales extrañas a mi alrededor hasta que pude saber lo que sucedía. Esta crónica la redacté en esos días y fue publicada entonces en la prensa cubana.
Enrique Ubieta Gómez
Estoy en un extenso campo de gravilla y césped recortado que llaman el Mall. Al fondo, en un extremo, el Capitolio. Al otro, el monumento a Washington. Frente a mí, el edificio que acoge el Museo de Ciencias Naturales, en cuyas salas se exponen los orígenes de la civilización humana. Bush ha anunciado la guerra por una justicia infinita, es decir, la guerra santa. Los transeúntes, despreocupados, esta tarde de sol bueno, portan la bandera estadounidense en alguna prenda de vestir, colgada a la mochila, o en la antena del auto. A mi lado, a la entrada de la Smithsonian Station del Metro, una señora lee en voz alta la Biblia. Un letrero a sus pies nos conmina: vuelve a Dios. ¿A qué Dios se refiere? Ella no invoca ciertamente al temido Alá, ni al inescrutable Buda. Pero, ¿a qué Dios debe volver la humanidad, dos mil años después de que Cristo, según la Biblia, expulsó a los fariseos del templo y al falso dios que se aliaba al poder y al dinero? Yo estuve el fatídico 11 de septiembre aniversario, por cierto, del sangriento golpe de estado en Chile, -auspiciado por el gobierno norteamericano-, en los alrededores del amenazado Capitolio, cuando evacuaban a los congresistas. Iban en fila, circunspectos, graves, dignos representantes del imperio. La imagen que guardo en mi memoria tiene, sin embargo, un fallo técnico: a veces, los veo en batas blancas y sandalias romanas. Washington, entre mármoles y columnatas, nos recuerda que es la Roma moderna. Y un cubano en Washington es un hijo de Espartaco en Roma. Aquel día, las calles aledañas al Capitolio se llenaron de jóvenes funcionarios, hombres de corbata y mujeres de trajes formales a la moda, repentinamente expulsados de sus oficinas, en las que aprenden las reglas del juego y luchan por abrirse paso hacia posiciones de más rango político. Todos, paralizados, miraban al cielo. No buscaban a Dios, nada esperaban de Él. En sus rostros había confusión y estupor. Hollywood, ese gran astrólogo del siglo XX, lo había previsto: vendrán extraterrestres, o árabes perseguidos, o africanos hambrientos, envidiosos, a quitarnos el pan. Pero las imágenes trasmitidas en vivo por la televisión, sobrepasaban cualquier expectativa: paralizado frente al pequeño receptor de un bar, compartí con aquellos funcionarios el asombro y el dolor del pueblo norteamericano.

Si no existe una explicación racional, habrá una irracional.
Hacía mucho tiempo que no morían tantas personas inocentes en el Primer Mundo. Las campanas doblan hoy en el imperio y doblan por supuesto por mí, por ti, por todos. Para el norteamericano común -a pesar de las advertencias de Hollywood y de las guerras periódicas de baja o alta intensidad que desata el Pentágono a muchas millas de distancia- este fue un ataque inesperado e inexplicable. Los caminos de cualquier explicación racional -aceptando que la violencia es un acto irracional que puede ser racionalmente explicado-, no son abordados. Esos caminos son peligrosos, podrían darle la vuelta al mundo, pasar por cualquier país o región y terminar en el corazón del imperio, como un avión secuestrado. Si no tiene acceso a una explicación racional, el pueblo norteamericano debe suponer que el origen es el fanatismo religioso, el absurdo enfrentamiento entre civilizaciones -¿será por eso que el famoso Museo antes mencionado separa cuidadosamente las supuestas diferentes civilizaciones (estancadas en el tiempo) por zonas geográficas, como si el ser humano no fuese uno en su diversidad, mientras que la evolución del homo sapiens, desde las cavernas hasta las torres gemelas, se expone en salón aparte, como itinerario de la llamada civilización occidental?-, o cualquier otro sentimiento irracional o diabólico. Siguiendo la tradicional pauta hollywoodense, el mal amenaza al bien y este, después de innumerables avatares y sufrimientos, obtendrá la victoria. ¿Por qué nos odian?, se preguntó el Emperador ante el Senado. Y todos los súbditos, bárbaros y romanos, esperaron ansiosos la respuesta. Porque somos libres, dijo. Antes, la televisión había repetido una toma insinuante: en un primer plano, el brazo levantado con la antorcha de la Estatua de la Libertad y tras él, las columnas de humo de las torres destruidas. Los bárbaros atacan a Roma. Pero resulta que esos bárbaros habían sido entrenados y financiados por las milicias romanas. El norteamericano común no sabe, no sabrá, que él es el agresor. La televisión se ha encargado solo de que llore y jure venganza ante su bandera. Y está dispuesto a pelear... ¿contra quién? Rápidamente se dio un nombre: Bin Laden; y un país: Afganistán. Mañana serán otras las personas y las naciones que recibirán la ira divina. Los transeúntes creen que disponen de más información que cualquier ciudadano de cualquier otro país y aceptan la no-explicación. En realidad, solo el 15% de ellos lee la prensa. No saben y no quieren saber. Dicen que son libres.

Dos hombres de pueblo y una consigna.
Todos los días, en mi camino hacia la Biblioteca, veo a George, un policía sesentón de la guardia del Capitolio. Hombre simple y bueno, indica con cierta torpeza y en voz alta a los transeúntes perdidos las direcciones de los alrededores, impide o facilita el parqueo de los vehículos, cuenta anécdotas de los congresistas que ha visto pasar o cuyos carros debe cuidar y hasta del mismísimo Presidente, a los turistas de otras ciudades o países. De buen carácter, severo en el cumplimiento del deber, orgulloso de su misión: cuidar el senado romano. En estos días, ciertamente, parece desconcertado. La sola idea de que el Congreso pudo haber sido atacado, lo sobrecoge. Conozco a otro hombre de peblo, un bibliotecario de Filadelfia que duerme en la residencia donde me hospedo, flaco, de barba canosa y sombrero de pescador. Es un activista social que conoce bien la pobreza de los pueblos latinoamericanos. Se levanta muy temprano en la mañana y regresa en la noche: "Estamos organizando una marcha por la paz y contra el racismo", me dijo. No sabe cuántos asistirán, probablemente unos miles. "Ahora quizás muchos no nos entiendan, pero mañana entenderán"-aseguró. La vida sigue. Los habitantes de la capital imperial prosiguen sus actividades habituales. Algunos portan la bandera norteamericana. Esperan en lo más íntimo una guerra que los proteja, no que los involucre, no que los exponga para siempre. El señor Donald Montagne, presidente de la Sociedad Ética de Washington, ha contradicho al Presidente: "No fue un ataque contra la democracia y la libertad, sino contra el modo en que usamos nuestra riqueza y nuestro poder". En la televisión -¡ah, siempre la televisión!-, y en muchas pancartas públicas, los ideólogos de la guerra aseguran: "Dios bendice a América". Pero a la entrada de la Smithsonian Station del Metro, una señora no cesa de leer en voz alta fragmentos de la Biblia, y de pedirle a sus compatriotas que regresen a Dios.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Invitación.

Silvio Rodríguez
La Revolución, como Prometeo (le debo una canción con ese nombre), iluminó a los olvidados. Porque en vez de decirle al pueblo: cree, le dijo: lee. Por eso, como al héroe mitológico, quieren hacerle pagar su osadía, atándola a una remota cumbre donde un buitre (o un águila imperial) le devore eternamente las entrañas. Yo no niego los errores y los voluntarismos, pero no sé olvidar la vocación de pueblo de la Revolución, frente a agresiones que han usado todas las armas para herir y matar, así como los más poderosos y sofisticados medios de difusión (y distorsión) de ideas.
LEA TEXTO COMPLETO

Fallece Juan Mari Brás.


Ha muerto otro grande del independentismo puertorriqueño, y latinoamericano: Juan Mari Brás, fundador del semanario Claridad y del Partido Socialista. En los últimos años de su vida tuvo que renunciar a viajar por su negativa a usar pasaporte norteamericano. Viva Puerto Rico Libre!!

"El sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos"

FIDEL CASTRO RUZ
Estamos en un momento excepcional de la Historia humana.
En estos días se cumplen los plazos concedidos por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que Irán cumpla las exigencias, dictadas por Estados Unidos, relacionadas con las investigaciones nucleares, y el enriquecimiento de uranio para fines médicos y la producción de energía eléctrica.
Es lo único que se le puede probar.
El temor de que busca la producción de armamento nuclear, es sólo una suposición.
En torno al delicado problema, Estados Unidos y sus aliados occidentales, entre ellos, dos de las cinco potencias nucleares con derecho a veto, Francia y el Reino Unido, apoyados por las potencias capitalistas más ricas y desarrolladas del mundo, han promovido un número creciente de sanciones contra Irán, un rico país petrolero y de religión musulmana. Hoy las medidas aprobadas incluyen la inspección de sus mercantes, y durísimas sanciones económicas que conducen a la estrangulación de su economía.
He seguido de cerca los graves peligros que encierra aquella situación, ya que de producirse un estallido bélico en ese punto, la guerra rápidamente se tornaría nuclear, de consecuencias letales para el resto del planeta.
No buscaba publicidad o sensacionalismo al señalar esos peligros. Sencillamente, alertar a la opinión mundial con la esperanza de que, advertida de tan grave peligro, pueda contribuir a evitarlo.
Al menos, se ha logrado atraer la atención sobre un problema que ni siquiera se mencionaba en los grandes medios de opinión mundial.
Ello me obliga a utilizar una parte del tiempo destinado al lanzamiento de este libro, en cuya publicación trabajamos con ahínco. No quería que coincidiera con los días 7 y 9. En el primero se cumplen los 90 días dispuestos por el Consejo de Seguridad, para conocer si Irán cumplió o no, con el requisito de autorizar la inspección de sus mercantes. La otra fecha, señala el cumplimiento de los tres meses de plazo señalados en la Resolución del 9 de junio, posiblemente dicho plazo era la intención del Consejo.
Hasta ahora, sólo tenemos la insólita declaración del Director General de la OIEA (Organización Internacional de Energía Atómica), el japonés Yukiya Amano, un hombre de los yankis. Este echó toda la leña al fuego y, como Poncio Pilato, se lavó las manos.
Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán comenta con merecido desprecio su declaración. Un despacho noticioso de la agencia EFE, señala que su afirmación de que “‘Nuestros amigos no deben preocuparse, ya que no creemos que nuestra región esté en condiciones para nuevas aventuras militares’, e ‘Irán está totalmente preparado para responder frente a cualquier invasión militar’ era una obvia referencia al líder cubano Fidel Castro, ‘quien alertó de la posibilidad de un ataque nuclear israelí a Irán con el apoyo de Estados Unidos’.”
Las noticias sobre el tema se suceden, y se mezclan con otras de notable repercusión.
El periodista Jeffrey Goldberg, de la revista The Atlantic, ya conocido por nuestro público, publica partes de la larga entrevista sostenida conmigo, algunos de cuyos puntos interesantes ha ido programando, antes de un futuro y extenso artículo.
“Hubo muchas cosas extrañas durante mi reciente estancia en la Habana, […] ―cuenta él― pero una de las más inusuales fue el nivel de auto examen de Fidel Castro. […] pero el hecho de que Castro estuviera dispuesto a admitir que había cometido un error en un momento crucial de la Crisis de los Misiles en Cuba parecía algo verdaderamente sorprendente […] que se arrepentía de haberle pedido a Jruschov que lanzara los cohetes nucleares contra los Estados Unidos.” Es cierto, que me abordó el tema y me hizo la pregunta. Textualmente, como él lo expone en una primera parte de su reportaje, sus palabras fueron: “Le pregunté: En cierto momento parecía lógico que usted le recomendara a los soviéticos que bombardeasen a los Estados Unidos. ¿Lo que usted recomendó aún le parece lógico en estos momentos? Fidel respondió: Después de haber visto lo que he visto, y de haber sabido lo que ahora sé, no valía la pena en lo absoluto.”
Yo le había explicado bien, y consta por escrito, el contenido del mensaje “…si Estados Unidos invadía a Cuba, país con armas nucleares rusas, en esas circunstancias no debía dejarse dar el primer golpe, como el que asestaron a la URSS cuando el 22 de junio de 1941, el ejército alemán y todas las fuerzas de Europa atacaron a la URSS.”
Puede observarse que de esa breve alusión al tema, en la segunda parte de la entrega al público de esa noticia, el lector no podría percatarse de que “si Estados Unidos invadía a Cuba, país con armas nucleares rusas”, en ese caso yo recomendaba impedir que el enemigo asestara el primer golpe, ni tampoco de la profunda ironía de mi respuesta “…de haber sabido lo que ahora sé…”, en obvia referencia a la traición cometida por un Presidente de Rusia que, saturado de sustancia etílica, entregó a Estados Unidos los más importantes secretos militares de aquel país.
En otro momento de la conversación Goldberg cuenta: “le pregunté si él creía que el modelo cubano era algo que aún valía la pena exportar.” Es evidente que esa pregunta llevaba implícita la teoría de que Cuba exportaba la Revolución. Le respondo “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros.” Se lo expresé sin amargura ni preocupación. Me divierto ahora al ver cómo él lo interpretó al pie de la letra, y consultó, por lo que dice, con Julia Sweig, analista del CFR que lo acompañó, y elaboró la teoría que expuso. Pero lo real es que mi respuesta significaba exactamente lo contrario de lo que ambos periodistas norteamericanos interpretaron sobre el modelo cubano.
Mi idea, como todo el mundo conoce, es que el sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos ni para el mundo, al que conduce de crisis en crisis, que son cada vez más graves, globales y repetidas, de las cuales no puede escapar. Cómo podría servir semejante sistema para un país socialista como Cuba.
Muchos amigos árabes, al escuchar que me entrevisté con Goldberg, se preocuparon y enviaron mensajes señalándolo como “el mayor defensor del Sionismo”.
De todo esto se puede deducir la gran confusión que existe en el mundo. Espero, por ello, que lo que les cuento sobre mi pensamiento sea útil.
Las ideas expuestas por mí, están contenidas en 333 Reflexiones, vean que casualidad, y de ellas, las últimas 26 están referidas exclusivamente a los problemas del medio ambiente y al inminente peligro de una conflagración nuclear.
Ahora debo añadir en muy breve síntesis.
Siempre he condenado el Holocausto. En las Reflexiones “El discurso de Obama en el Cairo”, “El zarpazo al acecho” y “La opinión de un experto”, lo expuse con toda claridad.
Nunca he sido enemigo del pueblo hebreo, en el que admiro su capacidad de resistir durante dos mil años la dispersión y la persecución. Muchos de los más brillantes talentos, Carlos Marx y Albert Einstein, fueron judíos, porque es una nación en la que los más inteligentes sobrevivían, en virtud de una Ley natural. En nuestro país, y en el mundo, fueron perseguidos y calumniados. Pero esto es sólo un fragmento de las ideas que defiendo.
Ellos no fueron los únicos perseguidos y calumniados por sus creencias. Los musulmanes, durante bastante más de 12 siglos, fueron atacados y perseguidos por los cristianos europeos, debido a sus creencias, como lo habían sido los primeros cristianos en la antigua Roma antes de convertirse en la religión oficial de aquel imperio. La historia debe ser admitida y recordada tal como es, con sus trágicas realidades y sus feroces guerras. De eso he hablado y, por ello, con toda razón explico los peligros que hoy corre la humanidad, cuando estas se han transformado en el mayor riesgo de suicidio para nuestra frágil especie.
Si a eso le añadiera una guerra con Irán, aunque fuese de carácter convencional, más valdría que Estados Unidos apagara la luz y se despidiera. ¿Cómo podría resistir una guerra contra 1 500 millones de musulmanes?
Defender la paz no significa, para un verdadero revolucionario, renunciar a los principios de justicia, sin los cuales, la vida humana y la sociedad carecerían de sentido.
Sigo pensando que Goldberg es un gran periodista, capaz de exponer con amenidad y maestría sus puntos de vista, que obligan a debatir. No inventa frases, las transfiere y las interpreta.
No mencionaré el contenido de otros muchos aspectos de nuestras conversaciones. Respetaré la confidencialidad de los temas que abordamos, mientras espero con interés su extenso artículo.
Las actuales noticias que llegan en torrente de todas partes, me obligan a cumplimentar su presentación con estas palabras, cuyos gérmenes están contenidos en el libro de “La contraofensiva estratégica” que acabo de presentar.
Considero que todos los pueblos tienen derecho a la paz y al disfrute de los bienes y recursos naturales del planeta. Es una vergüenza lo que está sucediendo con la población en muchos países de África, donde se ven millones de niños, mujeres y hombres esqueléticos entre sus habitantes a causa de la falta de alimentos, de agua y de medicinas. Son asombrosas las noticias gráficas que llegan del Oriente Medio, donde los palestinos son privados de sus tierras, sus casas son demolidas por monstruosos equipos y, hombres, mujeres y niños, bombardeados con fósforo vivo y otros medios de exterminio, así como dantescas las escenas de familias exterminadas por las bombas lanzadas sobre los poblados afganos y paquistaníes, por aviones sin pilotos, y los iraquíes, que mueren después de años de guerra, y más de un millón de vidas sacrificadas en esa contienda impuesta por un Presidente de Estados Unidos.
Lo último que podía esperarse eran las noticias de la expulsión de los gitanos franceses, víctimas de la crueldad de la extrema derecha francesa, que eleva ya a siete mil de ellos, las víctimas de otra especie de holocausto racial. Es elemental la enérgica protesta de los franceses, a los cuales, simultáneamente, los millonarios limitan el derecho a la jubilación, a la vez que reducen las posibilidades de empleo.
De Estados Unidos llegan noticias de un pastor del estado de la Florida, que se propone quemar en su propia iglesia, el Libro Sagrado del Corán. Hasta los jefes militares yankis y europeos en misiones punitivas de guerra se estremecieron ante una noticia que consideraban riesgosa para sus soldados.
Walter Martínez, el prestigioso periodista del programa Dossier de Venezolana de Televisión, estaba asombrado de tanta locura.
Ayer, jueves 9, en horas de la noche, llegaron noticias de que el pastor había desistido. Sería necesario saber lo que le dijeron los agentes del FBI que lo visitaron “para persuadirlo”. Fue un descomunal show mediático, un caos, cosas propias de un imperio que se hunde.
Agradezco a todos ustedes la atención prestada.
Septiembre 10 de 2010