Domingo, 31 de enero de 2010
ANTONIO GUERRERO.
Que no me dejen mirar la luna
ni el árbol seco del lento invierno,
que me prohíban prender el fuego,
jugar al sueño con la ceniza,
no significa que esta perdido
ese amor puro que con mis ojos
y con mis manos forjo y forjo
para otros ojos, para otras manos.
El amor que expira no es amor.
El verdadero amor pertenece
a todo el tiempo, a la tierra toda,
sin temor enfrenta tempestades,
resiste hasta el filo de la muerte
y, como la natura, es eterno.
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