El presidente de Venezuela Hugo Chávez se dirigió al país desde Cuba en cadena de radio y televisión, en la que explicó que tras la operación de absceso pélvico el pasado 10 de junio, y cuando evolucionaba positivamente, fue detectado un tumor cancerígeno.
“A pesar de la favorable evolución general, fueron apareciendo algunas sospechas de la presencia de otras formaciones celulares no detectadas hasta entonces. Comenzó por tanto y de inmediato, otra serie de estudios especiales (…) que confirmaron la existencia de un tumor absceso, con presencia de células cancerígenas, lo que hizo necesario otra intervención quirúrgica que permitió la extracción total de dicho tumor” señaló el primer manadtario nacional.
A pesar de su reposo médico, el Mandatario no se ha desligado de sus funciones como Jefe de Estado venezolano. Incluso, ha aprobado recursos para proyectos de desarrollo en beneficio del pueblo.
“Gracias Dios mio, gracias pueblo mío, gracias vida mía, nosotros seguiremos venciendo”, asimismo agradeció las demostraciones de solidaridad del pueblo venezolano y de los pueblos hermanos.
“Por ahora y para siempre viviremos y venceremos”, apuntó el jefe de Estado.
TEXTO ÍNTEGRO DEL COMUNICADO LEÍDO POR EL PRESIDENTE CHÁVEZ.
La Isla Desconocida navega en pos de sí misma, la utopía en pos de la utopía, buscándose y hallándose siempre a medias, en mares cercanos a los dominios reales.
jueves, 30 de junio de 2011
miércoles, 29 de junio de 2011
Mensaje de Tony Guerrero sobre sus mariposas y un poema de Fina en La Calle del Medio.
Queridos amigos:
Por los mensajes de varios amigos he conocido que Alicia y Bill, ya han publicado las fotos con las 25 pinturas de las mariposas endemicas de Cuba. No sé exactamente en que sitio se pueden encontrar.
Dentro de las limitaciones de este servicio esta que no puedo recibir ningun tipo de imagen o foto, por ello yo no he podido conocer en detalles el trabajo que hicieron nuestros queridos hermanos. Sin embargo algunas opiniones me dicen que ha sido algo muy hermoso. Una de ellas me caló profundamente, y se trata la de Liborio, que me mando a decir en buen cubano: "te la comiste". La verdad es que no se podía hacer menos con las excelentes fotos que tomó de estas mariposas cubanas.
Leyendo La Calle del Medio encuentro un poema de Fina Garcia Marruz, de esos que uno dice: yo he sentido eso mismo. Resulta que cuando escribí mis primeros versos, allá en el terrible "hueco" del Centro de Detencion de Miami, todos los dias corría el riesgo que se perdiera todo lo que había escrito en las constantes revisiones que nos hacían, los traslados de celda repentinos y otros incidentes, como las inundaciones que producían algunos de los allí encerrados, los más problemáticos. Pero, todos se salvaron, por suerte. Aquí les van estos bellos endecasílabos de esta figura relevante y cardinal de nuestra cultura, nuestra querida y admirada Fina.
SI MIS POEMAS
Si mis poemas todos se perdieran
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.
Si los poemas todos se perdieran
el fuego seguiría sembrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.
Cinco abrazos.
!Venceremos!
Tony
VER TAMBIÉN: Las Mariposas de Antonio Guerrero.
Por los mensajes de varios amigos he conocido que Alicia y Bill, ya han publicado las fotos con las 25 pinturas de las mariposas endemicas de Cuba. No sé exactamente en que sitio se pueden encontrar.
Dentro de las limitaciones de este servicio esta que no puedo recibir ningun tipo de imagen o foto, por ello yo no he podido conocer en detalles el trabajo que hicieron nuestros queridos hermanos. Sin embargo algunas opiniones me dicen que ha sido algo muy hermoso. Una de ellas me caló profundamente, y se trata la de Liborio, que me mando a decir en buen cubano: "te la comiste". La verdad es que no se podía hacer menos con las excelentes fotos que tomó de estas mariposas cubanas.
Leyendo La Calle del Medio encuentro un poema de Fina Garcia Marruz, de esos que uno dice: yo he sentido eso mismo. Resulta que cuando escribí mis primeros versos, allá en el terrible "hueco" del Centro de Detencion de Miami, todos los dias corría el riesgo que se perdiera todo lo que había escrito en las constantes revisiones que nos hacían, los traslados de celda repentinos y otros incidentes, como las inundaciones que producían algunos de los allí encerrados, los más problemáticos. Pero, todos se salvaron, por suerte. Aquí les van estos bellos endecasílabos de esta figura relevante y cardinal de nuestra cultura, nuestra querida y admirada Fina.
SI MIS POEMAS
Si mis poemas todos se perdieran
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.
Si los poemas todos se perdieran
el fuego seguiría sembrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.
Cinco abrazos.
!Venceremos!
Tony
VER TAMBIÉN: Las Mariposas de Antonio Guerrero.
lunes, 27 de junio de 2011
Información a los amigos.
E. U. G.
Me he alejado un poco de mis obligaciones en este blog --al final, lo que nace de forma espontánea termina siendo un compromiso moral con quienes te siguen--, porque estoy de parto: pongo los "puntos finales" de un nuevo libro. Y ya saben los que han compartido la experiencia, que los puntos en los libros nunca son finales; los libros no se terminan, se abandonan, y se cuelgan al cuello del autor como niños que no quieren ser abandonados. Para los que gustan de la polémica, les adelanto que la tendrán de sobra. Es un libro sobre la Cuba de hoy. No doy más detalles por ahora.
Me he alejado un poco de mis obligaciones en este blog --al final, lo que nace de forma espontánea termina siendo un compromiso moral con quienes te siguen--, porque estoy de parto: pongo los "puntos finales" de un nuevo libro. Y ya saben los que han compartido la experiencia, que los puntos en los libros nunca son finales; los libros no se terminan, se abandonan, y se cuelgan al cuello del autor como niños que no quieren ser abandonados. Para los que gustan de la polémica, les adelanto que la tendrán de sobra. Es un libro sobre la Cuba de hoy. No doy más detalles por ahora.
sábado, 25 de junio de 2011
El tiempo, los amigos y la Ciberguerra en el 7mo Frente Común.
Enrique Ubieta Gómez
Un viernes que parecía interminable, que detenía nuestra prisa de adultos y nos obligaba a acampar bajo un árbol cualquiera, frente a un campamento que alguna vez albergara mi cansancio adolescente y mis planes de conquista, un tiempo que regresaba sin anunciarse, porque un viaje a la Isla de la Juventud se posponía, y nos convertía en isla, en seres momentáneamente sin destino, mientras el katamarán (nombre cabalístico) regresaba a buscarnos; un viernes caluroso, denso, que nos permitió conocernos mejor a Daysi Francis Mexidor, Francisco Rodríguez Cruz (Paquito el de Cuba), el joven David Vázquez de Cubadebate, Ernán Sarmiento Vento, vicepresidente de la Asociación de los Economistas cubanos, José Martín, vicepresidente de la UPEC, Alberto Loreidis y su pequeño hijo, Katia, que había ido a rescatarnos y a mí, claro. Alguna oculta razón, digo yo, nos había reunido a todos allí, frente al campamento de mi adolescencia. Por primera vez conversábamos sin que la computadora mediara. No importó que llegásemos tarde, exhaustos, a la Isla. Durante el viaje en el katamarán fue compañera de asiento una adolescente que estudiaba en la Escuela Lenin --como yo, hace muchos años, como mis hijos--, lectora de La Calle, futura periodista. En cambio, el sábado fue el intercambio intenso entre colegas que ya se conocían de todo un viernes, en torno al reflejo de los Lineamientos económicos y sociales en la prensa y sobre la Ciberguerra. Otra vez la generosidad pinera nos hizo olvidar la espera del día anterior, que nos obligara a regresar en el tiempo para rescatarnos: Cuba volvía a nacer como nosotros, los cubanos, que zarpamos en un misterioso katamarán lleno de amigos recién inaugurados, para discutir con pasión el futuro de todos y las maneras de defenderlo. miércoles, 22 de junio de 2011
El universo de Palabras a los intelectuales.
Fernando Rojas
El mundo simbólico de varias generaciones de cubanos, de la mayoría de nosotros, es el que creó la Revolución. Esté en la isla o en el extranjero, cualquier cubano ha sido marcado por el cine de Santiago, de Titón y de Humberto, por la poesía, desde Fayad y Retamar hasta Silvio, por el pensamiento, desde Moreno Fraginals a Fernando Martínez Heredia, por la música de los Van Van, Chucho Valdés, Pablo, Santiaguito e Interactivo; y, sobre todo, por un tipo de sociabilidad nuevo, que nos acompaña ya varias décadas y que, aunque se mencione muy poco, es una de las más claras evidencias del cambio revolucionario. Los proyectos de las escuelas en el campo o de las movilizaciones masivas y las exitosas campañas internacionalistas, junto a la política educacional de pleno acceso y la abundancia de libros conformaron una lógica de las relaciones humanas basadas en la solidaridad, el colectivismo y el culto a la satisfacción espiritual. La idea de la cultura como derecho y como oportunidad para todos está en el fundamento de las relaciones sociales construidas por la Revolución. Aún en las circunstancias actuales, en las que pueden confluir el incremento de las carencias materiales y el empobrecimiento del gusto estético, esa sociabilidad se deja ver, a veces de manera difusa, y a veces escandalosamente. La presencia de la religiosidad popular, esencial expresión de la identidad cubana, conecta significativamente con este tipo de relación entre los seres humanos.
De esto se trata "Palabras a los intelectuales". Suele recordarse solamente la sentencia de Fidel que entró en la historia desde entonces, pero el texto y su contexto son mucho más.
Por supuesto la convocatoria a las reuniones de intelectuales en la primavera y el verano de 1961, obedeció a una coyuntura, por demás bastante fácil de superar, si sólo de eso de hubiera tratado. PM, la película de Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez Leal, que el ICAIC decidió no exhibir, es un filme intrascendente. Su fama se debe, precisamente, a las reuniones de intelectuales de mediados de 1961.
A Fidel le interesaba sobre todo, contrarrestar la inquietud que el suceso con PM había despertado en intelectuales de mucha más valía que los directores del filme.
A la vez, el Primer Ministro del Gobierno Revolucionario necesitaba zanjar esa cuestión para adentrarse en algo tan importante para él como la discusión sobre la censura y los límites a la creación; así, el discurso de Fidel tiene dos partes claramente identificables; pero la segunda casi ni se menciona.
De la parte conocida y divulgada se cita hasta la saciedad la célebre frase "dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada". Se cita mal, confundiéndola a menudo, por distracción o a propósito, con una frase de Trotsky, -que no dice lo mismo- y sacándola del contexto, pues inmediatamente después Fidel se refiere a cuestiones de derecho, en la lógica de la tradición iluminista, en el sentido de la revolución como fuente de derecho, apartándose un tanto de la cuestión de la libertad de creación. Pero sobre todo, se omite todo lo que sigue sobre la relación de la Revolución con la libertad, que va mucho más allá de la creación meramente artística y literaria, y se refiere claramente a la actitud de la Revolución y su gobierno ante el pensamiento y la actividad creadora que le acompaña.
Fidel habla de que hay que garantizar condiciones de trabajo a los escritores no revolucionarios, insiste en que deben poder trabajar en y con la Revolución. Esta perspectiva inclusiva, en otra parte del texto, se extiende a los contrarrevolucionarios: la Revolución solo renuncia a los que sean incorregiblemente reaccionarios, a los que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios. Es decir, se parte del criterio de que la posición contrarrevolucionaria puede ser coyuntural. Y, si de la creación se trata, ese aserto significa que sólo el proceso creador mismo y la circulación de la obra artística será el escenario en que se ventilen estas complejas cuestiones. La inclusión de todos, entonces, es la clave de las "Palabras." Años más tarde Carlos Rafael Rodríguez dirá que "el que no está contra nosotros, está con nosotros" y afirmará que son preferibles las dificultades por el exceso de libertad que las que provienen de la falta de esta.
En rigor, los asuntos del contenido y la forma de la obra de arte no pueden resolverse esencialmente en el acto de creación. Es absurdo, aún en nombre de la Revolución, pretender no ya normar, sino incluso conocer lo que pasa por la cabeza del creador. La relación de las instituciones con los artistas y escritores arranca del apoyo irrestricto a la búsqueda creativa, a la experimentación y a la complejidad de la forma y el contenido. Cualquier influencia en la obra es posible sólo si las instituciones participan junto al artista y al escritor en el proceso creador, estrictamente en términos de igualdad y en ningún caso inquiriendo sobre la relación personal del creador con ese proceso. Es en el dominio de la promoción, a partir de las reacciones del público y la crítica en el que se vislumbra, por una serie de aproximaciones sucesivas, las perspectivas no sólo y no tanto ideológicas, sino de todo tipo en la naturaleza de la obra exhibida o publicada. Al arribar a este punto, las instituciones de la cultura trabajan con el criterio de que todo lo valioso puede y debe ser promovido. Lo realmente importante es establecer los circuitos de promoción, tan diversos como diversas son las obras artísticas y literarias y su naturaleza, y los públicos que acceden a ellas, a quienes -a los públicos- se les supone capaces de apreciar el arte y directamente participativos más que consumidores estrictos. La exclusión se refiere sólo a "los incorregiblemente reaccionarios" y al mismo tiempo distingue entre la posición política del autor y la obra valiosa que puede y debe circular.
Saldada por el momento la cuestión de la libertad de creación, el líder de la Revolución pasa a explicar en extenso las ideas, discutidas previamente también con los artistas y escritores cubanos, sobre la promoción del arte y la literatura entre las grandes masas de la población. Las versiones manipuladoras de las "Palabras." omiten completamente esta parte del texto.
Ya para entonces, Fidel ha lanzado el conocido apotegma sobre la libertad de pensamiento de todos los cubanos: "No le decimos al pueblo cree; le decimos lee". En junio del 61 amplía ese criterio con la idea de multiplicar las posibilidades de las grandes masas de acceder al arte y la literatura, como complemento de aquella otra de hacer todo lo posible porque esas mismas masas estuvieran en mejores condiciones para comprender más y mejor las manifestaciones del arte y la literatura. Para emprender esta titánica tarea, esboza el concepto de la formación de instructores de arte, cuya misión fundamental estaría en detectar los talentos que ingresarían al entonces incipiente sistema de enseñanza artística, y "formar el gusto artístico y la afición cultural" de la población.
El mundo simbólico de varias generaciones de cubanos, de la mayoría de nosotros, es el que creó la Revolución. Esté en la isla o en el extranjero, cualquier cubano ha sido marcado por el cine de Santiago, de Titón y de Humberto, por la poesía, desde Fayad y Retamar hasta Silvio, por el pensamiento, desde Moreno Fraginals a Fernando Martínez Heredia, por la música de los Van Van, Chucho Valdés, Pablo, Santiaguito e Interactivo; y, sobre todo, por un tipo de sociabilidad nuevo, que nos acompaña ya varias décadas y que, aunque se mencione muy poco, es una de las más claras evidencias del cambio revolucionario. Los proyectos de las escuelas en el campo o de las movilizaciones masivas y las exitosas campañas internacionalistas, junto a la política educacional de pleno acceso y la abundancia de libros conformaron una lógica de las relaciones humanas basadas en la solidaridad, el colectivismo y el culto a la satisfacción espiritual. La idea de la cultura como derecho y como oportunidad para todos está en el fundamento de las relaciones sociales construidas por la Revolución. Aún en las circunstancias actuales, en las que pueden confluir el incremento de las carencias materiales y el empobrecimiento del gusto estético, esa sociabilidad se deja ver, a veces de manera difusa, y a veces escandalosamente. La presencia de la religiosidad popular, esencial expresión de la identidad cubana, conecta significativamente con este tipo de relación entre los seres humanos.
De esto se trata "Palabras a los intelectuales". Suele recordarse solamente la sentencia de Fidel que entró en la historia desde entonces, pero el texto y su contexto son mucho más.
Por supuesto la convocatoria a las reuniones de intelectuales en la primavera y el verano de 1961, obedeció a una coyuntura, por demás bastante fácil de superar, si sólo de eso de hubiera tratado. PM, la película de Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez Leal, que el ICAIC decidió no exhibir, es un filme intrascendente. Su fama se debe, precisamente, a las reuniones de intelectuales de mediados de 1961.
A Fidel le interesaba sobre todo, contrarrestar la inquietud que el suceso con PM había despertado en intelectuales de mucha más valía que los directores del filme.
A la vez, el Primer Ministro del Gobierno Revolucionario necesitaba zanjar esa cuestión para adentrarse en algo tan importante para él como la discusión sobre la censura y los límites a la creación; así, el discurso de Fidel tiene dos partes claramente identificables; pero la segunda casi ni se menciona.
De la parte conocida y divulgada se cita hasta la saciedad la célebre frase "dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada". Se cita mal, confundiéndola a menudo, por distracción o a propósito, con una frase de Trotsky, -que no dice lo mismo- y sacándola del contexto, pues inmediatamente después Fidel se refiere a cuestiones de derecho, en la lógica de la tradición iluminista, en el sentido de la revolución como fuente de derecho, apartándose un tanto de la cuestión de la libertad de creación. Pero sobre todo, se omite todo lo que sigue sobre la relación de la Revolución con la libertad, que va mucho más allá de la creación meramente artística y literaria, y se refiere claramente a la actitud de la Revolución y su gobierno ante el pensamiento y la actividad creadora que le acompaña.
Fidel habla de que hay que garantizar condiciones de trabajo a los escritores no revolucionarios, insiste en que deben poder trabajar en y con la Revolución. Esta perspectiva inclusiva, en otra parte del texto, se extiende a los contrarrevolucionarios: la Revolución solo renuncia a los que sean incorregiblemente reaccionarios, a los que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios. Es decir, se parte del criterio de que la posición contrarrevolucionaria puede ser coyuntural. Y, si de la creación se trata, ese aserto significa que sólo el proceso creador mismo y la circulación de la obra artística será el escenario en que se ventilen estas complejas cuestiones. La inclusión de todos, entonces, es la clave de las "Palabras." Años más tarde Carlos Rafael Rodríguez dirá que "el que no está contra nosotros, está con nosotros" y afirmará que son preferibles las dificultades por el exceso de libertad que las que provienen de la falta de esta.
En rigor, los asuntos del contenido y la forma de la obra de arte no pueden resolverse esencialmente en el acto de creación. Es absurdo, aún en nombre de la Revolución, pretender no ya normar, sino incluso conocer lo que pasa por la cabeza del creador. La relación de las instituciones con los artistas y escritores arranca del apoyo irrestricto a la búsqueda creativa, a la experimentación y a la complejidad de la forma y el contenido. Cualquier influencia en la obra es posible sólo si las instituciones participan junto al artista y al escritor en el proceso creador, estrictamente en términos de igualdad y en ningún caso inquiriendo sobre la relación personal del creador con ese proceso. Es en el dominio de la promoción, a partir de las reacciones del público y la crítica en el que se vislumbra, por una serie de aproximaciones sucesivas, las perspectivas no sólo y no tanto ideológicas, sino de todo tipo en la naturaleza de la obra exhibida o publicada. Al arribar a este punto, las instituciones de la cultura trabajan con el criterio de que todo lo valioso puede y debe ser promovido. Lo realmente importante es establecer los circuitos de promoción, tan diversos como diversas son las obras artísticas y literarias y su naturaleza, y los públicos que acceden a ellas, a quienes -a los públicos- se les supone capaces de apreciar el arte y directamente participativos más que consumidores estrictos. La exclusión se refiere sólo a "los incorregiblemente reaccionarios" y al mismo tiempo distingue entre la posición política del autor y la obra valiosa que puede y debe circular.
Saldada por el momento la cuestión de la libertad de creación, el líder de la Revolución pasa a explicar en extenso las ideas, discutidas previamente también con los artistas y escritores cubanos, sobre la promoción del arte y la literatura entre las grandes masas de la población. Las versiones manipuladoras de las "Palabras." omiten completamente esta parte del texto.
Ya para entonces, Fidel ha lanzado el conocido apotegma sobre la libertad de pensamiento de todos los cubanos: "No le decimos al pueblo cree; le decimos lee". En junio del 61 amplía ese criterio con la idea de multiplicar las posibilidades de las grandes masas de acceder al arte y la literatura, como complemento de aquella otra de hacer todo lo posible porque esas mismas masas estuvieran en mejores condiciones para comprender más y mejor las manifestaciones del arte y la literatura. Para emprender esta titánica tarea, esboza el concepto de la formación de instructores de arte, cuya misión fundamental estaría en detectar los talentos que ingresarían al entonces incipiente sistema de enseñanza artística, y "formar el gusto artístico y la afición cultural" de la población.
martes, 21 de junio de 2011
Amaury Pérez entrevista a Silvio Rodríguez en programa de TV.
Amaury. Muchas veces fuera de Cuba, sobre todo, fuera de Cuba, tildan a algunos artistas que están con la Revolución, que están con el país, de ser artistas oficialistas y con especial interés te nombran a ti como a la cabeza de los artistas oficialistas. La primera parte de la pregunta sería: ¿si tú te consideras un artista oficialista y qué es para ti un artista oficial?
Silvio. Bueno, mira: si es de la Revolución Cubana, la Revolución que comandó Fidel y que han continuado tanta gente valiosa, Raúl, el Che, Camilo, toda esa gente, a mucha honra, mi hermano, a muchísima honra ser oficialista de esto. Yo, de lo que no puedo ser oficialista, es de los que les caen a bombazos a Iraq, a Afganistán. Ahora se están tratando de aprovechar de todos estos movimientos revolucionarios en el Magreb. Los que quieren invadir a Libia a toda costa. Los que han querido invadir a Cuba. Aquellos que gritaban: Ahora Iraq, mañana Cuba. Eso sí, para mí es una deshonra y una vergüenza sería oficiar en favor de semejantes ideas.
Amaury. Y hay artistas que son oficialistas de eso.
Silvio. Absolutamente. Acuérdate que a cada rato iban a cantarle a Bush, algunos latinoamericanos también.
TEXTO COMPLETO DE LA ENTREVISTA
Silvio. Bueno, mira: si es de la Revolución Cubana, la Revolución que comandó Fidel y que han continuado tanta gente valiosa, Raúl, el Che, Camilo, toda esa gente, a mucha honra, mi hermano, a muchísima honra ser oficialista de esto. Yo, de lo que no puedo ser oficialista, es de los que les caen a bombazos a Iraq, a Afganistán. Ahora se están tratando de aprovechar de todos estos movimientos revolucionarios en el Magreb. Los que quieren invadir a Libia a toda costa. Los que han querido invadir a Cuba. Aquellos que gritaban: Ahora Iraq, mañana Cuba. Eso sí, para mí es una deshonra y una vergüenza sería oficiar en favor de semejantes ideas.
Amaury. Y hay artistas que son oficialistas de eso.
Silvio. Absolutamente. Acuérdate que a cada rato iban a cantarle a Bush, algunos latinoamericanos también.
TEXTO COMPLETO DE LA ENTREVISTA
HISTORIA Y CONTEMPORANEIDAD. LOS AVATARES DEL COMPROMISO INTELECTUAL.
Graziella Pogolotti
No soy politóloga. Por eso, tengo que hablar en primera persona, a partir del testimonio de haber vivido intensamente una época, la mía y, desde la convivencia, la dramática experiencia de la generación que me precedió, involucrados unos y otros en el acontecer de la Isla, inseparable de los sucesos que estremecieron el resto del mundo. Para mí y para quienes me precedieron, la política nunca fue oficio. No quisimos tampoco, siguiendo la tradición establecida desde Platón hasta Voltaire, constituirnos en consejeros privilegiados, tarea siempre condenada a lamentables desenlaces.
Pero hemos tenido nítida conciencia de que el destino de la polis nos involucra a todos. En mi caso, comprendí desde temprano que una guerra desatada en las fronteras de Polonia cuando todavía, carente de nociones elementales de geografía, tenía pasaporte cubano sin idea remota del sitio donde se encontraba la Isla, había cambiado radicalmente, para bien o para mal, no sabría decirlo, mi existencia toda. Hoy necesito dar cuenta de mi verdad ante la manipulación de hechos y circunstancias, ante la improcedencia de ciertos juicios morales emitidos desde la izquierda y la derecha por quienes intentan acomodar el devenir histórico a los vaivenes de la contemporaneidad.
Contaba Dora Alonso que desde mi infancia mi proyecto de vida, proclamado sin titubeos, era ser intelectual. Me siento heredera de esa tradición forjada en los albores de la modernidad en espacios culturales de Europa y América, aunque nunca florecida en los países anglosajones donde el poder utiliza a tanques pensantes y modula en campus bien protegidos el quehacer de la academia.
En el proceso de construcción de la figura del intelectual, Voltaire es la bisagra entre dos tiempos. Frustrado en su papel de consejero de Federico de Prusia, se convierte en el burgués de Ferney. Consciente como pocos de las posibilidades del panfleto para convocar voluntades, interviene desde su bien protegido refugio en tanto voz alternativa autónoma frente a los poderes conjugados del estado autocrático y de la iglesia. Descubre un interlocutor posible en la opinión pública naciente.
En los días de Voltaire, los partidos políticos eran inexistentes. Germinaron con la Revolución Francesa en la confrontación entre jacobinos y girondinos. Crecieron en medio de los avatares de la consolidación del estado burgués. En las circunstancias de la Francia posrevolucionaria, los escritores tomaron diversos rumbos. Algunos se consagraron a la creación de su obra, encerrados en su cúpula protectora, desarmados cuando las contiendas, bélicas o civiles, tocaban a sus puertas. Otros, como Lamartine, casi siempre con poca fortuna, entraron en el juego de la política. En estos casos, la obra literaria constituía un valor simbólico, representativo ante la opinión pública, al servicio de ambiciones de otra índole. Dos figuras paradigmáticas beneficiarias de inmensa popularidad contribuyeron a configurar la imagen del intelectual comprometido. Se trata de Víctor Hugo y Emilio Zola.
El autor de Los miserables intuyó rasgos característicos del largo siglo en que vivió que escaparon a la perspicacia de muchos de sus contemporáneos. Poco importan las veleidades políticas de quien gustaba llamarse en sus años juveniles Víctor María conde Hugo, fascinado por el tinte aristocrático de una nobleza de reciente tinte napoleónico. Al situar las peripecias de Nuestra Señora de París en otro cambio de época fundamental, el amanecer de la modernidad bajo Luis XI, advertía con cierto anacronismo la singularidad del movimiento de masas, anuncio de un futuro democrático, a la vez que anunciaba la fuerza revolucionaria que habría de adquirir la imprenta, sustitutiva del papel desempeñado por la iglesia. Y aún más sabría aplicar en beneficio de la difusión de su obra esa lúcida percepción.
A ello responde el hábil montaje del escándalo de Hernani, maniobra eficaz para ofrecer al romanticismo la rápida conquista de un espacio público. Implementaba de ese modo mecanismos que prefiguraban la publicidad de nuestros días. Asociado a la vertiente social del romanticismo, empleó con acierto los recursos del folletín y del melodrama para alcanzar vasta audiencia. Desde su inmensa autoridad, el vate lanzó el arrasador libelo contra Napoleón, el pequeño. Y se instaló en el exilio. Con ese gesto, el poeta se convertía en conciencia moral de la sociedad.
En otras circunstancias, Emilio Zola se proyectó hacia el espacio público. Cuando asume la defensa de Dreyfus, seguía siendo un escritor controvertido. Su obra se hundía en zonas malolientes de la sociedad. Echaba a un lado los circunloquios del pudor. Se valió de la prensa para que su grito alcanzara la mayor resonancia posible. Contribuyó a desencadenar un debate político. Sufrió la persecución y el exilio. Pero, en una época de expansión y protagonismo de los partidos políticos, se mantuvo al margen. En los últimos años de su vida, truncada por un accidente nunca esclarecido del todo, volcó sus sueños utópicos en novelas pronto caídas en el olvido.
Colocado entre dos siglos, Romain Rolland sería el último representante del modelo decimonónico del intelectual convertido en conciencia moral de su tiempo. Mientras la socialdemocracia europea traicionaba su programa político al votar a favor de la guerra, el escritor, situado por encima de la contienda, siguió predicando la paz. Refugiado en Suiza, al igual que Voltaire, su prédica trascendió las fronteras de su país. Símbolo de una eticidad insobornable, prestó su nombre a cuanta causa consideró justa, sin renunciar nunca a su condición primordial de escritor.
Con el triunfo de la Revolución de Octubre, el debate se planteaba en otros términos. Entraba en juego el destino de la humanidad, la transformación de la sociedad a escala internacional. El acontecimiento se había producido en el contexto de una guerra de dimensiones nunca vistas, con su desfile de muertos, mutilados y condenados a plazo fijo por los gases tóxicos. “Nevermore”, prensaban los escritores aún desconocidos que regresaban del frente.
Las interrogantes acerca del papel del arte pasaron a un primer plano. Para los intelectuales, la disyuntiva se planteaba a partir de nuevas coordenadas sin antecedentes históricos frente a quienes se aferraban al sacerdocio. Del oficio, los surrealistas buscaban sus paradigmas en la conjunción de la intersección de Freud y Marx intentando conjugar un doble proceso emancipatorio. Instrumento de liberación, el arte se proponía cambiar la vida al margen de las contingencias impuestas por las demandas de una praxis política concreta. Esta fisura quebrantó el ala izquierda del movimiento, mientras en otro territorio se situaban quienes se atenían al estricto sacerdocio del oficio de la escritura.
Con esas premisas, el diálogo de los artistas con los dirigentes de los partidos comunistas de reciente creación atravesó escollos, malentendidos y experiencias frustrantes por ambas partes. La construcción del socialismo en un solo país después de los fracasos en Alemania y Hungría impuso la férrea defensa de la URSS. Un sectarismo a ultranza, con lamentables repercusiones en la América Latina, cerró las posibilidades de ejercicio de la crítica ante los errores derivados de algunas concepciones estalinistas. La guerra de España allanó diferencias y juntó voluntades. Poco después, el pacto Molotov-Ribbentrop volvía a sembrar el desconcierto.
El gran holocausto, masacre de judíos incluida, plantearía en términos inéditos el nevermore formulado a seguidas de la Primera Guerra Mundial. Ya no quedaba espacio para la inocencia. La barbarie y la amenaza nuclear amenazaban arrasarlo todo. Sartre se convirtió en vocero de la época. Sus especulaciones en el terreno filosófico no sobrepasaron los ámbitos académicos. Su obra de ficción ha sido melada por el tiempo. En el ensayo, en cambio, se mantiene la vigencia productiva, estimulante por su capacidad de generar ideas y reformular interrogantes. Sus relatos y sus obras de teatro recorrieron ambas orillas del Atlántico. Pero sus textos de carácter divulgativo y panfletario intervinieron de manera directa e inmediata en los acontecimientos y en el combate de las ideas.
El existencialismo es un humanismo que propuso una revitalización de esa corriente matriz del pensamiento occidental desde la visión trágica derivada de los horrores de la guerra. En ese contexto, el compromiso del escritor reivindicaba la asunción de una responsabilidad al margen y, a veces, por encima de las contingencias impuestas por la realpolitik. De ahí una larga historia de encuentros con los sectores de la izquierda militante requerida de un análisis más particularizado.
Desde los días germinales de las luchas independentistas, los intelectuales latinoamericanos establecieron un intenso diálogo con las corrientes que modulaban la modernidad en Europa occidental, fundamentalmente en Inglaterra y Francia. Sin soslayar el papel de las maniobras políticas formuladas por el poder hegemónico desde su cancillería, de Inglaterra llegaron las ideas económicas muy favorecidas por las oligarquías criollas. En el plano político, a partir de la Revolución Francesa se produjo un proceso de recepción activa, atemperada a las circunstancias locales, de las ideas procedentes de París. En nuestra América, sin embargo, la historia impuso las reglas del juego. En los momentos decisivos, los intelectuales no se limitaron al ejercicio de una conciencia moral. Asumieron papeles protagónicos en las luchas por la independencia y en la etapa fundacional de los nuevos estados.
“Libertad, igualdad, fraternidad” fue mucho más que una consigna. Se hizo carne en decretos inscritos en un calendario de nuevo tipo, de dulces resonancias pastoriles y sabor neoclásico. En un planeta que, al decir de Carpentier, se iba achicando, por efecto de carambola, el programa revolucionario se ajustó a las realidades de distintos contextos. En nuestra América, removió el independentismo y sacudió el espíritu abolicionista. Pero el planeta empequeñecía aceleradamente. En medio de la Primera Guerra Mundial, la Revolución de Octubre emergió como poderosa llamarada desde los confines del imperio de los zares. Anunciaba una conmoción más profunda, sin antecedentes en la historia. Mugriento y desarrapados, los pobres de la Tierra, soldados, obreros y campesinos intentaban tomar el cielo por asalto.
Para los intelectuales, parecía haber llegado la hora de tomar partido. Unos optaron por hacer del oficio un sacerdocio. Para quienes alentaban una vocación social, la disyuntiva se planteaba en términos inéditos. Las sociedades burguesas habían configurado el espacio político en torno al rejuego de los partidos. Mientras no llegara el momento decisivo de la revolución mundial postergada, los partidos comunistas proliferaron para preparar el porvenir mediante la lucha de masas. Reclamaban de sus miembros mucho más que la simple adhesión. En situación límite, el cubano Rubén Martínez Villena echó a un lado sus versos, afrontó adversidades e incomprensiones y quemó sus pulmones en el combate. La entrega implicaba también la asunción de los errores y la subordinación absoluta a los intereses supremos de la causa.
Algunos aceptaron la disciplina exigida por la militancia. Con el corazón bien situado a la izquierda del pecho, otros preservaron la autonomía de su obra, atravesaron malentendidos coyunturales, corrieron los riesgos implícitos al unir el prestigio de sus firmas y la autoridad de sus voces a favor de acciones decisivas. Así ocurrió ante la amenaza fascista, en la España desgarrada por el zarpazo franquista, ante la convocatoria del movimiento por la paz, en el enfrentamiento al colonialismo, en la solidaridad con el pueblo de Vietnam.
Desde su condición periférica, Cuba no permaneció ajena a los grandes conflictos de la modernidad. En Europa, la derrota de los comunistas en Alemania y Hungría postergaba de manera indefinida el sueño de la revolución mundial. La práctica histórica demostraba, una vez más, que el análisis macro de las contradicciones del capitalismo debía ajustarse al conocimiento concreto de las circunstancias multifactoriales existentes según el desarrollo desigual de países y regiones. La Tercera Internacional subordinó entonces la visión universalista a la necesidad de preservar el proyecto en un solo país, la URSS. Sus normativas se aplicaron en todas partes sin tener en cuenta, en muchas ocasiones, las particularidades de cada lugar.
En el caso cubano, el sectarismo restó el apoyo necesario a la zona radical del gobierno Grau-Guiteras después de la caída de Gerardo Machado. El viraje hacia la táctica de los frentes populares aspiraba a constituirse en valladar ante el avance incontenible del fascismo. Demostró su fragilidad durante la Guerra Civil española y Cuba fragmentó el programa de la izquierda antiimperialista al cristalizar en la alianza con Batista, a pesar de las razones de distinto orden que parecieron justificarla en aquel momento.
Para los cubanos, el punto de articulación de la izquierda se configuraba en torno a una tradición antiimperialista más o menos definida según las teorías de Lenin. Nacida de la memoria de la frustración del proyecto independentista por la intervención norteamericana en la guerra hispanocubana y la subsiguiente imposición de la Enmienda Platt, se había profundizado con la mediación Welles, con la intromisión en los asuntos internos del país y el respaldo irrestricto a la violencia represiva instaurada por Batista a partir de 1934. Defender las aspiraciones nacionalistas en ese contexto significaba emprender, por diversas vías, la necesaria construcción del país. Estos referentes, ajenos al panorama europeo del siglo XX, son indispensables para reconocer las claves de la historia de Cuba hasta nuestros días.
Con distinto grado de politización, los escritores y artistas cubanos asumieron la voluntad de contribuir al renacer de la nación. Las artes plásticas, la música y la literatura fijaron imágenes identitarias y rescataron zonas sumergidas de la cultura popular. Desconfiados de la política, algunos se recluyeron, con vistas a un porvenir posible, al sacerdocio de la creación. Otros cumplieron el deber ciudadano al ofrecer el respaldo solidario a las causas justas, aun corriendo los riesgos del fichaje por la embajada norteamericana y los cuerpos represivos locales. Unos pocos se sometieron a la disciplina militante. Desde cualquiera de estas posiciones, para la gran mayoría, el triunfo de la Revolución significó un compromiso definitivo con el rescate de los sueños por largo tiempo atesorados. Aunque afrontaran escollos, malentendidos y contradicciones, privilegiaron como razón de fidelidad, la exigencia de preservar las conquistas fundamentales de una nación soberana.
En los últimos cincuenta años, los cambios en el planeta se precipitan de modo vertiginoso. Achicadas las distancias por la aviación, lo hacen aún más con el empleo de las comunicaciones por vía electrónica. Perdida la brújula, las ballenas mueren a orillas de las playas. Un brillante juego de espejismos oculta las señales de la realidad. Ilusorios navegantes de Internet, mientras las diferencias se acentúan, creemos compartir, como pariguales, las mismas circunstancias, sin advertir que los intelectuales han perdido el protagonismo que otrora les fuera concedido.
Bajo la epifanía de los 60 del pasado siglo, con su multiplicidad de voces emergentes, se estaban diseñando estrategias inéditas para el afianzamiento del gran capital. Desde su angustia personal, Pasolini advertía el desgaste de los valores a partir del crecimiento del consumismo y de la influencia mediática inscritos en una sociedad del bienestar dirigida a paliar los síntomas de las revueltas sociales. Después de mayo del 68, se aceleraría el proceso de integración de los intelectuales al sistema mientras sus congéneres de América Latina sufrían la persecución y el martirologio.
La encrucijada actual de crisis económica y consiguiente agudización de los conflictos sociales, de deterioro ecológico y cambio climático, de mercantilización de ideas y manipulación de las personas a través de la canalización de la imágenes y el empleo de sofisticados mecanismos de mercadeo, requiere el rescate del intelectual tradicional, ese personaje anacrónico, dispuesto a repensar el mundo, a eludir las tentaciones de la moda, a devolver a la palabra su peso específico, a horadar falacias y espejismos, a preservar -afincada en la ética- la autoridad de su voz, a restaurar la confianza en el mejoramiento humano.
No soy politóloga. Por eso, tengo que hablar en primera persona, a partir del testimonio de haber vivido intensamente una época, la mía y, desde la convivencia, la dramática experiencia de la generación que me precedió, involucrados unos y otros en el acontecer de la Isla, inseparable de los sucesos que estremecieron el resto del mundo. Para mí y para quienes me precedieron, la política nunca fue oficio. No quisimos tampoco, siguiendo la tradición establecida desde Platón hasta Voltaire, constituirnos en consejeros privilegiados, tarea siempre condenada a lamentables desenlaces.
Pero hemos tenido nítida conciencia de que el destino de la polis nos involucra a todos. En mi caso, comprendí desde temprano que una guerra desatada en las fronteras de Polonia cuando todavía, carente de nociones elementales de geografía, tenía pasaporte cubano sin idea remota del sitio donde se encontraba la Isla, había cambiado radicalmente, para bien o para mal, no sabría decirlo, mi existencia toda. Hoy necesito dar cuenta de mi verdad ante la manipulación de hechos y circunstancias, ante la improcedencia de ciertos juicios morales emitidos desde la izquierda y la derecha por quienes intentan acomodar el devenir histórico a los vaivenes de la contemporaneidad.
Contaba Dora Alonso que desde mi infancia mi proyecto de vida, proclamado sin titubeos, era ser intelectual. Me siento heredera de esa tradición forjada en los albores de la modernidad en espacios culturales de Europa y América, aunque nunca florecida en los países anglosajones donde el poder utiliza a tanques pensantes y modula en campus bien protegidos el quehacer de la academia.
En el proceso de construcción de la figura del intelectual, Voltaire es la bisagra entre dos tiempos. Frustrado en su papel de consejero de Federico de Prusia, se convierte en el burgués de Ferney. Consciente como pocos de las posibilidades del panfleto para convocar voluntades, interviene desde su bien protegido refugio en tanto voz alternativa autónoma frente a los poderes conjugados del estado autocrático y de la iglesia. Descubre un interlocutor posible en la opinión pública naciente.
En los días de Voltaire, los partidos políticos eran inexistentes. Germinaron con la Revolución Francesa en la confrontación entre jacobinos y girondinos. Crecieron en medio de los avatares de la consolidación del estado burgués. En las circunstancias de la Francia posrevolucionaria, los escritores tomaron diversos rumbos. Algunos se consagraron a la creación de su obra, encerrados en su cúpula protectora, desarmados cuando las contiendas, bélicas o civiles, tocaban a sus puertas. Otros, como Lamartine, casi siempre con poca fortuna, entraron en el juego de la política. En estos casos, la obra literaria constituía un valor simbólico, representativo ante la opinión pública, al servicio de ambiciones de otra índole. Dos figuras paradigmáticas beneficiarias de inmensa popularidad contribuyeron a configurar la imagen del intelectual comprometido. Se trata de Víctor Hugo y Emilio Zola.
El autor de Los miserables intuyó rasgos característicos del largo siglo en que vivió que escaparon a la perspicacia de muchos de sus contemporáneos. Poco importan las veleidades políticas de quien gustaba llamarse en sus años juveniles Víctor María conde Hugo, fascinado por el tinte aristocrático de una nobleza de reciente tinte napoleónico. Al situar las peripecias de Nuestra Señora de París en otro cambio de época fundamental, el amanecer de la modernidad bajo Luis XI, advertía con cierto anacronismo la singularidad del movimiento de masas, anuncio de un futuro democrático, a la vez que anunciaba la fuerza revolucionaria que habría de adquirir la imprenta, sustitutiva del papel desempeñado por la iglesia. Y aún más sabría aplicar en beneficio de la difusión de su obra esa lúcida percepción.
A ello responde el hábil montaje del escándalo de Hernani, maniobra eficaz para ofrecer al romanticismo la rápida conquista de un espacio público. Implementaba de ese modo mecanismos que prefiguraban la publicidad de nuestros días. Asociado a la vertiente social del romanticismo, empleó con acierto los recursos del folletín y del melodrama para alcanzar vasta audiencia. Desde su inmensa autoridad, el vate lanzó el arrasador libelo contra Napoleón, el pequeño. Y se instaló en el exilio. Con ese gesto, el poeta se convertía en conciencia moral de la sociedad.
En otras circunstancias, Emilio Zola se proyectó hacia el espacio público. Cuando asume la defensa de Dreyfus, seguía siendo un escritor controvertido. Su obra se hundía en zonas malolientes de la sociedad. Echaba a un lado los circunloquios del pudor. Se valió de la prensa para que su grito alcanzara la mayor resonancia posible. Contribuyó a desencadenar un debate político. Sufrió la persecución y el exilio. Pero, en una época de expansión y protagonismo de los partidos políticos, se mantuvo al margen. En los últimos años de su vida, truncada por un accidente nunca esclarecido del todo, volcó sus sueños utópicos en novelas pronto caídas en el olvido.
Colocado entre dos siglos, Romain Rolland sería el último representante del modelo decimonónico del intelectual convertido en conciencia moral de su tiempo. Mientras la socialdemocracia europea traicionaba su programa político al votar a favor de la guerra, el escritor, situado por encima de la contienda, siguió predicando la paz. Refugiado en Suiza, al igual que Voltaire, su prédica trascendió las fronteras de su país. Símbolo de una eticidad insobornable, prestó su nombre a cuanta causa consideró justa, sin renunciar nunca a su condición primordial de escritor.
Con el triunfo de la Revolución de Octubre, el debate se planteaba en otros términos. Entraba en juego el destino de la humanidad, la transformación de la sociedad a escala internacional. El acontecimiento se había producido en el contexto de una guerra de dimensiones nunca vistas, con su desfile de muertos, mutilados y condenados a plazo fijo por los gases tóxicos. “Nevermore”, prensaban los escritores aún desconocidos que regresaban del frente.
Las interrogantes acerca del papel del arte pasaron a un primer plano. Para los intelectuales, la disyuntiva se planteaba a partir de nuevas coordenadas sin antecedentes históricos frente a quienes se aferraban al sacerdocio. Del oficio, los surrealistas buscaban sus paradigmas en la conjunción de la intersección de Freud y Marx intentando conjugar un doble proceso emancipatorio. Instrumento de liberación, el arte se proponía cambiar la vida al margen de las contingencias impuestas por las demandas de una praxis política concreta. Esta fisura quebrantó el ala izquierda del movimiento, mientras en otro territorio se situaban quienes se atenían al estricto sacerdocio del oficio de la escritura.
Con esas premisas, el diálogo de los artistas con los dirigentes de los partidos comunistas de reciente creación atravesó escollos, malentendidos y experiencias frustrantes por ambas partes. La construcción del socialismo en un solo país después de los fracasos en Alemania y Hungría impuso la férrea defensa de la URSS. Un sectarismo a ultranza, con lamentables repercusiones en la América Latina, cerró las posibilidades de ejercicio de la crítica ante los errores derivados de algunas concepciones estalinistas. La guerra de España allanó diferencias y juntó voluntades. Poco después, el pacto Molotov-Ribbentrop volvía a sembrar el desconcierto.
El gran holocausto, masacre de judíos incluida, plantearía en términos inéditos el nevermore formulado a seguidas de la Primera Guerra Mundial. Ya no quedaba espacio para la inocencia. La barbarie y la amenaza nuclear amenazaban arrasarlo todo. Sartre se convirtió en vocero de la época. Sus especulaciones en el terreno filosófico no sobrepasaron los ámbitos académicos. Su obra de ficción ha sido melada por el tiempo. En el ensayo, en cambio, se mantiene la vigencia productiva, estimulante por su capacidad de generar ideas y reformular interrogantes. Sus relatos y sus obras de teatro recorrieron ambas orillas del Atlántico. Pero sus textos de carácter divulgativo y panfletario intervinieron de manera directa e inmediata en los acontecimientos y en el combate de las ideas.
El existencialismo es un humanismo que propuso una revitalización de esa corriente matriz del pensamiento occidental desde la visión trágica derivada de los horrores de la guerra. En ese contexto, el compromiso del escritor reivindicaba la asunción de una responsabilidad al margen y, a veces, por encima de las contingencias impuestas por la realpolitik. De ahí una larga historia de encuentros con los sectores de la izquierda militante requerida de un análisis más particularizado.
Desde los días germinales de las luchas independentistas, los intelectuales latinoamericanos establecieron un intenso diálogo con las corrientes que modulaban la modernidad en Europa occidental, fundamentalmente en Inglaterra y Francia. Sin soslayar el papel de las maniobras políticas formuladas por el poder hegemónico desde su cancillería, de Inglaterra llegaron las ideas económicas muy favorecidas por las oligarquías criollas. En el plano político, a partir de la Revolución Francesa se produjo un proceso de recepción activa, atemperada a las circunstancias locales, de las ideas procedentes de París. En nuestra América, sin embargo, la historia impuso las reglas del juego. En los momentos decisivos, los intelectuales no se limitaron al ejercicio de una conciencia moral. Asumieron papeles protagónicos en las luchas por la independencia y en la etapa fundacional de los nuevos estados.
“Libertad, igualdad, fraternidad” fue mucho más que una consigna. Se hizo carne en decretos inscritos en un calendario de nuevo tipo, de dulces resonancias pastoriles y sabor neoclásico. En un planeta que, al decir de Carpentier, se iba achicando, por efecto de carambola, el programa revolucionario se ajustó a las realidades de distintos contextos. En nuestra América, removió el independentismo y sacudió el espíritu abolicionista. Pero el planeta empequeñecía aceleradamente. En medio de la Primera Guerra Mundial, la Revolución de Octubre emergió como poderosa llamarada desde los confines del imperio de los zares. Anunciaba una conmoción más profunda, sin antecedentes en la historia. Mugriento y desarrapados, los pobres de la Tierra, soldados, obreros y campesinos intentaban tomar el cielo por asalto.
Para los intelectuales, parecía haber llegado la hora de tomar partido. Unos optaron por hacer del oficio un sacerdocio. Para quienes alentaban una vocación social, la disyuntiva se planteaba en términos inéditos. Las sociedades burguesas habían configurado el espacio político en torno al rejuego de los partidos. Mientras no llegara el momento decisivo de la revolución mundial postergada, los partidos comunistas proliferaron para preparar el porvenir mediante la lucha de masas. Reclamaban de sus miembros mucho más que la simple adhesión. En situación límite, el cubano Rubén Martínez Villena echó a un lado sus versos, afrontó adversidades e incomprensiones y quemó sus pulmones en el combate. La entrega implicaba también la asunción de los errores y la subordinación absoluta a los intereses supremos de la causa.
Algunos aceptaron la disciplina exigida por la militancia. Con el corazón bien situado a la izquierda del pecho, otros preservaron la autonomía de su obra, atravesaron malentendidos coyunturales, corrieron los riesgos implícitos al unir el prestigio de sus firmas y la autoridad de sus voces a favor de acciones decisivas. Así ocurrió ante la amenaza fascista, en la España desgarrada por el zarpazo franquista, ante la convocatoria del movimiento por la paz, en el enfrentamiento al colonialismo, en la solidaridad con el pueblo de Vietnam.
Desde su condición periférica, Cuba no permaneció ajena a los grandes conflictos de la modernidad. En Europa, la derrota de los comunistas en Alemania y Hungría postergaba de manera indefinida el sueño de la revolución mundial. La práctica histórica demostraba, una vez más, que el análisis macro de las contradicciones del capitalismo debía ajustarse al conocimiento concreto de las circunstancias multifactoriales existentes según el desarrollo desigual de países y regiones. La Tercera Internacional subordinó entonces la visión universalista a la necesidad de preservar el proyecto en un solo país, la URSS. Sus normativas se aplicaron en todas partes sin tener en cuenta, en muchas ocasiones, las particularidades de cada lugar.
En el caso cubano, el sectarismo restó el apoyo necesario a la zona radical del gobierno Grau-Guiteras después de la caída de Gerardo Machado. El viraje hacia la táctica de los frentes populares aspiraba a constituirse en valladar ante el avance incontenible del fascismo. Demostró su fragilidad durante la Guerra Civil española y Cuba fragmentó el programa de la izquierda antiimperialista al cristalizar en la alianza con Batista, a pesar de las razones de distinto orden que parecieron justificarla en aquel momento.
Para los cubanos, el punto de articulación de la izquierda se configuraba en torno a una tradición antiimperialista más o menos definida según las teorías de Lenin. Nacida de la memoria de la frustración del proyecto independentista por la intervención norteamericana en la guerra hispanocubana y la subsiguiente imposición de la Enmienda Platt, se había profundizado con la mediación Welles, con la intromisión en los asuntos internos del país y el respaldo irrestricto a la violencia represiva instaurada por Batista a partir de 1934. Defender las aspiraciones nacionalistas en ese contexto significaba emprender, por diversas vías, la necesaria construcción del país. Estos referentes, ajenos al panorama europeo del siglo XX, son indispensables para reconocer las claves de la historia de Cuba hasta nuestros días.
Con distinto grado de politización, los escritores y artistas cubanos asumieron la voluntad de contribuir al renacer de la nación. Las artes plásticas, la música y la literatura fijaron imágenes identitarias y rescataron zonas sumergidas de la cultura popular. Desconfiados de la política, algunos se recluyeron, con vistas a un porvenir posible, al sacerdocio de la creación. Otros cumplieron el deber ciudadano al ofrecer el respaldo solidario a las causas justas, aun corriendo los riesgos del fichaje por la embajada norteamericana y los cuerpos represivos locales. Unos pocos se sometieron a la disciplina militante. Desde cualquiera de estas posiciones, para la gran mayoría, el triunfo de la Revolución significó un compromiso definitivo con el rescate de los sueños por largo tiempo atesorados. Aunque afrontaran escollos, malentendidos y contradicciones, privilegiaron como razón de fidelidad, la exigencia de preservar las conquistas fundamentales de una nación soberana.
En los últimos cincuenta años, los cambios en el planeta se precipitan de modo vertiginoso. Achicadas las distancias por la aviación, lo hacen aún más con el empleo de las comunicaciones por vía electrónica. Perdida la brújula, las ballenas mueren a orillas de las playas. Un brillante juego de espejismos oculta las señales de la realidad. Ilusorios navegantes de Internet, mientras las diferencias se acentúan, creemos compartir, como pariguales, las mismas circunstancias, sin advertir que los intelectuales han perdido el protagonismo que otrora les fuera concedido.
Bajo la epifanía de los 60 del pasado siglo, con su multiplicidad de voces emergentes, se estaban diseñando estrategias inéditas para el afianzamiento del gran capital. Desde su angustia personal, Pasolini advertía el desgaste de los valores a partir del crecimiento del consumismo y de la influencia mediática inscritos en una sociedad del bienestar dirigida a paliar los síntomas de las revueltas sociales. Después de mayo del 68, se aceleraría el proceso de integración de los intelectuales al sistema mientras sus congéneres de América Latina sufrían la persecución y el martirologio.
La encrucijada actual de crisis económica y consiguiente agudización de los conflictos sociales, de deterioro ecológico y cambio climático, de mercantilización de ideas y manipulación de las personas a través de la canalización de la imágenes y el empleo de sofisticados mecanismos de mercadeo, requiere el rescate del intelectual tradicional, ese personaje anacrónico, dispuesto a repensar el mundo, a eludir las tentaciones de la moda, a devolver a la palabra su peso específico, a horadar falacias y espejismos, a preservar -afincada en la ética- la autoridad de su voz, a restaurar la confianza en el mejoramiento humano.
viernes, 10 de junio de 2011
jueves, 9 de junio de 2011
El falso mapa de Ted Henken.
Enrique Ubieta Gómez
Uno de los grandes obstáculos que ha enfrentado Estados Unidos en su guerra de subversión contra el gobierno cubano, ha sido la carencia de auténticos líderes sociales con un perfil contrarrevolucionario. Si en Polonia existía un Lech Walesa, indiscutible líder sindical anticomunista, en Cuba no aparece, en el espectro de la magra contrarrevolución interna, ninguna persona que haya sido alguna vez líder de su comunidad, de su fábrica, de su sindicato. Los llamados “líderes” de la contrarrevolución lo son en virtud de un “nombramiento” externo, mediático, y solo funcionan frente a una cámara de CNN o de TVE o en virtud de premios y designaciones de revistas pertenecientes a grandes corporaciones. Esto es válido especialmente para “figuras” como Yoani Sánchez. Los intentos de sacarla a la calle han fracasado. Hablo de ausencia de liderazgo popular.
Los ideólogos de la subversión –que no son cubanos, por supuesto--, lo saben, y necesitan de dos o tres anillos de contacto que amplíen el alcance de los falsos líderes. En el caso de la blogosfera el primer anillo es por supuesto el de la contrarrevolución abierta, y lo integran personas como Yoani, sean o no de su círculo de influencia. Es un anillo tan pequeño y viciado, tan implicado en contubernios trasnacionales, que es invisible para la sociedad cubana. La mayoría de las personas en Cuba supieron de su existencia por el programa Las razones de Cuba de la televisión cubana. Pero la causa de su invisibilidad no es la poca o nula difusión que el Estado que intentan subvertir da a sus escritos –en la historia de los conflictos sociales nunca ha sido ese un obstáculo insalvable, cuando se trata de líderes auténticos--, sino la poca legitimidad de sus integrantes, sus nexos públicos con embajadas de gobiernos extranjeros que trabajan abiertamente (y financian) la subversión del gobierno local. Por eso existe un segundo anillo menos enfático, “rebelde”, “no comprometido”, que enciende el intermitente hacia la izquierda y dobla hacia la derecha. Es el caso de Havana Times. Algunos de sus miembros cultivan la atractiva y falsa rebeldía que promociona el mercado, la que no parece conducir hacia ninguna parte, y acaba el recorrido en el garaje capitalista. Uno de los blogueros de este grupo se presenta así: “estoy muy bien definido políticamente: soy un agrio opositor de los mandones, los abusadores, los impositivos, los que se creen con la verdad etc. pónganse estos el traje que se pongan”. El lector, naturalmente, piensa que se refiere al imperialismo norteamericano: arrogante, abusador, impositivo, que se cree en posesión de una verdad absoluta y universal. Sin embargo, veremos más adelante cómo este autor aclara en sus escritos la posición que comparte. Ted Henken lo define así: “Havana Times es un experimento del norteamericano Circles Robinson (…) Quiso abrir el mundo cerrado del periodismo oficial cubano, por lo que fundó Havana Times: un sitio bilingüe inglés-español, con la propuesta de hablar sobre Cuba al mundo ‘con una mente abierta’, según la declaración de bienvenida al sitio. Es decir, intenta ser una alternativa al periodismo oficial sin escorarse hacia una crítica feroz ni a una alabanza sin fisuras. Como indiqué antes, esta independencia requiere una autonomía editorial y económica que se logra, irónicamente, a través de un yuma, Circles, quien financia el portal. (…) Havana Times, como Voces Cubanas, cuenta con un equipo o red ciudadana de traductores voluntarios, muchos de los cuales viven en EEUU, y sobrevive gracias a su bajo presupuesto y a la generosidad de Circles Robinson, quien no solo mantiene el sitio, sino que paga sus colaboraciones a quienes escriben en él”. Pero este segundo anillo tampoco tiene el alcance deseado, a pesar de su camuflaje tercerista e izquierdoso. Curiosamente, está amparado por el dinero de un yuma que incluso paga las colaboraciones, como dice El Yuma Ted.
Los grupos restantes que se presentan no son anillos del sistema opositor, sino espacios de participación de la Revolución. Espacios institucionales, en los que jóvenes blogueros revolucionarios, como el de la profesora universitaria Elaine Díaz o el de los jóvenes profesores y estudiantes matanceros de La Joven Cuba, abren por iniciativa propia. La estrategia de Henken y demás compinches es dividir la blogosfera revolucionaria: separar a los más jóvenes de los menos jóvenes, creando una zona supuestamente minada de intransigencia, de la que los demás deben diferenciarse. Zona que comparten los extremos a favor y en contra; sin embargo, elogia y propone el diálogo con la que se pronuncia abiertamente por la contrarrevolución. El objetivo de Henken está claro. Con cierta candidez mediática insinúa su propuesta, disfrazada de asombro: “Entre estos cuatro grupos hay muy poca relación. Apenas se conocen (…) Son cautelosos al hablar entre sí, dadas sus muy diferentes posiciones políticas. Hay desconfianza mutua. Pero los de Voces Cubanas me dijeron que en el pasado habían intentado entrevistar a Elaine Díaz y a los de La Joven Cuba, tender puentes, crear un diálogo, o intentarlo. Lo cual, para La Joven Cuba y Bloggers entraña un problema: si dialogan, aunque sea desde la diferencia, esto sería un modo de reconocimiento a los que han sido calificados oficialmente como mercenarios. Si se niegan a ello, ponen en duda su presunta independencia”.
El anzuelo está oculto en el trozo de pescado que ha sido lanzado al mar. Porque la blogosfera contrarrevolucionaria no tiene capacidad propia de diálogo con la sociedad cubana y necesita del liderazgo que solo los jóvenes de la Revolución, los que acceden al ciberespacio por voluntad propia, pueden proporcionar. Ese soñado tercer anillo sería el único capaz de conectar al más estrecho y francamente subversivo –que simboliza Yoani, el extremo en contra--, con la sociedad cubana. Conozco a los muchachos de La Joven Cuba, hemos conversado largamente en la Universidad de Matanzas, y admiro el trabajo que realizan. Por eso resulta ofensivo el intento por desmembralos del universo revolucionario, al que pertenecen por derecho propio. En un post reciente de Erasmo Calzadilla, el autor antes citado en su autopresentación de Havana Times, se hace un extraño elogio de La Joven Cuba. Extraño, porque Erasmo no expresa entusiasmo por ninguno de los post que diariamente publica el blog, sino por el carácter abierto de sus comentarios que, según dice, en un 99. 99% responden a la pregunta “¿qué es mejor, el socialismo o el capitalismo?”, para enseguida precisar: “Predominan en número y calidad (a juicio mío) los detractores del ‘socialismo’. Pongo las comillas porque son detractores del régimen cubano, al que yo no llamaría de este modo”. ¿Es realmente un elogio de La Joven Cuba? A pesar de su franca toma de partido –que clarifica en definitiva su “muy definida posición política”--, Erasmo que pasa la mano compasivamente al revolucionario Tatu y aplaude la brillantez del contrarrevolucionario El Vice, quiere que sean una Familia (en toda familia hay discusiones), y que dejen de pelear, para que “el polvo que levantan [no impida] ver otra Cuba”. ¿Otra…? Sí, ni socialista, ni capitalista. Imposible propuesta que sigue la recomendación del profe Ted. Puedo estar o no de acuerdo con algunas opiniones de mis compañeros de las universidades habaneras o de Matanzas, pero jamás se me ocurriría pensarlos ajenos a mis desvelos. Ellos son parte de la rica experiencia de participación ciudadana de la blogosfera revolucionaria, en la que no existen dos o tres “tendencias”, sino toda la diversidad de un país en Revolución. Ni los muchachos de La Joven Cuba sentirán vergüenza de compartir con Lagarde o conmigo la trinchera, ni nosotros nos sentiremos traicionados cuando discrepemos: a diferencia de la blogosfera contrarrevolucionaria, monótona y monotemática, nosotros somos diversos porque somos revolucionarios. Somos la verdadera Familia.
Muy brevemente debo comentar algunas de las “malévolas ingenuidades” que el profe Ted coloca en la respuesta a mi comentario anterior sobre el tema:
a. “Es decir para Ubieta todo gira en torno al dinero, pero yo diría que el dinero es solo un medio de intercambio; uno de los muchos posibles, y no malévolo por naturaleza. Además en este mundo nuestro tan super conectado no hay nadie absolutamente libre, ni Enrique Ubieta, ni Raúl Castro, ni Yoani Sánchez, ni Barack Obama, y por supuesto, tampoco Ted Hanken”. Estamos de acuerdo en que nadie es totalmente libre, pero cuando el dinero determina un posicionamiento, la libertad se reduce al mínimo, ¿o no?;
b. “Dice él que para conseguirlo no depende de ningún 'estado extranjero'. ¿De quién entonces?” Sin complejos Ted: del estado revolucionario cubano, es que soy cubano y no yuma, y soy además revolucionario ¿o es que crees que sería más libre si dependiera de Estados Unidos?;
c. “Probablemente no gane un salario por lo que escribe, ni pague dinero para acceder a Internet (parece que no tuvo muchas complicaciones para leer la entrevista de Encuentro), pero habría que preguntarse si no paga él algún precio político o ideológico por su acceso”. Pero Ted, tu que dices saber tanto del ciberespacio cubano, ¿no sabes que Encuentro envía el contenido de sus ediciones por la vía del correo electrónico a una larga lista de intelectuales cubanos, entre los que me encuentro? Ahí radica tu gran confusión: no pago ningún precio político o ideológico porque creo en la Revolución, y asumo su defensa –también la crítica si la creo necesaria--, como revolucionario que no cobra, nunca como mercenario (que sí cobra);
d. Ted: la frase de Bush, “el que no está conmigo está contra mí”, es exactamente lo opuesto a la de Fidel, “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución nada”. ¿Debo aclarar que Fidel estaba abriéndole la puerta a todos los no revolucionarios, que no estaban contra el proceso revolucionario?
Me he extendido ya demasiado en este post, pero me parece que es un tema que amerita ser debatido. Ted no se comporta como un académico conocedor, sino como un activista que cumple su tarea. Siento haber equivocado su apellido, no sé si eso pueda ocasionarle algún problema en su currículo. No sé ni me importa quien le paga, ni siquiera en su caso si le pagan, pero es importante desenmarañar sus ideas, insinuaciones y propuestas, sean abiertas o camufladas.
VEA TAMBIÉN SOBRE LA JOVEN CUBA: Los nuevos Quijotes matanceros.
Uno de los grandes obstáculos que ha enfrentado Estados Unidos en su guerra de subversión contra el gobierno cubano, ha sido la carencia de auténticos líderes sociales con un perfil contrarrevolucionario. Si en Polonia existía un Lech Walesa, indiscutible líder sindical anticomunista, en Cuba no aparece, en el espectro de la magra contrarrevolución interna, ninguna persona que haya sido alguna vez líder de su comunidad, de su fábrica, de su sindicato. Los llamados “líderes” de la contrarrevolución lo son en virtud de un “nombramiento” externo, mediático, y solo funcionan frente a una cámara de CNN o de TVE o en virtud de premios y designaciones de revistas pertenecientes a grandes corporaciones. Esto es válido especialmente para “figuras” como Yoani Sánchez. Los intentos de sacarla a la calle han fracasado. Hablo de ausencia de liderazgo popular.
Los ideólogos de la subversión –que no son cubanos, por supuesto--, lo saben, y necesitan de dos o tres anillos de contacto que amplíen el alcance de los falsos líderes. En el caso de la blogosfera el primer anillo es por supuesto el de la contrarrevolución abierta, y lo integran personas como Yoani, sean o no de su círculo de influencia. Es un anillo tan pequeño y viciado, tan implicado en contubernios trasnacionales, que es invisible para la sociedad cubana. La mayoría de las personas en Cuba supieron de su existencia por el programa Las razones de Cuba de la televisión cubana. Pero la causa de su invisibilidad no es la poca o nula difusión que el Estado que intentan subvertir da a sus escritos –en la historia de los conflictos sociales nunca ha sido ese un obstáculo insalvable, cuando se trata de líderes auténticos--, sino la poca legitimidad de sus integrantes, sus nexos públicos con embajadas de gobiernos extranjeros que trabajan abiertamente (y financian) la subversión del gobierno local. Por eso existe un segundo anillo menos enfático, “rebelde”, “no comprometido”, que enciende el intermitente hacia la izquierda y dobla hacia la derecha. Es el caso de Havana Times. Algunos de sus miembros cultivan la atractiva y falsa rebeldía que promociona el mercado, la que no parece conducir hacia ninguna parte, y acaba el recorrido en el garaje capitalista. Uno de los blogueros de este grupo se presenta así: “estoy muy bien definido políticamente: soy un agrio opositor de los mandones, los abusadores, los impositivos, los que se creen con la verdad etc. pónganse estos el traje que se pongan”. El lector, naturalmente, piensa que se refiere al imperialismo norteamericano: arrogante, abusador, impositivo, que se cree en posesión de una verdad absoluta y universal. Sin embargo, veremos más adelante cómo este autor aclara en sus escritos la posición que comparte. Ted Henken lo define así: “Havana Times es un experimento del norteamericano Circles Robinson (…) Quiso abrir el mundo cerrado del periodismo oficial cubano, por lo que fundó Havana Times: un sitio bilingüe inglés-español, con la propuesta de hablar sobre Cuba al mundo ‘con una mente abierta’, según la declaración de bienvenida al sitio. Es decir, intenta ser una alternativa al periodismo oficial sin escorarse hacia una crítica feroz ni a una alabanza sin fisuras. Como indiqué antes, esta independencia requiere una autonomía editorial y económica que se logra, irónicamente, a través de un yuma, Circles, quien financia el portal. (…) Havana Times, como Voces Cubanas, cuenta con un equipo o red ciudadana de traductores voluntarios, muchos de los cuales viven en EEUU, y sobrevive gracias a su bajo presupuesto y a la generosidad de Circles Robinson, quien no solo mantiene el sitio, sino que paga sus colaboraciones a quienes escriben en él”. Pero este segundo anillo tampoco tiene el alcance deseado, a pesar de su camuflaje tercerista e izquierdoso. Curiosamente, está amparado por el dinero de un yuma que incluso paga las colaboraciones, como dice El Yuma Ted.
Los grupos restantes que se presentan no son anillos del sistema opositor, sino espacios de participación de la Revolución. Espacios institucionales, en los que jóvenes blogueros revolucionarios, como el de la profesora universitaria Elaine Díaz o el de los jóvenes profesores y estudiantes matanceros de La Joven Cuba, abren por iniciativa propia. La estrategia de Henken y demás compinches es dividir la blogosfera revolucionaria: separar a los más jóvenes de los menos jóvenes, creando una zona supuestamente minada de intransigencia, de la que los demás deben diferenciarse. Zona que comparten los extremos a favor y en contra; sin embargo, elogia y propone el diálogo con la que se pronuncia abiertamente por la contrarrevolución. El objetivo de Henken está claro. Con cierta candidez mediática insinúa su propuesta, disfrazada de asombro: “Entre estos cuatro grupos hay muy poca relación. Apenas se conocen (…) Son cautelosos al hablar entre sí, dadas sus muy diferentes posiciones políticas. Hay desconfianza mutua. Pero los de Voces Cubanas me dijeron que en el pasado habían intentado entrevistar a Elaine Díaz y a los de La Joven Cuba, tender puentes, crear un diálogo, o intentarlo. Lo cual, para La Joven Cuba y Bloggers entraña un problema: si dialogan, aunque sea desde la diferencia, esto sería un modo de reconocimiento a los que han sido calificados oficialmente como mercenarios. Si se niegan a ello, ponen en duda su presunta independencia”.
El anzuelo está oculto en el trozo de pescado que ha sido lanzado al mar. Porque la blogosfera contrarrevolucionaria no tiene capacidad propia de diálogo con la sociedad cubana y necesita del liderazgo que solo los jóvenes de la Revolución, los que acceden al ciberespacio por voluntad propia, pueden proporcionar. Ese soñado tercer anillo sería el único capaz de conectar al más estrecho y francamente subversivo –que simboliza Yoani, el extremo en contra--, con la sociedad cubana. Conozco a los muchachos de La Joven Cuba, hemos conversado largamente en la Universidad de Matanzas, y admiro el trabajo que realizan. Por eso resulta ofensivo el intento por desmembralos del universo revolucionario, al que pertenecen por derecho propio. En un post reciente de Erasmo Calzadilla, el autor antes citado en su autopresentación de Havana Times, se hace un extraño elogio de La Joven Cuba. Extraño, porque Erasmo no expresa entusiasmo por ninguno de los post que diariamente publica el blog, sino por el carácter abierto de sus comentarios que, según dice, en un 99. 99% responden a la pregunta “¿qué es mejor, el socialismo o el capitalismo?”, para enseguida precisar: “Predominan en número y calidad (a juicio mío) los detractores del ‘socialismo’. Pongo las comillas porque son detractores del régimen cubano, al que yo no llamaría de este modo”. ¿Es realmente un elogio de La Joven Cuba? A pesar de su franca toma de partido –que clarifica en definitiva su “muy definida posición política”--, Erasmo que pasa la mano compasivamente al revolucionario Tatu y aplaude la brillantez del contrarrevolucionario El Vice, quiere que sean una Familia (en toda familia hay discusiones), y que dejen de pelear, para que “el polvo que levantan [no impida] ver otra Cuba”. ¿Otra…? Sí, ni socialista, ni capitalista. Imposible propuesta que sigue la recomendación del profe Ted. Puedo estar o no de acuerdo con algunas opiniones de mis compañeros de las universidades habaneras o de Matanzas, pero jamás se me ocurriría pensarlos ajenos a mis desvelos. Ellos son parte de la rica experiencia de participación ciudadana de la blogosfera revolucionaria, en la que no existen dos o tres “tendencias”, sino toda la diversidad de un país en Revolución. Ni los muchachos de La Joven Cuba sentirán vergüenza de compartir con Lagarde o conmigo la trinchera, ni nosotros nos sentiremos traicionados cuando discrepemos: a diferencia de la blogosfera contrarrevolucionaria, monótona y monotemática, nosotros somos diversos porque somos revolucionarios. Somos la verdadera Familia.
Muy brevemente debo comentar algunas de las “malévolas ingenuidades” que el profe Ted coloca en la respuesta a mi comentario anterior sobre el tema:
a. “Es decir para Ubieta todo gira en torno al dinero, pero yo diría que el dinero es solo un medio de intercambio; uno de los muchos posibles, y no malévolo por naturaleza. Además en este mundo nuestro tan super conectado no hay nadie absolutamente libre, ni Enrique Ubieta, ni Raúl Castro, ni Yoani Sánchez, ni Barack Obama, y por supuesto, tampoco Ted Hanken”. Estamos de acuerdo en que nadie es totalmente libre, pero cuando el dinero determina un posicionamiento, la libertad se reduce al mínimo, ¿o no?;
b. “Dice él que para conseguirlo no depende de ningún 'estado extranjero'. ¿De quién entonces?” Sin complejos Ted: del estado revolucionario cubano, es que soy cubano y no yuma, y soy además revolucionario ¿o es que crees que sería más libre si dependiera de Estados Unidos?;
c. “Probablemente no gane un salario por lo que escribe, ni pague dinero para acceder a Internet (parece que no tuvo muchas complicaciones para leer la entrevista de Encuentro), pero habría que preguntarse si no paga él algún precio político o ideológico por su acceso”. Pero Ted, tu que dices saber tanto del ciberespacio cubano, ¿no sabes que Encuentro envía el contenido de sus ediciones por la vía del correo electrónico a una larga lista de intelectuales cubanos, entre los que me encuentro? Ahí radica tu gran confusión: no pago ningún precio político o ideológico porque creo en la Revolución, y asumo su defensa –también la crítica si la creo necesaria--, como revolucionario que no cobra, nunca como mercenario (que sí cobra);
d. Ted: la frase de Bush, “el que no está conmigo está contra mí”, es exactamente lo opuesto a la de Fidel, “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución nada”. ¿Debo aclarar que Fidel estaba abriéndole la puerta a todos los no revolucionarios, que no estaban contra el proceso revolucionario?
Me he extendido ya demasiado en este post, pero me parece que es un tema que amerita ser debatido. Ted no se comporta como un académico conocedor, sino como un activista que cumple su tarea. Siento haber equivocado su apellido, no sé si eso pueda ocasionarle algún problema en su currículo. No sé ni me importa quien le paga, ni siquiera en su caso si le pagan, pero es importante desenmarañar sus ideas, insinuaciones y propuestas, sean abiertas o camufladas.
VEA TAMBIÉN SOBRE LA JOVEN CUBA: Los nuevos Quijotes matanceros.
miércoles, 8 de junio de 2011
Escándalo por juego bélico durante visita de niños a cuartel alemán.
Un cuartel del Ejército alemán organizó en su día de puertas abiertas un juego para niños consistente en bombardear un pueblo en miniatura, bautizado además como una localidad kosovar donde las tropas nazis ejecutaron a 300 personas, publica hoy el diario "Bild am Sonntag". Los niños que participaban en la polémica atracción el fin de semana pasado en el cuartel de Bad Reichenhall, Baviera, recibían armas de juguete y "disparaban" contra varias casitas, algunas de ellas con las ventanas rotas o carbonizadas, simulando un bombardeo. El diario muestra fotos de niños de unos ocho años apuntando con ametralladoras contra las casas y asistidos por soldados. El escándalo, sin embargo, saltó a la luz por el nombre elegido para bautizar el pueblo, "Klein Mitrovica" (Pequeña Mitrovica). Mitrovica es una ciudad kosovar ocupada en 1942 por el Ejército nazi, que creó una suerte de campo de concentración donde 300 gitanos roma fueron encerrados, obligados a hacer trabajos forzados y finalmente ejecutados, explica "Bild am Sonntag". "Poner armas en la mano de niños y hacerlos disparar sobre una ciudad en miniatura es un escándalo inconcebible", señaló al diario Anna Jade, portavoz del grupo antifascista Rabatz, que denunció lo ocurrido. DPA
martes, 7 de junio de 2011
Cuba en la Copa de Oro: un comentario de Tony Guerrero.
UNIVISIÓN VS. DIGNIDAD.
Queridos amigos:
Ayer se inauguró la Copa de Oro, torneo de fútbol de la CONCACAF, una confederación que agrupa a casi 40 países de Norte y Cetroamérica y las islas del Caribe.
Le tocó a la selección cubana jugar el primer partido de este evento, frente a un rival que le ha ganado siempre y que es uno de los mejores equipos de la región, el de Costa Rica. Se sabía que ibamos a un juego dificil. Empezamos bastante agresivos, pero tras los dos primeros goles la superioridad de los costarricenses se hizo más y más evidente.
La cadena Univision transmitió el juego. Creo que van a cubrir todos los partidos.
A pesar de perder por abultado marcador de 5 goles a cero, los jóvenes cubanos jugaron con dignidad y nunca se rindieron. Así lo aprecié. Espero la dirección del equipo saque las mejores conclusiones de este encuentro. El siguiente será con México que es, sin dudas, el mejor equipo de toda esta región. La selección mexicana derrotó, también ayer, a la de El Salvador, con igual goleada.
Una vez más, la cadena Univision utilizó la ocasión de la transmisión de un juego donde participa un equipo cubano para la burda propaganda contra la Revolución y contra la unidad de nuestro pueblo, nada más y nada menos que invitando para entrevistas y para los comentarios a dos jóvenes cubanos que desertaron en Copas anteriores y que ahora juegan en equipos del campeonato estadounidense. No necesito dar todos los detalles de lo que hablaron quienes decidieron un día, por un poco de dinero, traicionar a su equipo y a su patria. Resulta que esos personajes comentaban que les dolía la derrota y que si les daban la oportunidad se pondrían la camiseta de Cuba y saldrían a jugar al terreno. Pienso, al profesor y al licenciado, tal como se titulan los flamantes narradores de fútbol, les falto preguntarles varias cosas a sus invitados, y entre ellas unas muy básicas y simples, que, como decimos los cubanos, "se caen de la mata":
¿Cómo, a pesar de su talento, llegaron a formarse como futbolistas? ¿Cómo dicen que se pondrían ahora la camiseta del equipo cubano y saldrían a jugar, cuando, teniendo la posibilidad de hacerlo, abandonaron su equipo en medio de un torneo?
Los cubanos, que amamos la obra revolucionaria y que sabemos apreciar todo lo que ella le ha dado a nuestro pueblo, hemos aprendido que la dignidad no se vende y nunca se podrá comprar ni con todo el dinero del mundo. Ese amor infinito y puro de todo nuestro pueblo heroico será siempre la medalla
que recibirán nuestros deportistas ganen o pierdan, y esa jamás la podrán llevar quienes traicionen la gloria que se ha vivido.
Cinco abrazos.
!Venceremos!
Tony
6 de junio de 2011
FCI Florence
Queridos amigos:
Ayer se inauguró la Copa de Oro, torneo de fútbol de la CONCACAF, una confederación que agrupa a casi 40 países de Norte y Cetroamérica y las islas del Caribe.
Le tocó a la selección cubana jugar el primer partido de este evento, frente a un rival que le ha ganado siempre y que es uno de los mejores equipos de la región, el de Costa Rica. Se sabía que ibamos a un juego dificil. Empezamos bastante agresivos, pero tras los dos primeros goles la superioridad de los costarricenses se hizo más y más evidente.
La cadena Univision transmitió el juego. Creo que van a cubrir todos los partidos.
A pesar de perder por abultado marcador de 5 goles a cero, los jóvenes cubanos jugaron con dignidad y nunca se rindieron. Así lo aprecié. Espero la dirección del equipo saque las mejores conclusiones de este encuentro. El siguiente será con México que es, sin dudas, el mejor equipo de toda esta región. La selección mexicana derrotó, también ayer, a la de El Salvador, con igual goleada.
Una vez más, la cadena Univision utilizó la ocasión de la transmisión de un juego donde participa un equipo cubano para la burda propaganda contra la Revolución y contra la unidad de nuestro pueblo, nada más y nada menos que invitando para entrevistas y para los comentarios a dos jóvenes cubanos que desertaron en Copas anteriores y que ahora juegan en equipos del campeonato estadounidense. No necesito dar todos los detalles de lo que hablaron quienes decidieron un día, por un poco de dinero, traicionar a su equipo y a su patria. Resulta que esos personajes comentaban que les dolía la derrota y que si les daban la oportunidad se pondrían la camiseta de Cuba y saldrían a jugar al terreno. Pienso, al profesor y al licenciado, tal como se titulan los flamantes narradores de fútbol, les falto preguntarles varias cosas a sus invitados, y entre ellas unas muy básicas y simples, que, como decimos los cubanos, "se caen de la mata":
¿Cómo, a pesar de su talento, llegaron a formarse como futbolistas? ¿Cómo dicen que se pondrían ahora la camiseta del equipo cubano y saldrían a jugar, cuando, teniendo la posibilidad de hacerlo, abandonaron su equipo en medio de un torneo?
Los cubanos, que amamos la obra revolucionaria y que sabemos apreciar todo lo que ella le ha dado a nuestro pueblo, hemos aprendido que la dignidad no se vende y nunca se podrá comprar ni con todo el dinero del mundo. Ese amor infinito y puro de todo nuestro pueblo heroico será siempre la medalla
que recibirán nuestros deportistas ganen o pierdan, y esa jamás la podrán llevar quienes traicionen la gloria que se ha vivido.
Cinco abrazos.
!Venceremos!
Tony
6 de junio de 2011
FCI Florence
De vuelta con los amigos.
Durante mi ausencia se ha movido la polémica. He visto con satisfacción que algunos textos míos han producido reacciones diversas: de apoyo, la mayoría, algunas de discrepancia y otras, de franca histeria. Me reí mucho con un texto lleno de bilis de Haroldo Dilla Alfonso, que no dice nada. Respondí a Rabsverg, por supuesto, lo necesario, que era poco. Y a Henken, le responderé. Ahora, solo quiero saludar a todos mis amigos y disculparme por la ausencia. Y colocar al menos el enlace para el artículo de Arnold August, que ya circula profusamente:
Ravsberg, BBC, Shakespeare y Cuba.
Ravsberg, BBC, Shakespeare y Cuba.