Enrique Ubieta Gómez
Tomado del diario Granma
Durante más de medio siglo, el gobierno de los Estados Unidos ha manipulado sus relaciones migratorias con Cuba como instrumento de presión o chantaje políticos. De una parte, la asfixia económica de un bloqueo que en lugar de ceder se acrecienta con los años; por la otra, el incentivo de la emigración ilegal —el nuestro es el único país del mundo cuyos ciudadanos son aceptados y regularizados de inmediato si pisan ilegalmente territorio estadounidense—, y su politización, al establecer que todo emigrado cubano es un "refugiado". Solo crisis como las de 1980 y 1994, han obligado al gobierno vecino a sentarse en la mesa de negociaciones, a la que ha sido invitado siempre por Cuba. Del primer encuentro, emergió un Acuerdo de Normalización firmado el 12 de diciembre de 1984. Entre otros aspectos, aquel esfuerzo de concertación implicaba la devolución al país de 2 746 "excluibles" del "éxodo" del Mariel, que vivían en Estados Unidos y la concesión por parte de su Gobierno de hasta 20 mil visas anuales a ciudadanos cubanos que deseaban emigrar. Cuba cumplió sus compromisos de forma rigurosa. El Acuerdo se mantuvo vigente durante ocho años, hasta 1994 —su letra quedó sin efecto entre 1985 y 1987, por la salida al aire de la mal llamada Radio Martí—, pero de las 160 mil visas que, sumadas, debieron ser concedidas por los Estados Unidos, solo se entregaron 11 mil 222, es decir, el 7 % del total posible. En contraposición, continuó la irresponsable aceptación en territorio norteamericano de polizontes o secuestradores de naves aéreas y marítimas.
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