Ya estoy en casa, después de transcurridos los 21 días de aislamiento preventivo en el IPK. Nada de ébola ni de malaria. De vuelta a la vida, es decir, a la pelea. Gracias, una vez más, a nuestros médicos que se la juegan día a día en África, en América Latina, en cualquier rincón del planeta. Gracias, a los que aún permanecen en el Centro de Tratamiento del ébola de Coyah, en Guinea. Gracias, porque nos hacen mejores seres humanos a todos los cubanos.
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