Atilio A . Boron
En la nota del último domingo en Página/12 José Pablo Feinmann escribió un sentido y merecido homenaje a Salvador Allende, uno de los grandes líderes del socialismo latinoamericano.[1] No obstante, hay un par de pasajes de su escrito que merecen ser examinados más cuidadosamente porque proponen de manera categórica dos tesis que, a mi entender, deberían ser cuidadosamente matizadas.
Una de ellas es el que dice que “Allende fue el más original, el más creativo de los líderes socialistas del siglo XX.” Sin desestimar para nada la entrañable figura del patriota chileno me parece que una afirmación de ese tipo hace poca justicia a líderes como Lenin, Mao, Ho Chi Minh y Fidel, que emprendieron la construcción del socialismo en contextos históricos, geográficos y estructurales mucho más difíciles que lo que existían en el Chile de comienzos de la década del setenta. Sin negar la originalidad de Allende al intentar construir el socialismo confiando en que la institucionalidad burguesa de Chile y sus soportes -la judicatura, el congreso, las fuerzas armadas, los medios de comunicación- tendrían la elasticidad suficiente como para asimilar un proyecto de cambio encaminado a trascender ese orden burgués, pocas dudas caben que la creatividad y originalidad que demostraron los arriba nombrados al intentar fundar una alternativa socialista en sociedades agrarias, atrasadas, con grandes segmentos hundidos en el analfabetismo y, en el caso de Cuba, a 90 millas de los Estados Unidos, fue por lo menos tan grande como la que exhibiera el líder chileno.
Pero si en el pasaje anterior el problema es la exagerada valoración de la creatividad de Allende como un rasgo absolutamente inédito en la historia de los socialismos del siglo veinte, en el siguiente pasaje estamos en presencia de un serio error de apreciación. En efecto, Feimann asegura que “(C)uando Castro lo visitó [en Noviembre-Diciembre de 1971] le dijo que tenía que recurrir a la violencia si quería sostenerse. Allende no lo hizo.” Pues bien: no hay absolutamente ninguna evidencia de que Fidel hubiera formulado tan desubicado comentario ante su anfitrión. Yo vivía en Chile cuando se produjo la larga visita de Fidel y en ningún momento en los 25 discursos que pronunció durante su estancia en ese país –que fueron metódicamente cubiertos por la televisión pública y la prensa de izquierda- ni en el diálogo sostenido con el presidente Allende, coordinado por el periodista Augusto Olivares, se escuchó a Fidel decir algo semejante.[2] De haberlo dicho, la prensa oligárquica, comenzando por El Mercurio, y los partidos de la derecha jamás hubieran dejado pasar por alto la oportunidad de fustigar salvajemente a Allende, exacerbando su crítica al supuesto “violentismo” de la Unidad Popular.
En el diálogo coordinado por Olivares Fidel decía que era necesario ver si es que los intereses, afectados por las políticas del gobierno de Allende, “se resignarán pasivamente a los cambios de estructura que la Unidad Popular y el pueblo chileno han querido llevar adelante. Y es de esperar, si nosotros vamos a analizar teóricamente esta cuestión, que hagan resistencia, hagan resistencia fuerte e incluso hagan resistencia violenta, de manera que ése es un factor que no se puede descontar en absoluto en la actual situación chilena.” A lo cual Allende respondía: “Tú lo has dicho y yo creo que es muy justo; los revolucionarios nunca han generado la violencia. Han sido los sectores de los grupos golpeados por la revolución los que generan la violencia en la contrarrevolución.” En resumen: contrariamente a lo que afirma Feimann, Fidel nunca le aconsejó a Allende que recurriera a la violencia. Sólo se limitó a decir que los sectores desplazados o afectados en sus privilegios por las políticas del líder socialista chileno difícilmente aceptarían el veredicto de la lucha de clases sin oponer violenta resistencia, observación que le pareció “muy justa” a Allende.
Me ha parecido importante hacer esta aclaración, en homenaje a la verdad histórica y por respeto a dos de las más grandes figuras de las luchas emancipatorias de Nuestra América: Salvador Allende y Fidel Castro Ruz.
[1] Cf. “Las grandes alamedas”, en http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-228552-2013-09-08.html
[2] La transcripción de dicho diálogo puede leerse íntegramente en: “El diálogo de América”, en www.archivochile.com
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