Enrique Ubieta Gómez
Ha llegado Fernando a suelo cubano. Siempre estuvo en la Patria, pero ahora por fin llega a su suelo. Cuba está expectante. Hay que traerlos a todos, porque ningún cubano es libre sin ellos. Una madre, una esposa, una Patria que esperaban por el hijo, por el hombre que partió para defenderlas. Bienvenido, comandante invicto de las nuevas generaciones. Te necesitábamos junto a tu hermano René, como necesitamos a Ramón, a Tony y a Gerardo. Ustedes son la Brigada de Refuerzo Moral que la Revolución socialista necesita, los herederos de los héroes de la Sierra y del Llano, de aquellos que pelearon contra los bandidos en el Escambray o alfabetizaron, de los fundadores: ustedes, los que crecieron en las aulas universitarias del socialismo cubano y fueron a pelear por la justicia en Angola –e hicieron posible el fin del Apartheid en Sudáfrica y el regreso de Mandela–, y después, porque nunca basta, fueron a impedir que los terroristas que se cobijan en territorio estadounidense obstruyeran la paz con justicia que habíamos conquistado. Llegan invictos, soldados de la paz, para poner sus hombros junto a los nuestros en la reconstrucción del socialismo cubano.
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