Foto: Iván Soca
E. U. G. En la tarde-noche del jueves 25 –cumpleaños 79, por cierto, de mi madre–, tuvo lugar la peña mensual de Vicente Feliú en la Casa del Alba, que es punto de encuentro y partida de su cruzada a favor de la canción trovadoresca latinoamericana. En esta ocasión, el invitado fue Rey Montalvo. Excelente concierto, de buena música, y de textos irónicos, certeros, filosóficos. Al público habitual se sumó la presencia de los fieles de Rey, que a pesar de su juventud (o gracias a ella) son de todas las edades. Confabulados, desde el mismo inicio, estaban también algunas personalidades de la cultura: el poeta Waldo Leyva, Víctor Casaus y María Santucho y ya en las postrimerías, Abel Prieto. Como las noches de poesía suelen terminar en conversaciones de corte social y político (ya lo dijo Serrat), Yirmara, Roche y el hijo de ambos, locos hermosos, antes de regresar a Matanzas –desde donde vinieron para no perderse el concierto–, compartieron sueños y preocupaciones en casa. Al día siguiente, no llegó el huracán que yo anhelaba y tuve que partir de madrugada hacia la Isla de la Juventud, no en plan de vacaciones sino de trabajo, así que apenas hoy cuento esta historia, que ya es vieja. Pero puedo agregar ahora una satisfacción: el Partido, nuestro Partido, sin aspavientos mediáticos, movilizó su autoridad y hoy en la madrugada supimos que los perfumes que supuestamente homenajeaban al Che y a Chávez, no saldrán al mercado. Algo bueno tuvo ese incidente: nos mostró hasta dónde puede avanzar la "desideologización" del mercado. El jueves 25 venció la poesía.
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