martes, 25 de mayo de 2010

Si todos me ven no dejo huellas.

Santiago Alba Rico
La Calle del Medio 24
En un mundo ciego estaríamos todo el tiempo tanteándonos las manos en la oscuridad y buscándonos con la boca las orejas. En un mundo enteramente visual, donde los cuerpos sólo tuvieran forma, nos pasaríamos el día tendiéndonos imágenes o imponiéndolas o robándonoslas los unos a los otros como única vía de acceso individual a la existencia. ¿Qué significa mirar? ¿Qué efectos introduce en la materia? Plutarco, hablando de los enamorados, decía que una mirada es capaz de producir un incendio a muchos metros de distancia, lo que han hecho literalmente cierto, sin odio y sin amor, los pilotos que bombardean Iraq o Afganistán desde sus aviones. Los hombres se miden recíprocamente, se clasifican, se humillan y se homenajean con los ojos; hay formas de atención que encierran en el propio cuerpo -eso que llamamos “pena” o “vergüenza”- y otras que corrompen el alma a fuerza de insistencia y sobreprotección. La invisibilidad es la condición de los que están atrapados en el muro de su propia carne, sin ninguna salida hacia los otros; la sobrevisibilidad es la maldición de los que no pueden contraerse bajo ninguna concha o caracola para aliviarse a solas de la exigente luz general. Pero, ¿qué significa mirar? ¿Qué significa mirar, no desde los propios ojos sino desde un órgano colectivo, mecánico, aparentemente impersonal? ¿Qué significa ser mirado por todo el mundo al mismo tiempo? ¿Qué significa mirar y ser mirado -una vez extirpado el anticuado ojo individual- con una cámara? En 1797 Jeremy Bentham, filósofo inglés fundador del utilitarismo, ideó una cárcel modelo con el propósito de que los prisioneros estuvieran todo el tiempo, en todos los momentos de su existencia cotidiana, bajo la mirada central de la institución penitenciaria. Bentham llamó a esta propuesta de totalitarismo visual “Panóptico”, porque subrogaba la mirada de Dios, capaz de penetrar todos los rincones, pero con técnicas y objetivos sociales. Su proyecto fue materializado en distintos lugares del mundo -la Cárcel Modelo de Madrid, la Caseros de Buenos Aires, la Rotunda de Venezuela, la Penitenciaría de Lima o el Panóptico de Bogotá- antes de extenderse, como bien analizó el pensador francés Michel Foucault, al ejército, el trabajo o la educación.
Hoy la cámara ha separado definitivamente la mirada de los cuerpos y generalizado, a modo de medio ecológico o atmosférico de las ciudades capitalistas, la visibilidad total del Panóptico. Un ciudadano de Londres, por ejemplo, es grabado una media de cuatrocientas veces al día y sólo en Madrid hay un mínimo de 20.000 cámaras en lugares públicos -o penetrando en ellos- dedicadas a registrar y almacenar las imágenes de los madrileños en sus recorridos comerciales cotidianos. Y si es verdad que las cámaras han llegado ya hasta los colegios y se siguen utilizando para disciplinar a sujetos declarados peligrosos, lo cierto es que el Panóptico urbano moderno no es una extensión de la prisión, como quería Foucault, sino del mercado. Es la lógica del centro comercial, en el que la vitrina y la vídeo-cámara se confunden para construir sobre todo consumidores de imágenes, la que se ha extendido a todos los otros espacios: el banco, el aeropuerto y el museo, claro, pero también el metro, donde 3.000 cámaras graban ininterrumpidamente en Madrid a los pasajeros que, en los andenes, contemplan las pantallas encendidas que -también ininterrumpidamente- emiten publicidad explícita o encubierta. Esta atención constante aumenta menos la seguridad del Estado que los beneficios de las empresas y sus responsables de marketing; y esta atención constante -corrupción del alma capitalista- no nos hace sentir prisioneros, no, sino protegidos y, aún más, valorizados y hasta salvados.
En el mercado, la atención panóptica está dirigida hacia los productos, para protegerlos o para publicitarlos, y los productos por excelencia, junto a los carros, los perfumes y las pantallas de plasma, son las imágenes mismas: eso que llamamos también “celebridades”. Cuando pensamos en una cámara depredadora, persiguiendo y grabando sin descanso un objeto, no pensamos en los delincuentes o los inmigrantes, abandonados ya a su suerte y obligados a buscar una ambigua oscuridad, sino en Messi o Cristiano Rolando, en la princesa Letizia o en Carla Bruni, en actrices, cantantes, deportistas famosos -reflejos puros que, al revés que los vampiros, ya no tienen cuerpo sino sólo imagen en el espejo. Cuando pensamos en el Panóptico no pensamos en la prisión sino en el escaparate: todos queremos ser productos, todos queremos ser grabados, todos queremos ser vendidos, incluso gratis, en este intercambio generalizado de imágenes caníbales. No nos vigilan, nos dan valor; y si nuestro valor depende de la cámara que nos extrae de nuestra triste carne amurallada, ¿no habrá que pagar por ello? Sólo esta lógica del Panóptico mercantil puede explicar que el hotel St. Christopher Inn's de Londres ofrezca una habitación en la que se filma a los huéspedes las 24 horas del día y cuyas imágenes se difunden en tiempo real por Internet; o que los clientes europeos del prostíbulo Big Sister en Praga paguen un suplemento para que sus encuentros sexuales se registren y se difundan en la red. Sólo esta lógica del panóptico comercial puede explicar que los occidentales midan su libertad por el número de televisiones y de mirones.
“Publicidad” fue el gran descubrimiento de la Ilustración y la Revolución Francesa: la liberación del espacio público de los caprichos y arbitrariedades privadas del rey. Hoy este concepto se ha pervertido de tal modo que “publicidad” evoca, al contrario, la penetración de los intereses particulares en un espacio público condenado a ser la extensión ampliada -mediante tecnologías capaces de separar el ojo del cuerpo- de los murmullos más íntimos, de los impulsos más instintivos, de las frustraciones individuales más socialmente estereotipadas. Ningún malestar puede ser corregido, pero puede ser al menos grabado y difundido. No hay nadie tan pobre, tan ignorante, tan extraviado, tan loco, tan violento, tan desdichado, tan malo, que no pueda formar parte de esta comunidad visual. El espacio público, definido ahora como el conjunto de todas las imágenes privadas convergentes en las pantallas, exige y disculpa lo que las leyes condenan. El pasado mes de marzo, por ejemplo, un programa de televisión español, Generación Ni-Ni, no sólo grabó en una habitación cerrada una agresión sexual sino que después grabó también y difundió, con ánimo presuntamente pedagógico, el debate que los agresores y la víctima, sentados a la misma mesa junto a dos psicólogos, mantenían en torno a las imágenes, en un ejercicio metatelevisivo destinado a convertir un delito condenado con hasta 10 años de prisión en una broma pesada a gusto de todos los públicos (incluida la agredida). El Panóptico de Bentham disciplinaba a los delincuentes; el panóptico mercantil "delicuentiza" y absuelve a los indisciplinados. Y divierte a los parados.
La hipocresía de Tartufo era odiosa. Su inversión no lo es menos. Antes había cosas que uno sólo se permitía en privado; hoy, en el marco del panóptico mercantil, es al revés: hay cosas que sólo se permiten -y hasta se exigen- en público. “Ahora que nadie me ve”, pensaba el hipócrita, “voy a pegar a mi perro”. “¿Para qué voy a pegar a mi perro si nadie me ve?”, se dice hoy el consumidor europeo. Y basta que aparezca una cámara para que nos pongamos a apalearlo sin piedad.
Pero es que ahora las cámaras están por todas partes.
Ay de los que no apaleen a su perro en público sino en privado, porque serán despreciados y hasta encarcelados.
Y ay -ay- de los que no apaleen nunca a su perro -y además quieran a sus vecinos y luchen a su lado por un espacio público no mercantil- porque entonces todos los periódicos, televisiones y ejércitos del mundo se alzarán contra ellos para exterminarlos.

Washington y su todopoderosa Asociación Nacional del Rifle.

Nicanor León Cotayo.
Un importante asesor de la Casa Blanca, Dan Restrepo, dijo el viernes que no presentarán una iniciativa ante el Congreso para detener las ventas de armas de asalto.
Así lo solicitó la semana pasada el presidente de México, Felipe Calderón, durante su visita a Estados Unidos, en la que pidió suspender el flujo ilegal de ese armamento hacia su país.
Según Restrepo, el asunto fue reclamado “en todas las ocasiones” que el presidente Barack Obama se ha reunido con Calderón.
A partir del año dos mil seis en México han perecido unas veintidós mil setecientas personas desde que se recrudeció la lucha contra el narcotráfico.
Al hablar junto a Calderón en una rueda de prensa, Obama expresó: “Es absolutamente cierto que la demanda por drogas en Estados Unidos ayuda a empujar esta crisis de seguridad pública en México.”
Resulta difícil frenar el trasiego ilegal de armas hacia México que beneficia a los narcotraficantes porque, en primer lugar, lo favorece la Asociación Nacional del Rifle, donde se agrupan los más poderosos fabricantes de armas de ese tipo.
Según denunció Calderón en Washington, el incremento de la violencia producto del narcotráfico en México ha tenido lugar al mismo tiempo que el cese de la prohibición a la venta de armas de asalto en Estados Unidos.
En cada proceso electoral que tiene lugar en ese país, la Asociación Nacional del Rifle hace grandes donaciones a candidatos luego puestos a su servicio.
Esto último llegó a denunciarlo hasta el demócrata William Clinton cuando todavía se desempeñaba como jefe de la Casa Blanca. Otra muestra del tipo de democracia y derechos humanos que Washington representa. ¿Opinará el Parlamento Europeo al respecto, o una vez más guardará silencio?

domingo, 23 de mayo de 2010

Ramón Lobo, “El País”, y la mojiganga periodística.

Antonio Rodríguez Salvador
Imagino que a Jorge Ángel Hernández –quien sin dudas es el escritor cubano que más ha teorizado sobre el misterio de lo cómico– , de vez en cuando le brillen los ojos y se le escape un sarcasmo, al recordar esa suerte de anti-entrevista perpetrada en su contra por el señor Ramón Lobo el pasado 21 de mayo en la contraportada de El País.
Como bien lo conozco, sé cuánto nos divertiremos al evocar la estampa de agente 007 –que con traje del 50 va por todo Madrid encañonando a la periodista cubana Rosa Miriam Elizalde-- con que cuasi lo dibuja el susodicho corresponsal de guerra Ramón Lobo. Y realmente no sé si de pronto el reportero está padeciendo esa clase de psicosis común entre los veteranos de guerra, tantos años cubriendo tiroteos por todo el mundo puede haberle dejado algunas secuelas; en cualquier caso algo raro tiene que estarle ocurriendo, pues de pronto también le ha dado por hacer de juez entre lo que es cómico o no. Claro está, Jorge Ángel pudiera recordarle aquella máxima de Luigi Pirandello: “el artista ordinario se fija en el cuerpo solamente”, pecado que comete Lobo una y otra vez, según veremos, y así no solo la ganada autoridad de Jorge Ángel en la materia permitiría condecorar a Lobo con el título de latoso, sino que el certificado estaría avalado asimismo por los clásicos. Porque veamos cómo es Lobo quien en verdad se pone un traje oscuro y fuera de moda, en realidad una camisa de once varas, pues de pronto le asienta muy bien aquello de zapatero a tus zapatos. Si reviso el magnífico ensayo La risa según Bergson, escrito tiempo atrás por Jorge Ángel Hernández, descubro que la carcajada puede ser un correctivo para quien se adjudica cualidades que no tiene; una suerte de vacuna contra la pedantería. Para llegar a lo concreto, le cuento algunos de los aullidos retóricos de Lobo, en una entrevista donde habla mucho más que la entrevistada. Veamos entonces un par de manipulaciones bien baratas, por lo fácil que son de desmontar:
Escribe el corresponsal de guerra: “Las dictaduras navegan mal por Internet, donde circulan ideas, noticias e imágenes con rapidez y libertad”, y a continuación pone punto y seguido, y coloca el nombre de Rosa Miriam Elizalde. Así, mediante el uso de un elemental recurso cohesivo pretende confundir al lector, haciendo creer que la frase fue dicha por la periodista cubana. Otra perla, esta por demás subrayada en un recuadro: “La periodista cubana lleva una web oficial, pero aquí no se libra del acompañante”. Eso escribe Lobo, pero ¿acaso estuvo siguiendo a Rosa Miriam Elizalde por todo Madrid como si fuera un vulgar paparazzi? ¿Será esta la desinformación elevada al cuadrado? ¿Tiene Lobo conexiones con la policía secreta española? ¿O es que en realidad el agente secreto es él, y no José Ángel Hernández?
En fin, cierra Lobo su anti-entrevista con un chiste sobre la falta de ideas, pero caramba, si gracias a su retórica vacía, amén de jocosas contradicciones de su discurso, él mismo ha probado tener muy pocas, y estar en desacuerdo con ellas. Dice Bergson “Lo cómico es más bien rigidez de gestos que rigidez de aspecto”; y vean ustedes si Lobo no recuerda acaso esa clase de fonomímicos que doblan discos fuera de revoluciones: lo imagino, incluso, enfatizando con dedo papal lo previamente grabado, mientras da pataditas de Chaplin a 18 cuadros por segundo bajo la mesa del restaurante. Pero en realidad es un fonomímico muy mal curtido, huelga decirlo, porque sus labios ni siquiera consiguen elemental sincronismo, demasiadas son sus pifias e ignorancias: de modo que la risa no proviene de su arte, sino del soberano ridículo que a los cuatro vientos proclama gracias a El País. Una y otra vez viaja del sesgo al cliché, de la peyoración, a la bufonada. Así, el escritor no come una pizza: la devora. Es el encargado de que no surjan los grises, pero Rosa Miriam lo deja hablar para ella comer. Por último, a Lobo la realidad le parece poco digna de la noticia: Por ejemplo, el bloqueo norteamericano (que él sustituye por la palabra “embargo” hasta cuando opina la periodista cubana), son las palabras de siempre. En cambio, Rosa Miriam Elizalde da una clase de argumentación en el poco espacio que deja ese lobo periodista que, al menos en este reporte, ha derivado en pobre caperucito. Y por qué la entrevistaron entonces, podría preguntar cualquiera de buena fe. Simple, porque los de El País necesitan seguir presentándose como campeones de la “democracia”, la “libertad de expresión”, y todos esos humos con que enmascaran su cada vez más intragable retórica absolutista.
Es tal el creciente descrédito que padecen –por causa de un periodismos amarillista, un discurso apocalíptico, inflamatorio y demonizante– que ya no pueden sostener más su famoso eslogan de pluralidad y vocación izquierdista.
Ni acaso tornar creíble el nombre de su periódico, que en vez de El País, pudiéramos llamar por ejemplo La Colonia. En sus apuros financieros han tenido que hacer como Doctor Fausto, vender su alma al diablo, y ahora sus directivos tienen que parar la oreja para atender dictados de Berlusconi o Wall Street.
Por otra parte, quien someramente revise los artículos que sobre Cuba, Venezuela, Bolivia, o cualquier otro país del ALBA publica El País, le quedaría muy en claro que, cuando menos, la pluralidad que anuncian resulta bastante singular. Más fácil, sin embargo, resulta explicar por qué continúan llamándose de izquierda. Y esto es porque en su caso pueden despojar la palabra de sus connotaciones políticas tradicionales, y dejarla solo en sinónimo de lo siniestro.

Comisario a mi pesar.

Jorge Ángel Hernández
Me parecía poco probable que, luego de que nuestra conversación con el periodista Ramón Lobo, mientras almorzábamos en Madrid en el Café de Oriente, el viernes 14 de mayo, le diera pocas oportunidades de corroborar sus prejuicios políticos y su incapacidad democrática, el diario que lo emplea, El País, publicase nada de lo que allí se habló. El austero costo del almuerzo podía incluso justificar la decisión. Fue una de las inmediatas impresiones con las que Rosa Míriam Elizalde y yo bromeamos, además de con la desesperación del periodista porque jamás apareció el fotógrafo. En principio, me resultó incómodo descubrir que ni conocía ni anotó mi nombre, aunque basta colocarlo en la barra de cualquier buscador para llevarse al menos una idea. Luego, al escucharlo equivocarse con otros personajes de mucha mayor repercusión mediática, se hizo evidente que estaba tan desinformado, que dependía apenas de clichés al uso, que ni siquiera entró en temas considerados “difíciles” para quienes, según la norma de la galopante contrarrevolución, trabajamos por guión. Y era evidente, como la propia Rosa Míriam lo anota, que el guión de rigor estaba previamente escrito para una publicación en la cual fines predeterminados justifican cualquier tipo de medio. Que tuviésemos diferente criterio, y que al mismo tiempo no repitiésemos la línea de consignas oficiales (o sea, que tuviésemos opinión propia, diferente a la que decía tener) parecía un poco más de lo que estaban dispuestos a admitir.
A pesar incluso de que se le dieron datos, elementos, impresiones, razonamientos que daban testimonio —testimonio, insisto— del ejercicio de la crítica y las transformaciones internas cubanas, el señor Lobo prefirió convertirlas en un acto de “marketing político” y dio por sentado, además, que repetíamos un discurso oficialmente planeado. Le hablé de la publicación que edito —Hacerse el cuerdo—, que se coloca en web, para que comprobara el tono de las críticas que, dentro, se llevaban a efecto. Se mostró, en los pocos cruces de opiniones que intentó sostener, incapaz de demostrar sus criterios, desde luego contrarios a los que sostuvimos. Me pareció uno de esos periodistas, que también tenemos por acá, firmes en su objetivo de no apartarse de los planes temáticos ni de la construcción sintáctica prevista. Cuando más, como cuando recurrió a los chistes, su actitud fue de inamovibles prejuicios y opiniones monolíticamente construidas. Acaso le molestara a Lobo que, por mi parte, entrara en valoraciones de tipo sociológico sobre la supeditación de oposición por democracia que lleva a cabo toda la campaña internacional de injerencia en el socialismo cubano, es decir, la guerra directa contra la soberanía nacional; y acaso además le molestara escucharme definir, someramente, para no apabullar con sobredimensionamientos teóricos al desarmado interlocutor, qué es una verdadera oposición, un grupo de presión y cómo se comportan los casos referidos, de los que poco conocía, en la sociedad civil cubana. Y estas cosas, mire usted, también las he estado publicando en web. Pero, es así y solo así, cuando las conclusiones están dadas antes del debate, no hay nada más seguro que ignorar.
El señor Lobo, de acuerdo con la habitual norma del diario que lo emplea, no circula ideas, sino constructos ideologizados, no ofrece a sus lectores verdades, sino mentiras insidiosas, amén de un aprovechamiento banal de la apariencia. Busca desacreditarme por la antigüedad de mi ropa, por su color, por la ubicación geográfica del lugar donde vivo, ya que la asociación cuyo comité de escritores presido no es “local”, sino nacional: se trata de la UNEAC (Unión de escritores y artistas de Cuba, con sedes de rango similar en todas las provincias del país), cargo que se ocupa por elección de sus propios miembros y no por designación de nadie y por el cual no se recibe retribución económica alguna. Y prueba además a desacreditarme con una absurda paradoja: me considera un comisario listo para socorrer a Rosa Míriam, entrenado para que “no surjan los grises” en la charla. De no haber sido un ignorante extremo de nuestras circunstancias, el periodista se habría ahorrado el ridículo de fallar un penalti sin portero.
Claro, que todo puede resolverse publicando el contenido de la conversación. Si tanto defendemos la verdad, pongamos la verdad en blanco y negro, sin los grises de la adaptación del periodista, empleado de El País. Pudiera verse entonces el tono de intercambio, el argumento en su expansión posible. Si el bloqueo, no embargo, como escribe, es pretexto, que lo quiten y ¡ya!, ¡a la porra el sistema caduco!, ¿No es verdad? Y, por si no fuera suficiente, pudiera comprobarse que fueron tres los chistes que cruzamos. Primero, el que él evoca una vez que se le han contestado la mayoría de sus inquietudes; consistía en el clásico panorama de varios jefes de estado que llaman al diablo, al infierno, y reciben altos costos por el concepto de larga distancia, en tanto la llamada de Fidel (Castro) resulta ser local. Contado, sí de su parte, con excesivo alargue de la situación y poca gracia. Un chiste de antiguo repertorio, como con facilidad se aprecia, cuya autoría adjudicó a su colega Mauricio Vicent. El segundo chiste se lo ofrecí de inmediato, lo he publicado incluso, y se resume a partir de que, luego de hibernar por siglo y medio, Gorbachov vuelve a la existencia a mediados del siglo XXII y, tras numerosas preocupaciones, pregunta qué ha sido de esa isla del Caribe que insistió en seguir hacia el comunismo. La respuesta es: —No se preocupe, Mijaíl, que eso está al caerse. El tercero de los chistes lo cuenta él mismo en su amañada reseña y lo hizo al final, cuando estábamos a punto de levantarnos y él seguía insistiendo en marcar el teléfono de su fotógrafo. El trabajo de Lobo, contrario a lo que le adjudica a Rosa Míriam Elizalde, no es difícil: puede mentir arteramente y seguirá siendo considerado un portador de serias opiniones; puede desconocer la libertad de opinión y seguirá siendo aceptado como un exponente de la diversidad; puede discriminar al otro por la elección de su ropa y seguirá siendo aceptado como un controlador del juicio; puede ser un analfabeto político y seguirá siendo instructor de concepciones altruistas (nos confesó que era de izquierdas); puede comportarse como un perfecto ignorante y seguirá sintiéndose un ente superior. Este señor periodista no sólo ignora mi nombre, sino mi obra literaria, publicada en Cuba y no muy complaciente que digamos. Allí debía ir, para que se entere de cosas que tal vez rompan su esquema. Pero leerse algo, de repente, acentuaría no sólo su cuota de ignorancia, si no la certeza de que lo que estoy diciendo responde a un ejercicio vivo, latente en la bloqueada Cuba que vivimos. Y hay mitos que no se pueden arriesgar, a menos que se esté dispuesto a enfrentar el peligro de despido.Si, por mi parte, dudaba de que El País publicase nuestra conversación, seguro estoy de que no se tomará el trabajo de incluir en sus páginas ningún comentario de respuesta. Es algo a tal grado opresivo, violador de la libertad de opinión y el derecho al ejercicio democrático del criterio, que por sí mismo se impone. Por paradoja básica, es la expresión del temor de quien se sabe con suficiente poder como para hundirse en el caos si lo pierde. Un monopolio sólo admite lo que a su monopolio beneficia. Un alienado, neopanglosiano feliz con su soldada, no admite más que lo que el monopolio del cual es propiedad está dispuesto a admitir. Son, en efecto, conductas muy antiguas, oscuras, comisariadas por la norma del lobo que de periodista se disfraza.

sábado, 22 de mayo de 2010

Un dilema de nuestro tiempo: capitalismo o socialismo.

Eliades Acosta Matos.
Lo que mantiene al capitalismo global atado al sillón del sicoanalista no es el fantasma del comunismo, sino el peligro presente y futuro que brota, testarudo e inagotable, de lo profundo de sí mismo. El sistema que se sueña como un atildado caballero posmoderno eternamente joven y feliz, democrático y glamoroso, de discurso políticamente correcto e irreprochable urbanidad, se estremece cada amanecer al descubrirse con las manos manchadas de sangre y la inexplicable recurrencia de imágenes infernales: niños africanos famélicos, pingüinos y osos polares moribundos, turbas que se acuchillan en los estadios de fútbol, atacantes suicidas que se inmolan, guerras de verdad con sangre, huérfanos, mutilados y vísceras palpitantes, no como las de la CNN, filas de desempleados japoneses que esperan un plato de sopa, quiebra de emporios otrora intocables como la General Motors, y ciertas fotos de Abu Grahib que, no sabe por qué, le recuerdan tanto a los grabados goyesco con penitentes, desastres y brujas.
Y no es sólo un problema de estadísticas, de contracción económica, de una clase media que regresa de los asépticos suburbios a las callejuelas proletarias, de pilotos y médicos extenuados por exceso de trabajo y menos paga. Es todo eso, por supuesto, pero sobre todo, la decadencia de sus sueños, el agotamiento de sus discursos legitimadores, la crisis profunda de liderazgo, la perspectiva de que está a un tris de volar por los aires la gobernabilidad conseguida con la “ingeniería del consenso y el consentimiento” de aquel seráfico Edward Louis Bernays, sobrino de Sigmund Freud y seguidor del Gustave Lebon de La psicología de las multitudes.
La catástrofe económica real, pura y dura, que afecta a la economía global es una parte del mal que estremece las madrugadas del capitalismo de nuestro tiempo. De la extensión y malignidad de ese cáncer sólo se musita en los pasillos profundos del poder corporativo, jamás se le explica a los ciudadanos. Pero se delatan los políticos y académicos del sistema que intentan apaciguarnos: los delata ese rictus de amargura y nerviosismo inocultable en la comisura de sus labios. Porque la verdad se viene abriendo paso. Nos enteramos en el minuto en que hicimos las cuentas del mes y el salario ya no cubrió los gastos indispensables. Nos avisó cuando alguien nos informó que se contraían los programas educacionales y de seguridad social. No en vano temblamos el día en que notamos que el vecino había dejado de salir al trabajo en las mañanas y ahora se paseaba por el barrio con aire ausente, como de perro apaleado.

La confesión de Obama.
La verdad se impone cuando, después de dormirnos con índices discretos pero esperanzadores de una incipiente recuperación de los niveles de empleo, de un aumento de las compras, de un freno a la caída, nos levantamos un día para no volvernos a dormir más tras leer un reporte publicado por AP, el pasado 2 de abril. Citando declaraciones del presidente Obama en el programa televisivo “The Early Show”, se levanta una parte del velo que cubría lo cierto y quedamos anonadados con el mazazo de la realidad: “Estados Unidos se dirige a la bancarrota” ha revelado, respondiendo a quienes lo atacan por los enormes gastos que significaría su flamante reforma sanitaria.
¿Y cuál es el estremecedor significado de esta confesión? No solo, como afirma uno de los lectores de la nota de AP, “…que el país se encuentra en una caída en espiral. Y que lo que le espera no es el desastre de una nación del Tercer Mundo, sino que para definirlo habrá que crear el concepto de Cuarto Mundo”. Lo realmente malo de esta declaración es que se produce inmediatamente después que se nos había dicho que “…en el mes de marzo de 2010, se había producido el mejor índice de recuperación de empleos en los últimos tres años. 162 mil empleos se crearon, aunque se mantiene la tasa de desempleo nacional en 9,7%, lo que significa quince millones de parados”.
Y hay razón, cuando en uno de los anuncios diarios con que la derecha pensante -que se agrupa alrededor de Heritage Foundation- fustiga a Obama, se daba a los lectores la bienvenida “al mundo de la dependencia del gobierno… pues la recuperación no ha llegado al sector privado y las cifras apaciguadoras que se brindan incluyen 48 mil empleos temporales federales, para llevar a cabo el Censo del presente año”.
Cuando le economía anda mal, todo lo demás hace rato que lo refleja. Por eso el Estados Unidos de Obama está estremecido por las turbas de populistas de derecha del Tea Party Movement y neoconfederados pendencieros, que ya entrenan y se arman bajo el paternal financiamiento de “millonarios patriotas”. Y se sienten vientos de fronda de una guerra civil de la que ya ha comenzado a hablarse, como en los días de Lincoln y Jefferson David: el FBI acaba de arrestar a nueve miembros de una milicia cristiana belicosa, los Hutarees, que planeaban atentar contra policías y funcionarios estatales para “liberar a la nación de sus enemigos, que han copado al gobierno traidor”. Apenas unos días después se informó del ultimátum dado a los gobernadores del país por otro grupo extremista, Los guardianes de la República Libre, fijándoles un plazo de tres días para abandonar sus puestos en aras de “acometer la reconstrucción nacional”.
¿Debemos asombrarnos que ese mismo capitalismo global, ese esquizofrénico incurable, tienda su vista al pasado para exorcizar a sus demonios y escapar del laberinto de sus contradicciones? ¿Nos sorprende, acaso, que busque, a como dé lugar, retornar al estado pre-crisis, cuando podía vendernos impunemente el embuste monumental de que encarna por derecho casi divino la felicidad, la prosperidad y la paz procurada por los hombres de todas las épocas?

Recetas neoliberales.
En el portal Townhall.com -brazo armado de la atildada Heritage Foundation- se barajan ya fórmulas alquímicas salvadoras, como ocurre en cada época decadente. Para Mona Charens, de lo que se trata es de regresar a las recetas neoliberales, de sacudirle el polvo a aquella “revolución conservadora” de principios de los 80. “Con pasión, convicción y un carácter indomable -nos revela- la Sra. Thatcher privatizó las industrias estatales… permitiendo al país volver a jugar el rol que siempre había jugado en la arena internacional… Como decía la Dama de Hierro, ‘El declive no es inevitable’ y no lo es, cuando existe el liderazgo adecuado”.
Pero algunos pequeños detalles que no menciona hacen dudosa la receta: esa intervención providencial costó 3,6 millones de desempleados, la caída de las exportaciones nacionales en un 30% con respecto a 1978, diez militantes del IRA muertos en huelga de hambre por reclamar que se les reconociera como presos políticos, el cierre de 79 minas de carbón, la liquidación total de la industria de la construcción naval, y una bagatela llamada guerra imperialista de las Malvinas.
Apenas tres meses antes, también en Townhall.com, esa vieja sibila neoconservadora que es Charles Krauthammer había alertado sobre los peligros de la recuperación. “El socialismo se derrumbó tan espectacularmente -afirmaba- que la Izquierda quedó anonadada hasta que descubrió el nuevo gambito ganador: la metamorfosis de rojo en verde… Las nuevas elites culturales (liberales) -concluye- se reafirman al oficiar un réquiem por el socialismo ante el altar del ambientalismo… Esta vez la justificación no es abolir la opresión, sino salvar el planeta”. En consecuencia, la ciudadela a proteger de los embates de los nuevos bárbaros es la ecología, y la estrategia es negar la existencia del cambio climático. Roja es la ciencia que lo demuestra, tanto como para Pinochet lo fue el marxismo gramsciano, “la peor de todas sus versiones” en tanto culta y liberada de dogmas. Por él, afirmaba, se vio obligado a “mantenerse vigilante, al pie del cañón”. Sólo le faltó admitir que con el sable ensangrentado desenvainado y la orden de fusilamiento a flor de labios.

¿Un nuevo capitalismo?.
Cuando los ideólogos del capitalismo global se muestran tan erráticos y desesperados, es señal de que la metástasis del sistema toca ya los órganos vitales. En política “lo cierto es lo que no se ve”, al recto decir de José Martí. Por eso, quien desee hoy tomar el pulso a la decadencia, atisbar en las entretelas de este veterano mecanismo de coerción social no entenderá nada si lee que en 2009, año en que la caída tocó fondo, la cifra de millonarios norteamericanos creció 16%. Quien busque las causas de la agonía de un mundo que se muestra hoy asmático y desfallecido deberá explicarse por qué y para qué el gobierno de Obama, el del “cambio y la esperanza”, premió con 700 mil millones de dólares a los grandes bancos culpables de la crisis, y no auxilió a sus víctimas inocentes.
Hoy la testaruda economía política de Carlos Marx no dicta sus lecciones apelando a cifras macroeconómicas, sino a las que están sublimadas en las microhistorias colaterales; no en los discursos donde se les disimula, sino en las indiscreciones donde ellas mismas se delatan: en el nerviosismo de un Nicolás Sarkozy que recuerda la necesidad de inventar “un nuevo capitalismo”, o en aquella conferencia de 1992, durante la cena anual del American Enterprise Institute, cuando Irving Kristol recordó a los que celebraban demasiado apresuradamente, que el futuro del capitalismo siempre se vería comprometido por la conjunción de crisis económicas y explosiones contraculturales, nacidas ambas de las entrañas del propio sistema.
Lo que los espanta no es la pérdida temporal de las ganancias, ni los crecimientos detenidos, que a fin de cuentas pueden ser paliados con explotación aún más despiadada de las economías del Tercer Mundo, o de los trabajadores del Primero, recortando programas sociales por aquí, o exportando tanques, aviones y balas por allá, para ser usados en las guerritas espléndidas que siempre pueden ser atizadas. Lo que los ocupa es el peso creciente de la cultura y los valores en la lucha de clases de nuestros días. Y que, como afirmase el periodista Stew Magnusson, en julio de 2007 “…cuando llega el momento de la batalla de ideas, Estados Unidos descubre que no tiene un general que la dirija…”.
Les preocupa el precio creciente del pensamiento crítico que resurge, y también las posibilidades de su difusión barata e instantánea, casi imposible de controlar, ocultar o censurar. Estrategas al estilo de Martin S. Lind, Martin Van Cleveld o Thomas X. Hammes han desarrollado la teoría de las guerras de cuarta generación, en las que, por primera vez en la historia de la Humanidad, un tipo de guerra asimétrica enlazada con la tecnología y dirigida a vencer moral y simbólicamente al oponente antes que a aniquilarlo, no depende del potencial económico de los rivales enfrentados. Y para que no quepan dudas del peligro, nos remiten a la derrota estratégica de la invasión israelí al Líbano de julio a agosto de 2006 a manos de Hezbollah, pertrechado con la televisora satelital Al Manar, un profundo trabajo político previo con la población chiita, y sentido creativo y exacto de lo que es y para qué sirve Internet.
Lo que los preocupa ya no es que la terca realidad desafía al discurso triunfalista y apaciguador, ni siquiera que ese mismo discurso haya dejado de ser creíble, a juzgar por los avances de la Izquierda en América Latina. Ni que la palabra “socialista” en boca de los enemigos de Obama esté regresando a una escena política donde antes se le desterró. Lo que les preocupa es que ya no hay nada que ofrecer, ninguna teoría estrella que promover, como aquella del fin de la historia, de Francis Fukuyama, ni ningún Milton Friedman que endiosar.

Socialismo creador.
Crisis siempre ha habido y habrá en el capitalismo, son consustanciales al sistema, se generan en lo profundo de su naturaleza. Especialmente, como está ocurriendo, cuando la realidad de su economía se sustituye por la virtualidad del capital especulativo y se derrocha por encima de las posibilidades. Y cuando más luces necesita el sistema para hallar la salida del laberinto, lo que encuentra es la decadencia del pensamiento de sus ideólogos e intelectuales, el estrechamiento de las opciones anti-crisis, el descreimiento generalizado y esa indefinible sensación, flotante, inasible, pero concreta y omnipresente, de que nos hallamos ante el definitivo agotamiento de un sistema devorado desde dentro por sus propios excesos.
Caídas todas las máscaras, de vuelta la Humanidad de todas las historias, vistos todos los filmes, escuchados todos los discursos, odiados todos los enemigos ciertos o falsos, sólo queda el vacío y el caos. “El principal defecto del conservadurismo moderno radica en su incapacidad para desafiar al liberalismo a un nivel intelectual, especialmente en lo relativo a la idea del progreso -sentenció Steven Hayward. Para enfrentar a la Izquierda… los conservadores deben oponer algo más que invocaciones al mercado o a la libertad”.
Y ya no hay Ejército Rojo a quien culpar. Ni conspiraciones bolcheviques por descubrir. Tampoco oro de Moscú. Ni bandera de la hoz y el martillo enfrentada a la libertad de Occidente, o sea, del capitalismo. Y aún sin URSS en los mapas, ni estatuas de Marx, Engels y Lenin en las plazas, sin koljoses ni konsomoles, casi sin partidos comunistas a quienes siempre se atribuyó el malestar de nuestra época, este no cede, y peor aún, se incrementa hasta alcanzar cotas jamás vistas.
Y hete aquí que en la bajadita los esperamos, como les anunció Hugo Chávez. Algo maltrechos y dispersos, es verdad, pero tras haber salvado la cultura de lucha y resistencia, “que es lo primero que siempre hay que salvar”, como predijo Fidel Castro.
Porque de salvar se trata, no sólo de rebasar el malestar evidente de nuestra época. De salvar al mundo de las garras de un sistema autodestructivo y alienante. De resolver el dilema entre un socialismo creador, de un lado, y un capitalismo decadente, del otro.
La buena noticia es que esto recién acaba de empezar.

viernes, 21 de mayo de 2010

Lecciones de libertad de expresión: El País le hace una No entrevista a Rosa Miriam y desconoce a Jorge Ángel.

Enrique Ubieta Gómez
Una vez más El País demuestra que el capitalismo no tolerará jamás la libre expresión. Ramón Lobo se las ingenia para recortar las respuestas disidentes de Rosa Miriam Elizalde, rodearlas de frases prefrabricadas por el rencor, y deslizar acotaciones que desvirtúan lo que él --pequeño Dios soberbio--, nos permite conocer de lo que ella dijo. Si la entrevistada habla de las "penurias tecnológicas" que el bloqueo económico norteamericano nos impone en el uso de Internet, el entrevistador (léase mejor, el Consorcio PRISA que paga y manda) escribe que "las dictaduras navegan mal por Internet, donde circulan ideas, noticias e imágenes con rapidez y libertad". Pero cada acotación suya desmiente esa libertad. Mientras Rosa Miriam habla con calma, y matiza sus argumentos, el Consorcio trasnacional replica con epítetos, en blanco y negro (es decir, en negro). Si uno se salta los comentarios del emisario de la Empresa El País, la explicación de la periodista cubana resulta arrolladora:
"Sufrimos un embargo tecnológico. EE UU nos impide el acceso al cable submarino; dependemos de las conexiones por satélite en las que la velocidad es muy lenta", se queja la periodista. "El embargo no es una excusa, sino una realidad cotidiana. Cuba fue el último país de América Latina en acceder a Internet en 1996 debido a la Ley Torricelli y aún nos prohíbe el acceso al comercio electrónico. Tengo 43 años y he vivido toda mi vida bajo él. No podemos comprar software y si lo hacemos es en otros países y pagamos ocho veces más. Creamos la web con programas gratuitos en Internet".
A veces, los comentarios del entrevistador revelan la prepotencia del nuevo rico, que navega en mares turbulentos, de crisis, pero que se siente superior a sus hermanos, hasta ayer muy cercanos en penurias económicas. Son observaciones de comadre de aldea: "un hombre de traje oscuro y antiguo que se presenta como presidente de una asociación local de escritores, devora una pizza de quesos del país"; "(ella) tenía capricho de algún plato vasco en honor de su abuelo, pero se conforma con una sepia a la plancha"... No estoy seguro de que el ignorante emisario del Consorcio PRISA --me refiero a Ramón Lobo---, sepa que ese señor pobre, que es descrito por su ropa "antigua", y del que habla en tono despectivo, es Jorge Ángel Hernández (poeta, narrador, ensayista, Villa Clara, 1961), uno de los más importantes escritores cubanos de su generación (de los de afuera y de los de adentro), avalado por innumerables premios.
Pero los escritores cubanos se dividen para El País en dos grupos: el de los brillantes y el de los oscuros. No es una división extraña; lo sorprendente es que la calificación no la merecen por su obra literaria, sino por sus pronunciamientos políticos. Los brillantes son aquellos que coquetean con las posiciones (políticas) de PRISA; los oscuros --como el traje antiguo que fatalmente pudo conseguir para su viaje Jorge Ángel--, aquellos que se niegan a la manipulación. El mensaje es todavía más indignante y espúreo: el Poder advierte que cualquier escritor por importante que sea, no será promovido (ni siquiera mencionado por su nombre) en los grandes medios, si no se declara en contra de la Revolución cubana. Formidable lección de lo que PRISA entiende por "libertad de expresión".
Versión de Rosa Miriam Elizalde: El País tóxico.

jueves, 20 de mayo de 2010

ALELUYA A LA MENTIRA.

Alpidio Alonso-Grau
El reciente 75 aniversario del salvadoreño Roque Dalton y el próximo 80 que celebrará el cubano Roberto Fernández Retamar, me incitan a proponer una relectura de sendos textos de estos poetas a la luz de la denominada «Plataforma de españoles por la democratización de Cuba».
En ambos casos se trata de criterios expresados hace más de cuarenta años. Desde sus respectivas miradas, cada uno aborda el tema de la manipulación de la opinión contra las ideas revolucionarias, lo cual, para empezar, revela, cuando menos, la antigua data de este tipo de práctica en la política dirigida por el imperialismo contra proyectos sociales como el emprendido por nuestro pueblo en 1959. Vistos en perspectiva, ambos textos resultan igualmente iluminadores en muchos otros aspectos vinculados con la naturaleza y los propósitos de la actual campaña lanzada contra Cuba por nuestros enemigos a través de los grandes medios de comunicación occidentales.
A raíz de que en 1969 Roque Dalton ganara el Premio Casa de las Américas con su libro de poemas Taberna y otros lugares, Mario Benedetti lo entrevistó para el semanario Marcha. Un simple repaso de algunos fragmentos extraídos de aquel diálogo resulta suficiente para ilustrar los mecanismos a través de los cuales se produce el fenómeno a que aludíamos más arriba. Sin necesidad de agregarle una coma para percibir su actualidad, cada una de las opiniones vertidas por Roque resulta una estocada a fondo contra el vedettismo y la postura realmente lamentable y oportunista de este grupo de intelectuales que hoy se junta en España para atacar a la Revolución Cubana desde supuestas posiciones democráticas. Llama asimismo la atención dentro de este análisis, la observación que hace el salvadoreño respecto a un fenómeno donde con frecuencia, de manera inconciente, no pocos intelectuales honestos son víctimas de la perversidad de esta maquinaria informativa puesta al servicio de los intereses de los poderosos:
MB: Así como decíamos que conviene estudiar la relación entre el escritor y el socialismo, dentro de un estado socialista, creo que también deberíamos estudiar los problemas derivados de la presencia de un escritor revolucionario dentro de una sociedad de impronta capitalista, o sea dentro de un mercado de consumo.
RD: Cuando apuntábamos que un escritor inserto en un país socialista puede caer en la tentación de la industria mundial del espectáculo editorial, o sea la industria que persigue la enajenación de las masas populares, estábamos señalando un peligro real pero también excepcional. En cambio el escritor que trabaja en el mundo capitalista, vive inmerso en una situación presidida por un gran aparato que por lo general está al servicio de la ideología del enemigo, y por lo tanto corre el riesgo de convertirse en su víctima inmediata. Aun el escritor que se rebela, aun el escritor que es digno de su papel y lucha contra la enajenación, puede ser una víctima de ese aparataje y ser aludido desde diferentes niveles.
MB: Algo así como una «operación seducción».
RD: O una «operación soborno», que incluye maniobras destinadas a dotarlo de una buena conciencia a pesar de las concesiones que poco a poco se le puedan arrancar. Todo está destinado a un fin último: asimilarlo al gran aparato de enajenación, montado en contra de nuestras masas populares.
MB: El mero hecho de neutralizarlo, ¿no es acaso un buen dividendo para el enemigo?
RD: Desde luego, en este aspecto el enemigo ejerce una acción cotidiana, costosísima, que se manifiesta en todos los órdenes de la vida cultural: ediciones lujosas, excelente promoción del libro, gloria efímera, la posibilidad de convertirse en una suerte de prostituta intelectual, muy bien pagada, o un payaso simpático, al servicio de los intereses más inconfesables, aunque a veces, en los mejores y más inocentes de los casos, no se tenga conciencia de ello. Lo que me produce preocupación es que tales maniobras de seducción alcancen a muchos de nuestros compañeros y que éstos no adviertan que al caer en la falta de seriedad, en la payasada, o en, las concesiones directas al enemigo, están contribuyendo a crear en los pueblos la imagen de que al intelectual promedio sólo le interesa la frivolidad, la publicidad, la tontería.
En fecha aún más temprana a la de la publicación de estos razonamientos de Roque, el 7 de septiembre de 1959 Roberto Fernández Retamar dio a conocer en el periódico Revolución su artículo «Elogio de la mentira», en que aborda el tema de la manipulación intencionada de la información, específicamente contra la Revolución Cubana, por parte de los que ya entonces llamó «alquilones internacionales de la pluma».
En este artículo Retamar parte de diferenciar la mentira del error. El error, como la verdad, puede, según expresa, «nacer de la buena fe. Ambos, error y verdad, están de un mismo lado». A lo que más adelante agrega:
"mentira no es solo decir A por B. Hay que ver la rica gama de la mentira, de la cual esa suplantación no es más que un caso particular. Mentira es presentar la parte por el todo, mentira es decir lo malo y callar lo bueno, mentira es seguir usando un mismo nombre para designar cosas que sabemos que han cambiado de esencia, mentira es subrayar lo negativo pequeño y dejar en brumas lo positivo grande, mentira es mezclar lo verdadero a lo dudoso para que lo dudoso parezca verdadero también, mentira es dar una opinión pasajera por regla fija de conducta, mentira es... pero ¿quién podría intentar agotar las variedades camaleónicas de entidad tan rica en posibilidades? La verdad es pobre, pues no es más que una; la mentira es millonaria. Mentira es todo lo que sabemos que no es verdad y damos como si lo fuera. En eso estriba la diferencia con el error: el que mantiene un error cree tener una verdad, el que mantiene una mentira sabe que no tiene una verdad. El primero actúa de buena fe; el segundo, de mala fe [...] Quien miente sabe ya dónde está la verdad; quien miente realiza un homenaje, todo lo extraño que se quiera, a la verdad. Los mentirosos son también heraldos de la verdad. Los equivocados la niegan; los mentirosos proclaman, al echar mano de la mentira, que saben dónde está la verdad [...] Si se ven obligados a recurrir a un arsenal tan endeble, es que hasta ellos, nuestros enemigos -y son enemigos porque ellos lo han escogido así, porque, al parecer, de eso viven-, reconocen que la verdad está de nuestro lado, que a ellos no les han quedado en las alforjas sino unas cuantas (o unas muchas) mentiras oxidadas y romas. [...] Pero al ir a refutar esas imposturas hemos dado con un fenómeno en verdad curioso. Esas mentiras son la prueba palpable de que los que tratan de dañarnos saben, ellos también, que tenemos razón. A través de sus frágiles telas, esas mentiras van proclamando al mundo que no tienen sino mentiras contra nosotros, que la verdad va con nosotros".
Precisamente porque sabemos que quienes hoy desde España encabezan una nueva campaña difamatoria y abiertamente injerencista contra nuestro país, omiten o tergiversan una verdad que de sobra conocen, y que de ellos no podemos esperar otra cosa que mentiras y acusaciones mal intencionadas dirigidas a confundir a quienes por desinformación, en cualquier parte, pueden ser víctimas del engaño, es que nos vemos obligados a responderles. ¿Qué, si no odio, podemos aspirar a recibir de ellos? Permeados por una ideología raigalmente colonialista e «incapacitados vitalmente para admirar» una obra brotada del más elevado sacrificio, representan, como diría Lezama, «el escudo de las más viejas decadencias». Por eso no nos asombran la dimensión del engaño ni el ensañamiento con que asumen su triste papel.
Hay otra España, lo sabemos. Y es precisamente a esa otra España entrañable y solidaria a la que tanto debemos y respetamos los cubanos, a la primera que ofenden las maniobras serviles de quienes, de manera absolutamente insultante, pretenden erigirse en generosos consejeros de nuestro destino.
Para quienes hoy nos atacan con plena conciencia de lo que hacen -lo sabemos de antemano-, ninguno de nuestros argumentos resultará nunca suficiente. Su objetivo no es el de dialogar o establecer un debate para propiciar, como pérfidamente aducen, algún posible entendimiento. Su meta es otra -la misma desde los años en que Retamar y Roque denunciaron, en los textos citados, actitudes semejantes-, y harían cualquier cosa para alcanzarla: destruir la Revolución y retrotraernos al capitalismo. No es por tanto a estos asalariados nuncios de la maldad a quienes nos dirigimos, sino a quienes, de buena fe, pudieran estar confundidos.
Trato de ponerme en el lugar de los que nos agreden y comprendo las razones profundas de su preocupación: ni las Damas de Blanco, ni la vida de Fariñas, ni siquiera la suerte de sus mercenarios dentro de la Isla, presos o en libertad, constituyen cuestiones que realmente les preocupan. Ellas son, en todo caso, meros pretextos para encauzar objetivos mucho más profundos. Lo que en verdad los enloquece es constatar que a pesar de todas las presiones y dificultades a que nos han sometido durante más de cincuenta años, no han logrado hacernos retroceder en nuestros propósitos de construir un proyecto social y político propio, ni han podido, por más que lo han intentado, arrancarnos una sola concesión de principios en nuestra determinación de construir el socialismo y en nuestra aspiración legítima de, a través de él, llegar a «alcanzar toda la justicia». Aun cuando no lo manifiesten, ellos saben muy bien cómo piensa la abrumadora mayoría de los cubanos. Aunque busquen la manera de minimizarlo casi hasta el silencio en sus grandes medios, saben también interpretar el simbolismo de una manifestación como la protagonizada en todo el país el pasado 1º de mayo y lo que significa el masivo respaldo que dio el pueblo a la Revolución en las urnas durante las últimas elecciones.
Pero sus preocupaciones no terminan con lo que, muy a su pesar, hemos logrado hasta el presente. Más que todo, es nuestro futuro lo que se les convierte en un insoportable dolor de cabeza. Saber que nos las hemos arreglado para salir de los peores momentos de la crisis y ver que empiezan a darse cambios, reales, tangibles, en función de hacer más eficiente nuestra economía, desburocratizar estructuras, fortalecer nuestra institucionalidad y en definitiva, encauzar nuestro socialismo por caminos ajustados a nuestras posibilidades y aspiraciones, sin dejarle la más mínima brecha a los anexionistas y a quienes apuestan por acabar con lo que tanto sacrificio nos ha costado, es ya demasiado para quienes han vivido para impedirlo y han convertido al «tema cubano» en una obsesión, en un enfermizo asunto sentimental dentro de sus vidas. Si algo saben quienes hoy nos calumnian y exigen cambios a toda costa al gobierno cubano, es precisamente que esos cambios empezaron ya, que se están haciendo, solo que al ritmo que nuestras posibilidades y las actuales circunstancias nos lo permiten, y a nuestra manera, para no cometer errores que, a la postre, resultarían imperdonables.
Si algo queremos los revolucionarios cubanos es ver materializados ya todos los cambios que se han proyectado para superar las dificultades por las que atravesamos, muchas de ellas, motivadas por nosotros mismos, derivadas de errores e irresponsabilidades imputables solo a nuestra desidia y al excesivo paternalismo del Estado. Pero por encima de nuestros deseos está la responsabilidad que tenemos con asegurar que no se dé un solo paso en falso, pues si de algo estamos conscientes es de la dimensión de lo que nos estamos jugando. Justamente por eso es que están tan preocupados. Ellos saben lo que significan esos cambios para el fortalecimiento de nuestro socialismo, temen a nuestros cambios porque saben que haciéndolos les quitamos la posibilidad de que puedan meter las manos en nuestro futuro. De nuevo nos subestimaron pensando que no podríamos. Tan ensimismados han estado durante años con su pregón acerca de nuestro «inmovilismo», que han terminado entrampados en su propio discurso, sorprendidos por una realidad que, ahora sí, los aterra. La capacidad dialéctica que ha mostrado la Revolución, su audacia para actuar aun en medio de las complejas condiciones de crisis que vive el mundo, evidentemente, no estaba en sus planes.
Sobre esto, me detengo en un matiz que me parece esencial: es cierto que las presiones externas, en primerísimo lugar el bloqueo norteamericano, generan dificultades que nos hacen mucho más difícil poder materializar los cambios que nos hemos planteado realizar los cubanos para hacer más eficiente y justo el sistema que hemos elegido. Mas creo importante subrayar que, independientemente de las presiones externas, la voluntad de producir esos cambios dentro de nuestro socialismo ha sido claramente expresada desde el barrio hasta la más alta dirección de la Revolución; que se trata de cambios que obedecen a necesidades planteadas por los propios cubanos, quienes deberemos, ateniéndonos a las condiciones de cada momento, encontrar las fórmulas más adecuadas para llevarlos a la práctica. Con esto quiero decir que no serán, por tanto, ni presiones intimidatorias, ni campañas injerencistas como la que se ha montado por estos días desde España, ni la posición común de la Unión Europea, ni siquiera el bloqueo yanqui, quienes decidirán nuestro futuro. Nuestro futuro depende de la lucidez, la capacidad y el coraje que demostremos los cubanos para seguir defendiendo un modelo de socialismo propio, independientemente de lo que hagan y piensen nuestros enemigos en cualquier parte.
Muy mal encaminados andaríamos, si confiáramos nuestra capacidad para obrar en función de mejorar nuestra sociedad y construir nuestro porvenir a la benevolencia y los buenos oficios de quienes, desde el mismo primer día, han hecho hasta lo imposible para tratar de impedirlo.
Todo esto sin hablar del papel jugado por Cuba en la gestación y consolidación del Alba como alternativa de integración en un contexto internacional en que las principales potencias imperialistas no hallan ya qué hacer con la crisis que su propia codicia ha provocado. Tampoco con esto parecen haber contado quienes, a juzgar por las maniobras que hacen para aislarnos -en la Unión Europea y otros foros internacionales-, se muestran muy preocupados con el modo en que los cubanos hemos logrado hacer viable un modelo de intercambio que promete expandirse por la región y que ha elevado el prestigio de Cuba y la simpatía por su pueblo a niveles nunca antes vistos.
A la luz de esa realidad, donde junto a Cuba varios países de nuestro continente comienzan a dirimir su destino sin necesidad de rendirles cuentas, como era usual hace apenas unos pocos años, puede comprenderse la incomodidad de quienes en España y las viejas metrópolis no han superado los obsoletos y bochornosos criterios coloniales en su visión sobre cuál debe ser su relación con Cuba y el resto de sus antiguas colonias.
Todo eso y más está detrás de esta nueva diatriba mediática presentada en España contra Cuba por un pequeño grupo de intelectuales. Son los mismos. La impotencia y la infamia de los hartos de siempre, contra la dignidad y los sueños de un pueblo humilde y bravo.
Tal vez ellos no lo han pensado, pero, a su modo, y sobre todo conociendo de quiénes viene, esta nueva campaña llega para ofrecernos otra certeza de que los cubanos hemos elegido el rumbo correcto. Por ello, al valorar el modo en que sus maniobras se revertirán en favor de nuestra causa, sumándole, por supuesto, todo lo que de aprendizaje y experiencia dejan para los revolucionarios cubanos, podemos darles las gracias a nuestros «generosos enemigos», y junto al poeta celebrar el favor que vienen a hacernos sus mentiras:
¿Cómo pues no elogiar la mentira? ¿Cómo no agradecer a las alborotadas plumas babélicas que echen mano de todas las torpes, gastadas y risibles mentiras que se les ocurran cuando de hablar de la Revolución Cubana se trate? [.] Loada sea pues la mentira. También ella ha querido, aunque torcidamente, sumar su voz a las voces honradas que en todas partes del mundo saludan el esfuerzo gigantesco de un pueblo pequeño por instaurar en su frontera un régimen de justicia. Aleluya, aleluya a la mentira.

lunes, 17 de mayo de 2010

Bruno Rodríguez: La España que Cuba quiere es la de Lorca.

Madrid, 17 may (EFE).- El ministro cubano de Exteriores, Bruno Rodríguez, criticó duramente hoy a la Unión Europa (UE) y la política europea hacia los países de América Latina, que siguen siendo "saqueados", en un mitin con representantes de países y movimientos sociales "progresistas".
En el mitin, celebrado en paralelo a la Cumbre de la UE con América Latina y el Caribe de Madrid, Rodríguez comentó que hay quienes que "se reúnen delante de un cartel que pone 'presidencia española de la Unión Europea', aunque algunos de ellos tengan talante, para atacar y calumniar mi patria".
"He venido a Madrid", declaró el canciller cubano, "... a desafiar la campaña de mentiras que la prensa española encabeza en contubernio con la derecha europea".
"La España que quiere Cuba", comentó en su discurso, muy aplaudido por los presentes en un polideportivo en las afueras de Madrid, que sumaron unos centenares, "es la de Lorca y la de Alberti, la de Picasso ...".
Afirmó que "la asociación es imposible entre las viejas potencias coloniales y sus colonias que todavía son saqueadas hoy".
"La asociación es imposible entre esos acreedores que se hicieron ricos saqueando nuestros recursos con nosotros que somos deudores, a mucha honra, a pesar de que tantas veces hemos pagado ya la deuda", insistió.
"No va a haber asociación birregional con nosotros los indios, los mestizos, emigrantes que vienen aquí para ser discriminados, maltratados, a sufrir directivas de retorno que averg enzan la conciencia de la humanidad", continuó.
Pero Rodríguez sí quiso "tender una mano a la Europa culta y solidaria que sufre hoy los ajustes económicos, los paquetazos, la reducción de pensiones, el paro, porque se descarga al pueblo trabajador el peso de la crisis económica global generada precisamente en los países industrializados mientras se gastan millones de millones en salvar a los banqueros y empresarios, especuladores y corruptos".
El canciller reiteró que ha viajado a Madrid a "desafiar la campaña contra Cuba con la verdad y la información, y a decirles a ustedes que el pueblo cubano jamás renunciará ni a su vocación humanista, ni a su dignidad ni a su posición de principios".EFE

domingo, 16 de mayo de 2010

El Nuevo Día de Puerto Rico entrevista a Silvio Rodríguez.

¿Cuáles de las circunstancias actuales que laceran esa relación cree que podrían ser negociables para el Gobierno cubano? ¿Cuáles no?
No sé lo que pensará el gobierno cubano. Para mí la dignidad de Cuba, su soberanía no es negociable. Mientras sigan condicionando el mejoramiento de relaciones a que adoptemos su sistema político, lo veo muy mal. Es que eso no es una negociación, eso es exigir que nos proclamemos derrotados. ¿Cómo se puede pretender negociar en esos términos?
LEA LA ENTREVISTA COMPLETA AQUÍ.

sábado, 15 de mayo de 2010

Víctor Manuel advertía en 1974 (y hablaba al parecer de sí mismo): Todos tenemos un precio.

(Miguel Narros - Víctor Manuel)

Todos tenemos un precio,
todo se compra, se vende,
el traficante, el artista,
intercambian sus divisas.
El esclavo como el rey
tienen idéntica piel
y en el horno se verá
que todos somos igual.

El hombre gordo y el flaco;
el gigante y el enano.
Y aquel que viste de gris
para vivir camuflado.
El que trepa de puntillas
y se olvida de sus pasos
también
aquel que niega su brazo
al que vive más abajo.

El señor y la doncella;
el poeta y su miseria.
Piratas y mercenarios,
falsos revolucionarios.
Algún cerdo disfrazado
de paloma mensajera
también
Caperucita y su abuela;
Tom y Jerry, Cenicienta.

(1974)

viernes, 14 de mayo de 2010

Mensaje de Alfredo Guevara.

Queridos Hermanas y Hermanos del Nuevo cine Latinoamericano, y Cineastas y Cinéfilos de todo el mundo:
Me dirijo a ustedes en el estilo y con las palabras que inician los Festivales Internacionales del Nuevo Cine Latinoamericano, cuando ya se prepara su edición número treinta y dos, y que justamente se abrirá como un puente entre nosotros, latinoamericanos y latinos de USA, exponentes de todas las artes y regiones. El país sede, Cuba, se encuentra asediado por una campaña mediática dirigida como parte de esa guerra psicológica que pretende aislar y llevar a rendición a quienes han conquistado independencia y ejercen soberanía. Esa profunda contradicción que impone el uso monopólico de la comunicación como desinformación calculada y oportunamente intensa, nos obliga a enfrentarla informando. Es fundamental restablecer verdades, criterios y matices siempre ocultados por esa ringlera de calumnias, mentiras, falsificaciones, y calificaciones fascistoides, neocoloniales. La campaña mediática contra Cuba se reaviva días antes de la celebración en Madrid de la VI Cumbre de la Unión Europea-América Latina y el Caribe. Esa es la clave, como subrayan los jóvenes intelectuales de mi país en el documento que adjunto; no tanto pidiendo solidaridad, como asegurando información frente a la desinformación organizada.
Adjunto también, para vuestro conocimiento, la declaración de los poetas que organizan el Festival Internacional de Poesía de La Habana. Reproduzco unas líneas de ese texto: "Cuba no es sólo un nombre bajo dedo acusador. Cuba es una cultura, una ética, una historia, una identidad resistente, una mística nacida de la poesía y de la imaginación".
Alfredo Guevara.

Plata y Forma.

Froilán González y Adys Cupull
Cuando se leen algunos despachos desde Madrid y las declaraciones de una llamada "Plataforma de españoles por la democratización de Cuba" se llega a la conclusión que es posible crear países o adecuarlos a determinados intereses, caprichos, odios, venganzas, maldades, dineros y estrategias. Asi pueden fabricarse naciones como almacenes de armas de destrucción masivas, que nunca aparecieron; terroristas que hacen explotar aviones con todos sus pasajeros y tripulantes, que aparecen como libertadores; delincuentes comunes como opositores políticos; personas al servicio de una potencia extranjera como disidentes; una mujer agresiva y propinadora de golpes brutales a su hija, como periodista independiente.
La Llamada Plata-Forma ha creado una Cuba completamente inexistente. Uno de los intelectuales, al negarse a firmar expresó que Washington ponía la Plata y sus lacayos en Madrid le daban la forma. Como no hay plata para denunciar la represión en Valencia, Dinamarca, Grecia, Arizona, Palestina y en muchos otros lugares, tampoco hay forma. No existe Plataforma para esos países.
La cabeza visible que preside la nueva campaña contra Cuba es José María Aznar, todos saben su complicidad con George W. Bush para bombardear Bagdad e implantar la democracia. Ahora casi no existe esa ciudad.
José María Aznar aconsejó bombardear la Radio, la Televisión y la población de Belgrado; patrocinó la invasión, bombardeo y ocupación de Afganistán, colaboró en la creación de cárceles secretas de la CIA, ocultó las torturas de centenares de personas, desconoció la opinión del 90 por ciento de los españoles que se oponían a la invasión de Irak y apoya la condición colonial de Puerto Rico. La llamada Plataforma, es Plata y forma, nada más y como hace 50 años carecerá de éxito y los españoles solidarios con Cuba se encargarán de demostrarlo.

Con Roque siempre.

Roberto Fernández Retamar
Antes que a Roque, conocí, sin saber que era de él, su poesía. He escrito a propósito de esto en otras ocasiones, por lo que no pretendo ser aquí original. A lo largo de los más de cincuenta años de vida de la Casa de las Américas, solo en dos ocasiones he integrado el jurado de su premio anual de poesía, y en ambas, obras de Roque fueron distinguidas. Una, fue en enero de 1962, cuando los libros se presentaban con seudónimos, de modo que al encontrarme, deslumbrado, con los versos de El turno del ofendido, ignoraba quién sería su autor. Tal libro, a petición mía, obtuvo mención en el concurso, y la Casa lo publicó en bella edición.
Siete años más tarde, en 1969, volví a formar parte del jurado, y en esa oportunidad el premio fue para el libro de Roque Taberna y otros lugares, un título imprescindible en la poesía del siglo XX.
Para entonces, a diferencia de la vez anterior, yo ya sabía bien quién era Roque, y me unía a él una amistad fraternal. Poco después de leer El turno del ofendido, me fue dable encontrarme con su autor, quien había viajado de México a Cuba para participar en una reunión política. Nos conocimos en una librería habanera, y nos hicimos desde el primer momento viejos amigos. Sobre él escribí y publiqué en la revista Casa el poema «Carta a Roque Dalton». En mi cuarto de trabajo tengo una foto suya que me dio con esta dedicatoria: «Para mi querido hermano Roberto Fernández Retamar, esta foto en pose de abnegación. Roque. 1963».
Nos unían ideales literarios, personales, políticos (muy fuertes en él), si cabe hacer estos distingos. En 1962, a sus veintisiete años, ya Roque era uno de los poetas más destacados de aquel tiempo americano. Y vista su tarea en conjunto, creo poder decir que es el poeta más representativo de nuestra generación, a la cual José Emilio Pacheco sugirió que se la llamara «del 59» por razones obvias, y que cuenta con grandes voces y grandes muertos. Mario Benedetti, a propósito de estos últimos, compiló la antología Poesía trunca, editada por la Casa de las Américas, donde Roque ocupa lugar primordial.
En 1963, en una intervención en la Biblioteca Nacional de Cuba, anuncié que no estaba lejano el día en que se diría «Dalton» como entonces, en 1963, se decía «Vallejo» o «Neruda». Hace tiempo que ese día llegó, y jóvenes de muchas partes lo proclaman. Me enorgullece que así sea, y me congratula, por ejemplo, que atendiendo a solicitud que le hice para una entrega de la revista Casa dedicada al centenario de Lenin, Roque me diera unos poemas que crecerían hasta ser Un libro rojo para Lenin.
Por otra parte, como se sabe de sobra, su extraordinaria faena en verso es solo una parte de su extraordinaria faena literaria. Pero en estas líneas no pretendo hacer un balance de su obra ni de su excepcional vida, sino evocar su presencia entre nosotros.
Esa presencia llegó a ser familiar. Recuerdo, por ejemplo, la noche en que Roque llegó a casa con Aída y sus tres hijos para la cena de Navidad. O cuando Roque nos visitaba con flores porque estaba enamorando a mi hija más pequeña, entonces de dos años, quien tiempo después me dijo que ella había creído de veras que Roque era su novio. Adelaida conserva un libro de Roque dedicado «A mi suegra». Algunos años más tardes, uno de los hijos de Roque tuvo pretensiones acaso menos candorosas a propósito de una de mis hijas.
Mis relaciones intelectuales con Roque se hicieron más fuertes cuando lo invité a formar parte del comité de colaboración de la revista Casa de las Américas. Evoco ahora en particular una noche de enero de 1967 en que los miembros de dicho comité tuvimos una cena con Fidel que se prolongó hasta el amanecer, ocasión en que Fidel y Roque se enzarzaron en observaciones sobre el uso de cierta arma.
Sin duda la Casa fue la institución cubana a la cual Roque estuvo más vinculado. Además de los ya nombrados, la Casa publicó varios de sus libros. Pero Roque desbordó la Casa. Ejerció influencia en varios de los jóvenes poetas nucleados en torno al primer Caimán Barbudo; publicó en las revistas Unión, Pensamiento Crítico y Tricontinental; y, desde luego, se entrenó en Cuba para las tareas revolucionarias que se propuso. Su identificación con nuestro país fue tal, que en una glosa relampagueante de un verso de Martí pudo escribir: «Dos patrias tengo yo: Cuba y la mía».
Como corresponde a las verdaderas grandes amistades, la nuestra sobrevivió a las discusiones. Tuvimos una en 1970, y al día siguiente, 20 de julio, Roque me hizo llegar la siguiente carta:
"Estimado Roberto:
Por este medio te reitero mi decisión en el sentido de renunciar a mi calidad de miembro del Consejo de Colaboración de la revista Casa.
Quiero que sepas mi agradecimiento por haberme permitido colaborar en la labor que ha hecho de nuestra Revista una de las más importantes de América Latina y de la Revolución Latinoamericana.
Quiero asimismo insistir en mi fraternidad para ti, nunca desmentida, y en el deseo de que ambos, desde el nivel de nuestras particulares posibilidades, sigamos trabajando en la vida de la Revolución, inclusive uno en nombre del otro.
Con el mismo abrazo:
Roque".
Meses después se disolvió el mentado comité (que Roque llamó consejo) de colaboración, y Roque volvió a publicar en la revista Casa. Pero quiero llamar especialmente la atención sobre su «deseo de que ambos, desde el nivel de nuestras particulares posibilidades, sigamos trabajando en la vida de la Revolución, inclusive uno en nombre del otro». Porque la realidad iba a darme una terrible ocasión de verificar esas palabras, de hablar a nombre de él.
Hace ahora treinta y cinco años, comenzó a circular, en forma vaga, la noticia de su muerte. Fui corriendo a la imprenta y escribí, al final de la entrega 91 de la revista, con el título «Compañero Roque Dalton», estas líneas:
«Al comenzar a imprimirse este número de Casa de las Américas, distintas agencias de prensa están trasmitiendo la noticia de la muerte en su patria, en condiciones todavía no aclaradas, de nuestro querido compañero Roque Dalton. Confiamos en que esta noticia sea falsa, y nos sea dable seguir contando por mucho tiempo con su magnífica presencia creadora. Pero si fuera cierta, el haber conocido íntimamente y durante largos años a Roque Dalton, autor de una obra brillante, combativa y hermosa, nos permite asegurar que hasta el final tiene que haber sido fiel a su vida: una vida al servicio de la Revolución, al servicio de los pueblos de nuestra América, que él defendió y expresó sin cansancio».
Por desgracia, la espantosa noticia resultó cierta, y en el número 92 de la revista Casa, con fecha de agosto de aquel año y la firma de la institución, escribí «Sobre nuestro compañero Roque Dalton» estas palabras:
"Cuando hace algunos meses comenzó a circular la especie de la muerte de nuestro querido compañero y amigo Roque Dalton, nos negábamos a dar crédito a una noticia que tenía todas las trazas de las groseras calumnias que el enemigo no se cansa ni se cansará de urdir […] Confiábamos que Roque estaba vivo, y desmentiría de un momento a otro esa falsa noticia. Desgraciadamente, a estas alturas no nos es dable ya mantener esa esperanza, y estamos en la obligación de hablar por él, y rechazar en todos sus puntos, con la autoridad que nos da el haberlo conocido íntimamente durante los muchos años que estuviera vinculado a nuestra institución, las infames acusaciones que sus asesinos le lanzaran.
Según lo que sabemos, el 10 de mayo último Roque Dalton fue cobardemente ultimado por una minúscula fracción de la organización revolucionaria salvadoreña en que militaba, Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP): fracción que previamente había sido acusada por la dirección del movimiento de desviación militarista y de extremismo pequeñoburgués. El asesinato de Roque Dalton y de otro compañero ratifica dramáticamente lo correcto de ese planteo.
Roque Dalton ha muerto como vivió, fiel a su patria, a la Revolución latinoamericana, al marxismo-leninismo. Precisamente esta fidelidad es lo que no pudieron perdonarle quienes, inficionados con los gravísimos errores de un seudoizquierdismo antisoviético, anticubano, antirrevolucionario, han prestado al enemigo un servicio impagable. La historia los considerará como simples criminales que pretendieron aniquilar, en la persona de un luchador incansable, una limpia y abnegada postura; y conservará el nombre de nuestro querido compañero Roque Dalton, revolucionario consecuente, intelectual brillante y combativo, hombre generoso y cordial, amigo inolvidable, entre los nombres de los héroes, mártires y creadores de nuestra América".
El asesinato de Roque y la monstruosa acusación que sus asesinos le hicieran provocaron honda conmoción. En el número 94 de la revista Casa le dedicamos un homenaje con el título «Para Roque: el turno del ofendido». En su introducción, se leía de él que fue —y seguirá siendo— nuestro amigo, nuestro compañero, nuestro hermano.
"En la Casa de las Américas trabajó, publicó, discutió, enriqueció. Compartimos con él buena parte de su vida, la vida de un revolucionario infatigable, un intelectual creador, un hombre útil que provocaba cariño, admiración y alegría. […] Un grupo de amigos, compañeros y admiradores le dedican hoy aquí estas palabras. Muchas más le dedicaremos. Pero sobre todo estamos seguros de que su pueblo esgrimirá su nombre como bandera de combate, y hará que su utilidad, como corresponde a todo revolucionario verdadero, llegue más allá de su muerte. Descansarás en la lucha, hermano Roque. Estarás presente, con una sonrisa, en la victoria".
El homenaje incluyó textos, entre otros, de Julio Cortázar, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Régis Debray, Manuel Galich, Carlos María Gutiérrez, Efraín Huerta, Margaret Randall, René Depestre, Roberto Armijo y yo.
En este mayo de 2010 Roque hubiera cumplido setenta y cinco años. Para conmemorarlo, publicaremos el volumen Materiales de/sobre Roque Dalton en la revista «Casa de las Américas», con prólogo de Aurelio Alonso, quien también fue su amigo y compañero. Y, sobre todo, tenemos y tendremos siempre presente a Roque.
La Habana, 4 de mayo de 2010
VEA TAMBIÉN: FLOR PARA ROQUE, de Silvio Rodríguez

jueves, 13 de mayo de 2010

DECLARACIÓN DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESIA DE LA HABANA.

Los poetas que organizamos el Festival Internacional de Poesía de La Habana no podemos quedarnos en silencio ante el manifiesto de la llamada "Plataforma de españoles por la democratización de Cuba".
Cuba ha construido una democracia propia y legítima, respaldada por la inmensa mayoría de su pueblo.
Junto a conocidos voceros de la propaganda anticubana, personas honestas, tal vez sin la información y el conocimiento necesarios, influidas por la "feroz y dolorosa" campaña mediática contra Cuba, nos acusan, y al hacerlo, asumen una postura que intenta lesionar la soberanía de nuestro país y hace el juego a los eternos enemigos de la isla que no han cesado en los últimos 200 años de acariciar su sueño anexionista y colonial.
Pretenden mantener a Cuba en el banquillo de los acusados. Las palabras democracia, libertad y derechos humanos han sido secuestradas. Esgrimen argumentos vacíos con el propósito de imponer en los primeros planos la visión de nuestro país que se quiere vender.
Cuba no es sólo un nombre bajo el dedo acusador.
Cuba es una cultura, una ética, una historia, una identidad resistente, una mística nacida de la poesía y de la imaginación.
Esta que algunos pretenden que nos agreda, no es la España que hemos querido y admirado siempre: La España de Juan Ramón Jiménez, de Antonio Machado y de León Felipe; la de Federico García Lorca, Rafael Alberti y Miguel Hernández; la de María Teresa León y María Zambrano; la de Pablo Casals y Pablo Picasso; la España de intelectuales y artistas contemporáneos siempre fraternos; la de innumerables amigos que nos acompañan día a día con su solidaridad.
La España que nos legó una cultura poderosa no puede ni juzgarnos ni condenarnos por defender nuestra propia noción de la cultura, la belleza y la justicia.
Presidencia del Festival
Aitana Alberti, Miguel Barnet, Víctor Casaus, Pablo Armando Fernández, Eusebio Leal, Waldo Leyva, César López, Virgilio López Lemus, Omar Felipe Mauri, Edel Morales, Nancy Morejón, Carilda Oliver Labra, Alex Pausides, Juan Ramón de la Portilla.

Declaración de los jóvenes intelectuales cubanos.

Hace sólo unos días, en la ciudad de Holguín, más de 300 jóvenes intelectuales y artistas de veinte países, participantes en la edición diecisiete de las Romerías de Mayo, proclamaron, en la Declaración Final del encuentro, su rechazo a la "campaña mediática internacional que ha querido distorsionar la realidad de Cuba, ocultando los logros de su pueblo y la dimensión de su ejemplo" y revindicaron el derecho de nuestro país "a existir como nación libre y soberana".
Hoy nos vemos en la obligación de pronunciarnos ante la insólita Plataforma de españoles por la democratización de Cuba que, integrada por figuras de la literatura, el periodismo y el espectáculo de la nación ibérica, acaba de dar a conocer, en conferencia de prensa, un "Manifiesto" que pretende "ayudar al pueblo cubano para que alcance la democracia lo antes posible".
Se trata de un claro intento por no dejar morir la campaña anticubana que desde los más poderosos medios de comunicación se viene articulando contra nuestro país.
En un acto de injerencia que recuerda los peores años de la historia colonial, los promotores de este "Manifiesto" descalifican y tildan de "totalitario" a nuestro modelo social y político. Desconocen que lo que llaman una "feroz y dolorosa dictadura" acaba de recibir el respaldo público y mayoritario de todas las generaciones de cubanos en las elecciones de delegados del Poder Popular y en las masivas demostraciones con motivo del Primero de Mayo, actos de legítima democracia que no quieren entender.
Como parte del show mediático, un cable de EFE, fechado ayer en Madrid, se arriesga a encabezar la noticia con el siguiente titular: "Los grandes de la cultura española denuncian la feroz dictadura castrista". Publica además una imagen, reproducida por otros medios, en la que, ante un enorme fondo con el logotipo oficial de la Presidencia española de turno de la Unión Europea, posan con frivolidad algunos de los que suscriben el documento.
Los propósitos inmediatos de este show, se hacen explícitos en las declaraciones de los pocos firmantes que asistieron al acto. Aludieron con insistencia a la VI Cumbre Unión Europea-América Latina y el Caribe que se realizará la próxima semana en Madrid: "No se puede permitir -dijo uno de ellos- que se utilice esta cumbre para suavizar las relaciones con los hermanos Castro. Se tiene que denunciar, presionar y obligar, tanto a los líderes de la Unión Europea como de Latinoamérica, para que ellos se involucren en esta lucha a favor de la libertad".
Ante esta confesión, cómo no entender el "Manifiesto" como una acción desesperada con la que pretenden evitar por todos los medios que se generen simpatías hacia Cuba, en un contexto latinoamericano y caribeño hostil a la política colonialista de los países del bloque europeo.
Esta patética maniobra ataca claramente al gobierno de Zapatero por considerar su política exterior "animosa con la dictadura" -según las palabras de otro de los firmantes- y se articula con el anuncio del ex presidente Aznar de que realizará un homenaje en vísperas de la mencionada Cumbre a "las organizaciones cubanas demócratas de dentro y fuera de la isla", en realidad un puñado de mercenarios sin principios ni el menor prestigio.
De este modo, desde una Europa conmocionada por una profunda crisis económica y un dramático desempleo, algunos "famosos" de España, quizás uno que otro "grande" y muchos indudables "pequeños", se unen nada menos que a Aznar para "no dejarnos solos". Les angustia de manera evidente la solidaridad hacia Cuba que nuestros hermanos de América Latina y el Caribe seguramente pondrán de manifiesto en la Cumbre. Les desespera que en la cita se condene el bloqueo de los Estados Unidos y se denuncie la agresión contra nuestro país.
Los jóvenes escritores y artistas cubanos reconocemos el esencial aporte de la cultura de los pueblos de España y más de una vez hemos rendido homenaje a los grandes de las artes y las letras de ese país. La ética de la España republicana y antifascista es la nuestra. Al propio tiempo, rechazamos toda maniobra colonial y nos resulta particularmente repugnante que esta llamada "Plataforma" se presente ante el mundo de un modo tan burdo y con una cobertura en apariencia cultural.
Los cubanos nunca nos hemos sentido solos. Compartimos nuestras realizaciones y esperanzas con millones de seres humanos de todo el planeta. Ellos son conscientes del humanismo que encierran las ideas y principios que ha proclamado por medio siglo la Revolución Cubana.
PRESIDENCIA DE LA AHS
13 de mayo de 2010

Atilio Borón: Sepa lo que es el capitalismo.

Población mundial: 6800 millones, de los cuales
* 1020 millones son desnutridos crónicos (FAO, 2009)
* 2000 millones no tienen acceso a medicamentos (www.fic.nih.gov)
* 884 millones no tienen acceso a agua potable (OMS/UNICEF 2008)
* 924 millones “sin techo” o en viviendas precarias (UN Habitat 2003)
* 1600 millones no tienen electricidad (UN Habitat, “Urban Energy”)
* 2500 millones sin sistemas de dreanajes o cloacas (OMS/UNICEF 2008)
* 774 millones de adultos son analfabetos (www.uis.unesco.org)
* 18 millones de muertes por año debido a la pobreza, la mayoría de niños menores de 5 años. (OMS)
* 218 millones de niños, entre 5 y 17 años, trabajan a menudo en condiciones de esclavitud y en tareas peligrosas o humillantes como soldados, prostitutas, sirvientes, en la agricultura, la construcción o en la industria textil (OIT: La eliminación del trabajo infantil: un objetivo a nuestro alcance, 2006)
* Entre 1988 y 2002, el 25 % más pobre de la población mundial redujo su participación en el ingreso mundial desde el 1.16 por ciento al 0.92 porciento, mientras que el opulento 10 % más rico acrecentó sus fortunas pasando de disponer del 64,7 al 71.1 % de la riqueza mundial . El enriquecimiento de unos pocos tiene como su reverso el empobrecimiento de muchos.
* Ese solo 6.4 % de aumento de la riqueza de los más ricos sería suficiente para duplicar los ingresos del 70 % de la población mundial, salvando innumerables vidas y reduciendo las penurias y sufrimientos de los más pobres. Entiéndase bien: tal cosa se lograría si tan sólo se pudiera redistribuir el enriquecimiento adicional producido entre 1988 y 2002 del 10 % más rico de la población mundial, dejando intactas sus exorbitantes fortunas. Pero ni siquiera algo tan elemental como esto es aceptable para las clases dominantes del capitalismo mundial.
LEA EL TEXTO COMPLETO.

Willy Toledo: "He sufrido una caza de brujas y un acoso brutal".

BILBAO, 12 (EUROPA PRESS)
El actor Willy Toledo expuso hoy en Bilbao su experiencia de "acoso mediático" que sufrió a raíz de las declaraciones que realizó en un acto de la ISGE en Madrid sobre preso cubano Orlando Zapata. Toledo ofreció la conferencia "Desmontando el acoso mediático a Cuba", organizada por Euskadi-Cuba, Partido Comunista de Euskadi, Gazte Komunistak, Fundación de investigaciones Marxistas e Ikasle Ekintza.
En su alocución, denunció que padeció "unos quince días brutales" donde iniciaron contra él una "caza de brujas de acoso y derribo" que, según declaró, le tocó a él, pero "le podría haber ocurrido a cualquier persona que decide ejercer la libertad de expresión y que no entra dentro de los márgenes de pensamiento único que se han establecido". "La intención era que se callara a quien ose contradecir la versión oficial de los hechos", advirtió.
En este sentido, el actor aclaró que las declaraciones que le atribuyeron fueron "sesgadas" y no reflejaron su "pesar por la muerte de cualquier ser humano". En este punto, indicó que "la reponsabilidad de un preso es del Estado", por lo que consideró "un error de cualquier Estado que un preso muera en sus cárceles por la circunstancia que sea".
Durante la conferencia relató su experiencia en la isla caribeña, donde admiró "la abundancia de cultura gratuita" que el gobierno cubano proporciona y denunció que existen aspectos de la revolución cubana "que se tocan poco, y se pueden sacar para dar otro punto de vista, que no sea sólo el político".

miércoles, 12 de mayo de 2010

La Revolución cubana es antifranquista, y sabe renovarse.

Enrique Ubieta Gómez
Hacer que todos lo repitan; todos los medios de prensa, los que valen en el conteo: los de tiradas e intereses millonarios. Que todos los políticos del sistema lo repitan, los que compran los colores del frac electoral en el Corte Inglés; los hay negros, azules, rosados, amarillos, verdes. Que todos los artistas que alguna vez compusieron canciones de protesta contra el mercado, pero el mercado las vendió bien, lo repitan. Que todos los intelectuales que arrastran sus resabios, sus historias, sus vergüenzas, los que aspiran a que los nuevos dioses perdonen sus pecados de juventud y los tomen en cuenta, lo repitan.
Que lo repitan: la Revolución cubana está en su fase final. Si todos lo dicen, puede que sea verdad. Puede que esas voces acaben convirtiendo en realidad el conjuro mágico. Los pueblos fueron enseñados a creer. Una imagen verosímil y falsa de CNN no se discute; un razonamiento enjundioso, con ejemplos y estadísticas, sí. Por eso Fidel aclaró en los primeros años de la Revolución: no les pido que crean, les pido que lean. Y hoy el país cuenta con un millón de profesionales en sus calles y campos. Frente a ese “todos” de señoritos y señoritas repetidores, hay otro mucho mayor, que aprendió a pensar. Hay, habrá Revolución cubana para siempre. Una Revolución antifranquista, anticapitalista, que sabe renovarse, y renacer.
Los repetidores que visten de frac rosado siguen las normativas políticamente correctas que –sin ánimo de lucro y con absoluto desinterés--, preparó la derecha para la izquierda. Han aprendido con rapidez esas frases bonitas, deshuesadas, que la derecha recomienda para diálogos de adultos civilizados. En el manual está muy claro: no existe derecha e izquierda, sino democracia burguesa y totalitarismo. Donde no hay democracia burguesa, hay totalitarismo, y viceversa. De repente, es posible hallar en un mismo listado a los representantes y voceros de la ultra derecha, y a los etéreos señores de la “izquierda” burguesa. En Miami desfilan juntos, sin complejos, los circunspectos intelectuales de la contrarrevolución ilustrada, y Posada Carriles, el hombre que preparó el atentado al avión de Cubana de Aviación –y que ocasionó la muerte de 73 personas--, todos vestidos de blanco, como las Damas de la Televisión Española, a las que pagan bochornosas mensualidades.
En la Península se juntan sin reparos, intelectuales orgánicos del imperialismo, como Mario Vargas Llosa –con mucho talento como escritor de obras de ficción, y escasa cultura política--, con directores de cine presuntamente liberales, como Pedro Almodóvar, para condenar a Cuba, el más antiguo reducto occidental de la esperanza. Se juntan los herederos de Franco, y los hijos de los muertos de Franco, para reivindicar una supuesta transición que preparó Franco. Sin saberlo, o sabiéndolo, qué importa, quieren que Cuba transite hacia el franquismo “democrático” que existe en España. Entre los firmantes, habrá algún ingenuo, algún despistado, pero la historia no lo perdonará.
No es la primera vez que firman juntos. Aunque ninguno tuvo el coraje –ni Imanol Arias, ni Rosa Montero--, para debatir sus razones en el panel del programa de televisión “59 Segundos”, de cara a su público y delante de sus oponentes. Y sé que fueron requeridos. En términos literarios, la diferencia entre Moragas y Vargas Llosa es abismal; en términos políticos, no existe. ¿Los que se llaman aún a sí mismos “de izquierda” son capaces de asociarse a Moragas, a Rajoy, a Franco? ¿Pueden coincidir con los más recalcitrantes derechistas en la interpretación burguesa del concepto de democracia? No importa que se adopten posturas liberales o de izquierda en cuestiones periféricas: si usted comparte con la derecha su concepto de que el capitalismo es el único camino posible para la Humanidad, usted es un hombre o una mujer de derechas.
En España se transitó, sí, del franquismo dictatorial, fascista, al franquismo “democrático” –de la misma manera que en Chile el pinochetismo se trasmutó y adoptó nuevas formas de gobierno--, ¿o es que alguien piensa que el franquismo es una cuestión de formas (estructuras de gobierno) y no de esencias económicas? Que se vislumbre la posibilidad real de un triunfo electoral de los comunistas y ya se verá cómo regresa de inmediato el fantasma –mejor dicho, el cuerpo--, de Franco o de Pinochet. Si alguna utilidad tienen esos listados como el que ahora pretende construir una Plataforma a favor del franquismo español en Cuba, es identificar la verdadera ubicación de los firmantes, esos que aprendieron a esconderse tras las palabras. ¿Se unen los intelectuales orgánicos de la derecha? Aprendamos la lección. Sepamos unirnos los intelectuales de izquierda.