El amigo y excelente fotógrafo Kaloián Santos Cabrera --de visita en Argentina--, me ha enviado estas imágenes recién tomadas en las calles de Buenos Aires. Tuvo que esperar 13 horas en la cola, para tributarle su homenaje a Néstor Kischner.
La Isla Desconocida navega en pos de sí misma, la utopía en pos de la utopía, buscándose y hallándose siempre a medias, en mares cercanos a los dominios reales.
viernes, 29 de octubre de 2010
Marcelino, inmortal.
Otra lamentable pérdida se ha producido, la del líder sindical comunista Marcelino Camacho, fundador de CC.OO. en España y luchador antifascista.
EDITORIAL DE LaRepública.es
Dicen que te has muerto, Marcelino. Dicen que te has muerto y lloran las calles, las avenidas, las plazas, las fábricas, las tapias, los diarios, los papeles, las casas, los coches, los vagones, las esquinas, los rincones, los parques, las sedes, las radios, las minas, las banderas, los libros,los campos, las hoces, los tornos, los martillos.
Y lloran las madres, los hijos, los abuelos, los padres, los tíos, los nietos, los ojos, las manos, las sienes, las bocas, los brazos, los puños. Lloran hasta las lágrimas, Marcelino.
Y se mueren de pena los árboles, las flores, la hierba, los pájaros. Se muere de pena hasta la muerte, Marcelino.
Dicen que te has muerto, Marcelino, pero no es cierto.
Quien te conoce sabe que volverás a tapar las calles, las avenidas, las plazas. Que renacerás en las manos del obrero y en el libro del estudiante. Que agitarás las fábricas, que inundarás las tapias, los diarios, los papeles, las radios.
No te has muerto Marcelino. Cuando se sequen las lágrimas y cuando se calmen las penas, lo sabrán las madres, los hijos, los nietos, las sienes, las bocas... y entonces habitarás las casas, entonarás los himnos, atronarás las sedes y nos apretarás, como siempre, los puños.
EDITORIAL DE LaRepública.es
Dicen que te has muerto, Marcelino. Dicen que te has muerto y lloran las calles, las avenidas, las plazas, las fábricas, las tapias, los diarios, los papeles, las casas, los coches, los vagones, las esquinas, los rincones, los parques, las sedes, las radios, las minas, las banderas, los libros,los campos, las hoces, los tornos, los martillos.
Y lloran las madres, los hijos, los abuelos, los padres, los tíos, los nietos, los ojos, las manos, las sienes, las bocas, los brazos, los puños. Lloran hasta las lágrimas, Marcelino.
Y se mueren de pena los árboles, las flores, la hierba, los pájaros. Se muere de pena hasta la muerte, Marcelino.
Dicen que te has muerto, Marcelino, pero no es cierto.
Quien te conoce sabe que volverás a tapar las calles, las avenidas, las plazas. Que renacerás en las manos del obrero y en el libro del estudiante. Que agitarás las fábricas, que inundarás las tapias, los diarios, los papeles, las radios.
No te has muerto Marcelino. Cuando se sequen las lágrimas y cuando se calmen las penas, lo sabrán las madres, los hijos, los nietos, las sienes, las bocas... y entonces habitarás las casas, entonarás los himnos, atronarás las sedes y nos apretarás, como siempre, los puños.
América Latina, ¿entre el Paraíso y el Infierno?
Enrique Ubieta Gómez
Tomado de La Calle del Medio 30
Trasponemos el portón y avanzamos por un patio interior que delimita un edificio en líneas rectas. Allí radica la redacción central de una de las publicaciones periódicas más prestigiosas de Francia, dentro y fuera de sus fronteras: Le Monde Diplomatique. Nos espera Ignacio Ramonet, escritor, periodista y profesor universitario de origen hispano, quien fuera su director durante 18 años (actualmente dirige la edición española). Pero no entramos a las oficinas de antaño, subimos un piso más arriba por la escalera, hasta el local que ahora ocupa la Fundación Memorias de la Guerra, empeñada en rescatar del olvido episodios de las luchas populares en Europa y en América Latina, de la que es su presidente. Ramonet acaba de obtener el Premio Antonio Asensio de Periodismo, creado por el Grupo Zeta para honrar la memoria de su fundador. Apenas ayer estaba en Sofía, presentando la edición búlgara de Cien horas con Fidel, de la que existen ya ediciones en más de 40 países. En su oficina hay un estante de libros, en los que pueden verse algunas de esas traducciones. También hay fotos del autor con Fidel, con Hugo Chávez y con el Subcomandante Marcos. Hemos viajado a París para asistir a un encuentro con la prensa francesa sobre la manipulación de la imagen de Cuba, por eso la primera pregunta, inevitablemente, aborda el tema.
¿Cómo la prensa francesa, cómo la sociedad francesa mira hacia América Latina?
Curiosamente, no hay una visión única, porque el ciudadano francés o europeo, cuando mira los medios de comunicación, recibe exactamente dos mensajes, que son contradictorios. Me refiero a América Latina, pero esto pudiera extenderse a todo el Tercer Mundo, a los países del Sur. Por una parte recibe el mensaje de lo que podría ser la publicidad turística, con algunos aspectos de la cultura popular; imagínense toda la publicidad de las agencias de viaje. Aquí los autobuses, por ejemplo, durante un período del año, exhiben en un flanco una publicidad sobre Cuba donde ésta aparece como el país de la alegría, del sol, de las playas y de la dicha. Y así sucede también para el conjunto de América Latina: playas paradisíacas, en México, en Santo Domingo, etc. Pero existe otro discurso mediático, en los telediarios o en las informaciones noticiosas, donde América Latina solo aparece cuando hay catástrofes: el golpe de estado contra Correa, el terremoto en Haití, las inundaciones en Guatemala…
El ciudadano europeo imagina que un país de América Latina es o el Paraíso o el Infierno. O que es a la vez el Paraíso y el Infierno. Y esto evidentemente es imposible. ¿Por qué sucede esto? Porque son naciones lejanas, y no existe un seguimiento noticioso, y no se ven como países con una vida normal, con altibajos como en cualquier lugar. Esa es por tanto una visión deformada. Sobre Cuba sucede algo similar; por una parte está muy extendido el mismo mensaje: “vaya a Cuba porque allí está el Paraíso, no cuesta caro, las playas son las más bellas del mundo, el mejor ron, las mujeres más hermosas, donde todo el mundo es risueño y acogedor, etc”. Y a la vez, en las noticias se califica a Cuba como una dictadura, donde no hay derechos, donde la gente sufre, donde hay prisioneros políticos, etc., etc. Se entiende que ese discurso contradictorio no puede ser un discurso de verdad.
¿Saben los franceses que en América Latina se están produciendo los experimentos sociales de izquierda más importantes del mundo en el primer cuarto de siglo?
Lo saben, pero globalmente, al presentar esas experiencias –lo que ocurre en Venezuela, lo que ocurre en Bolivia, en Paraguay, en Ecuador, etc. y sobre todo en Venezuela, el país sobre el que hoy existe una mayor focalización, presentado como el manantial de todas las dificultades--, el discurso de los medios dominantes rebaja ese aspecto, o lo descalifica. No se les reconoce el carácter democrático, a pesar de las elecciones, y se descalifican o ningunean los éxitos sociales. No se dice por ejemplo que en Venezuela ya no hay analfabetos, o en Bolivia, lo cual es un hito histórico. Actualmente esos medios mantienen ante esos procesos la actitud que asumieron durante mucho tiempo frente a Cuba, que ya no es, como diría Sanjinés, el enemigo principal.
El periodismo ha asumido con cinismo que su función, más que informar, es construir esquemas de pensamiento…
Digamos que el periodismo objetivo no existe, en mi opinión. Siempre es subjetivo. Lo que ocurre es que un periodismo subjetivo tiene que basarse en hechos, para que el periodista pueda deducir. Y en este caso, con los procesos latinoamericanos, se tergiversan o no se presentan los hechos. Es más, se presentan “otros” hechos. Por ejemplo, la campaña que en Francia y en muchos países europeos se ha llevado contra Venezuela en torno a la cifra de delincuentes y a la inseguridad en aquel país, se basa en hechos falsos, muy exagerados, sin ser comparados con los de otros lugares, como México o El Salvador, por ejemplo. Hablamos en sentido general, no quiere decir que aquí no existan periodistas muy serios, pero no son mayoría, no es el discurso dominante.
¿Cómo ha sido recibido su libro sobre Fidel en Europa?
Inicialmente el libro fue mal recibido, y la campaña de hostilidad fue tal que algunos llegaron a decir que no era el resultado de una entrevista, que Fidel ya había muerto y que era un argumento más para pretender que seguía vivo y que se había hecho a base de textos ya existentes, o discursos suyos y textos inventados por mí. En España fue donde la batalla fue más intensa. Por eso ya en la segunda edición el libro se vendió con un DVD que contenía un extracto de las entrevistas de una hora de duración –porque las entrevistas en gran parte se filmaron y existe un DVD de 6 horas--, para que la gente comprobase que era verdad. Y después sacamos la edición revisada que Fidel asumió –él contó en algunas entrevistas todo esto--, pero esa fue la campaña inicial contra el libro y contra mí. Fui censurado. Por ejemplo, yo escribía regularmente en El País, y una vez que salió este libro dejaron de solicitar mis colaboraciones. Aquí en Francia yo hacía un programa en Radio Cultural, cada semana, y lo suprimieron, me dijeron literalmente que no podían tener un colaborador que hace libros con Fidel Castro…
Coincide que casi al mismo tiempo –unos años antes o después--, diferentes comunicadores se interesaron por las figuras de Fidel y del Che: el brasileño Walter Salles filmó Diarios de motocicleta, sobre la etapa de formación del Che, el norteamericano Steven Soderbergh concibió una monumental obra cinematográfica en dos partes que recogía la vida guerrillera del Che –y su relación histórica con Fidel--, desde los días de México y del Granma, pasando por los de la Sierra y el triunfo revolucionario, hasta su etapa boliviana y su asesinato en La Higuera. El también norteamericano Oliver Stone preparó un documental basado en una larga entrevista con Fidel. Su libro se ubica en ese contexto de acercamientos a esas personalidades de la historia. A pesar de la gran campaña mediática, las figuras más emblemáticas de la Revolución cubana siguen fascinando a un gran público…
Sí, el libro se recibió con una campaña, pero el libro venció esa campaña. Yo diría que la palabra de Fidel es definitiva, yo hice muchas presentaciones del libro y siempre dije que es normal que Fidel sea un personaje controvertido, es normal, por su historia y su trayectoria, por las campañas que ha enfrentado, y es normal que las personas duden, pero hagamos un test, una persona que no tenga prejuicios, que lea el libro, que escuche a Fidel --quien lea este libro se ha pasado unas 20, 25 horas escuchándolo--, tendrá la posibilidad de saber si esa personalidad que le habla es o no es honesta, es o no es tramposa, es o no es hipócrita, etc. Y yo creo que el libro convenció a mucha gente, de que Fidel no era el demonio que los medios presentan. De hecho el libro se ha editado en más de 40 países, yo he ido a muchos de ellos a presentarlo. Ahora está publicándose una edición iraní, y estuve en Israel, por ejemplo, para presentar la edición hebrea. Ha salido en vietnamita, en indonesio, hay una edición pirata en Indonesia, que yo he recibido, me trajeron un ejemplar. Evidentemente, en todos los países europeos se ha publicado. El primer país de Europa donde salió fue en Turquía. Es decir, el libro ha funcionado y se ha vendido bien, ha demostrado que hay un interés por él incluso en Estados Unidos; la edición norteamericana que se llamaba My life, ha tenido mucho éxito, ha circulado enormemente. Es decir, el libro ha podido vencer estas campañas y se ha establecido un poco como un clásico; todo el mundo admite que lo que dice Fidel no puede ser contradicho por nadie. Hace poco Fidel, afortunadamente restablecido, ha dado una entrevista a La Jornada, a nuestra amiga Carmen Lira, y en la prensa ha repercutido mucho lo que ha dicho sobre los homosexuales, pero eso ya está en este libro, ya él lo había dicho en el libro, no era la primera vez que lo decía, está muy bien que lo repita, pero en el libro ya él lo decía por primera vez. Es decir, hay una visión digamos de honestidad que podemos apreciar en estas conversaciones en las que Fidel abordó todos los temas, los más difíciles, digamos, entre comillas, lo cual demuestra que los periodistas que tergiversan la realidad cubana lo hacen creyendo que hay cosas tabúes que no se pueden abordar en Cuba, y Fidel lo aborda todo con mucha naturalidad.
Usted, a contrapelo del descalabro o descrédito que tienen los premios en este mundo, acaba de recibir uno importante.
Para mi gran sorpresa, porque ese premio curiosamente –con un jurado diferente en efecto--, el año pasado se lo dieron a la FIP, a la Federación de Empresarios de Prensa de América, que es una organización bastante hostil en particular con los procesos latinoamericanos de los que hablábamos, pero quizá por mala conciencia o por remordimiento decidieron –también es un jurado diferente--, dármelo a mí. Es un premio que yo aprecio en particular, porque cuando se creó fui miembro del primer jurado. Estábamos en el jurado con mi amigo Manolo Vázquez Montalbán –que también ha escrito un bello libro sobre Cuba que se llama Y Fidel entró en La Habana, un excelente libro. Y le dimos el premio a La República, por su resistencia a Berlusconi. Es uno de los grandes premios de periodismo que se dan en España y para mí ha sido una sorpresa absoluta. Y creo que las consideraciones del premio, no sé si has tenido ocasión de leerlo, en lo que se dice de mí, es algo en lo que me reconozco, es decir, no se lo están dando por equivocación a otro personaje, se lo están dando a lo que yo he hecho; fíjate que yo he escrito como unos veinte libros, algunos de ellos sobre periodismo, pero ellos solo citan un libro mío, Cien horas con Fidel, sí, es curioso, así que no hay equívoco.
Para cerrar la conversación, ¿quisiera comentar algo sobre la profesión del periodista?
Bueno, yo pienso que el periodismo está cambiando muchísimo en este momento, mucho, mucho. Es un momento de crisis de identidad del periodismo. El periodismo no ha tenido nunca una edad de oro, nunca ha habido un período en el que los periodistas eran perfectos y escribían sin equivocarse, y eran los seres más imparciales y más objetivos, eso no ha existido, soñamos con ese paraíso evidentemente, pero no ha existido, siempre ha existido momentos muy difíciles, la prensa ha atravesado crisis, pero este momento es particularmente delicado en la medida en que estamos viviendo una crisis de identidad del periodismo y una crisis de identidad del periodista, porque los nuevos medios ligeros de comunicar están difundiendo la idea de que cada persona puede ser periodista, y cada día por consiguiente muchos medios están difundiendo las informaciones de personas que proponen lo que han visto, lo que han sentido, lo que han experimentado, sus sentimientos, y en medio de esta gran confusión, la pregunta es ¿qué será mañana de la prensa de papel de pago?, ¿seguirá existiendo una prensa de papel de pago? La prensa de papel de pago es el único medio de información por el que aún se paga, en Internet es gratuito, la radio es gratuita, la televisión es gratuita, y hay muchos periódicos de papel gratuitos, entonces la información está condenada a ser gratuita, si la información está condenada a ser gratuita ¿los empresarios estarán dispuestos a pagar mucho para tener una buena información que luego van a regalar? Es una pregunta que nos podemos plantear, lo que es seguro es que la sociedad y esta sociedad, necesita una información de calidad, necesita una información libre, obviamente, y una información veraz, para que sea útil al ciudadano, ya sea para su vida de ciudadano y lector, es decir para escoger por quién voy a votar, por qué tipo de sociedad me voy a declarar, con argumentos, y también para su propia vida personal, si compro un periódico y gasto porque quiero saber un poco más en términos de ciencia, de conocimiento, de economía, etcétera, seré mejor y podré trabajar mejor y me estaré mejorando, mientras que hoy el periodismo está en una serie de proposiciones en las que todo está mezclado y aún no se ha decidido hacia cuál se va a dirigir. Lo que es seguro, lo repito es que la sociedad siempre seguirá necesitando una información de calidad y una información veraz, eso está claro.
Tomado de La Calle del Medio 30
Trasponemos el portón y avanzamos por un patio interior que delimita un edificio en líneas rectas. Allí radica la redacción central de una de las publicaciones periódicas más prestigiosas de Francia, dentro y fuera de sus fronteras: Le Monde Diplomatique. Nos espera Ignacio Ramonet, escritor, periodista y profesor universitario de origen hispano, quien fuera su director durante 18 años (actualmente dirige la edición española). Pero no entramos a las oficinas de antaño, subimos un piso más arriba por la escalera, hasta el local que ahora ocupa la Fundación Memorias de la Guerra, empeñada en rescatar del olvido episodios de las luchas populares en Europa y en América Latina, de la que es su presidente. Ramonet acaba de obtener el Premio Antonio Asensio de Periodismo, creado por el Grupo Zeta para honrar la memoria de su fundador. Apenas ayer estaba en Sofía, presentando la edición búlgara de Cien horas con Fidel, de la que existen ya ediciones en más de 40 países. En su oficina hay un estante de libros, en los que pueden verse algunas de esas traducciones. También hay fotos del autor con Fidel, con Hugo Chávez y con el Subcomandante Marcos. Hemos viajado a París para asistir a un encuentro con la prensa francesa sobre la manipulación de la imagen de Cuba, por eso la primera pregunta, inevitablemente, aborda el tema.
¿Cómo la prensa francesa, cómo la sociedad francesa mira hacia América Latina?
Curiosamente, no hay una visión única, porque el ciudadano francés o europeo, cuando mira los medios de comunicación, recibe exactamente dos mensajes, que son contradictorios. Me refiero a América Latina, pero esto pudiera extenderse a todo el Tercer Mundo, a los países del Sur. Por una parte recibe el mensaje de lo que podría ser la publicidad turística, con algunos aspectos de la cultura popular; imagínense toda la publicidad de las agencias de viaje. Aquí los autobuses, por ejemplo, durante un período del año, exhiben en un flanco una publicidad sobre Cuba donde ésta aparece como el país de la alegría, del sol, de las playas y de la dicha. Y así sucede también para el conjunto de América Latina: playas paradisíacas, en México, en Santo Domingo, etc. Pero existe otro discurso mediático, en los telediarios o en las informaciones noticiosas, donde América Latina solo aparece cuando hay catástrofes: el golpe de estado contra Correa, el terremoto en Haití, las inundaciones en Guatemala…
El ciudadano europeo imagina que un país de América Latina es o el Paraíso o el Infierno. O que es a la vez el Paraíso y el Infierno. Y esto evidentemente es imposible. ¿Por qué sucede esto? Porque son naciones lejanas, y no existe un seguimiento noticioso, y no se ven como países con una vida normal, con altibajos como en cualquier lugar. Esa es por tanto una visión deformada. Sobre Cuba sucede algo similar; por una parte está muy extendido el mismo mensaje: “vaya a Cuba porque allí está el Paraíso, no cuesta caro, las playas son las más bellas del mundo, el mejor ron, las mujeres más hermosas, donde todo el mundo es risueño y acogedor, etc”. Y a la vez, en las noticias se califica a Cuba como una dictadura, donde no hay derechos, donde la gente sufre, donde hay prisioneros políticos, etc., etc. Se entiende que ese discurso contradictorio no puede ser un discurso de verdad.
¿Saben los franceses que en América Latina se están produciendo los experimentos sociales de izquierda más importantes del mundo en el primer cuarto de siglo?
Lo saben, pero globalmente, al presentar esas experiencias –lo que ocurre en Venezuela, lo que ocurre en Bolivia, en Paraguay, en Ecuador, etc. y sobre todo en Venezuela, el país sobre el que hoy existe una mayor focalización, presentado como el manantial de todas las dificultades--, el discurso de los medios dominantes rebaja ese aspecto, o lo descalifica. No se les reconoce el carácter democrático, a pesar de las elecciones, y se descalifican o ningunean los éxitos sociales. No se dice por ejemplo que en Venezuela ya no hay analfabetos, o en Bolivia, lo cual es un hito histórico. Actualmente esos medios mantienen ante esos procesos la actitud que asumieron durante mucho tiempo frente a Cuba, que ya no es, como diría Sanjinés, el enemigo principal.
El periodismo ha asumido con cinismo que su función, más que informar, es construir esquemas de pensamiento…
Digamos que el periodismo objetivo no existe, en mi opinión. Siempre es subjetivo. Lo que ocurre es que un periodismo subjetivo tiene que basarse en hechos, para que el periodista pueda deducir. Y en este caso, con los procesos latinoamericanos, se tergiversan o no se presentan los hechos. Es más, se presentan “otros” hechos. Por ejemplo, la campaña que en Francia y en muchos países europeos se ha llevado contra Venezuela en torno a la cifra de delincuentes y a la inseguridad en aquel país, se basa en hechos falsos, muy exagerados, sin ser comparados con los de otros lugares, como México o El Salvador, por ejemplo. Hablamos en sentido general, no quiere decir que aquí no existan periodistas muy serios, pero no son mayoría, no es el discurso dominante.
¿Cómo ha sido recibido su libro sobre Fidel en Europa?
Inicialmente el libro fue mal recibido, y la campaña de hostilidad fue tal que algunos llegaron a decir que no era el resultado de una entrevista, que Fidel ya había muerto y que era un argumento más para pretender que seguía vivo y que se había hecho a base de textos ya existentes, o discursos suyos y textos inventados por mí. En España fue donde la batalla fue más intensa. Por eso ya en la segunda edición el libro se vendió con un DVD que contenía un extracto de las entrevistas de una hora de duración –porque las entrevistas en gran parte se filmaron y existe un DVD de 6 horas--, para que la gente comprobase que era verdad. Y después sacamos la edición revisada que Fidel asumió –él contó en algunas entrevistas todo esto--, pero esa fue la campaña inicial contra el libro y contra mí. Fui censurado. Por ejemplo, yo escribía regularmente en El País, y una vez que salió este libro dejaron de solicitar mis colaboraciones. Aquí en Francia yo hacía un programa en Radio Cultural, cada semana, y lo suprimieron, me dijeron literalmente que no podían tener un colaborador que hace libros con Fidel Castro…
Coincide que casi al mismo tiempo –unos años antes o después--, diferentes comunicadores se interesaron por las figuras de Fidel y del Che: el brasileño Walter Salles filmó Diarios de motocicleta, sobre la etapa de formación del Che, el norteamericano Steven Soderbergh concibió una monumental obra cinematográfica en dos partes que recogía la vida guerrillera del Che –y su relación histórica con Fidel--, desde los días de México y del Granma, pasando por los de la Sierra y el triunfo revolucionario, hasta su etapa boliviana y su asesinato en La Higuera. El también norteamericano Oliver Stone preparó un documental basado en una larga entrevista con Fidel. Su libro se ubica en ese contexto de acercamientos a esas personalidades de la historia. A pesar de la gran campaña mediática, las figuras más emblemáticas de la Revolución cubana siguen fascinando a un gran público…
Sí, el libro se recibió con una campaña, pero el libro venció esa campaña. Yo diría que la palabra de Fidel es definitiva, yo hice muchas presentaciones del libro y siempre dije que es normal que Fidel sea un personaje controvertido, es normal, por su historia y su trayectoria, por las campañas que ha enfrentado, y es normal que las personas duden, pero hagamos un test, una persona que no tenga prejuicios, que lea el libro, que escuche a Fidel --quien lea este libro se ha pasado unas 20, 25 horas escuchándolo--, tendrá la posibilidad de saber si esa personalidad que le habla es o no es honesta, es o no es tramposa, es o no es hipócrita, etc. Y yo creo que el libro convenció a mucha gente, de que Fidel no era el demonio que los medios presentan. De hecho el libro se ha editado en más de 40 países, yo he ido a muchos de ellos a presentarlo. Ahora está publicándose una edición iraní, y estuve en Israel, por ejemplo, para presentar la edición hebrea. Ha salido en vietnamita, en indonesio, hay una edición pirata en Indonesia, que yo he recibido, me trajeron un ejemplar. Evidentemente, en todos los países europeos se ha publicado. El primer país de Europa donde salió fue en Turquía. Es decir, el libro ha funcionado y se ha vendido bien, ha demostrado que hay un interés por él incluso en Estados Unidos; la edición norteamericana que se llamaba My life, ha tenido mucho éxito, ha circulado enormemente. Es decir, el libro ha podido vencer estas campañas y se ha establecido un poco como un clásico; todo el mundo admite que lo que dice Fidel no puede ser contradicho por nadie. Hace poco Fidel, afortunadamente restablecido, ha dado una entrevista a La Jornada, a nuestra amiga Carmen Lira, y en la prensa ha repercutido mucho lo que ha dicho sobre los homosexuales, pero eso ya está en este libro, ya él lo había dicho en el libro, no era la primera vez que lo decía, está muy bien que lo repita, pero en el libro ya él lo decía por primera vez. Es decir, hay una visión digamos de honestidad que podemos apreciar en estas conversaciones en las que Fidel abordó todos los temas, los más difíciles, digamos, entre comillas, lo cual demuestra que los periodistas que tergiversan la realidad cubana lo hacen creyendo que hay cosas tabúes que no se pueden abordar en Cuba, y Fidel lo aborda todo con mucha naturalidad.
Usted, a contrapelo del descalabro o descrédito que tienen los premios en este mundo, acaba de recibir uno importante.
Para mi gran sorpresa, porque ese premio curiosamente –con un jurado diferente en efecto--, el año pasado se lo dieron a la FIP, a la Federación de Empresarios de Prensa de América, que es una organización bastante hostil en particular con los procesos latinoamericanos de los que hablábamos, pero quizá por mala conciencia o por remordimiento decidieron –también es un jurado diferente--, dármelo a mí. Es un premio que yo aprecio en particular, porque cuando se creó fui miembro del primer jurado. Estábamos en el jurado con mi amigo Manolo Vázquez Montalbán –que también ha escrito un bello libro sobre Cuba que se llama Y Fidel entró en La Habana, un excelente libro. Y le dimos el premio a La República, por su resistencia a Berlusconi. Es uno de los grandes premios de periodismo que se dan en España y para mí ha sido una sorpresa absoluta. Y creo que las consideraciones del premio, no sé si has tenido ocasión de leerlo, en lo que se dice de mí, es algo en lo que me reconozco, es decir, no se lo están dando por equivocación a otro personaje, se lo están dando a lo que yo he hecho; fíjate que yo he escrito como unos veinte libros, algunos de ellos sobre periodismo, pero ellos solo citan un libro mío, Cien horas con Fidel, sí, es curioso, así que no hay equívoco.
Para cerrar la conversación, ¿quisiera comentar algo sobre la profesión del periodista?
Bueno, yo pienso que el periodismo está cambiando muchísimo en este momento, mucho, mucho. Es un momento de crisis de identidad del periodismo. El periodismo no ha tenido nunca una edad de oro, nunca ha habido un período en el que los periodistas eran perfectos y escribían sin equivocarse, y eran los seres más imparciales y más objetivos, eso no ha existido, soñamos con ese paraíso evidentemente, pero no ha existido, siempre ha existido momentos muy difíciles, la prensa ha atravesado crisis, pero este momento es particularmente delicado en la medida en que estamos viviendo una crisis de identidad del periodismo y una crisis de identidad del periodista, porque los nuevos medios ligeros de comunicar están difundiendo la idea de que cada persona puede ser periodista, y cada día por consiguiente muchos medios están difundiendo las informaciones de personas que proponen lo que han visto, lo que han sentido, lo que han experimentado, sus sentimientos, y en medio de esta gran confusión, la pregunta es ¿qué será mañana de la prensa de papel de pago?, ¿seguirá existiendo una prensa de papel de pago? La prensa de papel de pago es el único medio de información por el que aún se paga, en Internet es gratuito, la radio es gratuita, la televisión es gratuita, y hay muchos periódicos de papel gratuitos, entonces la información está condenada a ser gratuita, si la información está condenada a ser gratuita ¿los empresarios estarán dispuestos a pagar mucho para tener una buena información que luego van a regalar? Es una pregunta que nos podemos plantear, lo que es seguro es que la sociedad y esta sociedad, necesita una información de calidad, necesita una información libre, obviamente, y una información veraz, para que sea útil al ciudadano, ya sea para su vida de ciudadano y lector, es decir para escoger por quién voy a votar, por qué tipo de sociedad me voy a declarar, con argumentos, y también para su propia vida personal, si compro un periódico y gasto porque quiero saber un poco más en términos de ciencia, de conocimiento, de economía, etcétera, seré mejor y podré trabajar mejor y me estaré mejorando, mientras que hoy el periodismo está en una serie de proposiciones en las que todo está mezclado y aún no se ha decidido hacia cuál se va a dirigir. Lo que es seguro, lo repito es que la sociedad siempre seguirá necesitando una información de calidad y una información veraz, eso está claro.
jueves, 28 de octubre de 2010
Néstor Kischner, un hombre de izquierda.
Enrique Ubieta Gómez
Ha muerto Néstor Kischner. Ser de izquierda o de derecha --dos palabras ambiguas y ampliamente manipuladas--, es más una consecuencia de nuestros actos, que un resultado de nuestras opiniones políticas o filosóficas. A veces, incluso, depende del balance real, favorable o no a los intereses populares (que no se dirimen solo en el espacio nacional, sino en el más amplio de la guerra global) de nuestros actos. No importa cuan liberal sea el pensamiento de Obama o socialista el de Zapatero, si sus actos refuerzan el poder del Gran Capital. Por sus acciones, son representantes de la derecha. Empecé a respetar a Kischner cuando en la Cumbre de Mar del Plata desbancó como anfitrión las pretensiones hegemónicas de Bush y su proyecto de ALCA. El encontronazo, inesperado para la diplomacia imperial, transformó la visión de los consorcios mediáticos: de ser un exponente recomendado de la llamada --por la derecha--, "izquierda democrática", pasó a ser un populista de la "pandilla" de Chávez. Claro que sus medidas económicas y políticas no se proponían transformar la sociedad argentina. Conozco a buenos luchadores que lo enfrentaron como un nuevo exponente (más astuto, eso sí) de las anteriores políticas liberales.
Pero es necesario, según mi criterio, entender que los gobiernos latinoamericanos que hoy se definen “en la izquierda” crean, de conjunto, un obstáculo formidable a la voracidad del imperialismo. De cierta forma, son un acto no previsto de insubordinación. Pensar en otras posibles apetencias, en otros imperialismos emergentes (latinoamericanos o extracontinentales), es confundir la ubicación del enemigo real: lo urgente, lo revolucionario, es la derrota del imperialismo norteamericano en América Latina. Porque la desestructuración del sistema de predominio económico y político estadounidense, es una puerta inevitable que hay que trasponer en el camino hacia la emancipación humana. El imperialismo europeo es subsidiario del norteamericano, al menos en lo político y en lo militar. Por eso Néstor Kischner, más allá de sus ideas y de sus intenciones, fue un hombre de izquierda.
Los revolucionarios tenemos que aprender a reconocer el verdadero papel de cada persona y de cada movimiento social en el lento y contradictorio proceso emancipatorio. A veces, un líder honesto es más importante que un dirigente ideológicamente muy definido, que carece de liderazgo. En la isla de Granada, hace ya algunos años, unos teóricos marxistas liquidaron al líder auténtico, insuficientemente preparado (según ellos), y las tropas norteamericanas invadieron el país. Triste experiencia. Ha muerto Néstor Kischner, odiado por el imperialismo (no importa lo que ahora diga de él la misma prensa que lo excomulgó). Merece honor.
Ha muerto Néstor Kischner. Ser de izquierda o de derecha --dos palabras ambiguas y ampliamente manipuladas--, es más una consecuencia de nuestros actos, que un resultado de nuestras opiniones políticas o filosóficas. A veces, incluso, depende del balance real, favorable o no a los intereses populares (que no se dirimen solo en el espacio nacional, sino en el más amplio de la guerra global) de nuestros actos. No importa cuan liberal sea el pensamiento de Obama o socialista el de Zapatero, si sus actos refuerzan el poder del Gran Capital. Por sus acciones, son representantes de la derecha. Empecé a respetar a Kischner cuando en la Cumbre de Mar del Plata desbancó como anfitrión las pretensiones hegemónicas de Bush y su proyecto de ALCA. El encontronazo, inesperado para la diplomacia imperial, transformó la visión de los consorcios mediáticos: de ser un exponente recomendado de la llamada --por la derecha--, "izquierda democrática", pasó a ser un populista de la "pandilla" de Chávez. Claro que sus medidas económicas y políticas no se proponían transformar la sociedad argentina. Conozco a buenos luchadores que lo enfrentaron como un nuevo exponente (más astuto, eso sí) de las anteriores políticas liberales.
Pero es necesario, según mi criterio, entender que los gobiernos latinoamericanos que hoy se definen “en la izquierda” crean, de conjunto, un obstáculo formidable a la voracidad del imperialismo. De cierta forma, son un acto no previsto de insubordinación. Pensar en otras posibles apetencias, en otros imperialismos emergentes (latinoamericanos o extracontinentales), es confundir la ubicación del enemigo real: lo urgente, lo revolucionario, es la derrota del imperialismo norteamericano en América Latina. Porque la desestructuración del sistema de predominio económico y político estadounidense, es una puerta inevitable que hay que trasponer en el camino hacia la emancipación humana. El imperialismo europeo es subsidiario del norteamericano, al menos en lo político y en lo militar. Por eso Néstor Kischner, más allá de sus ideas y de sus intenciones, fue un hombre de izquierda.
Los revolucionarios tenemos que aprender a reconocer el verdadero papel de cada persona y de cada movimiento social en el lento y contradictorio proceso emancipatorio. A veces, un líder honesto es más importante que un dirigente ideológicamente muy definido, que carece de liderazgo. En la isla de Granada, hace ya algunos años, unos teóricos marxistas liquidaron al líder auténtico, insuficientemente preparado (según ellos), y las tropas norteamericanas invadieron el país. Triste experiencia. Ha muerto Néstor Kischner, odiado por el imperialismo (no importa lo que ahora diga de él la misma prensa que lo excomulgó). Merece honor.
miércoles, 27 de octubre de 2010
Imágenes del V Encuentro de Cubanos Residentes en Europa, recientemente celebrado en Praga.
Mi visita a Praga --hermosísima y triste ciudad--, fue importante para mí, por dos razones: la primera, ver uno de los posibles futuros de Cuba (desmemoria, manipulación de la historia, apatía general, indiferencia e individualismo extremos), contra el que lucharé siempre; la segunda, compartir con estos cubanos que por diferentes razones --económicas, sentimentales, o simplemente personales--, viven en Europa y defienden a la Revolución cubana. Todos los esquemas miamenses quedaban destruidos. Vean aquí algunos testimonios gráficos del encuentro.
Presentes en el Encuentro: Raúl Barzaga, director de Asuntos Consulares y de la Comunidad de Cubanos en el Exterior del MINREX, Bárbara Montalvo, embajadora de Cuba en la República Checa y Rosa Aurora Freijanes, esposa de Fernando González, uno de los cinco cubanos presos políticos en Estados Unidos.
Cubanos residentes en Alemania (con pulóver negro). En primer plano, José Conde, que vive en Berlín.
La científica Miriam Palacios y el poeta y ensayista Pedro Pérez Sarduy, ambos residentes en Londres, Reino Unido.
Nuevas amistades. Con pulóver blanco, residentes en Hungría.
Con Edmundo García, que reside en Miami, invitado como yo al Encuentro.
Un residente en Moscú hace uso de la palabra.
Mesa "Imagen de Cuba en Europa y contraofensiva ante las campañas mediáticas": de izq. a der. José Conde (Alemania), Virgilio Ponce (Francia), Edmundo García (Estados Unidos), Enrique Ubieta (invitado de Cuba), Arlenz Arean Rosales (Bélgica).
Foto de familia.
Edmundo y su esposa.
Cubanos de Hungría.
Presentes en el Encuentro: Raúl Barzaga, director de Asuntos Consulares y de la Comunidad de Cubanos en el Exterior del MINREX, Bárbara Montalvo, embajadora de Cuba en la República Checa y Rosa Aurora Freijanes, esposa de Fernando González, uno de los cinco cubanos presos políticos en Estados Unidos.
Cubanos residentes en Alemania (con pulóver negro). En primer plano, José Conde, que vive en Berlín.
La científica Miriam Palacios y el poeta y ensayista Pedro Pérez Sarduy, ambos residentes en Londres, Reino Unido.
Nuevas amistades. Con pulóver blanco, residentes en Hungría.
Con Edmundo García, que reside en Miami, invitado como yo al Encuentro.
Un residente en Moscú hace uso de la palabra.
Mesa "Imagen de Cuba en Europa y contraofensiva ante las campañas mediáticas": de izq. a der. José Conde (Alemania), Virgilio Ponce (Francia), Edmundo García (Estados Unidos), Enrique Ubieta (invitado de Cuba), Arlenz Arean Rosales (Bélgica).
Foto de familia.
Edmundo y su esposa.
Cubanos de Hungría.
viernes, 22 de octubre de 2010
Los héroes y la historia total. Reflexión desde Praga sobre los Cinco.
Enrique Ubieta Gómez
Hace apenas unas horas se efectuó en Praga un acto de solidaridad con los cinco antiterroristas cubanos presos por razones políticas en Estados Unidos, al que asistió Rosa Aurora, la esposa de Fernando, uno de esos héroes. Conozco las discusiones que suelen producirse entre historiadores y académicos en torno a la mayor o menor visibilidad social de algunos héroes (a veces incluso en torno al propio calificativo) y de personajes o sucesos de la historia. A la contrarrevolución no le gusta el panteón revolucionario. Supongo que prescindiría de Mella, de Villena, de Jesús Menéndez y de José Antonio Echevarría, entre otros disminuidos o ninguneados en la seudorepública. En periódicos francamente de derecha como El País de España o El Nuevo Herald de Miami, han tratado de presentar al Che Guevara como asesino y a Fulgencio Batista como un demócrata que cometió errores. Los circunspectos historiadores de Miami (no importa donde vivan, existe una mentalidad miamense que marca y determina lo mismo al que vive en México, que al que vive en Barcelona) claman a veces por "una historia total" en la que Julio Lobo y Orestes Ferrara --dos millonarios de dudosa ética--, regresen como héroes a las páginas sociales de una prensa hecha para reproducir precisamente sus valores. Insisto en esto porque no existen académicos más honrados y obsesionados con la verdad que los revolucionarios. Y pasa que nos contaminan el complejo de culpa, y de pronto decimos, bueno, hagamos una historia total, busquemos así sea con lupa los aportes de esos buenos señores que para evadir impuestos a unas ganacias arrancadas al sudor y a la sangre de otros, construyeron alguna vez un teatro. Y quizás está bien, porque si alguien tiene la responsabilidad de edificar una historia justa (que no ecuménica) somos los revolucionarios. Pero entonces llego a Praga, y compruebo con estupor que la totalidad contrarrevolucionaria es un embuste, más aún, es absolutamente cínica y falsificadora. Todos los héroes del socialismo checo desaparecieron como los presos de Pinochet (arrancados de las páginas de los libros, y expulsados de los liceos aquellos maestros osados que se atrevían a mencionarlos), que los comunistas antifascistas --no ya los soviéticos, hablo de los nacionales que fueron los primeros en entrar en el territorio ocupado por los alemanes--, "jamás existieron". Que los tribunales condenan al editor que se atreva a publicar al periodista antifascista Julius Fucik, porque era declaradamente comunista, aunque en su famoso reportaje no hablara de sus creencias políticas. Compruebo en esta ciudad que la derecha no solo ha dinamitado y enterrado los restos del panteón socialista (ninguno existió, ninguno tuvo mérito alguno), sino que ha construido precipitadamente otro de falsos héroes, de personajes mediáticamente construidos, de mercenarios y buscavidas que sirvieron a intereses espúreos. Y mientras la esposa de Fernando hablaba de su marido encarcelado en Estados Unidos --descaradamente violadas todas las reglas de la decencia judicial--, y de sus otros compañeros, héroes, como quisiera tenerlos cualquier otra nación, y reclamaba justicia, otros le otorgaban el Premio Sajarov a Fariñas, aún cuando sabían muy bien de qué trata el asunto, porque ciertos premios no existen para hacer justicia, sino para fabricar prestigios. Pensaba, finalmente, en lo que sería la "nueva" historia de Cuba si la contrarrevolución recuperara alguna vez el poder en la isla: una historia de Yoanis, de Fariñas, de mercenarios, de cínicos y de truhanes. No existe la historia "total", porque cada tradición --y en una nación hay diferentes tradiciones--conduce a un futuro diferente. Una tradición de anexionistas y de autonomistas, conduce a un Estado Libre Asociado. Una tradición de independentistas y de revolucionarios al socialismo. La experiencia checa es aleccionadora: la contrarrevolución está inconforme con el panteón de los héroes revolucionarios, no porque cultive un purismo académico o le importe "la verdad", sino porque quiere sustituirlo por otro, real o ficticio, inventado o comprado, que le permita contar con una tradición para su proyecto de sociedad. Hoy he sentido cuanto le debemos a esos cinco cubanos presos políticos en cárceles estadounidenses, y cuanto a nuestros hijos y nietos. al futuro de la Patria, en su defensa como los insoslayables héroes que son.
Hace apenas unas horas se efectuó en Praga un acto de solidaridad con los cinco antiterroristas cubanos presos por razones políticas en Estados Unidos, al que asistió Rosa Aurora, la esposa de Fernando, uno de esos héroes. Conozco las discusiones que suelen producirse entre historiadores y académicos en torno a la mayor o menor visibilidad social de algunos héroes (a veces incluso en torno al propio calificativo) y de personajes o sucesos de la historia. A la contrarrevolución no le gusta el panteón revolucionario. Supongo que prescindiría de Mella, de Villena, de Jesús Menéndez y de José Antonio Echevarría, entre otros disminuidos o ninguneados en la seudorepública. En periódicos francamente de derecha como El País de España o El Nuevo Herald de Miami, han tratado de presentar al Che Guevara como asesino y a Fulgencio Batista como un demócrata que cometió errores. Los circunspectos historiadores de Miami (no importa donde vivan, existe una mentalidad miamense que marca y determina lo mismo al que vive en México, que al que vive en Barcelona) claman a veces por "una historia total" en la que Julio Lobo y Orestes Ferrara --dos millonarios de dudosa ética--, regresen como héroes a las páginas sociales de una prensa hecha para reproducir precisamente sus valores. Insisto en esto porque no existen académicos más honrados y obsesionados con la verdad que los revolucionarios. Y pasa que nos contaminan el complejo de culpa, y de pronto decimos, bueno, hagamos una historia total, busquemos así sea con lupa los aportes de esos buenos señores que para evadir impuestos a unas ganacias arrancadas al sudor y a la sangre de otros, construyeron alguna vez un teatro. Y quizás está bien, porque si alguien tiene la responsabilidad de edificar una historia justa (que no ecuménica) somos los revolucionarios. Pero entonces llego a Praga, y compruebo con estupor que la totalidad contrarrevolucionaria es un embuste, más aún, es absolutamente cínica y falsificadora. Todos los héroes del socialismo checo desaparecieron como los presos de Pinochet (arrancados de las páginas de los libros, y expulsados de los liceos aquellos maestros osados que se atrevían a mencionarlos), que los comunistas antifascistas --no ya los soviéticos, hablo de los nacionales que fueron los primeros en entrar en el territorio ocupado por los alemanes--, "jamás existieron". Que los tribunales condenan al editor que se atreva a publicar al periodista antifascista Julius Fucik, porque era declaradamente comunista, aunque en su famoso reportaje no hablara de sus creencias políticas. Compruebo en esta ciudad que la derecha no solo ha dinamitado y enterrado los restos del panteón socialista (ninguno existió, ninguno tuvo mérito alguno), sino que ha construido precipitadamente otro de falsos héroes, de personajes mediáticamente construidos, de mercenarios y buscavidas que sirvieron a intereses espúreos. Y mientras la esposa de Fernando hablaba de su marido encarcelado en Estados Unidos --descaradamente violadas todas las reglas de la decencia judicial--, y de sus otros compañeros, héroes, como quisiera tenerlos cualquier otra nación, y reclamaba justicia, otros le otorgaban el Premio Sajarov a Fariñas, aún cuando sabían muy bien de qué trata el asunto, porque ciertos premios no existen para hacer justicia, sino para fabricar prestigios. Pensaba, finalmente, en lo que sería la "nueva" historia de Cuba si la contrarrevolución recuperara alguna vez el poder en la isla: una historia de Yoanis, de Fariñas, de mercenarios, de cínicos y de truhanes. No existe la historia "total", porque cada tradición --y en una nación hay diferentes tradiciones--conduce a un futuro diferente. Una tradición de anexionistas y de autonomistas, conduce a un Estado Libre Asociado. Una tradición de independentistas y de revolucionarios al socialismo. La experiencia checa es aleccionadora: la contrarrevolución está inconforme con el panteón de los héroes revolucionarios, no porque cultive un purismo académico o le importe "la verdad", sino porque quiere sustituirlo por otro, real o ficticio, inventado o comprado, que le permita contar con una tradición para su proyecto de sociedad. Hoy he sentido cuanto le debemos a esos cinco cubanos presos políticos en cárceles estadounidenses, y cuanto a nuestros hijos y nietos. al futuro de la Patria, en su defensa como los insoslayables héroes que son.
Reprimen brutalmente a bloguero cubano en Miami.
¿Quiénes hablan de libertad de expresión?, ¿quiénes hablan de represión o de intolerancia? ¿Donde están las huellas nunca mostradas de la supuesta golpiza a Yoani que la prensa trasnacional anunció con jubilosa ligereza?, ¿donde está la prensa trasnacional que no publica en todos los idiomas las golpizas fehacientemente mostradas a los que disienten de sus matrices de opinión? ¿qué pasa con las organizaciones supuestamente defensoras de los derechos humanos?, ¿otorgará el Parlamento Europeo a Varela el Premio Sajarov?, ¿o todos son unos hipócritas a sueldo?
VEA LAS FOTOS AQUÍ
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jueves, 21 de octubre de 2010
En Praga: primeras impresiones.
He sido invitado a participar en el V Encuentro Regional de Cubanos Residentes en Europa que se celebrará este fin de semana en Praga. La experiencia sin dudas será muy rica, porque esta capital, una de las más bellas de Europa, se ha transformado con el advenimiento de la "libertad" de las trasnacionales en una urbe ciega, sorda, muda. Los checos ya no creen, ya no esperan, ya nada les importa. Los políticos son los más corruptos de Europa. Con excepción del periódico comunista, ferozmente estigmatizado, la prensa plana del nuevo país pertenece a consorcios extranjeros. Pero los ciudadanos "libres" no quieren pensar. Un editor fue demandado judicialmente por reeditar Reportaje al pie de la horca de Julius Fucik. La historia ha sido reescrita, al extremo de cambiarse la fecha de la victoria sobre el nazi fascismo, para atribuirle el mérito a las tropas estadounidenses. El actual Canciller, hijo de uno de los propietarios nacionalizados por el socialismo, tuvo que aprender el idioma "natal" para reinsertarse, y reapropiarse de la mitad del país. Previamente había hecho una inversión: fue uno de los principales financistas de Havel. Prometo escribir después con más calma.
Arte sobre arte en la hermandad cubano-venezolana.
Antonio Rodríguez Salvador
Con un espectáculo de Body Art, realizado en pleno corazón de Barcelona, capital del estado Anzoátegui, 26 artistas cubanos y venezolanos hermanaron óleos y pinceles para regalar al público presente una tarde inolvidable.
El evento, realizado en el marco de las celebraciones por el Bicentenario del Grito de Independencia, así como del Encuentro Mundial de Arte Corporal, sirvió también de excelente motivo para iniciar las jornadas de actividades en saludo al Día de la Cultura Cubana.
Los artistas cubanos participantes en la actividad, son colaboradores integrantes de la Misión Cultural “Corazón Adentro”, que brinda acciones solidarias en barrios y comunidades apartadas del municipio Bolívar, en este estado venezolano.
La representación local, entretanto, estuvo integrada por creadores profesionales y aficionados, mientras la dirección artística corrió a cargo de Franklin Fernández, destacado escritor y artista plástico anzoatiguense.
Si el ser humano es la más importante creación de la naturaleza, entonces el Body Art es una manera de hacer arte sobre arte, expresó Franklin. Su origen se remonta a la prehistoria cuando nuestros antepasados pintaban sus cuerpos con carbón vegetal, sangre de animales y otras sustancias del entorno, con el objetivo de camuflarse durante la caza, impresionar a sus enemigos en las batallas, o reconocer a los miembros de la propia tribu.
En los años 60 del pasado siglo, cobró relevancia fundamentalmente en Europa y los Estados Unidos, dentro de las diversas técnicas que configuran el llamado arte conceptual.
Entre los espectadores del evento, se hallaban funcionarios del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en el estado Anzoátegui, encabezados por Giuditta Casparini, directora general de cultura, mientras que por la parte cubana destacó la presencia de Ana María Herrera Tristá, vicecoordinadora de la misión en el territorio.
Con un espectáculo de Body Art, realizado en pleno corazón de Barcelona, capital del estado Anzoátegui, 26 artistas cubanos y venezolanos hermanaron óleos y pinceles para regalar al público presente una tarde inolvidable.
El evento, realizado en el marco de las celebraciones por el Bicentenario del Grito de Independencia, así como del Encuentro Mundial de Arte Corporal, sirvió también de excelente motivo para iniciar las jornadas de actividades en saludo al Día de la Cultura Cubana.
Los artistas cubanos participantes en la actividad, son colaboradores integrantes de la Misión Cultural “Corazón Adentro”, que brinda acciones solidarias en barrios y comunidades apartadas del municipio Bolívar, en este estado venezolano.
La representación local, entretanto, estuvo integrada por creadores profesionales y aficionados, mientras la dirección artística corrió a cargo de Franklin Fernández, destacado escritor y artista plástico anzoatiguense.
Si el ser humano es la más importante creación de la naturaleza, entonces el Body Art es una manera de hacer arte sobre arte, expresó Franklin. Su origen se remonta a la prehistoria cuando nuestros antepasados pintaban sus cuerpos con carbón vegetal, sangre de animales y otras sustancias del entorno, con el objetivo de camuflarse durante la caza, impresionar a sus enemigos en las batallas, o reconocer a los miembros de la propia tribu.
En los años 60 del pasado siglo, cobró relevancia fundamentalmente en Europa y los Estados Unidos, dentro de las diversas técnicas que configuran el llamado arte conceptual.
Entre los espectadores del evento, se hallaban funcionarios del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en el estado Anzoátegui, encabezados por Giuditta Casparini, directora general de cultura, mientras que por la parte cubana destacó la presencia de Ana María Herrera Tristá, vicecoordinadora de la misión en el territorio.
martes, 19 de octubre de 2010
La cultura cubana desde el barrio.
“El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos,
en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos.”
José Martí
en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos.”
José Martí
Carlos Rodríguez Almaguer
Cuando el 27 de mayo de 1952, Alejo Carpentier escribía en las páginas del diario venezolano El Nacional, su breve artículo El arte de empezar temprano, no podía imaginar que más de medio siglo después podríamos publicarlo íntegramente en nuestra prensa como parte de lo cotidiano.“A menudo un padre se nos queja —escribía Alejo entonces— de la ¨frivolidad¨ de las generaciones presentes: ‘¡No sé cómo aficionar a mi hijo a la lectura! Ha cumplido quince años y no abre más que los libros del Liceo… y eso, ¡porque es obligación! ¡Los jóvenes de hoy no leen!’… cuando ese padre ha terminado de lamentarse, tengo siempre ganas de preguntarle:
--Pero… ¿usted o su esposa, leían cuentos, aventuras, al muchacho, antes de que él supiera leer?... ¿Ustedes sacrificaban algún momento, cada día, para hacerle lecturas en voz alta?...”
En el mismo artículo comenta sobre la formación del gusto musical en los niños, específicamente se refiere a una niña. “La respuesta es sencilla. Coloque un tocadiscos en un lugar cercano al de sus juegos, y no deje de hacer sonar —aunque ella no parezca prestar la menor atención a ello— grabaciones de buena música. Pero --¡eso sí!— de buena música. No importa los autores. El timbre de los instrumentos, los diversos climas armónicos del presente y del pasado van torneando una sensibilidad musical, de modo gradual, casi imperceptible, en la prodigiosa materia plástica que es el cerebro del niño. Parece que no escuchó, y puede que así sea, en efecto. Pero siente, sin darse cuenta. La sinfonía le va entando por los poros. Y un día se detiene de jugar para agarrar, al paso, un tema cuya rara sonoridad de flautas y arpas le halaga el oído de modo animal, por así decirlo. Cuando esto se logra, puede afirmarse que su musicalidad está en marcha.” Y concluye este artículo el autor de El siglo de la luces, comentando el hecho de que en el sitio donde solía comprar sus discos, los clientes más exigentes que encontraba eran jóvenes de veinte años, pero que habían escuchado buena música desde los cuatro.
Ya sabemos que nuestros niños reciben en la escuela una signatura que se aborda la Lectura, y otra la Educación Musical, pero es evidente que no basta. Es necesario que la familia tome cartas en el asunto, amén de que la escuela también trate de educar, además de instruir, para que la sensibilidad artística, es decir humana, del niño comience a forjarse desde los primero años de vida. Si para Martí un pueblo se mide por el tipo de hombre y de mujer que en él se reproduce, entonces la formación de ese ser humano implica también una responsabilidad social de la que nadie está exento. Y si un pueblo está en condiciones para asumir y cumplir este deber elemental e ineludible, es el pueblo cubano.
El sistema institucional de la cultura abarca todo el espectro de nuestra sociedad, abierto a las más diversas posibilidades formativas. Desde los instructores de arte en las escuelas y el promotor cultural en el barrio, hasta nuestras insignes academias e institutos. Es necesario complementarlo con lo que él, si bien puede fomentar y alimentar, no puede garantizar: la voluntad individual y colectiva de cultivar su espíritu, único camino de ascenso humano.
En medio de la vertiginosa carrera que constituye la existencia para los que hoy habitamos el planeta, es necesario hacer un alto de vez en cuando para tratar de vivir esa experiencia maravillosa que significa formar parte consciente, aunque sea por unos pocos años, de aquello que Martí llamó “el alma universal”. Por eso ha de comprenderse que para adquirir, vivir y construir en ese espacio infinito que llamamos cultura, no basta comprar, por moda temporal, libros que a veces no leemos, ni siquiera leerlos sin que luego tengamos con quién comentar su lectura, porque “nos faltan” espacios, como si los espacios del diálogo, la tertulia, la conversación sabrosa y útil, tuvieran que entregárnoslas en un plan de trabajo y no fueran necesidad de nosotros producirlos, inventarlos, defenderlos.
En un pueblo cuya génesis está en las ideas que se discutían en las tertulias que no surgieron sino de la insaciable necesidad humana de comunicar; en un pueblo conversador por tradición y por naturaleza, el arte de conversar se ha ido perdiendo, ahogado por una jerga insulsa que degenera más que aviva nuestra inteligencia y nuestra lengua, contaminado por el chisme y la banalidad. Existen, por supuesto, honrosas excepciones, pero lo triste es que en un pueblo sin duda instruido como el nuestro, esos deliciosos momentos que nos depara una conversación inteligente, que ayuda a levantar el espíritu sobre la pequeñez cotidiana —como le pedía Tagore a su dios— no debieran ser eso: excepciones.
Instrucción no es sinónimo de cultura. Sobran los ejemplos. Forma parte importante de ella, nada más. Por lo tanto no basta la instrucción escolar de la primaria a la universidad, como tampoco bastan la red de Bibliotecas Públicas, de Casas de Cultura, de Librerías donde confluye una política editorial enfocada, no como un negocio, sino como un medio para contribuir al crecimiento humano, ni las redes de galerías de arte, de teatros, de salas de concierto, si no fomentamos en nosotros mismos y en los demás la voluntad de asistir a ese espacio vital donde se concreta nuestra condición humana, que es el de interactuar con nuestros semejantes. En las grandes ciudades la vida cultural siempre es más rica, pero ello no excusa al municipio, a la comunidad, a la pequeña institución, al promotor natural o profesional, y mucho menos al propio individuo, de intentar cuanto esté a su alcance para fomentar y educar el gusto, propiciar espacios, convocar voluntades, promover lo mejor de cuanto hemos podido acumular en estos siglos de forja y combate, para que la cultura cubana, como una inmensa cordillera, siga a la vez hundiendo sus raíces en la profunda tierra y empinando sus cumbres hacia el sol.
lunes, 11 de octubre de 2010
Unas palabras de René.
En el receso de un debate sobre cultura cubana organizado en París, Olga Salanueva me ofreció su celular diciéndome: René quiere hablarte. Sorprendido y emocionado tomé el teléfono y encontré del otro lado una voz serena, que me saludaba como si estuviese en cualquier sitio del planeta, menos en una prisión norteamericana. Me habló de La Calle del Medio, y aproveché para pedirle que colaborara (una lúcida carta suya ya había aparecido en sus páginas) y aceptó. Me dio ánimos en el empeño de promover la verdad de Cuba --¡él, desde la cárcel, animándonos!--, y yo no supe qué decirle, más que lo admiraba, como millones de cubanos. Después supe que tras la llamada, por razones desconocidas, estuvo varios días confinado en el hueco. Pero hay personas que piensan que los héroes no existen, que los actos extraordinarios los produce el miedo, la venganza o el odio, y los maquilla la historia. René los desmiente todos los días.
domingo, 10 de octubre de 2010
Conversación con Maurice Lemoine, autor de la primera novela sobre los Cinco.
E. U. G.
El pasado 6 de octubre, mientras en La Habana se conmemoraba el aniversario 34 del atentado a un avión de Cubana en pleno vuelo y la muerte de sus 73 pasajeros y tripulantes (entre los que se hallaban los muy jóvenes integrantes del equipo nacional de esgrima), en París se presentaba una novela sobre las acciones en Miami, el encarcelamiento --hace doce años--, y la condena de cinco cubanos que trataban de impedir la ejecución de nuevos atentados. La tarde anterior, el presentador de uno de los programas más populares de la televisión francesa había sorprendido al diputado socialista Manuel Valls regalándole un ejemplar de la novela y explicando ante las cámaras su trama. El autor de la obra --titulada Cinco cubanos en Miami--, el periodista y escritor francés Maurice Lemoine, accedió a decir algunas palabras para este blog, en un casi imposible aparte de la presentación, a la que también asistieron Olga y Adriana, esposas de René y Fernando, respectivamente, el embajador de Cuba en Francia y Juana Martínez, directora de información y divulgación del MINREX cubano.
Maurice, ¿qué te impulsó a escribir sobre los Cinco?
Yo trabajaba en Le Monde Diplomatic cuando Ignacio Ramonet era el director –y yo su jefe de redacción--, y publicamos dos artículos sobre los Cinco. Uno de ellos de Leonard Weinglass, el abogado, y la historia me pareció totalmente increíble. Entonces me interesé en el tema, empecé a trabajar sobre el dossier y me dije, es imposible que esta historia no sea conocida. Yo funciono así: una mañana me levanté diciéndome que debía escribir una novela sobre este asunto…
¿Por qué una novela?
Esta es la cuarta novela que escribo. La cosa es que el mundo editorial en estos países, en Francia, es muy complicado. Si escribes un documento sobre los Cinco, algo muy serio, académico, no le interesa a nadie. Sabes que solo podrás venderla entre los miembros de la Solidaridad, pero no alcanzarás al gran público. Para que el libro sea conocido, para que la historia sea conocida, tiene que pasar por el filtro de los medios de comunicación. En los medios de comunicación, si escribes un libro “serio” sobre los Cinco, tendrás que enviárselo a los especialistas en América Latina. Y la mayoría de esos especialistas está predispuesto contra Cuba. Eso es un hecho. Entonces, si escribes una novela puedes llegar a otro tipo de periodista, especialista en temas generales o literarios, más curioso, y tendrás muchas más posibilidades de que vean el libro y digan, bueno, esto es interesante, y descubran la historia de los Cinco. Por eso escogí esta estrategia…
¿Qué editorial lo publica?
La Editorial Don Quijote (Don Quichotte éditions). El nombre está muy bien escogido. Es una casa de edición muy joven, que lleva un año, pero con una directora muy valiente. Hay que decir la verdad, cuando tu eres escritor y llegas a una casa editorial diciendo, yo tengo un libro sobre los Cinco de Miami, y tiene mil cincuenta páginas, necesitas a un editor muy valiente. Porque es un riesgo económico grande, incluso para editoriales de más nombre. Pero ella tiene la cabeza bien puesta, está políticamente bien informada, y dijo bueno, adelante…
¿Qué te pareció la sorpresiva presentación del libro en uno de los programas de televisión más populares de Francia?
Para decirte la verdad, no la vi. Pero es una muy buena noticia, en primer lugar porque el periodista que la presentó –que aborda temas generales, precisamente, como te decía--, es un tipo serio y famoso. En segundo lugar, es la primera vez que hablan de los Cinco en la televisión francesa. Para mí fue fantástico. Los periodistas suelen estar a la expectativa, si alguien muy conocido habla de algo, los demás también lo hacen y tienes más suerte. Entonces esperamos que sea el inicio de una campaña –para mí es una campaña--, que nos permita popularizar la historia de los Cinco.
¿Has podido conocer a la familia?
Sí, claro. Bueno, no conocía a Olga y Adriana. En Cuba había conocido a las mamás de Antonio y de Fernando, a la esposa de Ramón y al hermano de René, y trabajé mucho sobre los testimonios, sobre lo que se sabe de la historia, porque en Cuba se ha publicado mucho sobre el asunto. Así que, en realidad, mi libro es una obra colectiva. He leído todo lo que se ha publicado sobre el tema y de cierta manera puede decirse que yo resumí para un público francés la información recopilada por muchas personas.
¿Se traducirá a otras lenguas?
Mi gran esperanza es que haya una edición en español. Es algo complicado porque es un libro de mil páginas, y representa un costo importante para una editorial. Eso también va a depender del éxito que tenga el libro en Francia. Si mañana un editor inglés ve que hay un libro que tiene éxito en Francia, puede decidirse a pesar del costo a traducirlo. El libro acabamos de bautizarlo. Estará en las librerías mañana. Empezamos con una tirada de cinco mil ejemplares, y después se verá.
Yo trabajaba en Le Monde Diplomatic cuando Ignacio Ramonet era el director –y yo su jefe de redacción--, y publicamos dos artículos sobre los Cinco. Uno de ellos de Leonard Weinglass, el abogado, y la historia me pareció totalmente increíble. Entonces me interesé en el tema, empecé a trabajar sobre el dossier y me dije, es imposible que esta historia no sea conocida. Yo funciono así: una mañana me levanté diciéndome que debía escribir una novela sobre este asunto…
¿Por qué una novela?
Esta es la cuarta novela que escribo. La cosa es que el mundo editorial en estos países, en Francia, es muy complicado. Si escribes un documento sobre los Cinco, algo muy serio, académico, no le interesa a nadie. Sabes que solo podrás venderla entre los miembros de la Solidaridad, pero no alcanzarás al gran público. Para que el libro sea conocido, para que la historia sea conocida, tiene que pasar por el filtro de los medios de comunicación. En los medios de comunicación, si escribes un libro “serio” sobre los Cinco, tendrás que enviárselo a los especialistas en América Latina. Y la mayoría de esos especialistas está predispuesto contra Cuba. Eso es un hecho. Entonces, si escribes una novela puedes llegar a otro tipo de periodista, especialista en temas generales o literarios, más curioso, y tendrás muchas más posibilidades de que vean el libro y digan, bueno, esto es interesante, y descubran la historia de los Cinco. Por eso escogí esta estrategia…
¿Qué editorial lo publica?
La Editorial Don Quijote (Don Quichotte éditions). El nombre está muy bien escogido. Es una casa de edición muy joven, que lleva un año, pero con una directora muy valiente. Hay que decir la verdad, cuando tu eres escritor y llegas a una casa editorial diciendo, yo tengo un libro sobre los Cinco de Miami, y tiene mil cincuenta páginas, necesitas a un editor muy valiente. Porque es un riesgo económico grande, incluso para editoriales de más nombre. Pero ella tiene la cabeza bien puesta, está políticamente bien informada, y dijo bueno, adelante…
¿Qué te pareció la sorpresiva presentación del libro en uno de los programas de televisión más populares de Francia?
Para decirte la verdad, no la vi. Pero es una muy buena noticia, en primer lugar porque el periodista que la presentó –que aborda temas generales, precisamente, como te decía--, es un tipo serio y famoso. En segundo lugar, es la primera vez que hablan de los Cinco en la televisión francesa. Para mí fue fantástico. Los periodistas suelen estar a la expectativa, si alguien muy conocido habla de algo, los demás también lo hacen y tienes más suerte. Entonces esperamos que sea el inicio de una campaña –para mí es una campaña--, que nos permita popularizar la historia de los Cinco.
¿Has podido conocer a la familia?
Sí, claro. Bueno, no conocía a Olga y Adriana. En Cuba había conocido a las mamás de Antonio y de Fernando, a la esposa de Ramón y al hermano de René, y trabajé mucho sobre los testimonios, sobre lo que se sabe de la historia, porque en Cuba se ha publicado mucho sobre el asunto. Así que, en realidad, mi libro es una obra colectiva. He leído todo lo que se ha publicado sobre el tema y de cierta manera puede decirse que yo resumí para un público francés la información recopilada por muchas personas.
¿Se traducirá a otras lenguas?
Mi gran esperanza es que haya una edición en español. Es algo complicado porque es un libro de mil páginas, y representa un costo importante para una editorial. Eso también va a depender del éxito que tenga el libro en Francia. Si mañana un editor inglés ve que hay un libro que tiene éxito en Francia, puede decidirse a pesar del costo a traducirlo. El libro acabamos de bautizarlo. Estará en las librerías mañana. Empezamos con una tirada de cinco mil ejemplares, y después se verá.
jueves, 7 de octubre de 2010
Breve crónica parisina.
Fotos del encuentro de periodistas e intelectuales sobre Imagen Cuba en Francia
A Yaira y Santiesteban
Enrique Ubieta Gómez
París seduce. En la Torre Eiffel o en el Louvre se escuchan todas las lenguas modernas, y confluyen todos los rostros, todas las expectativas y esperanzas humanos. Los transeúntes, vistos desde lo alto de la Torre, se asemejan a hormigas de colores. Pero abajo, a sus pies, africanos del Norte y del Sur venden las torrecillas de recuerdo, que los turistas regatean a precios de nada. Muchos llegan para visitar los lugares que han visto antes en fotos, o que la televisión instaló en sus retinas. Pero la arquitectura de los edificios más ordinarios, el detalle que sorprende en cualquier esquina y el glamour bohemio de bares y cafés, confunden a los cazadores de espacios mediáticos, que recorren los pasillos del Louvre buscando con ansiedad las obras que señalan los catálogos de artes plásticas. Cuando la encuentran, sustituyen el placer estético, por la posesiva autorrealización del consumidor: “también yo estuve frente a la Mona Lisa”. Pequeña, orgullosa, protegida por cristales antibalas, y dos niveles de aislamiento, recibe a decenas de visitantes que se aglomeran para fotografiarla, como si se tratase de una estrella de cine. No disfrutan de la obra, sino del hecho de estar frente a ella. Obvian los magníficos cuadros que la rodean. París se ha convertido en un espacio arquitectónico, que millones de personas comparten y consumen con frenesí. Pocos visitantes, sin embargo, conocen a franceses comunes, y comparten sus formas de vida, sus alegrías y angustias cotidianas; menos aún a los inmigrantes que adornan de colores y pesares la ciudad. Y a los gitanos (romaníes) expulsados, que no son ni franceses ni inmigrantes. Mientras los turistas caminan ansiosos por la ciudad, los franceses preparan una huelga general para el martes 12 de octubre.
La televisión nacional repite con insistencia que el fantasmagórico Bin Laden amenaza con nuevos atentados en lugares públicos de Europa. Dos veces en una semana han evacuado la Torre. Los culpables del peor acto terrorista ocurrido en la historia de América Latina –el derribo de un avión comercial cubano en pleno vuelo, y la muerte de sus 73 pasajeros y tripulantes--, nada fantasmagóricos, viven tranquilamente en Miami. El pasado 6 de octubre se cumplieron 34 años del hecho, sin que el gobierno estadounidense enjuicie o acceda a extraditar a los culpables. Ese día, en una embarcación sobre el río Sena, se presenta la novela Cinco cubanos en Miami (la novela de la guerra secreta entre Cuba y Estados Unidos) de Maurice Lemoine, ex redactor jefe de Le Monde Diplomatic, una versión recreada pero fiel de los avatares de cinco cubanos infiltrados en grupos terroristas de Miami, para evitar nuevos atentados, paradójicamente sancionados en Estados Unidos a penas extremas. Adriana y Olga, esposas de dos de los héroes, nos acompañan en la ceremonia. Después de muchos años, vuelvo a encontrar también a uno de los estudiosos más prestigiosos de la obra martiana, el francés Paul Estrade. Me dice: sigo aquí, en la Asociación de Amistad con Cuba.
Periodistas e intelectuales franceses y cubanos nos reunimos para debatir sobre la manera en que se difunde la imagen de Cuba, de su Revolución, en la prensa francesa. Paraíso e infierno se alternan en la descripción del país, según sean las intenciones, turísticas o políticas. Algunos son enfáticos: América Latina no interesa demasiado al lector francés. ¿El cosmopolitismo de las calles de París solo significa que el mundo mira a Francia?, ¿la entiende?, ¿acaso Francia mira al mundo?, ¿al Tercer Mundo?, ¿saben los franceses que en América Latina ocurren los cambios políticos más trascendentales de la contemporaneidad? Caminamos extasiados por las callejuelas de Montmartre, imaginando a los poetas, a los pintores, a los músicos, a los filósofos, que allí se reunían, adivinando la presencia de Vallejo, Lam, Carpentier o Cortázar, entre otros creadores latinoamericanos, para los que el centro del universo artístico era ese barrio parisino. Todo sigue igual. Al menos, eso parece. Pero Charles Aznavour en su canción La Bohème (1965) dice: «Ya no reconozco/ Ni los muros ni las calles/ Que habían visto mi juventud/ En lo alto de una escalera/ Busco un taller/ Del que nada sobrevive/ Con su nueva decoración/ Montmartre parece triste/ Y las lilas están muertas». El centro del universo creador, ¿sigue en París? La Ciudad Luz seduce, coquetea con todos, pero no se entrega.