Omar Rafael García Lazo
No hay dudas que el ingenio del cubano es supremo. Esté del bando en que esté. Aunque hay cosas muy risibles que, a veces, por lo que significan, dan espanto. Me acuerdo ahora del chiste terrorífico de la aplanadora de Miami pasando sobre los discos de Juanes, por haber cantado en Cuba. Aquella gente histérica martillando discos, era una gran escena absurda, pero esa ira ciega y de contornos fascistas daba miedo y nos recordaba las hogueras hitlerianas.
Otro chiste tremendo en nuestra historia, producido esta vez a dos manos (el gobierno estadounidense puso al actor y Cuba la producción), fue el de Valladares, el "mítico" poeta construido del cual nadie puede recordar un verso.
Aquí otra vez se juntaron la risa y la seriedad, pero sin dudas el choteo del cubano prevaleció. Valladares, encaprichado en trasladarse en una silla de ruedas por el día, y hacer ejercicios por la noche, actuó para las agencias internacionales de prensa durante un tiempo increíble, en un gran reality show que engañó también al presidente francés Mitterrand, hasta que las cámaras escondidas de la Seguridad del Estado de Cuba lo cogieron fuera de base y tuvo que caminar, caminar señores (as), hasta el avión que lo trasladó fuera del set de filmación, fuera del territorio cubano. Después de eso, sus películas y libretos no volvieron a ser iguales.
Ahora el chiste más novedoso tiene al maní cubano como protagonista. Resulta que lo han erigido, por obra y gracia de los deseos de una tal Yoanis, en “emblema de la resistencia ciudadana ante las pretensiones totalitarias” y en “punto de confluencia” entre EE.UU. y Cuba, según reza en una cartica que le han regalado algunos blogueros emplantillados al ex presidente Carter, junto a una cajita con golosinas elaboradas con maní.
Ahora sí. Ya ni siquiera una canción fue suficiente para resaltar la chuchería cubana que más presencia ha tenido en nuestras calles históricamente, repito, históricamente, y a puro pregón. Ahora el maní y su cucurucho son el ejemplo de la libre empresa, dice la “oposición” cubana, que por cierto, no ha recurrido a ese humilde y reconocido negocio para mantenerse frente a tanta supuesta represión en Cuba. ¿De qué vivirán, eh?
Lo risible es evidente, lo penoso es el intento de tomadura de pelo a millones de cubanos degustadores del maní y hasta al mismísimo Carter, que informado como debe estar de la calidad humana de los autores del chiste, no se debió ofender mucho con la cajita que le regalaron y sí partirse de la risa a solas con su esposa. ¿Se los habrá comido? Esperemos que no.
Y de que viviran estos oposicionistas negociantes????? Yo creo que de hacer de su vida un CACAhuate...!!!
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