Enrique Ubieta Gómez
El 8 de abril de 2004 entrevisté en La Habana a Juan Mari Bras, uno de los líderes históricos del independentismo boricua. En actitud provocadora, que sentaba una pauta jurídica, había renunciado a la ciudadanía estadounidense, y viajaba sin pasaporte al exterior. La entrevista fue filmada por el ICAIC para la Videoteca Contracorriente que yo fundé y entonces dirigía, pero problemas técnicos malograron la calidad de la grabación, lo que hizo imposible su recuperación como audiovisual. Años después recuperé el sonido y pude transcribir la larga conversación. Reproduzco un breve fragmento, homenaje a aquel incansable luchador que falleciera en el 2010, y a ese país hermano que todavía lucha por su independencia. Ante el previsible pataleo de los neoanexionistas cubanos –que son, consciente o inconscientemente, los pro capitalistas–, en el contexto del reestablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos, las palabras de Mari Bras adquieren un valor adicional.
E. U. G.: En el mundo actual existe la tendencia a que los estados nacionales se debiliten, se habla de una globalización que tiene más que ver con el movimiento del capital que con los seres humanos. Dentro de ese contexto, digamos, una pequeña isla como Puerto Rico reclama su independencia política. Mi pregunta en este caso es conscientemente provocadora. ¿Para qué es necesaria la independencia politica?
Juan Mari Brás: Es necesaria porque nuestro pueblo, como nación, ha amasado una serie de querencias, valores y principios que unifican a su población, incluso dentro de las contradicciones de clase que se dan en toda sociedad. En la medida en que mayor sea la globalización del capitalismo internacional, mayor es la necesidad de los pueblos de afirmarse en su propia identidad, para desde ese asidero poder juntar voluntades con otros pueblos para combatir esa carrera veloz de apropiación de las riquezas del mundo en menoscabo de los derechos a la vida, y a la libertad, a la alimentación, a la educación, a la salud, de la inmensa mayoría de la población del planeta, y ese es el principio de la soberanía, el principio de la nacionalidad. Nosotros somos parte de un conglomerado de pueblos, que son los pueblos caribeños y latinoamericanos y anhelamos, como cualquier otro pueblo caribeño y latinoamericano, la posibilidad de forjar una base de acción común en la región del Caribe y de todo el orbe latinoamericano del que formamos parte nosotros.
E. U. G.: Yo recuerdo que cuando estuve en Puerto Rico experimenté una sensación rara: me parecía que estaba en Cuba, por la manera en que se comportan las personas, por su ideosincracia tan parecida a la nuestra, por la arquitectura de la ciudad, por el clima, y al mismo tiempo me chocaba ver la bandera norteamericana en los edificios públicos. Era como vivir la pesadilla de una Cuba colonizada. Ahora los neoanexionistas cubanos se refieren a Puerto Rico como ejemplo de un nacionalismo suave que parece posible y más rentable. ¿Qué significa el colonialismo para Puerto Rico?
J. M. B.: El colonialismo ha significado que Puerto Rico no pueda controlar y dirigir una economía estable para resolver los problemas puertorriqueños, porque hemos estado sujetos al uso que en cada instante de 106 años de dominación norteamericana, el imperio ha querido darle a nuestra Isla. Cuando quisieron sembrar caña en todo el país, desmantelaron los cafetales y los tabacales y los predios de frutos menores, para sembrar caña en la montaña, en el valle, en todo sitio. Se arrepintieron de ese uso de Puerto Rico como cañaveral y productor de azúcar y entonces establecieron plantas petroquímicas y químicas para procesar petróleo barato que se traía del Medio Oriente y de Venezuela, y llenaron de chimeneas de esas el sur de Puerto Rico, que todavía quedan como recuerdo de esa época que se fue abajo cuando los americanos decidieron, por razones económicas de ellos, que no era rentable para Puerto Rico. Y entonces, han ido cambiando el uso económico de Puerto Rico. A lo largo de todo ese período han mantenido el uso militar de Puerto Rico, y sobretodo, de la Marina de Guerra, un instrumento de dominación que ha impedido resolver en cada momento en que se ha planteado lo que allí llaman el status político de Puerto Rico. La Marina era la que se oponía, y como la Marina tenía tanto poder, pues eso cancelaba cualquier gestión que se hiciera al efecto. Sin embargo, la Marina ya perdió la batalla de Puerto Rico, tuvo que salir del campo de tiro en Vieques y ahora acaba de cerrar la Base Naval más grande que tenía en Puerto Rico, que es la Roosevelt Roads, cerró el 31 de marzo. El Presidente Bush, el más reaccionario de los que ha habido por muchos años en los Estados Unidos, tuvo que decir, en una Conferencia de Prensa en Estocolmo, Suecia, cuando le preguntaron sobre Vieques, tuvo que decir: “Esos son amigos y vecinos pero no nos quieren allí, tendremos que irnos”; y lo dijo como un comentario pero ese fue el anuncio de que en verdad se iban a ir de alli. De manera que liberarnos del colonialismo norteamericano nos permitiría a su vez, evitar el uso, uso y abuso de la dominación del territorio nacional de Puerto Rico que ha llevado a que seamos un centro de trasiego de drogas, desde otros lugares hacia los Estados Unidos, lo cual ha creado una periferia de la población dependiente de esa enajenación enorme que es la adicción a la droga y que produce un estado de violencia permanente en esos sectores de la sociedad puertorriqueña. Hay fines de semana, y lo hemos señalado en varias ocasiones en Claridad, en los que hay más muertes violentas en conflictos entre traficantes de droga que las que hay en los escenarios de guerra internacional y, naturalmente, el país está sumamente preocupado con ese clima de violencia permanente en que vive la sociedad puertorriqueña. Por otro lado, la educación que se brinda a los jóvenes y niños en las escuelas, tanto públicas como privadas, es una educación sumamente deficiente, muy diluída porque por muchos años ha estado deformando la historia patria, y la historia en que se desenvuelve el pueblo puertorriqueño, y cuando tu deformas una disciplina tan fundamental como la Historia, eso lleva al debilitamiento de lo que es la formación misma del educando. La soberanía, el ejercicio de la libertad nos permitirá a los puertorriqueños coordinar con nuestros hermanos del archipiélago antillano, los cubanos, los haitianos, los dominicanos, los de las Antillas Menores, las islas que están al sur de Vieques y Culebra, que son las primeras de las Antillas Menores, y llevar a cabo todo el desarrollo que nosotros aspiramos si tenemos la autoridad, el poder para poder desatar las fuerzas creativas del pueblo puertorriqueño que son muy grandes. En Puerto Rico se produce talento casi silvestre, decía Albizu Campos, y tiene razón.
E. U. G.: ¿Usted cree que todavía es posible una Confederación de Estados Antillanos?
J. M. B.: Yo creo que la idea martiana, hostosiana, betancina, de la Confederación Antillana se va a materializar en algún momento, pero ampliada a una especie de Confederación Caribeña, más allá de las Antillas hispanohablantes. Aquella era una idea de Martí, de Hostos y de Betances, en aquel Siglo XIX, pero en este Siglo XXI hay que incluir a toda la cuenca caribeña en las perspectivas de coordinación de unidad que ciertamente tenemos que hacer para defender los intereses comunes de todas la nacionalidades que convergen en esta cuenca caribeña.
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