Octavio Fraga Guerra
Cinereverso
Me sentía con el deber y el derecho de estar esta tarde noche de este 22 de marzo en Madrid que ya es historia. La palabra dignidad ha sido la clave de esta convocatoria.
La cita fue para todo un pueblo anulado por una élite inculta y servil. Por unos “políticos” corruptos y mafiosos que velan por sus intereses mezquinos, donde el dinero y la burda competencia es la esencia de un discurso plagado de embustes y promesas incumplidas.
Por unos “gobernantes” que han traicionado los más elementales preceptos de la ética y los valores de la verdadera política, la de servir al pueblo.
Los hombres y mujeres de esta tierra, donde nacieron ilustres intelectuales como Lorca o Miguel Hernández, resisten hoy los embates de una casta empeñada en anular y desgranar los más elementales derechos reconocidos por la humanidad. Afinan sus punzantes cuchillas contra todo lo que les parezca posible cortar. No les importa las consecuencias que estas tengan para los designios de una sociedad, que solo es convocada para las elecciones en las que no caben las opiniones de los de abajo.
En esta noche de historia, se defendió el derecho a una vivienda económicamente asequible para el desarrollo y el bienestar de la familia. El empleo estable y digno, acorde con los principios y las conquistas de los trabajadores y las trabajadoras, que hoy son brutalmente anulados con medidas intimidatorias concebidas para fragmentar a las voces críticas que les asiste el valor del decoro.
En medio de este denigrante escenario, la patronal desata su voluntad sin obstáculos para ganar más dividendo a cualquier precio. Sobre esta medular verdad también clamaron voces justas y altivas.
No faltó la impostergable reivindicación de una educación y una salud pública, universal y gratuita, ajena a la voluntad divina del mercado. O al derecho de la mujer a decidir sobre la gestación o no de un niño o una niña. A respetar al inmigrante que viene a estas tierras del gran Don Quijote de la Mancha, para “buscarse la vida” porque en la suya recibe el horror de la miseria y la muerte.
Para muchos españoles, su “futuro” está fuera de estas tierras agrietadas. La historia de la España inmigrante se repite como esa ola que vuelve a tocar las faldas de los acantilados, como un verbo recurrente y brutal. No faltó el legítimo reclamo a los medios de comunicación que mienten de manera grosera, con la insultante pretensión de acallar la voz de los que hoy estábamos en esta marcha.
Las políticas intervencionistas e injerencista de la OTAN, formaron parte de los reclamos y denuncias de los convocados a esta gesta de hombres y mujeres que creen en el valor de la humanidad y la dignidad con la que ha de vestirse en tiempos brutales, donde se que quiere subvertir la historia.
El espíritu y la imagen del Che estaban en cada parte de esta plaza. Su voz estuvo presente no solo en los carteles, en las banderas o en las camisetas. Su mirada incisiva y crítica se hizo ver entre todos como una luz en una noche sin estrellas.
El estado español está plagado de políticos, empresarios y banqueros imputados por actos de corrupción. Son parte de esta élite carroñera que no cesa en asfixiar a millones de hombres y mujeres. Lo hacen a golpe de decretazos que cercenan el futuro de una España que fue Republicana y hoy persiste bajo la sombra de un franquismo que aniquiló y sepultó en cunetas y fosas comunes, a cientos de miles de hombres y mujeres que dieron su vida por esa misma dignidad que hoy se ha defendido.
El acto fue hermoso y gigante. Hombres y mujeres de toda la geografía española vinieron a Madrid a ser parte de una voz, de una única voz llena de música, cantos y acentos. De una España cohesionada y feliz ante los rostros de gentes venidas de todas partes, sin saber su nombre, su profesión o sus sueños.
Las voces y curtidas opiniones de cada rincón de esta hermosa tierra fueron escuchadas en medio de la algarabía y el justo reclamo de demandas urgentes expresadas entre todos.
El frio reinante en la Plaza de Colón no amilano la voluntad de estar en cuadro apretado entre todos. La bandera republicana se multiplicó esta tarde noche en medio de tantas otras. Los carteles con trazos de voces anónimas que expresaban justas reivindicaciones, colmaron un escenario llano e interminable de nobles exigencias en las que no faltó, ese humor que vislumbra y define la identidad de un pueblo entregado y herido de muerte.
El acto tuvo un primer cierre con un descollante coro y una orquesta popular que soportó los embates de un aire que hizo de las suyas, pero no logró detener la esencia de esta puesta impregnada de sabiduría popular.
Pero el final del acto no lo puso la música y el genuino arte como lo habían concebido los organizadores de esta entregada noche. Una vez más la brutalidad de las “fuerzas del orden” que estaban apertrechadas en la Calle Génova arremetieron contra el pueblo que disfrutaba del canto de todos.
Avanzaron contra la multitud haciendo uso de las porras y las escopetas para dispersar a un pueblo pacífico y desarmado. De nada sirvió la voz de los que estaban en la tribuna, para recordarles a estos descerebrados, que este acto contaba con la absoluta legitimidad y legalidad.
La señal es clara, la respuesta de este gobierno servil, mezquino, elitista y corrupto es la fuerza bruta y la mano dura. La palabra está ausente. Toman de sus secuaces para aniquilar, la voz, la verdad y los sueños de los que tenemos como bandera la dignidad del ser humano.
Madrid, 23 de marzo de 2014
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