Enrique Ubieta Gómez
El Coloso del Cerro guarda silencio. No hay luces, no rugen las gradas. Se parece a mi mar, que en tiempos de calma simula ser manso, inofensivo. El espectáculo ha finalizado. La porfía por el campeonato nacional no regresa a la capital. El estadio avileño y sus alrededores, en cambio, es un hervidero de emociones. Instantes antes del desenlace, la cámara de televisión ha descubierto rostros tensos, jóvenes de manos tomadas, rezos furtivos; juego empatado, décimo inning, dos outs, bases llenas y Castillo, el intratable, al bate. El novato Montesino lo domina. Y gesticula bravucón. Un gran juego digno de una final, excepto por algunos detalles. Rudy Reyes, un pelotero de tacto, se poncha tres veces. Malleta conecta un tubey, pero llega de pie a segunda y se entrega. Vargas no sabe hacer o no quiere, parece que mira el juego por televisión. Industriales deserta, sus estrellas se apagan y casi nos hacen creer que nunca lo fueron, mientras que Ciego crece. He visto al adversario cantar, bailar, gozar cada jugada, junto a su público. Alguien me dice: no trates de entender a los Industriales, ellos juegan cuando quieren y cuando no quieren, no. Ciego merece la victoria. Es un gran equipo. Y lucha, desde hace algunos años, por darle el primer título de la historia a su afición. La bola pica de hit, y entra la carrera decisiva. Ciego campeón. Suspiro extrañamente complacido.
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Conocido en algo a los fanáticos de Industriales, imagino lo difícil que debe ser escribir de este tema y hacerlo público en tu blog tiene un valor mayor, “reconocer es de sabios” nos dice un viejo proverbio.
ResponderEliminarCreo que le reprochas mucho a Industriales, en mi opinión luchó con garras, los vi con deseos de ganar y ansiosos, quizás por ello, no les permitió hacer valer sus deseos, y eso es humano. Lo mismo pasó con Ciego Yorelvis bateó para doble play con las bases llenas y Rusney una línea inofensiva a segunda (quizás por eso fue mejor juego, pues no hubiéramos visto lanzar 8 entradas al joven Romero, ni crecerse al joven bravucón Montesino, aunque al final lo viéramos con rabo entre las piernas, debió aprender que la modestia es importante).
Imagino si mi abuela fuera bicicleta, quizás yo fuera un velocípedo.
Prestando atención a todo lo leído y escuchado en este play off, pienso que la pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo es que Vargas llevó a su equipo al segundo lugar con tantos pitcheres novatos y con otras bajas circunstanciales que a varios de sus regulares no le permitió estar en buena forma deportiva?
Debemos darle el crédito que tiene Vargas e Industriales, sin que medien los deseos.
Creo que la Calle del Medio puede hablar más con el colectivo técnico de Industriales, ayudaría mucho a los fanáticos de ese equipo a tener una mirada más intimista y real de su equipo. Creo que conocer los escollos fundamentales por los que atravesó ese equipo y las posibilidades reales acercar a los fanáticos y permitirá a la prensa en sentido general a ser más objetivos.
Sencillamente Ciego es Campeón, por hacer cumplir las metas en que se basa el juego, saber dominar al bateo, tratar de no permitir carreras y batear y jugar para hacer carreras.
un abrazo
santos luna
Yo también suspiré; quería que ganara Industriales y quería volver a disfrutar de la conga callejera, de la fiesta en las calles, pero las imágenes de los avileños tirándose para el terreno, alzando a sus jugadores y corriendo con frenesí, me reconciliaron con este final. Ciego fue infinitamente superior y tuvo lo que decide los juegos chiquitos: garra, entrega, se pensaron invencibles e hicieron todo para merecerlo, atrapadas de leyenda, relevos de leyenda, hits de leyenda... Y tuvieron la recompensa, porque supongo que para un deportista nada se compara con darle esa alegría a tu gente, en tu estadio. No perdimos nosotros (me niego a faltarle el respeto al rival aún cuando me molestaran muchas decisiones de Vargas y la apatía de los teleteros) sino que ganaron ellos, un equipo grande, un equipo hecho.
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