He publicado en mi blog otras reseñas, comentarios y palabras de presentación de mi libro Ser, parecer, tener (Casa Editora Abril, 2014), cuyo primer lanzamiento público se efectuó en julio pasado. El escritor y amigo Toledo Sande acaba de publicar su visión del libro, y quiero compartirla también en este espacio.
Luis Toledo Sande
Bohemia
No se ha repetido lo bastante: el vocablo desideologización enmascara maniobras destinadas a suplantar la ideología revolucionaria por la del capitalismo. Enrique Ubieta Gómez (La Habana, 1958) ha bogado contra ellas en revistas -fundó y dirige Contracorriente y La Calle del Medio- y en varios libros. Ser, parecer, tener (2014) lo dedica “a los cubanos que hicieron la Revolución, a los que la refundan hoy, a los que mañana pelearán por ella…”.
Esa Revolución no se agota en el país donde se ha hecho, Cuba, ni en él termina la utilidad del libro. Otros lares y afanes le dan pábulo para la lucha ideológica por un mundo mejor: el actual, lleno de calamidades y crímenes, puede empeorar aún más, dadas sus patologías sociales, económicas, antihumanas. Desborda la casualidad el hecho de que las ilustraciones del volumen sean obra de un profesional en quien se unen el artista plástico y el siquiatra: Arístides Esteban Hernández Guerrero, Ares.
Para seguir siendo fuente de esperanza y ejemplo, la Revolución Cubana debe perdurar como tramo de transformaciones justicieras raigales, visto en sí mismo y en su carácter de plataforma para seguir, sin desviaciones, la marcha necesaria. Los desafíos serán tanto más duros cuanto más complejos resulten los replanteos que se consideren insoslayables. Ubieta Gómez sabe que -ni siquiera cuando se disfruta la vitalidad transformadora protagonizada por países vanguardia en nuestra América- la brega revolucionaria no puede soslayar las relaciones capitalistas que infectan el mundo.
El autor se mueve con soltura y tino en la polémica, y se une a quienes procuran que la alfombra roja de las pasarelas capitalistas no cubra el suelo de la Revolución, ni mengüe el significado libertario de aquel color. Recordemos el alerta de Ambrosio Fornet a inicios de los años 90 del siglo pasado, ante cambios que Cuba se vio forzada a experimentar para revertir efectos de la debacle del socialismo europeo. Si resultaba inevitable acudir a elementos del capitalismo, o asociados a ese sistema, también lo sería impedir que ellos alcanzasen el punto en que el país dejara de ser socialista. Como Fornet, en esa trama medita y propone Ubieta.
Que en la más alta dirección del país -y en la mayoría de la población- prime la convocatoria a preservar los ideales socialistas, no basta para ignorar riesgos que los cambios tengan o pudieran acarrear en la realidad objetiva y en su efecto ideológico. No hay sociedad monolítica, movida por intenciones idénticas, y el reto mayor estriba en la cultura, entendida como expresión concentrada y sembradora de un pensamiento propio del socialismo que se ha intentado construir, y que peligra si se coquetea con la cultura capitalista. Esta -lo recuerda Ser, parecer, tener- abona esencialmente el egoísmo y una banalización que se enmascara como inocencia y presunta espontaneidad gozosa.
El propósito de Ubieta -lidiar contra tendencias tales- se aprecia en cada una de sus páginas: artículos, entrevistas hechas al autor, polémicas en que él ha participado. Tal vez el libro habría ganado con una selección más severa, pues no todos los textos conservarán el peso que tuvieron originalmente en las batallas dadas por el autor en medios digitales entre 2001 y 2013, especialmente en su blog La Isla Desconocida.
Pero en el conjunto nada hay que merezca considerarse relleno inútil. El posible exceso cuantitativo -apoyado por la solvente y eficaz acogida que le dispensó la Casa Editora Abril- es inseparable de la vocación de utilidad ya mencionada. Ubieta no escatima proyectiles contra deformaciones que pudieran minarnos, o que ya nos visitan como si fueran cosa elegante y natural.
Las distorsiones prosperan en la realidad planetaria dominante, con una potencia imperialista que no respeta ley ni moral, y pueden empaquetarse como virus troyanos, promovidos por iniciativas individuales. Tampoco menospreciemos el apoyo que reciben de instituciones que descuidan su misión cultural. Ningún libro ofrece todas las verdades, todas las respuestas, ni siquiera todas las preguntas necesarias; pero frente a los peligros mencionados se afianza el valor de este que tan sugerentes inquietudes y reflexiones suscita. Lo mejor es leerlo, y cuando apenas se dedican unas cuantas líneas a saludarlo, sería insensato detenerse en minucias.
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Hace 18 horas
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