Christian Palma
Hasta la popular comuna de Independencia, en la zona norte de Santiago, llegó el pasado martes la candidata presidencial de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, con la idea de seguir convocando adherentes para ganar en el ballottage del próximo 15 de diciembre. La tarea, en el papel, parece fácil, pues la doctora socialista logró el 47 por ciento de los votos en la primera vuelta; sin embargo, ahora va a la pelea con la derechista Evelyn Matthei, lo que podría equiparar las fuerzas debido al tradicional duopolio político en el que se mueve Chile.
“Es una tremenda satisfacción que líderes sociales y del movimiento estudiantil lleguen al Congreso”, dijo Bachelet a la muchedumbre agolpada bajo un escenario. A su lado estaban las flamantes diputadas electas del Partido Comunista (PC) Camila Vallejo y Karol Cariola. Ambas se hicieron conocidas como líderes del movimiento estudiantil que partió en 2011 –que tuvo en las cuerdas a la administración de Sebastián Piñera y ahora son claves para que Bachelet llegue a La Moneda por segunda vez–.
“Estas mujeres son una representación concreta que dice que yendo a votar se pueden lograr cambios”, fue otro de los mensajes de la candidata. Las chicas, que ven en Bachelet el único camino para realizar reformas profundas al modelo, tienen el poder de conseguir muchos votos (las dos se impusieron holgadamente en la Región Metropolitana, donde Bachelet anotó una de sus votaciones más bajas, 42 por ciento). Y, más importante aún, imponer sus términos a partir de marzo, cuando estén sentadas en el Congreso.
Karol Cariola es obstetra de la Universidad de Concepción. Ganó en su circunscripción (Recoleta e Independencia) con el 37 por ciento de las preferencias. Vallejo, que este año fue mamá y se tituló de geógrafa, obtuvo el 44 por ciento en La Florida, una de las más pobladas del país.
Las dos son parte de la denominada “bancada estudiantil”, la cual conformarán –en la Cámara de Diputados– junto a Giorgio Jackson, ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, y Gabriel Boric, quien reemplazó en ese mismo puesto a Vallejo en la Universidad de Chile.
Jackson se impuso en la emblemática comuna de Santiago Centro, el corazón de Chile, como representante de Revolución Democrática (RD), el partido que fundó hace dos años, con un 48 por ciento. Boric, por su parte, ganó en su ciudad de origen, Punta Arenas, logrando el 28,07 por ciento de los sufragios.
Si bien, hasta ahora, ninguno de los dos ha llamado a votar por Bachelet, lo más seguro es que sus adherentes se inclinen por la doctora.
Más allá de que los cuatro jóvenes tuvieron como trampolín electoral ser la cara visible del movimiento estudiantil, nadie puede desconocer el aporte intelectual, la nueva mirada y la capacidad de instalar la idea de un cambio al modelo que muestra, por ejemplo, que la educación de calidad es sólo es para quienes pueden pagarla.
Jackson ha declarado que aparte de la educación, luchará por cambiar la Constitución, que es en buena parte herencia de Pinochet. “Tenemos el profundo convencimiento de la necesidad de enfrentar desde un nuevo referente la profunda crisis de representación y la fractura entre los ciudadanos y ciudadanas y el sistema político. Estamos convocando a realizar cambios profundos a nuestro sistema político, económico y social en la búsqueda de mayor igualdad, representatividad y justicia”, dice la carta fundacional de RD.
Las credenciales de Camila Vallejo son conocidas internacionalmente. Elegida Mujer del Año por el periódico The Guardian en 2011, es dueña de un gran carisma y un estilo frontal que la llevó a convertirse en la diputada más joven en la actualidad. Tiene 25 años.
–¿Se plantea seguir siendo dirigente a futuro? –le preguntó Página/12 en septiembre de 2011.
–Concibo los cargos de representación como una responsabilidad y en ningún caso un privilegio, por lo que a priori no puedo decir que no continuaré teniendo cargos de representación popular. Creo que la esperanza es que los logros de este movimiento no se pierdan –respondió anticipando lo que vendría apenas dos años después.
Poco importó que el PC pactara con la Nueva Mayoría apoyar a Michelle Bachelet como candidata, lo que incluso le valió ser llamada “traicionera” al movimiento estudiantil.
Para Karol Cariola fue más difícil aceptar este pacto. “Cuando decimos que hay un Chile antes y uno después del 2011, no es parte de una retórica discursiva. Hay una oportunidad de generar cambio, pero no será fácil. Tener que pactar con un conglomerado político, que es la Concertación, que fue responsable de 20 años de gobierno y cómplice del modelo neoliberal que impuso la dictadura, claramente es difícil”, dijo en su momento, aunque también opina “que los cambios no pueden esperar más”.
Esto sirve para entender que la llegada de los cuatro jóvenes al Congreso no puede leerse como un cheque en blanco para que las propuestas de Bachelet sean aprobadas o que no habrá más protestas estudiantiles.
Los ex líderes estudiantiles podrán definir la validación o no de leyes o reformas políticas consideradas capitales en el programa de Bachelet.
Según el analista político Cristóbal Bellolio, “el triunfo de los llamados representantes del movimiento social ha sido lo más resonante” de la elección parlamentaria. Las caras del descontento, de la indignación, de aquellos que pusieron en jaque el gobierno de Piñera son los verdaderos ganadores hoy día, y le dan la razón a la tesis de Michelle Bachelet de que ellos tenían que estar dentro de su lista parlamentaria para renovar su conglomerado”, señaló.
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