Acabo de ver el fragmento del programa televisivo donde intentaron acusarte de violentar a las ¨Damas de Blanco¨ y no pude evitar recordar el asedio que sufrió mi familia en septiembre de 1998 cuando arrestaron a mi padre.
Aquellos sucesos dejaron en mí una impronta que por tan dolorosa, de ella pocas veces hablo. Sin embargo, al ver tu rostro notablemente sorprendido por un inesperado ataque de ofensas y mentiras no pude evitar vivir una vez más el odio del que una vez fuimos víctimas. Por eso te escribo estas letras.
Yo tenía tan solo 14 años cuando Ninoska Pérez, quien en estos momentos te está llenando de improperios de los cuales es mejor no hacerse eco, llamaba a mi mamá por teléfono para ofenderla. El FBI acababa prácticamente de llevarse de nuestra casa a su esposo, mi padre, y estábamos solas las dos junto a mi hermanita de 4 meses, sumidas en una gran angustia que se hacía más insoportable cuando sonaba el teléfono y la voz de aquella señora la interrogaba en vivo: ¿Qué se siente al ser la mujer de un espía?.
Luego pintaron en nuestra puerta una hoz y un martillo y esos mismos canales televisivos que hoy te acusan hicieron creer a todos que nosotras éramos las autoras de aquello. Al mismo tiempo que una llamada amenazante intentaba persuadir al jefe de mi mamá para que la despidiera de su trabajo, sin pensar que este era el único sustento de ella y sus dos hijas.
El tramo del parqueo a la corte del Downtown de Miami, donde tendría lugar la primera vista legal del caso de mi padre fue de los momentos más tensos y prolongados de mi vida, pues la prensa apenas nos dejaba caminar, violando nuestro espacio y acosándonos con todo tipo de preguntas, mientras yo lo único que quería era llegar de una vez para saber que mi papá estaba bien.
Si imponerse frívola y despiadadamente en la vida de una mujer y dos niñas que acaban de ver como arrestaban violentamente a uno de sus seres queridos, sin importar su sufrimiento no es violencia, ¿entonces qué lo es?
Si difamar en vivo sobre un detenido, cuyo jurado podría estar entre las personas que escucharon esa emisión, poniéndole a este el nombre de espía y utilizando la vulnerabilidad de sus seres queridos, no es violencia, ¿entonces qué lo es?
Si manipular información y utilizar el chantaje para lograr un fin evidentemente desalmado no es violentar los derechos humanos, ¿entonces qué lo es?
El “tribunal” del programa Arrebatado, me recuerda mucho a aquellos fiscales que juzgaron a mi padre y a sus hermanos. Nunca necesitaron evidencia para condenarlos, el odio y el poder eran suficientes. Aquellos señores que trataron de hacerte lo mismo pretendían compensar sus mentiras con vulgaridad y resentimiento. Hiciste bien en marcharte, no se puede razonar con personas que de tan arrogantes se creen que no lo necesitan. ¡Y eso que se dicen defensores de la libertad de expresión! No vi que hicieran pausa suficiente para que pudieses cabalmente ejercer la tuya.
Hoy te tocó a ti ser diana de calumnias y manipulaciones, pero estoy segura de que tu buen ánimo y desbordante humanismo no sentirán mella alguna, pues como suele decir mi papá: “La mierda no deja huella”.
Mi caso es diferente, aquellos actos de agresión dejaron una marca difícil de borrar, pero era apenas una niña y por suerte millones de actos de solidaridad y nobleza hicieron de mí una persona alegre y optimista. Soy testigo fiel de que en esa misma ciudad, como mismo hay personas llenas de rencor, hay muchas más llenas de amor y sentido de justicia. Solo lamento que a ellos no hayas podido regalarle tu música. Estoy segura de que los hubieses conquistado. Desgraciadamente, los que intentaron acorralarte les arrebataron ese privilegio, pero es lógico, cuando se tiene el corazón tan corroído no se puede apreciar la importancia espiritual de una obra con tanta luz, lo esencial se les hace acríticamente invisible.
Te preguntaron por el tema Balseros, intentaban claro está, manipular tus versos para satanizarte. Yo les pregunto ¿por qué no te pidieron que cantaras Madre? Si fueran sinceros la respuesta sería evidente, quien componga tan sublime tema, no puede lacerar a mujer alguna.
Regresa a tu Cuba con la cabeza en alto. Tu público que es tan diverso , que viene de aquí y de allá , que vive aquí y en todas partes , sabe que todo eso que de ti dicen es una farsa.
Sigue cantándole a los que te siguen con la integridad y sencillez que te caracteriza y no te lo tomes como asunto personal, esa pequeña guerra que te hicieron ha estado dirigida a muchos hombres dignos. Eso solo demuestra que eres uno de ellos.
Un abrazo.
Irma González Salanueva
26/06/2014
El peligroso ejemplo de Cuba
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