Enrique Ubieta Gómez
Hoy, hace 55 años, desembarcaron por este lugar los expedicionarios del yate Granma. Como si la casualidad impusiera una norma en la historia de Cuba, el desembarco de Martí y Gómez por Playita de Cajobabo fue un milagro, porque la zona de playa es allí un espacio indescifrable, entre grandes rocas. Los del Granma, esta vez, encallaron en una ciénaga que parece intransitable. Precisamente hoy, el presidente Chávez, en la inauguración de la Cumbre fundacional de la primera organización de Estados latinoamericanos y caribeños sin tutelajes europeos o norteamericanos, dijo, "todo comenzó ese día", y saludó a Fidel Castro, fundador de la nueva era, quien fue aplaudido de pie por todos los presentes; también hoy fue la trasmisión televisiva del espectáculo de homenaje a las Fuerzas Armadas Revolucionarias que nacieron de aquel desembarco y Tony, uno de los Cinco prisioneros políticos cubanos en los Estados Unidos, cantó desde la cárcel "yo me muero como viví", junto a los niños cubanos de La Colmenita. Si 55 años después de aquel inicio los pueblos de Nuestra América –y hablo de pueblos, no solo, no tanto de gobiernos–, empiezan a andar "en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes", en palabras de Martí, y un revolucionario cubano que nació casi con el triunfo de los expedicionarios, nos enseña desde la cárcel a pelear y a vencer, han triunfado los sueños que zarparon de Tuxpan y arribaron, aquel 2 de diciembre, a Las Coloradas. Los que el Che llevó a Bolivia. Que triunfaran no significa que llegaran al último puerto: el Granma es el barco que busca, la Isla que navega en pos de la Isla Desconocida, según el cuento de Saramago. Alguien, en un mediocre blog contrarrevolucionario, instaba hoy a los cubanos a olvidar los gestos fundacionales, ¡ahora que empieza Nuestra América a refundarse!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¿Qué estarías pensando ese día, frente al mar? Sé que es una pregunta "arqueológica", pero no dejo de hacérmela cuando te veo parado así, ahí, tan cerquita de la Historia.
ResponderEliminarEstaba muy impresionado por las dificultades del lugar, pues los expedicionarios avanzaron con el agua hasta la cintura, por un terreno cenagoso, asediados por los mosquitos y otros insectos, sin siquiera saber si avanzaban hacia tierra firma o no, cuando a solo 300 metros de aquel lugar existe una playa por la que pudieron haber desembarcado con más comodidad. Pero sobre todo, pensaba que estaba parado en el punto cero de la historia contemporánea de Cuba y de América Latina toda. Si bien no podemos viajar en el tiempo, sí podemos acudir a los espacios geográficos donde ocurrieron los hechos.
ResponderEliminarUna repasadita a la historia siempre es buena. En estos dían ando yo en eso. Como se fue la electricidad acá por Los Angeles, y la internet desapareció -curioso: durante mi viaje a Cuba no la extrañé en lo absoluto; en estos dos días como que me hizo falta, pues aquí sí no hay vecinos con los que hacer cuentos, pero de todas maneras aguanté, pues-, aproveché para devorarme la historia de Cuba de Hugh Thomas, concretamente el periodo que va desde Machado hasta el Moncada... Triste ver que muchos no han aprendido nada: hablo de esos cubanos que no saben vivir si no es mirando al Norte para que llegue a salvarlos. Ahí es donde Fidel, a pesar de ser jóven y de formar parte de toda aquel embrollo, supo desentenderse del pasado, y entender cuál era el problema: debemos buscar nuestras propias soluciones, olvidándonos de que tan cerca tenemos a los Estados Unidos. En eso es esencialmente en lo que pensaba Martí, que miraba más hacia abajo que hacia arriba, por eso ligaba nuestra independencia a la del resto de América. Y por eso es importante que América Latina se una, como lo está haciendo, aunque queden aún algunos resagados. No se trata de hacerle la guerra al Imperio, sino de no dejarse vapulear, más que todo por aquellos mismos que entre nosotros, esas clases que entre nosotros, cuentan con su segura protección. Es cuestión de respetarnos a nosotros mismos. Por eso también hay que seguir volviendo a los "gestos fundacionales". Es una de las pocas cosas -aprender de la Historia- en la que, sin temor a equivocarnos, podemos decir que nos diferenciamos del mono. Al fin y al cabo, más allá de esa función biológica de hacer hijos, ¿qué otra cosa podemos hacer por la especie si no es la Historia, algo exclusivamente humano?
ResponderEliminar