Luego de 13 años de injusta prisión salió en la madrugada de este viernes de la cárcel federal de Marianna, en la Florida, René González Schwerert, uno de los conocidos Cinco Cubanos que se infiltraron en pandillas terroristas de Miami para evitar sus fechorías, hecho por el que fueron condenados allí a diferentes duras penas de privación de libertad.
Desde entonces, sin pruebas y a continuación de juicios repletos de irregularidades que incluyeron la ausencia de pruebas concretas, la maquinaria propagandística de Washington y Miami les endilgó el titulo de “espías”, más otras truculentas actuaciones.
Meses atrás se reveló que periódicos como El Nuevo Herald y Diario Las Américas recibieron fabulosas cifras de dinero por calumniar a los Cinco antes y durante los juicios que les impusieron en Miami, con el objetivo de influir en el desenlace de tal proceso.
Asimismo hicieron llegar gruesas cantidades a una parte de sus reporteros y comentaristas. Uno solo de ellos, Ariel Remos, fue premiado con 252 325 dólares. Tal acusación no pudo ser negada por los afectados.
Ahora, cuando se produjo la salida a la calle de González Schwerert, otra vez la congresista norteamericana Ileana Ros-Lehtinen dio la nota más notoria al justificar implícitamente la necesidad de matarlo.
El diario The Miami Herald dijo el lunes pasado que la señora Lehtinen acusó a René de ser un “enemigo de América” (Estados Unidos), con “sangre americana en sus manos”)
El Comité Nacional Por la Liberación de los Cinco en ese país afirmó en una declaración que, si el gobierno de Washington hubiese considerado realmente que estos hombres fuesen una verdadera amenaza para la seguridad de Estados Unidos “hubieran embarcado a René de regreso a Cuba en el primer avión que saliera”.
Y en otra parte la declaración señala: René y sus hermanos Gerardo Hernández, Fernando González, Antonio Guerrero y Ramón Labañino, “pueden estar orgullosos de que ellos vinieron a Estados Unidos desarmados y arriesgando sus vidas”, para combatir ese flagelo.
Es a uno de ellos, René, a quien hace horas la presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos llamó casi abiertamente a ultimarlo.
No extraña, porque los antecedentes de Ileana la identifican plenamente con el mundo del hampa. Su padre, Enrique Ros Pérez, fue un íntimo amigo del connotado terrorista Orlando Bosch Avila, tanto, que luego de la invasión mercenaria por Playa Girón, en abril de 1961, escribió un libro donde interpretó ese hacho a su manera y confió la redacción del prólogo a Bosch.
El 12 de octubre de 2010, Ileana y su padre fueron aún más lejos cuando le organizaron un ruidoso homenaje a Bosch Avila en Miami, al que asistieron los más encopetados cabecillas del mundo de la delincuencia política allí radicada.
Aunque el símbolo más alto de ese comportamiento radica en la asombrosa inclusión que hizo de la liberación del terrorista Orlando Bosch Avila en su programa electoral de 1988, sin embargo hay otros ejemplos que lo demuestran.
Por ejemplo, durante la administración de George Bush (padre) ella gestionó la entrega de tres aviones tipo O-2, versión militar del Cessna, propiedad de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, para el titulado grupo Hermanos al Rescate, que tenía como jefe a José Basulto y se dedicaba a ejecutar provocaciones contra Cuba.
El 8 de julio de 1996, Ileana envió una carta a Rodolfo Frómeta, jefe de la banda terrorista Comandos F-4, y lo exhortó a mantener sus acciones contra Cuba. Dos años después, el 29 de febrero de 2008, Frómeta afirmó en el programa radial La Noche y Usted, de Miami: “Esa gente no va a entregar el poder, a esa gente hay que matarla”.
Durante aquel período, en el programa Today, de la NBC, Ros-Lehtinen amplió su llamado a las agresiones contra La Habana.
Cuando el entrevistador, Bryant Gumbel, dijo que la mayoría de los estadounidenses no ve a Cuba como una amenaza, ella le respondió: “¿Cuàl fue la amenaza antes de la invasión a Panamá? ¿Acaso pensamos que el ejército de Manuel Noriega nos iba a invadir? ¿Y que fue la amenaza en la guerra del Golfo Pérsico? ¿Iban a enviar a sus aviones a invadirnos? No hubo amenazas –y sin embargo- tomamos medidas enérgicas”, concluyó Ileana.
En marzo de 2006 durante una entrevista realizada en su oficina del Congreso ella declaró: “Apruebo la posibilidad de ver a alguien asesinar a Fidel Castro”. Tal expresión figuró en el documental británico 638 Ways to kill Castro (638 Formas de matar a Castro).
Después la Legisladora, entonces vicepresidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, añadió: “Hace años que digo esto y no tengo ninguna vergüenza de mis palabras”.
Más tarde, el 6 de abril de 2008, se le vio en una reunión pública citada en Miami por conocidas facciones ultraderechistas adictas a la violencia, donde sobresalió la presencia del terrorista Luis Posada Carriles, aclamado por la congresista y por el resto de los asistentes.
Al igual que Ileana se convirtió en la más fuerte defensora del terrorista continental Orlando Bosch Âvila, también se colocò junto a otro del mismo linaje, Valentin Hernández, condenado por asesinar a un delincuente de igual categoría, Luciano Nieves, así como reclama la liberación de Eduardo Arocena, jefe de la banda OMEGA 7, autor de numerosos atentados.
A fines del año 2010 hubo una animada concentración de enemigos de Cuba en “La Peña de El Versalles”, frente al restaurante del mismo nombre en la Calle 8 de Miami. El asunto más importante en el orden del día era la creación del Fondo Legal Luis Posada Carriles, que tendría a su cargo recaudar nuevos fondos para defenderlo en el juicio de El Paso, Texas, donde autoridades norteamericanas lo acusaban de todo, menos de terrorista.
Como Presidenta de Honor de esa curiosa cruzada fue elegida la entonces recién nombrada Jefa del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana Ros-Lehtinen.
La misma que ahora con mal disimulada intención trató de justificar los móviles de una acción violenta contra el antiterrorista cubano René González, quien permaneció trece años en prisión debido a su recia lucha contra ese flagelo.
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