Aunque mi recorrido por las montañas del Escambray era de trabajo y no de recreo, no pude dejar de admirar y retratar en lo posible los fabulosos paisajes que aparecían ante nosotros, a veces pequeños, minimalistas, a veces majestuosos, ilimitados. La primera foto muestra a un pájaro carpintero empecinado en abrirse un espacio en el tronco del árbol –su plumaje apenas se diferencia del color del árbol–, localizado gracias a su insistente toc toc, toc toc. En las restantes, la secuencia de un cernícalo al que no pude acercarme a menos de treinta metros, y que huyó apenas se sintió en peligro. Las fotos no fueron tomadas con lentes de acercamiento, por lo que los pájaros retratados se pierden en los originales; lo que muestro ahora son ampliaciones de un fragmento de ellas. (Enrique Ubieta Gómez)
El peligroso ejemplo de Cuba
Hace 12 horas
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