Enrique Ubieta Gómez
Transcurría un interesante diálogo con jóvenes universitarios en Camaguey, cuando uno de nosotros recibió el mensaje perturbador. No podía anunciarse en ese momento, pero la voz se me cortó y por unos minutos divagué, vencida la lógica de mis palabras por la emoción de la noticia. Eran las diez de la mañana cuando decidimos compartir lo que sabíamos (lo que todavía no sabíamos bien) con los estudiantes. Conmemorábamos junto al presidente nacional de la FEU el aniversario de la fundación de esa combativa organización juvenil. Las emociones estallaron de inmediato: aplausos, vítores, lágrimas y mucha felicidad. Sigo en la ciudad de Camaguey, y la conexión a Internet que conseguí no es la más eficiente, pero no puedo postergar mi grito de alegría en las redes que nos sirvieron durante 16 años para exigir la libertad de los Cinco. ¡Bienvenidos a la Patria hermanos! Ustedes nos han convertido en mejores seres humanos. ¡Bienvenida esta brigada de refuerzo revolucionario! A diferencia de los restos del Che y de sus compañeros de lucha muertos heroicamente en combate o asesinados en Bolivia, estos llegan vivos, lúcidos, vencedores. Nos hacen mucha falta. Se inicia una nueva etapa de luchas. Es una victoria conquistada, no un regalo del imperialismo. Y aunque se trabaje con esmero para "normalizar" las relaciones diplomáticas y comerciales con los Estados Unidos (todavía el bloqueo está vigente), no podemos confiarnos: el imperialismo entiende por "normal" un tipo de relación que Cuba –que no renunciará a construir un camino alternativo al capitalista– no aceptará jamás. La guerra cultural pasa a primer plano. No quiero escribir nada más ahora. Soy inmensamente feliz. Gracias a Gerardo, a Ramón, a Tony, a Fernando, a René. Gracias a Fidel. ¡Viva la Revolución cubana!
El peligroso ejemplo de Cuba
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