Acabo de pasar por la Peña del Parque Central. Cuando me encuentro cerca, siempre me acerco para escuchar lo que se discute. Esta vez no se hablaba de béisbol, ni de fútbol, ni de deporte alguno. Una persona discutía a gritos con otra sobre la calidad superior o inferior de dos cantantes extranjeros. Nadie hablaba de su voz, ni de su buen gusto en la selección o quizás composición de melodías. El veredicto se establecía por la cantidad de discos vendidos. Y por supuesto, para uno de los contendientes, los cubanos no eran suficientemente buenos, porque no alcanzaban esas cifras millonarias de venta en el mundo. Recuerdo que he escuchado en otras ocasiones discusiones parecidas sobre la calidad de algunos futbolistas, y la conclusión incluía siempre los honorarios devengados. Esos conciudadanos están perdidos en los pasadizos de la cultura del tener, no conocen la del ser. No pueden identificar a nadie por lo que es. Qué pena por ellos.
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