sábado, 12 de diciembre de 2009

Sobre las damas cubanas y los productos para blanquear la ropa.

Hay personas que no tienen sentido del humor. Creen que no existen chistes serios. En esos casos mi referente es Varela, a quien acudo cuando quiero reflexionar riendo (o reir mientras reflexiono). No por gusto Mañach y Ortiz dedicaron sendos libros al tema del choteo: nada más serio para el cubano. Y si no júzguelo usted mismo.
Blog de Varela.
Siempre me he preguntando en qué hospital consiguen la tela las Damas de Blanco en Cuba. Y después... ¿Con qué cloro la lavan? Es un movimiento creado, patentizado y aupado al corte de las Madres de Mayo de Argentina (pero las de Mayo sí tienen desaparecidos que a las de Blanco sus perdidos les aparecen de pronto en Hialeah bileando al medicaid o ruteando contrabando humano). Todas dicen que tienen alguien encanado y se autotilan Marianas Grajales. El problema es que la Grajales se hizo famosa no por tenerlos presos sino peleando... y muriendo. Para la prensa de Miami parece que en la isla no hay mujer digna si no opta por callejear envuelta en sábana. No hay doctora que salve una vida. Ni científica que se queme las pestañas buscando remedio biogenético. Ni soldada que cuide patria alguna. Ni obrera que se joda en la fábrica. Ni maestra que se inmole por sus alumnos cada mañana. Ni guajira que arríe mula para ayudar al marido. Ni siquiera una abuela que cuide nietos para que sus padres laboren. Toda aquella que no se vista de blanco y se pasee por el Prado es una comemierda. Y más, si no domina el dato de que el SINA es quien paga. Y los medios del exilio reportan, retratan y ponen frases bonitas en cada boca patiblanca. Vamos, la verdadera madre cubana si no sale en YouTube, no es madre, no quiere al hijo. Posiblemente sea puta, jinetera o miliciana que abandona al recién nacido en una esquina. Es decir, el 99.99% de las madres de los cubanos no son damas ni la cabeza de un guanajo. No van de blanco, no salen en la prensa norteamericana. ©varela

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