lunes, 29 de diciembre de 2014

Sobre Tania Bruguera y su show mediático (DOCUMENTOS)

NOTA OFICIAL DEL CONSEJO NACIONAL DE LAS ARTES PLÁSTICAS
El Consejo Nacional de las Artes Plásticas, luego de largas conversaciones con Tania Bruguera, ha decidido mantener su decisión de no apoyar el proyecto El susurro de Tatlin que la artista viene gestando a través de la plataforma Yo también exijo. Según las actuales circunstancias, resulta inaceptable la realización de este pretendido performance en el simbólico espacio de la Plaza de la Revolución, especialmente teniendo en cuenta la amplia cobertura mediática y la manipulación que ha tenido en los medios difusores de la contrarrevolución.
El CNAP ha propuesto a la artista un grupo de alternativas y principios a partir de los cuales se podría desarrollar esta acción. Dichas alternativas se sustentan en: mover el performance de la Plaza de la Revolución para una institución cultural de prestigio en el ámbito de las artes visuales, teniendo en cuenta que es una actividad desde el arte y ese debería ser su escenario natural; el espacio que se decida estaría abierto libremente a las más diversas personas de sectores sociales disímiles. Sin embargo, se reserva el derecho de admisión a sujetos cuyo único interés sea la provocación en función de generar conflictos que pongan en riesgo la libertad de creación que ha caracterizado la gestión de nuestras instituciones. Y por último, la duración del performance no sería ilimitada, sino que extendería por 1 hora y 30 minutos, tiempo suficiente para que una considerable cantidad de asistentes emitan libremente sus juicios, criterios y propuestas. Lamentablemente la artista ha decido rechazar estos principios.
La Habana, 29 de diciembre del 2014
 

DECLARACIÓN DE LA PRESIDENCIA DE LA ASOCIACIÓN DE ARTISTAS PLÁSTICOS DE LA UNEAC 
A solicitud de la Presidencia de la Asociación de Artistas Plásticos de la UNEAC CUBARTE reproduce el siguiente texto:
La conocida artista Tania Bruguera ha convocado a un supuesto performance este 30 de diciembre en la emblemática Plaza de la Revolución en La Habana. Ello ha sucedido al margen de cualquier institución cubana y, como sucede en esos casos, la iniciativa ha sido ampliamente difundida por medios de la contrarrevolución, especialmente por el libelo Diario de Cuba, que tomó tempranamente partido contra las declaraciones de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama del pasado 17 de diciembre. Llevamos años en esta batalla frente a los enemigos de la Revolución.  No somos ingenuos, el significado de este performance no va a ser interpretado en modo alguno como una obra artística. Se trata de una provocación política, orientada en el mismo sentido de las tesis de los que la han difundido.
Esta acción no persigue otro propósito que el de situarse en contra de las negociaciones que dan esperanza a muchos seres humanos, en primer lugar a los once millones de cubanos. Será secundada, si acaso, por los pocos mercenarios locales de la política que el mismo Presidente Obama ha considerado fracasada, por los únicos que podrían esperar beneficios de cualquier intento por obstaculizar las negociaciones en curso.
Los escritores y artistas cubanos merecen conocer esta nueva maniobra y no se dejarán confundir por una operación que pretende presentar este performance como un proyecto de pura creación artística. Su evidente intención política se afirma en el propio mensaje de una artista que no busca otra cosa que un protagonismo circunstancial. 
Todo nuestro pueblo festeja hoy el regreso a la Patria de nuestros Cinco Héroes, así como el anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos. Rechazamos cualquier acción oportunista que trate de opacar este momento histórico.

Entrevista con Rubén del Valle Lantarón
TANIA BRUGUERA: EL EXTRAVÍO DE UN SUSURRO
ArteCubano • La Habana, Cuba

Tania Bruguera regresó a La Habana el pasado viernes 26 de diciembre. Desde hacía varios días, la artista conducía un despliegue mediático, fundamentalmente en las redes sociales, invitando a una nueva edición de su conocido performance El susurro de Tatlin, verificado durante la Décima Bienal de La Habana (2009) en el Centro Wifredo Lam. Evidentemente, esta vez la operatoria de la artista se conduce desde y hacia la praxis publicitaria, evadiendo los mecanismos rectores del sistema institucional del arte y buscando insertarse directamente en el campo del activismo político. ¿En qué punto de este performance se involucra el Consejo Nacional de las Artes Plásticas?
Por la manera en que se han sucedido los acontecimientos, más que un performance creo que se trata de un reality show. Los antecedentes de esta acción están en una carta que Tania publica desde la ciudad del Vaticano titulada “Querido Raúl, dear Obama y querido Papa Francisco”. En este documento felicita a las tres personalidades por la trascendental decisión adoptada y se plantea un grupo de cuestionamientos sobre el futuro de Cuba. Según me cuenta la propia Tania, la carta simplemente tenía la intención de ser un documento catártico de sus sentimientos personales en ese momento ante los acontecimientos que estábamos viviendo, dándole una connotación metafórica a su llamado a que los cubanos salieran a la calle. Continúo citando a Tania cuando te cuento que días después recibió la invitación de varias personas a convertir esta alegoría en una acción concreta.
A partir de ese momento crearon la plataforma Yo también exijo convocando a los cubanos a “exigir públicamente sus derechos civiles el próximo 30 de diciembre a las 3 p.m. en la Plaza de la Revolución de La Habana”. Dicha convocatoria pasa inmediatamente al periódico digital Diario de Cuba, de marcada orientación contrarrevolucionaria, y desde sus páginas varios textos replican y cubren la noticia. Como dato significativo apunto que este mismo periódico a menos de 24 horas de las declaraciones de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama difundió un texto de Carlos Alberto Montaner, con probado historial terrorista, donde condenaba la decisión de Obama y defendía la necesidad de mantener la política hostil hacia el gobierno cubano, en contraste con la unísona aprobación que esta decisión había generado entre los más diversos sectores nacionales e internacionales. Esta convergencia, inmediatamente, llama nuestra atención.
Mi gestión al frente del CNAP ha buscado privilegiar y promover el diálogo franco, abierto y respetuoso con todos los artistas, cumpliendo así uno de los principios cardinales de la política cultural de la Revolución. Por lo tanto, ante el complejo escenario que estas señales perfilaban, consideramos invitar a Tania a discutir su propuesta, a exponer nuestras diferencias en la manera en que estaba abordando su trabajo y a tratar de buscar soluciones desde las prácticas artísticas. A esta conversación llegó Tania conminándonos a apoyar logísticamente su propuesta, incluso por escrito.
Permíteme en este punto una breve digresión. Tras más de cinco décadas de hostilidades, de una política que pretendía colapsar esta pequeña porción de tierra que llamamos Cuba, el representante del imperio más poderoso del mundo ha confesado haber fracasado en su intento de doblegar por la fuerza esta nación soberana. Esa debería haber sido una lección para todo el mundo, y especialmente para Tania. El método de la presión, del chantaje, de las agendas impuestas no funciona en nuestro país. Un proyecto construido desde el exterior, convocado desde los órganos de prensa de la contrarrevolución, al margen de la legalidad y del sistema institucional no será respaldado, en tales circunstancias, por el Consejo Nacional de las Artes Plásticas ni por el Ministerio de Cultura.
Los cubanos hemos compartido en estos días acontecimientos históricos inéditos en la historia nacional: regresan a la Patria los tres cubanos encarcelados y los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anuncian el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los EE.UU. Sin dudas un momento complejo, de promisorias esperanzas y proyecciones de futuro, pero también propenso a despliegues extremistas, intransigentes de muy diverso signo.

Y entonces, reitero, ¿por qué la recibió? ¿Por qué entonces usted, y Jorge Fernández, cuando están concentrando todas sus energías en la organización de la próxima edición de la Bienal de La Habana deciden invitarla a debatir en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam?
En primer lugar porque considero que Tania es fruto de esta Revolución y de uno de sus proyectos más hermosos: el sistema de enseñanza artística. Tania estudió por 12 años en los distintos niveles de enseñanza artística especializada, y luego realizó un máster en el Instituto de Chicago. Tania pertenece a una generación de jóvenes creadores que fueron proyectados hacia la escena internacional por nuestro sistema institucional, y especialmente por la Bienal de La Habana. A partir de ahí ha construido una carrera que parte de concebir el arte como una actitud vital, de profunda reflexión crítica, de vocación universal, entronizada en la rica tradición de formalización estética del pensar y sentir desde lo social.
Me parecía, entonces, imprescindible, agotar todos los recursos posibles desde el terreno del diálogo. Dígase encontrar una solución colegiada, constructiva, de posibles alternativas a su necesidad indagadora pero despejada de un contexto de segura manipulación desde la política. Ella buscaba encontrarse y dialogar con el cubano de a pie, haciendo mucho énfasis en el estereotipo de que el cubano tiene miedo a expresarse. Aduje que nuestras calles son un permanente foro de debate, le sugerí la posibilidad de organizar su proyecto en fábricas, en universidades, en la parada de la guagua o en el agromercado. Ninguna de estas propuestas fue aceptada.
Considero que fue una conversación honesta, respetuosa. Pero también creo que Tania llegó a La Habana con muchos condicionamientos externos, con una propuesta muy publicitada y avanzada y no estaba en condiciones de reajustarse, de negociar. Llegó resuelta a iniciar un despliegue que podría llegar a ser autodestructivo. Incluso, en este punto no debemos desechar la posibilidad que algunos sugieren de que estemos inmersos en una estrategia de simulacro, donde desde el inicio la artista se empeña en concretar un proceder insostenible porque lo realmente importarte en esta operatoria son las consecuencias que pueda provocar la represión de este pretendido activismo, tanto legal como personalmente.

Según su personal experiencia, ¿en qué punto un proyecto de inserción social como este se extravía de las estrategias artísticas para afiliarse a los procederes de la publicidad política?. Valga decir, ¿cómo esta acción que Tania presenta como parte de un performance ya conocido por el público cubano desdibuja los muy discutibles márgenes de la creación artística...?
Mi opinión sobre este complejo tema no va desde la crítica de arte, sino desde la gestión cultural y la implementación de la política cultural. La expansión de los márgenes o los límites del arte es uno de los temas más polémicos que hemos heredado del pasado siglo XX. Hoy en día el debate sobre lo que es o no arte continúa inundando los más diversos foros de discusión y es ese uno de los mayores retos de la institucionalidad a la hora de acompañar los procesos de la creación.
Las prácticas artísticas contemporáneas comportan cada día más ejecutorias que se insertan en los entresijos de la sociedad, ya sea desde los ejercicios cercanos a lo cotidiano y procesual o desde aquellas aristas que atañen a la política y a las estructuras gubernamentales rectoras en un contexto determinado. Continúan siendo imprecisos, y en expansión, los límites entre el arte y la política, entre la creación y la vida misma. Un debate que hoy se sustenta sobre la base de la responsabilidad ética y el compromiso moral de todos sus actores.
En el orden personal, ese que atañe al artista como individuo, considero que los límites son infinitos: hoy el arte se extiende más allá de las disciplinas implícitas en la creación para abarcar la ciencia, la tecnología y los saberes más recónditos; se privilegian los enfoques interdisciplinarios, transdisciplinarios y la institución debe estar preparada para asumir, legitimar y potenciar estas formas de expresión. Como radicalización de estas estrategias artísticas estaríamos considerando la autoagresión, ya sea desde lo físico o desde lo psicológico. Estos procederes están sujetos a cuestionamientos múltiples que hoy no están dilucidados. Sin embargo, cuando esos procederes involucran a otros, —como en este caso que discutimos, cuando implican a los cubanos en su calidad de sujetos activos de la sociedad civil—se impone, por encima de otros análisis, la dimensión ética de la implicación de la “acción artística”. Y acoto: la libertad debería estar acompañada de una gran responsabilidad, como diría Juan Marinello. En este caso, ese sentido de la responsabilidad le ha sido esquivo a Tania. Ha vulnerado los principios fundamentales según los cuales debería haber evaluado contexto, circunstancias, alcances, disposiciones legales, sujetos involucrados, obsesionada en su pretensión de erigirse un lugar protagónico en medio de acontecimientos que desbordan sus capacidades y que son inéditos en la historia nacional. Tania pretende reproducir modelos foráneos y proyectarse como artífice de un consenso para Cuba que desborde las ideologías y las concepciones políticas por obra y gracia de su voluntad artística. Y me pregunto: ¿pretenderá Tania convertirse en arquetipo de un nuevo Mesías?
La proyección mediática de Tania a propósito de la plataforma Yo también exijo se autodefine como de “izquierda”, “anticapitalista”, “antimercado”. Sin embargo, sus principales promotores y su tribuna informativa están representados por medios y personas cuyo proyecto esencial para el futuro de Cuba es la restauración del capitalismo y la penetración de las ideas de la ultraderecha norteamericana en todos los órdenes de la vida nacional. Resulta entonces un contrasentido pretender darle espacio y voz en la simbólica Plaza de la Revolución a sujetos políticos totalmente deslegitimizados en la escena cubana, muchos de los cuales se oponen incluso a la normalización de las relaciones entre nuestro país y los EE.UU.
Uno de los momentos más tristes de mi vida profesional fue constatar que el resultado más mediatizado durante la Décima Bienal de La Habana fue la presencia de Yoani Sánchez en el performance El susurro de Tatlin. Los grandes medios no estaban interesados en la praxis de Tania, ni en el extraordinario performance del chicano Guillermo Gómez Peña. Solo replicaron la implicación de la intervención de Yoani Sánchez. Fue así eclipsado el extraordinario alcance cultural, social, humano de esa edición del evento, fueron silenciadas todas las estrategias discursivas que reflexionaban en torno los retos de la humanidad ante los efectos de la globalización para posicionar en los canales internacionales de información al último constructo de la industria contrarrevolucionaria, legitimándola como intelectual influyente en la política mundial. ¿Cuán ingenuo e irresponsable sería repetir la experiencia, multiplicando la escala exponencialmente?
Evidentemente, esta sexta edición de El susurro de Tatlin no se corresponde con el nivel de riqueza estético y conceptual demostrado antes por Tania, y resulta más una réplica “teatralizada” de cierto método habitual de enfrentamiento político que una propuesta para la recepción estética inteligente y movilizadora. Parece estar agotándose, si así fuera, la variabilidad sugerente y a veces agresiva de un modo artístico de ser que ha sido altamente valorado por críticos, curadores y artistas. Ese desgaste de su condición primigenia, como derivación reproductiva, atenta contra la esencia misma de su génesis y solo podría leerse, en mi opinión, como el extravío de una artista que de alguna manera parece estar perdiendo la conexión esencial con el contexto cubano. Un susurro que parece derivar inevitablemente en naufragio.

VEA SOBRE ESTE TEMA: 
Raúl Antonio Capote: Tania Bruguera, Cuba y la nación que deseamos

sábado, 27 de diciembre de 2014

El regreso de los Cinco, ¿una nueva era de paz?

Enrique Ubieta Gómez
La Calle del Medio 80
Transcurría un interesante diálogo con jóvenes universitarios en la ciudad de Camagüey, al que había sido invitado por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), que celebra en diciembre su cumpleaños ochenta y dos, cuando uno de los presentes recibió un papel recortado a mano con un mensaje perturbador. Se nos pedía no trasmitir aún la noticia, que unas horas después sería anunciada por nuestro Presidente en una alocución: el agente estadounidense Alan Gross había regresado a su país y se esperaba la inmediata liberación de los tres antiterroristas cubanos que permanecían encarcelados en los Estados Unidos. Cuando el papel pasó por mis ojos, la voz se me cortó y perdí el hilo de la conversación, vencido por la emoción de la noticia. Eran las diez de la mañana del 17 de diciembre de 2014 cuando decidimos compartir lo que sabíamos -lo que todavía no sabíamos en realidad- con los estudiantes. Las emociones estallaron: aplausos, vítores, lágrimas, abrazos. El intercambio cambió de tono y de asunto. Las noticias, imprecisas, llegaban a cuenta gotas. A las doce todos estábamos frente al televisor. El Presidente Raúl confirmaba los rumores: los tres héroes cubanos ya estaban en la Patria después de dieciséis años de injusto encierro. Una segunda noticia –se restablecerían las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos– no pasaba desapercibida, pero a pesar de su trascendencia histórica, no superaría de inicio el impacto emocional de la primera. La gente, acostumbrada a prescindir de los Estados Unidos, sabiendo que existen oscuros entresijos en el poder imperial, capaces de malograr cualquier buena intención, salió a la calle a celebrar el regreso de los tres prisioneros que nos faltaban.
Con el paso de los días, se hace necesario reflexionar sobre ambos acontecimientos. La presencia en Cuba de Los Cinco (los tres que llegaban, más los dos anteriormente liberados) no es un simple acto de benevolencia: la presión internacional, la constancia y el fervor del pueblo cubano en defensa de sus hijos, la indoblegable resistencia de esos hombres y la mediación de importantes personalidades, como la del Papa Francisco, lo posibilitaron. Sobre el injusto proceso judicial que los condenó a largas penas se pronunciaron eminentes políticos, abogados, escritores, artistas, intelectuales. Gross –liberado como parte del acuerdo, en gesto humanitario– y el espía de origen cubano que fue canjeado, trabajaban, directa o indirectamente, tras la retórica tradicional de la supuesta ‹‹defensa de la democracia›› para derrocar al gobierno cubano y cambiar su sistema político. Los Cinco no eran parte de un programa para derrocar al gobierno estadounidense o cambiar su sistema político, trabajaban para evitar que los grupos contrarrevolucionarios más violentos de Miami –y algunos de sus confesos criminales, que viven tranquilamente en esa ciudad– continuaran ejecutando actos terroristas en la Isla.
Cuba siempre estuvo dispuesta al diálogo respetuoso, basado en la igualdad. ¿Por qué nuestras relaciones podrían normalizarse ahora? Obama reconoce en su discurso del 17 de diciembre dos razones importantes: primero, que la política de bloqueo ha fracasado en sus efectos desestabilizadores –repudiada por el pueblo afectado y por la casi totalidad de naciones del mundo–, y segundo, que los cambios políticos ocurridos en América Latina han convertido a este en un autobloqueo moral a los Estados Unidos. Los países latinoamericanos exigieron de tal manera la reincorporación de Cuba, sin condiciones, a la comunidad americana –recuérdese el acuerdo que admitía la improcedencia histórica de las sanciones a Cuba adoptadas en 1962 por la OEA, y la advertencia latinoamericana de que una Cumbre de las Américas que no contase con la presencia de la Isla sería irrealizable, acciones consensuadas a contrapelo del gobierno estadounidense–, que el tema se convirtió en un verdadero obstáculo para las relaciones de los Estados Unidos con sus vecinos del Sur. El pretendido aislamiento de Cuba provocaba el aislamiento de los Estados Unidos. Incluso, la propia comunidad cubana en los Estados Unidos, que ha cambiado, favorece la normalización de relaciones, aunque una poderosa pero exigua minoría se opone a ella.
Existe un contexto de fondo que no puede obviarse: las políticas imperialistas no han sido muy exitosas en los últimos años, ni en el Medio Oriente, ni con respecto a Rusia, para no hablar de América Latina. Obama no ha podido validar la pretendida condición de liderazgo mundial de su país. A esos factores agreguemos la crisis político-económica y simbólica del capitalismo a nivel global.
Los restantes razonamientos se derivan de estos: si los Estados Unidos desean que se produzca un cambio político en Cuba –algo que depende del deseo de los cubanos–, supongamos que a partir de profundas divergencias conceptuales sobre qué es la democracia y los derechos humanos, y no de mezquinos intereses económicos y geopolíticos, entonces el terreno de lucha deberá ser, a partir de ahora, el de las ideas, el de la cultura –a veces de la seudocultura–, y no el de la subversión, la injerencia, las campañas mediáticas trasnacionales, la amenaza militar o el bloqueo económico, comercial y financiero. ¿Será capaz el imperialismo de abandonar el uso de la fuerza? Si la CIA graba las conversaciones telefónicas de su aliada más estrecha, Angela Merkel, ¿dejará de espiar al gobierno cubano? ¿Cómo explicar que el mismo día del anuncio del restablecimiento pactado de relaciones diplomáticas con Cuba, el propio Obama firmara sanciones contra el gobierno legítimo y soberano de Venezuela?, al que, por supuesto, Cuba reiteró su apoyo irrestricto dos días después, en la plenaria de la sesión ordinaria de fin de año del Parlamento cubano. Puede que algunos ideólogos de aquel sistema –experto en la reproducción de valores desde la llamada industria del entretenimiento– apuesten a la mayor efectividad de los instrumentos culturales sobre las nuevas generaciones de cubanos, a las que suponen más vulnerables.
El reestablecimiento de relaciones enfocaría mejor a nuestro enemigo, que no es un país –por mucho que ese país, por su cercanía y liderazgo imperial se nos presente como el enemigo histórico tangible–, sino uno más global e intangible: el imperialismo. La guerra cultural –que prepara y suele convertirse en guerra de otra naturaleza– es en realidad entre el capitalismo y cualquier otra forma de vida, inaceptada por aquel como vestigios de premodernidad o ‹‹primitivismo›› –visible en su desprecio a las culturas originarias de América Latina– o como manifestaciones delictivas, porque rompen con la legalidad burguesa o , aún cuando transiten por sus propios mecanismos electorales, hechos para reproducir el status quo y no para alterarlo. Raúl lo expresó de manera clara este 20 de diciembre ante el Parlamento cubano: “Entre los gobiernos de los Estados Unidos y Cuba hay profundas diferencias que incluyen, entre otras, distintas concepciones sobre el ejercicio de la soberanía nacional, la democracia, los modelos políticos y las relaciones internacionales. Reiteramos la disposición al diálogo respetuoso y recíproco sobre las discrepancias”.
Pero si las relaciones diplomáticas se restablecen, como parece acordado a contrapelo, incluso, de la letra de la Ley Helms Burton –no lo olvidemos–, el bloqueo dejará de tener sentido. ¿Con qué país enemigo no podrá comerciarse?, ¿con qué extraño ‹‹auspiciador del terrorismo›› se intercambiarán embajadores, empresarios y turistas? Aunque la decisión de Obama es valiente y merece respeto, no creo que sea un gesto personal; tras ella existe un consenso de la élite gobernante, más allá de la pertenencia a uno u otro partido. Cuando esto sucede, desaparecen los servidores de segunda: el niño Elián fue rescatado por fuerzas federales y enviado a Cuba sin que los que viven del negocio de la contrarrevolución en Miami pudiesen reaccionar; el intercambio de prisioneros y el acuerdo entre gobiernos los tomó igualmente de sorpresa. Y si alguien ahora clama por sus ‹‹derechos››, será porque es de su interés personal. Obama elogió a la comunidad cubana de Miami, pero recordó que esa, como las demás, es una ciudad norteamericana. No quiere decir que el Congreso, mayoritariamente republicano, ponga las cosas fáciles, en parte porque podría estar tentado a negociar desde posiciones de fuerza –lo que sería un grave error–, y porque la política exterior, a partir del 2015, estará supeditada a las elecciones, y la descalificación de Obama y de su partido podría ser una prioridad. Después de tantas promesas incumplidas –el cierre de la prisión en la base naval de Guantánamo que ilegítimamente ocupa, la reforma del sistema de salud o la migratoria–, nadie podrá negarle al presidente Obama haber puesto en movimiento la rueda de la historia con respecto a Cuba. Cuando dos países soberanos pactan un arreglo sin mirar atrás, no cabe hablar de vencedores y vencidos. Pero lo cierto es que el gobierno estadounidense rompió relaciones diplomáticas con la Revolución cubana –con los Castro– en el contexto de la Guerra fría, y las restableció con la Revolución cubana –con los Castro–, cinco décadas después. El principio básico de nuestras futuras relaciones con los Estados Unidos deberá sustentarse en el respeto a las diferencias o fracasará. ‹‹De la misma forma que nunca nos hemos propuesto que los Estados Unidos cambien su sistema político, exigiremos respeto al nuestro››, expresó Raúl ante el Parlamento cubano. 
En la noche del 20 de diciembre, Silvio Rodríguez ofreció un concierto multitudinario en una de las plazoletas que bordean el Estadio Latinoamericano de béisbol en la capital, el más grande del país. La concurrencia fue mayor porque el rumor de que allí estarían Los Cinco atrajo a miles de espectadores. Sentados frente a la tarima estuvieron los héroes con sus esposas y familiares más cercanos. El público no se perdía el más mínimo movimiento de sus ídolos –seguidos por las cámaras en imágenes que se amplificaban en una pantalla gigante–, que a veces cantaban para sí, besaban o acariciaban a sus esposas e hijos, y en cuyos ojos de repente podía asomar intrusa una lágrima de emoción. El pueblo les profesa una admiración sin límites, son héroes populares tan auténticos como los guerrilleros de la Sierra. Al final del concierto subieron a cantar con Silvio una canción que ahora también los representa: ‹‹El necio››. También la cantaron miles de espectadores allí reunidos, que al final vitorearon a Fidel.
El año 2015 que llega, viene con buenos augurios. Los Cinco volvieron –¡volverán!, decían todas las pancartas antes de su regreso a la Patria–, como había vaticinado Fidel, los trajimos.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Los Cinco y Gross, no valen las comparaciones

Enrique Ubieta Gómez
He visto en estos días los rostros de Gerardo, de Tony, de Ramón. Una foto de Ismael Francisco me conmovió especialmente: los ojos limpios –no puedo evitar el adjetivo gastado: luminosos–, de Gerardo, y una lágrima que los bordea, mientras escucha con su amada, la canción Amada de Silvio Rodríguez. Cuántos días oscuros detrás de esas sonrisas, pero cuánta luz. Un largo túnel de 16 años. Demasiado tiempo. Otros pactaron. Ellos no, ahora sonríen asombrados de sí mismos, y miran, miran, ávidos de mundo, satisfechos de haber sobrevivido: porque los que pactaron, murieron. Son ídolos populares. Saludan, se dejan fotografiar, firman autógrafos como si fuesen estrellas del pop, porque son estrellas del pueblo. Nunca son buenas las comparaciones. No quiero pensar en el traidor que fue canjeado. Siento rabia, pero también un poco de pena por él. ¿Qué hará con su vida-muerte? Pero qué diferente es todo. La llegada de Gross, víctima y victimario, a su país, y un flash de despedida en la prensa. Acabo de leer que fue recompensado por la USAID, después de varias demandas infructuosas: 3, 2 millones de dólares. Eso vale. Pagó cinco años en una prisión dorada, si cabe el adjetivo porque ninguna lo es. Buen negocio. Hizo su trabajo, y cobró. Por eso no entienden a los Cinco, no entienden a los cubanos: estos no hacían un trabajo, no habían sido “contratados”, ponían el pecho delante de las balas para defender la Patria que es ara, no pedestal.

martes, 23 de diciembre de 2014

La misión de paz de Jean Daniel

Elier Ramírez Cañedo
En 1963, entre los distintos cursos de acción que se valoraban de política hacia Cuba en las más altas esferas de poder de los Estados Unidos, surgió en varias oportunidades la idea de la «dulce aproximación a Castro». Se tenía ya un grupo de informes de inteligencia que mostraban el interés de Cuba de establecer al­gún tipo de comunicación que pudiera derivar en una mejoría de las relaciones y el presidente J.F. Kennedy autorizó una exploración discreta con el objetivo de conocer en qué puntos es­taba el gobierno cubano dispuesto a ceder en caso de llegarse a un modus vivendi, aunque sin renunciar en ningún momento a la política de corte más agresivo contra la Isla. Fue lo que se llamó la «política de Múltiple Vía». De esta manera Willliam Atwood, funcio­nario de los Estados Unidos ante las Nacio­nes Unidas, sostuvo varios contactos con el embajador cubano Carlos Lechuga. Al mismo tiempo, tanto Atwood como la periodista Lisa Howard, conversaron telefónicamente con René Vallejo, en esos momentos ayudante personal del Comandante en Jefe, Fidel Cas­tro. Todos estos contactos tuvieron lugar entre septiembre y noviembre de 1963, hasta el 22 de noviembre, en que ocurre el fatídico asesi­nato del presidente en Dallas. Pero la historia que en este caso nos ocupa es la de cómo el periodista francés Jean Daniel, editor del semanario L´Observateur, se convirtió también en un mediador entre Kennedy y Fidel.
Atwood, amigo personal de Jean Daniel, al enterarse que éste pensaba entrevistar al líder de la Revolución Cubana, se le ocurrió la idea de que el periodista francés fuera an­tes a Washington a conversar con Kennedy. Atwood contactó de inmediato al correspon­sal de la revista Newsweek, Ben Bradlee, que era amigo del Presidente y visitaba frecuen­temente la Casa Blanca para que coordinara un encuentro.[i]
El 24 de octubre tuvo lugar la entrevista en la Casa Blanca. Según relató posteriormente Jean Daniel, Kennedy le había señalado que los Estados Unidos estaban pagando por los pecados cometidos por su país durante el ré­gimen de Batista y que él estaba de acuerdo con los planteamientos iniciales de la Revolu­ción, pero que «Castro había aceptado ser un agente soviético en América Latina» y por su culpa «el mundo había estado al borde de una guerra nuclear en octubre de 1962». También cuenta el periodista francés que el presidente estadounidense le añadió:
Los rusos entendieron muy bien, al menos des­pués de nuestra reacción, pero en lo que se refiere a Fidel Castro, debo decir que no sé si se da cuenta de esto […]. Usted me puede decir si lo hace cuando regrese. En cualquier caso las naciones de América Latina no van alcanzar la justicia y el progreso de esa manera, quiero decir a través de la subversión comunista. […]
Los Estados Unidos tienen ahora la posibi­lidad de hacer todo el bien en América Latina como lo han hecho mal en el pasado […]. En cualquier caso, no podemos permitir que gane la subversión comunista en los demás países del continente. Dos diques son necesarios para contener la expansión soviética: el bloqueo, por un lado, un enorme esfuerzo hacia el progreso, por el otro. Este es el problema en pocas pala­bras. Ambas batallas son igualmente difíciles.[ii]
Según Jean Daniel, Kennedy hizo un último comentario: «La continuación del bloqueo depende de la continuación de las activida­des subversivas».[iii] En una clara referencia al apoyo que el gobierno cubano brindaba a los movimientos de liberación al sur del Río Bravo. Décadas después, en una entrevista brin­daba para un documental de la televisión estadounidense, Jean Daniel ofreció sus im­presiones de este encuentro: «Salí de la Oficina Oval de la Casa Blanca con la impresión de que yo era un mensajero de la paz. Yo estaba convencido de que Kennedy quería un acercamiento; quería que yo regre­sara y le dijera que Castro deseaba un acer­camiento».[iv]
Narra también Jean Daniel que estando en Cuba, cuando prácticamente había perdido las esperanzas de entrevistarse con Fidel, el día antes de su partida hacia México, exac­tamente el 19 de noviembre, el líder de la Revolución se le apareció en el hotel Habana Riviera donde estaba hospedado y estuvieron conversando desde las 10 de la noche hasta las 4:00 de la mañana del día siguiente. Según su testimonio, Fidel le habló largamente de la Crisis de Octubre y le explicó el por qué se habían instalado los misiles en Cuba y tam­bién dio sus valoraciones sobre la Alianza para el Progreso. El periodista francés citó las siguientes palabras de Fidel: «En lo que respecta a nosotros, todo puede volver a la normalidad sobre la base del respeto mutuo a la soberanía». Sin embargo, este no sería el único encuentro que Jean Daniel sostendría con el Comandante en Jefe. El día 22 volverían a reunirse en Varadero. Mientras esto sucedía en La Habana, Ken­nedy, en un discurso pronunciado en Miami el 18 de noviembre, enviaba un nuevo mensaje: Una cuadrilla de conspiradores –dijo– había hecho de Cuba instrumento de un esfuerzo di­rigido por potencias externas para subvertir el orden de las restantes Repúblicas americanas.
Esto y sólo esto nos divide –enfatizó Kennedy–. Mientras esto siga siendo así, nada es posible; sin ello, todo es posible. Una vez que se haya suprimido esta barrera, estaremos dispuestos a trabajar de todo corazón con el pueblo cubano para alcanzar esos objetivos de progreso, que hace muy pocos años despertaron las esperan­zas y las simpatías del hemisferio.[v]
Cuatro días después, el 22 de noviembre, se produjo el asesinato de Kennedy en Dallas, el mismo día en que Jean Daniel conversaba con Fidel Castro en Varadero. Sobre esta entrevis­ta amplió también el líder de la Revolución Cu­bana en la conferencia internacional celebrada en La Habana en 1992, al conmemorarse el 30 aniversario de la Crisis de Octubre:
Se presenta en nuestro país un periodista fran­cés, era conocido, que acababa de tener una reunión con Kennedy. Vino muy impresionado de Kennedy, bien impresionado, decía que era una máquina, tal como lo tenía organizado todo, todas las cosas. Él me trasmite que se hospeda en un hotel de La Habana, y tan pronto recibo la noticia le digo que sí, que me voy a reunir con él, y él dijo que traía como un mensaje de Kennedy.
Para poder hablar con más calma, le dije: «lo recojo y lo llevo a Varadero», para crear un ambiente relajado, pudiéramos decir, en que él pudiera explicar las ideas y el mensaje que traía. No era un mensaje en el sentido formal de la pa­labra, sino le dijo que quería que viniera. Le ha­bló mucho de la crisis, de los peligros enormes de que estallara una guerra […] las consecuen­cias de esa guerra, y que él quería que hablara conmigo, que analizara esta cuestión, que me preguntara si yo estaba consciente de hasta qué punto había sido grande ese peligro. La esencia del mensaje era que hablara conmigo largamente sobre todos estos temas, que des­pués volviera a Estados Unidos, a Washington, y le informara de la conversación. Por lo tanto el periodista lo interpretó como un gesto, con el deseo de establecer un contacto, un deseo de explorar qué pensábamos nosotros sobre todo esto y, además, establecer una cierta comuni­cación. Le dijo: «vaya, hable, analice todo este problema y vuelva»; eso era en esencia.
Voy a decir que prácticamente el periodista ni terminó de explicarme todo lo que tenía que decirme, porque fue temprano, no recuerdo si eran las 11:00 a.m., hora de Dallas. No había llegado siquiera el mediodía, íbamos a almorzar, no habíamos almorzado, y estando en estas con­versaciones, en estos análisis, llega por radio allí mismo la noticia de que han atentado contra la vida de Kennedy. Vea usted qué casualidad.
Yo lo interpreté, realmente, como un gesto tendiente a establecer alguna comunicación, al­gún intercambio, porque como Kennedy había quedado con tanta autoridad dentro de su país después de la crisis, podía hacer las cosas que quizás anteriormente no había hecho. A mi juicio tenía el valor de hacerlo, porque se necesitaba cierto valor para desafiar estados de opinión en todas estas cuestiones.
[…]
Pero no podría decirles muchos más datos, se trató de un mensaje escrito, o un mensaje ver­bal de decir: «Queremos mejorar las relaciones», sino que le habló de mí en términos respetuosos, conversó largamente sobre eso; le pidió que me viniera a ver y que hablara conmigo, y que des­pués regresara a Washington y le informara.[vi]
El 7 diciembre de 1963, Jean Daniel escribió para el periódico New Republic su testimonio de la reacción que había tenido el líder histó­rico Fidel Castro, al recibir la noticia de que el presidente Kennedy había sido asesinado y, el 14 de diciembre, amplió sobre sus encuentros con ambos mandatarios y cómo él se había convertido en un mediador. A continuación presentamos traducidos al español ambos trabajos del periodista francés.
VER LOS DOCUMENTOS CITADOS DE JEAN DANIEL AQUÍ:

[i] Tomás Diez Acosta: Los últimos 12 meses de J.F.Kennedy y la Revolución Cubana, Editora Política, La Habana, 2011, p.203.
[ii] Jean Daniel: «Unoficial Envoy. An Historic Re­port from Two Capitals», The New Republic, De­cember, 14th, 1963, pp. 15-20.
[iii] Ibídem.
[iv] Citado por Tomás Diez Acosta: ob. cit., p.207.
[v] Citado por Arthur M. Schlesinger: Los Mil Días de Kennedy, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970, p.810.
[vi] James G. Blight, Bruce J. Allyn, and David Lewis: Cuba On The Brink. Castro. The Missi­le Crisis and the Soviet Collapse, Rowman & Littlefield Publishers, INC, New York, 2002, pp. 236-237

domingo, 21 de diciembre de 2014

Gerardo y Adriana en el concierto de Silvio (FOTOS)

Anoche, en el concierto de Silvio Rodríguez. el héroe Gerado Hernández Nordelo y Adriana, fotografiados por Ismael Francisco mientras escuchan la canción Amada.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

¡Bienvenida la brigada de refuerzo revolucionario: los Cinco en casa!

Enrique Ubieta Gómez
Transcurría un interesante diálogo con jóvenes universitarios en Camaguey, cuando uno de nosotros recibió el mensaje perturbador. No podía anunciarse en ese momento, pero la voz se me cortó y por unos minutos divagué, vencida la lógica de mis palabras por la emoción de la noticia. Eran las diez de la mañana cuando decidimos compartir lo que sabíamos (lo que todavía no sabíamos bien) con los estudiantes. Conmemorábamos junto al presidente nacional de la FEU el aniversario de la fundación de esa combativa organización juvenil. Las emociones estallaron de inmediato: aplausos, vítores, lágrimas y mucha felicidad. Sigo en la ciudad de Camaguey, y la conexión a Internet que conseguí no es la más eficiente, pero no puedo postergar mi grito de alegría en las redes que nos sirvieron durante 16 años para exigir la libertad de los Cinco. ¡Bienvenidos a la Patria hermanos! Ustedes nos han convertido en mejores seres humanos. ¡Bienvenida esta brigada de refuerzo revolucionario! A diferencia de los restos del Che y de sus compañeros de lucha muertos heroicamente en combate o asesinados en Bolivia, estos llegan vivos, lúcidos, vencedores. Nos hacen mucha falta. Se inicia una nueva etapa de luchas. Es una victoria conquistada, no un regalo del imperialismo. Y aunque se trabaje con esmero para "normalizar" las relaciones diplomáticas y comerciales con los Estados Unidos (todavía el bloqueo está vigente), no podemos confiarnos: el imperialismo entiende por "normal" un tipo de relación que Cuba –que no renunciará a construir un camino alternativo al capitalista– no aceptará jamás. La guerra cultural pasa a primer plano. No quiero escribir nada más ahora. Soy inmensamente feliz. Gracias a Gerardo, a Ramón, a Tony, a Fernando, a René. Gracias a Fidel. ¡Viva la Revolución cubana!

viernes, 12 de diciembre de 2014

Vidas y muertes

Enrique Ubieta Gómez
¿Cuántos años deben pasar antes de que desaparezcan de la tierra las personas, las cosas, las canciones, los paisajes que amamos en vida? ¿Durante cuántos años sobrevivimos en los seres queridos y en las cosas que tocamos o nos tocaron, a nuestra propia muerte? Mis padres recién casados viajaron a Río de Janeiro, y mamá aún guarda emocionada el recuerdo de aquellos días, pero ¿queda algo en Río que haya tocado o amado en 1955? Yo viví y estudié en Kiev de 1978 a 1983; los mismos edificios estudiantiles, ¿son los mismos? Regresé en 1987, apenas cuatro años después de mi graduación y otras generaciones se habían apropiado ya del espacio físico. Sé que hoy es una ciudad extraña, y una eventual visita solo podría depararme un placer arqueológico. En Río y en Kíev mi mamá y yo vivimos otra vida que ya carece o conserva pocos referentes humanos; nuestra vida y nuestros referentes se trasladaron de espacio. Pero a veces mueren a nuestro lado, unos tras o otros, hasta que deshacen la vida que nos hicimos. Mi abuela sobrevivió a sus hermanos, a su esposo, a sus amigos y a sus hijos; agotó cada minuto de sobrevida –inventándose un sentido nuevo o renovando el viejo sobre nuevas bases–, hasta que la ausencia de los demás la mató, aún antes de morir a los 104 años.
Hay cosas que perduran más; por ejemplo, las canciones, la música de una época. Mi padre cantaba las canciones del suyo mucho después de su partida, y yo las de él, aunque ya no esté. Pero las cosas no nos retribuyen el amor; son indiferentes ante la muerte. Las cosas pueden humanizarse, pero no se domestican; las calles que otrora transitamos, se abren cada mañana, sin recato, a los nuevos transeúntes. Sin embargo, la vida parece ser una perenne repetición. Los adolescentes que ahora mismo caminan frente a mi casa, no solo se comportan como los muchachos de mi adolescencia, sino que se parecen a ellos. Puedo colocar en cada uno el apodo de mis compañeros de entonces; son los mismos rostros o casi, y sin saberlo, ellos ya utilizan aquellos sobrenombres –los mismos que utilizaron mi padre y sus amigos–, con leves variaciones. Un día, hace algunos años, pasaba frente a la casa de una novia de mi adolescencia. De repente apareció tras la puerta, y fui a saludarla emocionado. ¡Gladys!, exclamé. “Mi mamá no está en casa”, respondió la muchacha. La imagen de la madre en mi memoria se había enquistado, al punto de hacerme ignorar el paso de los años.
La vida eterna lo tendría todo, menos la pasión. Nada sería importante, porque podría repetirse; nada sería urgente, siempre podría hacerse; nada tendría sentido, porque el sentido lo otorga la finitud de la experiencia humana. ¿Cuántas vidas alcanzamos a tener en el breve tiempo que nos toca? Algunas personas viven solo una, y no es malo, porque conocen todos sus colores, todas sus estaciones y pequeños placeres. Otras no conocen reposo: se pierden entre la infinitud de vidas posibles y la irremediable finitud de las suyas. Las que no agotamos nos persiguen siempre, se acuartelan en la nostalgia; pero las hay que se agotan, y si no las abandonamos, nos congelan. Vivir mucho, sin embargo, no es pasar por muchos lugares o sentidos: es hacerlo con la pasión, la conciencia y el deseo de los que conocen la muerte.
La gente buena la conoce. La bondad crece en su cercanía. La vida grande es aquella que triunfa sobre la pequeña muerte; esa que llaman fracaso, soledad repentina, traición o partida. Volver a nacer después de cada pequeña muerte es un acto heroico, y en ese tránsito se descubren amigos y auténticos amores. Pero solo se vive bien, si se muere bien. ¿Qué es el tiempo de una vida?, ¿qué significan 50 o 100 años en la insondable infinitud? No solo la vida necesita de un sentido, también lo exige la muerte. “No me pongan en lo oscuro a morir como un traidor”, decía Martí. Morir 10 años antes o después no extiende o disminuye la vida; pero puede anularla. Morir en vida no es estar preso, como lo están Gerardo, Tony o Ramón, como lo estuvieron René y Fernando. Otros murieron al pactar, al abandonar la cárcel. Yo quiero morir bien, no importa si antes o después. Que otros, entonces, canten mis canciones y calcen mis zapatos.

Conectados con el futuro

Juventud Rebelde
Parques, plazas, bibliotecas, auditorios y teatros, en el mundo físico, así como las redes sociales, en el virtual, sirvieron de escenario este miércoles para que la juventud cubana festejara el Día Internacional de los Derechos Humanos.
El derecho a la educación, a la salud, a la inclusión social, a ser mejores seres humanos, a vivir unidos dentro de nuestra pluralidad, fue defendido por los jóvenes que se reunieron a través de soportes múltiples en todo el país.
En la Universidad de La Habana, la ocasión coincidió con el inicio del proceso de balance de la Unión de Jóvenes Comunistas. Así, los estudiantes intercambiaron con personalidades nacionales durante más de tres horas, enfocados en la necesaria democratización del uso de las nuevas tecnologías y cómo Cuba puede aprovechar mejor estas potencialidades para lograr que sus ciudadanos sean personas más críticas y profundas.
Para la estudiante de Turismo que se identificó como Elaine, hoy es necesario poner la mirada en los jóvenes y el impacto que puede tener el aumento en Cuba del uso de las nuevas tecnologías, especialmente ante los planes subversivos que se fraguan contra la Revolución Cubana.
La reflexión fue posterior a la presentación de un capítulo de la serie Las Razones de Cuba, que explica la guerra de cuarta generación, donde las tecnologías de la información y la comunicación tienen un papel preponderante en la formación de opinión pública.
En este se rememoran las últimas maniobras subversivas fuera y dentro de Cuba, donde las ilegales redes sociales financiadas por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés), conocidas como Zunzuneo y Piramideo, estaban destinadas a hacer llegar mensajes masivos a la juventud para crear desestabilización interna.
Materiales como este, apuntó José Benavides, estudiante de Física, deben ser puestos a disposición del pueblo con más frecuencia, pues es necesario conocer la cara de aquellos que quieren destruir todo lo logrado hasta hoy. Es importante además, dijo, que aumente la conciencia sobre el uso que damos a las tecnologías en Cuba.
Al respecto, el viceministro de Comunicaciones, Wilfredo González, destacó que en Estados Unidos han aprovechado la brecha digital que existe en Cuba para implementar este tipo de planes funestos.

La voluntad de informatizar
González explicó que si bien el país ocupa el lugar 14 en el índice mundial de instrucción informática, en cuanto a la penetración de Internet tiene el puesto 153.
Esto significa dos cosas, indicó el Viceministro. Por un lado, la Revolución cubana no tiene ningún miedo a Internet, tal y como han querido hacer ver campañas de desinformación que por ahí circulan. Existe la voluntad política de llevar adelante la informatización de la sociedad cubana, pero hay una serie de limitaciones económicas y tecnológicas a lo largo de los años que han impedido el avance mayor deseado.
Tal es así, señaló el viceministro de Comunicaciones, que de las 118 salas habilitadas en todo el país en junio de 2013 para la navegación en Internet, hoy ese número ha crecido a 154. No es tan rápido como quisiéramos, acotó, pero trabajamos con un plan para disminuir esa brecha y que la tecnología lleve cada vez más conocimientos y beneficios al pueblo.
Informó que se trabaja para que el acceso a Internet sea posible desde los Joven Club de Computación y Electrónica, institución que desde 1987 ha servido como punto de partida para conocimientos informáticos a millones de cubanos.
El rector de la Universidad de La Habana, Gustavo Cobreiro, destacó que el centro ha mejorado de forma sustancial las condiciones para que los estudiantes accedan de forma más fácil a la Red de redes.
Subrayó que hoy todos los educandos entre tercer y quinto años tienen pleno acceso a Internet, y adelantó que los de primero y segundo años pronto contarán con el mismo servicio pues se crean las condiciones técnicas para ello.
Mientras esto sucedía, en la propia Universidad un grupo de estudiantes participó en el tuitazo realizado para festejar el Día Internacional de los Derechos Humanos.
Con la etiqueta #DDHHCuba, miles de personas patentizaron las maneras en que en esta Isla se goza de plenas libertades en todos los órdenes.
 
La guerra cultural del siglo XXI
Acaso como una conexión con lo que sucedía en Twitter, estuvo centrada la reflexión de Raúl Capote, el agente Daniel para los Órganos de la Seguridad del Estado, en su intercambio con los estudiantes.
Y es que mientras Alina Sánchez (@AlinaSnchez) afirmaba en Twitter: «En Cuba se estimula la recreación sana, culta y útil como actividad placentera que desarrolla el sujeto en sus tiempos libres», Capote explicó a los presentes en el teatro Manuel Sanguily de la Universidad, lo que significa la guerra cultural del siglo XXI.
Al decir de Capote, esta se caracteriza por un culto a la tecnología desprovisto de sentido, alejado de la realidad social. Es la enajenación del hombre, el afán por lograr seres acríticos que no cuestionen el poder del capital.
No se trata de negar la tecnología, aclaró Capote, pues esta ha sido creada para los revolucionarios. Se trata de usarla en beneficio de la sociedad en su conjunto, que no fomente el individualismo.
Lo que han tratado de hacer con Cuba es crear una masa de personas a las que no les interese nada, para que sean ellos quienes destruyan la obra de todos estos años.
En este sentido, Abel Prieto, asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, consideró que la tecnología debe usarse sin crear adicción.
Hoy necesitamos mucho de la inteligencia, debemos evitar la tendencia a ser superficiales, expresó Prieto. No se trata de hacer objeciones a la tecnología o prohibir el consumo de algo, sino de dotar a las personas de los instrumentos necesarios para que conozcan y asuman con una postura crítica lo que nos trae este mundo en el que actualmente vivimos.
Es ridículo intentar luchar contra las nuevas tecnologías, agregó. Pero debemos recuperar el sentido del cine como arte, ejemplificó. Hoy es común que para que un filme tenga éxito esté marcado por la violencia. Ese tipo de consumo banal está demostrado que no es el preferido por el público cubano, quien siempre busca nuestras producciones.
Abel Prieto afirmó que en todo momento debe primar una mirada inteligente ante las maniobras de manipulación que cada día se intentan contra nuestro pueblo.
Consideró que fomentar la lectura y el conocimiento de la Historia de Cuba es vital para que los pinos nuevos no pierdan el sentido de orgullo nacional que ha caracterizado a nuestro pueblo.
Asimismo, estimó necesario promover servicios culturales que muchas veces no son conocidos, como la posibilidad de acceder a materiales digitales nacionales en lugares como el Pabellón Cuba o en las casas del joven creador, con solo llevar una memoria USB.
 
Manipuladora seducción
Cómo contrarrestar la manipulación ideológica de dos industrias tan atractivas como la de los videojuegos y la audiovisual fue uno de los temas que también atrajo ayer la atención de estudiantes y profesores de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).
Algunos participantes en un debate sobre el tema, la mayoría activos jugadores, comentaron sobre los grados de violencia y tergiversación contextual presentes en videojuegos extranjeros que —advirtieron— también poseen alto valor estético, son efectivos en la inoculación de mensajes e invitan a preguntarse dónde está la contrapartida cubana, pues el país necesita de entretenimientos en los que preponderen los valores socialistas.
«Una guerra cultural» ha llamado Enrique Ubieta Gómez, director de La Calle del Medio, a este enfrentamiento entre formas diferentes de entender la vida, el futuro y la política. El conocido intelectual comentó allí que una manera efectiva de combatir en ese escenario es la formación de una conciencia crítica.
Pavel Eduardo Bárzaga, trabajador de la UCI y bloguero, opinó que en lo que respecta a los videojuegos, a la industria nacional le urge fortalecerse combinando la acción y el aprendizaje en sus propuestas; mientras otros presentes explicaron que podrían aprovecharse formatos de juego válidos para dispositivos móviles.
El debate, muy pronto derivó en el consumo audiovisual a través del llamado Paquete semanal, esa suerte de Internet para desconectados en el que se incluye —al decir de Ubieta— un porciento de la «televisión cloaca» de Miami con dosis de banalidad contra la que nos vacuna el debate de lo que consumimos, que es el mejor entrenamiento para el análisis y contra la tergiversación.
Frank Carlos Vázquez, el agente Robin de los Órganos de la Seguridad del Estado, comentó que una de las estrategias más importantes de la CIA en el afán por destruir la Revolución es aprovechar los vacíos de la institucionalidad del país en la manipulación cultural de los más jóvenes.
Otras estrategias, se detalló luego, buscan «desideologizar» a la juventud cubana y provocar una brecha generacional, extinguir el concepto del poder de Estados Unidos como enemigo de Cuba y destruir nuestra memoria histórica al presentar —sobre todo a través del cine— el panorama social de la Isla durante la dictadura batistiana como una «tacita de oro», ignorando el despojo de los más elementales derechos humanos a los que estaba sometido entonces el pueblo cubano.

El imperio y la legitimación de la tortura

Atilio A. Boron 
La publicación del Informe del Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos dado a conocer días pasados describe con minuciosidad las diferentes “técnicas de interrogación” utilizada por la CIA para extraer información relevante en la lucha contra el terrorismo. Lo que se hizo público es apenas un resumen, de unas 500 páginas, de un estudio que contiene unas 6.700 y cuya primera y rápida lectura produce una sensación de horror, indignación y repugnancia como pocas veces experimentó quien escribe estas líneas.[1] Los adjetivos para calificar ese lúgubre inventario de horrores y atrocidades no alcanzan a transmitir la patológica inhumanidad de lo que allí se cuenta, sólo comparables a las violaciones a los derechos humanos perpetradas en la Argentina por la dictadura cívico-militar, o las que en el marco del Plan Cóndor se consumaron en contra de miles de latinoamericanos en los años de plomo.
El Informe es susceptible de múltiples lecturas, que seguramente animarán un significativo debate. Para comenzar digamos que su sola publicación produce un daño irreparable a la pretensión estadounidense de erigirse como campeón de los derechos humanos, siendo que una agencia del gobierno, con línea directa a la Presidencia, perpetró estas atrocidades a lo largo de varios años con el aval –caso de George W. Bush- o la displicente indiferencia de su sucesor en la Casa Blanca. Obviamente, si ya antes Estados Unidos carecía de autoridad moral para juzgar a terceros países por presuntas violaciones a los derechos humanos, después de la publicación de este Informe lo que debería hacer Barack Obama es pedir perdón a la comunidad internacional (cosa que desde luego no hará, o no lo dejarán hacer, como lo demostró el escándalo de los espionajes), interrumpir definitivamente la publicación de los informes anuales sobre la situación de los derechos humanos y del combate al terrorismo en donde se califica el comportamiento de todos los países del mundo (excepto Estados Unidos, juez infalible que no puede ser enjuiciado) y asegurarse que prácticas tipificadas como torturas por el Informe senatorial no sólo no volverán a ser utilizadas por la CIA o las fuerzas regulares del Pentágono sino tampoco por el número creciente de mercenarios enrolados para defender los intereses del imperio, lo que tampoco tiene demasiadas probabilidades de ocurrir. Precisamente, la idea de nutrir cada vez más a las fuerzas del Pentágono con mercenarios reclutados por sus aliados en el Golfo Pérsico (Arabia Saudita, Emiratos, Qatar, etcétera) o por compañías especializadas, como Academi (la tenebrosa ex Blackwater) es liberar al gobierno de los Estados Unidos de cualquier responsabilidad por violaciones a los derechos humanos que pudieran cometer estos “contratistas”, como eufemísticamente se los denomina. Al “tercerizar” de este modo sus operaciones militares en el exterior la aplicación de torturas en contra de presuntos, o verdaderos, terroristas se realiza al margen de las estipulaciones de la Convención de Ginebra que establece que los prisioneros de guerra deben tener garantías jurídicas de defensa y ser tratados de modo humanitario. Los mercenarios o “contratistas”, por el contrario, son bandas contratadas por Washington para operaciones especiales, actuando al margen de toda ley. No tienen prisioneros sino “detenidos”, a los cuales pueden mantener bajo su custodia todo el tiempo que consideren necesario, negándoseles el derecho a la defensa y quedando a merced de los maltratos o las torturas que sus captores decidan aplicarles, gozando para ello de total impunidad.
En segundo lugar, el Informe obvia considerar que la tortura fue legalizada por el Presidente George W. Bush. Tal como lo hemos señalado en un estudio publicado en 2009 la tortura como una práctica habitual venía siendo utilizada desde mucho tiempo atrás por la CIA y otras agencias del gobierno federal. En dicho texto decíamos que “a partir de los atentados del 11 de Septiembre y la nueva doctrina estratégica establecida por el presidente George W. Bush al año siguiente (“guerra contra el terrorismo”, “guerra infinita”, etcétera)  las torturas a prisioneros, sean éstos supuestos combatientes enemigos o simple sospechosos, se tornaron  prácticas habituales en los interrogatorios, así como también los tratos inhumanos o degradantes infligidos a las personas bajo custodia de las tropas estadounidenses. A fin de evitar las consecuencias legales que se desprenden de esta situación Washington adoptó como una de sus políticas el traslado de sus prisioneros a cárceles situadas en países donde la tortura es legal o en los cuales las autoridades no tienen interés alguno en impedirla, sobre todo si se trata de favorecer los planes estadounidenses; o enviarlos a Afganistán, Irak o la propia base norteamericana de Guantánamo, donde se puede interrogar brutalmente a cualquier prisionero sin ningún tipo de monitoreo judicial y sin la presencia de molestos observadores como, por ejemplo, la Cruz Roja Internacional.”[2]
Para estupor de propios y ajenos, aún después de haberse dado a conocer el Informe del Senado el vocero de la Casa Blanca apeló a ridículos eufemismos cuando transmitió el repudio del presidente Obama por sus revelaciones: condenó los “duros y atroces interrogatorios” practicados por la CIA, obviando utilizar el término correcto para definir lo que según la Convención Contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes es simple y llanamente eso: tortura.  En su artículo primero la Convención establece que  “Se entenderá por el término ‘tortura’ todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión; de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido; o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimiento que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a estas.” [3]
De acuerdo a esta definición es imposible sostener que prácticas tales como la “rehidratación rectal”, la “hipotermia”, la “alimentación rectal”, colgar a una víctima de una barra, amenazar con violar a su esposa o hijas, la prohibición de dormir o el “submarino” (“waterboarding”, como se la llama en inglés) aplicadas cruelmente por horas y días para interrogar sospechosos de terrorismo no constituyen flagrantes casos de tortura.[4]
No obstante ello, en Marzo de 2008 el presidente Bush vetó una ley del Congreso que prohibía la aplicación del “submarino” a presuntos terroristas, dando cumplimiento a un anuncio previo en el cual advertía que vetaría cualquier pieza legislativa que impusiera limitaciones al uso de la tortura como método válido y legal de interrogación. En respuesta a sus críticos la Casa Blanca dijo que sería absurdo obligar a la CIA a respetar los preceptos establecidos por la legislación internacional porque sus agentes no se enfrentaban a combatientes legales, fuerzas regulares de un estado operando de conformidad con los principios tradicionales sino a terroristas que actúan con total desprecio por cualquier norma ética. De este modo Bush y su pandilla intentaron justificar la violación permanente de los derechos humanos bajo el pretexto del “combate al terrorismo”. No sólo eso: su  Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, autorizó explícitamente en Diciembre del 2002  la utilización de por lo menos nueve “técnicas de interrogación” que sólo en virtud de un perverso eufemismo pueden dejar de ser calificadas como torturas.  Lo interesante del caso es que Estados Unidos adhirió a la citada Convención (que cuenta con 145 estados partes) en el año 1994 pero se cuidó muy bien de ratificar el Protocolo que le otorga facultades de control al Comité de la Tortura de las Naciones Unidas. En otras palabras, la simple adhesión a la Convención fue una movida demagógica, carente de consecuencias prácticas en la lucha contra la tortura.
El horror que despierta el Informe no debería llevarnos a pensar que allí se encuentra toda la verdad. Si bien destruye el argumento central de la CIA en el sentido de que esas “duras tácticas de interrogación” eran necesarias para prevenir nuevos ataques terroristas contra Estados Unidos, lo cierto es que la estimación de los  números de los detenidos y torturados se ubica muy por debajo de lo que permiten inferir otras fuentes documentales. En el Informe, por ejemplo, se dice que “la CIA mantuvo detenidas a 119 personas, 26 de los cuales aprehendidas ilegalmente”.  Sin embargo, es sabido que para perpetrar estas violaciones a los derechos humanos Estados Unidos habilitó numerosas cárceles secretas en Polonia, Lituania, Rumania, Afganistán y Tailandia; y contó con la colaboración de países como Egipto, Siria, Libia, Paquistán, Jordania, Marruecos, Gambia, Somalía, Uzbekistán, Etiopía y Djibouti para realizar sus interrogatorios, a la vez que algunas ejemplares “democracias” europeas, como Austria, Alemania, Bélgica, Chipre, Croacia, Dinamarca, España, Finlandia, Irlanda, Italia, Lituania, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumania y Suecia, amén de otros países extraeuropeos, colaboraron en facilitar la entrega y traslado de prisioneros a sabiendas de lo que les aguardaba a esas personas.[5] El número de víctimas supera con creces las 119 del Informe. Téngase presente que según Human Rights First, una organización no gubernamental estadounidense, el número total de detenidos que pasaron por la cárcel de Guantánamo desde su inauguración fue de 779 personas.[6] Por otra parte, un  informe especial de Naciones Unidas asegura que sólo en Afganistán la CIA detuvo a 700 personas y a 18.000 en Irak, todos bajo la acusación de “terroristas”.[7] Ni hablemos de lo ocurrido en el campo de detención de Abu Ghraib, tema que hemos examinado en detalle en nuestro libro.[8]
Para finalizar, tres conclusiones. Primero, el Informe pone el acento en la inefectividad de las torturas soslayando imprescindibles consideraciones de carácter ético o político. De las veinte conclusiones que se presentan en las primeras páginas del Informe sólo una, la vigésima, expresa alguna preocupación marginal por el tema al lamentarse que las torturas aplicadas por la CIA “dañaron la imagen de los Estados Unidos en el mundo a la vez que ocasionaron significativos costos monetarios y no- monetarios.” [9] No existe ninguna reflexión sobre lo que significa para un país que presume orgullosamente de ser una democracia -o la más importante democracia del mundo, según algunos de sus más entusiastas publicistas- además del “líder del mundo libre” incurrir en prácticas monstruosas que sólo pueden calificarse como propias del terrorismo de estado al estilo del que conociéramos en América Latina y el Caribe en el pasado. La tortura no sólo degrada y destruye la humanidad de quien la sufre;  también degrada y destruye al régimen político que ordena ejecutarla, la justifica o la consiente. Por eso es que este nuevo episodio demuestra, por enésima vez, el carácter farsesco de la “democracia norteamericana”. De ahí que  la expresión que mejor conviene para retratar su verdadera naturaleza es el de “régimen plutocrático.”  Régimen, porque quien manda es un poder de facto, el complejo militar-financiero-industrial que nadie ha elegido y a quien nadie rinde cuentas; y plutocrático, porque el contenido material del régimen es la colusión de gigantescos intereses corporativos que son, como lo anotara Jeffrey Sachs días atrás, quienes invierten centenares de miles de millones de dólares para financiar las campañas y las carreras de los políticos y los lobbies que cabildean en favor de sus intereses y que luego obtienen como compensación a sus esfuerzos beneficios económicos de todo tipo que se miden en billones de dólares. Todo esto, además, justificado por una decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos que legalizó los donativos ilimitados que, en su enorme mayoría, pueden beneficiarse del anonimato.[10]
Segundo, el Informe se abstiene de recomendar la persecución legal de los responsables de las monstruosidades perpetradas por la CIA. Ante una descripción que parece inspirada en las más horribles escenas del Infierno de Dante, los autores se abstienen de recomendar al Premio Nobel de la Paz que la justicia tome cartas en el asunto. Pero el pacto de impunidad está consagrado, y ante la inacción de la Casa Blanca los torturadores y sus numerosos cómplices, dentro y fuera de la Administración Bush, han salido a apoyar abiertamente las torturas y acusar a los redactores del Informe de parcialidad ideológica, todo esto en medio de una desaforada exaltación del chauvinismo estadounidense y de una cuidadosa ocultación de las mentiras utilizadas por Bush y su pandilla, desde las referidas a qué fue lo que realmente ocurrió el 11-S, en donde hay más incógnitas que certezas, hasta la acusación a Irak de poseer armas de destrucción masiva. Dado que Obama ha dado a entender que no enjuiciará a los responsables materiales e intelectuales de estos crímenes la conclusión es que no sólo se legaliza la tortura sino que también se la legitima, se la aprueba, tal vez como un “mal necesario” pero se la justifica. Ante ello sería bueno que algún tribunal del extranjero, actuando bajo el principio de la jurisdicción universal en materia de delitos de lesa humanidad, trate de hacer justicia allí donde el régimen norteamericano apaña la impunidad de los criminales y consagra la perversión y la maldad como una virtud.
Tercero y último: la deplorable complicidad de la prensa. Todos sabían que la CIA y otras fuerzas especiales del Pentágono tienen incorporada la tortura de prisioneros como un SOP (“standard operating procedures”, un procedimiento estandardizado de operación en la jerga militar de los servicios norteamericanos), como se ha dicho más arriba. Pero los grandes medios -no tan sólo los pasquines rabiosamente derechistas de la cadena de Rupert  Murdoch y muchos otros de su tipo, dentro y fuera de Estados Unidos- conspiraron voluntariamente o no, es irrelevante, para no llamar a la cosa por su nombre y utilizar en cambio toda clase de eufemismos que permitieran edulcorar la noticia y mantener engañada a la población norteamericana. Para el Washington Post, el New York Times y la Agencia Reuters eran métodos de interrogación “brutales”, “duros” o “atroces”, pero no torturas; para la cadena televisiva CBS eran “técnicas extremas de interrogación” y para Candy Crowley, la jefa de la corresponsalía política de la CNN en Washington, eran “torturas, pero según quien las describa”. Para el canal de noticias MSNBC (fusión de Microsoft con la NBC) eran, según Mika Brzezinski, hija del estratego imperial Zbigniew Brzezinski y, por lo visto, fiel discípula de las enseñanzas de su padre, “tácticas de interrogación utilizadas por la CIA”. Esta es la gente que luego es señalada por los políticos y los intelectuales de la derecha para darnos lecciones de democracia y de libertad de prensa en América Latina y el Caribe. Sería bueno tomar nota de su complicidad con estos crímenes y de su absoluta carencia de virtudes morales como para dar lecciones a nadie.

NOTAS:
[1] El Informe puede consultarse en la siguiente dirección: https://es.scribd.com/doc/249652086/Senate-Torture-Report
[2] Cf. Atilio A. Boron y Andrea Vlahusic, El Lado Oscuro del Imperio. La Violación de los Derechos Humanos  por Estados Unidos (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2009), pp. 43-44.
[3] Ibid., p. 44.
[4] Sobre el tema de la tortura el libro de Roberto Montoya, La impunidad imperial. Como Estados Unidos legalizó la tortura y “blindó” ante la justicia a sus militares, agentes y mercenarios (Madrid: La esfera de los libros, 2005) es una fuente absolutamente imprescindible por la meticulosidad de su investigación y la sólida fundamentación de los casos examinados. Particularmente instructivo es su análisis de las 35 “técnicas de interrogación”, las cuales, como dicen los miembros de una Comisión ad-hoc convocada por el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, podrían tener como resultado “que personal estadounidense involucrado en el uso de esas técnicas pudieran ser objeto de persecución por violación de los derechos humanos en otros países o que pudiera ser entregado a foros internacionales, como la Corte Penal Internacional. Esto tendría un impacto en futuras operaciones o viajes al exterior de ese personal.” Cf. Montoya, op. cit, pp. 130-134. Datos más específicos sobre las “técnicas de interrogación” se encuentran en http://globalsecurity.org/intell/library/policy/army/fm/fm34-52
[5] “¿Qué países colaboraron con el programa de torturas de la CIA”, informe elaborado sobre la base de documentación aportada por la American Civil Liberties Union y la Open Society Justice Initiative, y publicado por La Nación (Buenos Aires) el 10 de Diciembre del 2014. Ver http://www.lanacion.com.ar/1751052-que-paises-colaboraron-con-el-programa-de-torturas-de-la-cia
[6] http://www.humanrightsfirst.org/sites/default/files/gtmo-by-the-numbers-2014-11-24.pdf
[7] Cf. “Preliminary Findings on Visit to United States by Special Rapporteur on Human Rights and Counter-terrorism”, May 29, 2007, en El Lado Oscuro, op. cit., pp. 55-56. 
[8] El lado oscuro, op. cit., pp. 47-48
[9] Informe, op. cit., pg.16.
[10] “Understanding and overcoming America’s plutocracy”, Huffington Post, 6 Noviembre 2014. http://www.huffingtonpost.com/jeffrey-sachs/understanding-and-overcom_b_6113618.html

jueves, 11 de diciembre de 2014

ESMA, ELAM: Dos escuelas, dos mundos


Ana María Radaelli*
Dos noticias, aparecidas casi simultáneamente, me instan a redactar este comentario, para mí ineludible.
La primera me llega desde Buenos Aires, por la vía de Página 12.
“El último nieto recuperado nació durante el cautiverio de su madre. En el campo de exterminio que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada, en una de sus cuatro maternidades clandestinas nació el nieto 116, que hoy recupera su identidad. Su mamá, Ana Rubel, lo tuvo a los siete meses de embarazo. Nada más se supo de ella, que junto a su pareja, Hugo Castro, permanecen desaparecidos. Ana de Castro llegó a la ESMA embarazada de dos meses, fue torturada y a los siete meses le practicaron una cesárea, ella me pedía que le dijera cómo era el bebé, si estaba bien, declaró la sobreviviente Sara Osatinsky en todas las audiencias a las que fue convocada. Otra sobreviviente declaró haber visto a Ana en la enfermería, quien le dijo: Mirá lo que me hicieron esos hijos de puta, y le mostró los pechos destrozados por la tortura. Cuando le preguntó al jefe del grupo que la había secuestrado cómo podía ser que sucediera eso, él le respondió que había subversivas embarazadas y que la decisión era que sus hijos fueran criados por familias que no tuvieran la ideología de la subversión”.
La segunda me llega de la mano de Cubadebate:
Un médico de la República de Níger, el Dr. Ismaila Ibrahim Mamam Sami, de 34 años de edad, que cursó estudios de Medicina en el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Guantánamo, donde estuvo desde el 2003 al 2010, acaba de incorporarse al equipo de profesionales que combate el ébola en Liberia. “Quiero agradecer enormemente al pueblo de Cuba por esta ayuda que nos han venido a prestar. Y por sobre todo (agradezco) la ayuda de las diferentes Brigadas Médicas Cubanas en África, no solo ahora por el Ébola, sino desde hace muchos años. También, por la cantidad de profesionales de la salud que nos han formado (80), y los que hay formándose allá. Tenemos ahora 17 nigerinos preparándose como médicos. Los que conocemos cómo son ustedes, sabíamos que vendrían. Lo han hecho en muchos países, y lo seguirán haciendo siempre que se les necesite. Eso está en la educación que se les da, y que yo tuve el alto honor de recibir en aquellos años. Lo que más me impresionó de su pueblo es la integridad, la honestidad, la amistad, la humildad y el querer que me demostraron”.
La Escuela de Mecánica de la Armada, conocida por sus siglas ESMA, sita en la zona norte de la ciudad de Buenos Aires, si bien fue uno de los 500 centros clandestinos de tortura y exterminio, destaca por la magnitud de la empresa: Más de 5 000 secuestrados, hoy desaparecidos, conocieron allí el Infierno en la tierra. Como testigos o querellantes en los juicios que desde hace años se llevan a cabo, varios de los escasos 100 sobrevivientes, reducidos a la esclavitud, dan cuenta del martirio sufrido a manos de sus verdugos.
El predio, devenido hoy Espacio para la Memoria, rezuma dolor y espanto. A pesar de todo lo visto y leído sobre el tema, sé que resulta del todo imposible siquiera imaginar el tormento vivido por esos miles de supliciados, picana eléctrica, potro, submarino, violaciones y salvajes vejaciones de todo tipo mediante, que terminaron sus días en un “asadito”, es decir quemados, o precipitados al río o al mar en un Vuelo de la Muerte, sin contar, como dice Juan Gelman, que el infierno no termina cuando el que ha sobrevivido deja atrás capuchas hediondas y celdas y rejas y ese perenne, inconfundible hedor de la muerte del que nunca logrará desprenderse. El extraordinario periodista y escritor Rodolfo Walsh, uno de los fundadores de Prensa Latina, hoy desparecido, también murió asesinado por un Grupo de Tareas de la ESMA. ¿A qué fosa, río o mar fueron a parar sus huesitos?
La Escuela Latinoamericana de Medicina, la muy querida y respetada ELAM, acaba de festejar sus 15 años de fundada. El desastre provocado por los devastadores huracanes George y Mitch en 1998 en varios países centroamericanos y caribeños, y que ocasionó la pérdida irreparable de miles de vidas, hizo que la Revolución cubana concibiera un proyecto de cooperación que de inmediato se materializó en el envío de brigadas compuestas por médicos y paramédicos a los lugares más afectados y apartados de esos territorios.
Fue entonces cuando Fidel concibió la creación de una Escuela Latinoamericana de Medicina para formar gratuitamente como médicos a jóvenes de esos países, los que luego de terminar su carrera o una especialidad retornan, en su inmensa mayoría, a brindar sus servicios en las comunidades de origen. Este proyecto científico-pedagógico tiene hoy una matricula de 6 075 jóvenes procedentes de 117 países latinoamericanos, caribeños, de Estados Unidos, África, Asia y Oceanía, fundamentalmente de los estratos más humildes. Suman ya 20 786 los egresados del Proyecto ELAM, provenientes de 74 países. La ELAM forma parte del Programa Integral de Salud (PIS), con el cual Cuba brinda de forma solidaria cooperación a 66 países, capacitando cada año a 29 000 estudiantes en las carreras de medicina, enfermería y tecnología de la salud en Venezuela, Bolivia, Angola, Tanzania, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial y Timor Leste.
Estos fríos datos esconden la belleza que irradia esta pequeña Babel, situada al noreste de la capital, en los predios que antes ocupaba la Academia Naval “Granma”, cedidos por el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias .En días de fiesta no es difícil  tropezar con el dulce susurro de una quena y un charango andinos, con un alegre valsecito peruano o un melancólico tango argentino, música y danzas africanas, revuelo de trajes tradicionales, esplendorosos en su porte y colorido… A los egresados de la ELAM se lo ha visto ya, aguerridos, solidarios, en intrincados parajes de la geografía de los siempre excluidos, acudir prontamente donde el deber los llama, como sucedió en el Haití  devastado por un feroz terremoto, también golpeado por el cólera y tantos otros males que nacen de la miseria.
Cuando pienso en la ELAM, no puedo no pensar en Fidel, en su sueño realizado, siempre contra viento y marea, en esa su perenne e inquebrantable apuesta por la Vida, su fe indestructible en ese ejército de batas blancas que va por el mundo repartiendo a manos llenas salud y esperanza, pese a la adversidades climatológicas, lingüísticas, culturales, que no hacen sino refrendar los principios más puros de la Revolución.
Sí, dos escuelas, dos mundos.
La ESMA, instalación militar (naval) devenida fábrica de la Muerte.
La ELAM, antiguo predio militar (naval) devenido Dador de Vida.
En una, el imperio del horror y el espanto. En la otra, la promesa palpable de un mundo donde las palabras justicia, solidaridad, altruismo, amor, equidad, integren nuestro vocabulario cotidiano. En Cuba, ya lo hacemos.
*Periodista y escritora argentina radicada en Cuba.