Elier Ramírez Cañedo
En 1963, entre los distintos cursos de acción que se
valoraban de política hacia Cuba en las más altas esferas de poder de los
Estados Unidos, surgió en varias oportunidades la idea de la «dulce
aproximación a Castro». Se tenía ya un grupo de informes de inteligencia que
mostraban el interés de Cuba de establecer algún tipo de comunicación que
pudiera derivar en una mejoría de las relaciones y el presidente J.F. Kennedy
autorizó una exploración discreta con el objetivo de conocer en qué puntos estaba
el gobierno cubano dispuesto a ceder en caso de llegarse a un modus vivendi,
aunque sin renunciar en ningún momento a la política de corte más agresivo
contra la Isla. Fue lo que se llamó la «política de Múltiple Vía». De esta
manera Willliam Atwood, funcionario de los Estados Unidos ante las Naciones
Unidas, sostuvo varios contactos con el embajador cubano Carlos Lechuga. Al
mismo tiempo, tanto Atwood como la periodista Lisa Howard, conversaron
telefónicamente con René Vallejo, en esos momentos ayudante personal del
Comandante en Jefe, Fidel Castro. Todos estos contactos tuvieron lugar entre
septiembre y noviembre de 1963, hasta el 22 de noviembre, en que ocurre el
fatídico asesinato del presidente en Dallas. Pero la historia que en este caso
nos ocupa es la de cómo el periodista francés Jean Daniel, editor del semanario
L´Observateur, se convirtió también en un mediador entre Kennedy y
Fidel.
Atwood, amigo personal de Jean Daniel, al enterarse que éste
pensaba entrevistar al líder de la Revolución Cubana, se le ocurrió la idea de
que el periodista francés fuera antes a Washington a conversar con Kennedy.
Atwood contactó de inmediato al corresponsal de la revista Newsweek,
Ben Bradlee, que era amigo del Presidente y visitaba frecuentemente la Casa
Blanca para que coordinara un encuentro.[i]
El 24 de octubre tuvo lugar la entrevista en la Casa Blanca.
Según relató posteriormente Jean Daniel, Kennedy le había señalado que los
Estados Unidos estaban pagando por los pecados cometidos por su país durante el
régimen de Batista y que él estaba de acuerdo con los planteamientos iniciales
de la Revolución, pero que «Castro había aceptado ser un agente soviético en
América Latina» y por su culpa «el mundo había estado al borde de una guerra
nuclear en octubre de 1962». También cuenta el periodista francés que el
presidente estadounidense le añadió:
Los rusos entendieron muy bien, al
menos después de nuestra reacción, pero en lo que se refiere a Fidel Castro,
debo decir que no sé si se da cuenta de esto […]. Usted me puede decir si lo
hace cuando regrese. En cualquier caso las naciones de América Latina no van
alcanzar la justicia y el progreso de esa manera, quiero decir a través de la
subversión comunista. […]
Los Estados Unidos tienen ahora la
posibilidad de hacer todo el bien en América Latina como lo han hecho mal en
el pasado […]. En cualquier caso, no podemos permitir que gane la subversión
comunista en los demás países del continente. Dos diques son necesarios para
contener la expansión soviética: el bloqueo, por un lado, un enorme esfuerzo
hacia el progreso, por el otro. Este es el problema en pocas palabras. Ambas
batallas son igualmente difíciles.[ii]
Según Jean Daniel, Kennedy hizo un último comentario: «La
continuación del bloqueo depende de la continuación de las actividades
subversivas».[iii]
En una clara referencia al apoyo que el gobierno cubano brindaba a los
movimientos de liberación al sur del Río Bravo. Décadas después, en una
entrevista brindaba para un documental de la televisión estadounidense, Jean
Daniel ofreció sus impresiones de este encuentro: «Salí de la Oficina Oval de
la Casa Blanca con la impresión de que yo era un mensajero de la paz. Yo estaba
convencido de que Kennedy quería un acercamiento; quería que yo regresara y le
dijera que Castro deseaba un acercamiento».[iv]
Narra también Jean Daniel que estando en Cuba, cuando
prácticamente había perdido las esperanzas de entrevistarse con Fidel, el día
antes de su partida hacia México, exactamente el 19 de noviembre, el líder de
la Revolución se le apareció en el hotel Habana Riviera donde estaba hospedado
y estuvieron conversando desde las 10 de la noche hasta las 4:00 de la mañana
del día siguiente. Según su testimonio, Fidel le habló largamente de la Crisis
de Octubre y le explicó el por qué se habían instalado los misiles en Cuba y
también dio sus valoraciones sobre la Alianza para el Progreso. El periodista
francés citó las siguientes palabras de Fidel: «En lo que respecta a nosotros,
todo puede volver a la normalidad sobre la base del respeto mutuo a la
soberanía». Sin embargo, este no sería el único encuentro que Jean Daniel
sostendría con el Comandante en Jefe. El día 22 volverían a reunirse en
Varadero. Mientras esto sucedía en La Habana, Kennedy, en un discurso
pronunciado en Miami el 18 de noviembre, enviaba un nuevo mensaje: Una
cuadrilla de conspiradores –dijo– había hecho de Cuba instrumento de un
esfuerzo dirigido por potencias externas para subvertir el orden de las
restantes Repúblicas americanas.
Esto y sólo esto nos divide
–enfatizó Kennedy–. Mientras esto siga siendo así, nada es posible; sin ello,
todo es posible. Una vez que se haya suprimido esta barrera, estaremos
dispuestos a trabajar de todo corazón con el pueblo cubano para alcanzar esos
objetivos de progreso, que hace muy pocos años despertaron las esperanzas y
las simpatías del hemisferio.[v]
Cuatro días después, el 22 de noviembre, se produjo el
asesinato de Kennedy en Dallas, el mismo día en que Jean Daniel conversaba con
Fidel Castro en Varadero. Sobre esta entrevista amplió también el líder de la
Revolución Cubana en la conferencia internacional celebrada en La Habana en
1992, al conmemorarse el 30 aniversario de la Crisis de Octubre:
Se presenta en nuestro país un periodista francés, era
conocido, que acababa de tener una reunión con Kennedy. Vino muy impresionado
de Kennedy, bien impresionado, decía que era una máquina, tal como lo tenía
organizado todo, todas las cosas. Él me trasmite que se hospeda en un hotel de
La Habana, y tan pronto recibo la noticia le digo que sí, que me voy a reunir
con él, y él dijo que traía como un mensaje de Kennedy.
Para poder hablar con más calma, le
dije: «lo recojo y lo llevo a Varadero», para crear un ambiente relajado,
pudiéramos decir, en que él pudiera explicar las ideas y el mensaje que traía.
No era un mensaje en el sentido formal de la palabra, sino le dijo que quería
que viniera. Le habló mucho de la crisis, de los peligros enormes de que
estallara una guerra […] las consecuencias de esa guerra, y que él quería que
hablara conmigo, que analizara esta cuestión, que me preguntara si yo estaba
consciente de hasta qué punto había sido grande ese peligro. La esencia del
mensaje era que hablara conmigo largamente sobre todos estos temas, que después
volviera a Estados Unidos, a Washington, y le informara de la conversación. Por
lo tanto el periodista lo interpretó como un gesto, con el deseo de establecer
un contacto, un deseo de explorar qué pensábamos nosotros sobre todo esto y,
además, establecer una cierta comunicación. Le dijo: «vaya, hable, analice
todo este problema y vuelva»; eso era en esencia.
Voy a decir que prácticamente el
periodista ni terminó de explicarme todo lo que tenía que decirme, porque fue
temprano, no recuerdo si eran las 11:00 a.m., hora de Dallas. No había llegado
siquiera el mediodía, íbamos a almorzar, no habíamos almorzado, y estando en
estas conversaciones, en estos análisis, llega por radio allí mismo la noticia
de que han atentado contra la vida de Kennedy. Vea usted qué casualidad.
Yo lo interpreté, realmente, como un
gesto tendiente a establecer alguna comunicación, algún intercambio, porque
como Kennedy había quedado con tanta autoridad dentro de su país después de la
crisis, podía hacer las cosas que quizás anteriormente no había hecho. A mi
juicio tenía el valor de hacerlo, porque se necesitaba cierto valor para
desafiar estados de opinión en todas estas cuestiones.
[…]
Pero no podría decirles muchos más
datos, se trató de un mensaje escrito, o un mensaje verbal de decir: «Queremos
mejorar las relaciones», sino que le habló de mí en términos respetuosos,
conversó largamente sobre eso; le pidió que me viniera a ver y que hablara
conmigo, y que después regresara a Washington y le informara.[vi]
El 7 diciembre de 1963, Jean Daniel escribió para el
periódico New Republic su testimonio de la reacción que había tenido el
líder histórico Fidel Castro, al recibir la noticia de que el presidente
Kennedy había sido asesinado y, el 14 de diciembre, amplió sobre sus encuentros
con ambos mandatarios y cómo él se había convertido en un mediador. A
continuación presentamos traducidos al español ambos trabajos del periodista
francés.
VER LOS DOCUMENTOS CITADOS DE JEAN DANIEL AQUÍ:
[i] Tomás Diez Acosta: Los últimos 12 meses de J.F.Kennedy y la Revolución Cubana, Editora Política, La Habana, 2011, p.203.
[ii] Jean Daniel: «Unoficial Envoy. An Historic Report from Two
Capitals», The New Republic, December, 14th, 1963, pp. 15-20.
[v] Citado por Arthur M. Schlesinger: Los Mil Días de
Kennedy, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970, p.810.
[vi] James G. Blight, Bruce J. Allyn, and David Lewis: Cuba
On The Brink. Castro. The Missile Crisis and the Soviet Collapse, Rowman
& Littlefield Publishers, INC, New York, 2002, pp. 236-237
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