Otra vez Silvio en un barrio de La Habana, rodeado de pobladores que tararean sus canciones. Una anciana trae un dibujo de la nieta, un regalo especial para el cantautor. Llegan niños, adultos, los balcones del vencindario se convierten en palcos presidenciales. Están los trovadictos que siguen al hombre, y los que se acercan curiosos para escuchar y tocar la leyenda. Él aparece sin anuncios previos, tímido, escondido en su gorra, pero presto a escuchar, estrechar una mano, o complacer una solicitud. Y está, como en cada barrio, el loco local o el borracho, que grita intempestivo cualquier incoherencia. Silvio es Silvio. Le traigo mi libro, recién salido de imprenta, porque su vida y su obra son parte del patrimonio cultural revolucionario que defiendo. Empieza Tammy, termina Silvio, y Niurka y los muchachos de su banda. Hoy en La Habana ha sesionado la Primera Conferencia Nacional del Partido. El mundo cambia, todos cambiamos, pero no dejamos de ser revolucionarios. Fotorreportaje: E. U. G.
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