lunes, 24 de julio de 2017

DEBATE EN FACEBOOK: Arturo López–Levy / Enrique Ubieta Gómez


Arturo López-Levy: Enrique Ubieta, voy a aprovechar que Ud. me menciona para atender lo que Ud. llama posiciones ideológicas que le quedan “claras” y desgranar lo que son acusaciones suyas de las que acepto. Lo hago porque la táctica que han usado contra Carlos Alzugaray es construir una equivalencia entre mi posición socialdemócrata y el anexionismo para después mancharlo a el por carambola de lo mismo o de una ingenuidad. No me he comunicado con Carlos por privado ni una sola vez, porque lo que no han entendido ustedes es su integridad, y que los ingenuos son los que han subestimado su capacidad de análisis y carácter. Trate de responder su artículo con un comentario en Cubadebate  pero el sectarismo ha convertido esa plataforma en un feudo de facción, no en espacio martiano de conversación en Cuba como casa de todos los hijos que la quieren. Para eso es necesario distinguir entre la oposición leal y la apostasía, pero eso exige un pensamiento sofisticado del que el maniqueísmo que Ud. ha adoptado, no creo que piense asi desde su capacidad, se lo impide.
Mi artículo en Cuba Posible no quitó máscara alguna, mi preferencia por el socialismo democrático es harto conocida. Desde hace mucho tiempo Iroel Sánchez venía denunciándola, y cuando pregunté en la embajada cubana en Washington en una visita del grupo Cuban Americans for Engagement – CAFE,  se nos dijo que esa era posición personal del señor Sánchez, y que no había orientación de cortar el diálogo con nosotros. De sus acusaciones de anexionismo, autonomismo, plattismo, y la del señor Gómez de anticomunismo, uds. no han demostrado nada con la campañita anticentrista. Ni siquiera estableces un criterio para definir de lo que me acusas. Empezaron por hablar de plumas vendidas, y no han logrado demostrar que hubiese recibido un centavo de nada vinculado a la política de bloqueo/embargo ni de fondo alguno vinculado a la ley Helms. Ni lo vas a demostrar porque es mentira. Ahora dices que ser pluma vendida o no, es irrelevante y que soy su enemigo por querer “retornar” a Cuba al capitalismo dependiente del imperialismo. ¿Cómo y cuando has demostrado eso si siempre he puesto la soberanía cubana como mi criterio de definición. Por fin ¿Cuál es el criterio legal o político para acusar a alguien de trabajar a favor de una potencia extranjera si no recibe ni orientaciones ni dinero? Explícalo.
Evitas atender los puntos donde la polémica descansa. Sigues sin poder demostrar conexión histórica o política entre el anexionismo y el autonomismo, que son corrientes hoy muy marginales o el plattismo con una postura nacionalista y socialdemócrata. No atiendes siquiera la pregunta sobre los términos de la polémica, si historia o política. Nunca dije que había que renunciar a la historia de la revolución, ni a Martí ni a Fidel, escribí que el centro de la discusión debía definirse a partir de mirar los problemas concretos del país, y buscarle solución sin anteojeras ideológicas, no de interpretar que hubiesen hecho Fidel o Martí según lo que era su experiencia en otros tiempos. Lo sigo pensando. En Cuba, además de su obsesión con el “centrismo” hay muchos problemas que Uds. que denuncian tanto no tienen espacio ni tiempo para denunciar. Mientras se pudren los mangos por mala gestión y el pueblo no se puede comer una modesta mermelada, los abusos al consumidor son mayores que en una economía de mercado. No son los socialdemócratas abogando por un mercado regulado, los que dejaron podrir los mangos, son Uds. con las concepciones caducas de estatismo y acopio los que no han tenido la flexibilidad de adoptar soluciones a un problema como ese que no es tan complicado.
Con la etiqueta de centristas andan atacando posiciones de izquierda moderada de cubanos que han sacado el tiempo de su trabajo, y su propio dinero, para abogar por una nueva política de EE.UU hacia Cuba, y que han pedido a veces más que muchos de los intelectuales que de Cuba vienen a acá, el respeto por la soberanía de Cuba tal y como la entiende el derecho internacional y con todas las prerrogativas al país y al estado nacional asociadas a ese estatus. Esa es la definición de patriotismo que desglosé en el artículo. Puede estar mal pero si tienes una mejor proponla y la debatimos en su mérito. Lo que es una treta es que evites el punto donde la polémica descansa (la definición de patriotismo) con un criterio implícito que equipara comunismo con esa identidad. Ni en tu libro Ensayos de identidad partes de esa premisa. Nunca me he negado a cooperar en la lucha contra el bloqueo/embargo con quien sea, sea o no comunista. Siempre desde la claridad de lo que es cada cual, y que la mayor legitimidad se alcanza no en virtud de preferencias ideológicas sino de la acción concreta. Vuelvan tu, Elier Ramírez Cañedo y Gómez a leer la carta contra el pacto de Miami y vean a Fidel Castro decir que la unidad se hace en la acción concreta no en etiquetas ni definiciones abstractas. En ninguna parte del mundo se entiende por patriotismo ser comunista o aceptar el unipartidismo comunista a perpetuidad. Eso es una pillería de ustedes para poner la coyunda política de una lealtad a sus propuestas sin persuadir ni reconocer la diversidad que es lo natural, un concepto que por tus ensayos sé que sabes es central a Martí y la política que postula. En mi artículo para Cuba Posible lo traté e insisto en tratarlo como el intelectual que es, no el agitador propagandista que en Cubadebate insiste en ser.
He ido a Temas cuando me ha invitado Rafael Hernández y lo seguiré haciendo si se me vuelve a invitar pero ni Ud. ni nadie va a dictar su propio concepto de patriotismo asociándolo a tus preferencias ideológicas ni va a dictar cuándo ni dónde puedo hablar sobre Cuba. ¿Cuáles son los espacios apropiados? ¿Acaso aquellos donde su capilla aplica el concepto sectario de patriotismo como equivalente a comunismo impidiendo la ponencia de posiciones que uds no aprueban? Elier Ramírez y yo, por mi invitación, compartimos dos paneles en las conferencias de LASA, abiertos a personas de la más diversa posición política. ¿Por qué no tener este mismo debate que estamos teniendo en Dialogar Dialogar? Coordinemos y me pago mi pasaje a la Habana con gusto. Mil criticas se le pueden hacer y le he hecho a Cuba Posible pero sectaria no ha sido.

El más bajo nivel de complejidad de una polémica es sobre hechos. Compórtese con la altura ética del José Martí que tanto evocamos los dos. La frase “la moderación probada del espíritu de Cuba” como criterio de orden no es una manipulación mía- como me acusa. La cite del Manifiesto de Montecristi. ¿Sabe quien me llamó la atención sobre ella? Un gran patriota cubano que no era comunista, el padre Carlos Manuel de Céspedes que la usaba a menudo. Discutámosla entre cubanos. Como citó el embajador Carlos Alzugaray en frase que incomodó al señor Arnold August, la opinión del Apostol sobre la conveniencia para Cuba de procurar una buena relación con EE.UU es textual. Si el mismo que escribió la carta a Manuel Mercado no tenía esa preferencia por lo contencioso que es típica del político extremista que es lo opuesto de moderado. Radical es ir a la raíz y también ver los matices de los problemas. La misión ética de Marti era curar. Si levanto hombres contra hombres lo hizo como ultimo remedio de la dignidad plena de los cubanos para una independencia republicana con separación y balance de poderes.
Tanto que citan a Gramsci y parecen no entender la diferencia entre dominación y hegemonía. La segunda puede lograrse dentro de un espectro que va de la coacción al consenso. Un orden mundial donde Estados Unidos trate de persuadir a Cuba a retornar a un capitalismo que no le convenga, le ofrece a Cuba la posibilidad de no ser persuadida, y diseñar su propia respuesta. Esa respuesta no es necesariamente andar “oyendo voces” como Juana de Arco de una batalla contra EE.UU. para la siguiente. Se trataría de hacerlo cuando nos convenga en ese nuevo contexto o se trate de políticas de dominación que a diferencia de la hegemonía implican coacción y control y por tanto dejación de soberanía, algo que siempre he considerado inaceptable. Por eso he abogado por un multipartidismo acotado, sin derogar la ley 88, y con normas legales establecidas contra la intervención del dinero extranjero u otra injerencia en política nacional. Termino con una exhortación sencilla. Ud. afirmo que yo había criticado al bloqueo solo por ineficaz. A solo dos semanas antes de su acusación infundada, en onCuba publique este artículo que atiende exactamente lo que denuncia sin base. Aquí le pongo el artículo en la esperanza martiana de que tenga el civismo de reconocer que juzgo mal. Se trata sencillamente de establecer un hecho? He criticado al bloqueo por ilegal e inmoral ¿o no? Lea el artículo y diga: http://oncubamagazine.com/.../los-derechos-humanos-como.../



Enrique Ubieta Gómez: Arturo López-Levy, le pido que no hable en plural. Cada autor implicado en esta polémica, al menos aquellos que defienden posiciones cercanas a las mías, tiene sus propias ideas y las expone libremente. No he usado ninguna táctica contra Carlos Alzugaray, sencillamente porque no he escrito una sola palabra sobre él. De nada lo acuso a usted, ese término no está en mi vocabulario. Simplemente constato. En todo caso, no podría acusarlo de tener “malas intenciones” –como innumerables foristas han hecho con respecto a mi persona–; mi preocupación radica en las consecuencias de su prédica. No soy diplomático ni empresario. En toda sociedad, esas dos son funciones que no suelen mezclarse con temas ideológicos –aunque representen determinadas posiciones–, es suficiente con que la contraparte sea honesta. Encuentro bien que usted sea recibido en la embajada, y también en Cuba. Pero si participa en una plataforma que se propone construir tendencias ideológicas contrarias al rumbo libremente adoptado por los ciudadanos del país, ese si es un tema que nos concierne a todos. El restablecimiento de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba es bienvenido, pero no bajo el supuesto de que Cuba deba cambiar su sistema social. Eso no está ni en el espíritu ni en la letra de las numerosas intervenciones de nuestro Presidente.
Pero insisto en esto: no he acusado a nadie en particular de estar vendido a nada ni a nadie. Si alguien lo estuviera –descubrirlo no es mi trabajo–, quedaría de inmediato descalificado. Desconozco si usted lo está. Dije y repito que discuto ideas, y ciertamente, todo aquel que intente hacer que Cuba regrese al capitalismo es mi enemigo. Los apellidos que le pone, “dependiente del imperialismo”, no se asocian necesariamente a una malvada intención suya. Es decir, no se trata de que usted trabaje para una potencia extranjera, al menos conscientemente, el problema es más complejo: el capitalismo en Cuba no podría existir de otra manera.
Abandonemos por un instante la descripción histórica de las características del autonomismo y del anexionismo. Las visiones reformista y revolucionaria, tal como las veo, nada tienen que ver con el uso o no de la violencia; no es un problema de estrategia de lucha, sino de radicalidad en la comprensión y en la solución del estado a superar. Comprendamos que son corrientes reformistas de pensamiento que se articulan desde el nacionalismo burgués. Es a partir de esta definición y de sus consecuencias prácticas que aparece la conexión histórica. El nacionalismo burgués (esencialmente reformista), más allá de sus intenciones, solo puede proyectar un país dependiente.
Todos miramos el mundo desde determinada ideología. No existe posibilidad alguna de que desideologicemos nuestras miradas. Toda desideologización es una reideologización. Pero la ideología revolucionaria adquiere su sentido en la solución de los problemas de las mayorías subordinadas, de los más humildes. Con los pobres de la Tierra, quiero yo mi suerte echar, es una declaración martiana de principios. Ya lo he escrito con anterioridad: no se es revolucionario porque se sea marxista, sino porque se sirve a los pobres, a los humildes, a los frágiles. Esa es la ideología revolucionaria. El marxismo en todo caso es un instrumento para ese servicio, y si en algún momento la teoría falla, si las ideas se revelan incompletas o el mundo se mueve de lugar, la prioridad sigue siendo salvar, defender a los más necesitados, a los humildes, a los frágiles, a las personas concretas. Discutir sobre temas ideológicos, desde estos presupuestos, no es darle la espalda a los problemas cotidianos. Algunos quieren impedir el debate ideológico con la excusa de que debemos hablar solo de los problemas cotidianos, para introducir subrepticiamente otras ideologías que no buscan la justicia social.
Pero, ¿qué significa poner a un lado la historia y la ideología para buscarle solución a los problemas concretos del país? No existe comprensión de fenómeno alguno sin el conocimiento de su historia. No podemos saber lo que harían Fidel y Martí ante cada nuevo problema, pero saber lo que hicieron ante problemas análogos es un privilegio histórico que tenemos los cubanos. No se trata de otorgar a una ideología la representación de una identidad nacional. Usted puede querer entrañablemente a su país como espacio físico, porque en él transcurrió su infancia, su primera juventud, tuvo amores, esperanzas, sueños, vivió momentos que marcaron su existencia; puede llevar con orgullo las señas físicas de esa identidad: una manera de hablar español, de mover las manos, de caminar; puede exhibir gustos musicales o culinarios afines a los de esa comunidad y disfrutar del béisbol o jugar cada tarde dominó. Todo ello, aún cuando sean estereotipos, delinea su cubanidad. Los puertorriqueños lo saben: aman su bandera, su equipo de béisbol o de basquet, su caribeña manera de ser y sentir, su lengua, su música. Pero carecen de un Estado que los represente.
El problema es que el patriotismo implica algo más: la construcción de un proyecto de Nación. Martí estaba en Guatemala cuando el Gobierno colonial español –después de la firma del Pacto del Zanjón– ofreció la amnistía política a todos los emigrados y en carta a un amigo rechazó la idea de que su Patria estuviese en Cuba, es decir, en aquella Cuba sometida: su Patria iba con él, estaba en él, no era “la tierra que pisan nuestras plantas”, era un proyecto de Nación. Ese proyecto, en época de Martí ya aspiraba a diferenciarse del que existía en los Estados Unidos y en los restantes países latinoamericanos, la frase “con todos para el bien de todos”, nunca significó “con los injustos y con los justos”, porque sería un contrasentido. Los que pretenden en pleno siglo XXI que el proyecto nacional se sustente en el abrazo de los explotadores y de los explotados, falsifican el legado martiano. No habrá Patria –justa, equitativa, soberana, democrática– capitalista; la única posibilidad que tiene una pequeña nación como la nuestra de sostener su soberanía, de defender la justicia social e individual de sus ciudadanos, estriba en la defensa del socialismo.
Martí, como Fidel, fue político e ideólogo (que son condiciones que rara vez coinciden en una misma persona). Fue sobre todo un fundador. Combatió el autonomismo –y el positivismo cientificista típico de los autonomistas– y el anexionismo, pero trató de conquistar para la Revolución, como Fidel, a personas concretas. Cada vez que atisbaba esa posibilidad, tendía su mano. Así pudo rescatar para el independentismo a Enrique José Varona. No pudo sin embargo hacer lo mismo con el anexionista José Ignacio Rodríguez. Las palabras de Martí fueron en muchas ocasiones moderadas, conciliadoras; no lo fueron sus ideas ni sus actos. Martí fue el pensador más radical de la segunda mitad del siglo XIX en las Américas. Preparó sí, contra su naturaleza poética, la guerra necesaria, no porque la prefiriese (eso no determina la condición del revolucionario) sino porque era imprescindible; fue en eso, como en todo, más realista que los que se declaraban pragmáticos y realistas: el autonomismo nunca pudo realizarse. El independentismo, sí. Martí procuraba la convivencia civilizada con su vecino más poderoso, precisamente porque comprendía la naturaleza expansionista y corruptora de su sistema de vida. Una convivencia basada en el respeto –ganado en el ejercicio de sus derechos–, y no en relaciones de dependencia.
Es loable que emplee su tiempo y su dinero en la defensa de Cuba, de su soberanía, tal y como lo entiende el derecho internacional. Sé que el lugar de residencia no determina el grado de patriotismo. Y si usted se opone al bloqueo por su crueldad y no por su ineficiencia política para el cambio de sistema, opóngase también a cualquier intento de cambiar el rumbo socialista que libremente eligió su pueblo. No objeto sus sentimientos patrióticos, pero advierto que su punto de mira, al eludir la experiencia histórica del capitalismo internacional, es extemporáneo; en especial para un país que hizo su Revolución socialista, emancipadora, hace casi seis décadas. Cuando los jóvenes me preguntan por qué deberían defender el socialismo, no les hablo de las conquistas alcanzadas, las que debemos conservar, les digo sencillamente: si queremos solucionar todas aquellas deficiencias que arrastramos, habrá que conservar el socialismo. Eso quiere decir que ese socialismo es imperfecto, y también que es perfectible.
La democracia burguesa no es la Democracia. Mire a su alrededor. El socialismo democrático no es el socialdemócrata, es el revolucionario. Por eso, tratamos de perfeccionarlo y lo describimos en nuestros documentos rectores como independiente, soberano, socialista, democrático, próspero y sostenible. Espacios apropiados hay muchos y no tendría reparos en discutir con usted en cualquiera de ellos. No lo haría, desde luego, en plataformas que han sido construidas con un claro perfil editorial subversivo, como Cuba Posible. Eso fue lo que escribí a propósito del comentario de Alzugaray. Ni siquiera hablé de dinero enemigo. Me parece bien que Iroel haya compartido la mesa en un debate de ideas con él, pero la salvedad es pertinente.

8 comentarios:

  1. Enrique Ubieta, le he echado una primera lectura a este intercambio entre Arturo Lopez-Levy y tu y me parece bien. Por eso puse que me gusta. Como es natural, tengo diferentes perspectivas a las de ustedes. Sí creo que los tres compartimos el amor por Cuba y la preocupación por su futuro y que los tres tenemos derecho a ser escuchados por todos. Pero no creo que Facebook sea el instrumento idóneo para ello. Haz hecho muy bien en poner el debate en tu blog y me leeré las dos posiciones con cuidado. Pero tengo que repetir algo que ya dije, no ayuda descalificar una plataforma por subversiva cuando en esa plataforma escribimos muchos con muy distintas posiciones. De hecho, Cuba Posible se caracteriza por poner miradas encontradas y disímiles sobre el mismo tema. Pocas plataformas hacen eso. Por eso es importante lo que acabas de hacer. Dije hace unos días que comprendo los riesgos y la problemática a los que insisten en dos mantras generalizadas pero que nos dicen poco: "batalla de ideas" y "guerra cultural", pero que hay un riesgo mayor: el de que en aras de buscar una victoria en esas "batallas" o "guerras" se pierda algo mucho más importante, el que Cuba cuente con un espacio público vibrante en el cual todas las ideas sobre el futuro del país se puedan debatir. Yo quiero una patria equitativa (creo que es otra forma de ver lo que tu llamas preocupación por los humildes), próspera y sostenible. Si hay políticas que propenden en esa dirección como las contenidas en los Lineamientos y en la Actualización como está sucediendo ahora, tienen todo mi apoyo aunque no esté exactamente de acuerdo con todas. Y por supuesto, exijo mi derecho a discutirlas como está de acuerdo la dirección del país.

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  2. Alzugaray: Estoy de acuerdo contigo en sentido general, pero no en cuanto a Cuba Posible, una plataforma conducida por personas que han declarado que su propósito es propiciar el tránsíto del modelo cubano, y que ese "tránsito" no sea traumático. Veiga lo dice de forma clara: no será, dice, “una transición al modo oligárquico o mafioso de la Europa del Este”. Pero es evidente que, para sus fundadores, conduciría al mismo lugar. El regreso al capitalismo que se propone Cuba Posible incluye la aparente diversificación de tendencias ideológicas entre las que solo una es realmente diferente a las demás (conduce a un lugar diferente). La verdaderamente diferente se minimiza, se aisla, y acaba invisibilizándose entre otras muchas que matizan los mismos postulados. Participar en ese proyecto es legitimarlo.

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  3. Quiero agradecer a Enriqu Ubieta la publicacion de nuestro intercambio aqui. Como hice una replica a su texto, lo comparto aqui: http://eichikawa.blogspot.cl/2017/07/prof-lopez-levy-una-respuesta-necesaria.html

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  4. Bueno, me voy a meter en esto porque nací en Cuba, bajo la constitución cubana sigo siendo cubano y un día, por razones personales que están demás explicar, probablemente me vea obligado a regresar a Cuba, por lo cual me gustaría regresar a un país diferente del que un día mi familia decidió partir, que ya lo es, pero que no cumple mis expectativas para sentirme mínimamente satisfecho a mi regreso. Digo todo esto porque yo sí quiero un cambio para Cuba, en lo político, en lo económico y en lo social, no solo porque me benificiaría personalmente, sino porque creo que beneficiaría a buena parte de la población de la isla, lo que da por descontado que habrá gente que salga perdiendo.

    Usted y yo hemos tenido nuestros encuentros y desencuentros, y yo reconozco que a veces me he pasado con epítetos y comentarios innecesarios, mientras usted me llegó a llamar un "simulador" y decir que esta era mi "pincha", ambas cosas bien equivocadas, pues aunque no coincida con usted, digo lo que pienso, tanto a favor como en contra de la revolución cubano, y en contra de su líder, Fidel Castro, con quien nunca he simpatizado... ¿Qué culpa tengo yo que el tipo me caiga mal, por decirlo en vulgo cubano? Ni tampoco me gano la vida con esto, pues tengo muy buen trabajo, y una muy buena profesión, y un muy buen salario... En otras palabras, que no ya no lo necesito, sino que en términos económicos no me daría la cuenta dedicarme a esto por cuestiones de dinero.

    Yo sí soy anticomunista, lo cual no quiere decir que lo odie a usted por serlo, o sea por muy necia que me parezca su posición, y no trato de ofenderlo en lo absoluto... Si le molesta lo de necio recuerdese que ya Silvio le sacó una canción a alguno. Pero yo no entro en necesades o utopías aunque me pueda equivocar... Yo no creo en el comunismo, no porque me parezca una mala idea, sino porque de todas las formas prácticas que lo analizo, es totalmente imposible, teniendo en cuenta, para empezar que las condiciones que sus proponentes daban como requisitos para la transición hacia ese estado de desarrollo humano, no se han dado nunca ni es posible que se den en nuestras vidas (y a mí me parece otra necesedad trabajar sobre generaciones futuras, cuya reacción y opinión sobre nuestro trabajo es imposible determinar... en otras palabras, que es imposible saber si estamos haciéndoles el bien o el mal). Y en cuanto al socialismo más o menos lo mismo. Ya Marx y Engels cuestionaban seriamente la participación del Estado en la economía, por mucho que a usted no le importe mucho la economía, y pronosticaban muchos de los problemas que se han dado luego en la práctica...

    Ahora, no creer en el comunismo, y tampoco en el socialismo, eso no me convierte necesariamente en un defensor a ultranza del capitalismo... Aquí nadie está diciendo que el capitalismo sea bueno... Es más: es malísimo... Pero lo que se conoce como economía de mercado, libre empresa, iniciativa privada, lo que quiera, es la única salida que tiene Cuba del estancamiento económico en que la ha sumido casi 60 años de gobierno comunista. Y por supuesto, reconociendo que el capitalismo no es la panácea que algunos ilusos creen por ahí, entiendo que un regreso a un sistema de economía de mercado se debe hacer de forma controlada, que no quiere decir siguiendo los famosos Lineamientos.

    Yo no voy a hablar de socialdemocracia en momentos en los que la socialdemocracia ha prácticamente desaparecido, aunque algunos elementos de la sociademocracia puedan caber en una Cuba futura. En todos estos debates no se recurre más que a ideas pasadas, y se deja pasar por alto que vivimos una revolución tecnológica, que genera sus propias ideas y visiones del mundo, aunque, no lo niego, muchas veces nos devuelve a situaciones pasadas.

    Pero todo ello requiere ponerse a pensar y a conversar.

    Francisco A. Domínguez

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  5. Para los propósitos de este debate, quiero destacar dos elementos de su comentario: 1. "Aquí nadie está diciendo que el capitalismo sea bueno... Es más: es malísimo..." No obstante, no ve otra salida para Cuba. Por cierto, al hablar de la economía cubana no menciona la existencia de un implacable bloqueo económico, financiero y comercial durante más de medio siglo;
    2. Sostiene que es necesario "un regreso a un sistema de economía de mercado se debe hacer de forma controlada", pero no de la forma que plantean los Lineamientos (no sé si realmente usted los ha estudiado o solo habla de oído);
    3. La socialdemocracia, como bien afirma, "ha prácticamente desaparecido" en el mundo.
    Usted mismo lo dice, es anticomunista, y Fidel le cae mal. Bueno, gracias por compartir su criterio

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  6. Permitame contestarle:

    Cuando Marx consideró el capitalismo revolucionario, a lo cual usted se ha referido en su reciente entrevista en Cubadebate, no decía que el capitalismo era bueno -era revolucionario... De hecho, era malísimo. Sencillamente, no creo que el capitalismo haya dejado de ser tan malo ni tan revolucionario, es decir, que el capitalismo no ha dejado de liberar las fuerzas productivas, como veía Marx... Y la razones que dá Marx para creer que el capitalismo ha dejado de ser revolucionario no se han ratificado. Es cierto que se han sucedido las crisis, algunas enormes, pero ahí está el capitalismo... Lo que más bien ha desaparecido es la clase revolucionaria... La realidad es que, contrario a lo que predecía Marx, los niveles de pobreza se han ido reduciendo, especialmente en China, que adoptó el capitalismo a su forma, con cifras de crecimiento astronómicas así como su número de millonarios.

    Y utilizo a Marx porque, si bien cuestiono muchos de sus postulados, creo que tenemos mucho que aprender de su obra. A mí en lo personal me ha ido bastante bien en el capitalismo, pero yo no me engaño: ahí está el precariado, las crisis, las guerras,... No nos engañemos.

    Otra realidad es que el capitalismo ha atravezado dos momentos, la creación del motor eléctrico y le reciente revolución tecnolðgica, a la que hay que añadir la revolución de las impresoras 3D, que permitían, permiten y permitirán una organización diferente de la producción, a escalas diferentes, y más comunitarias, y que por razones obvias, Cuba se está perdiendo.

    Y claro, que tiene que ser una economía de mercado controlada. Para ser específicos, una economía regida por la oferta y la demanda, y en la que exista la competencia. No hay ningún problema con querer un capitalismo controlado... De hecho, el llamado "mercado libre" y el "laissez-faire" nunca han existido realmente, ni en Europa ni en Estados Unidos, así que esto no es motivo de discusión... EN verdad, un punto de discusiún importantísimo es la participación del Estado en la formación de los grandes capitales, la eliminación de la competencia y la fomentación de rentas, o sea la necesidad de un mercado más libre, donde por las innovaciones en la forma de producir que he mencionado antes habría más oportunidad para los pequeños.

    Y no yo no creo que los Lineamientos sean la vía, con lo cual no le diré que estoy en total desacuerdo. Cuando se publicaron tuve grandes esperanzas, que se han ido reduciendo con el paso del tiempo, y ante todo, la incapacidad del gobierno cubano para echar a andar las más elementales promesas: eliminación de la libreta, mercados mayoriastas para cuentapropistas, eliminación del CUC, etc... Además que hay límites a la creación de riqueza y la iniciativa independiente que van en contra de todo lo que aquí he expuesto.

    Yo soy anticomunista. No me molesta que usted sea comunista. Usted piense como quiera, e interprete la realidad como quiera. De hecho, le soy sincero, respeto a aquellos que dicen ser comunistas y actúan como tal...
    Del bloqueo/embargo, es cuestión tautologica decir que ha dañado la economía cubana. Pero no nos engañemos: todas las economías socialistas se estancaron. No es difícil demostrar matemáticamente cómo la llamada justicia socialista lleva a un emprobecimiento general al menos que lleve a un incremento de la productividad. Es decir, que quitarle a los más productivos para darle a los menos productivos solo logra generar más riqueza si la productividad de estos últimos aumenta con la transferencia de riqueza. Y ¿qué me dice usted de los años de retraso en el desarrollo del turismo, todo por cuestiones ideológicas? ¿Qué daño ha representado eso? ¿O la Zafra de los 10 millones? ¿O Angola?

    Yo no veo ninguna necesidad de negar lo que ha hecho el gobierno de Estados Unidos estos años. Es más, se debe tener muy en cuenta siempre, entender que no se está jugando con conejitos. Pero el mundo de hoy no es 1959.

    Muchas gracias.

    Francisco A. Dominguez

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  7. Ya sé que usted es anticomunista, eso explica su manera de pensar y su rechazo a los Lineamientos, que no se proponen llevar a Cuba al capitalismo. El problema es que los Lineamientos se consensuaron en Cuba en amplios debates con la población. Podrá pensar lo que quiera, pero ese documento, reformado a partir de las opiniones del pueblo, es la guía que nos hemos dado.

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  8. Le agradezco su respuesta y permitame otro comentario.

    El comunismo es una concepción de la vida humana que ha brotado aquí y allá a lo largo de la historia y que se condensa a partir del siglo XIX en aquella frase: de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad. Esto, como bien apunta Marx en su Crítica al programa de Gotha, es la esencia de una sociedad igualitaria y verdaderamente libre, sin explotados ni explotadores, en la que cada cual ya tiene la posibilidad de hacer con su tiempo y su vida lo que desee, lo cual, ya eliminada la necesidad de ganarse el pan, debería dar paso a una forma de pensar esencialmente comunitaria, fraternal, altruista.

    En principio yo no estoy en contra de esto. Al revés, me parecería fantástico: levantarme y acostarme a la hora que quiera, dedicar el día a lo que quiera, reunirme con quien quiera... Ahora, llegar ahí tiene sus problemas técnicos: superar la escasez. Porque esa sociedad comunista solo puede ser una sociedad de la abundancia. Entonces la cuestión está en superar la escasez, y para superarla hay que administrar los recursos escasos. Estamos hablando de un problema económico, y ya lo advirtieron Marx y Engels: es muy fácil caer en utopías. Ya ellos apuntaron la necesidad de una economía basada en la competencia, el libre establecimiento de precios por agentes privados, la oferta y la demanda en una sociedad de mercancías, o lo que es lo mismo, una sociedad de recursos escasos donde se intercambia esencialmente trabajo por bienes de consumo. Los principales críticos de la economía socialista lo hicieron a partir de un problema técnico. Mises y luego su discípulo Hayek hablaban de la imposibilidad del cálculo económico racional en un sistema de economía planificada. Yo creo que la experiencia cubana les ha dado la razón a todos. Es decir, que si ser comunista es defender el sistema económico implantado en Cuba, yo no puedo ser comunista.

    A algunos les parecerá descabellada esa idea de la abundancia, pero la realidad es que no solo es posible, sino que está más cerca que lo que puede parecer. Se ha dado, de hecho, con la revolución del software libre. La utilización de las redes para la creación, almacenamiento y transmisión de conocimiento y material informático ha abaratado tanto los costes que efectivamente el coste marginal de producción de una unidad extra es cero, y por lo tanto, gratis. Esto tiene unas consecuencias enormes porque qué es más importante que el conocimiento en el desarrollo humano? Y que en el actual momento productivo que el software? Yo, que me declaro anticomunista, considero un crimen que se cobre $35 por bajar un artículo científico a través de internet. Y estoy en contra de las patentes y la propiedad intelectual, que son mecanismos, mediados por el Estado, para la creaciôn de rentas, sobre todo para las grandes empresas.

    Es decir, que sí se ha dado un avance tecnológico hacia una sociedad de la abundancia en tiempos recientes, y cuál ha sido la postura del gobierno cubano? Tienen como objetivo descentralizar la internet o mantener el control centralizado? Permitir el libre intercambio de software libre? O permitir la consecuencia directa de ello, la formación de unidades independientes de producción a escalas comunitarias? Qué dicen los Lineamientos?

    Muchas gracias.

    Francisco A. Domínguez

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