martes, 3 de abril de 2012

La derecha y el desmontaje de la historia

Rafael Alberti, poeta comunista. El PP acaba de retirar su nombre de un teatro de Almería.
Enrique Ubieta Gómez
Los espacios de la memoria histórica son esenciales para la construcción de proyectos de futuro. En los países de Europa del este los textos de historia se han "descontaminado" de cualquier protagonismo comunista; hasta una simple y al parecer incontestable fecha, como lo es la de la derrota del fascismo alemán en la República Checa, se ha modificado: ahora el día de la liberación no referencia la entrada de los comunistas checos y soviéticos al país, sino la del encuentro con las tropas norteamericanas, muchos días después, de los oficiales alemanes que escapaban de aquellos. Pero en Europa del este no existe por el momento fuerza ciudadana capaz de enfrentar ese desmantelamiento, impuesto por los momentáneos vencedores de la guerra fría,  para impedir la reproducción de los ideales de justicia social. En España, con el triunfo del PP en las pasadas elecciones, se ha desatado una ola de ajusticiamientos simbólicos: los alcaldes de la derecha cambian a su antojo nombres inconvenientes de avenidas y teatros. El PP ha retirado los nombres de Rafael Alberti, Miguel Hernández, Che Guevara, Pilar Bardem, Pablo Neruda, Pablo Iglesias y Tierno Galván de teatros y avenidas de Almería, La Zubia, Sevilla y Ciudad Real. En Granada retiró la placa que conmemoraba el fusilamiento de 3 968 republicanos, aunque permanece en pie el monolito fascista a Primo de Rivera. Los que pretenden regresar a Cuba y reimponer el orden neocolonial que la Revolución derrocó en 1959, preparan las condiciones para el recambio de héroes. Es evidente el interés de ciertos intelectuales por restaurar la figura de Fulgencio Batista, por ejemplo. Recientemente, el escritor Antonio José Ponte le hizo una extensa entrevista a uno de sus ayudantes más cercanos. El entrevistado pondera la afición a la lectura de Batista, sus gustos modestos, su ejemplar paternidad, su "fidelidad" a Cuba, etc., etc., y reconstruye así la historia, con la ayuda de Ponte, que pregunta: 
¿Considera justificable el golpe de Estado? 
"Solo demagogos y no conocedores de la historia de nuestro país pueden criticar el golpe de Estado. Una de las responsabilidades más sagradas de las fuerzas armadas es la de proteger a sus conciudadanos, y precisamente el 15 de febrero de 1952, a las 12 del día, fue asesinado el senador Alejo Cossío del Pino por pistoleros del Partido Auténtico. Después del golpe de Estado el país continuó su desarrollo y crecimiento hasta que unos desalmados atacaron un cuartel, fueron arrestados, juzgados con todos sus derechos, encarcelados y amnistiados. Se les dio la oportunidad de crear un partido político y participar nacionalmente en el desarrollo de Cuba y, lejos de eso, abandonan la Isla, se entrenan en un país extranjero y regresan en plan bélico y, una vez que las fuerzas del orden público se les enfrentan para defender la territorialidad de la Isla, inmediatamente las clases vivas del país piden un alto al fuego y el acuartelamiento de las tropas".
Es interesante comprobar que el medio relaciona esta entrevista, por su tema, con textos anteriores de Rafael Rojas, Carlos Alberto Montaner y Néstor Díaz de Villegas, entre otros.
Dicen que la historia la escriben los vencedores, pero los revolucionarios necesitamos la verdad, dependemos de ella. Por demás, cada proyecto de futuro trae consigo su pantéon de heroes y de villanos, no nos dejemos engañar.

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