Queridos participantes en el Encuentro de blogueros cubanos en Revolución:
27 abril
Ante todo un fraternal saludo a nombre de los Cinco, y nuestros mejores deseos de que este evento sea un éxito y punto de partida para nuevos avances en sus propósitos.
Esta convocatoria se realiza en condiciones extraordinarias. Nuestra pequeña isla, al tiempo que se le escamotea el derecho de conectarse a la red de fibra óptica que le serviría para integrarse plenamente a las nuevas tecnologías de las comunicaciones; es objeto de perversos esquemas que tratan de potenciar una comunidad de blogueros a imagen y semejanza de quienes nos agreden; complemento perfecto a las manipulaciones y mentiras a que se somete al mundo por parte de las corporaciones mediáticas, al servicio de la nueva reconquista que instrumenta el capital en su versión particular del proceso globalizador que vivimos.
Las víctimas directas de este esquema son los millones de seres humanos a quienes se les engaña alrededor del planeta, para que llegado el momento acepten sin resistencia la solución militar que de darse las condiciones, como nos enseña la historia de los últimos años, se nos aplicaría para traernos la “democracia”, la “modernidad” y la “civilización”; entendidos como la reapropiación por el capital de la cuota de plusvalía cubana perdida con la revolución. La víctima ultima sería la patria, nuestros hijos, el futuro que queremos construir con todos y para el bien de todos.
Como bien se dice, las nuevas tecnologías pueden convertirse en un instrumento revolucionario, pero primero necesitan rescatarse, y quienes tenemos el potencial de hacer revolución hemos de descubrir sus capacidades y aprender a utilizarlas. El machete fue el instrumento con que el amo sacaba al esclavo el producto de su trabajo hasta que los patriotas aprendieron a usarlo como arma redentora, cargaron con él contra los cuadros españoles y aprendieron con la experiencia confiar en su filo para liberarse.
Hoy por hoy, las tecnologías de las comunicaciones están preferentemente en manos de los sectores privilegiados de la población humana. A través de ellas circula el discurso hegemónico del capital, que se reproduce como eco de lo que difunde una prensa comprada, engañosa y sin escrúpulos. El mismo capital cuyas relaciones de producción nos imponen una realidad que escapa a nuestra voluntad nos impone la manera en que la interpretamos, y nos provee en las nuevas tecnologías de la ilusión de que somos entes que libremente decidimos qué discurso incorporamos al utilizarlas. Si hiciera falta una muestra bastaría con las falsedades que a propósito de la reciente visita del Papa se propagaron alrededor del mundo. Cuantos millones de personas habrán sido nuevamente engañados, y estarán ahora replicando ese virus en las redes sociales.
Es un reto que se las trae, pero la única alternativa es enfrentarlo. El peor error sería aislarnos. Ante la repetición de la mentira no hay otra opción que no sea repetir la verdad y hacerlo de manera efectiva, con imaginación, desde varios ángulos, analizando el discurso del adversario, profundizando en la esencia de los fenómenos y argumentando siempre de manera honesta. Si bien es cierto que la reacción encuentra ventaja en la ignorancia y en la falta de escrúpulos, también lo es que nosotros no arrastramos las mezquindades que coartan el análisis honesto y a profundidad de los problemas. El egoísmo que lastra a los reaccionarios y limita su apreciación de la realidad a lo que cree conveniente para sí es su peor enemigo. La honestidad que fluye del análisis desinteresado es nuestra mejor arma.
Les deseamos todo el éxito que merece tal empeño. El aislamiento a que el imperio ha sometido a Cuba no puede ser eterno, y algún día la voz genuina de nuestro pueblo llenará los espacios que hoy están en subasta para los mercenarios, llevando al mundo la riqueza de nuestra diversidad y el espíritu generoso de la sociedad cubana. En medio de las dificultades de hoy, ustedes están abriéndose paso a ese futuro que les pertenece.
Un abrazo multiplicado por cinco.
René González Sehwerert
El peligroso ejemplo de Cuba
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