Lo leí en el periódico. La nota oficial daba constancia del regreso del héroe René González a los Estados Unidos, en cumplimiento de la palabra empeñada. Otra vez quedaba su esposa aguardándole, su hermano –hombre de su estirpe–, en lucha contra la muerte. Por un instante, la madre los tuvo a los dos. Qué duro castigo ese viaje de regreso. Miro una foto suya reciente, cuando abandonaba la injusta cárcel: veo a un auténtico hidalgo, no de blasones sino de carácter, con la fuerza avasalladora de sus ojos, de la sonrisa noble, con su porte de Caballero. Te esperamos Quijote, tu Patria te recibirá con el júbilo de la victoria que aún no te pudimos entregar.
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