Alberto Híjar Serrano
Hay de despedidas a despedidas. La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases: una es la despedida de Cuauhtémoc de quien ni siquiera es necesario escribir su apellido y otra la de quienes se retiran en silencio o mueren sin gloria.
Con pocos años a cuestas y con una portería imaginaria del lado del closet a un lado de la cama desde donde le aventaba la pelota sin abandonar mi lectura o mi telenovela, Nico recibió su primer autoadiestramiento. Siguió por Pumitas, la Escuela de Miguel España, aquel excelente mediovolante sin despedida gloriosa y ya adolescente y sin descuidar la escuela, peregrinó por equipos diversos. Sorteó bien los caprichos de entrenadores y contó siempre con el servicio de transporte de su mamá, siempre puntual, para llevarlo muy temprano a campos deportivos en el fin del mundo donde habitan mamás localistas dispuestas al insulto y la gresca. Antes de hablar bien, su hermana sabia gritar la porra de Pumas o del León y hasta del Atlante después, bien cargadas éstas dos de palabras y ademanes soeces.
Nico creció apuesto no sólo por el entrenamiento físico cumplido sin falta, sino por una cabeza bella y una visión de campo que hacia que con voz poderosa lanzara alertas oportunas al acomodo de los demás jugadores. Nada de esto fue suficiente para ganar la titularidad de modo que al final decidió jugar con gran éxito en segunda división para retirarse cuando terminó el campeonato y no quiso ya volver al turbio camino de los contratos y las promesas de vividores del sudor ajeno. Veinteañero, Nico es uno de los miles de deportistas atorados a medio camino porque no supieron congraciarse con directivos, entrenadores y representantes con quienes no dudó en discutir decisiones y orientaciones injustas. La publicación de Nico en el diario POR ESTO! sobre todo lo que hay que criticar del deporte degenerado en mercancía tradicional, fue el principio del fin. No más los viajes de 12 horas y más con un sandwich y un agua como comida ni las casas club ni las dificultades para vivir con algún compañero de infortunio esperanzado. Escribe Nico al principio y al final de su comunicado de despedida : "Soñé con retirarme en el Nou Camp..." y recibe mensajes solidarios de quienes quisieran superar el miedo y organizarse en defensa de sus derechos. Pero pesa más lo dicho por Juan Villoro al presentar su más reciente libro de inspiración futbolera que nada critica sino vuelve retórica lo que es muy serio: la FIFA tiene más presupuesto que la ONU a quien nadie hace caso. En cambio, hay que precisar, el imperio del futbol impone condiciones a gobiernos coludidos y dependientes de los consorcios trasnacionales.
Peor nos fue a los que quisimos ser toreros y no pasamos de sufrir festivales con vaquillas toreadas y una que otra novillada donde no lucimos. En las tientas, había que esperar a que se le diera la gana a los matadores y al ganadero de convidarnos a dar un capotazo para despedirnos sin comer. Imborrable es mi dolor cuando a la mitad de una chicuelina soñada, el novillo pisó mi capote y terminé sin pena ni gloria, la misma tarde en Cuernavaca donde mi impericia le echó el toro encima a un excelente peón que de buen modo me reconvino. En Yucatán, no todos son Michelito, sino abundan muchachos y veteranos dispuestos a torear por ínfima propina lo que les echen. Y lo que les echan son toros criollos que saben latín porque recorren ferias y festivales. Las placitas de trancas carecen de todo servicio incluyendo la atención médica y el juez de plaza que suele ser presidente municipal, delegado o sindico, prefiere hacerse de la vista muy gorda antes que disgustarse con los empresarios. Sólo hay que ver lo que pasó cuando un juez de plaza honrado desechó tres toretes sin trapío para desatar la furia del empresario que optó por suspender la temporada. En la capital y a raíz de un evidente fraude en beneficio de Enrique Ponce, el juez impuso castigo y Herrerías encabezó una marcha a la Delegación que asustada, juro no atravesarse más en las tropelías autogestivas del empleado de Miguelito Alemán, nieto de su abuelo e hijo del socio de Televisa y dueño de una empresa de aviones.
Eduardo del Villar, forcado veinteañero murió de la cornada del 18 de mayo se 2014 en Seybaplaya, Campeche, un poblado de 9000 habitantes. El mismo día fue cornado el novillero Luis Miguel Farfán en Maní para morir sin atención médica. Mónica Bay, critica taurina ejemplar ha informado a Leonardo Páez quien da a conocer las muertes en 2013 de Santos Gaspar May Han, "El Tío" en Xoy, pese a su vida madurada en pachangas taurinas irresponsables. Laureano de Jesús Méndez murió por cornada en Xuilub en diciembre de 2013. Ninguno de ellos mereció una nota de duelo. Desaparecieron con mucha pena sin gloria.
No somos pocos los sobrevivientes de retiros forzados sin gloria y con mucha pena solitaria. Nico "Negro" Híjar hará valer su fortaleza crítica y ojalá escriba sus experiencias mientras organiza su nueva vida para ejemplo de los miedosos y los charlatanes.
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