(Miguel Narros - Víctor Manuel)
Todos tenemos un precio,
todo se compra, se vende,
el traficante, el artista,
intercambian sus divisas.
El esclavo como el rey
tienen idéntica piel
y en el horno se verá
que todos somos igual.
El hombre gordo y el flaco;
el gigante y el enano.
Y aquel que viste de gris
para vivir camuflado.
El que trepa de puntillas
y se olvida de sus pasos
también
aquel que niega su brazo
al que vive más abajo.
El señor y la doncella;
el poeta y su miseria.
Piratas y mercenarios,
falsos revolucionarios.
Algún cerdo disfrazado
de paloma mensajera
también
Caperucita y su abuela;
Tom y Jerry, Cenicienta.
(1974)
El peligroso ejemplo de Cuba
Hace 13 horas
Si, si, estoy de acuerdo, sobre todo la última estrofa lo describe muy bién.
ResponderEliminarUn abrazo
No todos, no todos tenemos un precio.
ResponderEliminarTodo eso para decir que él tenia precio.¿A ver cuanto dan por mi?;cantaba con muy poca retórica.La experiencia nos dice que por suerte muchisisisisimas personas no tienen precio.
ResponderEliminarVíctor Manuel qué razón tenía entonces, lo que no sabíamos es que él tenia tan poco valor, nosotros en cambio –los verdaderos revolucionarios- tenemos un alto precio, ese que solo se puede pagar con un cambio social definitivo que borre de un plumazo todas las injusticias e inequidades…
ResponderEliminarEs que hay q tener mucho HUEVO (decimos los argentinos)para no coquetear con los negocios.
ResponderEliminarSin embargo la historia tiene muchos ejemplos de valor y de personas q sí tuiveron HUEVOS para enfrentar al enemigo.
Para el Imperio y sus cipayos europeos estas palabras de Tupac Amaru, al Visitador Areche,que le exigía el nombre de sus cómplices.
"Aquí no hay más cómplices que tú y yo: tú por opresor, y yo, por libertador, merecemos la muerte".
Ahora también me acuerdo de aquellos versos de Nicolás Guillén que cantaba Victor Manuel: "Al corazón del amigo: ¡Abre la muralla!... Al veneno y el puñal: ¡Cierra la muralla!" Bueno, parece que ahora él apuesta por el diente de la serpiente.
ResponderEliminarAntonio Rodríguez Salvador