E. U. G.
El último post de Yoani Sánchez, es un libelo contra la FMC. Para la autora, todas las cubanas son aguantonas, corruptas, cínicas, y están dispuestas a (o no pueden evitar) vender el cuerpo o el discurso por un plato de lentejas. ¿Así son las cubanas? Solo puedo imaginarme estas aseveraciones como reflejo de un trauma personal:
“Te impartieron una docena de cursos sobre el papel de la féminas en la Revolución, pero nadie vino a detener la mano del marido que te golpeaba en casa”.
¿Tu marido te pegaba?
“Eras sólo un número en las listas de federadas y —más de una vez— desviaste dinero de la recaudación de la FMC para poder llegar a fin de mes”.
¿Robabas dinero de la recaudación de las federadas?
“No te fue difícil aprender a separar el lenguaje de los comunicados que leías con voz arrobada, de aquellas frases domésticas en las que sí mostrabas tu disgusto”.
¿Practicaste la doble moral?
“El jefe te exigía ‘favores’ para mantener tu empleo”.
¿Alguna vez vendiste tu cuerpo para mantener el empleo?
“Te percataste que el verdadero discurso de tus días era el que salía de aquella olla semivacía —como una boca abierta— en mitad de tu cocina”.
Evidentemente Yoani, tu discurso responde a tu olla: con él la llenas.
Los revolucionarios creen en lo que dicen, solo quienes nunca lo fueron y fingieron serlo, es decir, solo los contrarrevolucionarios que “salen del closet”, practicaron alguna vez la doble moral.
El peligroso ejemplo de Cuba
Hace 13 horas
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